La legítima sucesoria y sus consecuencias: en particular las

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TRABAJO FIN DE GRADO
Título
La legítima sucesoria y sus consecuencias: en particular
las donaciones inoficiosas
Autor/es
Noelia Rojas Villaverde
Director/es
Pedro Valentín de Pablo Contreras
Facultad
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Titulación
Grado en Derecho
Departamento
Curso Académico
2014-2015
La legítima sucesoria y sus consecuencias: en particular las donaciones
inoficiosas, trabajo fin de grado
de Noelia Rojas Villaverde, dirigido por Pedro Valentín de Pablo Contreras (publicado por
la Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
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El autor
Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2015
publicaciones.unirioja.es
E-mail: [email protected]
ೢ
TRABAJO DE FIN DE GRADO
LA LEGÍTIMA SUCESORIA Y SUS CONSECUENCIAS: EN
PARTICULAR LAS DONACIONES INOFICIOSAS
NOELIA ROJAS VILLAVERDE
TUTOR
Dr. Dº. PEDRO V. DE PABLO CONTRERAS
GRADO EN DERECHO
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
AÑO ACADÉMICO 2014-2015
1
LA LEGÍTIMA SUCESORIA Y SUS CONSECUENCIAS : EN PARTICULAR ,
LAS DONACIONES INOFICIOSAS
SUMARIO
I
RESUMEN/ ABSTRACT
II TABLA DE ABREVIATURAS
III INTRODUCCIÓN
IV LA LEGÍTIMA SUCESORIA
1. Aproximación al concepto de legítima
2. Los legitimarios
3. El cálculo de la legítima.
4. La cuantía de la legítima.
5. El pago de la legítima.
6. La protección de la legítima.
A) La indisponibilidad de la legítima.
B) La intangibilidad cualitativa de la legítima.
C) La intangibilidad cuantitativa de la legítima.
2
V LAS DONACIONES INOFICIOSAS
1. Introducción.
2. Concepto y objeto.
3. Determinación de la inoficiosidad de las donaciones y la colación.
4. Imputación de donaciones
5. La reducción de las donaciones inoficiosas
A) Naturaleza de la acción de reducción.
B) Legitimación ( Activa y pasiva ).
C) Plazo para ejercitar la acción de reducción.
D) Irrenunciabilidad de la acción de reducción.
E) Problemas para el cumplimiento de la reducción.
F) Posibles efectos de la reducción de las donaciones inoficiosas.
G) Posición del tercero adquirente de buena fe.
VI ESTUDIO DE CASOS REALES
1. Caso Cela
2. Caso Duquesa de Alba
VII REFLEXIONES CRÍTICAS
VIII CONCLUSIONES
IX
BIOGRAFÍA
X
JURISPRUDENCIA
3
I- RESUMEN/ ABSTRACT
RESUMEN
La institución de la legítima en nuestro país, no solo supone una limitación a la libertad
de testar de las personas, sino que además obstaculiza el derecho a la libre disposición
de los bienes en vida, que nos concede el Código Civil mediante el título de propiedad.
Y es que toda donaciones tiene un impacto en nuestro derecho de sucesiones debido a
que la legítima coloca al donatario bajo la espada de Damocles, y así permanece
amenazado hasta que se abre la sucesión de aquel que le traspasó el bien, confirmando
entonces si la donación será calificada como inoficiosa o no.
Esto genera numerosos problemas que se tratan de poner de manifiesto en este trabajo,
con el fin de hacer evidente la necesidad de cambios urgentes en nuestro obsoleto
derecho sucesorio.
ABSTRACT
The institution of the legítima in our country not only limits people’s freedom to make a
will, but it also violates the right to free disposal of assets in life granted by the Civil
Code through property titles.
All donations have an impact on our right of inheritance because the legítima puts the
donee under the sword of Damocles, and will remain threatened until the succession of
he who transfers his assets is opened, thus confirming if the donation will be classified
as inofficious or not.
This creates numerous problems brought out in this paper, in order to make clear the
need for urgent change in our obsolete inheritance law.
4
II- TABLA DE ABREVIATURAS
Art.
Artículo.
Cc.
Código Civil.
CE.
Constitución Española
cfr.
Véase.
Ed.
Editorial.
ex.
Según.
Fj.
Fundamento Jurídico
LH
Ley Hipotecaria.
Pág.
Página.
Págs.
Páginas.
STS
Sentencia del Tribunal Supremo.
vid.
Véase.
5
III- INTRODUCCIÓN
En el momento del fallecimiento de una persona, surge la necesidad de decidir
sobre donde irán a parar sus bienes y quién le sucederá en sus posiciones jurídicas.
Surge en este punto, uno de los temas más controvertidos de nuestro derecho sucesorio,
que es el relativo a la libre disposición que tiene una persona sobre sus propios bienes,
no solo a la hora de testar, sino también respecto a las donaciones que realiza de ellos a
lo largo de su vida.
Y es que como sabemos, en nuestro sistema jurídico rige el principio de
autonomía de la voluntad del causante, pero con limitaciones que vienen dadas
fundamentalmente por un sistema hereditario de legítimas, para aquellos casos en los
que se dé la existencia de herederos forzosos.
Esta compatibilidad entre la libertad de testar y la protección de los legitimarios,
ya fue avalada en su día por el Tribunal Supremo cuando dijo que: “En nuestro derecho
el principio de libertad de testar no es tan absoluto que no sea compatible con la
necesidad de renunciar a una porción de herencia en favor de determinadas personas
que tengan derecho a ello, convirtiendo los deberes que impone los vínculos de la
naturaleza o la sangre, en obligaciones civiles, no dejando su cumplimiento al arbitrio
del testador de forma que pueda satisfacerlos o no”1.
Así pues, nuestro ordenamiento jurídico se ha basado en un reconocimiento
“comedido” a la libertad de testar, en función de si el fallecido deja tras la apertura de su
sucesión descendientes o ascendientes, o si deja cónyuge; en cuyo caso, parte de sus
bienes les corresponden por ley a ellos, y les deberán ser satisfechos, a no ser que ya les
hubieran sido entregados gratuitamente en vida.
Es muy llamativo que desde 1889, el Código Civil solo haya cambiado un cuarto
de sus preceptos sobre sucesiones, y que estas reformas no han sido de calado
1
TS de 6 de julio de 1957.
6
importante, aun a pesar de que en los derechos forales se vislumbra un cambio y una
evolución que no existe en el régimen común.
Las razones que abogan por conservar nuestro sistema tradicional de testar han
quedado en gran medida obsoletas y en la actualidad, resulta difícil comprender la
función social que el legislador de 1889 veía cubierta con él, ya que tanto la situación
sociológica, como el concepto de familia, han cambiado totalmente.
De ahí, la existencia de numerosas voces doctrinales que aclaman tanto por la
modificación del sistema legitimario como por su supresión, y por ende, el fin de las
limitaciones a disponer de nuestros bienes.
Y así quedó la necesidad de cambio, más que justificada y perfectamente descrita,
en la jornada “Para una mayor libertad de testar” que se celebró el 10 de diciembre de
2014 en la Universidad de la Rioja; donde tanto los tres ponentes principales, -Sergio
Cámara Lapuente (Catedrático de Derecho Civil de la Universidad de La Rioja),
Victorio Magariños Blanco (Notario) y Antoni Vaquer Aloy, (Catedrático de Derecho
Civil, Universidad de Lleida)- cuanto los participantes en la posterior mesa redonda entre ellos, Pedro De Pablo Contreras (Catedrático de Derecho Civil de la Universidad
de La Rioja)- sostuvieron sus posturas reformistas. Opiniones, por cierto, a las que se
une la mayor parte de la doctrina2.
Y es que atendiendo a los nuevos modelos de familia (parejas de hecho, familias
monoparentales, uniones de personas con el mismo sexo, familias divorciadas, etc…) o
las nuevas estructuras de la empresa moderna que han dejado atrás a la sociedad
familiar, es primordial una transformación del derecho sucesorio, con el fin de
flexibilizar la libertad de testar, en la línea de actuaciones como dar garantías legales
sucesorias a las parejas de hecho, reforzar la posición hereditaria del cónyuge viudo o
ampliar las causas de desheredación admitidas, y con ello conseguir poder evitar
situaciones injustas y carentes de fundamento en la actualidad.
2
Como Rebolledo Varela, A. en “ La actualización del derecho sucesorio, especialmente los cambios
sociológicos y jurídicos en la familia: Conclusiones de una investigación” (2010); en AA.VV. La familia
en el derecho de sucesiones: Cuestiones actuales y perspectiva de futuro. Coord. Rebolledo Varea, A. Ed.
Dykinson Madrid , 2010; o Galán Moreno, A. en “La libertad de testar” Universidad de La Rioja, 2013.
Publicaciones Unirioja.
7
En cualquier caso, la realidad actual nos lleva a la legítima y a sus limitaciones; al
problemático cálculo de su cuantía y a sus consecuencias tales como la inoficiosidad de
las donaciones; figura que produce unos efectos muy peculiares que vamos a tratar de
estudiar a lo largo este trabajo.
IV- LA LEGÍTIMA SUCESORIA
1. Aproximación al concepto de legítima
El concepto actual de legítima y mejora de nuestro ordenamiento jurídico llegó
al Código Civil de la mano del régimen castellano. La consideración de los
descendientes como herederos forzosos aparece en el Liber Iudiciorum visigótico, el
cual señaló por primera vez que los bienes de los ascendientes pertenecían por natura a
los hijos o descendientes.
El Fuero de juzgo, las Partidas, el Fuero Real y las Leyes de Estilo ya la
regulaban, pero fueron las Leyes de Toro las que entraron en más detalle al respecto de
esta institución, añadiendo como herederos forzosos a los ascendientes, para los casos
en los que no existieran hijos o nietos con derecho a heredar.3
La Constitución de 1978 no afecta a este régimen hereditario, pues en su artículo
33 se limita a declarar y vincular los derechos a la propiedad privada y a la herencia,
los cuales vendrán delimitados por su función social; pero eso ha de ser en todo caso
compatible con el artículo 39 C.E., que no solo obliga a los poderes públicos a asegurar
la protección social, económica y jurídica de la familia, sino también a los padres a la
protección integral de los hijos.
La “legítima” en la actualidad, es considerada por la mayoría de la doctrina
civilista como el derecho de determinados parientes cercanos del causante a recibir una
3
De Pablo Contreras, P., “Los herederos forzosos y su posición jurídica”, en Pérez Álvarez, M.A.
(Coordinador), Curso de derecho civil ( V) Derecho de sucesiones, Colex, Madrid, 2013.
8
cuota del patrimonio del fallecido, sin importar el título por el cuál lo reciban (art. 815
Cc.). Es decir, la ley establece que si el difunto deja parientes que sean descendientes o
ascendientes, o deja cónyuge, parte de sus bienes irán a parar a ellos, a no ser que ya los
hayan recibido en vida del causante gratuitamente.
La definición legal la encontramos en el art. 806 del Cc. que textualmente dice:
“La legítima es la porción de bienes de que el testador no puede disponer por haber
reservado la ley a determinados herederos, llamados por esto, herederos forzosos”.
A esta definición legal debemos hacer ciertas consideraciones:
A) No necesariamente se debe satisfacer la cuota legitimaria
mediante una
porción de bienes hereditarios (Art. 841 Cc.)4.
B) El término “heredero forzoso” no está correctamente empleado en este
precepto, para designar a los titulares del derecho a la legítima. Y es que ningún
precepto establece que la legítima haya de cumplirse por título de herencia, sino más
bien al contrario, pues del art. 815 se deduce la posibilidad de cumplir con la legítima
por parte del causante, en virtud de cualquier título5.
Por tanto es perfectamente posible que el causante no decida recurrir para ello a la
institución de heredero y sí lo haga en cambio mediante un legado o incluso a través de
una donación. La jurisprudencia apoya esta tesis doctrinal, entre otras, en la STS de 20
junio 1986, en la STS de 20 febrero 1981, y en la STS de 8 mayo 1989.
No es esta una cuestión que carezca de importancia, ya que el heredero como
sabemos lo es a título universal, y por tanto al suceder al causante no lo hace solo de sus
bienes sino también de sus deudas. Por el contrario, el legitimario que no sea nombrado
heredero, recibirá su cuota por mediación de otro título pero no responderá
personalmente de las deudas hereditarias.
4
Art. 841 Cc. “El testador, o el contador-partidor expresamente autorizado por aquél, podrá adjudicar
todos los bienes hereditarios o parte de ellos a alguno de los hijos o descendientes, ordenando que se
pague en metálico la porción hereditaria de los demás legitimarios. También corresponderá la facultad
de pago en metálico en el mismo supuesto del párrafo anterior al contador partidor dativo a que se
refiere el artículo 1.057”.
5
Art. 815 Cc. “El heredero forzoso a quien el testador haya dejado por cualquier título menos de la
legítima que le corresponda, podrá pedir el complemento de la misma.”
9
Además, también puede ocurrir que un legitimario haya recibido su legítima en
vida del causante mediante una donación, con lo cual puede no recibir ninguno de los
bienes que éste deje a su muerte, cuestión esta que habrá de ser tomada en cuenta a la
hora de efectuar los cálculos precisos para fijar la legítima y en la que profundizaremos
más adelante.
C) Para el cálculo de la legítima no solo se debe tener en cuenta el caudal relicto,
sino también las donaciones hechas en vida por el causante (art. 818 Cc).6
El art. 806 Cc. se ocupa de la parte del caudal hereditario que debe reservarse al
los legitimarios, si los hubiera, y el art. 636 Cc. habla de las donaciones inoficiosas a las
que luego nos referiremos con más detenimiento.
La legítima limita la facultad de disponer de los bienes al causante, pero no solo
mortis causa, sino también limita esta facultad inter vivos a título gratuito, ya que una
vez que se abre la sucesión estas donaciones pueden resultar ineficaces en todo o en
parte.
Además, el Código Civil establece sobre ciertos bienes un gravamen real (como
ocurre con las reservas o el derecho de reversión) que constituye junto con la legítima
otra forma de limitación a la libertad de disponer cuando se trata de bienes con una
determinada procedencia en favor de otra persona7.
Por otro lado tenemos el derecho de reversión, mediante el cual si un hijo al que
su padre ha donado un bien fallece antes que él sin descendencia, el padre sucede con
preferencia a otras personas en ese bien donado. Por lo tanto el bien vuelve a su poder
(art. 812 Cc.) .
Esto tiene cierta relevancia a la hora del cómputo de la legítima, ya que los bienes
sobre los que recae la reserva lineal o el derecho de reversión no se deben tener en
cuenta para su cálculo, al tratarse de una sucesión legal a título singular y por tanto estar
excluidos de la sucesión, tanto testada como de la intestada.
6
“Para fijar la legítima se atenderá al valor de los bienes que quedaren a la muerte del testador, con
deducción de las deudas y cargas, sin comprender entre ellas las impuestas en el testamento.Al valor
líquido de los bienes hereditarios se agregará el de las donaciones colacionables.”
7
Reserva viudal ( art. 968 y ss Cc.) y reserva lineal o troncal ( art. 811 Cc.)
10
Por contra, los bienes que son objeto de la reserva viudal sí que deben ser
computados.
D) Aunque todos los bienes del causante están afectos al pago de la legítima, esta
no tiene porque pagarse con ellos, pues cuando hay varios legitimarios, el testador
puede acordar que uno de ellos se quede los bienes a cambio de que cubra, en metálico,
la porción de legítima del resto (art. 841 Cc).
E) La legítima es objeto de protección registral en el art. 15 de la LH, que permite
la mención de los legitimarios pagaderos en dinero. Y según el art. 42 de la misma ley,
también los herederos forzosos pueden solicitar la anotación preventiva de su derecho
en el Registro de la propiedad, lo cual les deja a salvo –como luego veremos– de la
eficacia frente a ellos de las adquisiciones del inmueble inscrito por terceros, pues tales
anotaciones -a practicar conforme al principio de tracto sucesivo (art. 20 LH)– excluyen
siempre que tales adquirentes puedan estar amparados por la fe pública registral (art. 34
LH).
2. Los legitimarios
El artículo 807 Cc. delimita quiénes son los legitimarios en nuestro sistema
hereditario.
Serán pues:
1.º Los hijos y descendientes respecto de sus padres y ascendientes.
Lo serán con idéntico derecho, tanto los descendientes de sangre como los
descendientes por adopción, pues como sabemos, a efectos legales, el adoptado y sus
descendientes ingresan dentro de la familia del adoptante, de la misma forma que si lo
fueran de su sangre.
11
2.º A falta de los anteriores, los padres y ascendientes respecto de sus hijos y
descendientes8.
3.º El viudo o viuda.
Mientras que las legítimas de descendientes y ascendientes consisten en el
derecho a una parte de la herencia en propiedad, la cuota viudal tiene la peculiaridad de
ser la única legítima que recae sobre el usufructo9, además de variar dependiendo de los
herederos forzosos que concurran con el cónyuge viudo.
Es requisito indispensable para que el cónyuge adquiera derechos legitimarios
que no se encontrase separado judicialmente o de hecho10, o lo estuviere por culpa del
causante en el momento del fallecimiento (art. 834 Cc.) y por supuesto que no se
encuentre divorciado, ya que si es así quedaría extinguido el vínculo matrimonial.
Tanto a estos parientes como al cónyuge viudo, la ley no podrá privarles de su
parte legítima, a no ser que incurran en alguna de las escasas causas de desheredación
contempladas en el Cc. y siempre que estas puedan ser probadas.
Cuando al morir el causante, se dé la premoriencia de uno de los legitimarios
(art. 814.III, 933 y 934 Cc.), o si alguno de ellos es incapaz para sucederle (art. 761 Cc.)
o ha sido desheredado por una de las escasas justas causas que marca la ley (art. 857
Cc.), su derecho pasará al siguiente grado (es decir, por ejemplo a los hijos del
desheredado, nietos del causante, si los hubiera). Por tanto su parte de la cuota
legitimaria correspondiente, en estos casos no se libera (no pasa a engrosar el tercio de
libre disposición), ni tampoco acrece el derecho del resto de legitimarios, sino que pasa
por derecho de representación al siguiente grado de parentesco.
8
El art. 809 del Código civil prevé que en este supuesto: «constituye la legítima de los padres o
ascendientes la mitad del haber hereditario de los hijos y descendientes salvo en el caso en que
concurrieren con el cónyuge viudo del descendiente causante, en cuyo supuesto será una tercera parte de
la herencia».
9
Es por ello que el profesor De Pablo defiende con acierto que a pesar de lo dispuesto en el art. 807.3 Cc.,
el cónyuge viudo no es un heredero forzoso, pues la ley no le garantiza la titularidad plena de una porción
de bienes. De Pablo Contreras, P., “Los herederos forzosas y su posición jurídica”, en Pérez Álvarez,
M.A. (Coordinador), Curso de derecho civil (V), Derecho de sucesiones, Colex, Madrid, 2013.
10
Si entre los cónyuges separados hubiera mediado reconciliación notificada al juzgado que conoció de la
separación , el sobreviviente conservará sus derechos.
12
Por el contrario, para aquellos casos en los que exista, por parte de un heredero
forzoso, renuncia a su cuota (art. 985 Cc.), continúa el mismo porcentaje de herencia a
que tienen derecho el resto de legitimarios, con lo que les corresponderá más cantidad
de bienes a cada uno de ellos11. Este derecho de aumentar la cuantía que les corresponde
en la legítima por falta de otros se denomina acrecimiento.12
3. El cálculo de la legítima
El art. 818 Cc. determina cómo se debe calcular la porción de bienes del haber
hereditario que corresponde a la legítima. De él podemos deducir una fórmula que nos
permitirá obtener la cantidad que hay que repartir entre los herederos forzosos.
Esta fórmula es:
Activo - Pasivo = relictum.
Es decir, se resta de los bienes y derechos que quedan en el momento del fallecimiento,
las deudas y cargas del causante y con ello se consigue el caudal relicto.
Relictum + Donatum = Base ideal para el cálculo de las legítimas.
Por tanto se suma al relictum el valor de todas las donaciones efectuadas en vida por el
causante.13
Es fácil deducir que si esto no fuera así, resultaría muy sencillo burlar el derecho
de los legitimarios, simplemente haciendo donaciones en vida. Es por ello que la ley
trata de evitarlo mediante este sistema, lo cual no deja de traer numerosos conflictos que
posteriormente analizaremos.
11
STS 10 julio 2003:” Quien renuncia , renuncia por si y lo hace también por su estirpe y se incrementan
las cuotas que por legítima , individual , corresponden a los demás legitimados por derecho propio y no
por derecho de acrecer”
12
De Pablo Contreras , P., “Legítimas y mejora: su situación en la sucesión testada”, en Pérez Álvarez,
M.A. (Coordinador), Curso de derecho civl (V), Derecho de sucesiones, Colex, Madrid, 2013.
13
Art. 1045 C.c—>Se actualiza el valor de los bienes donados al momento del fallecimiento del causante,
pero los deterioros que haya sufrido el bien se tienen en cuenta. 13
4. La cuantía de la legítima
Una vez que tenemos calculado el haber hereditario, tal y como nos indica el
artículo 818 CC, hay que determinar cuál es la parte de este que constituye la legítima.
Dependiendo del tipo de legitimados que concurran en las sucesión la cuantía
será diferente:
A) La legítima que corresponde a hijos o descendientes será los dos tercios del
total del haber hereditario. Estos dos tercios configuran lo que llamamos “legítima
larga”, que a su vez se puede dividir en “la estricta” que se corresponde a uno de los
tercios cuando el otro se ha destinado a mejora (art. 808 Cc).
Pongamos un ejemplo:
Una pareja con hijos, en el caso de que uno de ellos fallezca, su herencia se
dividirá en 3 tercios:
- Tercio de Libre disposición (Un tercio) —> De este tercio el causante puede
disponer como quiera siempre que no afecte al orden público y a las buenas costumbres.
- Legítima larga (Los otros dos tercios) —> Corresponderán a los hijos. Uno de
ellos, como hemos dicho, será el llamado tercio de “legítima estricta” (o corta). El otro
tercio es el llamado tercio de mejora (“la mejora”).
Por tanto, cuando alguien fallece con hijos dos tercios quedan para los hijos.
Pero, ¿cómo se dividen?: - La legítima estricta: Por imperativo legal, recae sobre los descendientes de
primer grado distribuida por igual; pero si no hay hijos, pasará a los nietos y así
sucesivamente.
- El tercio de mejora: La mejora la puede disponer el causante en favor de los
hijos que quiera (uno o varios) u otros descendientes (p.ej: un nieto). Es decir, el
14
ordenamiento le da la posibilidad de mejorar a uno de sus hijos o descendientes, a
elección propia.
La mejora tiene un máximo que es un tercio de la herencia, pero no hay por qué
acotarla, pues el testador puede no usarla o usarla parcialmente. Si el causante no la usa,
la legítima estricta de los hijos serán 2/3 (todo lo que no utilice como tercio de mejora
se funde en la legítima estricta) .
Sobre el tercio de mejora recae el tercio de usufructo del cónyuge viudo
(usufructo vidual). Si el testador ha designado bienes en concepto de mejora, son sobre
esos bienes y no otros sobre los que recae el usufructo del cónyuge supérstite.
B) La legítima que corresponde a los padres o ascendientes. Para los padres es la
mitad de la herencia y la otra mitad es de libre disposición, salvo en el caso que
concurran a la herencia con el cónyuge viudo del causante, en cuyo caso 1/3 de la
herencia irá en concepto de legítima para los ascendientes, 1/2 en usufructo para el
cónyuge y lo que queda es de libre disposición, que es 1/6 en libre disposición en
propiedad, más la nuda propiedad del 1/2 que tiene el usufructo el cónyuge.
En el caso de que el causante no deje padres tras su muerte, pero sí que deje
ascendientes (abuelos, bisabuelos, etc.), al igual que en el caso de los descendientes la
legítima les corresponderá a ellos. Si estos son tanto de línea paterna como materna y de
igual grado, la legítima se dividirá entre ambas líneas. Pero si son de diferente grado,
corresponderá por entero a los ascendientes más cercanos (art. 810 Cc).
C) Para el caso del cónyuge viudo, el Código civil le otorga mediante la legítima
el usufructo de una porción de la herencia que variará dependiendo de con qué parientes
del causante concurra14.
- Si concurre con hijos o descendiente, el usufructo recae sobre el tercio
destinado a mejora (art. 834 Cc.).
- Si concurre con ascendientes, tiene derecho al usufructo de la mitad de la
herencia (art. 837 Cc.).
14
Díez-Picazo, L./Gullón, A., Sistema de Derecho Civil, Vol. IV. Tomo 2, Derecho de Sucesiones, 11ª
Edición. Ed. Tecnos. Madrid. 2012. Pág. 158 y ss.
15
- Si concurre con otros herederos, tendrá derecho al usufructo sobre los dos
tercios de la herencia (art. 838 Cc.).
Una vez calculada la cuota legitimaria, si se comprueba que el causante se ha
excedido en sus disposiciones, vulnerando la legítima, habrá que reducir o anular esos
excesos15 y devolverlos a la masa hereditaria.
5. El pago de la legítima.
El artículo 806 del Código Civil nos informa que, salvo en casos excepcionales,
los bienes que por medio de testamento se utilicen para cumplir con la legítima, deben
de ser bienes hereditarios. Es por ello que una gran parte de la doctrina considera la
legítima como pars bonorum a pesar de que tras la reforma del Código Civil de 1981,
los artículos 841 a 847 posibilitan su pago en metálico16, y en algunos casos da la
posibilidad al testador incluso de asignar los bienes hereditarios a alguno de sus
herederos forzosos, y que sea este, con su propio dinero, el que satisfaga las legítimas
del resto17.
Por otro lado el artículo 839 Cc. permite que el usufructo que pertenece al
cónyuge supérstite, mediante acuerdo entre las partes o decisión judicial, se cambie por
una renta vitalicia o dinero en metálico.
También, si se produce la reducción de una donación que lesiona la legítima
(donaciones inoficiosas), los herederos forzosos podrán recibir el pago de su derecho en
dinero, en el caso de que no sea posible recuperar el bien.
15
Díez-Picazo, L./Gullón, A., Sistema de Derecho Civil, Vol. IV. Tomo 2, Derecho de Sucesiones, 11ª
Edición. Ed. Tecnos. Madrid. 2012. Pág. 170.
16
Artículo 841 Cc.: “El testador, o el contador-partidor expresamente autorizado por aquél, podrá
adjudicar todos los bienes hereditarios o parte de ellos a alguno de los hijos o descendientes, ordenando
que se pague en metálico la porción hereditaria de los demás legitimarios”.
17
Ejemplo de lo el artículo 1.056 CC que da la posibilidad de pago en metálico de la legítima para
conservar indivisa una explotación o el mantenimiento del control de sociedades de capital.
16
6. La protección de la legítima.
A) La indisponibilidad de la legítima
Dice De Pablo que “el derecho a la legítima futura está fuera del comercio de
los hombres”18; y es que el artículo 816 Cc. es claro al afirmar que cualquier renuncia o
acuerdo entre el futuro causante y su heredero forzoso es nulo de pleno derecho y por
tanto ni siquiera habrá de ser declarado judicialmente.
Esta nulidad implica que aquel legitimario que renunció en su día a su derecho
hereditario puede, en el momento de la apertura de la sucesión, reclamarlo; eso sí,
trayendo a colación para el cómputo de su parte, todo aquello que hubiera recibido del
causante con motivo de ese acuerdo o renuncia nula.
Y es que aquello que fue objeto de un acto nulo absoluto, nunca se llegó a
producir y por tanto nunca llegó a salir del patrimonio del causante, por lo que sigue
formando parte de su herencia (art. 818 y 1035 Cc).
B) La intangibilidad cualitativa de la legítima
Es importante saber que los legitimarios reciben los bienes que les corresponde
de la herencia en las mismas condiciones que le pertenecían al causante, es decir, que
los bienes que conforman la legítima no pueden estar gravados ni condicionados en el
testamento mas allá de lo que estuvieren en vida (art. 813 Cc.); y si así lo estuvieran,
estas restricciones son ineficaces y se deben tener por no puestas19.
18De
Pablo Contreras, P., “Los herederos forzosos y su posición jurídica”, en Pérez Álvarez, M.A.
(Coordinador), Curso de derecho civil (V) Derecho de sucesiones, Colex, Madrid, 2013.
19 Así
lo defiende la STS de 17 de marzo de 1995.
17
Pero el propio artículo 813 Cc., excepciona esta regla tanto para el usufructo
viudal20, cuanto para las sustituciones fideicomisarias en beneficio de un hijo o de otro
descendiente judicialmente incapacitado.
C) La intangibilidad cuantitativa de la legítima.
Como ya hemos comentado en capítulos anteriores, una vez que queda
establecida la cuota legitimaria, se debe comprobar si hay bienes en la herencia capaces
de cubrirla. Es posible que debido a las disposiciones testamentarias o las donaciones
que hizo en vida el causante, no se pueda atender el derecho de los legitimarios .
Para ello nuestro derecho sucesorio aporta una serie de soluciones que protegen
la intangibilidad cuantitativa de la legítima, con motivo de garantizar que cada
legitimario reciba el total de la cuota que le corresponde por ley.
Es el artículo 815 del Cc. el que faculta al heredero forzoso (que no haya visto
satisfecha su cuota en su totalidad) para exigir la imputación de las donaciones o
mandas que perjudican la cuantía de su legítima, con el objeto de su correspondiente
reducción21 que le permita atender por completo a su derecho con lo así obtenido.
Si bien es cierto que el Código regula con exhaustividad la reducción en lo
concerniente a legados y donaciones de carácter inoficioso, también lo es que no
contempla la opción de reducir la cuota que corresponde en la partición a los herederos
voluntarios, lo cual parece indicar que las disposiciones de institución de herederos
quedarían a salvo de estas reducciones.
Así lo defiende De Pablo Contreras en su participación en el libro Curso de
derecho civl (V), Derecho de sucesiones22. Por contrario, otra parte de la doctrina opina
que cuando la institución de heredero dañe la legítima, cabe deducirla, en atención al
20
Ya dijimos anteriormente que el viudo, aunque fuese denominado “heredero forzoso” por el art. 807.3,
no es propiamente tal.
21
Artículo 817 del C.c.: ”Las disposiciones testamentarias que mengüen la legítima de los herederos
forzosos se reducirán, a petición de éstos, en lo que fueren inoficiosas o excesivas”.
22
De Pablo Contreras , P., “Legítimas y mejora: su situación en la sucesión testada”, en Pérez Álvarez,
M.A. (Coordinador), Curso de derecho civl (V), Derecho de sucesiones, Colex, Madrid, 2013.
18
artículo 817 Cc., y por tanto que también se podrá instar la reducción de la disposición
testamentaria que nombre a ese heredero como tal.
Pero centrándonos en legados y donaciones, es importante apuntar que el
artículo 820.1 Cc. aclara que al reducir se ha de comenzar por los legados, lo cuales, a
no ser que el causante hubiera impuesto preferencia entre unos y otros, se prorratearán a
partes iguales.
Si tras anular los legados existentes no es suficiente para cubrir la legítima, se
declararán inoficiosas las donaciones realizadas en vida por el testador. Podremos
entonces reducirlas, sin que ello sea impedimento para que estas hayan surtido los
efectos que le son propios desde que fueron realizadas y, en consecuencia, que los frutos
producidos en ese transcurso de tiempo le pertenezcan –como dueño– al donatario23.
El orden que se sigue para reducir las donaciones será por antigüedad, es decir,
se comenzará por la más reciente al momento del fallecimiento del causante, y así
sucesivamente hasta poder cubrir toda la cuota legitimaria.
Cierta rama de la doctrina considera vulnerada esta intangibilidad cuantitativa de
la legítima mediante la llamada cautela socinii, que se trata de una cláusula, que puede
utilizar el causante, con el fin de poder gravar su herencia con un usufructo viudal
superior al que le permiten las normas sucesorias a causa de la legítima.
Cierto es que con dicha cláusula, se presiona a los legitimados para que acepten
expresamente esta carga o limitación a cambio de adjudicarles una mayor cantidad de
bienes hereditarios de los que estrictamente les correspondería por legítima, pero la
doctrina predominante y también la jurisprudencia24 opta por aceptarla sin considerar
que atenta contra la ley, ya que se entiende que no obliga al legitimario, al plantearse
23
Art. 654 Cc.: “ Las donaciones que, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 636, sean inoficiosas
computado el valor líquido de los bienes del donante al tiempo de su muerte, deberán ser reducidas en
cuanto al exceso; pero esta reducción no obstará para que tengan efecto durante la vida del donante y
para que el donatario haga suyos los frutos.Para la reducción de las donaciones se estará a lo dispuesto
en este capítulo y en los artículos 820 y 821 del presente Código”.
24
STS de 27 de mayo de 2010.
19
como una opción para él que siempre puede rechazar recibiendo su cuota legitimaria
estrictamente (art. 820.3 Cc.)25
V- LAS DONACIONES INOFICIOSAS
1. Introducción.
La libertad de disposición gratuita de los bienes que tiene una persona, tanto en
vida, mediante donaciones, como post mortem, a través de la sucesión intestada o
testamentaria, está limitada en la ley por medio de la figura de “la legítima”.
A pesar de que la posible existencia de legitimarios no impide al individuo
realizar donaciones libremente26, atribuir legados o nombrar heredero a quien elija
(puesto que la eficacia de tales negocios jurídicos no queda condicionada por su
existencia), una vez que se abre la sucesión, es posible que esta facultad se vea limitada.
Y es que nuestro ordenamiento jurídico protege al legitimario que ve dañado su
derecho, dándole la posibilidad de desbaratar la voluntad sucesora del causante,
mediante acciones muy especificas, como la acción de reducción, que permite la
devolución a la masa hereditaria de aquello que se donó eficazmente en vida del
causante, pero que se torno inoficioso tras su muerte.
2. Concepto y objeto.
Centrándonos más concretamente en las donaciones hechas en vida, hemos de
afirmar que una donación es inoficiosa cuando perjudica a la legítima, es decir,
25Art.
820.3 Cc. “Si la manda consiste en un usufructo o renta vitalicia, cuyo valor se tenga por superior
a la parte disponible, los herederos forzosos podrán escoger entre cumplir la disposición testamentaria o
entregar al legatario la parte de la herencia de que podía disponer libremente el testador”
A excepción de las limitaciones del art. 634 Cc.: ”La donación podrá comprender todos los bienes
presentes del donante, o parte de ellos, con tal que éste se reserve, en plena propiedad o en usufructo, lo
necesario para vivir en un estado correspondiente a sus circunstancias.”
26
20
exclusivamente en aquellos casos que “excedan de aquello que el donante pueda dar y
que el donatario pueda recibir, por vía de testamento”27.
Pero esto, solo podremos afirmarlo una vez que el donatario fallezca y se abra la
sucesión. Es ese el momento en el cual habrá que comprobar, en primer lugar, si existen
herederos forzosos que deban recibir cuota legitimaria y, posteriormente, si los bienes
del caudal relicto son insuficientes para su liquidación, en cuyo caso entra en el juego la
inoficiosidad de las donaciones.
Hay que dejar bien claro que una donación inoficiosa no es una donación nula,
sino que es perfectamente válida y produce efectos: el único problema es que es
reducible, y que es posible por tanto que deba devolverse al haber hereditario, en todo o
en parte, para poder cubrir las cuotas legitimarias.
Por tanto el donatario adquiere la propiedad del bien donado y será dueño de los
frutos que de este se obtengan hasta que se produzca la reclamación de reducción28.
Según De Pablo, esta acción de reducción no es, como podría parecer, una acción real
con eficacia erga omnes, sino que se trata de una acción personal que sólo atañe en la
mayoría de las ocasiones a las partes aunque haya casos en que –al igual que ocurre con
la acción resolutoria (vid. art. 1.124 CC, in fine)– pueda perjudicar a los terceros.
Como acabamos de decir, el art. 636 Cc. define las donaciones inoficiosas como
toda donación que exceda de aquello que el donante pueda dar y que el donatario pueda
recibir, por vía de testamento.
Por tanto, según este artículo, nadie puede donar a un extraño más de los que se le
podría atribuir por medio del tercio de libre disposición en su herencia. Y en el caso de
que fuera un hijo el donatario, el límite máximo estaría en el tercio de libre disposición,
el tercio de mejora, y su parte correspondiste de legítima estricta (si concurre con otros
legitimarios).
27 Art.
28
636 Cc.
Sin tener la obligación de devolverlos en el caso de que se declare la inoficiosidad de esa donación.
21
Si el donante se excede de estos límites, la donación que lesione cuantitativamente
o cualitativamente la legítima, será inoficiosa, y se deberá reparar mediante la acción de
reducción.
Por tanto, procederá la restitución del bien in natura o del valor de lo excedido; y
los legitimarios que vieron perjudicada su legítima, podrán completar con lo así
obtenido la cuota que les corresponde.
Pero eso sí, hay que recalcar que mediante la donación (con indiferencia de si
resulta finalmente inoficiosa o no) el donatario recibe la propiedad del bien y que, por
tanto, el negocio jurídico es eficaz y produce efectos; aunque esto no implica que no
exista la posibilidad de que, una vez fallecido el donante, sobre esta donación recaiga la
ineficacia sobrevenida total o parcial.
3. Determinación de la inoficiosidad de las donaciones y la colación.
Lo primero que debemos de hacer para determinar si las donaciones que efectuó
el causante en vida son inoficiosas, es incorporar su valor a su activo patrimonial
hereditario para calcular la cuota real que corresponde a los herederos forzosos, y con
ello averiguar si estas donaciones exceden o no de lo que el causante pudo disponer sin
lesionar la legítima.
Para ello el artículo 818 del Cc. establece que “para fijar la legítima se atenderá
al valor de los bienes que quedaren a la muerte del testador, con deducción de las
deudas y cargas, sin comprender entre ellas las impuestas en el testamento.Al valor
líquido de los bienes hereditarios se agregará el de las donaciones colacionables”.29
La forma que tiene el código de utilizar la palabra “colacionables “ en este
artículo puede llevarnos a confusión porque parece indicar que hay donaciones “no
colacionables" que no deberíamos de imputar al valor liquido de la herencia.
Por ello es conveniente explicar que aquí el término colacionable no excluye
ninguna donación, ya que todas ellas, tanto las hechas a extraños cuanto las que el
29No
debe por tanto tenerse en cuenta para este cálculo los bienes donados que sean objeto de reserva
lineal o el derecho de reversión.
22
causante realizó a los legitimarios, sumarán su valor al de los bienes hereditarios, para
con el resultado, poder calcular la cuota legitimaria establecida por ley para cada caso, y
posteriormente comprobar si es posible cubrirla con los bienes hereditarios existentes o
si será necesario declarar inoficiosa alguna de las donaciones que realizó el causante.
Por tanto, en lo referente a computar, todas las donaciones son “colacionables”,
ya que en caso contrario la legítima quedaría desprotegida a voluntad de causante que
podría disponer cuáles de ellas computan y cuales no.30
Y es que en este caso el significado del término “colación” es simplemente la
operación que necesitamos para calcular la legítima, por la cual se suma al patrimonio
hereditario del causante el valor de “todas” las donaciones que hizo en vida. En cuanto a
esto, únicamente es preciso indicar que hay ciertas liberalidades que quedan excluidas
del cómputo, por ser deberes legales o morales del causante, o lo que el Código llama
regalos usuales o de costumbre, cuya calificación como tal quedará a criterio del juez,
aunque podemos encontrar algunos ejemplos en el art. 1041 Cc.31
Por otro lado, y en sentido estricto, los arts. 1035 y ss. regulan la colación como
un cálculo únicamente divisorio que parte de la completa satisfacción de las legítimas,
el cual consiste en que, a la hora del reparto de la herencia entre varios legitimarios, se
debe tener en cuenta (traer a colación) aquello que ya recibieron anteriormente del
causante por vía de donación en vida.
Este cálculo se realiza con el único fin de igualar a los legitimarios, es decir, que
a aquél que recibió más por donación se le atribuya menos en la partición de la herencia.
Por tanto, en esta ocasión, colacionar implica un deber para los legitimarios que
hayan sido nombrados herederos y acepten la herencia32, a llevar (de forma ficticia) a la
masa hereditaria, aquello que le donó el causante con el fin de hacer el reparto entre los
ellos proporcional a sus respectivas cuotas, igualando sus porciones hereditarias.
30
López Beltán de Heredia, Derecho de Sucesiones, Valencia, 1992, (pág. 360).
31
Gastos de alimentos, educación, curación de enfermedades etc……
32
Con indiferencia de si es testada o intestada.
23
Esta obligación particional tiene carácter dispositivo, por lo que el causante
puede dispensar de la obligación de colacionar o modificarla (art. 1036).
De esta forma, a aquel legitimario que haya recibido donaciones en vida se le
descontarán éstas de su cuota en la herencia, lo que favorece a los demás coherederos
legitimarios que verán como aumenta su porción hereditaria33.
Sin embargo, hay que aclarar que la colación no implica que en el caso de que el
valor de la donación, excediera a la porción de legitima hereditaria que corresponde al
legitimario, este tenga que restituir el exceso que quedara a su favor, puesto que tal
exceso se computará en la porción de libre disposición o en la de mejora, a excepción ,
eso sí, de que esa donación fuese declarada finalmente inoficiosa.
4. Imputación de donaciones
Trataremos ahora, como se imputan los diferentes donaciones y para ello las
vamos a calificar en tres grupos :
1-Donaciones a favor de descendientes:
En referencia a las donaciones que se realizaron a favor de los descendientes del
causante, lo primero que hay que decir es que como regla general toda donación que sea
computable se imputa a la legítima estricta, salvo aquellas que tengan concepto de
mejora34. El Código parte de la base de que el testador no quiso desigualar a sus hijos,
y por tanto, el que recibió la donación en vida no tiene que ser necesariamente más
beneficiado, de ahí que lo que percibió con antelación se impute a su legítima.
Ahora bien, también en ocasiones el causante quiere liberar de imputación a
determinadas donaciones con el fin de que el donatario (legitimario) reciba más de lo
que le corresponde por legítima. En estos casos, cuando así se disponga por voluntad
del propio donante/causante, la donación se imputará al tercio de libre disposición.
33
Art. 1047 del Cc.: ”El donatario tomará de menos en la masa hereditaria tanto como ya hubiese
recibido, percibiendo sus coherederos el equivalente, en cuanto sea posible, en bienes de la misma
naturaleza, especie y calidad.”
34 Art.
819 Cc.
24
En resumen :
A) Con carácter general, las donaciones hechas a los hijos que no tengan
carácter de mejora se imputarán a su legítima ( art. 819.I Cc.), pero en el caso de que
sobrepasasen la legítima estricta se imputarán a los tercios de libre disposición y de
mejora por este orden, salvo disposición distinta del causante y sin perjuicio de su
colación en su caso35.
B) Las donaciones hechas a los hijos en concepto de mejora se imputarán por este
orden a los tercios de mejora, de libre disposición y a la legítima estricta del donatario,
salvo voluntad en contrario del causante.
C) Las donaciones hechas a los hijos con dispensa de colación se imputarán en
primer lugar a los tercios de libre disposición, seguidos de los de mejoras y finamente a
su legítima estricta, salvo voluntad en contrario del causante.
D) Las donaciones a favor de nietos en vida de sus padres, se imputarán al tercio
de libre disposición en primer lugar y, una vez agotado este, al tercio de mejora
(siempre que sean reducibles conforme al art. 820.1 del Cc., es decir que se respetarán
mientras pueda cubrirse la legítima).
Esto es debido a que la ley permite que los descendientes que no sean herederos
forzosos puedan recibir por testamento de sus ascendientes hasta dos tercios de la
herencia (el tercio de libre disposición y el tercio de mejora), por lo que nada impide
que puedan recibir lo mismo por vía de donación. La preferencia de imputación al tercio
de libre disposición vienen determinada por analogía con los legados mediante el art.
828 Cc.
E) Con respecto a las donaciones hechas a legitimarios que repudian la herencia,
hay que señalar que es posible recibir donaciones a cuenta de la legítima y repudiar la
herencia sin que varíe la imputación de aquella.
Esto es debido a que el hijo viene disfrutando ya de la legítima antes del
fallecimiento del testador como donatario, y porque además legitimario y heredero no
35Art.
828 por analogía y arts.1035 y ss. del Cc.
25
son hoy en día conceptos interdependientes, ya que –como sabemos– se puede recibir lo
que por legítima corresponde a una persona por cualquier título36.
F) Las donaciones hechas al legitimario desheredado o indigno de suceder, deben
ser imputables a la que en principio tenían derecho con el propósito de disminuir o dejar
incluso sin contenido la legítima de los descendientes que les representen en la sucesión
(arts. 929, 857 y 761 Cc.).
2-Donaciones a favor de ascendientes:
No existe norma alguna en el Código que determine cómo se imputan las
donaciones a los ascendientes, pero esta laguna se puede completar con el art. 819 Cc.37,
el cual separa las donaciones hechas a los legitimarios de las realizadas a favor de
distinto beneficiario38. Atendiendo a esto, se deduce que este tipo de donaciones se
imputarán a su parte de legítima.
3-Donaciones hechas a favor de extraños:
En este caso las donaciones se imputan al tercio del libre disposición (Art. 819
Cc.).
5. La reducción de las donaciones inoficiosas :La acción de reducción .
A) Naturaleza de la acción de reducción.
No es sencillo hablar de la naturaleza de la acción de reducción de las donaciones
inoficiosas dada la complejidad que atañe a su funcionamiento. Y es que –como
sabemos– que una donación sea inoficiosa no significa que no produzca efectos.
36
La STS de 26 de junio de 1946 admitió la compatibilidad de la repudiación de la herencia y la
conservación de la donaciones otorgada como anticipo de la legítima.
37
Art. 819 Cc. : “Las donaciones hechas a los hijos, que no tengan el concepto de mejoras, se imputarán
en su legítima. Las donaciones hechas a extraños se imputarán a la parte libre de que el testador hubiese
podido disponer por su última voluntad.En cuanto fueren inoficiosas o excedieren de la cuota disponible,
se reducirán según las reglas de los artículos siguientes.”
38
Cuando el artículo usa el término restrictivo “hijos“ debemos de entender “legitimarios “
26
Aunque no siempre, en la mayor parte de las ocasiones que se declara la
inoficiosidad de una donación, en vez de restituir el bien en si mismo (restitución in
natura), el donatario preferirá abonar el valor de lo excedido y, por lo tanto, seguirá
siendo propietario del bien donado.
Siendo cierto que es el legitimario el que puede decidir si la reducción se hará por
el valor del exceso o devolviendo el bien a la masa hereditaria, en muy pocas ocasiones
procede la segunda opción39, y cuando esto ocurra se deberá abonar al donatario la parte
de la donación que quede liberada del pago de su legítima.
Más apropiado sería que el Derecho no respaldase la restitución in natura del
bien40 como lo viene haciendo de forma prioritaria. Y es que, entre otros inconvenientes,
al optar por esta vía puede suceder que lo donado haya sido transmitido a un tercero a
título oneroso, y que el mismo –de tratarse de un inmueble inscrito en el Registro de la
propiedad– esté protegido por la fe pública registral, lo cuál impediría de todo punto y
como es lógico su restitución.
Gran parte de la doctrina considera que la naturaleza de esta acción de reducción
es rescisoria y por tanto que los herederos forzosos que vean afectada su legítima, están
en disposición de solicitar la nulidad de todo o parte del negocio jurídico celebrado con
la donación. Sin embargo, opiniones relevantes como la del profesor De Pablo
Contreras
demuestran que la acción de rescisión no se puede identificar con una
reducción al menos completamente. Y es que hemos de considerar que estas donaciones
son válidas
durante el periodo que transcurre desde su nacimiento hasta que es
declarada inoficiosa, y por contra, si un contrato es rescindible, lo es desde el primer
instante en que el mismo nace.
Ademas, como hemos dicho, los herederos forzosos solo tiene derecho a reclamar
la entrega del valor del exceso, que no siempre abarca por completo el bien donado, en
cuyo caso se demuestra que reducir una donación inoficiosa no siempre implica
rescindirla.
39
Solo en los casos en los que la legitima haya sido afectada en gran medida.
40
Opinión de entre otros el profesor De Pablo, la cual comparto.
27
Es complicado, como se puede observar, el análisis de esta figura jurídica que
parte de ser una acción declarativa, puesto que trata de conseguir que se declare la
inoficiosidad de la donación, pero que a su vez lo es también de condena al solicitar la
restitución, sea del bien, sea del valor del exceso que la hace inoficiosa.
Cosa diferente son los casos en los que el donante hubiera realizado la donación
con el fin de perjudicar los intereses legitimarios de sus herederos forzosos, pues
entonces no hay duda tanto para la doctrina como por la jurisprudencia, de que al existir
un fraude se podría aplicar la acción de simulación o la de nulidad, lo cual haría nulo el
negocio jurídico desde su nacimiento41.
Aunque hay algunos pocos autores –como Lacruz42– que defienden que a pesar
que que hubiera intención de perjudicar con la donación a los legitimarios, la acción a
utilizar debería ser también la reducción, y nunca la nulidad, por ser excesivamente
duros sus efectos.
En cualquier caso, a pesar de que alguna sentencia el TS se ha decantado por esta
solución, la jurisprudencia mayoritariamente defiende aplicar la nulidad o simulación a
estos casos y como ejemplo la STS de 29 de julio de 2005 (RJ 6562) .
B) Legitimación
Legitimación activa
Respecto a la legitimación activa para ejercitar la acción de reducción , la ley es
muy precisa, concediéndole este derecho exclusivamente a los legitimarios y a sus
herederos o causahabientes (art. 655 CC. )
Por tanto es a partir del fallecimiento del causante, y del respectivo nombramiento
de legitimarios, cuando surge el derecho a ejercitar esta acción.
41Debe
quedar clara la distinción de la acción de reducción que a diferencia de la anterior, presupone la
validez de la donación.
42
Lacruz, José Luis, Elementos del derecho civil, vol. V., Ed. Bosch, Barcelona, 1993 (pág. 434)
28
Aunque hay quien defiende que para ser legitimario es necesario ser heredero
aludiendo a una interpretación literal estricta del art. 806 Cc.43, la doctrina mayoritaria
considera que la utilización de la palabra “heredero” en este artículo es un mal uso del
lenguaje y que para ser legitimario no hay porque ser heredero y –por tanto– que se
tiene legitimación para ejercitar la acción de reducción con independencia de cuál es el
título por medio del cual se ha adquirido la legítima.
En un principio, la legitimación para instar la acción de reducción, se trasmite a
sus herederos si el legitimario fallece antes de que esta prescriba, pero en aquellos
casos en los que se haya renunciado a la legítima el derecho se pierde, y por
consiguiente no podrán sus herederos ejercitarla.
Eso sí, el legitimario que recibió donaciones del causante en vida, si una vez
fallecido este repudia la herencia, no las pierde. Estas donaciones se le imputarán dentro
de su parte de legítima o en el tercio de libre disposición (según la voluntad que hubiera
expresado el donante en su día).
Es importante destacar que los acreedores del causante no tienen legitimación para
presentar esta acción, quedando fuera de su disposición los bienes que su deudor donó
en vida.
Legitimación pasiva
Con respecto a la legitimación pasiva, es de suponer (aunque la ley no dice nada)
que la demanda solo podría ir contra aquel que recibió los bienes en su día.
Por esto, hay que dejar muy claro que aquellos terceros que han adquirido los
bienes de los donatarios (de buena fe), jamás podrán ser demandados, es decir que son
totalmente ajenos a esta acción y a la inoficiosidad de la donación.
En el caso de que sean varias las donaciones catalogadas como inoficiosas, el
perjudicado no debe ejercitar la acción de reducción contra todos los donatarios, sino
43
Art.806 CC.: ”Legítima es la porción de bienes de que el testador no puede disponer por haberla
reservado la ley a determinados herederos, llamados por esto herederos forzosos.”
29
que el art. 656 Cc.44 establece que el orden que se debe de llevar comienza por la más
reciente.
Es necesario que el demandante pruebe (de cualquier forma) la fecha de la
donación, siendo la forma más segura la escritura pública por ser vinculante y, de ser un
inmueble lo donado, necesaria para la adquisición de su propiedad (art. 633 Cc.). En
caso de que haya donaciones simultáneas, la reducción se realizará a prorrata.
Com ya dijimos, y ahora recordamos, existen ciertas donaciones que no son
computables por no considerarse auténticas liberalidades, como los regalos de boda45 y
gastos que el causante realizó en cumplimiento de deberes legales o morales, y tampoco
las donaciones usuales, ni los regalos de costumbre46. Por tanto no se podrá reclamar su
reducción por estar exentas para tales fines.
C) Plazo para ejercitar la acción de reducción
No dice nada el Código digo civil respecto al plazo en el que se puede ejercitar la
acción de reducción de las donaciones inoficiosas. Esta indeterminación hace que surjan
diversas opiniones doctrinales al respecto.
Parece lógico pensar, y así lo afirma De Pablo47 por su identificación con la acción
rescisoria y por la inseguridad jurídica que crea los posibles efectos de esta acción , que
el plazo debería ser de cuatro años.
44
Art.656:” Si, siendo dos o más las donaciones, no cupieren todas en la parte disponible, se suprimirán
o reducirán en cuanto al exceso las de fecha más reciente.”
45
Solo se puede pedir su reducción si exceden del décimo de la cantidad disponible por el testamento
( art. 1044 CC.)
46La
valoración de lo que es usual o de costumbre dependerá en cada caso concreto y quedará al arbitro
del juez .
47De
Pablo Contreras, P., Curso de derecho civl ( V) Derecho de sucesiones, .Costitución y Ley S.A,
Madrid , 2013.
30
A esta opinión se unen autores como Rodríguez Martínez48 o García García49, este
último aludiendo a varias sentencias que siguen esta linea jurisprudencial.
Otros autores, como Lacruz, dudan sobre si se debe aplicar el plazo de cuatro años
aplicando esta teoría, o si por contrario debería de ser de cinco, por analogía con la
regulación de la revocación de las donaciones del art. 646 Cc.50 Aunque las opiniones
sobre este plazo no acaban aquí, ya que otros incluso llegan a afirmar que, como con
esta acción se están resguardando derechos que concede la ley misma y no el propio
contrato, se debería aplicar el plazo del art. 1964 Cc., que como sabemos es de 15 años
(situación que podría ser muy dañina para la seguridad jurídica y los intereses de
terceros).
A nivel jurisprudencial, la STS de 4 de marzo de 1999 ( Tol 1680) fue tajante al
decantarse por la analogía con el art. 646 Cc., y por tanto aplicar 5 años, la cual
enmendó la plana a otra anterior que defendía el plazo de los cuatro.
No existe tanta variedad de opiniones a la hora de ponerse de acuerdo en el
momento desde el cual se debe computar el plazo, ya que prácticamente por unanimidad
se impone “el día de la muerte del causante”; pero habría que matizar, y así lo opinan
varios autores con acierto, que hay excepciones para situaciones especiales como hijos
póstumos o nuevas filiaciones declaradas post mortem del causante51 .
También hay dudas al respecto de si este plazo lo es de caducidad
o de
prescripción. En principio, podemos pensar que se trata de un plazo de caducidad por
continuar con la analogía con la acción rescisoria (que así se considera habitualmente al
igual que otras acciones que tratan de conseguir la ineficacia al contrato ) .
48
Rodriguez Martinez, “ Comentarios de los artículos 654 -656”, Código civil comentado, Vol.II,
dir.Cañizares Laso , Ana , Ed.Civitas Thomson Reuters, Cizur Menor , ( Navarra ) , 2011, pag. 231.
49
García García, “Ejercicio de la acción de reducción de donaciones inoficiosas”, en La Ley , D-149;
2001, pág. 1632
50
“La acción de revocación por superveniencia o supervivencia de hijos prescribe por el transcurso de
cinco años, contados desde que se tuvo noticia del nacimiento del último hijo o de la existencia del que se
creía muerto.”
51
El art. 493.1 del Código Foral de Aragón, dispone que en estos casos se cuente a partir de la delación
de la herencia.
31
Además, sin entrar en valorar si el plazo ha de ser de 4 o 5 años, hay otros
argumentos para decantarse por la caducidad, que radican en la función de la acción que
es proteger los derechos de los herederos forzosos (derechos que concede la ley).
También la antes nombrada STS de 4 de marzo de 1999 (RJ 1401), se pronuncia sobre
esto aplicando, por motivos de seguridad en el trafico jurídico, la caducidad con el fin de
impedir así interrupciones de tiempo ilimitadas.
Por otro lado, parece razonable pensar que. ya que el plazo (tanto de 4 como de 5
años) no es muy largo, no seria tan descabellado decantarnos por la prescripción.
Ademas liquidar una herencia no siempre es sencillo y puede dar lugar a periodos muy
extensos, con lo cual se podría poner en riesgo la finalidad de esta acción.
D) Irrenunciabilidad de la acción de reducción
Al igual que el art. 816 Cc. es claro al decir que es nula cualquier renuncia hecha a
la legítima en vida del causante, tampoco se puede renunciar a las acciones de reducción
de donaciones inoficiosas.
El art. 655.2 Cc. no deja lugar a dudas sobre ello al decir que los legitimados no
podrán renunciar a su derecho durante la vida del donante, ni por declaración expresa, ni
prestando su consentimiento a la donación. Por tanto cualquier acuerdo que tenga por
objeto la renuncia a esta acción es nulo, pero hay que tener en cuanta que esta nulidad
no será tal si sucede por ejemplo que a la muerte del causante no existen legitimarios
que la puedan invocar.
Una vez fallecido el causante, si los herederos forzosos aceptan la herencia, ya
pueden –si así lo desean– renunciar a la acción de reducción; pero no antes.
En el caso de que concurran varios legitimarios y unos no ejerciten la acción de
reducción pero otros sí, el valor del exceso que corresponda no hay que repartirlo entre
todos ellos.
32
E) Problemas para el cumplimiento de la reducción.
El gran problema que se nos plantea al ejercitar la acción de reducción de las
donaciones inoficiosas es el de qué ocurre cuando el donatario que está obligado a
devolver el bien in natura o el valor del exceso, no puede hacerlo por encontrarse en
situación de insolvencia.
El Código civil no prevé esta posibilidad, es más toda su regulación en referencia
a esta tema se apoya en la ficción de que la inoficiosidad no se va a dar. Es por ello que
cuestiones muy importantes como ésta quedan sin resolver.
En principio se debe entender que en ausencia de regulación serán los legitimarios
perjudicados los que asuman el riesgo, por lo que deberán esperar a que el donatario se
recupere económicamente hablando y pueda cubrir su deuda.
Pero, admitiendo esto, ¿que ocurre cuando concurren varios donatarios?
Imaginemos que la donación más reciente es inoficiosa y por tanto hay que reducirla en
beneficio de los legitimarios, pero el donatario es insolvente y no puede hacerse cargo,
¿deberíamos ir contra la siguiente donación prevaleciendo el interés de los legitimarios,
aun a pesar de que esta donación en principio ni tan siquiera puede ser considerada
inoficiosa?
La opinión mayoritaria doctrinal
defiende que no, es decir, entiende que el
legitimario es el que debe asumir el riesgo y esperar; pero otras corrientes minoritarias52
abogan por anteponer el derecho que confiere la legítima al que otorga una donación,
algo bajo mi punto de vista muy difícil de sostener jurídicamente. Y es que los que
defienden esta idea opinan que si con la donaciones más reciente no se puede satisfacer
la legítima se debe reducir de la siguiente más cercana en el tiempo y así sucesivamente
hasta ver cubierta la cuota legitimaria.
Se trata como podemos ver de un conflicto de intereses en la que se prima el
interés del legitimario, pero lo cierto es que debemos rechazar esta teoría, ya que no
tiene ninguna bases sólida –más allá de convicciones morales– donde se pueda sostener.
Nuestro derecho sucesorio (en concreto legitimario) no prevé en ningún momento que
52
Entre ellos destaca Espejo Lerdo de Tejada, Manuel, La legítima en la sucesión intestada, Universidad
de Sevilla , 1996 ( pág.227-229).
33
prime el interés del legitimario en este tipo de situaciones, por lo que en mi opinión no
hay ninguna justificación para declara inoficiosas y reducir las donaciones anteriores.
F. Posibles efectos de la reducción de las donaciones inoficiosas
La acción de reducción tiene unos efectos muy particulares. A grandes rasgos,
como ya hemos comentado, puede parecer que la reducción de una donación inoficiosa
tiene los mismos efectos que la acción de revocación, pero en la mayoría de las
ocasiones no es así.
Con la revocatoria, la donación queda sin eficacia y no produce efectos, pero en el
caso de la reducción, si bien es cierto que hay contadas ocasiones en la que se lleva a
cabo la devolución del bien in natura, lo más habitual es que se entrega el valor total o
parcial del bien hasta cubrir el exceso.
Además, es posible que aquello que debe volver al caudal hereditario no sea ya
susceptible de hacerlo, sea por culpa del donatario o por cualquier otra causa53 .
Y es que en realidad el legitimario sólo puede reclamar del bien el valor de lo que
falta para completar su legítima, y por ello lo habitual es la entrega de dinero o la
entrega de un bien distinto al donado que tenga un valor equivalente al exceso.
Como vemos las alternativas cuando el exceso solo afecta a una parte del la
donación no son muchas. En concreto son tres:
- Fraccionar físicamente el bien donado para dar su parte al legitimario (cosa que
no es posible en la mayor parte de las ocasiones por una cuestión física).
- Pagar el valor del exceso en metálico.
- Formar una comunidad de bienes entre el donatario y el legitimario (idea un
tanto peregrina puesto que bien sabemos los problemas que acarrea esta figura jurídica).
53
Por ejemplo la venta a un tercero de buena fe.
34
El Código una vez más no ofrece una solución precisa. A pesar de que varios
artículos hablan sobre este tema54, estos solo marcan ciertas pautas y advierten de que la
elección la tiene el legitimario, siempre que lo que decida sea viable y se pueda llevar a
cabo55.
Por ello en mi opinión la solución dependerá del caso concreto; pero en general lo
más adecuado sería dejar la restitución in natura en un segundo plano (sólo para
aquellas casos en los que el donatario no pudiese hacer frente con dinero), y sin que sea
preciso la voluntad de testador56, ni que las partes llegan a un acuerdo, para poder hacer
valer el pago del valor en metálico.
Queda por tanto muy claro que los efectos de la reducción no solo son muy
diferentes a los de la acción revocatoria, sino que ademas el negocio jurídico al que
afecta (la donación) en la mayoría de las ocasiones pervive, y el donatario continua
mantenido la propiedad de lo donado incluso después de llevarse a cabo la acción de
reducción.
Por otro lado, otro efecto llamativo que produce esta acción de reducción es que
cuando el donatario tenga que devolver el bien (en su totalidad o parcialmente), es él y
no el legitimario, el que debe asumir los deterioros que haya sufrido. Cuestión que
resulta un tanto absurda e injusta, puesto que teniendo la propiedad plena de la cosa, se
le exige diligencia, limitándole su capacidad de acción sobre sus propios bienes.
Lo mismo ocurre con la pérdida de la cosa, dado que es el donatario el que asume
este riesgo desde que adquiere su propiedad y, cuando el donatario haya caído en
insolvencia y no le sea posible devolver el bien o pagar el exceso, resulta responsable y
se convierte en deudor del legitimario.
La doctrina trata de poner soluciones a estos dilemas, pero es complicado ya que
no hay regulación que ofrezca respuesta.Y es que no es fácil encajar estos efectos dentro
54 Art.
654 , 818 , 821 y ss. del Cc.
55
En alguna caso el legitimar esta obligado a aceptar que el exceso se abone en metálico y no de otro
modo ( art. 829 Cc.)
Tiene preferencia la voluntad del testador cuando da la orden en su testamento de que los excesos que
haya podido cometer con las donaciones realizadas en vida, perjudicando a los legitimarios, sean
liquidadas en metálico.
56
35
de nuestro ordenamiento, dado que se produce una situación que convierte en ficción el
derecho de propiedad, hasta tal punto que siendo legalmente el donatario propietario del
bien donado, es como si no lo fuera.
Seria más adecuado que se liberase al donatario de esta especie de amenaza, y
solo se le exigiese responsabilidad por la pérdida de la cosa a partir de la presentación
de la demanda que pretenda la reducción por inoficiosidad, pero no antes.
De nuevo encontramos opiniones enfrentadas en la doctrina, y es que autores
como Albadalejo
57
esta claramente a favor de que el donatario debe ser el responsable
de la perdida de la cosa desde el mismo momento de la donaciones, y otros como García
Pérez58, opinan que se debe repartir la responsabilidad para no desproteger tanto al
donatario, de tal forma que sólo asuma la pérdida en los casos en los que sea dolosa,
pero se libere en los casos de pérdida fortuita o de fuerza mayor.
G) Posición del tercero adquirente de buena fe.
Como venimos comentando, una de las mayores dificultades que nos encontramos
con las donaciones es que hay que esperar hasta al fallecimiento del donante para saber
si será inoficiosa o no. Pero recordemos que el donatario es propietario de pleno derecho
desde que recibe el bien y esto significa que nada le impide disponer de él en todo
momento.
No hay ninguna norma que impida que el tercero que adquiera del donatario el
bien que recibió por donación quede protegido por la fe pública registral. Y es que solo
faltaba que el adquirente de buena fe y a título oneroso, tuviera que devolver el bien a
los herederos de aquel que se lo donó, al que se lo vendió.
57
Albaladejo García, Manuel, La donación, Fundación registra , 2006 (págs. 890 y 891)
58
García Perez, Rosa, La acción de reducción de las donaciones inoficiosas, Tirant lo Blanch, 2004 (pág.
306).
36
La acción de reducción no puede producir efectos frente a los terceros adquirentes
que inscribieron su título en el Registro de la propiedad, quedando expresamente
protegidos por el art. 37 de la LH y, aún de forma más radical, por su art. 3459LH.
Eso sí, en el momento que una donación se declara inoficiosa los perjudicados
pueden inscribir su derecho de reducción en el Registro de la propiedad. De esta forma
consiguen dejar desprotegido al tercero que decida adquirir el bien conociendo la
existencia de la anotación preventiva. Sólo en estos casos será procedente demandar,
ademas de al donatario, al tercero adquirente.
VI-ESTUDIO DE CASOS REALES
Una vez hechas todas estas reflexiones, he visto conveniente analizar dos casos
reales acaecidos recientemente en nuestro país donde se pone de manifiesto como
aplican los tribunales las normas hereditarias a las que se hace alusión en este trabajo.
1. Herencia de Camilo José Cela
La voluntad sucesoria del escritor Camilo José Cela Trulock, se plasmó el 17 de
julio de 1991 mediante testamento en Padrón donde nombró como heredera de todos sus
bienes a su entonces esposa, Marina Castaño, advirtiendo ademas que a su único hijo,
Camilo José Cela Conde, le daba por totalmente pagado de todos sus derechos
legitimarios con la donación que le hizo muchos años atrás de una pintura de Miró
conocida como El cuadro rasgado60.
59
En relación con los artículos 649 Cc. : “Revocada la donación por causa de ingratitud, quedarán, sin
embargo, subsistentes las enajenaciones e hipotecas anteriores a la anotación de la demanda de
revocación en el Registro de la Propiedad.” y 650 Cc.:”En el caso a que se refiere el primer párrafo del
artículo anterior, tendrá derecho el donante para exigir del donatario el valor de los bienes enajenados
que no pueda reclamar de los terceros, o la cantidad en que hubiesen sido hipotecados. Se atenderá al
tiempo de la donación para regular el valor de dichos bienes.”
60
,Que posteriormente su hijo, vendió por aproximadamente 120.000 euros en 1995.
37
No fue ningún secreto que entre padre e hijo no había buenas relaciones, y que
durante años habían estado poniéndose trabas legales mutuamente a su actos
dispositivos en referencia a la fortuna familiar.
En vida, el escritor cedió los derechos de explotación de sus obras a dos
sociedades “Palabras y Papeles” y “Letra y Tinta”, propiedad de su viuda y efectuó una
donación a la Fundación Camilo José Cela de muy importante cuantía, de tal forma
que , cuando falleció en 2002 el escritor no poseía patrimonio alguno.
Aparentemente, estos movimientos que Cela realizó en vida fueron dirigidos a
privar a su hijo de sus derechos legitimarios y a evitar el abono de la pensión mensual
debida a su primera esposa.
Tras el fallecimiento del escritor, Camilo José Cela (hijo) solicitó tanto la
nulidad de los contratos por los que traspasaba los derechos de explotación de sus obras,
por considerarlas donaciones encubiertas, cuanto por la inoficiosidad de las aportaciones
a la Fundación Camilo José Cela, a la cuál se entregaron bienes por valor de 3,7
millones de euros.
Para ello ejercitó acción de complemento de legítima por entender que el valor
del único bien que le fue donado en su día por su padre (la pintura de Miró) resultaba
muy inferior a los dos tercios del patrimonio hereditario que como legitimario le
correspondían en la herencia.
Tanto en primera instancia, como la Audiencia de Madrid en sentencia de
147/2012 de 31 de mayo, se estimó en parte la demanda declarándose el derecho del
hijo a percibir dos terceras partes de la herencia (compuesta por el caudal relicto y las
donaciones realizadas en vida), valorándose en unos cinco millones de euros61.
Por ello, los tribunales declararon la nulidad de los contratos de cesión de los
derechos de explotación, obligando a su reintegro al caudal relicto de la herencia, junto
con todos los rendimientos obtenidos desde su muerte por “Letra y Tinta S.L”; y además
se declaró inoficiosa la donación efectuada a la Fundación Camilo José Cela, debiendo
61
Cantidad que se entendió que no se cubría con la donación del Miró, al que se valoró en unos 100.000
euros.
38
ser reducida mediante el reintegro a la herencia del exceso, valorado en más de un
millón de euros.
Contra dicha sentencia presentaron recurso de casación Marina Castaño (la
viuda), sus empresas “Palabras y Papeles ” y “Letra y Tinta ”, y la Fundación Camilo
José Cela.
El Tribunal Supremo dictó sentencia el 11 de septiembre de 2014 desestimando
el recurso , y corroborando los fallos anteriores que daban la razón al hijo del escritor.
Para el Tribunal Supremo, este tipo de situaciones están respaldas por el art. 815
Cc., el cual permite solicitar el complemento de legitima, del que el testador haya
privado al legitimario, obviando la ley aplicable. Para el tribunal, no se debe respetar la
voluntad del testador desde el momento que este está incumpliendo la ley. En lo que respecta a la donación inoficiosa, de la misma forma, el tribunal
ordenó que deben reducirse en lo que respecta al exceso y reintegrase al
caudal hereditario para ser repartido entre todos los herederos forzosos, que en este
caso, al ser solo uno, hace posible y favorable la opción de reintegración de
determinados bienes que hubieran sido objeto de donación.
Por tanto la fundación, que como sabemos es una institución sin ánimo de lucro,
se verá obligada a restituir lo recibido, lo que probablemente haga tambalear los fines
sociales para los que fue creada.
De las transmisiones de derechos de autor por parte del causante el tribunal
consideró
que encubrían en realidad una donación de derechos que salían del
patrimonio de su titular con la intención de perjudicar al hijo. Hechos declarados
probados durante el procedimiento jurídico ya que fueron realizados justo después de
comenzar los los problemas entre ellos.
Este un buen ejemplo para apreciar las diferencias que como hemos estudiado
hay entre los efectos de la acción de nulidad, por los que el negocio nunca existió (en
este caso las donaciones de las derechos de autor) y nunca produjo efectos, y la acción
de reducción de donaciones inoficiosas, como en este caso a una fundación, que por el
39
contrario sí es un negocio válido que existió y produjo efectos y que es muy posible que
continue siendo eficaz, sí no en todo al menos en parte62.
Como vemos, cualquier donación hecha en vida a un hijo, a un tercero, a una
mercantil, e incluso a una fundación, es susceptible de ser declarada inoficiosa por los
tribunales sin importar la repercusión que esto pueda tener, ni la voluntad que manifestó
el propietario de los bienes cuando dispuso donarlos.
Nuestro derecho hereditario sostiene unas instituciones tan complejas que al
legislador parece darle pereza revisarlas y sigue anclado en la defensa de la legítima,
aun sabiendo lo incoherente que resulta actualmente con el concepto social y juridica de
la familia.
2. Herencia de la “Duquesa de Alba”.
Doña Cayetana Martinez de Irujo, 3 años antes de morir, reunió a sus seis hijos
ante un Notario de Madrid y mediante donaciones distribuyó anticipadamente su
herencia.
Su decisión fue motivada por su deseo casarse con Don Alfonso Díez, un
funcionario de la Seguridad Social, a lo cual se negaban rotundamente sus herederos por
temor a la posibilidad de que los bienes familiares acabasen en manos de éste.
Repartido el grueso de su patrimonio, todos sus hijos quedaron conformes con el
reparto. Además, los futuros contrayente realizaron capitulaciones matrimoniales
previas a su matrimonio, en las cuales Alfonso Díez renunciaba a cualquier derecho
que le pudiese corresponder en la herencia de la Duquesa.
Tras el fallecimiento de Cayetana en noviembre de 2014 se dio paso a la lectura
del testamento, en el cual Alfonso Díez, su viudo, no fue nombrado.
62
Dependiendo de si reintegro del exceso en el caudal hereditario se produce mediante su valor en
metálico o por la devolución de determinados bienes.
40
Uno de los problemas jurídicos se podría suscitar esta sucesión es que están
prohibidos en el Cc. los contratos por los cuales se renuncia a derechos legitimarios
(salvo muy contadas ocasiones63) antes de la apertura de la sucesión.
La prohibición general está en el art. 1271.2 Cc: “Sobre la herencia futura no se
podrá, sin embargo, celebrar otros contratos que aquéllos cuyo objeto sea practicar
entre vivos la división de un caudal y otras disposiciones particionales, conforme a lo
dispuesto en el artículo 1056.”
Por tanto con respecto a si es válida y vinculante su renuncia, atendiendo al
Código Civil, se debe decir que no. El cónyuge no puede renunciar en vida a ese
derecho, y solamente podrá hacerlo una vez que se haya producido el fallecimiento del
causante.
El artículo 816 del Código Civil afirma que "toda renuncia sobre la legítima
entre el que la debe y sus herederos forzosos es nula".
También el art. 991 C.c. impide repudiar la herencia antes de que el causante
haya fallecido; y el art. 655.2 C.c. dice que los que tengan derecho a legítima (como es
el caso de D. Alfonso) no podrán renunciar su derecho durante la vida del donante, ni
por declaración expresa, ni prestando su consentimiento a la donación.
Por tanto, aunque don Alfonso mostró su acuerdo a las donaciones que Doña
Cayetana efectuó a sus hijos, ahora -tras su fallecimiento- podría exigir su parte de
legitima a los hijos de la duquesa.
El TS ha venido admitiendo pactos sobre herencia futura, siempre que no fuese
sobre la herencia entera, sino sobre bienes concretos al momento de pactar. Pero el
tribunal ha sido muy estricto a la hora de declarar lícitas las renuncias a derechos
hereditarios antes de abrirse la sucesión. Por lo que podríamos decir que en este caso la
renuncia de D. Alfonso a percibir su parte de herencia que finalmente le hubiera
correspondido seria inválida, tanto atendiendo al C.C como a la jurisprudencia (STS 14
marzo del 1974).
63
Los tres pactos sucesorios más claros permitidos en el Cc están en dos artículos , y son los relativos a la
mejora (las promesas de mejorar y las mejoras irrevocables, que están en los arts. 826 y 827) y la
donación propter nupcias de los futuros esposos sobre bienes futuros (no los que tienen si no los que
tendrán, 1341.2 Cc).
41
Otro posible problema que podría darse es que las donaciones efectuadas por la
duquesa a sus hijos deben ser acordes con la obligación legal que atribuye
obligatoriamente una parte a cada uno de sus hijos. Por tanto, habría que valorar el
caudal hereditaria mediante la formula para el cálculo de la legítima (activo - pasivo =
relictum / Relictum + donatum = base ideal) y posteriormente comprobar si la parte
que han recibido individualmente por donación, cubre lo que corresponde a cada uno de
ellos por legítima.
Pero sin duda el mayor problema se daría si D. Alfonso decidiera reclamar su
parte de legítima a la que tiene derecho. Por estar casado con Doña Cayetana en el
momento del fallecimiento, tiene derecho al usufructo de un tercio de la herencia (el
tercio de mejora). Ahora bien, ese valor ha de calcularse no sobre lo que sea propiedad
de la duquesa en el momento de fallecer, sino también sobre todas las donaciones que
realizó en su vida, incluidas las hechas a sus hijos.
Atendiendo a lo que acabamos de decir, las donaciones realizadas a sus hijos por
la duquesa son inoficiosas, y por tanto, Don Alfonso podría, si quisiera, pedir que así se
declaren y solicitar su reducción con la consiguiente reintegración del exceso al
patrimonio hereditario la duquesa.
Esto obviamente sólo es una hipótesis, pero atendiendo al estudio realizado en
este trabajo, en el caso de que el viudo decidiese reclamar, sería más que probable que
los tribunales le concedieran, al igual que pasó con el hijo de Cela, desmontar el
entramado sucesorio que planteó su fallecida esposa y hacerse dueño de una parte muy
jugosa de una de las fortunas familiares más emblemáticas de nuestro país, por haber
estado casado apenas 3 años con la noble española.
42
VII- REFLEXIÓN CRÍTICA
En mi opinión, coartar la libertad de testar y restringir la libre circulación de los
bienes en nuestra sociedad actual no es de buen derecho.
Resulta absurdo que una persona no pueda dejar su negocio a quien considere
más adecuado para dirigirlo o simplemente favorecer a aquél con quien mantenga la
mejor relación afectiva, al que crea que esta más necesitado económicamente, o sin más
razones al que por cualquier motivo le apetezca.
Actualmente la esperanza de vida es muy larga, llevando al individuo a edades
muy avanzadas que requieren proyectos vitales muy diferentes a los del siglo pasado.
Por ende, los hijos no pueden esperar cimentar sus vidas en la herencia de sus padres.
No es que la solución sea la total desaparición de la legitimas, pero lo que está
claro es que resulta necesario su amplia reducción de forma que se acomode a las
necesidades de la realidad social actual con fórmulas que apoyen su función social,
como su sustitución por el derecho de alimentos u otras que tengan como principio
prioritario flexibilizar la libertad de testar64.
Y es que nuestro
ordenamiento jurídico concede a las legítimas un poder
desproporcionado e incoherente con el tiempo en que vivimos, convirtiéndolas en
intangibles, tanto cualitativamente como cuantitativamente .
Podemos llegar a afirmar que los legitimarios son una especie de cotitulares de
gran parte del patrimonio del causante, lo que provoca que su libertad de disposición
sobre sus propios bienes quede seriamente comprometida.
64
Como en el Derecho aragonés, en el que –sin tener en cuenta a los ascendientes– se da la legítima
colectiva de 1⁄2 para descendientes de cualquier grado, y el reparto puede ser igual, desigual o a uno solo.
Queda como gran problema, acentuado por el actual concepto del matrimonial, la amplitud de la
“viudedad” o usufructo viudal universal con derecho expectante en vida.
43
Como hemos visto a lo largo de este estudio, no es posible mediante donaciones
hechas en vida tanto al cónyuge como a extraños vaciar la legitima sucesoria, porque
dentro de su cálculo no solo hemos de contabilizar el valor del patrimonio que dejó el
causante a su muerte, sino que también el de los bienes que se trasmitieron en vida de
forma gratuita; operación que puede dar lugar a la declaración de inoficiosidad de las
donaciones que excedan de lo que el causante pudo disponer sin lesionar la legítima.
El contrato de donaciones esta perfectamente regulado y admitido en nuestro
Código Civil, y su uso no conlleva ninguna objeción de validez, produciendo plenos
efectos durante la vida del donante y tras su fallecimiento, pero al ponerlo en relación
con las limitaciones a la libertad de testar que nos impone la institución de la legítima,
nos topamos con la incongruencia de que con este tipo de contratos se origina siempre
un título imperfecto, que da lugar a numerosos conflictos y una gran inseguridad
jurídica. ¿Favorece en algo a la sociedad actual mantener una normativa tan compleja y
restrictiva con la libertad de disposición de nuestros bienes?
Pero al margen de lo adecuado o no de nuestro derecho hereditario, a mi juicio el
problema central con el que nos encontramos es el de cómo conjugar los artículos que
regulan la donación con aquellos que regulan la herencia en el Código Civil, es decir ,
que naturaleza y que efectos produce la acción de reducción.
El Código en este punto es tremendamente parco, y se limita a decir que las
donaciones que dañen las legitimas se podrán reducir, de tal modo que el tema no queda
claro en absoluto.
En general, la doctrina ha venido catalogando la acción de reducción de
donaciones inoficiosas como una acción rescisoria, encaminada a dejar sin efectos una
imputación patrimonial ya consumada y perfectamente válida.
Esta tesis fue defendida por autores como Vallet de Goytisolo, para el que el
carácter rescisorio de esta acción se apoyaba en la aplicación de los arts. 645, 649 y 650
Cc.; o como Lacruz, que añadió que la reducción podía comprenderse como “una
resolución parcial o total de la titularidad sobre lo que se donó ”65. Por contrario, para
65
Expresión difícil de entender , ya que no deja muy claro si se refiere a la resolución del negocio jurídico
de la donación o al poder dispositivo del donante al realizarla.
44
De Pablo, estas teorías que defiende el carácter rescisorio de estas acciones deberían de
ser cuando menos matizadas.
Está en lo cierto este autor al afirmar que es indudable que se dan muchos casos
en los que la ineficacia sobrevenida de estas donaciones afecta solo a una parte de su
valor, la parte del exceso que daña a la cuota legitimaría.
De cualquier modo, descarta la nulidad y defiende que la reducción es sin duda
una acción personal dados los efectos que produce y hacia quien va dirigida.
Por otro lado, debemos reflexionar sobre el gran problema que el Código deja
sin resolver con respecto a cómo se consolidan las partes en esa ineficacia que se
produce al reducir una donación inoficiosa. Es decir, en qué situación queda tanto la
parte que continúa en manos del donatario, como la que se declara ineficaz.
Y es que más que ineficacia, parece que lo que se da es un deber de restitución,
ya que en la mayor parte de las veces, solo es posible por vía de reducción la devolución
del valor del exceso por parte del donatario, aun sabiendo que esta opción no es la regla
general que el código parece defender.
Debemos deducir por tanto que en ciertos casos no es el donatario deudor de la
cosa donada, sino de la restitución de su valor ( en todo o en parte ), opinión que queda
reforzada con la afirmación de que la acción de reducción no afecta a los terceros
adquirentes de buena fe.
Por todo ello concluimos que la restitución in natura debe ser la solución
secundaria, dando prioridad a la restitución del valor del bien, sin que ello dependa de la
voluntad del testador o del acuerdo entre las partes.
45
VIII - CONCLUSIONES
Para concluir de forma muy breve, destacamos las siguientes conclusiones a las
que se ha llegado con la realización de este trabajo:
1. La acción de reducción de las donaciones inoficiosas, al contrario de la
opinión doctrinal mayoritaria no tiene naturaleza rescisoria, ya que en la mayoría de los
casos el negocio jurídico seguirá siendo válido y produciendo efecto, aunque después de
ejercitarse la acción. Además, se trata de una acción personal (y no real) que afecta los
donatarios en exclusiva.
2. Los terceros adquirentes de buena fe deben ser totalmente ajenos a la
inoficiosidad de las donaciones y por ende a la acción de reducción de estas, sin
perjuicio de la responsabilidad del legitimario que se lo hubiere transmitido.
3. El plazo para ejercitar la acción de reducción debe ser fijado. Parece razonable
pensar que por su identificación con la acción rescisoria y por la inseguridad que crean
sus efectos, este plazo debería ser de cuatro años.
Este plazo ha de ser a mi juicio de prescripción, ya que liquidar una herencia
puede dar lugar a periodos muy extensos y la caducidad podría poner en riesgo la
finalidad de esta acción.
4. Ante la imposibilidad por parte del donatario de devolver el bien in natura o ad
valorem debido a una situación de insolvencia, será el legitimario perjudicado el que
asuma el riesgo debiendo esperar a que el donatario se recupere económicamente y
pueda cubrir su deuda.
46
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49
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-STS de 26 de junio de 1946.
-STS de 6 de julio de 1957.
-STS 14 marzo del 1974. -STS 20 febrero 1981. -STS 20 junio 1986.
-STS 8 mayo 1989. -STS de 17 de marzo de 1995. -STS de 4 de marzo de 1999 ( Tol 1680).
-STS de 29 de julio de 2005 ( RJ 6562).
-STS de 27 de mayo de 2010.
-AP de Madrid de 31 de mayo 2012 ( 147/2012).
-STS 11 de septiembre de 2014.
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