SAN ANSELMO DE CANTERBURY Vida y obras (1033-1109). Es la figura de mayor relieve intelectual del siglo XI. Abad del monasterio de Le Bec en Francia y posteriormente arzobispo de Canterbury en el sur de Inglaterra. Escribió numerosas obras entre las que destacan el Monologium y el Proslogium. Concibió la fe y la razón como dos fuentes de conocimiento distintas, pero que se complementan. Señaló la superioridad de la fe. “No quiero entender para creer, sino que creo para entender”. Y consideró también la necesidad de profundizar racionalmente en las verdades de reveladas por Dios; en estas distinguió entre los misterios -completamente inalcanzables por la razón-, y las verdades naturales sobre Dios -alcanzables por la inteligencia humana-. El Monologium incluye argumentos para la demostración racional de la existencia de Dios. Parten de la experiencia sensible, se apoyan en grados de perfección que hay en las criaturas y concluyen en la existencia de Dios, perfección máxima, de la cual participan todas las cosas en mayor o menor grado. El argumento más célebre es el desarrollado en el Proslogium, denominado ontológico por Kant. Es una prueba que se inicia en la idea de Dios que propone la fe y que, obviando la experiencia, concluye con su existencia. El argumento ontológico es un diálogo con el insensato que, según el salmo 13,1 “ha dicho en su corazón: no hay Dios”, para tratar de convencerlo racionalmente: 1º Cuando el insensato oye al creyente decir que Dios es un ser mayor que el cual nada puede pensarse, conoce el significado de lo que está escuchando y, por ello, tiene que admitir que existe en su intelecto una idea sobre el ser máximamente perfecto. 2º El insensato también debe aceptar que es imposible que aquel ser mayor que el cual nada puede pensarse exista solo en el entendimiento, ya que si esto fuera así, se estaría reconociendo algo mayor y más perfecto, es decir, cualquier cosa que existiera no solo en el entendimiento sino también en la realidad. La conclusión, por tanto, es que el ser perfectísimo, aquel mayor que el cual nada puede pensarse, ha de existir necesariamente en el entendimiento y en la realidad. Este argumento tuvo partidarios y detractores, Santo Tomás de Aquino y Kant lo criticaron, mientras que Descartes lo adoptó en su argumentación sobre la existencia de Dios. SANTO TOMÁS DE AQUINO (EL AUGE DE LA ESCOLÁSTICA Siglo XIII) Vida y obras (1224-1274). Nace en el castillo de Roccasecca cerca de Nápoles, de familia noble, estudió en el monasterio de Montecassino durante quince años. Posteriormente acude a la universidad de Nápoles dónde conoce la filosofía de Aristóteles, casi desconocida para el pensamiento de occidente. Conoce la nueva y joven orden de los frailes dominicos, en la que pide ingresar en 1244. Su familia se opuso y lo raptó y retuvo en el castillo de Roccasecca con fuertes presiones. Se escapa en 1245 y se dirige a París para estudiar teología en la universidad. Conoce a san Alberto Magno y se marcha con él a Colonia a estudiar. A su regreso a París, se dedica a la docencia alcanzando el grado de maestro en Teología en 1249. A partir de 1259 viaja por Italia para organizar los estudios de su orden y para servir al Papa como teólogo. Regresa a su cátedra de París en 1269 y participa en la polémica entre averroístas y agustinistas. Murió en 1274, cuando se hallaba de camino al Concilio de Lyon. Escribió obras de filosofía (como sobre el ente y la esencia) y de teología; estas últimas son las más importantes, en ellas contiene casi todo su pensamiento filosófico, porque la filosofía era herramienta imprescindible para la especulación en teología. Comentarios (anotaciones a la Biblia y a diversos escritos filosóficos y teológicos) y Sumas (exposiciones amplias y sistemáticas) son sus obras más extensas e influyentes. Destacan la Suma contra los gentiles, trata de mostrar las verdades cristianas son más certeras y razonables que las de otras religiones y, la Suma teológica, en la que trató sobre Dios, la Creación, el hombre y los misterios relacionados con Jesucristo y la Iglesia. La fe y la razón. La fe trata sobre verdades reveladas por Dios –sobrenaturales y naturales-, mientras que la razón se ocupa solo de las verdades naturales. Fe y razón no se contradicen sino que se ayudan mutuamente. La filosofía y la teología se distinguen de por sus principios y sus objetos de estudio, pero se relacionan y se auxilian mutuamente. La Creación. Crear es producir el ser a partir de la nada por una causa universal, que es Dios. Los entes creados participan del ser, a diferencia de Dios que es el Ser. Dios es causa primera y las criaturas son causas segundas. En los entes creados, esencia y ser se distinguen, mientras que en Dios se identifican. La existencia de Dios se puede demostrar a partir de sus efectos. Las cinco vías presentan cuatro pasos: observación en la experiencia, aplicación del principio de causalidad, imposibilidad de una serie infinita de causas y afirmación de una causa primera. Podemos saber algo de la esencia de Dios por vía negativa, si excluimos de Él toda imperfección; y por vía afirmativa, si atribuimos en grado máximo las perfecciones creadas. El hombre y el conocimiento intelectual La teoría hilemórfica se aplica al ser humano, pero el alma humana es espiritual e inmortal; sus facultades superiores –intelecto y voluntad- hacen posible la libertad. El conocimiento intelectual se inicia en los sentidos y consiste en la captación de de formas inteligibles. En la abstracción del concepto intervienen la imaginación y el intelecto agente, que es una luz participativa de Dios. La ética y la política La ética se ocupa de los actos humanos con los que el hombre puede dirigirse libremente a su fin último, que es la bienaventuranza. Para lograrla, el ser humano cuenta con la ley natural –que es la participación de este en la razón divina- y con las virtudes –que son hábitos operativos buenos-. El poder político, que proviene de Dios a través del pueblo, debe perseguir el bien común y regularse por la ley positiva. Esta no puede desvincularse de la ley natural. EL HELENISMO La filosofía del helenismo se desarrolla a partir de las escuelas socráticas, de la Academia y del Liceo, concretándose en tres escuelas principales: el epicureísmo, el estoicismo y el escepticismo. Reflexionaron principalmente sobre cuestiones éticas y prácticas; solamente se dedicaron a la física o a la metafísica en la medida en que podían fundamentar su sistema ético. El EPICUREÍSMO, con las enseñanzas de Epicuro (341-270 ac), nacido en Samos y fundador de una escuela en Atenas. Niega la existencia de todo aquello que no fuera material, influenciado por el materialismo de Demócrito, y así identifica la felicidad con el placer individual. El máximo placer no es el sensible –siempre efímero-, sino la ausencia de dolor o la tranquilidad del alma (ataraxia) que se puede lograr con la virtud de la prudencia (phrónesis). Aunque consideró los placeres intelectuales superiores a los sensibles, sus discípulos identificaron la felicidad solamente con los éstos. La ESCUELA ESTOICA fundada por Zenón de Citio en el año 306 ac se opuso al materialismo de los epicúreos y propuso la existencia de una ley o logos del universo de la que nada ni nadie puede escapar. Aunque el hombre puede rebelarse contra su destino, la verdadera libertad consiste en dejarse llevar y no intentar ir en otra dirección. La felicidad no está en la vida placentera, sino en vivir según la razón. El alma humana –parte de ese logos universal- es capaz de conocer naturalmente la ley del universo. Por lo tanto la actitud del sabio, es la búsqueda de la imperturbabilidad (apátheia), es decir, la supresión de las pasiones o sentimientos y una vida conforme a la razón. Séneca (4-64), estoico ilustre de Córdoba, sostuvo que sabio es el que se sobrepone a las pasiones y a los males porque los somete a la razón, y si no lo consigue, la prudencia lo anima a someterse al destino. Propuso la serenidad ante la muerte por que solamente se debe temer lo incierto, y ésta es lo más cierto e indudable, además de ser la liberación definitiva. El ESCEPTICISMO, corriente iniciada por Pirrón (365-270 ac). Propuso que la felicidad no está en ninguna certeza o verdad, sino en la ausencia de toda verdad, es decir, en abstenerse de todo juicio (afasia) y en demostrarse indiferente ante todo (ataraxia). En la Academia platónica destaca Sexto Empírico (siglo III), y afirmaba que solamente podemos conocer los fenómenos sensibles, y además que solamente podemos saber de ellos que aparecen ante nosotros, pero no si realmente existen fuera de nuestra mente. Se adelanta al fenomenismo de Hume y Kant. Defendía también la ataraxia, como actuación moderada del individuo, mediante el respeto a las leyes y a las costumbres sociales. Con las escuelas helenísticas se cierra una fase de la historia del pensamiento y comienza otra en que la filosofía se desplaza a Alejandría y Roma, ciudades donde surge el neoplatonismo.