concentración, alterando el equilibrio entre el P adsorbido en la fase sólida y el P en solución (Jungk & Claassen, 1997; Morel & Hinsinger, 1999). Este proceso genera una zona de agotamiento alrededor de las raíces y es la fuerza conductora en el proceso de difusión del P (Jungk, 2002). La evidencia muestra que la zona de agotamiento de P en el suelo es de alrededor de 1,5 a 3,0 mm (Hendriks et al., 1981). Al respecto, la planta ha desarrollado mecanismos, a nivel de la rizósfera, que pueden compensar esta baja movilidad del P. Uno de estos mecanismos en plantas eficientes, es el incremento de la longitud de sus pelos radicales, extendiendo la zona de agotamiento de P. Lo anterior resulta en un mayor volumen de suelo que puede ser explorado por las raíces (Hinsinger et al., 2005). Esto fue demostrado por Gahoonia et al. (2001), quienes trabajaron con plantas mutantes de cebada (Hordeum vulgare) generadoras de pelos radicales más largos, encontrando que la zona de disminución de P fue de 1 mm más extensa que para plantas normales. Otro mecanismo radica en que las raíces pueden exudar compuestos orgánicos y protones, solubilizadores del P (Gahoonia et al., 1992; Hinsinger, 2001; Hinsinger et al., 2005). Así también la acidificación de la rizósfera, debida a la fertilización con NH4+, incrementa la zona de agotamiento de P en un factor de 2 a 5 (Gahoonia et al., 1992). Por otra parte, la exudación de compuestos orgánicos también incrementa la absorción de P por las plantas (Neumann & Römheld, 1999; Hinsinger, 2001). Además, ciertas especies son eficientes en el uso de distintas fracciones de P en el suelo; por ejemplo Zhang et al. (2009), en un ensayo con dos cultivares de raps (Brassica napus), uno P-eficiente y otro P-no eficiente, demostró que la zona de agotamiento del P fue más extensa y que los fosfatos de Ca (Ca-P) disminuyeron en la rizósfera del cultivar P-eficiente. Como se indicó, las pérdidas de P por erosión incluyen las formas más solubles de P. En particular para andisoles el P estará asociado a minerales amorfos, los cuales presentan una menor solubilidad. En estudios recientes (Shane et al., 2008) se ha observado que el lupino blanco (Lupinus albus) puede exudar compuestos orgánicos dependiendo de la forma del P presente (Fe-P y Al-P). Estos autores, en un ensayo con formas artificiales de P, encontraron que las raíces proteoideas de este lupino exudaron menor cantidad de citrato en presencia de Al-P. Pérdidas de P hacia cuerpos de agua En suelos de baja disponibilidad de P, la fertilización es necesaria para mantener una producción económicamente rentable. Sin embargo, la fertilización continua con fertilizantes o enmiendas orgánicas aumentan los niveles de P en el suelo, incrementando el riesgo de pérdidas de P por escurrimiento superficial o por lixiviación. Aunque históricamente se ha considerado que el P es inmóvil en el suelo, y por tanto el movimiento hacia cuerpos de agua es insignificante (Haygarth et al., 1999), estudios indican que el P es un nutriente que acelera la eutroficación (Sharpley et al., 2000). La concentración límite de P a la cual se desencadenaría el proceso de eutroficación es de 35 a 100 µg P L-1 (Haygarth et al., 1999). Lo anterior implica que pequeñas pérdidas de P pueden tener un gran impacto sobre la contaminación de cuerpos de agua y la proliferación de algas. Estas pérdidas dependen de varios factores, incluyendo el uso y tipo de suelo, el nivel de P en el suelo, cantidad e intensidad de las precipitaciones y las dosis de fertilizantes fosforados aplicados (Hooda et al., 2000). Además, se debe tener en consideración la variación estacional de las precipitaciones, las cuales influyen directamente sobre 109