Los nuevos hechos de los apóstoles…. A lo mejor es demasiada comparación, pero aquellos hombres y mujeres que se pusieron en marcha tras los pasos del Resucitado abrieron un camino. Seguimos mirando hacia ellos, pero no para quedarnos pasmados, como quien mira un cuadro… sino para aprender, de ellos, a vivir la fe. A proclamar el evangelio. A anunciar la Vida del resucitado. A construir el Reino. A amar, como Jesús nos enseñó. Somos parte de una gran cadena de nombres… seguimos la estela de aquellos que, año a año, siglo a siglo, han tratado de compartir la buena noticia, y han luchado para que de verdad las cruces no tengan la última palabra. Tenían todo en común “La multitud de los creyentes tenían un alma y un corazón. No llamaban propia a ninguna de sus posesiones, antes lo tenían todo en común” (Hch 4,32) “La Iglesia entera de Judea, Galilea y Samaría vivía en paz, se iba construyendo venerando al Señor y crecía animada por el Espíritu Santo” (Hch 9,31-32) Compartir. Es difícil. Pero posible. Compartir proyectos, sueños, trabajo, apuntes, descanso, viajes, esfuerzos. Compartir el tiempo con los que me necesitan. Compartir los bienes con aquellos que carecen de lo elemental. Compartir las ideas, y la búsqueda de la verdad. Enséñame, Señor, a ser generoso. A pensar en plural. A dar sin regateo ni cambalache. A vivir ligero de equipaje. VEN, TE LLAMO A TI Ven, no apartes de mi los ojos Te llamo a ti, te necesito para que se cumpla en el mundo el plan de mi Padre (bis) APÓSTOL Vamos, amigo, no te calles ni te achantes, que has de brillar como fuego nocturno, como faro en la tormenta, con luz que nace en la hoguera de Dios. Vamos, amigo, no te rindas ni te pares, que hay quien espera, anhelante, que compartas lo que Otro te ha regalado. ¿Aún no has descubierto que eres rico para darte a manos llenas? ¿Aún no has caído en la cuenta de la semilla que, en ti, crece pujante fértil, poderosa, y dará frutos de vida y evangelio? Vamos, amigo. Ama a todos con amor único y diferente, déjate en el anuncio la voz y las fuerzas, ríe con la risa contagiosa de las personas felices, llora las lágrimas valientes del que afronta la intemperie Hasta el último día, hasta la última gota, hasta el último verso. En nombre de Aquel que pasó por el mundo amando primero Discutían “Aquello provocó una fuerte oposición de Pablo y Bernabé, y una discusión con ellos; se decidió que Pablo y Bernabé, con algunos más, acudieran a Jerusalén, para tratar el asunto con los apóstoles y los ancianos (…) arreciaba la discusión (…) Pablo y Bernabé les contaron los milagros y señales que Dios había obrado por su medio (…) cuando se callaron les contestó Santiago…” (Hch 15) UNA VEZ MAS Cuando las fuerzas aflojan tú me das con qué seguir Cuando me ciego y me agobio tú serenas mi vivir confío en Ti Me gusta ver que también entre ellos había en Ti, confié diferencias, divisiones, que no lo tenían todo claro, que a una vez más, en Ti esperaré veces se enfrentaban, porque pensaban cosas distintas. Me una vez más, en Ti esperaré gusta porque eso les hace humanos. Porque, seamos una vez más en Ti esperaré sinceros, ¿quién no está de vez en cuando en desacuerdo una vez más en Ti, yo esperaré… con otros? Me pasa con los amigos, en la familia, en la yo esperaré… Iglesia… Lo admirable es que las diferencias no les llevaron a levantar muros entre ellos, sino que aprendieron a buscar Cuando las fuerzas aflojan… juntos. Tenemos bastante por hacer hoy en ese terreno. Ayúdame, Señor, a ver más allá de los conflictos, y aprender a encontrar la verdad más allá de las diferencias de cada día. Tenían una misión “Entonces les dijo: recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo” (Hch 1. 7-8) Sentían que su vida importaba. Habían recibido un mandamiento, un envío “Id al mundo entero y anunciad el evangelio”. Y se lo tomaron al pie de la letra. En aquellos tiempos. Viajaron afrontando tormentas, incomodidades, viajes largos y peligrosos, y a veces sin retorno. Llevaron la fe hasta los extremos del mundo que conocían. Y nosotros, hoy, ¿cuál es nuestra misión? ¿Cuál es, Señor, mi misión en este tiempo, en este mundo, con la gente, en los ambientes y lugares en los que me muevo? Ayúdame a ser, a tu manera, apóstol. Hasta dar la vida. A Esteban: “lo echaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo (….) Y murió” (Hch 7, 58-50); “Herodes emprendió una persecución contra algunos miembros de la Iglesia. Hizo degollar a Santiago, el hermano de Juan” (Hch 12, 1-2); “Procedió a arrestar a Pedro, durante las fiestas de los Azimos. Lo detuvo y lo metió en la cárcel…” (Hch 12, 3-ss) A Pablo y Silas: “Después de una buena paliza, los metieron en la cárcel y ordenaron al carcelero que los guardara bien guardados” (Hch 16,23) Todos dieron la vida. Fueron encarcelados o ajusticiados por defender un evangelio que resultaba molesto para aquella sociedad. Esteban, Pedro, Pablo, MÁS ALLÁ Santiago… lo dieron todo. Y tras ellos, tantos hombres y mujeres, año a año, siglo a siglo. Aún hoy, sigue habiendo gente que Más allá de mis miedos, mantiene su fe contra viento y marea, contra odio y rechazo, más allá de mi inseguridad contra verdugos y abusadores. Gente que arriesga la vida por Quiero darte una respuesta. defender la bienaventuranza, el evangelio y el amor, Aquí estoy para hacer tu voluntad, especialmente a los más pequeños. También a mí me llamas a Para que mi amor sea decirte sí dar la vida, cada día. Sin reservas y sin regateos. Dame valentía, hasta el final. coraje y lucidez para hacerlo, Señor.