El talento multifuncional de Max Bill

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Sábado 17 de octubre de 2015
PAÍS: España
FRECUENCIA: Diario
PÁGINAS: 29
O.J.D.: 202165
TARIFA: 48620 €
E.G.M.: 1504000
ÁREA: 1131 CM² - 100%
SECCIÓN: CULTURA
ELPAÍS 29
CULTURA
17 Octubre, 2015
Retrato de Max Bill
con un alambre, y óleo
sobre lienzo de 1971-73
Sin título, que se exhiben en la Juan March.
El talento multifuncional de Max Bill
La Fundación Juan March dedica al influyente artista suizo su primera gran retrospectiva en España.
Ciento setenta obras repasan la trayectoria del arquitecto, pintor, escultor, editor y diseñador
ÁNGELES GARCÍA, Madrid
Arquitecto, pintor, escultor, pedagogo, ensayista, editor, diseñador.
Parece no haber ninguna actividad creativa que le haya sido ajena a Max Bill (Winterthur, 1908Berlín, 1994), un artista de culto
cuya polifacética actividad no es
suficientemente conocida por el
gran público pese a que algunos
de sus diseños industriales (como
sus relojes o taburetes) formen
parte indisoluble de nuestra vida
cotidiana. La Fundación Juan
March inaugura hoy en su sede
madrileña (hasta el 17 de enero)
la primera gran retrospectiva que
se le dedica en España con 170
obras y documentos cedidos por
instituciones públicas y privadas
europeas y americanas con la intención de ofrecer una visión actualizada de la obra del artista suizo y de su significado para las artes plásticas, la arquitectura y el
diseño.
El cuadrado como forma y el
colorido más salvaje predominan
en el recorrido de la exposición
de un artista que se atrevió con
todas las disciplinas y con el concepto de división de géneros en el
arte. En la pintura fue militante
del llamado arte concreto, esa forma de expresión en la que el espectador no puede adivinar el origen inspirador del cuadro, porque éste procede, exclusivamente
de la imaginación y la fantasía del
artista. Lo suyo es un juego creado sólo para el disfrute de los sentidos. En palabras de Javier Gomá, director de la Fundación
Juan March, lo de Max Bill es una
auténtica fiesta de las formas. Pero advierte de que no hay que quedarse solo con su pintura. “Es como hacer una antológica de
Goethe solo con su poesía. No tendría sentido. En el caso de Bill, la
abstracción sería la primera de
las muchas etiquetas que habría
que adjuntar a su obra”.
Javier Gomá añade que la
obra de Bill mantiene una indiscutible actualidad y recuerda que su peso ha sido y
sigue siendo determinante en la arquitectura española por su influ-
jo en las corrientes geométricas
latinoamericanas, una pista que
la Fundación Juan March ya tuvo
ocasión de seguir y mostrar en la
exposición América Fría. La abstracción geométrica en Latinoamérica, 1934-1973.
Manuel Fontán del Junco, director de exposiciones, ha organizado la exposición junto al hijo
del artista, Jacob Bill, cuidador
del legado de su padre y también
artista concreto.
Cuadros geométricos
Entre cuadros geométricos y coloristas, esculturas metálicas relucientes, carteles, páginas de libros, mobiliario y pequeños objetos, el visitante descubre que la
primera actividad creativa de
Max Bill estuvo ligada a la orfebrería. En 1927 y entró en la Bau-
haus, la mítica Escuela de Diseño,
Arte y Arquitectura, fundada en
1919 en Weimar por Walter Gropius. Allí prendió en él el deseo de
enfrentarse al arte de una forma
total y aquí también inició algunas de sus grandes amistades con
otros artistas de su generación, como Joseph Albers.
Con profesores como Paul
Klee, Vasili Kandinsky y Oskar
Schlemmer su multitalento ya
no conoció freno. En 1930 fundó
su propio estudio de arquitectura. En 1931 dejó de lado su paso
por el cubismo y el dadaísmo para sumarse al grupo de los artistas concretos. Poco después se
lanzó a la escultura y en 1944 se
atrevió a entrar de lleno en el
campo del diseño industrial. Una
de sus piezas más célebres fue
un reloj de aluminio creado para
Junghans, firma para la que tra-
Consejo al hijo, también artista:
“Busca una segunda profesión”
Muy parecido físicamente al padre, a juzgar por los retratos de
época incluidos en la exposición, Jakob Bill (1942, Zurich)
es un hombre entregado a preservar el legado de su famoso
progenitor a través de la Fundación Max Bill y un artista que,
pese al paso del tiempo del movimiento, sigue interesado por
el concretismo.
¿Qué recuerdos conserva de
la relación con su padre? “Recuerdo sobre todo un consejo”,
responde Jakob Bill. “Siempre
insistió en que, aunque me dedi-
cara al arte, tuviera una segunda profesión con la que garantizarme la vida. Le hice caso. Estudié y me dediqué a la arqueología. Su idea era que uno sólo
tiene libertad para hacer lo que
realmente desea cuando tiene
además un trabajo que le permite sobrevivir. Hoy estoy jubilado como arqueólogo, pero sigo
siendo artista. El consejo me pareció muy bueno. De hecho,
también inculqué esta idea a mi
hijo David, escultor y representante de la tercera generación
de la familia Bill”.
Mesa redonda-cuadrada,
de 1950, diseño de Max Bill.
bajó durante varios años diseñando relojes de pared, de cocina y
de pulsera con estilo racionalista
y estética industrial. Una de estas obras forma parte de la colección permanente del MoMA.
Por si todas estas actividades
fueran poco, Bill también se dedicó al diseño y montaje de exposiciones. Preguntado en 1948 sobre
lo que el público podía esperar al
entrar en una sala, su respuesta
fue esta. “He llegado a la conclusión de que la mayoría de los
visitantes esperan recibir una
sensación que exceda el ámbito
de su vida cotidiana. La visita a
una muestra es una ocasión para interrumpir la vida diaria con
un día de fiesta”.
Jakob Bill respondió a la pregunta de Manuel Fontán que hay
quien se ha referido a su padre
con el concepto medieval de homo universalis. Estaba puntualmente informado
de lo que ocurría en
todos los ámbitos artísticos
que cultivaba.
Sobre la relación
con otros artistas próximos a su
padre, Jakob Bill menciona a Josef Albers, profesor y amigo,
que en 1933 emigró a Estados
Unidos después de que los nazis
clausuraran la Bauhaus donde
él impartía clases. “Mi padre y
Albers se carteaban a menudo.
Le invitó a impartir alguna
conferencia en la Black
Mountain College, en Carolina del Norte, donde era profesor. Creo que incluso
coincidieron en un viaje
a Perú. Sé que el arte latinoamericano era uno
de los temas que
más interés despertaba en ambos,
pero no recuerdo
mucho más”.
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