Teórico 3

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Teórico 3
Docente: María Rosa del Coto
8/4/2014
TEMA: Presentación de la noción de representar. Presentación de la primera definición
de signo. Presentación de la Segunda definición de signo Idea del interpretante como
signo equivalente o, quizás aun más desarrollado que el primer signo.
Vamos a considerar en primer término la siguiente diapositiva
En esta diapositiva se empieza a hablar de Signo, ya que se empieza a hablar del
representar y en eso nos vamos a detener.
“Representar” (Representación) son términos que están vinculados a una de las
categorías, eso lo vieron en prácticos. Todo el edificio teórico de Peirce, se basa en las
categorías; para él ―aparece esto en Las Cartas a Lady Welby― sólo hay tres
categorías. A estas categorías él las piensa también de un modo sumamente abstracto y
por eso las denomina Primeridad, Secundidad y Terceridad, trabajando en el nivel de
abstracción más alto posible, porque su nombre no “nos dice nada”: la primera
categoría es la primeridad, la segunda es la secundidad y la tercera, la terceridad.
Entonces, la Primeridad, tiene que ver con el modo –así empiezan todas las
definiciones- de ser de aquello que es tal como es sin que ese elemento se relacione
con ningún otro (esto es muy importante, pues las categorías tienen, como adelanté,
resonancia en todo el pensamiento peirciano); se trata de la categoría más simple. La
Secundidad ya tiene un grado de complejidad intermedio, y por último la Terceridad es
la más compleja. La secundidad es el modo de hacer de aquello que es en relación
con un segundo elemento. Siempre lo que aparece como segundo implica una relación
entre dos constituyentes; y, por último, tenemos la categoría de la Terceridad, que
implica una relación con un segundo y un tercero, una relación entre tres. Acá es
cuando se inserta el Representar, cuando Peirce da ejemplo acerca de la terceridad,
habla de Representar. Las ideas que tienen que ver con la representación son las
correspondientes a los signos. Entonces acá estamos como traspasando un umbral,
dejando atrás algo para engancharnos con un nuevo orden que no corresponde al de las
categorías, (las categorías tienen que ver con el modo de ser de aquello que es, por lo
tanto tienen que ver con lo ontológico). Para Peirce, cuándo hablamos de Representar,
y, más específicamente, de signo, estamos en el territorio de lo semiótico. O sea hay
como dos grandes territorios, el primero es el de lo ontológico y luego tenemos el de lo
semiótico. Pero el Representar se puede observar desde el punto de vista ontológico o
se lo puede observar desde el punto de vista semiótico. Lo que vamos a hacer es verlo
desde la perspectiva semiótica; esto no implica que no traiga consigo, las cualidades, las
características con las cuales piensa Peirce la primeridad, la segundidad y la terceridad.
Entonces vamos a ver cómo define Peirce Representar.
“Representar: Estar en el lugar de algo, es decir, encontrarse en relación tal con otro,
que para ciertos fines, es tratado por alguna mente como si fuera ese otro”.
¿Qué nos muestra esta definición?
Nos muestra en primera instancia esto de estar en lugar de otro. De ahí se parte. Y
de esto de lo que se parte es de una conceptualización tradicional de “representar”. La
definición más clásica de “representar” ponía en juego dos elementos: algo que es lo
representado y algo que es el representante. En líneas generales, lo “representado”
puede, o bien estar presente en el momento que se realiza la representación, o bien estar
ausente. Lo más común, o por mejor decir, lo bueno que tiene la “representación”―que
es el acto de representar―, es que lo Representado puede estar ausente. Dicho de otra
manera: por ejemplo, refiero algo sobre el pizarrón, la silla, algún alumno, la
iluminación de la clase; y todos estos elementos están efectivamente presentes en este
lugar al mismo tiempo que yo los refiero. Pero también puedo utilizar los signos para
referirme a diferentes elementos que no estén presentes; o sea, lo representado puede
estar ausente, y así puedo hablar de lo que hice el año pasado o de cómo es mi casa o
que es lo que hay en la calle. Esta posibilidad de hacer referencia a objetos ausentes es
uno de los elementos más interesantes que presenta el mecanismo de la
“representación”.
Pero la definición continúa:
“Encontrarse en relación tal con otro”. Acá aparece el tema de la relación del
Representado con el Representante, y lo importante es lo que viene después, porque
está de alguna manera especificando cómo debe entenderse la relación. Entonces
tenemos: “que para ciertos fines es tratada por alguna mente como si fuera ese otro”.
Aquí se incorpora, de una manera muy lateralizada por así decirlo, un tercer elemento.
O sea vemos con claridad la puesta en juego de dos, la idea de que hay una relación
entre dos elementos y que esa relación se define por los fines —se utiliza el signo para
determinados fines—, eso tiene que ver con la teoría a la cual pertenece Peirce, que es
el Pragmatismo, o pragmaticismo, teoría que pone el acento en la acción y en el hecho
de que los signos sirven para…, esto es, tienen una funcionalidad determinada, le sirven
al hombre para vincularse adecuadamente con la realidad; y cuando dejan de servirle o
cuando no le sirven, hay que desecharlos, esa es la idea que se afirma, la idea de
eficiencia, de eficacia; para Peirce, los signos tienen que ser eficientes. Ustedes van a
trabajar seguramente en los prácticos, la idea de que “los signos hacen eficientes las
relaciones ineficientes”. Esta idea está relacionada con la cuestión de cuáles son los
fines y el hecho de que se subraye la idea de finalidad. ¿Para qué se utilizan estos
signos? Para que el hombre pueda actuar mejor, podríamos decir, para que pueda
desempeñarse mejor en la realidad que le ha tocado vivir. Lo signos son elementos
fundamentales, y tienen ese carácter de herramienta, digamos, para actuar también
sobre la realidad y para descubrir cómo ella está hecha y para accionar sobre ella con el
objetivo de beneficiarnos.
Como les decía, aparece allí, asomando, un tercer elemento, no solo lo
“representado” y el “representante”, sino también un tercer elemento que acá se
presenta de una manera particular, una manera que nos puede llevar a una confusión.
¿Por qué? Porque se habla de “Alguna mente”. Al respecto, debe tenerse en claro que
en la teoría de Peirce no se pone el acento en el individuo. Entonces eso de “por alguna
mente”, en singular, confunde. Si dijera “por las mentes” o “por algunas mentes”, la
expresión sería más adecuada, y lo sería porque estaría de acuerdo con el sistema que él
intenta plantear. Entonces, lo que tiene que quedar claro es que, en realidad, tenemos
que relativizar y pluralizar esta “Alguna mente” ya que no se trata de una teoría que
ponga el acento en lo individual, en el sujeto. Precisamente el tercer elemento que
asoma a través de “Aquella mente”, elemento que pone en juego una constitución
tríadica particular —sobre eso vamos a volver— un signo particular y concreto, es el
“interpretante”. O sea, para Peirce, el tercero es siempre el “interpretante”. Primera
cuestión: Interpretante no es sinónimo de “intérprete”. En esta definición, el tercer
elemento se presenta bajo la figura del “intérprete” y no del “interpretante”, porque se
habla de “Alguna mente”.
Por ahora sabemos que, cuando se trata del signo, para Peirce hay una puesta en
juego de tres elementos.
Vamos a encontrar varias definiciones de Signo. Centramos la atención en dos de
ellas, y en la de “representar”. Con eso tendremos lo básico para dar cuenta de modo
general de la teoría del signo peirceana.
Veamos la siguiente diapositiva que nos proporciona una de las dos definiciones de
signo a las que recién aludí.
DEFINICIÓN DE SIGNO
“Un Signo o Representamen es un Primero que
está
está en una relació
relación triá
triádica genuina tal con un
Segundo, llamado su Objeto, que es capaz de
determinar un Tercero,
Tercero, llamado su Interpretante,
para que asuma la misma relació
relación triá
triádica con
su Objeto que aquella en la que se encuentra él
mismo respecto del mismo Objeto”
Objeto”.
(C. P. 2.274)
2.274)
¿Qué nos aporta esta definición?
Primera cuestión: ustedes ven que aparecen los términos signo y representamen y
todo hace pensar que presentan equivalencia, que puede considerárselos como
sinónimos. En realidad, hay un pequeño matiz que los diferencia (quiero aclarar que
esto simplemente se los digo para que lo sepan, pero pueden considerarlos como si
fueran sinónimos).
Cuando, dentro de la teoría de Peirce, se emplea el término “signo” se está hablando
de una entelequia. ¿Que quiero decir con esto? Que el autor está hablando a un nivel de
abstracción muy alto, que está haciendo una generalización, que no se refiere a ningún
signo en particular; sino, por el contrario, que habla de todos los signos, en general.
Cuando, en cambio, utiliza “representamen”, no estamos en presencia de un primero
entendido de manera general, sino de un primero determinado, en el sentido de que es
un primero concreto, particular. Esto quiere decir que es algo que posee materialidad, es
algo que puede percibirse por los sentidos: el representamen es algo que puede
percibirse por los sentidos y por eso puede entrar en una relación ternaria con
otros dos elementos que forman al signo.
Otra cosa que podemos decir en relación con la definición que estamos
considerando es que el Representamen aparecerá como un primero de la relación
tríadica genuina. El “objeto” siempre es un segundo.
Esto de primero, segundo y tercero está relacionado con las categorías. Hace un
momento decía que el representamen es algo que se percibe por los sentidos. Y esto
quiere decir que presenta cualidades, propiedades. Esto después lo vamos a ampliar,
pero está la idea de que ―se acuerdan ustedes― la primeridad tiene que ver con
cualidades o sentimientos, que no están presentes en objetos concretos. La cualidad del
“rojo”, por ejemplo, si la vemos encarnada en una manzana, nos enfrenta a un existente,
o sea a una segundidad.
Les digo esto para que vean cómo la noción de signo está gobernada, por así decirlo,
por las categorías de Primeridad, Secundidad (o Segundidad) y Terceridad, y porqué
siempre el representamen es un primero (porque, a excepción del símbolo, presenta o
manifiesta características que pueden ser percibidas a través de los sentidos).
Prosigamos con la definición. El segundo siempre es el objeto. Después vamos a ver
que hay varios tipos de objeto. Este objeto en el cual se está pensando cada vez que se
habla de signo, es lo que se denomina “objeto dinámico”, noción que voy adelantando
para, en otra clase, desarrollar ampliamente. El tercero es el “interpretante”. Y por serlo,
es una terceridad, o sea, es otro signo. Entonces, todo signo es una terceridad, es
representación. Como el Interpretante es un tercero, es un signo.
Estamos en presencia de una condición imprescindible para que podamos hablar de
signo en la teoría peirceana: que se dé una relación entre tres elementos. A esta
relación ternaria, él la va a llamar “Relación triádica genuina”. Si, en el caso de la teoría
de Peirce, falta el tercer elemento, si de alguna forma nos enfrentamos a una relación
binaria, él va a decir que estamos en presencia de un signo degenerado, esto es, de una
simplificación de una relación ternaria genuina. Cuando Peirce hace una de las
clasificaciones de los signos y trabaja la segunda tricotomía (Icono-índice-símbolo)
―por ahora simplemente establezco la conexión que hay entre la segunda tricotomía y
lo que estamos viendo―, cuando se refiere al índice, dice: “El índice puede tener
Interpretante o no tenerlo”. Entonces un ejemplo de signo degenerado ―de un signo
que puede no tener interpretante―, es el índice, tenemos una relación entre dos
elementos, el signo o representamen y el objeto, falta el tercero. Entonces, ¿Qué es lo
que sacamos como conclusión? Que para Peirce hay signos que no reúnen las
condiciones necesarias como para ser signos en el sentido estricto del término, esto es,
no constituyen una relación triádica genuina, y no obstante siguen existiendo bajo la
categoría de Signos degenerados. Cuando Peirce dice degenerados es que la relación es
diádica, que falta el último elemento, el Interpretante.
Alumno: ¿Si falta deja de ser signo?
En el caso de los símbolos, sí. En el de los índices, no. Ahora vamos a poner
algunos ejemplos para que vean esto.
Cuando habla de los signos genuinos, pone un ejemplo. Esto para ilustrar lo que es
un signo degenerado y lo que es un signo con todas las de la ley, por así decirlo. Es un
ejemplo, no de signo sino de cómo son los signos en un caso y en otro. Entonces, él
imagina una escena en donde hay un elemento (una lapicera, por ejemplo) y una
persona que es la propietaria de la lapicera, la que tiene en su poder la lapicera.
Pensemos en cualquiera de ustedes que empieza a guardar todo en la mochila, se pone
el saco, y deja, porque se olvida o por lo que fuere, una lapicera en el pupitre. Luego
pasa por allí otra persona y toma la lapicera que ustedes dejaron. Ahí hay dos relaciones
duales. En primera instancia, hay una persona que tiene la lapicera, y, en segunda
instancia, otra persona que tiene la misma lapicera. Lo que se quiere marcar con el
ejemplo es que se dan dos relaciones duales; la relación es entre una lapicera y una
persona, primero, y luego, la relación entre la misma lapicera y otra persona.
Si estuviéramos frente a una relación triádica genuina, se daría una relación entre
una persona (la “dueña” de la lapicera), la que le entrega a la otra, como una suerte de
donación, la lapicera, indicándole si se la regala, si se la presta, etc. Entonces, ahí está
legitimando el hecho de que la otra persona entable relación con la lapicera. Entonces,
el Interpretante es ese elemento que establece la relación entre el representamen y lo
representado (para el caso, la segunda persona y la lapicera). Si no se da ese elemento
no hay una relación tríadica genuina, hay una relación entre dos elementos. Como digo,
Peirce, no está poniendo el ejemplo de un signo en particular sino que está operando por
analogía: una persona que se relaciona con un elemento, así como el representamen se
relaciona con el objeto (dinámico), pero sin que se indique el modo en que se relaciona
el uno con el otro. Reitero, Peirce, cuando, en la segunda tricotomía, habla del símbolo,
para diferenciarlo de manera fuerte con el índice, dice: No puede ser signo si no tiene
Interpretante. O sea, el símbolo tiene que tener Interpretante sí o sí. ¿Por qué el símbolo
tiene que tener Interpretante y el índice no? Porque la relación es por convención, por
ley. Entonces, si no está establecida con claridad esa relación, el representamen no
puede funcionar como tal respecto del objeto. Es decir, tenemos al representamen
“Mesa”, tenemos el objeto “Mesa, tiene que existir entonces el Interpretante que
indique qué relación hay entre uno y otro, porque si no ¿cómo vincularíamos la palabra
mesa con el objeto mesa?; esto es, el símbolo exige la explicitación de la convención
que me diga que en esta lengua tal palabra va a representar a tal objeto y no a tal otro o
a ninguno. Entonces, tratándose de símbolos, donde lo que importa es la ley, la
convención, necesariamente tiene que estar presente el Interpretante. En un índice,
pongamos como ejemplo de índice, a los síntomas de las enfermedades. Nosotros
podemos saber que esto es un síntoma: “Me duele tal cosa o tal lugar del cuerpo”, pero
podemos no saber de qué enfermedad se trata, cuál es la causa del síntoma. Entonces,
en el índice se da una relación de causa-efecto, metonímica. El síntoma de la
enfermedad es simplemente un efecto de aquello que lo causa: el objeto es la causa, la
enfermedad. Los médicos se pueden encontrar (así ha sucedido a lo largo del tiempo),
con síntomas, que saben que están relacionados con aquello que los motiva, pero —y
allí viene esta cuestión del Interpretante— hasta tanto no adviertan cual es la relación
que se establece, o sea, cual es el objeto al cual el síntoma está remitiendo, o sea, a cual
enfermedad remite, representa, pueden decir: “Y si, esto es síntoma de una
enfermedad”, pero nada más. En tal caso, falta el interpretante; pero en algún momento
va a aparecer el Interpretante que dé cuenta de la relación que hay entre el
representamen y aquello a lo cual está remitiendo, en este caso, la enfermedad que
causa el síntoma. Sabemos que es un signo de enfermedad, indicio de que el cuerpo está
enfermo, que algo le pasa, pero no se sabe de qué es indicio; esto no le impide que esté
operando como signo, aunque no sea una relación triádica genuina; lo estaría si se
descubriera cuál es la conexión entre el representamen y aquello que lo causa. Y eso
nos remite al Interpretante. El Interpretante está conectando al primero con el segundo.
El “interpretante” es el elemento que permite establecer esa conexión y es siempre un
acuerdo entre mentes, siempre implica la idea de acuerdo para un conjunto de mentes.
Lo que quiero aclarar es lo siguiente. Lo que planteé se relaciona con lo que sucede
antes de que se descubra que la fiebre y lo que aparece sobre la piel, la coloración que
ella toma, es síntoma de una enfermedad virósica como, por ejemplo, el sarampión. Lo
que estoy indicando no hay que referirlo a nuestro saber, por ejemplo, sino a lo que sabe
la comunidad de mentes; ahora bien, a pesar de que ésta, supongamos, no haya
descubierto aún la relación que se entabla entre el síntoma y lo que lo produce, el signo
opera igual, sepamos o no sepamos cuál es el “interpretante” que le corresponde, o sea,
cuál es la enfermedad particular que motiva, que causa los síntomas. Pasemos a la
siguiente diapositiva.
OTRA DEFINICIÓN DE SIGNO
“Un signo o representamen es algo que
representa algo para alguien en algú
algún aspecto o
cará
carácter. Se dirige a alguien, es decir, crea en la
mente de esa persona un signo equivalente o, c
quizá
quizás aú
aún, má
más desarrollado. A este signo
creado, yo lo llamo elcInterpretante del primer
signo. El signo está
está en lugar de algo, su Objeto.
Representa este Objeto no en todos sus
aspectos, pero con referencia a una idea que he
llamado a veces del Fundamento del
representamen”
representamen”.
(C. P. 2.228)
De esta definición rescatamos el hecho de que el signo es “algo que representa algo
para alguien, en algún aspecto o carácter. Esta primera frase procede de la más honda
tradición filosófica, particularmente lógica. Siempre se pensó al signo como algo que
representaba otra cosa y también que no lo hacía en su totalidad. Dicho de otra manera,
el signo no presentaba todas las cualidades o propiedades del objeto, sino solamente
algunas. Si las presentara a todas, el signo se confundiría con el elemento al que
representa. Serían lo mismo. Hacemos una nota al pie de página. Habrán leído el texto
de Peirce y habrán visto que hace como una suerte de paréntesis con respecto a esta
cuestión. Dice que a veces, se dan excepciones, que, en ciertas ocasiones, hay identidad
entre el signo y el objeto al que él representa, y esto ocurre porque es el propio objeto el
que asume el lugar de representamen, él se representa a sí mismo. En tal caso, están
todas las cualidades del objeto presentes en aquello que lo representa. Como ejemplo,
Peirce habla de una representación teatral, en la que un actor va a representar a un rey
histórico, o sea, a un rey que efectivamente existió. Y, en un determinado momento de
la obra, el personaje que interpreta al rey, utiliza la corona que el rey histórico
realmente usó. Lo que se da aquí es que el actor usa en vez de una corona de utilería, la
corona que realmente utilizó el rey. Entonces, ¿qué está representando la corona del
rey? La corona del rey. No es una corona hecha para representar la auténtica corona, no
es una corona de utilería, es la corona verdadera. Ella, por lo tanto, se representa a sí
misma. Entonces, hay algunos casos en los que el propio objeto puede funcionar como
representante de él.
Centrémonos ahora en la definición. Para dar una idea rápida de que el signo
representa al objeto solo en algunas de sus cualidades, en algunas de sus características,
podemos tomar el ejemplo del representante artístico. Éste puede representar, puede
ocupar el lugar que ocupa el representado, en relación con determinadas funciones. Para
ciertas cosas puede funcionar como el artista, el representado, pero no, como
planteamos la clase pasada, para subirse al escenario, agarrar la guitarra, cantar, tocar el
piano o representar a Hamlet, ¿se entiende? O sea para algunas cosas puede funcionar
como él, para otras no.
Ahora bien, esto es entender de una determinada manera a la cuestión. Pero
podemos entrar al tema de una manera diferente, una manera que nos va a permitir
sintonizar con la teoría peirciana de manera más adecuada y recordar algunas cosas que
ustedes están viendo en prácticos, y que nos permitirá tener una idea más global del
pensamiento peirciano.
Habíamos hablado del “objeto”, del segundo, y habíamos dicho que ese objeto era el
dinámico. Podemos pensar al objeto dinámico como un elemento que está compuesto
por X cantidad de cualidades. La teoría de Peirce nos va a decir ―esto está relacionado
con la cuestión del conocimiento o del saber al que puede aspirar el hombre (Saber
relativo, no absoluto, pues, por definición, la semiosis es infinita)― que el hombre va a
poder conocer X cantidad de propiedades o cualidades, esto implica que, por definición,
siempre va a haber algunas cualidades que nunca serán conocidas. Por lo tanto nunca
van a ser representadas. Forman parte del objeto pero nunca serán representadas
precisamente porque el hombre no las conoce. Si las llegara a conocer tendría, respecto
de ellas, un “interpretante”. Entonces, lo primero que podemos decir es que, por un
lado, es el propio funcionamiento de la representación el que hace que no sean
convocados todos los aspectos que constituyen al objeto; y esto quiere decir que otra
representación puede dar cuenta de las cualidades que no fueron convocadas en una
representación X. Vamos a tomar el ejemplo de la manzana. Si hacemos en el pizarrón
un dibujo de ella, en esa representación del objeto aparecen algunas de las propiedades
del objeto, aquellas convocadas en la representación: por ejemplo, el color y la forma.
Pero el sabor no aparece, el tamaño específico de la manzana tampoco, el aroma de la
manzana tampoco. Otra representación no va a presentar las cualidades de la forma y el
color: tal el caso del juego en que, por ejemplo, se le tapa los ojos a alguien y se le da a
comer un trocito de una manzana, para que diga de qué fruta se trata. ¿Cuál es la
cualidad que está funcionando como seleccionada para operar como representamen? El
sabor que tiene la manzana, cualidad que percibimos a través del sentido del gusto.
Entonces, esto de que el signo representa parcialmente al objeto, tiene, algo así como
dos facetas: una, que tiene que ver con esto que desarrollé más ampliamente recién,
pero que estaba presente también en el ejemplo de representante artístico, o sea, en el
representamen no pueden estar convocadas todas las propiedades del objeto; pero, por
otro lado, esto es imposible porque el hombre está destinado a conocer sólo
parcialmente a los objetos. De ahí que algunas cualidades del objeto no vayan a ser
tomadas en ninguna representación. Otras lo serán en el futuro, en el presente, momento
no, porque todavía no se han descubierto, todavía no se conocen.
Alumno: En una palabra, ¿qué aspectos no participan en la representación?
Depende de la representación de que se trate. Para seguir con el modo en que Peirce
plantearía el tema, si alguien dice la palabra “mesa” crea en la mente de una persona un
signo equivalente; entonces, como conocemos el “interpretante” de mesa en castellano,
nos enfrentaríamos a las cualidades generales y no las individuales que poseería una
mesa en particular, o sea, aquellas cualidades que permiten diferenciar una mesa de un
banquito o de otra cosa que no sea la mesa.
Nos detenemos ahora en la parte de la definición que dice: “Se dirige a alguien,
es decir, crea en la mente de esa persona un signo equivalente o quizás más
desarrollado. Este signo creado yo lo llamo el Interpretante del primer signo”.
¿Qué nos importa de este fragmento de la definición? El hecho de que el
Interpretante es otro signo, que no se trata de una persona, que no es un intérprete.
Además está la idea de que éste puede ser equivalente o puede ser más
desarrollado que el representamen o primer signo.
La idea de signo más desarrollado está ligada a las a las nuevas adquisiciones de
conocimiento. Cuando un nuevo conocimiento se anexa a los existentes, entonces, se
ensancha la semiosis, cosa que sucede porque entra a jugar un nuevo interpretante. Esto
puede implicar la ampliación del objeto, es decir, cuando, a través de la investigación,
se produce el descubrimiento de una propiedad de un objeto, eso se hace siempre a
través de un nuevo Interpretante. Cuando se amplía la semiosis, suele “ampliarse” el
objeto. Pongo comillas a la palabra ampliarse, porque la propiedad descubierta “estaba”
ya en el objeto, pero, antes de que la descubriera, para el hombre no existía.
Esto por un lado. Por otro, la ampliación de la semiosis puede producirse gracias
a que se suma un significado nuevo. Esto está ligado ya no con el descubrimiento de
una propiedad, sino con el agregado de un sentido a los que un objeto tenía para una
comunidad, o sea, tiene que ver con algo que corresponde, por decirlo de alguna
manera, al orden de lo cultural. Para dar cuenta de este tipo de ampliación de la
semiosis, también nos sirve el ejemplo de la manzana.
Respecto de ella, puede darse que se descubra una nueva propiedad que hasta ahora
no conocíamos. Así tendríamos un nuevo interpretante, el que vendría a ensanchar el
conocimiento del objeto.
Pero también el signo más desarrollado tiene que ver con un sentido que se
otorgó a la manzana a partir de un error. En la traducción del Génesis del latín, “la caída
en el pecado del hombre” aparece relacionada con la presencia de una manzana. En el
texto latino se dice que Eva tentó a Adán con el fruto del mal/ de la maldad. La
expresión fruto del mal/ de la maldad es metafórica, pero malum significa también
manzana, entonces, “el fruto del mal” se convirtió en “el fruto del manzano”. La
manzana quedó, así, relacionada culturalmente ―en la tradición judeo cristiana― con
las ideas de tentación y de pecado.
Voy a dar ejemplos de signo equivalente. Supongamos que decimos la palabra
“manzana” y que el Interpretante sea una representación gráfica, un dibujo o una
fotografía de la manzana o la palabra manzana en cualquiera de las lenguas existentes.
Éstos son ejemplos de interpretante como signo equivalente. Un signo más desarrollado
es cuando se produce el crecimiento de la semiosis. En los otros casos no hay
crecimiento, es como si estuviéramos diciendo lo mismo de maneras distintas.
Para ilustrar la idea de interpretante como signo más desarrollado podemos
recordar a Eco, quien lo asimila a aquellos significados nuevos que se adosan a los
sentidos literales del signo y que corrientemente se han denominado “connotaciones”.
Eco toma como ejemplo para plantear esto, al objeto GATO. Cuando trabaja el
Interpretante como signo desarrollado indica la existencia del poema de Baudelaire que
se llama “Los gatos”, los que, en el poema, se vinculan a los amantes ardientes y a los
sabios austeros, nombra también las investigaciones que en el campo de la crítica
literaria, se realizaron sobre ese poema, por ejemplo, el trabajo de Levi-Strauss y de
Jakobson, y también cuenta que, en determinado momento, París estuvo sitiada por los
prusianos. Debido a ello, los parisinos no tenían otra salida que pensar en de qué iban a
alimentarse, puesto que no había posibilidades de que entraran a la ciudad alimentos del
campo. Entonces empezaron a alimentarse de gatos, lo que engrosó la semiosis y
modificó el objeto, también, por un tiempo. Al objeto se le agregó una “cualidad” que
antes, para esa comunidad, no existía, y era la de ser algo comestible. Es como para
nosotros la carne de vaca. La vaca es un animal comestible. Para los hindúes la vaca es
un animal sagrado, por lo tanto, aunque el objeto concreto, empírico, sea el mismo, no
se le atribuyen las mismas propiedades. Para diferentes comunidades, la vaca no posee
las mismas cualidades, pues para algunas es un animal comestible o que produce
diferentes alimentos, entre ellos, la leche, con la que también se produce el queso, y
para otros, es un animal sagrado. Y acá aparece una relación particular entre la semiosis
y los objetos.
Peirce plantea que los signos crecen, se desarrollan, y, por lo tanto, pueden
morir, también. Justamente este desarrollo, como dijimos, puede implicar el desarrollo
o la modificación del objeto. Para los hombres, las características del objeto empiezan a
“existir” en la medida en que aparezcan en la semiosis. Pero esto depende de lo que
juzgue la comunidad de mentes, si no cada objeto tendría las cualidades que le
adjudicaran individualmente las personas, y no es ese el caso.
Bueno, dejamos acá, la clase que viene, continuamos con lo que nos resta ver de
esta definición.
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