04 | SOCIEDAD TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 28 de marzo de 2015 EN LA CAMA El lugar en que nacemos. En el que muchos morimos. En el que miles de millones fueron concebidos y en el que varios están leyendo este artículo. Más que un objeto, un espacio en sí mismo. La cama sirve para dormir, es cierto, pero también es un reflejo de quiénes somos y de cómo nos relacionamos. Buen dormir, sexo saludable, hábitos y comportamiento; todo sobre la cama. POR: Mónica Stipicic H. “ No hay nada como la propia cama”. Debe ser una de las frases más dichas. No importa si la persona ha pasado una semana en un hotel cinco estrellas, la cama es la cama. Generalmente es lo primero que compramos al montar una casa. No es un mueble más sino que un lugar en sí mismo en el que se pasa mucho tiempo pero al que no se invita a cualquiera. Ni siquiera se les muestra a todos, salvo que usted sea la artista Tracey Emin, cuya obra más conocida se llama My bed, y es precisamente su cama deshecha, con las sábanas con manchas amarillas, rodeada de colillas, preservativos, test de embarazo, zapatillas y objetos de uso cotidiano, donde se dice que la artista pasó una semana después de que la dejara su pareja. La obra causó gran interés y polémica la primera vez que se expuso, en 1999, y el año pasado fue rematada en Christie’s por algo menos de cuatro millones de dólares. “Compré My Bed porque es una metáfora de la vida, donde los problemas comienzan y la lógica muere”, dijo el feliz comprador, el conde alemán Christian Duerckheim. Tal como demuestra la obra de Emin, la cama puede ser un reflejo extremadamente personal porque en ella y en torno a ella pasan cosas. Sirve para dormir y tener relaciones sexuales, pero muchos también comen, ven televisión, leen, conversan, lloran y a veces se pasan el día ahí. Es también el último refugio. El filósofo alemán Otto Friedrich Bollnow le dedica varias páginas a este objeto en su estudio Hombre y espacio y dice que el carácter de cobijo que tiene el hogar como lugar seguro frente al mundo tiene su expresión máxima en la cama, el lugar de reposo en el que se empieza y termina el día. “Es un espacio de privacidad y comodidad, es sinónimo de descanso. Tener una cama es tener algo propio, un lugar donde caerse muerto. Tu cama es tuya y de nadie más y, por lo mismo, en ella te sientes seguro, la conoces, te manejas”, dice el sicólogo del hospital clínico de la UC Alfonso Cox. Buen y mal dormir Partamos por su función primaria: dormir. El buen o mal dormir también es algo que se puede cultivar, y como somos animales de hábitos, estos deben inculcarse desde la infancia. Ahí aparecen conceptos de moda como “cama compartida” y “colecho” que los especialistas critican desde la perspectiva de la higiene del sueño. Para la sicóloga infanto-juvenil Claudia Cerfogli, el que los niños puedan dormir solos es bueno para su desarrollo socioemocional: “Si no puede hacerlo es indicativo de dificultades en la capacidad de tranquilizarse a sí mismo, que tal vez no ha logrado adquirir la seguridad y la autonomía necesaria para sentir que puede hacer frente a la oscuridad y la indefensión nocturna”, explica. Mientras para los niños el desafío es dormir solos, para los adultos es encontrar con quién compartir la cama. “Dormir de a dos hace bien. Además de la compañía es el momento de mayor intimidad, de poner a prueba al máximo la tolerancia. Es el símbolo del ser pareja: vivimos juntos, dormimos juntos”, dice Alfonso Cox. Para la directora del Centro del Sueño de la Clínica UC Christus, Julia Santín, dormir solo o acompañado no debiera implicar mayores diferencias en la calidad del descanso, mientras exista cierto espacio para moverse. La cosa cambia si hay alteraciones como ronquidos, apneas, síndrome de las piernas inquietas o pesadillas. “Pero también existen ciertos comportamientos que hacen difícil la convivencia en un espacio común. Por ejemplo, la mayoría de las personas se duerme entre las 10 y las 12 de la noche y se despierta entre las 6 y las 8 de la mañana. Pero existen los búhos y alondras, que tienen costumbres distintas y pueden alterar a los demás”, dice. La mitad de los chilenos no es capaz de conciliar el sueño o mantenerlo por más de unas pocas horas, según un estudio de la consultora Collect GFK. Y un cuarto de la población sufre de insomnio. Esas personas tienen que aplicar ciertas “medidas” con respecto al uso de la cama. La primera y más importante es que esta sólo debe usarse para dormir y hay que acostarse cuando se tenga sueño, no ciñéndose