EL CURIOSO APASIONADO

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EL CURIOSO APASIONADO
En un lugar del Quijote, de cuya existencia bien puedo dar prueba, no ha mucho que fluía una
emoción de las de pecados capitales, amor antiguo, alivio flaco y sentimiento soñador. Una
ensoñación más de princesa que labriega, locura las más noches, gigantes y molinos los sábados,
Clavileño los viernes, algún momento lúcido los domingos, consumían al pobre hidalgo.
¿Por qué buscaba el honor?
Por amor.
¿Las injusticias de qué son razón?
De aversión.
¿Por qué soy de Dulcinea su Romeo?
Por deseo.
Bien sabe don Quijote que «amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni
todo lo que se desea se ama», aunque ambas pasiones guían su conducta: el deseo de luchar contra las
injusticias, demostrar su amor: «Porque has de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan a
amar, más que otras, que son la mucha hermosura y la buena fama, y estas dos cosas se hallan consumadamente en
Dulcinea», su valentía y su deseo de vivir fantásticas aventuras. Las pasiones, sin embargo, no
siempre son tan agradables, pueden ser negativas, como el odio, la aversión o la tristeza. Estas no
guían la conducta de nuestro héroe, pues él encarna un ideal de caballero fuerte y noble de espíritu,
que no se rinde ante nada, y a su vez no deja que los malos sentimientos influyan en su deseo de
justicia y, más aún, de misericordia, pues «la misericordia brilla más que la justicia».
Así, gracias a su enajenación, desde su locura, el hidalgo, evita cuerdamente las tristezas, que
«no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se sienten bestias»,
el odio, la envidia: «todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo: que el de la envidia no trae sino
disgustos» y la aversión, hacia presos o marginados sociales –de los cuales él es uno más–, pues «aún
entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno».
Con todo, el pobre hidalgo y noble caballero, amante ardiente, filósofo tranquilo, cabalga por
La Mancha entre pasiones, defendiendo unas y combatiendo otras, siempre guiado por la luz de su
racional locura, que en él, nace de la PASIÓN.
Fernando Arias Jiménez 1º J
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