¿Por qué cantamos?

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¿Por qué cantamos?
Esteban:
La pregunta que nos hacemos el día de hoy también se la formuló Mario Benedetti,
poeta y escritor uruguayo que entre otras cosas produjo este poema que tituló así
“¿Por qué cantamos?”
Ezequiel:
¡Que tema el canto! Cómo nos motiva la música y cómo nos llega al alma, pero
además de eso lo lindo que es poder cantar, lo lindo que es poder expresarse por
medio de lo que otros han preparado o han compuesto para nosotros y robando un
poco la palabras y música de los poetas poder nosotros también expresar lo que
nosotros sentimos y deseamos.
Esteban:
Benedetti contestaba la pregunta de la siguiente manera,
Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil
usted preguntará por qué cantamos.
Si nuestros bravos quedan sin abrazo
la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
antes aún que explote la vergüenza
usted preguntará por qué cantamos.
Si estamos lejos como un horizonte
si allá quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro
usted preguntará por que cantamos.
Cantamos por qué el río está sonando
y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino.
Cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.
Cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota.
Cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta.
Cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.
Ezequiel:
Que poema tan potente Esteban, con esa sencillez y precisión en el manejo del
lenguaje que tiene Mario Benedetti, de palabras usuales, porque no emplea ninguna
palabra de significado complejo. Con las palabras que usamos todos habitualmente
puede construir un poema de esta belleza y con esta contundencia. Es un poema que
lo he leído varias veces pero cada vez que uno lo escucha se te eriza la piel porque
estamos vivenciando lo que dice. Uno va pasando en su cabeza, a medida que escucha
el poema, por esas situaciones que el describe. Cosas que vivimos desde lo individual
en algunos casos, desde lo nacional en otros, pero que tiene la particularidad de
hacernos pasar por todo lo que sentimos y vivimos porque es un poema que refleja
muchos momentos de nuestra vida. Refleja momentos de alegría y momentos de
profunda tristeza y ese construir el canto como un medio de esperanza y de
reivindicación de estar vivo, es decir, a pesar de todo vale la pena estar vivo, vale la
pena continuar esforzándose, vale la pena continuar luchando porque de alguna
manera a pesar de todo nuestra voz sigue sonando y sigue teniendo un valor, es un
poema de los muchos realmente increíbles que nos ha dado Benedetti.
Esteban:
Y habla de que el canto y la canción, el ponerle música a una letra es parte de la
vivencia del ser humano con la que cual expresar cosas que con el grito no es bastante,
tampoco con el llanto ni con la bronca, sino que el canto refleja y expresa de una
manera diferente sensaciones y emociones que no podemos decir de otra forma
Ezequiel.
Ezequiel:
Que buena estrofa que elegiste Esteban porque es ahí donde muestra Benedetti la
capacidad superadora del canto y de la poesía. La primera vez que escuche este poema
fue cantado y es todavía más fuerte cuando uno escucha esto como la letra de una
canción y no meramente como un poema, pero fíjate que él dice que de alguna
manera esa elaboración artística que implica el ponerse a pensar sobre las cosas que
nos pasan y nos duelen es superadora del grito y del llanto, gritar y llorar son acciones
primigenias pero cuando nos enfrentamos al arte que es una reacción elaborada,
frente a la dureza de la vida encontramos que esa respuesta es superadora de la
situación que nos hace gritar y de la situación que nos hace llorar, y si no es
superadora, por lo menos es un primer paso para comenzar a comprender esas cosas
que nos duelen o que nos provocan tristeza.
Esteban:
Te pongo el ejemplo del pueblo negro que estaba viviendo en los Estados Unidos
trasplantado en esclavitud. Allí encontró que no tenía otra manera de expresar todo lo
que sucedió en ese tiempo tan duro que a través de la música.
Ezequiel:
Es que la música Esteban tiene la particularidad de conectarse directamente con el
espíritu, de todas las artes a pesar de que demanda una gran elaboración es la que más
rápidamente sintoniza con la emoción, es la que más rápidamente sintoniza con
nuestro sentir y con nuestro corazón, creo que por eso cuando vamos a la iglesia
cantamos, porque no hay nada que pueda reflejar tanto lo que sentimos hacia Dios que
nos permita exteriorizarlo de mejor manera que el ponernos a cantar y como vos bien
citas ese ejemplo de los Negros Spirituals, de estos esclavos que aún en medio de la
peor de las omisiones encontraban la libertad en la fe y en la música, y en la
combinación de ambas se dio eso fabuloso que fue el Negro Spiritual que terminó
generando uno de los movimientos musicales más importantes del siglo XX como es el
Jazz, y de repente uno descubre que en el núcleo de este tipo de movimientos siempre
termina estando la fe, la fe como un motor básico de la música. Pienso, yendo un poco
más atrás, en Bach de quien se ha hablado tanto en Tierra Firme y como nutrió con su
vivencia espiritual toda esa música que en esa época se consideraba la música del
organista del pueblo y que sin embargo forma parte de una de las grandes cumbres de
la música clásica. La música cuando se emparenta con el espíritu y cuando se
emparenta con el fluir espiritual, y ese fluir espiritual es un fluir sano y bien orientado,
genera cumbres, genera momentos con los que todos nos sentimos identificados.
Esteban:
Así, en el momento de más dolor, de depresión y de abandono que sentía Haendel
salió de ello “El Mesías” por ejemplo.
Ezequiel:
Seguro porque de alguna manera estamos canalizando todos esos impulsos
espirituales que habitan en nosotros y que muchas veces queremos negar, y ¿quién no
se sintió tranquilo al escuchar determinada música? O ¿quién no pudo apaciguar su
ánimo escuchando música? Y de hecho hemos creado hasta un proverbio que lo
usamos permanentemente que dice: “La música amansa las fieras”. Refiere al poder
que la música tiene sobre nosotros y es lo que está diciendo Mario Benedetti, no
subestimemos el arte, no subestimemos la posibilidad de cantar, no subestimemos la
poesía, no subestimemos la capacidad de expresarnos artísticamente, porque hay
cosas que no entran dentro del patrón de lo estrictamente racional, pero que el ser
humano sigue necesitando y que son tal vez las que más cabalmente lo definen como
eso, como ser humano.
Esteban:
Ya en la antigüedad, por ejemplo, un rey como lo era el Rey Saúl estaba atormentado
por diversas situaciones que estaba viviendo, estaba aguijoneado mental, espiritual y
emocionalmente y encontró que cuando David tocaba el arpa lograba apaciguar todos
esos malestares que estaba experimentando.
Ezequiel:
Es excelente lo que decís, pero te lo contrapongo con la dureza de la música punk, que
alguno de nuestros oyentes escuchó o escucha habitualmente. El punk es la música de
la frustración, sigue canalizando un determinado fluir espiritual pero en este caso es
totalmente distinto al que mencionabas vos del Rey David. ¡Qué ejemplo el Rey David!
150 salmos tenemos en la Biblia de los cuales más de 70 fueron escritos por él. Los
Salmos no son ni más ni menos que letras de canciones. Estamos hablando de que gran
parte de la producción literaria de David, que era un gran escritor, está consignada allí.
Y eran las letras que la gente cantaba en distintos momentos a lo largo de
determinados procesos religiosos o simplemente como forma de devolución hacia Dios
de todo lo que sentían y vivían. Allí esta como una especie de gran pilar que sostiene
toda la estructura de los Salmos, el Salmo 23, que la mayoría de los cristianos
conocemos de memoria. Es un hito dentro de la poética cristiana, hasta el día de hoy lo
continuamos cantando porque las palabras de David vibran en el mismo tono que vibra
nuestro espíritu cuando queremos decirle a Dios todo lo que representa para nosotros.
Esteban:
¿Por qué cantamos?, ¿por qué canta usted?, hacemos una pausa y ya volvemos
respondiendo esta pregunta.
PAUSA...
Esteban:
Se ha preguntado ¿por qué canta?, ¿cuándo canta?, ¿en qué circunstancias?, ¿con qué
propósito?, recordaba en tu charla Ezequiel a dos personajes del nuevo testamento, el
libro de los Hechos dice que Pablo y Silas encarcelados por los magistrados luego de ser
azotados y se les arrancara la ropa, por el simple hecho de ser cristianos y predicar el
evangelio de Jesucristo terminaron en el cepo, con los pies sujetos allí, y dice que a
medianoche se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios… y en qué situación.
Ezequiel:
La música creo que es parte del corazón de Dios, es un regalo de Dios para todos los
hombres y reivindico de la forma más radical el hecho de ir a la iglesia a cantar, de ir a
la iglesia a alabar a Dios. Estamos muy acostumbrados al recital. Nos hemos
acostumbrado a sentarnos en la tribuna a ver como otros hacen un deporte, como
otros juegan al futbol, como otros juegan al basquetbol o lo que fuera, y del mismo
modo nos hemos acostumbrado a sentarnos y ver como otros hacen música, y esto
pervierte el espíritu de lo que verdaderamente es la alabanza. En Argentina he tenido
que ver con profundo desagrado y tristeza como ciertos grupos internacionales, que
manejan fortunas a nivel económico cobran entrada a la gente para ir a alabar a Dios.
Proponen un recital de alabanza y le cobran entrada a la persona para que vaya a
alabar… y yo digo, la alabanza es libertad, nadie me puede cobrar a mí por alabar a
Dios, tengo que poder ir a la iglesia y gratuitamente poder cantarle a Dios con todo mi
corazón. Creo que los cristianos tenemos que dejar de ir a los recitales cristianos para
empezar a cantar nuestra música cristiana.
Esteban:
Y a cantar como decís vos congregacionalmente, o sea en grupo y con otras personas,
unánimes.
Ezequiel:
Exactamente, cuando cantamos con el otro, cuando de alguna manera yo me sintonizo
con el que tengo al lado, al margen de la perfección técnica (que mal que le hizo al
mundo evangélico y a los cristianos el buscar la perfección técnica sobre todo en lo
musical).
Esteban:
Obviamente que hay gente que es dotada para la música.
Ezequiel:
Claro, pero cuando vamos a la iglesia y dejamos de cantar porque desafinamos o
porque no pegamos con las notas o lo que sea, de alguna manera Dios nos dice que
tenemos que cantar igual porque es nuestra forma de exteriorizar lo que sentimos
hacia Dios, tomando las palabras de otros como decís vos más dotado que nosotros
para escribir o para componer, y de alguna manera partiendo de esa plataforma poder
nosotros exteriorizar lo que nosotros sentimos en contacto con otros cristianos.
Cuando empiezo a cantar en mi iglesia y cualquier persona que vaya a una iglesia sobre
todo las iglesias evangélicas donde cantamos tanto y nos gusta tanto la música, pues la
música es tan definitoria de lo que es un evangélico, canto con mi hijo y los amigos de
mi hijo que tienen 8, 2,o 3 años, canto también con la persona que tiene 80, 85 u 86
años, canto yo que tengo 36, de alguna manera cantan todos y estamos unidos a pesar
de nuestras distintas experiencias, y cantamos una canción como “Cuando allá se pase
lista” y tiene un sentido para mí, un sentido totalmente distinto para los chicos que las
cantan y tiene un sentido totalmente diferente para una persona de 85 años que está
en la inminencia de la llegada a la patria celestial, y es conmovedor además, Esteban,
pensar que canciones como esta y también los himnos que son canciones que han
cantado los cristianos durante años, cuando uno las entona está también
hermanándose con los que ya pasaron y que nos dejaron un legado positivo. También
Esteban reivindico las canciones que hablan sobre la dureza de la vida cristiana y no las
que solamente hablan de como Dios me quiere y como lo quiero yo a Dios, que es una
hermosa experiencia que Dios nos quiera y poder quererlo a Dios, pero en la vida
también hay valles de sobra de muerte y ahí viene de nuevo la imposible de eludir
lección del salmo 23 donde refleja toda una vida en esos pocos versículos que
componen el salmo. Creo que tenemos que empezar a recuperar ese espacio para las
alabanzas en las iglesias, ese espacio donde podemos expresar lo que sentimos hacia
Dios de corazón.
No donde voy a ver como una serie de músicos despliegan su capacidad técnica, sino
donde voy yo a ser partícipe de un hecho profundamente espiritual del que nadie me
puede dejar afuera. Por supuesto que no estoy hablando en contra de ningún músico
cristiano, creo que cada uno si actúa honestamente puede hacerlo y puede avanzar,
pero tenemos que entender que hay una diferencia entre un recital y juntarnos a
alabar a Dios, alabar a Dios es algo donde yo participo, donde no soy un mero
espectador, donde formo parte de esto y donde combino además mi voz con las voces
de muchas otras personas que tienen vivencias y experiencias distintas a las que
podemos tener nosotros. En esa pluralidad es donde el cristiano tiene que alabar, es
una forma más de sentir que todos somos parte de un mismo cuerpo.
Esteban:
Y es interesantísimo que en la misma Biblia al final del canon bíblico cuando habla el
apocalipsis una de las cosas que se enfatiza como culminación de la historia, cuando
estén los cristianos de todas las épocas juntos es que van a cantar juntos las personas
de todas las generaciones, de todos los pueblos, tribus y razas.
Ezequiel:
Exactamente, porque el canto nos une, es decir decimos que nos convertimos en una
sola voz. Es decir, que la combinación de nuestras voces generan una sola, y es esa la
unión que buscamos cuando cantamos. Como vos definiste muy bien, el canto
congregacional, es el grupo de cristianos que forma parte de una congregación
determinada cantando y alabando a Dios, a lo largo de toda la historia bíblica y del
cristianismo la música tiene una fuerte presencia, muchas de las grandes obras de la
música clásica han sido fuertemente influidas por el cristianismo en su motivación
principal, y creo que tenemos que aprender a reconocer eso y a entender que esos
himnos y canciones que forman parte de lo que nosotros somos están ahí porque Dios
quiere que las vivamos de una determinada manera. Me pregunto, ¿hace cuánto que
no nos emocionamos o reflexionamos cantando una canción en nuestra iglesia?,
¿Cuántas veces vamos y mecánicamente pasamos de una canción a otra? A veces los
que dirigen la alabanza insisten en decirnos que pensemos en la letra, que bueno que
sería que tal vez este domingo cuando vayamos a la iglesia podamos pensar en esas
letras que cantamos. o tal vez, si nunca fuimos a una iglesia nos podamos acercar y
podamos sentarnos a cantar con otras personas pensando que la alabanza es esto, es
un espacio donde podemos expresar lo que sentimos hacia un Dios de amor, que nos
acompaña siempre tanto en los buenos como en los malos momentos.
Esteban:
Así que cantemos en toda circunstancia, en toda situación, la canción siempre viene a
ser una herramienta, una medicina, un instrumento apropiado.
Ezequiel:
Contesto la pregunta de Benedetti para ir cerrando nuestro programa de “¿por qué
cantamos?” Cantamos porque tenemos un Dios que merece nuestra alabanza,
cantamos porque tenemos un Dios que nos ama, un Dios que nos cuida, un Dios que
nos atiende, un Dios que no nos desampara y un Dios que merece que reconozcamos
todo eso que Él hace por nosotros. Cuando uno se sienta con su himnario o mira la
proyección y comienza a cantar tiene que tener en cuenta y tiene que tener presente
que Dios merece toda alabanza, que cuando yo me siento a reconocer que Dios es
grande lo que estoy haciendo es volver al punto cero de mi vida espiritual, recordando
ese momento en el que me encontré con Dios por primera vez y a veces los hombres
en la reiteración de las circunstancias, de las letras, o de las canciones nos vamos
olvidando de la profundidad que tiene el hecho de sentarnos a alabar, y a veces el
sistema este capitalista que se termina metiendo en la fe nos hace olvidar la
importancia de ser partícipes de la alabanza, de no ser meros espectadores sino de
formar parte de esa gran pulsión espiritual que es el cantarle a Dios.
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