Cuba - Juventud Rebelde

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NACIONAL
MARTES
01 DE JUNIO DE 2010
juventud rebelde
Vida y muerte de un símbolo
Un odio enemigo estalló en la vida de este gran amigo joven, aunque también lo inmortalizó
y lo convirtió en un símbolo. Fabio Di Celmo cumpliría 45 años este martes
«Pero están los que avanzan,
los que llevan el sol entre las
manos, los que tienen el tiempo
por delante, las ganas y el pecho».
John Lennon
por LUIS HERNÁNDEZ SERRANO
[email protected]
LA muerte de Fabio Di Celmo —quien
cumpliría 45 años un día como
hoy— quizá se conozca mucho más
que su propia vida. El hijo menor
de Giustino Di Celmo y Ora Bassi
nació a orillas del Mar Mediterráneo el primero de junio de 1965,
en Génova, Italia. Sus dos hermanos mayores vinieron al mundo en
Burzaco, provincia de Buenos Aires,
Argentina, en 1956 y 1958, respectivamente.
El padre, apasionado por el arte
y la historia de su patria, había
nombrado a su primera hija Tiziana,
en homenaje al eminente pintor italiano Tiziano Vecellio, representante
máximo del Renacimiento veneciano. Al segundo lo llamó Livio, como
el héroe de la antigua Roma.
Siguiendo la tradición que ya
había iniciado, puso a su tercer hijo
el nombre de Fabio, como el célebre comandante romano, inteligente, corajudo y humano, para perpetuarlo en el niño que recién nacía.
Fabio creció en la misma casa
donde había nacido. Los vecinos
de Génova Pegli, municipio enclavado en la famosa Ribera de las
Flores, en la Costa Azul, vieron correr por sus parques y calles a este muchacho juguetón y generoso,
del que muchos guardan gratos
recuerdos.
En Villa Rossa —escuela primaria radicada en su municipio de residencia— cursó Fabio sus primeros
estudios y realizó los secundarios
en el centro docente Villa Daría.
A los 18 años se hizo bachiller en
el Liceo Gimnasio Giusseppe
Massini —también de Génova Pegli—
y poco después concluyó sus estudios superiores en francés e inglés.
Cumplido el Servicio Militar, con
22 años, visitó diferentes países
europeos y americanos, y llegó a
establecer su residencia temporal
en Canadá, donde vive su hermano mayor.
La profesión de empresario escogida por el joven Di Celmo favoreció el conocimiento de la geografía, la historia, la economía y la cultura de muchos pueblos del planeta y consolidó su fina sensibilidad
ante los problemas de los países
pobres.
Fabio sostuvo una relación muy
estrecha y cordial con sus hermanos. Como era el más pequeño,
Tiziana y Livio se sintieron con la
responsabilidad de protegerlo y
mimarlo durante su infancia.
A los siete años comenzó la
práctica del fútbol y jugó por primera vez en el equipo Asociación Calcio, de la ciudad de Génova, de la
Liga Nacional, al que perteneció
desde los siete hasta los 11 años.
Integró el Libertas y otros equipos de Génova, hasta que pasó a
formar parte del Sciarborasca, de
la genovesa municipalidad de Cogoleto, con el número 10 en su camiseta.
En 1992, junto a su padre, llegó
a Cuba. Los Di Celmo se sumaron
así a la larga lista de empresarios
honestos procedentes de diferentes países que cometieron el grave
«delito» de romper el bloqueo de Estados Unidos. Él y su padre vinieron
a La Habana porque conocían las
dificultades materiales y los sufrimientos impuestos a este pueblo
por el ilegal bloqueo yanqui.
El único partido que jugó aquí
fue en el Cotorro, el 17 de diciembre de 1996 y su mayor sueño fue
traer a los integrantes del Sciarborasca a nuestra patria.
SU MUERTE
La campaña de terror organizada y financiada por la CIA de Estados Unidos contra los hoteles de
La Habana en 1997, tronchó los
32 años ilusionados del joven
Fabio y le arrancó de cuajo el hijo
menor a Giustino, quien por eso
decidió no irse nunca de Cuba y
morir aquí.
El 12 de abril de aquel año estalló una bomba de 600 gramos
de explosivo C-4 en los baños de
la discoteca Aché, del Hotel Cohíba.
Y el 30 de ese mes fue desactivada otra de 401 gramos colocada
por el mismo mercenario del artefacto anterior, Francisco Chávez
Abarca,«el Panzón»,en una maceta
ornamental del piso 15 del mismo
hotel.
El 12 de julio explotaron bombas en los hoteles Capri y Nacional. Y el 4 de agosto el mercenario Otto René Rodríguez Llerena
puso otra bomba que explotó también en el Cohíba.
Y el jueves 4 de septiembre
estalló la que mató a Fabio en el
vestíbulo-bar del hotel Copacabana, colocada por el también mercenario salvadoreño Raúl Ernesto
Cruz León, quien en el juicio de
marzo de 1999 confesó que «el
Panzón» lo contrató cuando trabajaba en una agencia de alquiler de
autos en San Salvador.
«El Panzón» fue la mano derecha en aquella campaña tenebrosa
de Luis Posada Carriles, el terrorista
más conocido del continente, convertido en héroe de la Miami mafiosa. Se vinculó a él cuando se
dedicaba al narcotráfico, a la venta
de armas y dinero falsificado y a
otros negocios sucios en Guatemala.
Ante las explosiones en los hoteles de la capital cubana,el periódico
El Nuevo Herald publicó titulares
como estos: FBI descarta implica-
El niño Fabio Di Celmo junto a su padre. Foto de archivo
ción de exiliados cubanos en atentados de La Habana… Piden pruebas a Cuba en denuncia contra la
Fundación Cubano Americana,y Violencia justificada.
Pero la verdad se abrió paso y
Fabio es hoy venerado en Cuba y
otras latitudes como un héroe. En
la Isla se le ha dedicado una escultura de cera,la sala de un museo
con objetos personales suyos, el
salón de conferencia de la Casa
de África, concursos, un ballet, una
obra de teatro, una película, un documental, poemas, reportajes, crónicas,entrevistas,canciones y un restorán-pizzería que lleva su nombre.
Lo último que Fabio anotó en
su agenda, el 3 de septiembre de
1997, fueron estas palabras: «Plato grande de 25 centímetros. Vaso
de café thérmico». Una esquirla de
metal del cenicero donde se puso
la bomba en el Copacabana, se le
incrustó en la parte izquierda del
cuello y le cercenó una vértebra
cervical y la arteria carótida.
Un odio enemigo antiguo acabó
con la vida de este gran amigo
joven, aunque también lo inmortalizó y lo convirtió en un símbolo.
Fuente: El muchacho del Copacabana,, Acela A. Caner Román, Edi torial José Martí, 1999; y archivo de
Juventud Rebelde y del autor.
Premian a joven científico guantanamero
Orlando Marquetti Lafargue realizó un programa computarizado para diseñar biodigestores de cúpula fija,
que producen biogás y fertilizantes a partir de excreta de animales
texto y foto LISVÁN LESCAILLE DURAND
El grupo que dirige Marquetti explora nuevas tecnologías que posibiliten el desarrollo sostenible,
especialmente en la zona costera sur guantanamera.
GUANTÁNAMO.— La creación de un programa computarizado para el diseño constructivo de biodigestores de cúpula fija hizo
merecedor al ingeniero químico Orlando Marquetti Lafargue del premio especial nacional
en la categoría de Impacto medioambiental
de la XIII Exposición Forjadores del futuro.
El proyecto, realizado en coautoría con el
ingeniero Herguenys Garrido Domínguez, permite determinar de forma rápida y sencilla
las características constructivas y operacionales de esas plantas, capaces de reducir
la carga contaminante al producir biogás y
fertilizantes a partir de excreta de animales
que antes se vertían al medio ambiente, y
en su descomposición natural generaban
metano, un gas de efecto invernadero.
El investigador guantanamero de 30
años de edad, especialista principal del
grupo de transferencia tecnológica del Centro de Aplicaciones Tecnológicas para el
Desarrollo Sostenible (CATEDES), recibió
este lunes el reconocimiento de su colectivo.
Teresa Viera Hernández, presidenta de
las Brigadas Técnicas Juveniles, acompañada por el doctor Oscar Álvarez, especialista
de la Dirección de Ciencia del CITMA, destacó el aporte de Marquetti y su colectivo —con
apenas cinco años de constituido-— en la
búsqueda de fórmulas sustentables para el
desarrollo económico y social del país.
En un ameno intercambio con jóvenes
científicos del territorio, Viera Hernández se
interesó por la marcha de ese y otros proyectos investigativos que en su opinión «demuestran la calidad de la ciencia practicada
en Cuba, siempre con la participación activa de los jóvenes».
El biodigestor de cúpula fija, diseñado
por los especialistas de CATEDES, lo utilizan algunos productores porcinos y ganaderos, quienes aprecian además el uso de
ese combustible para la cocción de alimentos, con una disminución sustancial del
consumo de energía eléctrica.
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