El próximo lunes se cumplen 69 años de aquel 27 de enero de

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ACTO DE CONMEMORACIÓN DEL
HOLOCAUSTO EN LA ASAMBLEA DE MADRID
(Madrid, 24 de enero de 2014)
El próximo lunes se cumplen 69
años de aquel 27 de enero de 1945 en
el que un destacamento de soldados
soviéticos cruzó la puerta del campo de
exterminio de Auschwitz.
Aquellos
combatir
en
soldados
el
frente
venían
del
de
Este,
probablemente el más terrible de la
Segunda Guerra Mundial.
1
Eran hombres endurecidos por una
contienda
en
sobrepasado
la
que
todos
se
habían
los
límites
imaginables. Hombres acostumbrados
a matar y a ver morir pero que
encontraron dentro de aquellas verjas
algo que escapaba a su comprensión.
Aquello
era
enormemente
más
salvaje que lo que ellos habían sufrido.
Era mucho más terrible que la guerra.
Su
mentalidad,
aún
estando
acostumbrada a la muerte, no podía
abarcar la degradación, la humillación y
el premeditado asesinato de millones
de personas judías.
2
Las cifras son siempre demasiado
frías.
Y,
además,
nos
hemos
acostumbrado a ellas. Hablamos de la
aniquilación calculada y metódica de
millones de judíos sin percatarnos
realmente de lo que significa. Pero,
para que nos hagamos una idea, el
número de judíos asesinados en el
Holocausto fue superior a la actual
población de Irlanda, de Finlandia, de
Dinamarca o de Noruega.
Hablamos de millones de personas,
de millones de historias, de millones de
vidas segadas antes de vivir todo
aquello a lo que tenían derecho.
3
Aquel frio día de enero de 1945, el
mundo descubrió un infierno construido
por el hombre que, en un orden
invertido de valores, no castigaba a los
malvados, sino a los inocentes.
Y, desde entonces, todos nosotros,
igual que hicieron aquellos atribulados
soldados
rusos,
nos
preguntamos
cómo pudo ocurrir aquella infamia que
los nazis denominaron Solución Final.
Como pudo ocurrir que, en la patria de
Kant, de Goethe, de Hegel, en una de
las zonas más modernas e ilustradas
del mundo, se perpetrara la mayor
afrenta que se haya hecho nunca a la
dignidad del ser humano.
4
El
Holocausto
no
fue
una
consecuencia de una guerra ya terrible
en sí misma. No fue una reacción a un
ataque enemigo. El Holocausto no se
desarrolló en la exaltación del frente,
sino en la calma de la retaguardia. No
se produjo en el fragor de la batalla
luchando honorablemente, sino en el
silencio
calculada
cobarde
de
desde
hacía
una
años
acción
para
eliminar al pueblo judío de la faz de la
tierra.
5
Al
celebrar
este
acto
no
nos
regodeamos en la desgracia, sino que
miramos cara a cara al terror para
combatirlo. No recordamos por el mero
afán
de
rememorar,
homenajeamos
a
los
sino
que
millones
de
mártires del nazismo para que los que
intentaron borrar al pueblo judío de la
historia no triunfen en su empeño.
6
Con
este
homenaje
queremos
proclamar la memoria, la dignidad y el
triunfo final de las víctimas, porque su
sacrificio supuso la victoria postrera de
los valores que han sostenido durante
siglos la civilización occidental. Pero
también queremos poner de manifiesto
que la abominación que supuso El
Holocausto fue llevada a cabo por
seres humanos y que, por tanto, nos
atañe a toda la humanidad, porque a
todos nos degrada.
7
Tenemos
la
obligación
de
desentrañar los mecanismos que crean
el odio para poder vacunarnos contra él
y educar en su prevención. Aunque sea
terrible o, mejor dicho, precisamente
porque
es
terrible,
tenemos
la
obligación de mirar el horror de El
Holocausto a los ojos.
8
Hay que conocer la abrumadora
soledad en la que se encontraron los
judíos
cuando
comenzaron
a
asesinarlos en masa. Hay que recordar
la traidora indiferencia y el silencio
cómplice de miles de ciudadanos que
prefirieron mirar hacia otro lado. Hay
que preguntarse qué habríamos hecho
nosotros.
Y
hay
que
analizar
la
respuesta para perfeccionar nuestra
sociedad y no repetir los mismos
errores en el futuro.
9
Pero también este es un acto de
esperanza en el que recordamos a los
justos. A las personas que, en aquellos
tiempos de oscuridad, tuvieron un
comportamiento
heroico.
A
todos
aquellos que se enfrentaron al mal y
transformaron la historia volviendo a
dignificar al ser humano.
10
El Holocausto, aún en su inhumana
crueldad, está lleno de lecciones que
debemos aprender y que debemos
transmitir a los más jóvenes. El mejor
homenaje que podemos ofrecer a las
víctimas es no olvidarlas y hacer que
su terrible experiencia sirva a las
generaciones
venideras
para
comprender lo que ocurrió y evitarlo en
el mañana.
11
Que los jóvenes aprendan que hubo
un tiempo en que la humanidad se
degradó hasta límites irracionales. Que
sepan que El Holocausto no se produjo
en una cultura primitiva, sino en una
sociedad avanzada como la nuestra. Y
que comprendan que, como recoge el
Talmud, “Quien es piadoso con los
crueles, acaba siendo cruel con los
piadosos”.
12
Grabemos en nuestra memoria los
nombres
de
Bergen
Belsen,
de
Treblinka, de Sobibor, de Mauthausen,
de Dachau o de Auschwitz- Birkenau.
Recordemos el horror que allí se
produjo. Mostremos lo que fue El
Holocausto. Aprendamos de él. Y
vacunémonos con su enseñanza de la
exclusión y la crueldad.
13
Este es el mensaje que debemos
trasladar hoy, y no se me ocurre mejor
forma de hacerlo que en palabras de
Primo
Levi,
superviviente
escritor
del
italiano
campo
y
de
concentración de Monowice, que dijo,
“El Holocausto ha sucedido y, por
consiguiente, puede volver a suceder.
Esto es la esencia de lo que tenemos
que decir”.
Muchas gracias.
14
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