La agenda internacional y el desarrollo económico1 Aldo Ferrer2 En una nota anterior (BAE 28.4.11), señalé que los desequilibrios macroeconómicos del orden mundial de las últimas décadas provocan un extraordinario exceso de liquidez, respecto de las demandas de la inversión, el empleo, la producción y el comercio internacionales. La plétora monetaria se refleja en un sistema financiero global centrado en la especulación sobre activos reales y financieros que desestabiliza el orden económico mundial y que ha culminado en una crisis profunda del sistema. Esto ha provocado la intervención masiva de los estados de las mayores economías del mundo para restablecer el orden en las finanzas y evitar el colapso del comercio y las inversiones internacionales, es decir, los componentes reales de la economía mundial contemporánea. Es comprensible, entonces, que un problema prioritario en la agenda del G 20 sea restablecer los equilibrios macroeconómicos globales como condición necesaria de la normalización de los mercados financieros. El objetivo es promover la cooperación multilateral y un conjunto de políticas para reducir los desequilibrios excesivos y mantenerlos en niveles sostenibles. La Cumbre en Seúl de noviembre ppdo., propone introducir “reformas que disminuyan en los países excedentarios la dependencia en la demanda externa y se enfoquen más en las fuentes internas de crecimiento, al mismo tiempo que, los países deficitarios, promueven el ahorro interno y su competitividad externa”. La cuestión central radica entonces en resolver el déficit de los pagos internacionales de los Estados Unidos y los superávit de los principales países excedentarios, es decir, China, Alemania, Japón y los países exportadores de petróleo. Para hacer efectiva la cooperación en esta materia y en otras en la agenda del G 20, se ha puesto en marcha un complejo “proceso de evaluación mutua”, en dos pasos. El primero, consiste en establecer una serie de “lineamientos orientadores” con valores de referencia con los cuales comparar los principales indicadores de cada economía. Estos incluyen, por una parte, deuda publica y déficit fiscal, ahorro y deuda privada y, por la otra, desequilibrio externo (compuesto del balance comercial e ingreso neto de inversiones y transferencias), considerando las políticas de tipo de cambio, fiscal y monetaria. Para completar el primer paso, en la última reunión de ministros de 1 2 Artículo publicado en BAE, el 2 de mayo de 2011 Director editorial de Buenos Aires Económico 1 finanzas y presidentes de bancos centrales (abril 2011), se acordaron los lineamientos orientadores y sus valores de referencia con los cuales se van a comparar los indicadores elegidos. Esos lineamientos tomarán en cuenta las características estructurales de cada país y estadísticas de los últimos veinte años sobre su trayectoria histórica y comparación con otros países en nivel semejante de desarrollo y con la totalidad del G 20. En el segundo paso del “proceso de evaluación mutua”, de esa comparación surgirán las discrepancias que aconsejen el estudio más profundo de países con desequilibrios persistentes, para determinar las causas de los mismos y los obstáculos para el ajuste. La evaluación tomará en cuenta el encuadre de la política cambiaria y monetaria de los países miembros. En este ejercicio se destacan varios hechos de interés para nuestro país. Dada su dimensión relativa, la economía argentina, como la de todos los países latinoamericanos, no plantea riesgos sistémicos. No es previsible, por lo tanto, que figure en la nómina de estudios prioritarios dentro del proceso de evaluación mutua prevista por el G 20. Por otra parte, los indicadores argentinos de deuda pública, déficit, deuda y ahorro privados y pagos internacionales, seguramente comparan favorablemente con los valores de referencia de los “lineamientos orientadores”. En cualquier caso, aparte de la evaluación que realiza cada país de su propia situación, el G 20 prevé un análisis “independiente” a cargo del FMI basado en sus estadísticas. En el proceso de evaluación mutua de los países emergentes miembros del G 20, como la Argentina, está en juego su contribución a los equilibrios globales del sistema internacional y, al mismo tiempo, su propio de desarrollo y la eliminación de su atraso relativo respecto de las economías avanzadas. Esta es una cuestión fundamental y prioritaria para todos ellos, situación que los diferencia de la de las economías industriales integrantes del G 20. De este modo, particularmente en el tratamiento de cuestiones críticas como el tipo de cambio, la regulación del movimiento de capitales o la acumulación de reservas internacionales, debe preservarse toda la autonomía de decisión necesaria para impulsar la inversión, el empleo, la industrialización e incorporación de la ciencia y la tecnología en el tejido productivo, bases necesarias para el desarrollo y establecer una relación simétrica con el resto del mundo. La situación particular de las economías en desarrollo y la importancia de las políticas nacionales es reconocida en diversos pasajes de los pronunciamientos del G 20. En la Declaración de los Líderes de la Cumbre de Seúl (noviembre 2010), se sostiene, como uno de sus principios fundamentales, que existen factores económicos comunes a 2 todos pero que “no existe una sola formula para el desarrollo exitoso” y que “el respeto de la soberanía (national ownership) de las políticas de un país es el principal determinante del desarrollo exitoso”. En el mismo documento se establece que en el proceso de evaluación mutua “deben tomarse en cuenta las circunstancias nacionales, incluyendo la situación de los países grandes productores de productos primarios (commodities)”. Se reconoce, además, la necesidad de “tomar en cuenta la perspectiva de las economías de mercado emergentes en la reformas de la regulación financiera”. Para la Argentina se trata, pues, de un delicado equilibrio entre compromisos mutuos dentro del G 20 y la libertad necesaria para responder a las demandas propias del desarrollo nacional. Es el mismo desafío que enfrentan los otros países emergentes integrantes del G 20. La culminación del proceso de evaluación mutua tendrá lugar en la próxima Cumbre de los Líderes del G 20, en Cannes, a fin de este año. Discutirán entonces las medidas correctivas y preventivas que constituirán el plan de acción para el Desarrollo Fuerte, Sostenido y Equilibrado. 3