Descolonización

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Descolonización
En un sentido amplio el concepto de descolonización alude
al acceso a la independencia de los pueblos y territorios sometidos a dominación política, social y económica por parte
de potencias extrañas. Desde esta perspectiva, es factible
hablar de una pluralidad de procesos descolonizadores: el
emprendido en América entre 1783 y 1900 y de resultas
del cual emergen como realidades políticas los Estados Unidos y las diferentes repúblicas latinoamericanas, el operado
entre 1920 y 1945 en relación con las dependencias del
Imperio Otomano y de resultas del que surgen a la vida independiente buena parte de los Estados del Oriente Medio y
el Maghreb o el comprendido entre 1945 y 1970, a raíz del
cual el conjunto del continente africano e importantes áreas
de Asia, el Pacífico y el Caribe se estructura en unidades
políticas independientes, libres ya de la dominación extranjera. En sentido estricto, en cambio, el concepto de descolonización evoca exclusivamente este último proceso histórico – cuyo punto culminante es 1960 – en virtud del cual
la práctica totalidad del continente africano y sustanciales
áreas del Pacífico, Caribe y Sudeste Asiático han accedido
a la independencia, dotándose de sus correspondientes estructuras estatales.
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una serie de elementos que explican y propician su evolución y culminación. En primer término, conviene destacar
la crisis del imperialismo (véase Imperialismo) concebido
como fase histórica que había supuesto en su momento la
competencia entre las potencias europeas por el dominio
territorial absoluto. La profunda crisis que afecta a las potencias metropolitanas europeas de resultas de los sucesivos
conflictos mundiales constituye un contexto propicio para la
germinación y afianzamiento de movimientos nacionalistas
en los territorios objeto de dominación colonial, liderados
muchas veces por unos pocos representantes de la intelligentsia local. A ello debe de sumarse el proceso de sustitución de aquellas potencias en el liderazgo mundial por
las, entonces, dos Superpotencias, Estados Unidos y Unión
Soviética, caracterizadas ambas por un evidente desapego,
cuando no hostilidad frente al fenómeno colonial. En el caso
norteamericano factores de orden económico e incluso de
psicología colectiva determinaban su rechazo al fenómeno
colonial; para la Unión Soviética el factor ideológico se revelaba decisivo en su repudio del colonialismo justificando
un hostigamiento de esta práctica como uno de los elementos para propiciar el derrumbe del capitalismo en línea con
las premisas de la teoría leninista sobre el imperialismo; en
suma, el repudio de las fórmulas coloniales tradicionales
En la afirmación y desarrollo de este proceso - conocido frecuentemente como la “Gran Descolonización”– convergen
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colonial. Sin duda, ha sido este uno de los éxitos capitales
logrados por la ONU en su trayectoria y ello no obstante las
confusas e incluso contradictorias previsiones contenidas en
su texto constitutivo, la Carta de San Francisco (véase Naciones Unidas, Organización de las). En efecto, si bien la Carta
de las Naciones Unidas proclama en sus artículos 1 y 55 el
derecho de los pueblos a su libre determinación, contempla
asimismo la continuación de las situaciones coloniales, ya
que los artículos 73 y 74 se referían a los territorios no autónomos (aquéllos cuyos pueblos no habían alcanzado todavía
la plenitud del gobierno propio) y por otra parte, los Capítulos
XII y XIII de la Carta abordaban los aspectos jurídicos e institucionales de ciertas situaciones coloniales de naturaleza
particular: los fideicomisos, territorios dependientes sometidos a un régimen de supervisión internacional, heredero en
buena medida del viejo sistema de “mandatos” vigente en el
período de la Sociedad de Naciones. La contradicción apuntada, sin embargo, es más aparente que real, pues como se
ha señalado, no era intención de los redactores de la Carta
el proclamar un derecho de los pueblos coloniales a la libre
determinación y, en su caso, a la independencia, sino que
la afirmación de este derecho en favor de los pueblos coloniales ha constituido el resultado de una lectura en términos
progresivos de las tímidas disposiciones de la Carta, merced
a la presión de los Estados no alineados, consolidándose a
través de la actividad posterior de la Organización.
por los dos Estados hegemones en la segunda mitad del
presente siglo explican así el progreso del proceso descolonizador pese a las resistencias en ocasiones cruentas (v.
gra. Argelia, colonias portuguesas) de las potencias metropolitanas. Por último, un factor no menos crucial en la afirmación y desarrollo del proceso de descolonización lo ha
constituido la Organización de las Naciones Unidas como
foro que ha impulsado el avance de los pueblos sometidos
hacia la independencia: en su seno el entonces incipiente
bloque de los países no alineados desarrolló desde mediados de la década de los años cincuenta una estrategia de
acoso a las potencias coloniales saldada finalmente con el
apoyo prácticamente unánime de la Organización al avance
del proceso de descolonización, merced a la afirmación del
principio de libre determinación de los pueblos como uno
de los principios fundamentales de la organización mundial
y a su lectura en términos absolutamente incompatibles con
el mantenimiento de los regímenes coloniales.
Aspectos jurídicos e institucionales de la descolonización:
La Organización de las Naciones Unidas y el principio de
libre determinación de los pueblos. Desde una perspectiva
jurídico-política el fenómeno de la descolonización se articula merced al ejercicio del derecho a la libre determinación por parte de los habitantes de los territorios sometidos
a dominación colonial, en un proceso que culmina generalmente en el acceso a la independencia política del territorio
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En este orden, el gran paso hacia la descolonización tiene
lugar en 1960, año en que el sistema de la Carta comienza
a definirse definitivamente relegando al olvido a aquellas de
sus disposiciones que parecían tolerar la subsistencia de los
regímenes coloniales. A este respecto, debe tenerse presente que la Carta no ampara o contempla el derecho de secesión, sino que el derecho a la libre determinación beneficia
estrictamente a los pueblos sometidos a dominación colonial, es decir, a los que no habían alcanzado la plenitud de
autogobierno y se hallaban en situación de subordinación o
dependencia respecto a 1a potencia administradora, de la
que estaban separados geográficamente, y respecto de la
cual existían diferencias fundamentales en la organización
política administrativa, jurídica y económica. En este contexto, la adopción por la Asamblea General de las Naciones
Unidas de la Resolución 1514 (XV), en la que se contiene la “Declaración sobre la concesión de independencia a
los países y pueblos coloniales”– considerada comúnmente
como la “Carta Magna de la Descolonización”– concretó el
ejercicio del derecho a la libre determinación en la independencia; de acuerdo con sus términos las colonias tenían
derecho a decidir si deseaban convertirse en Estados soberanos e independientes, para lo cual debía consultarse a su
población autóctona. Por su parte, la Resolución 1541 (XV)
adoptada sucesivamente por la misma Asamblea en una maniobra auspiciada por ciertas potencias coloniales, tendía a
alterar los términos de la anterior resolución al proponer una
lectura mucho más conservadora del derecho de libre determinación de los pueblos coloniales al contemplar que en su
ejercicio la población colonial optara entre la independencia
o las alternativas de la asociación a un Estado independiente
y soberano ya existente o la integración en otro Estado. Ha
de repararse en que esta interpretación flexible del derecho
de libre determinación se consolida finalmente con la capital
Resolución 2625 (XXV) que refrendó la pluralidad de formas
en el ejercicio del derecho de libre determinación.
Javier A. González Vega, Universidad de Oviedo.
Fuente: http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/D/descolonizacion.htm:
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