GENERANDO UNA NUEVA OPORTUNIDAD 1 Mi situación laboral

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GENERANDO UNA NUEVA OPORTUNIDAD
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Mi situación laboral ideal y la segunda carrera profesional
Una situación muy común
“He llegado a la mitad de mi vida profesional y creo haber logrado lo que
mucha gente llamaría una buena situación laboral: un buen trabajo, en una
buena empresa, con un sueldo aceptable… Sin embargo, siento la
necesidad de dar un giro importante a mi trayectoria profesional”
comentaba un directivo que –como muchos otros - se estaba replanteando
su enfoque profesional.
Una persona prudente que le hubiera escuchado no habría dudado en
aconsejarle que no pusiera en riesgo todo lo que había conseguido hasta
ese momento con el esfuerzo de tantos años… Pero la prudencia no
consiste únicamente en eliminar las situaciones de riesgo, sino más bien tal y como la entendían los clásicos y como indica su sentido etimológicoen la capacidad de ver lejos (procul-videre). Quizá, entonces, su consejo
hubiera sido animarle a que tomara un papel más activo en la construcción
de su propio futuro.
Cada vez hay más gente que, al llegar a una edad madura, manifiesta sus
deseos de reenfocar su trayectoria profesional. No porque se encuentre en
la conocida “crisis de los cuarenta”, sino porque dicha necesidad parece una
nueva exigencia de la Sociedad del Conocimiento en la que vivimos. Si en
el siglo pasado, lo normal y conveniente era contar con una única carrera
profesional, el siglo XXI probablemente requiera un planteamiento más
articulado. De hecho, este tema se está convirtiendo en capital en todo lo
que tiene que ver con el Desarrollo Directivo.
Quizá por eso, en el futuro, cuando una persona se replantee y reorganice
sus prioridades y su vida profesional, deje de ser una manifestación de
crisis para convertirse en una cualidad que tiene la gente con alto potencial
de mejora. Ahora bien, este planteamiento nunca estará exento de riesgos
y tendrá que hacerse en el momento y de la forma adecuada.
1 Esta nota técnica es una síntesis de las ideas tratadas por M.VILALLONGA en “Progreso
directivo y Coaching empresarial”, EIUNSA 2005.
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Avanzando en grados de libertad
Ya en el siglo XX vencimos esa inercia secular -que podríamos llamar de
cuna- donde nuestro entorno familiar/social jugaba un papel determinante
para nuestra carrera profesional. Con la enseñanza obligatoria, y la
posibilidad de acceder libremente a la universidad, se ganó lo que
podríamos llamar un primer grado de libertad en lo que a trayectoria
profesional se refiere.
Sin embargo, todavía hoy en día, es frecuente encontrarse con personas
que después de su primer enfoque profesional (con la elección de los
estudios universitarios o bien cuando tienen una primera experiencia
práctica), se dejan llevar por un condicionante mental que lastra -o incluso
bloquea- sus energías impidiéndoles descubrir nuevas situaciones laborales
que se adaptan mejor a sus cualidades. Y es que con frecuencia
concebimos nuestra trayectoria profesional como si de un bloque monolítico
se tratara.
Por el contrario, nuestra trayectoria profesional es el tramo vital más
duradero, cuyo desarrollo puede exigirnos entre 40 y 50 años. Tratar de
acertar a la primera o de por vida con la elección de los estudios
universitarios, o con nuestra primera experiencia profesional, es una proeza
de tal magnitud que con facilidad puede convertirse en una temeridad.
Todo esto nos sugiere que la actitud más prudente a la hora de plantearnos
la propia trayectoria profesional será el hacerlo a través de dos tramos bien
distintos: un primer tramo con el objeto específico de realizar una buena
exploración del terreno profesional y personal; y otro tramo posterior cuyo
objetivo será el despliegue total de nuestras cualidades hasta lograr
nuestra mayor y mejor realización.
La segunda carrera (nuestra mayor realización) exige la primera (una
buena exploración). Con la puesta en práctica de esos dos planes de
carrera estaremos ganando un segundo grado de libertad para nuestra
trayectoria profesional
La primera Carrera Profesional: explorar posibilidades
Cuando una persona termina sus estudios, entra en una etapa –los
siguientes 10/15 años- en la que tienen lugar sus primeras experiencias
profesionales, e intenta aplicar tanto sus conocimientos teóricos como sus
habilidades personales. Esa primera etapa es la que podríamos denominar
su primera Carrera Profesional.
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Es la primera puesto que se trata de un tramo vital-profesional inicial, en el
cual esa persona toma contacto con el entorno laboral y se pone a prueba
por primera vez en situaciones reales.
En esta etapa es donde demostramos con hechos que valemos para lo que
hemos preparado y que, nuestra condición de estudiante, era algo
transitorio que se dirigía hacia un fin concreto: el desempeño de una
función profesional.
Normalmente un universitario recién licenciado suele acudir al mercado
laboral con un activo (su título) y una actitud muy pasiva (dispuesto a
escuchar ofertas de trabajo). Al comienzo lo hará –quizá- con grandes
pretensiones pero, poco a poco, irá bajando sus requerimientos hasta
encontrar un puesto de trabajo que más o menos se aproxime a sus
deseos. Con frecuencia se adopta una actitud típicamente reactiva: esperar
a que le caiga un trabajo más o menos bueno y, si es posible, que le
permita acomodarse en él el resto de su vida.
Sin embargo, la actitud más inteligente será la contraria: tomar una actitud
proactiva. Entender ese primer puesto laboral como una primera pieza en la
construcción de su propio futuro profesional. Y es que el hombre puede
interactuar en su entorno e influir positivamente en él. También en su
trayectoria profesional. Esta no es fruto solamente –ni principalmente- del
devenir de unas fuerzas incontrolables ante las que una persona sólo puede
certificar su buena o mala suerte.
Esta primera etapa tiene una gran trascendencia, ya que el aprendizaje que
en ella realizamos es más importante incluso que el tipo de estudios que
esa persona haya tenido, el prestigio de la facultad en la que se haya
graduado o las calificaciones académicas que haya obtenido durante la
carrera universitaria.
El objetivo principal de esa etapa será, entonces, la exploración: conocer
situaciones profesionales que le ayuden a hacerse una idea cabal de su
entorno, y no caer en el error de atornillarse a un puesto, función o sector
lo antes posible y para siempre.
Nuestra natural aversión al riesgo es la que nos lleva a anclarnos lo antes
posible a un puesto laboral; pero eso constituye -cuando menos- una
precipitación. Trabajar a largo plazo supone conocer lo mejor posible ese
entorno, y probarnos en distintos escenarios para descubrir nuestros
puntos fuertes y débiles.
Otra consecuencia importante de esta etapa será perder el miedo al fracaso
que, en la primera carrera, será probablemente una situación transitoria y
una fuente importante de aprendizaje.
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Primera Carrera Profesional
Objetivo
Visión del entorno laboral y
posicionamiento profesional
Enfoque
Abundante aprendizaje práctico y algo de
aprendizaje teórico
Medios
Desempeño de diversos puestos
Metodología
Ensayo y error
Conocimiento Visión amplia y real
del Entorno
Conocimiento Puntos fuertes y débiles
de nosotros
Esta primera carrera es clave no sólo como campo de prueba de nuestra
preparación, sino porque además constituye la fuente de conocimiento más
decisiva y trascendente para la definitiva Carrera Profesional. En la segunda
carrera profesional es donde realmente nos jugamos nuestro sentido de
realización y, por tanto, algo tan importante como nuestra felicidad posible.
La Segunda Carrera profesional: disfrutar trabajando
Es muy importante que nos planteemos aunar –razonablemente- estas dos
realidades: trabajo y disfrute. Entre otros motivos porque, para dar un
buen servicio en nuestro trabajo, es conveniente que podamos disfrutar con
él. Sólo cuando disfrutamos con el trabajo que realizamos –limitadamente,
claro-, logramos trasmitir a nuestro alrededor una ilusión, satisfacción,
convencimiento, y entusiasmo que suena a auténtico. Y eso mismo es lo
que nos motiva a obtener lo mejor de nosotros mismos.
Quizá en determinados momentos de nuestra vida, o en determinadas
organizaciones o circunstancias, el trabajo se convierte en una tarea ardua
o ingrata. Pero eso no significa que esa sea la esencia misma del trabajo.
Una parte importante de nuestra vida se desenvuelve en el trabajo, y éste
puede convertirse en una buena vía para desplegar nuestras cualidades.
Precisamente por ello, podrá ser –o no- camino para lograr nuestra propia
realización. Y sólo cuando el hombre se realiza se acerca a su felicidad
posible. Es así como trabajo y felicidad son parientes cercanos.
Un inconveniente frecuente para disfrutar del trabajo, es que muchas
personas confunden jefe con tarea. Cuando una persona tiene la poca
fortuna de contar con un jefe odioso, entonces su trabajo se convierte en
un infierno. Pero en ese momento ha de hacer el esfuerzo de no olvidar que
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la tarea que realiza no es en sí misma insoportable sino más bien las
circunstancias subjetivas en las que la realiza.
Que la realidad sea esencialmente imperfecta no debe conducirnos a un
conformismo paralizante. Más bien tiene que ser un aliciente para construir
y buscar unas nuevas circunstancias (nueva situación laboral) que nos
permitan conjugar mejor trabajo y disfrute.
¿Cuál es el tipo de trabajo con el que yo puedo disfrutar? Hay que tener en
cuenta que nuestros gustos, cualidades y potencialidades se van
conformando a medida que vamos experimentando con diversas
situaciones. Pocas personas tienen la certeza a priori de que esa situación
laboral concreta será la ideal para que puedan poner en juego lo mejor de
sí mismos. De ser así, será lo excepcional.
Normalmente, a medida que vamos experimentando con nuestro entorno,
nos vamos conociendo mejor a nosotros mismos: qué cualidades tenemos,
qué nos gusta y no nos gusta, cuáles son nuestras limitaciones, etc.
Es por eso que, para aspirar a aunar estas dos realidades a las que
estamos haciendo referencia –trabajo y disfrute-, conviene no precipitarse
y esperar a tener unos cuantos años de experiencia profesional previa. Es
entonces cuando podemos ir dibujando un entorno laboral ideal para
nosotros sin caer en ingenuidades.
La segunda Carrera Profesional
Objetivo
Enfoque
Medios
Metodología
Conocimiento del Entorno
Conocimiento de nosotros
Disfrutar trabajando
Desplegar todas nuestras
cualidades
Competencias
Error calculado
Oportunidades y amenazas
Cómo
complementar
nuestras carencias
Ese entorno laboral ideal puede trazarse básicamente de dos formas: en
términos de máximos o de mínimos. Será de mínimos cuando lo hacemos
de forma negativa: aquellas circunstancias que no somos capaces de
tolerar. Será de máximos, cuando podemos describirlo en positivo y con
abundancia de detalles.
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Una de las aportaciones más importantes de nuestra primera carrera habrá
sido la dosis de realismo que nos permita eliminar aspiraciones a puestos
laborales inaccesibles para nosotros, o inadecuados a nuestro modo de ser.
Por otro lado, ese contacto con la realidad nos habrá servido para tomar
conciencia de que la realidad laboral es siempre imperfecta y está llena de
limitaciones. Es verdad que el puesto laboral con el que soñamos tiene sus
inconvenientes, pero no por ello dejaremos de ambicionarlo y desearlo.
Habrá que trabajar desde una buena estrategia para conseguirlo o, al
menos, haberlo intentado seriamente.
Reconocer los indicios de cambio
¿Cuándo conviene plantearse una nueva carrera profesional? Con
demasiada frecuencia se dan dos extremos poco recomendables: personas
que, llevadas por un injustificado miedo al cambio, permanecen en
situaciones laborales demasiado penosas; o personas que se plantean
constantemente cambiar de situación laboral porque se encuentran
desorientadas.
Se hace necesario, por eso, desarrollar la capacidad de reconocer los
indicios que nos indican el momento oportuno para dar un giro a nuestra
situación laboral y mejorar nuestra trayectoria profesional. Estos indicios
pueden ser: extraordinarios, ordinarios y muy ordinarios.
Aseguran los psicólogos que una de las consecuencias que produjo el 11-S
fue una catarsis en la conciencia de muchos norteamericanos –decenas de
millares- que les llevó a replantearse las prioridades en su trabajo y de
toda su vida. Ojalá que no se produzcan nunca unas circunstancias tan
dolorosas y penosas como estas para inducir el cambio, aunque también
habrá que saber aprovecharlas si llega el momento.
La enfermedad de una persona cercana, la muerte de un amigo, que un
hijo se marche a otra ciudad para estudiar una carrera universitaria, etc.;
son coyunturas que suelen marcar un momento de inflexión en nuestra
vida y que nos permite replantearnos prioridades.
Existen otras circunstancias que podríamos llamar muy ordinarias, pero que
también pueden ser un indicio para plantearnos el cambio. Simplemente
que una persona entre en una etapa de rutina, que tenga un jefe
insoportable, que considere terminada una fase de su vida, que note la
necesidad de reformular sus prioridades… pueden ser elementos suficientes
para iniciar esa nueva carrera profesional.
No hay que equivocarse en el planteamiento y naturaleza de esta
búsqueda. El tiempo de exploración y experimentación ya ha tenido lugar;
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y lo habremos realizado ya con mayor o menor éxito. Ahora se plantea un
cambio que exige un grado de seguridad notable, pues pretendemos
encontrar una carrera profesional que sea definitiva. No se trata ya de
explorar, sino de mejorar nuestra situación laboral, si es posible, de por
vida.
Un entorno adecuado para cimentar el cambio
Puesto que se trata de dar uno de los pasos más decisivos en nuestra
trayectoria profesional, y además lo hacemos en un momento vital donde
probablemente tengamos numerosos e importantes compromisos, será
conveniente realizarlo en un entorno adecuado. Este entorno consta de dos
elementos: lugar y apoyo.
Hay personas que prefieren aislarse del ajetreo diario para plantearse
nuevos retos en su vida. Hay quien prefiere tomar la decisión con el
discurrir diario. En cualquier caso, se requiere de un saludable
distanciamiento que nos permita mirar a las cosas -y a los acontecimientoscon peso que realmente tienen.
Es frecuente que cuando una persona se plantea dar un giro tan importante
a su vida acuda a un coach empresarial. Si el papel principal de un coach es
hacer de espejo con su coachee, ésta es una de esas ocasiones donde se
requiere de un profesional en la materia, que nos ofrezca feedback sobre
los nuevos retos profesionales que consideramos y el entorno laboral más
adecuado para nosotros y para nuestras capacidades y anhelos, para
nuestras raíces vitales-profesionales.
Además, es probable –y hasta necesario– que un coach empresarial cuente
con herramientas que nos ayuden a redefinir nuestra carrera profesional.
Una redefinición que, no lo olvidemos, debe ser acorde a nuestras
necesidades y, sobre todo, a nuestras cualidades personales.
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