Presencia ininterrumpida En esta Pachamama nuestra, tan cercana

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Presencia ininterrumpida
En esta Pachamama nuestra, tan cercana a nuestros afectos, nada termina. Todo consiste en
un perenne alumbramiento. Retomo del Principito esta frase, libremente, para acercarme al
misterio de la Ascensión. La presencia de un Jesús histórico, multiplicada en “signos” que
perduran en pequeños signos, los nuestros, y que revelan el amor milagroso del Padre.
“¿Qué hacen ahí plantados mirando al cielo?” Siempre ha existido este peligro en el
cristianismo. Un espiritualismo desencarnado, un quietismo a ultranza sin raíces, sin
compromisos. De lo que se trata es de transformar este mundo con nuestra fe y nuestra
opción. Ni contemplación sin raigambre, ni apostolado sin alma.
El cristianismo ha querido, lo ha buscado intensamente, un nuevo rostro de humanidad. Un
ser humano ascensional en su dignidad, en sus reivindicaciones, en sus derechos y deberes,
en su realización personal y comunitaria, en su madurez. El paradigma de su estatura y
dimensión integral, es la de Jesús. Por eso continúa con nosotros/as, en nosotros/as.
La Ascensión nos abre a una dimensión universalista, planetaria. “Vayan al mundo entero”
nos dice el evangelio. Se comienza abriendo el corazón: “Un corazón sin puertas, unas
manos siempre abiertas”. Una conciencia clara de nuestra tarea ante un mundo que no
cambia y de los peligros que nos amenazan. Sentido de la realidad sin perder la esperanza.
Cochabamba 24.05.09
jesús e. osorno g. mxy
[email protected]
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