Un pequeño burgués detrás del muro

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LATERCERA Sábado 20 de diciembre de 2014
Sociedad
Cultura
C
ualquier persona
que ha leído los
libros de Roberto
Ampuero puede
distinguir con
facilidad, al igual
que yo, ciertos
rasgos persistentes en su literatura. Algunos de estos también
son visibles en Detrás del muro,
el libraco en donde el autor relata su vida en la ex República
Democrática Alemana. Aquí tenemos, por ejemplo, la puerilidad: al momento de definir la
obra, Ampuero concluye que
ella emerge de la “memoginación”, fusión supuestamente ingeniosa entre las palabras “memoria” e “imaginación”. Tampoco falta la cursilería: en vez
de ver la fuente al medio de una
plaza, Ampuero ve “una fontana”, aunque, claro, ello tal vez
se deba al hecho de que, según
el decir de un cónsul cubano, el
escritor chileno tiene “manos de
poeta”. Finalmente están los clichés, a los que el autor, ahora sí
que en un rapto decididamente
poético, llama “clisés”. Una
muestra: “Llegar ahí era como
ingresar a un mundo irreal y
detenido en el tiempo”.
Con todo, esta vez no son los rasgos típicamente ampuerescos los
que hacen de Detrás del muro, de
436 páginas, una lectura indigeri-
Detrás del muro
Roberto Ampuero
Editorial
Sudamericana
416 págs.
$ 14.000
CRITICA DE LIBROS
Un pequeño burgués
detrás del muro
Juan Manuel Vial
Crítico literario
Por medio de un recurso dudoso, la
“memoginación”, Roberto Ampuero emprende
en este libro el recuento de su vida en la
Alemania comunista. El resultado es un insulto a
la inteligencia del lector.
ble. Esta vez el asunto es peor que
antes, puesto que aquí hay una serie de situaciones que insultan
frontalmente la inteligencia del
lector. La primera de ellas es el
oportunismo mal entendido: ¿qué
necesidad tiene Ampuero de demostrarnos por medio de un ma-
motreto que se decepcionó del socialismo real cuando, según él
mismo reconoce en el texto, jamás, ni siquiera al momento en
que estudiaba marxismo-leninismo en la Karl-Marx-Universität
de Leipzig, dejó de ser un pequeño
burgués? La respuesta a esta pre-
gunta tal vez explique aquello de
la “memoginación”, o, sin ir más
lejos, aclare el subtítulo mismo del
libro, que a mí me suena a algo
poco honesto o, si se prefiere, no
muy valiente: “Novela de mi memoria imprecisa”.
La segunda ofensa al intelecto
del que lee es la burda e insistente
comparación que el escritor desarrolla entre marxismo y capitalismo. Adquiriendo un tono didáctico que a muchos puede sacar de
quicio, especialmente a los más
entendidos, el graduado en marxismo-leninismo nos informa, con
solemnidad, de algo tan pedestre
como que en la Alemania comunista “no existe el mercado inmobiliario, donde los privados pueden ofrecer o buscar un techo”. En
suma: dentro de las incontables
divagaciones que el autor emprende en torno al marxismo o al
capitalismo, no hay una sola que
sea interesante o digna de tenerse
en cuenta. ¿Cómo no se preparó
mejor Ampuero para escribir este
libro? ¿O es que realmente piensa
que sus lectores son un público
cautivo e ignorante que aplaudirá
cualquier inepcia que él les presente? Si se hubiese dado la molestia de leer a Ayn Rand y a Slavoj
Zizek, es probable que el resultado
hubiese sido ligeramente distinto.
Roberto Ampuero llegó a Alemania Oriental siendo un veinte-
añero que escapaba de la dictadura de Pinochet. Y según nos
cuenta, allá no lo pasó tan mal.
Tuvo muchas pololas (el sexo
para él es más un asunto de
números que de sensaciones) y
se sintió protagonista de la historia (es evidente que el escritor se confiere a sí mismo una
importancia exagerada -incluso hay gente que lo persigue-,
pero ello se puede atribuir a la
parte “imaginación” del híbrido). También relata que vivió
una tremenda odisea para escapar de Alemania del Este,
pese a que nadie jamás lo retuvo detrás del muro (éste es uno
de los puntos más patéticos del
libro). Ahora, en donde su opinión sí podía alcanzar relevancia y sustento -en la crítica a la
izquierda chilena del exilio-,
Ampuero falla el tiro, pues la
repetición de la cantinela es
tal, que, a fin de cuentas, el
lector queda exhausto con la
falta de selección y de contención demostradas.
La pretensión del autor es un
tema aparte. Y debido a la falta de
espacio, no encuentro un mejor
modo de transmitirla que citando
el cierre retumbante y evocador
que Ampuero le da a su libro:
“Berlín-Ciudad de MéxicoIowa City-Olmué. 11 de septiembre de 2014”.
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