SANTIDAD MENSAJE 20160305 Santos en toda nuestra manera de vivir Lectura 1 Pedro 1: 14-16 “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Aprender 1 Pedro 1: 15 “sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir”. Hay un llamado que el Señor hace a su pueblo, y es que constantemente Dios está exhortando a cada uno de sus hijos a vivir en santidad. Es necesario que el pueblo del Señor comprenda lo que él demanda en su palabra. La santidad es un requisito que necesitamos para ver sus maravillas, para ver sus milagros, para ver sus prodigios, para ver su gloria, para ver sus manifestaciones, para poder ver al Señor. Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. No te conformes a los deseos que antes tenías. 1 Pedro 1: 14 “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;” Cuando no conocíamos al Señor y no conocíamos su palabra, estábamos en ignorancia. Cuando no conocíamos a Dios, éramos ciegos, estábamos extraviados. Estando en nuestra ignorancia, vivíamos en el pecado, justificábamos nuestras acciones, y no teníamos cuidado de nuestro corazón y nuestra vida espiritual; no éramos hijos de Dios, por cuanto vivíamos separados de él por causa del pecado; y estábamos destituidos de la gloria de Dios. Pero ahora somos hijos, pues a todos los que le reciben y creen en su nombre les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios. Como hijos obedientes. Ahora que somos hijos, Dios espera que seamos hijos obedientes; y como hijos obedientes a Dios y su palabra, debemos vivir como tales. Un hijo obediente debe vivir separado del mal. No debe participar en malas conversaciones, ni escucharlas, sino evitarlas por todos los medios. Un hijo obediente no anda criticando, ni murmurando, ni señalando. Un hijo obediente no desea el mal para otros, ni guarda rencor en su corazón. Un hijo obediente es perdonador. Un hijo obediente escucha el consejo y la exhortación. No os conforméis a los deseos de antes. Ahora Dios nos demanda a que no nos conformemos, a los deseos que teníamos. Antes habían deseos de venganza, deseos del mal, deseos de la carne, y dábamos rienda suelta a estos deseos. Pero ahora, como hijos obedientes, debemos renunciar a estos malos deseos, y a estas malas prácticas, y debemos sujetarnos a la palabra de Dios, y permitir que el Señor a través de su Espíritu Santo gobierne nuestra vida. No podemos servir a dos señores; debemos apartarnos del mal, y vivir para el Señor. Debemos ser santos en toda nuestra manera de vivir. 1 Pedro 1: 15 “sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir”. Nuestra manera de vivir debe ser diferente. Ahora que estamos en Cristo, somos una nueva criatura, y debemos tener un estilo de vida que vaya de acuerdo a los mandamientos del Señor. ¿Cuál es nuestra manera de vivir? No solamente somos santos cuando estamos en la iglesia. Si decimos que somos santos cuando estamos en la iglesia, pero cuando estamos en la escuela, en la universidad, en el trabajo, en la calle, o en otra parte, nuestro comportamiento no es bueno y damos mal testimonio, entonces eso no es santidad; eso es religiosidad. Debemos ser santos en toda nuestra manera de vivir. Debemos ser santos en nuestros pensamientos, en nuestros deseos, en nuestras intenciones, en nuestro hablar, en nuestro caminar, en nuestro escuchar, en nuestro vestir, en nuestro proceder. Porque escrito está. 1 Pedro 1: 16 “porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”. El señor nos demanda a ser santos; él quiere que seamos como él. El demanda que nos separemos del pecado, de los deseos de la carne, y de todo lo malo. Solos no lo podemos lograr, pero Dios nos ha enviado al Espíritu Santo para que esté con nosotros todos los días. Es el Espíritu Santo quien nos guiará y nos ayudará a ser santos en toda nuestra manera de vivir. Es el Espíritu Santo quien nos ayuda cada día a que podamos obedecer este mandato de vivir en santidad. Porque escrito está: sed santos, porque yo soy Santo. SANTIDAD VISION 20160303 Hay que santificarse Josué 3: 5 “Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros”. El Señor ha prometido a su pueblo la victoria sobre el enemigo, sobre las situaciones adversas, sobre la enfermedad, sobre las tribulaciones, sobre todo problema. No hay nada que pueda resistirse al poder del Señor; no hay nada que pueda derrotar a su pueblo. Pero él demanda que su pueblo se santifique. El pecado impide las bendiciones. Es el pecado lo que impide el mover de Dios en una persona; es el pecado y la maldad lo que no permite que se manifiesten las maravillas del Señor; es el pecado lo que separa de Dios e impide que las oraciones sean escuchadas. Cuando alguien insiste en pecar se va enfermando del alma, y se vuelve carnal, no puede mirar lo que Dios hace, y no puede entender cuando Dios le habla; porque el pecado enferma el corazón. El que insiste en el pecado, tiene ceguera y sordera espiritual; el que insiste en el pecado juzga todas las cosas que se hacen en la iglesia, cuestiona todo lo que oye en la iglesia, y no hace caso a la exhortación y al consejo que se le da. El que insiste en el pecado se justifica y no acepta ni reconoce que anda mal. Para sacar el pecado hay que tener un arrepentimiento de corazón. Debes reflexionar cómo anda tu vida delante de Dios y de los hombres. Hay que examinar cómo está el corazón, y cuáles son tus actitudes e intenciones de tu corazón. Para sacar el pecado primero hay que reconocer el pecado y aceptar que andas mal, y hay que estar dispuesto a abandonarlo; hay que estar dispuesto a apartarse, y a separarse de él. Apartarse del pecado trae santidad. Cuando alguien abandona el pecado se está purificando, se está limpiando, se está santificando, y está a punto de ver la gloria de Dios en su vida. Para ver la gloria de Dios hay santificarse. Santificarse es sacar del corazón todo aquello que impide el mover de Dios, todo aquello que estorba y daña el alma, el espíritu y el cuerpo. Santificarse es purificarse de malos pensamientos, de malas intenciones, de malas actitudes en el corazón, es sacar la hipocresía y la maldad. Santificarse es quitar todo lo que contamina y todo lo que atrasa el avance de tu vida espiritual. Dios manda a que su pueblo se santifique. Dios quiere mostrarnos su gloria, pero es necesario que nos purifiquemos, y decidamos o determinemos no contaminar nuestros oídos, nuestros ojos, nuestras manos, nuestro corazón. No participes de malas conversaciones, no entregues tus ojos ni ninguno de tus miembros para que sean instrumentos del pecado. Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros”. Josué mandó al pueblo de Israel a santificarse. Había que limpiarse, y purificarse, porque estaban a punto de ver la gloria de Dios. Ellos estaban a punto de ver las maravillas que Dios haría delante de ellos. Israel estaba a punto de poseer la tierra que Dios les había prometido; y el Señor demandaba santificación, para que vieran sus maravillas. Dios echaría delante de Israel al enemigo, e iría delante del pueblo en medio del Jordán, pero había que santificarse. Cuando te santifiques, el Señor echará al enemigo delante de ti, e irá delante de ti en medio del problema, o de la enfermedad o la situación que vivas, y él tendrá el control de tu vida. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida. Santifícate porque Jehová hará maravillas en tu vida.