Las generaciones de derechos constitucionales del trabajo

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Las generaciones de derechos constitucionales del
trabajo
por Estela Milagros Ferreirós
Introducción general
Previo a la parte dogmática de la Constitución Nacional, se encuentra el Preámbulo, del cual puede
adjetivarse que es el resumen del contenido de toda la Constitución, pues si bien el mismo, no
cumple la función de ampliar poderes, sí, debe reconocerse que, en él, se instala la interpretación de
la misma y que fija la télesis de su conjunto normativo, como acta fundante del orden
constitucional nacional, que marca no solo los mismos, sino también el puntapié inicial, que da
ejecutabilidad el acto fundante de la Nación
Allí, se consagra la soberanía del pueblo, que conforma ese acto constitutivo y constituyente, a la
vez, que, por otra parte está dirigida, a afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la
defensa común y asegurar los beneficios de la libertad, con la invocación de Dios
Al amparo de esta declaración constitutiva y ejecutable, se establece, como primer paso, la
declaración de los derechos y garantías, a partir del artículo primero
No podemos dejar de lado el recuerdo de la existencia de constituciones anteriores que influyeron
en la actual, pero, que también dejaron de lado normas que fueron consideradas inadecuadas.
A la luz de lo expuesto, hemos de ver, dentro del desgrane que la Constitución va haciendo de esos
derechos y garantías, aquellos que tienen que ver especialmente con el derecho del trabajo.
Los derechos y garantías propios del derecho del trabajo
Más allá del Preámbulo, y ya en la parte dogmática de la Constitución, donde se fija el status de las
personas dentro del estado, ya sea en sus relaciones con el mismo o entre sí, podemos recordar que
a fines del siglo XVIII, se inicia el constitucionalismo clásico o moderno, que pretende,
fundamentalmente, proponer como fin del estado, la defensa de los derechos y libertades del
hombre, dando seguridad al mismo, frente al estado y reconociendo sus derechos en la norma de
mayor jerarquía, y a través de una suerte de decálogo de derechos individuales.
Ab inicio, no se encuentran reconocidos allí derechos expresos del hombre como trabajador, los que
en alguna época pretendieron ser constitucionalmente negados, como en la constitución de 1826,
donde se les excluía expresamente del derecho a votar, por su condición de dependientes, pero
luego hemos de ver los vaivenes que se van suscitando, en este sentido, incluyéndolos, retirándolos
devolviéndolos y limitándolos, hasta detallarlos como se encuentran hoy, en que son motivo de este
trabajo.
Se consideró, durante mucho tiempo, que era necesario limitar al estado, para garantizar la libertad
de las personas, sin advertir la necesaria intervención del mismo, en un enfoque positivo.
De esta manera, se fue dando un proceso en el cual, al principio, se buscaba, proteger a la persona
contra o frente al estado, haciendo alusión a los derechos públicos subjetivos: no se quería permitir
que ese estado los dañara.
Luego se advirtió que los ciudadanos también son sujetos pasivos de derechos, junto con el estado,
y que están obligados a respetar los derechos del hombre; de esta forma se obligaba no solo a la
prohibición de violaciones, sino a dar o hacer algo a favor de los derechos
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Es en la posguerra del siglo XX, cuando se introducen los derechos sociales y económicos y de esta
manera, la democracia liberal, fue sustituida, por la democracia social, en la cual confluyen la
libertad y la igualdad. Esta última, no ya encarada de manera formal, sino entendida definitivamente
como igualdad efectiva de oportunidades. Es, en este momento, cuando se comprende y se incluye
la verdadera dimensión, comprensión y efectivización de los derechos sociales.
Es definitivamente aquí, cuando el derecho del trabajo, irrumpe en la constitución de los países y,
obviamente, también en el nuestro, aunque aun de manera tibia en el orden efectivo.
Se tarda en comprender, la necesidad de promover los derechos humanos, no solo incluyéndolos en
la constitución, e incorporando los tratados internacionales, sino, además, abriendo los caminos
fácticos y normativos, para hacer accesible el efectivo goce de los mismos
En suma, que cuando se hace referencia a estas cosas, viene a la mente la explicación del fenómeno
jurídico que diera Goldschmidt, cuando hace referencia su trilogía del mundo jurídico: conducta,
norma y justicia, haciendo referencia a las conductas de reparto que integran el mundo jurídico; en
nuestro caso, los trabajadores, los empleadores, etc; dichas conductas no deben atropellarse
incoherentemente, sino que deben formar un orden determinado. Son esas, las conductas de
reparto.
En segundo lugar, en este mundo de lo jurídico, encontramos, toda la normativa que hace a esas
conductas, arrancando, hoy, del bloque federal constitucional hacia abajo, en un desgrane ordenado;
y en tercer lugar, dichas conductas humanas y normas que las regulan, tal como se dijo, se
encuentran con un tercer elemento dikelógico, que es la justicia, que puede complacernos y
reconfortarnos o indignarnos y sublevarnos.
La cuestión actual, radica en analizar el fenómeno jurídico laboral constitucional, para, primero
conocerlo en profundidad y segundo, saber si nos complace o nos indigna, y así, reconfortarnos o
sublevarnos, obrand0 jurídicamente, en consecuencia.
En la actualidad, encontramos, en ese enfoque, la siguientes categorías, según el orden cronológico
en que fueron apareciendo: los derechos de primera generación, que son los clásicos derechos
civiles y políticos; los derechos de segunda generación, que emergen como derechos sociales,
económicos y culturales; derechos de tercera generación, que giran en torno al derecho a la
solidaridad, como derecho a la paz, a la cultura, al medio ambiente sano, al desarrollo y el derecho
al patrimonio común de la humanidad (Bidart Campos, los llama derechos colectivos)
En cuanto a los derechos de cuarta generación, encierran también allí, los derechos a prestaciones
del Estado
Quiroga Lavié, los refiere, propiamente, como derechos a prestaciones del estado e incluye allí, los
beneficios de la seguridad social con carácter integral e irrenunciable, el seguro social obligatorio,
la protección integral de la familia, el derecho a la defensa del bien de familia, el derecho a la
compensación económica familiar, el derecho al acceso a una vivienda digna. En algunos de estos
casos, se ha señalado, que este estado de bienestar está sujeto, judicialmente a la existencia de los
fondos necesarios.
En cuanto a los derechos de quinta generación, que son los de más reciente reconocimiento están
referidos a la protección de los recursos económicos extinguibles por su uso o consumo, buscando
un mecanismo de tutela eficaz, ´para evitar esa hipoteca moral (denominación dada por Morello),
que nos grava a favor de las generaciones futuras.
Análisis correlativo de derechos del trabajo incluidos en estas categorías
Tengo para mí, que, en la actualidad, nadie discute ya que todo trabajador goza de la totalidad de
los derechos de primera generación, es decir, los clásicos derechos civiles y políticos.
En cuanto a los derechos de segunda generación que emergen como derechos sociales, económicos
y culturales, en lo atinente al trabajador, están enunciados en la primera cláusula del artículo 14 de
la Constitución Nacional, incorporada en la reforma de 1957, cuando el gobierno de facto de Pedro
Aramburu fracciona el viejo proyecto e incorpora el principio protectorio, asegurando al trabajador,
condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados;
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retribución justa; salario mínimo, vital y movil; igual remuneración por igual tarea; participación en
las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección;
protección ante el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización libre y
democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial
Estos derechos de segunda generación, que esos constituyentes dudosos, recortaron del proyecto
originario, más extenso y profundo, difieren de los de primera generación, siendo estos últimos los
típicos derechos individuales, porque dependen básicamente, de la propia conducta de quien es su
titular.
A diferencia de ello, los derechos que se tratan en el párrafo del 14 bis enunciado, no son derechos a
la propia conducta, como los señalados, sino a la conducta de un tercero; por ejemplo el empleador
o el Estado, a cuyo cargo están las prestaciones indicadas en el texto constitucional.
Se suele hacer referencia a ellos como derechos sociales; empero, no puede olvidarse, que son
derechos individuales que detenta cada trabajador, en su calidad de tal,, y que debe hacer valer, en
su caso, con reclamos por incumplimientos del empleador, o del Estado, sin olvidar que, a veces, le
corresponde intervenir al sindicato, como representante de sus intereses o derechos.
Este tipo de derechos de segunda generación coadyuva a conformar el orden público laboral, y no
pueden ser considerados, como alguna vez se hizo, como programáticos, más allá de que algunos
de ellos requieran la reglamentación como proyecto de funcionamiento a los efectos prácticos
En cuanto a los derechos que complementan los de segunda generación, encontramos también los
derechos que pueden denominarse: de los gremios, señalando a su respecto la Constitución
Nacional, en el mismo artículo: queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de
trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de huelga. Los representantes gremiales
gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas
con la estabilidad de su empleo.
Se reconoce así, la personería constitucional del gremio, como persona colectiva, con derechos
propios, funcionando como garantía no solo de sus propios derechos, como tal, sino de los
trabajadores mismos.
A tal fin, se ha de sancionar luego legalmente una protección especial para los representantes.
Los derechos de tercera generación, en referencia los trabajadores, requieren un entendimiento
especial, ya que pueden tener una connotación positiva, en cuanto a su goce, como cualquier otra
persona, pero también pueden tener una connotación abstentiva, en cuanto al derecho a abstenerse
de cumplir tareas, que puedan afectar los valores que allí se protegen, como la paz, la cultura, el
medio ambiente sano y la preservación del patrimonio común de la humanidad.
En este andarivel, no solo estamos avalados por la letra de la Constitución Nacional, sino que toma
especial relevancia el bloque federal constitucional, con la vigencia de los tratados internacionales
Los derechos de cuarta generación, tal como señalé, se refieren a los derechos a prestaciones del
Estado y podemos encontrarlos en la tercera cláusula del artículo 14 bis, cuando expresa que: El
Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable.
En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de entidades
nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los interesados,
con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes; las jubilaciones y
pensiones móviles; la protección integral de la familia; la defensa del bien de familia; la
compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna
A los efectos de la posibilidad de efectivizar estos derechos, debe tenerse en cuenta, que si bien a
veces es imposible para el mismo Estado su cumplimiento integral, lo importante, es que, con los
recurso9s existentes, se está “camino de”.
Es decir que ese estado, tiene que estar arbitrando todos los medios a su alcance para el
cumplimiento de estas prestaciones a su cargo.
Finalmente, en cuanto a los derechos de quinta generación, tal como adelantamos y buscando aun
mayor precisión, podemos afirmar que nos encontramos frente a los recursos económicos
extinguibles por su uso y consumo y otros que encuentran su anclaje en el principio de solidaridad
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con mirada de futuro, que da lugar a una tutela preventiva eficaz, ya que, como bien señala Gómez
Hurtado, estamos destruyendo la naturaleza, enfocando la situación, como un gasto que se hace en
virtud del futuro y que, por tanto, nadie quiere pagar ahora
Por ejemplo, el consumo abusivo del agua, el abuso del uso de la tierra, la destrucción del medio
ambiente, los paisajes, los monumentos históricos, nuestro hábitat general, requieren una
protección, a la luz de la solidaridad de futuro, real, en razón de lo que se suele denominar:
“hipoteca moral”, que como señala Morello, en su Protección Judicial de los Derechos Humanos,
nos grava a favor de las generaciones futuras
Debemos preservar, en razón de una “solidaridad activa presente” las riquezas no renovables y
medios de sustento vital que previsiblemente efectivice la ausencia de arbitraria extinción con
conducción a la extinción por el mal uso por ausencia de solidaridad a futuro. Debe haber una
preservación, por medio de esa solidaridad activa horizontal, que difiere efectos beneficios en el
tiempo y evita problemas a las generaciones futuras.
Se trata, en estos derechos, de tener en miras el aseguramiento de las riquezas y medios futuros, con
cumplimiento de los deberes actuales.
Suelen afirmar los autores, que se tiende a evitar el daño innecesario, de algo cuya valiosidad nos
sobrevive.
La tutela de estos bienes, se logra a través de la solidaridad actual proyectada al futuro, y de la
misma manera que un ciudadano común puede negarse a pagar impuestos, con cuya percepción se
estimula la guerra, violando el derecho a la paz, un trabajador puede ejercer el derecho de
abstención, para hacer efectiva la tutela de recursos económicos extinguibles de manera innecesaria
De tal manera, a los derechos humanos civiles y políticos y a los sociales, económicos y culturales,
corresponde abrirles una ventana para la observación de los derechos que protegen los los valores
afincados en la solidaridad, como, por ejemplo, la preservación de los recursos económicos
extinguibles por su uso o consumo
En este andarivel, no siempre es fácil advertir la presencia del derecho del trabajo en todos los
derechos constitucionales de diversa jerarquía. Empero, la tutela de los bienes jurídicos y el derecho
que de ella emerge, se encuentran como derivados e impregnados del principio de solidaridad,
vigente para hoy y también con miras al futuro que si bien es un principio sostenedor del derecho
todo, encuentra su poder jurígeno mayor en el Derecho del Trabajo.
Estela Milagros Ferreirós
Jueza de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo y Presidenta de la Sociedad Argentina de Derecho Laboral
(SADL)
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