ELEMENTOS FORMALES Y SUSTANCIALES PARA EDIFICAR EN EL PERÚ UNA POLÍTICA DE EMPLEO ENCAMINADA A SOLUCIONAR EL DESEMPLEO Y SUBEMPLEO AMADOR NICOLÁS MONDOÑEDO VALLE INTRODUCCIÓN El desempleo y subempleo es uno de los temas de debate más importantes en relación al mercado laboral peruano. A pesar de esta importancia, la discusión académica no ha llegado aún a niveles muy sofisticados y la mayor parte de los estudios desarrollados en nuestro medio se han concentrado en la descripción de este fenómeno. Mas aún, la mayor parte de las referencias disponibles se han concentrado en el análisis de la tasa de desempleo abierto, indicador estático de amplio uso internacional a nivel oficial. Sin embargo, para entender cabalmente las diversas variantes en relación al desempleo y subempleo hay que tomar en cuenta la gran movilidad laboral existente en el mercado de trabajo peruano. Los peligros de la excesiva liberalización del mercado del trabajo, están dando lugar al trato abusivo, a la sobreexplotación de la mano de obra calificada y no calificada.- agregado a la inconstitucionalidad de las medidas. Se esta produciendo un desequilibrio social peligroso que empieza a vislumbrarse, pese a la disminución del número de huelgas, la cantidad de trabajadores involucrados en las mismas ha aumentado considerablemente. Se ha estimulado el Despido Arbitrario a menor costo; no se han logrado mayores puestos de trabajo, ni se han mejorado el nivel de ingreso de los trabajadores. Los puestos estables han decrecido y se han incrementados los eventuales precarizados. No hay incremento de productividad y el mayor mal resulta ser el subempleo y el desplazamiento de la masa laboral al sector informal de la economía. La capacidad competitiva de las empresas, no debe nacer de una “mano de obra barata” ni de “enganchadores” ni de “cooperativas”; sino de un manejo eficiente de la política macro económica. En el presente documento se trata de enfocar cuales son los mecanismos sustanciales, y sus respectivos formales, que deben contener la una política de empleo en el Perú. I. ANTECEDENTES: EL ROL DE LA OIT PARA LA GENERACIÓN DE EMPLEO. En 1919 las naciones signatarias del tratado de versalles crearon la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconociendo el hecho que “existe condiciones de trabajo que entrañan tal grado de injusticia, miseria y privaciones para un gran número de seres humanos, que el descontento causado constituye una amenaza para paz y armonía universales”. Par ser frente a este problema, Nueva Organización estableció un sistema de normas internacionales, preparada por los representantes de los gobiernos, de los empleadores y los trabajadores de todo el mundo- que abraca todos los temas relacionados con el trabajo. Los fundadores de la OIT reconocieron en el año 1919, que la economía global necesitaba reglas claras para garantizar que el progreso económico que estuviera en sintonía con la justicia social, la prosperidad y la paz para todos. En la actualidad la OIT ha desarrollado un amplio, Programa de Trabajo Decente que asume mucho de los mismos desafíos a los que tuvo que hacer frente en sus inicios. El programa tiene como objetivo la consecución de un trabajo decente para todos, a través de la promoción del diálogo social, de la protección social y de la creación de empleo, así como del respeto de las normas internacionales de Trabajo y Política Social, apoyado con un sistema de control concebido para encarar todos los problemas que se presentan en su aplicación a escala nacional. Constituyendo el componente jurídico de la estrategia de la OIT para orientar la globalización, promover el desarrollo sostenible, erradicar la pobreza y garantizar que las personas puedan trabajar en condiciones de dignidad y seguridad. LA OIT en el último quinquenio ha tenido como principal objetivo el desarrollo de una base de conocimientos para orientar la transversalización de la dimensión de género en las políticas públicas de combate a la pobreza y generación de empleo. Se identificó una serie de vacíos en materia de información y análisis respecto de los determinantes de género de la pobreza, las brechas de equidad de género en el mercado de trabajo y los efectos de su no consideración en las políticas públicas. A fin de responder a estos vacíos y aportar nuevos instrumentos para el trabajo de los constituyentes, se elaboró una agenda de investigación que incluyó el desarrollo de herramientas conceptuales y metodológicas, utilizando el enfoque de género. Esto permitió contar con diagnósticos precisos, disponer de evidencias y nuevos argumentos para enfrentar prejuicios que tienden a reproducir las desigualdades de género, evaluar el impacto de determinadas políticas de empleo y superación de la pobreza en el bienestar y autonomía de las mujeres y contar con una batería de nuevos instrumentos que serán de utilidad para el conjunto de la región. Ese proceso se ha realizado en los proyectos GPE-AL, GPE-Ecuador y GPE-Chile y se sigue realizando en los otros proyectos que están en ejecución1[1]. 1[1] Informe de actividades presentado a la 37a Reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional de la Mujer para América Latina y el Caribe superar la pobreza mediante el trabajo decente y la promoción de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres: El Enfoque de la Organización Internacional del Trabajo (oit). Noviembre de 2004 Esta nueva base de conocimientos permitió: a) elaborar material de apoyo para las actividades de sensibilización y capacitación; b) construir argumentos con base empírica para la formulación, negociación y adopción de políticas y programas productivos y de empleo dirigidos a la superación de la pobreza con enfoque de género; c) establecer una red de investigadoras/es en materias de pobreza, empleo y género en la región en torno a los temas del Programa. En este proceso de creación de conocimiento el programa generó hasta ahora una gran cantidad de materiales que fueron utilizados como insumos para la asistencia técnica y la capacitación ya realizada, así como libros y Manuales que recogen los aportes de un grupo significativo de investigadoras e investigadores que trabajaron en el desarrollo de conocimientos considerados necesarios para la toma de decisiones por parte de los interlocutores sociales (en Anexo la relación de Publicaciones del Programa GPE y demás Proyectos desarrollados por la OIT en América Latina). II. LA REFORMA INSTITUCIONAL DEL MERCADO LABORAL EN EL PERU En 1990, la Organización Internacional del Trabajo describía a la legislación laboral peruana como “…la más rígida, la más proteccionista, la más intervencionista y la más confusa de América Latina…”. En los últimos 15 años se ha dado un vuelco radical a aquella situación. En la presente sección se describen los objetivos y principales líneas de acción de la reforma laboral, así como se discute la evidencia disponible en cuanto a su impacto sobre el funcionamiento del mercado laboral. El objetivo central de la reforma fue crear un marco normativo que favorezca un eficiente desenvolvimiento del mercado laboral, asegurando la flexibilidad y movilidad de la fuerza laboral, de manera que las empresas y los trabajadores puedan responder a los acelerados cambios en la economía mundial y los recursos humanos fluyan hacia las actividades con mayor potencial de crecimiento en la economía. Este es, a nuestro juicio, la manera más efectiva de fomentar el crecimiento del empleo en el Perú. Los cambios implementados se pueden ordenar en dos grandes grupos: (1) derechos individuales y (2) derechos colectivos de los trabajadores2[2]. 2.1 Principales Reformas (1992-2004) sobre Derechos individuales de los trabajadores (a) Flexibilización de las normas sobre horarios de trabajo, estableciendo además la facultad del empleador para establecer y/o modificar el horario del trabajador dentro de criterios de razonabilidad y obedeciendo a las necesidades del centro de trabajo, siempre que la jornada no exceda de 8 horas diarias ó 48 horas semanales. Asimismo, en el caso del descanso semanal, la elección de un día distinto al domingo para atender requerimientos propios. (b) Eliminación de la estabilidad laboral absoluta, que anteriormente se adquiría automáticamente luego de tres meses de permanencia en la empresa (periodo de prueba), reemplazándola por una protección contra el despido arbitrario (estabilidad laboral relativa) que implica en el caso de los contratos de duración indeterminada una indemnización de una y media remuneración ordinaria mensual por cada año completo de servicios, sujeta a un tope de doce remuneraciones mensuales en total. Por otra parte, la normativa también dejó abierta la posibilidad de extender la duración del periodo de prueba a seis meses para trabajadores calificados y un año para personal de dirección o en cargos de confianza. Asimismo, se crearon nuevas causales justas de despido asociadas a la inconducta y a la incapacidad productiva del trabajador. 2[2] Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo. Programa de Estadísticas y Estudios Laborales. Boletín de Economía Laboral N° 8. Año 2. Abril de 1998. (c) Introducción de nuevas modalidades contractuales. Estas incluyen los contratos sujetos a modalidad, también llamados a plazo fijo, hasta por un máximo de cinco años por trabajador, y los contratos por obra o servicio específico, para los cuales no hay plazo límite. Anteriormente, los contratos a plazo fijo sólo se podían realizar excepcionalmente, pues existía la presunción de la duración indeterminada del contrato de trabajo. Este tipo de contratos era posible, por tanto, sólo cuando la naturaleza temporal o accidental del servicio a prestar lo exigía. (d) También se introdujeron los convenios de formación laboral juvenil para jóvenes entre 16 y 25 años y las prácticas preprofesionales, ambos hasta por un máximo de 36 meses. El objetivo de estas formas de relación pre-laboral es facilitar la inserción de los jóvenes en el mercado laboral, grupo que muestra las tasas de desempleo y subempleo más altas. Estos convenios, por no tener carácter laboral, no obligan al pago de beneficios sociales, aún cuando mantienen la obligación de asegurar una cobertura de salud al joven participante. (e) Flexibilización de las normas relativas a la intermediación laboral, la cual puede ser desarrollada por las cooperativas de trabajo y fomento del empleo y las empresas de servicios especiales. Este mecanismo permite la colaboración de terceros no vinculados laboralmente con la empresa, en el desarrollo de las labores propias de su giro y en labores complementarias y de carácter especializado. De esta manera, las empresas usuarias de sus servicios concentran sus recursos en aquellas actividades que por su especialización les generen mayores beneficios. (g) Creación de un sistema privado de pensiones, donde varias empresas privadas compiten por la administración de cuentas individuales de aporte de los trabajadores. Los trabajadores que han cotizado al sistema de seguridad público pueden elegir entre permanecer en tal sistema o pasar al privado, pero los nuevos entrantes a la fuerza laboral sólo pueden optar por el sistema privado. 2.2 Principales Reformas de Derechos colectivos de los trabajadores (1992-2004) (a) Democratización del derecho de huelga. La nueva legislación ha hecho explícita la exigencia de la mitad más uno de los votos emitidos directa y secretamente por todos los trabajadores para ir a una huelga. Anteriormente, la decisión de iniciar una huelga podía ser tomada por las dirigencias sindicales que no necesariamente representaba la voluntad mayoritaria de los trabajadores comprendidos. Además, se ha reafirmado el principio de “día no laborado, día no pagado”, en lo que respecta al periodo de huelga. (b) Garantías para el ejercicio de la libertad sindical a efecto de evitar la unicidad o monopolio sindical. En este aspecto se han flexibilizado los requisitos para la constitución de organizaciones sindicales, dejándose de lado la exigencia de contar con más del ciento por ciento de los trabajadores para la constitución de un sindicato de empresa. Asimismo, para la constitución de organizaciones de grado superior, en la actualidad sólo se exige la afiliación de dos sindicatos tratándose de una federación y de dos federaciones para el caso de las confederaciones. (c) Limitación de la participación del Estado en la negociación colectiva. El Ministerio de Trabajo y Promoción Social (MTPS) participa en la conciliación de partes. Sin embargo, las diferencias se pueden resolver ya sea vía el arbitraje privado (figura inexistente en la legislación previa) o, alternativamente, los trabajadores pueden optar por ir a la huelga, siendo ambos mecanismos excluyentes. (d) Flexibilización de las normas para el cese colectivo de trabajadores por causas objetivas: económicas, tecnológicas, estructurales, disolución, liquidación o reestructuración empresarial. De esta manera, se facilita la reconversión tecnológica de las empresas. 2.3 IMPACTO DE LAS REFORMAS INSTITUCIONALES Aún cuando la mera descripción de los cambios efectuados en la normativa laboral revela claramente el levantamiento de muchas de las rigideces incorporadas en la legislación anterior, es importante saber hasta qué punto los agentes han absorbido el nuevo marco institucional y cómo esto se refleja en el funcionamiento de los mercados laborales. En este sentido, y en cuanto al tema de los contratos de trabajo, la demanda por parte de las empresas de formas de relación más flexibles se refleja en el mayor uso de nuevas modalidades contractuales haciendo un abuso del subempleo. En 1996 se registraron 435,556 contratos bajo las figuras contempladas en la Ley de Fomento del Empleo, norma que recoge los cambios operados en la legislación laboral a partir de 1991. Más aún, como la intuición sugiere, el crecimiento del empleo en los últimos años se ha dado mayoritariamente a través de modalidades contractuales flexibles y sin respeto por los más elementales derechos laborales. En conclusión, la flexibilización contractual no ha contribuido a un funcionamiento más eficiente del mercado laboral, donde se permite la intermediación laboral y la alternativa del subempleo frente a la alternativa del desempleo. Este análisis se han utilizado diferentes bases de datos construidas en base a las Encuestas Nacionales del Hogares (ENAHO) que ejecuta trimestralmente el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI)3[3]. En particular dado que se necesitaba información dinámica, se utilizó datos de dos paneles: a) el panel de hogares conformado por los cuatro trimestres de 1996 y b) el panel de hogares construido uniendo los cuartos trimestres de 1997 y 1998. Adicionalmente, se utilizó información de la ENAHO 1997 III como soporte de cálculo de algunos datos relevantes para la discusión desarrollada. Los principales hallazgos del estudio se pueden resumir en tres grandes temas: El análisis de dinámica del mercado de trabajo general revela que existe una gran movilidad en el status laboral de los individuos. En particular, se encuentra que las principales transiciones laborales observadas ocurren entre el empleo y la inactividad y no entre el empleo y el desempleo. Mas aun, se encuentra que existen inactivos permanentes (un 20% de la PET) e inactivos temporales, siendo estos últimos quienes cambian frecuentemente de status laboral. Tomar en cuenta estas características del mercado laboral tiene importantes implicancias en el análisis de la incidencia del desempleo. La gran importancia de la inactividad plantea interrogantes conceptuales sobre la metodología de clasificación de la fuerza laboral y respecto a las posibles diferencias entre los desempleados y los inactivos temporales. Ante ello, se plantea que es necesario adecuar los instrumentos de análisis a un mercado cada vez más cambiante, ya sea incorporando eventualmente la medición de la PEA habitual que toma como período de referencia un plazo más amplio, o analizando la posibilidad de incorporar encuestas continuas que cubran todo el año para tener una visión completa de todos los eventos que ocurren en el mercado de trabajo. Es importante también el análisis de los flujos de entrada y salida al desempleo. Las personas que entran al desempleo pueden provenir del empleo o de la inactividad, y cuando vienen del empleo puede ser por razones involuntarias o voluntarias. Se encuentra que los despidos y las renuncias explicarían – cada una un 20 % del total del desempleo. Los aspirantes representan sólo uno de cada 10 casos de desempleo, lo cual constituye un cambio respecto a décadas anteriores. En el caso de los flujos de salida del desempleo se encuentra que muchas personas, aproximadamente la mitad, dejan el desempleo porque se convierten en inactivas y no porque encuentran trabajo. Esto tiene importantes implicancias para el análisis de la duración del desempleo. 3[3] CHACALTANA. JUAN. Un análisis dinámico del desempleo en el Perú. Lima: Fondo de Investigaciones del Programa MECOVI-Perú. Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Marzo del 2000. III. POLÍTICAS DE EMPLEO DESTINADAS A SOLUCIONAR EL DESEMPLEO Y EL SUBEMPLEO: La Constitución de 19794[4] otorgaba al trabajo la categoría de valor primordial del sistema jurídico y del sistema de economía social de mercado así como la característica de ser la principal fuente de riqueza sustento del ordenamiento jurídico. A diferencia de la Constitución de 19935[5] que reconoce al trabajo como un valor primordial en el ordenamiento económico con repercusiones en el sistema jurídico, considerándolo como el medio más eficaz para la realización de la persona humana. En ambas constituciones se establece al trabajo como derecho y deber6[6], siendo que la constitución derogada tenía una visión más socializadora porque lo ubicaba no solo como derecho personal, como lo hace la actual constitución, sino también como elemento de progreso del grupo humano en su conjunto. Entonces tenemos que se establece el derecho de trabajar lo cual es importante porque es la fuente de ingresos que permite a la persona tener lo necesario para vivir, - esto es independencia económica lo cual le permite desarrollarse libremente - entonces se constituye como base del bienestar social y medio de realización de la persona. 4[4] Artículo 42.- El Estado reconoce el trabajo como fuente principal de la riqueza. El trabajo es un derecho y un deber social. Corresponde al Estado todo promover las condiciones económicas y sociales que eliminen la pobreza y aseguren por igual a los habitantes de la República la oportunidad de una ocupación útil, y que los protejan contra el desempleo y el subempleo en cualquiera de sus manifestaciones. En toda relación laboral queda prohibida cualquier condición que impida el ejercicio de los derechos constitucionales de los trabajadores o que desconozca o rebaje su dignidad. El trabajo en sus diversas modalidades es objeto de protección por l Estado, sin discriminación alguna y dentro de un régimen de igualdad de trato. A nadie puede obligarse a prestar trabajo personal sin su libre consentimiento y sin la debida retribución (…). 5[5] Artículo 22.- El trabajo es un deber y un derecho. Es base del bienestar social y un medio de realización de la persona. 6[6] No sólo es establece por la legislación nacional sino también por los documentos internacionales como en el artículo 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 6 del Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales, artículos XIV y XXXVII de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, el artículo 6 del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el artículo 20 del Convenio N° 169 de la O.I.T. También el trabajo es un deber porque el individuo debe desarrollarse y obtener lo necesario para vivir en la medida que le sea posible así como porque la sociedad en su conjunto depende del trabajo de todos para poder progresar y no en el sentido de que quien no labora es sancionado o penado por el Estado pero sí se establece beneficios para las personas que trabajan. La falta de empleo formal, bien remunerado, y con adecuada protección social es el principal problema que afrontan las mujeres y hombres peruanos. Se estima que cada año entran al mercado laboral 350,000 jóvenes, calculándose que la oferta de empleo formal es para apenas 50,000 trabajadores. Esto se debe tanto al alto grado de informalidad de nuestra economía, como al insuficiente crecimiento de la misma. La población económicamente activa (PEA) en el Perú es de 12’000,000 personas, de las cuales aproximadamente el 40% se encuentra adecuadamente empleada, mientras que aproximadamente un 50% está subempleado y alrededor de un 10% está desempleada. El grado de incumplimiento de las normas laborales ha originado una fuerte precariedad del empleo, trabajando la mayoría de los peruanos sin ninguna o mínima protección social (se estima que solo el 35% de la PEA ocupada se ubica en el sector formal de la economía). Esto ocasiona ausencia de protección de salud o de planes de retiro, entre otros beneficios que solo una pequeña minoría percibe. El PRIMER OBJETIVO destinado a cambiar el rol del Estado en las políticas del empleo consiste justamente en hacer una reforma constitucional, en la cual se llegue a un equilibrio en el rol del Estado, destinado a promocionar en forma indirecta la erradicación de la pobreza. Para ello, el Estado debe plantearse como objetivo de gobierno, el asegurar una tasa de crecimiento del PBI, preservando los equilibrios macroeconómicos. También deberá de promocionar la creación de suficientes empleos dignos como para reducir significativamente el desempleo y el subempleo prevalecientes en la actualidad. Para viabilizar esta reforma y el cumplimiento del objetivo trazado, el Estado deberá de promover el crecimiento de la inversión pública y privada; otorgar prioridad y apoyo gubernamental a las PYMES y MYPES, dándoles incentivos fiscales, tecnología, mercados, capacitación, asesoramiento, organización, administración, recursos financieros y promoción de exportaciones. Las PYMES y MYPES que generen nuevos puestos de trabajo, tendrán una calificación especial en los procesos de adquisición de bienes por parte del estado. De igual manera, el Estado deberá fomentar la creación de industrias nacionales, reactivación y consolidación de la industria en general y de los conglomerados empresariales, otorgando prioridad a las industriales descentralizadas, que cuenten con ventajas competitivas y que generen el mayor valor agregado posible. Por otro lado, el Estado tiene que ejecutar políticas sectoriales específicas que apunten a promover ramas manufactureras de gran impacto en la generación de mano de obra y desarrollo tecnológico, como la agroindustria, metal-mecánica, calzado y textil-confecciones. El SEGUNDO OBJETIVO es que el Estado debe priorizar el aumento del empleo formal, generar el mayor número posible de nuevos puestos en el mercado laboral. Los cambios en la legislación laboral apuntarán a incrementar la productividad del trabajador y serán complementadas con otras medidas que aumenten de manera sostenible el empleo, convirtiendo nuestra economía en una que pueda competir con ventaja con otros países. El TERCER OBJETIVO tiene que estar dirigido a mejorar el marco jurídico-económico de las exportaciones, de tal manera que el incremento de éstas, propicie la necesidad de un mayor número de mano de obra que permita cubrir las expectativas de consumo de la demanda internacional. Para viabilizar esta reforma, el Estado deberá de propiciar políticas para ampliar la oferta de productos exportables promocionando nuevos productos, identificados a través de una política de promoción e inteligencia comercial, que diversifique la producción exportable de los distintos productos frescos y orgánicos, de productos manufacturados y de servicios. Por otro lado, se deberá de fortalecer y descentralizar las instituciones que promueven las exportaciones, en un solo esfuerzo, como PROMPEX, MINCETUR, y Agricultura. Por otro lado, el CUARTO OBJETIVO consiste en que el Estado debe promocionar y procurar el incremento PYMES y MYPES formales y productivas, y priorizando la educación para generar conocimiento que aporte valor agregado, con el consecuente beneficio que nuestro país pueda disfrutar de la globalización y de la apertura de mercados. La presión tributaria, más las barreras administrativa, son serios obstáculos para que las empresas se formalicen; las obliga a sobre-costos sólo para librarse de multas y moras; ahuyenta los capitales y la formación de nuevas empresas. En la medida en que las PYMES y MYPES se formalicen, podrán acceder al crédito, y el Estado podrá comprar hasta el 40% de todas sus adquisiciones, conforme dispone la ley. De esta manera, se aumentará considerablemente la mano de obra, reduciéndose el desempleo. Finalmente, como QUINTO OBJETIVO, el Estado se debe centrar en el turismo (una importante fuente para generar empleo y reducir la pobreza). Para ello, deberá de promocionar las atracciones turísticas del Perú crear el marco legal necesario para la protección de los turistas. CONCLUSIONES 1. La intervención del Estado para fomentar el empleo topa con grandes dificultades. Las políticas expansivas pueden producir desagradables efectos secundarios, provocando inestabilidad monetaria y otros desequilibrios. Si lo que se busca es una oferta de empleo bien remunerado, sostenida a largo plazo, habrá que actuar de forma muy cuidadosa para que no sea peor el remedio que la enfermedad. 2. El aumento de la demanda de trabajadores puede conseguirse con medidas fiscales que reduzcan los costes salariales para las empresas, bien reduciendo las contribuciones obligatorias a la Seguridad Social (que tendrían que ser substituidas por otros ingresos del Estado), bien subvencionando la contratación de trabajadores que por alguna circunstancia sean menos eficientes, minusválidos, jóvenes en su primer empleo, etc. La flexibilización de los empleos, autorizando contratos temporales y facilitando los despidos, supone de hecho abaratar los costes laborales de las empresas aunque a costa de la precarización del empleo. 3. Finalmente siguen siendo muchos los partidarios de las tradicionales medidas keynesianas de aumentar la demanda agregada mediante el aumento del gasto público, bien mediante contratación directa por el Estadopatrón, bien mediante la realización de obras o inversiones públicas. A pesar de las argumentaciones de Friedman, los programas y gobiernos socialdemócratas siguen siendo partidarios de políticas activas de creación de empleo especialmente en países con tasas altas de paro.