Ser Trabajador Humanitario

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SER TRABAJADOR HUMANITARIO EN COLOMBIA
SER TRABAJADOR
HUMANITARIO EN
COLOMBIA
Cada 19 de agosto, el Día Mundial
Humanitario celebra a todos los
trabajadores humanitarios, hombres
y mujeres que arriesgan sus vidas
para apoyar a las personas con
necesidades. Aquí está una de sus
historias
debido a las duras condiciones de las zonas
a las cuales llegamos.
Las carreteras destapadas desgastan los
carros, los ríos caudalosos y el mar
consumen los motores y las lanchas, las
condiciones geográficas y climáticas
mis amigos, a mis seres queridos, que no dificultan aún más nuestra labor, y no
volvería a mi trabajo humanitario.
siempre contamos con los recursos para
Era un domingo cualquiera y como siempre reponer de manera inmediata estos
yo conducía la lancha de OCHA, llevando insumos.
una misión interagencial que iba a
implementar unos talleres sobre las rutas Aun así, nos inventamos soluciones,
de atención a violencias de género, a reparamos lo que tengamos, nos unimos
socializar unas recomendaciones de con otras agencias humanitarias para
acompañamiento a víctimas de violencia maximizar lo que hay disponible para no
sexual y a inaugurar la Casa de la Mujeres. tener que suspender la ayuda a las personas
Estas actividades se iban a realizar en una con necesidades.
zona afectada por la violencia armada, de
baja presencia estatal en la cual el aporte de
las organizaciones humanitarias puede
hacer la diferencia para muchas personas,
en particular, para aquellas más vulnerables
como las mujeres y las niñas.
Ser Trabajador Humanitario
por Pastor Caicedo
Me llamo Pastor Caicedo Cuesta, soy
colombiano afrodescendiente del Chocó,
un departamento hermoso y rico en
biodiversidad, aunque uno de los más
golpeados por la violencia armada, con
altos índices de pobreza y vulnerable a los
desastres de origen natural.
Desde hace más de diez años trabajo con
organizaciones humanitarias tanto locales
como internacionales. En 2006 entré a ser
parte de la Oficina de Naciones Unidas para
la Coordinación de Asuntos Humanitarios
(OCHA).
Para mí ser un trabajador humanitario
significa desprenderse de lo suyo para
poder ayudar a personas, pueblos y
comunidades vulnerables sin hacer
diferencia de cultura y religión. Un
trabajador humanitario deja lo propio y se
arriesga para ayudar a otros.
Esta motivación es la que me ayuda a
enfrentar los desafíos de la labor
humanitaria. Recientemente he tenido que
enfrentar la prueba más dura de mi trabajo,
una experiencia en la cual por un momento
pensé que no volvería a ver a mi familia, a
Casi al final de nuestro recorrido por el día,
llegamos al sector llamado la Bocana de
Pizarro en donde el río Baudó se une con el
océano Pacifico, la corriente se vuelve más
fuerte y los barcos deben soportar los duros
golpes del oleaje. Solo faltaba un kilómetro
para llegar a nuestro destino final. Fue en
ese momento que los motores de nuestra
lancha empezaron a fallar. Los trabajadores
humanitarios nos enfrentamos seguido a
fallas técnicas y a dificultades logísticas,
En
esta
misma
situación
nos
encontrábamos en la tarde de ese domingo
de julio en la Bocana: uno de los motores se
había apagado y el otro presentaba fallas.
SER TRABAJADOR HUMANITARIO EN COLOMBIA |
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no lograban verme. Fue allí que pensé usar
mis zapatos, con los cuales había quedado
desde la caída, y que tenían una suela
amarilla. Me los quité y empecé a agitar las
manos cargando los zapatos para que
fuera más visible. Finalmente vi la
embarcación que daba vuelta y se dirigía
hacia mí.
Cuando entré a la embarcación sentí que
había vuelto a vivir. En la lancha los
pescadores me felicitaron por mi fuerza y
valor; me decían que yo era la primera
persona que lograba sobrevivir en esas
olas.
“Cuando entré a la
embarcación sentí
que había vuelto a
vivir.”
Soportar el fuerte oleaje con una velocidad
casi mínima era muy peligroso. Me acerqué
a revisar que pasaba, esperando encontrar
una solución, cuando una ola que casi
voltea el barco me tiró al agua. El golpe me
sacó muy lejos, mientras la lancha seguía en
la dirección opuesta con un solo motor, sin
posibilidad de dar vuelta por las fuertes
condiciones del mar y por el agua que se
había entrado a la embarcación.
pesar de ser de buena calidad, el chaleco no
era suficiente para soportar el nivel de las
olas, así que usé un tronco que pude
encontrar en el agua para sortear las olas y
no sumergirme.
En esas 16 horas que pasé en alta mar me
aferré a la vida, al amor a mi familia y traté
de mantener la calma y la tranquilidad. Yo
sabía que me daban por ahogado, pero yo
quería vivir, y vivo quería volver a mi
familia. Este pensamiento fue él que me
dio el valor de superar las olas, el frío, el
miedo, la sed, el hambre y el sueño.
En la noche, en la oscuridad, por más de
una vez sentí un movimiento raro de las
olas a mi lado y un fuerte olor a pescado;
sabía que podría haber tiburones o grandes
peces que no lograba ver y eso me inquietó
aún más.
Ver la lancha que se alejaba y sentirme a la
deriva fue para mí lo más difícil. Pensé que
me iba a morir, pero tenía la esperanza de
que cuando los compañeros volvieran a
buscarme pudieran entrar por el mismo
lado de la bahía y verme fácilmente. Sin
embargo, solo logré ver la lancha un tiempo
después y desde muy lejos; en ese
momento entendí que no me iban a
encontrar, que ya venía la noche y yo
quedaba a la deriva. Sentí que perdía las
esperanzas.
Cuando se hizo de día, renació la esperanza
de que con la luz pudieran encontrarme.
Aunque las operaciones de búsqueda ya Alrededor de las 8 de la mañana vi el
habían empezado no lograban encontrarme sobrevuelo de un helicóptero, pero las olas
en la oscuridad.
me había llevado muy mar adentro y no
logró ubicarme.
Ahora que superé este momento agradezco
a Dios por haber quedado consciente al Más tarde vi pasar una embarcación de
caer al agua; por haber tenido mi chaleco pescadores a unos 500 metros en dirección
salvavidas puesto y haber tenido contraria a la que yo estaba. Traté de usar
entrenamiento de seguridad para superar todas las fuerzas que me quedaban para
las difíciles condiciones del mar. Sabía que a llamar la atención de los pescadores, pero
Considero que esta experiencia me dejó
enseñanzas para mí y para otros
trabajadores humanitarios, incluso para los
pobladores de la zona.
Ahora me siento con mayores capacidades
y no tengo miedo, porque sé que tengo
muchas más herramientas para seguir
haciendo mi trabajo humanitario.
Siento que estas habilidades que tuve que
sacar para sobrevivir a esta experiencia
también fortalecen a otras personas, a mis
compañeros de trabajo, y les pueden
ayudar a enfrentar los desafíos que se les
presenten durante su labor.
Quiero resaltar el apoyo incondicional que
recibí de mi familia, quien sufrió horas de
angustia, de OCHA, de todo el sistema de
Naciones Unidas, de las ONGs, de las
autoridades y de las misma comunidades
que ya me conocen y con las cuales hay un
vínculo de confianza y de amistad.
Continuaré trabajando por las comunidades
del Chocó y de otros lugares de Colombia;
quiero que mi experiencia ayude a que los
trabajadores humanitarios tengamos cada
vez mejores protocolos de seguridad y
podamos asegurar nuestra presencia en las
zonas donde más se necesita.
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