RIESGOS DE LA NIEVE: LAS AVALANCHAS Por Kepa Lizarraga y Javier Serra. La nieve es un elemento de características muy cambiantes. Así, un metro cúbico puede pesar cerca de una tonelada si está en forma de hielo y no llegar a los 300 kilogramos cuando aparece en forma de polvo. De la misma forma, puede ser rígida y dura, capaz de romper sólidas defensas o liviana y suave, dejándose desplazar en el suelo con tan solo un leve soplido. Esta materia que de tal forma embellece la montaña invernal es causante de innumerables desgracias cuando ciertas condiciones ambientales la tornan inestable. La aparente serenidad que irradia no debe engañarnos por lo tanto, ya que en breves segundos puede tornarse en una explosión de tremenda energía que devastará cuanto encuentre a su paso. ¿Qué debemos hacer para disfrutar de la montaña invernal con seguridad? El primer paso es informarnos de la predicción meteorológica para la zona que nos interesa y conocer el tiempo que ha estado haciendo en ella. Así podremos sospechar posibles acúmulos de nieve o la formación de capas heladas que faciliten el deslizamiento y la aparición de aludes. En periodo invernal, los boletines de información para zonas de montaña suelen incluir el índice de riesgo de avalanchas, diseñado según una escala de 5 puntos; en la que el 1 supone un riesgo débil, el 2 es limitado, el 3 notable, el 4 fuerte y el 5 muy fuerte. En segundo lugar, diseñaremos el itinerario de acuerdo a los datos anteriores, escogiendo las zonas más seguras o cambiando de planes si el riesgo es alto. Dado que la meteorología puede cambiar de forma drástica en breve tiempo y las predicciones no son infalibles, debemos saber detectar y evitar las situaciones y zonas de mayor riesgo, así como actuar en consecuencia en caso de que, involuntariamente, nos viésemos inmersos en ellas. Contar con el material adecuado, la preparación física requerida y los conocimientos técnicos que la montaña invernal exige serán condiciones imprescindibles para no cometer constantes imprudencias en un lugar que no siempre perdona los errores. Por otra parte, son muchas las ocasiones en que andar en grupo es casi vital. Cuando surge la avalancha es uno de esos momentos, pero la ayuda será mucho más eficaz si todos los miembros poseen y utilizan correctamente los elementos siguientes: detector de víctimas de avalancha, sondas y palas. Con ellos, bien empleados, las posibilidades de supervivencia se multiplican de forma impensable. Como casi siempre en la montaña, información y formación son los pilares de la seguridad, sobre todo, si van acompañadas de “sentido común”. RESUMEN: La nieve sobre la que andamos y practicamos el deporte del esquí es un elemento muy cambiante en cuanto a sus propiedades físicas y comportamiento. Para graduar su estabilidad e informar sobre el riesgo de sufrir avalanchas se utiliza una escala de 5 puntos que suele ser difundida por los servicios meteorológicos. Esa información, junto con una correcta planificación de itinerarios y el material y preparación física y técnica adecuados serán medidas preventivas necesarias para reducir el riesgo de sufrir los efectos de una avalancha.