Luis Anibal Maggio

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“CIVIS ROMANUS SUM”
ACERCA DE LA CIUDADANIA
Luis Anibal Maggio
Universidad de Morón
“Hombres débiles y obscuros cruzan los mares; frecuentemente abordan comarcas donde nadie los conoce, donde nadie puede responder por ellos. Sin embargo, con plena confianza en el título de ciudadano, creen encontrarse seguros, no solamente ante nuestros magistrados, encadenados por el temor de las
leyes y de la opinión pública, no solamente ante los ciudadanos romanos, unidos con ellos por la comunidad de lenguaje, de leyes y otra multitd de lazos sino que, donde quiera que se encuentren, esperan
que ese títuo le sea salvaguardia suficiente. Hanc sibi rom praesidio sperant futurum”.
(Cic.Verres V; A.Gelio: Noches Aticas, I,VII).-
I.Los textos usuales1 nos instruyen sobre los tres “status” jurídicos de la persona
física jurídica romana: libertatis, civitatis, familiae.
La posición con relación al estado (civitas) reconoce las categorías de:
1) Cives:
2) Latini:
3) Peregrini
“Optimo iure”:
ciudadanos poseedores de la calidad y derechos
Veteres (prisci):
gozan de los “iura privata et sufragium” en Roma,
pero no del “ius honorum”
Coloniari:
gozan en Roma del “ius comercii-sufragium
(in Roma),no del ius honorum et connubii.
Iuniani:
Manumitidos irregularmente. Libres pero privados
del status civitatis. “Vivunt quasi ingenui, moriuntur ut servi”
Peregrini:
Organizados en alguna ciudad ( alicuius civitatis)
Tienen “ius civile” propio.
Regidos por el “Ius gentium”
dedicticii:
Pueblos conquistados (omologoi). No tienen
ius civile.
1 Gaius. Institutas. Depalma 1987, I, 9 y ss. Savigny, M.F.C.de: Sistema de Derecho Romano actual. Góngora Ed.Madrid, 1878.
I,LXVII; Arangio Ruiz,V: Instituciones. Depalma, 1973,cap.II; Schulz, F: Derecho Romano Clásico. Bosch.Barcelona, 1960, 1299 y
ss y obra citada infra; Momsen, T: obra citada infra; Di Pietro, A: Derecho Romano Privado. Depalma, 1996, 164 y ss; D´Ors, A:
obra citada infra, II. Passim.
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Barbari:
Viven fuera de los límites romanos.
Los peregrinos no son ciudadanos. El latino no es llamado peregrino porque es
un no ciudadano pero de la misma nacionalidad (latina). 2
No es posible la doble ciudadanía. “Duarum civitatum civis noster esse nemo potest” 3
II.Los datos demográficos disponibles 4 arrojan los siguientes resultados, siempre
aproximados:
Censados:
340-270 (a.C):
165.000 personas.
Fines 2da.guerra púnica: 325.000
“
115 (a.C)
395.000
“
Los censados no representan la totalidad de los ciudadanos; faltan mujeres,
menores, quizá los viejos y los más pobres entre los cives. Es probable que la población total fuese 3 o 4 veces mayor.
Latinos y aliados: recibían la ciudadanía romana para el ejercicio de las magistrauras, los latinos automáticamente. Era un estado jurídico privilegiado. La población total representaba las 2/3 partes del ejército romano.
Hasta mediados de la República, los ciudadanos eran una minoría, situación
que perduró hasta la guerra social del 90-89, en que toda la población libre de Italia
fué considerada ciudadana. Los varones alcanzaba aproximadamente 1.000.000, pero
la población total libre era tres o cuatro veces mayor.
Del 28 a.C al 47 p.C la población ciudadana a ser registrada en Roma y las provincias pasa de 4 a 6.000.000, incluyendo viejos, niños y mujeres. Pero la totalidad
de los habitantes del Imperio (provincias, ciudades libres, reinos clientes, etc) sumarían entre 50 a 60 millones. Los ciudadanos romanos no representan más que una
minoría (privilegiada) con relación a los subditos de Roma.
212 p.C: la famosa “Constitutio Antoniniana” (Caracalla) concede la ciudadanía a todo habitante, excepto a una pequeña minoría dedicticia, cuyo significado
no está del todo claro 5 que, al igual que la categoría de latinos “iuniani”, no fueran
abolidas hasta Justiniano 6 . Son aquellos a que hace mención el Digesto7 : “In orbe
romano qui sunt, ex Constitutione Imperatoris Antonini cives romani effecti sunt”.
2 Schulz, Fritz. Principios del Derecho romano. Ed.Civitas, Madrid, 1990, pág.142.
3 Cic. ProBalbo, 11,28; Schullz,op.cit 101, nota; T.Mommsen: Compendio de Derecho Públio Romano. Ed. La España Moderna.
Madrid,pag.107.
4 Cfr: C.Nicolet. L´Uomo Romano. A cura di Andrea Giardina. Ed.Lateza.Roma- Bari.200, cap.primo
5 A. Piganiol. Historia de Roma. Eudeba. Bs.As.1961, pág. 388; D´Ors, Alvaro. Derecho Romano Privado. Univ.Navarra, 1981, &
18, nota 2; Mommsen, 119.
6 C.7.6.6.6.1. 7.15.22. García Garrido, M.J. Derecho Privado Romano. I: Instituciones Dykinson, Madrid, 1985, pág.45; Schulz,
F: op cit.145.
7 I,V, 17):
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III.Hasta el año 240, según Touchard 8 las letras latinas se reducían a la Ley de las
XII Tablas y hasta Cicerón –de quien por lo tanto nos serviremos necesaria y abundantemente- no se encuentra una exposición organizada de las ideas políticas ( “los
poblemas no regulados por la espada lo son por el derecho”) por lo que resulta dificultoso a los autores reconstruir con perfiles definidos lo atinente a la noción de ciudadanía. No obstante, aunque no hayan brillado grandes pensadores filósofos o políticos,
partiendo de ciertos principios griegos y desarrollando un racionalismo práctico, los
romanos llegaron a concebir la idea abstracta del estado como distinto de la sociedad
y el desarrollo de la personalidad legal del Estado, con su consiguiente soberanía política como poder creador del derecho.
Queda fuera de duda que el concepto de ciudadanía es netamente histórico y
como tal aunque pueda determinarse un nucleo semántico básico, no tuvo una significación invariable, no fué lo mismo ser ciudadano romano desde los orígenes de
Roma al Imperio. Por otra parte, se trata de una institución de superlativa importancia como que los conflictos y problemas que se plantean en la expansión romana versan principalmente sobre a las relaciones que se han de mantener con los pueblos conquistados o por conquistar y el estatuto tanto civil como político a concederles 9 las
convulsiones internas y las grandes y sucesivas conquistas provocan nuevas situaciones y problemas que obligan a una dinámica de replanteos sobre la cuestión ciudadana.
El ciudadano, por un lado, goza de los “pentaderechos”10 -actionis,
connubii,comercii, honorum, suffraggi-), de “tria nomina” y otras chances jurídicas de
participación en las decisiones comunes, pero a la vez está sujeto a obligaciones militares, fiscales, públicas y a todas las prestaciones en resguardo de su persona, de sus
bienes y del buen sentido11
Tal amalgama de derechos y obligaciones esbozan el perfil del ciudadano y el
modelo cívico de la “romanitas”12 .
Los beneficios y cargas de la ciudadanía no son concedidos y ejercidos en absoluta igualdad. A través de los tiempos tienen mayor o menor intensidad comprensiva o intensiva a tenor de factores sociales, económicos, políticos, etc. Desde el antiguo “ius connubii” no otorgado a los plebeyos hasta las privilegios imperiales, los
“ordines” y las “clases” hay “corsi et ricorsi” y hasta algunos iguales más iguales que
otros.
Hasta fines siglo IV puede decirse que existió concordancia entre población,
cuerpo cívico ciudadanía. La población se componía de esclavos carentes de derecho
y hombres libres, todos ciudadano. Los libertos gozan de todos los derechos civiles y
de algunos derechos políticos.
8 Historia de las Ideas Políticas. Ed.Tecnos, Madrid, 1975, pág.63,64.
9 Touchard, op.cit,64; Mommsen, op.cit, 131 y ss.
10 Mehez. El Pretor y la Jusrisprudencia Romana. Edit.Univ.Córdoba, l967, pág.18.
11 C. Nicolet. L¨Umo Romano, op.cit. cap.primo; Gavernet-Mojer: El Romano.La Tierra.Las Armas. Ed.Lex. La Plata 1992.
12 L´Uomo Romano, op.cit.; Schulz, F, op.cit, 134.
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Al expandirse Roma y concluir la conquista de Italia (272) aparece la distinción
entre ciudadanos “optimo iure”, ciudadanos de pleno derecho, no todos descendientes de los fundadores y los miembros de la alianza romana que, si bien son asimilados a los romanos en lo concerniente a las obligaciones fiscales y militares, se distingeun sin embargo, en función de una alto grado de autonomía, por la persistencia
de sus derechos privados e instituciones locales. Por otra parte, no gozaban de voluntad soberana como el pueblo romano ya que las decisiones comunes les eran impuestas por Roma.
Con el resultado de las guerras sociales toda la población libre de Italia, fué considerada ciudadana. Los mayores adultos sumaban cerca del millón , pero la totalidad
de aquella probablemente fuera tres o cuatro veces mayor.
Aunque imprecisamente se estima que alrededor del año 115 la población
romana de ciudadanos hombres movilizables era 395.000 habitantes, pero teniendo
en cuenta que en esa cifra no se e incluyen las mujeres, los niños y quizá los viejos y
los más pobres, puede calcularse que la población total fuere también tres o cuatro
veces mayor.
Por otra parte la población de los latinos y los aliados (socii) que como tropas
auxiliares equivalían, se estima, a las 2/3 partes de aquellos ciudadanos romanos alistables y solían recibir la ciudadanía romana como privilegio a título individual o, en
el caso de los latinos automáticamente para el ejercicio de las magistraturas
(.Mommsen,107). Para esta gente la ciudadanía implicaba un status jurídico privilegiado desde el punto de vista fiscal y en particular político.
Al terminar el siglo I de hecho todo el mundo civilizado estaba incluído en una
sola organización política que requiere una necesaria una centralización administrativa que, por una parte, conducirá al despotismo militar y, por la otra, crea las condiciones para la concesión universal de la ciudadanía. La ciudad-estado como fundamento del Imperio entra en retirada y la teoría que funda la autoridad del emperador
en la voluntad del pueblo se resiente al influjo de las ideas orientales. La ciudadanía,
que ahora concide en general con el concepto de habitante (qui in orbe romano sunt),
se irá teniendo más como una gracia imperial más que como un derecho del pueblo.
A la luz de la “fuerza asimiladora de la totalidad” y el principio de “centralización”, T. Mommsen 13 nos presenta el proceso evolutivo de la ciudadanía romana que
brevemente pasamos a sintetizar:
Originariamente la ciudadanía la constituyen todos los miembros de las familias unidas políticamente (14). Cuando la congregación familiar y la ciudadanía
dejan de ser la misma cosa, la denominación de “quiris” cede ante la posterior de
“civis”; los miembros de la familia pasan a ser “patres” y los hijos de los padres “patricii”.(15) La concesión de la ciudadanía se realizaba mediante la recepción de una
familia en el gremio de los patricios (44).
“Tribus” era en un principio el campo de la comunidad y “populus” el ejército;
los conceptos era esencialmente idénticos, “Tribus” representó el tercio de la ciudada13 Op.cit. Libro I, caps. I/10.
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nía y “populus” la comunidad trina (25). Luego cuantas comunidades o partes se agregaron a la ciudadanía romana disolvieron las agrupaciones familiares y fueron incorporadas a las treinta uniones o grupos existentes. Las nuevas familias se distribuyeron
entre las treinta “curias” formándose “minores gentes”, sin que haya existido una distinción propiamente jurídica (25/26). La ordenación por curias del estado gentilicio,
que comprende también a los plebeyos, amplia el círculo de la ciudadanía (51). La
nueva ciudadanía es la ampliación de la antigua comunidad gentilicia (42).El patriciado, que en algún tiempo equivalía sencillamente al derecho del ciudadano en la
posterior ciudadanía se convirtió en nobleza hereditaria (67/68)
En la Roma patricio-plebeya en diversas épocas y bajo muy distintas formas, se
encuentran el patriciado, la nobleza, el orden de los senadores y los caballeros.
Dichas categorías se distinguen por los privilegios personales o hereditarios que disfrutan por ser ciudadanos de mejor derecho, pero no una clase privilegiada de ciudadanos (67). Los plebeyos, los libertos y las clases fines y los semiciudadanos ocupaban en la comunidad patricio-plebeya una posición inferior (88).
Los derechos de ciudadanía se van extendiendo a los “prisci latini”, a los colonias y
demás ciudadades confederadas. Las guerras sociales fueron la causa por la que todas las
comunidades entraran a formar parte de la unión de ciudadanos romanos (129). La
forma del estado unitario compuesto por ciudadanos se aplicó en principio sólo en Italia
, pero el sistema era aplicable y se extendió a los territorios ultramarinos. A principios del
siglo III p.C las ciudades de derecho latino y derecho peregrino se hallaban convertidas
en municipios de ciudadanos dando lugar al “derecho ciudadano del reino”(133/134).
Se concluye entonces que los ciudadanos con plenos derechos representaban en
el largo devenir de la cultura jurídico-plítica romana solo una parte minoritaria pero
progresiva de la totalidad de la población hasta llegar a la total integración. Podría
graficarse como dos esferas concéntricas superpuestas la menor de las cuales se va
ampliando hasta alcanzar la circunferencia de la segunda. También podría verificarse
la lógica del desarrollo histórico romano propuesta por Olsen Ghirardi 14 : a medida
que se reduce la comprensión de un concepto aumenta la extensión.
La ciudadanía es el status jurídico por excelencia y quienes lo poseen gozan de una
regulación común de sus relaciones personales, familiares, patrimoniales y comerciales
y en el juzgamiento de sus litigios y delitos. “Igualdad ante la ley” que es relativa; la
naturaleza, el patrimonio, las posiciones sociales aparejan ciertas desigualdades que no
se dan ante ante los delitos y en general en las relaciones privadas, pero se acentúan en
la faz política. No obstante el principio de igualdad ante la ley como el fundamento e
ideal de la “civitas”, con sus adelantos y retrocesos, tiende a universalizarse.
El régimen político no se confunde para los romanos con la naturaleza del estado 15 y tampoco la ciudadanía coincidía con la nación, pero el principio de lograr la
coincidencia de nación y ciudadanía es una constante sostenida 16 .
14 Encuentro de Vaquerías, agosto 1986..
15 Di Sandro, Carlos A: El sentido político de los romanos. Ed.Thule Antártica. Bs.As.1985, pág.35.
16 Schulz, F: op.cit, 143, 145
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IV.Tampoco hoy el concepto actual de ciudadanía es unívoco y se encuentra
sometido a múltiples discusiones. Si algo queda en claro es que se trata, como se
apuntara supra. de un concepto histórico y, por ende, hoy por hoy es distinto del
modelo clásico o greco-romano17 .
a. 1: La concepción liberal se asienta en la centralidad del individuo y y su capacidad de decisión personal (autonomía) que le permite conformar, reexaminar y
modificar sus proyectos existenciales, así como actuar “significativamente” en política en función de sus cualidades naturales y morales. La idea de ciudadanía no contempla tanto un plexo de derechos conferidos cuanto un nucleo reservado de derechos inherentes al valor básico de la libertad, de modo que la persona pueda ejercer
su autonomía sin intromisiones de la autoridad del estado o de otros privados. Ante
el atrio de la intimidad personal todos deben descubrirse.
a. 2: La cultura romana es tributaria de la doctrina estoica. La Stoa, proveniente de la “Graecia capta” que “artes intulit agresti Latio” 18, en nuestro puerto a través
de Crisipo( 281-208), Panecio (170-110 ), el círculo de los Escipiones y Cicerón,
proclama la igualdad y dignidad originaria del hombre constitutivas de la “humanitas” proyectando el ideal de un estado universal. El plan de la naturaleza reconoce en
el hombre un reducto íntimo, una zona de reserva, infranqueable a la autoridad del
estado que le permite desde ese nucleo inabordable ejercer la “autarquía”, ser autodeterminado en las cuestiones que afecten su dignidad esencial. El estado debe respetar
la mismidad de cada uno con un haz de derechos mínimos que por cierto son reducidos y no aparecen especificamente determinados 19 . El perfil arquetípico es el del
hombre universal, aquel cuyo conjunto de sentimientos, tradiciones o artes transforman los instintos por obra de la razón y lo elevan en una actitud civilizadora a un
nivel superior de la existencia 20 .
El alto ideal de la Stoa no alcanzó empero a lograr una una articulación práctica como para eliminar en las instituciones las diferencias establecidas por el orden
jurídico positivo21 .
“El ideal de la “humanitas” se formó primeramente en Roma; y fué particularmente en el círculo aristocrático de Escipión el joven que lo estableció en la cultura romana. La “humanitas” no era ningún concepto vago. Tenía un significado definido y
llegó a ser una fuerza formativa en la vida privada de Roma y en la pública” 22 .
17 Pocock,J.C: Democracy and difference. Princeton University Press; Wealth and Virtue. Cambridge, 1983. Baglioni, Sebastian: La
Idea de Ciudadanía en la Teoría Política. UM. Inédito.
18 Horacio. Epistola 2,1,156.
19 W.Theimer. Historia de las Ideas Políticas. Ariel. Barcelona, 1906, pág. 49.
20 Panecio: Del Deber (se conoce por el de 0fficiis de Cicerón).
21 Verdross, Alfred. La Filosofía del Derecho en el mundo occidental. UNAM,1983, pág.79.
22 E.Cassirer. El Mito del estado.FCE. México,1947, pág.122. Histoire des institutions politiques de l¨ancienne France. Paris, l875,
II, cap.I.
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Si la cultura jurídico-política de Roma ha contemplado una red al menos mínima de derechos preexistentes al ordenamiento positivo es asunto controvertido.
Para Fustel de Coulanges la autoridad de la res publica no tenía límites. “La republica era una especie de monarquía ante la cual todo se doblega. Todo se encontraba bajo la
vigilancia del estado, incluso la religión, incluso la vida privada y todo le estaba subordinado hasta la moral; el hombre carecía de toda garantía en sus derechos individuales” 23.
R.Ihering 24 refiriéndose precisamente al período republicano sostiene que “la
idea infiltrada por todo el derecho privado es la autonomía del individuo y del derecho
individual que no deben su existencia al Estado y hasta parecen enfrentarse con él y llegar
al desencadenamiento de lo arbitrario”, licencia ésta contenida al conciliarse con el
interés de la comunidad, la moralidad de las costumbres, el carácter del pueblo y las
condiciones reales de la vida romana.
Marcel Prelot 25 refutando la tesis totalitaria de Coulanges considera que el derecho romano aportó un correctivo capital con la distinción entre “ius publicum” y “ius
privatum”, ratificada luego por Justiniano. Pero, reprochando a Cicerón una “falta de
osadía intelectual”, entiende que a la época en que el Arpinate escribía los derechos
individuales eran inmanentes a un ordenamiento jurídico.
Raymond G.Gettell 26 en cambio es categórico: “En el pensamiento romano, el
Estado no absorve al individuo como en la teoría de Platón, ni es una institución superflua como en las doctrinas de los epicúreos. Los romanos separan y distinguen el estado de
los individuos: cada uno tiene derechos y deberes diferentes. El Estado constituye un organismo necesario en la vida social; pero el individuo con anterioridad al estado, representa
el motivo de la ordenación legal, ya que la existencia de éste se funda en la protección y
defensa de los derechos de aquel”.
A los alcances de este trabajo sean suficientes las opiniones recensadas a fin de
pasar y ceñirnos a algunos textos cotejables de nuestra materia de los que resulta:
Que la libertad es inestimable (“Libertas inaestimabilis res est”, que todo el
derecho ha sido instituído por causa del hombre ( “cum igitur hominem causa omne
ius constitutum est”) , que no todo lo que es lícito es honesto (“Non omne quod licet
honestum est”) , que en la designación de mercancía no se comprende a los esclavos
(“Mercis” apellatione homines non contineri, Mela ait; et ob rem mangones non
mercatores, sed venaliciarios appellari ait, et recte”), que los derechos de la sangre no
pueden ser invalidadas ningún derecho civil (“Iura sanguinis nullo iure civili dirimi
possunt”), que, aunque por el derecho civil los esclavos son considerados como una
nada, por el derecho natural todos los hombres son iguales (“Quod attinet ad ius civile, servi pro nulis habetur; tamen et iuri naturali, quia, quod ad ius naturale attinet,
omnes homines aequales sunt” 27
Sin duda no se hallarán en los textos clásicos una nómina de derechos natura24 El Espíritu del Derecho Romano. Rev.de Occidente.1947, pág.44.
25 Historia de las ideas políticas. Ed.La Ley, 1971, 153.
26 Historia de las Ideas Políticas. Editora Nacional. México, 1959, I,128.
27 Dig. L. XVII,106; Hermogeniano, libro primo iuris epitomaron,; Dig. L. XVII, 144, XVI, 207, XVII,8, L. XVII,106.
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les anteriores al estado como los que se han ido reconociendo a través de los tiempos
hasta llegar a las especificaciones positivas de las Declaraciones Universales de los
Derechos del Hombre. Pero los transcriptos y los principios que reflejan proveen de
suficientes razones como para argumentar que por lo menos la certeza de la existencia y supremacía de un derecho natural preexistente al estado como “summa ratio” y,
en un una aproximación a las realidades mundanas no dada en la abstracción teórica
de la Stoa, su traducción positiva en algunas instituciones. es perfectamente sostenible. “La patria, al decir de Cicerón, 28 no debe dejarnos sino lo que pueda quedar una
vez que haya tomado su justa parte”. Al parecer, no por grande que haya sido la parte
que se tomó la patria, deja de ser importante la no tomada.
b. 1: La concepción comunitarista perfila la idea de ciudadanía en función de
la “pertenencia” a una comunidad (grupo, nación, estado). El sujeto individuo cede
al actor colectivo y la solidaridad grupal amalgama las particularidades en una identidad colectiva (nación) al servicio de la cual está la comunidad política (estado). En
términos de MacIntyre 29 ”El individuo se identifica a si mismo y es identificado por los
demás a través de su pertenencia a una multiplicidad de grupos sociales”.
Qué deba entenderse por “comunidad” era y sigue siendo tema irresuelto. Lo
común puede entenderse como oposición a lo propio; es lo “no propio” que, en palabras de Quintiliano 30 , comienza donde lo propio termina. También como “conjunto
social orgánico y originario opuesto a la sociedad 31 o como “obligación fraternal de compartir los beneficios de sus miembros con independencia de cuanto talento o cuán importantes sean” 32. Y hay otras variopintas y controvertidas interpretaciones 33 que podemos sortear por razones que, para paliar las de incompetencia, aduciré como es de
estilo las de oportunidad y el debido homenaje a la brevedad. Gracias.
b. 2: En la concesión de la ciudadanía hay una condición esencial: los beneficiarios deben estar organizados en ciudades. El ciudadano es ciudadano en tanto y
cuanto pertenezca a una ciudad (alicuius civitatis)34
Dice H. Eco 35 que el romano fué un sistema de relaciones que funcionó siempre
dentro de ciertos límites. La pequeña ciudad fundada por Rómulo tiene con el salto de
Remo su problema político inicial por una cuestión de límites. La extensión de la
nación latina a la nación italiana y a la nación, según la linea evolutiva que traza Schulz
, fué una expasión de límites fuera de los cuales no luce la civilización (“ciudadanización”?) sino reina la barbarie. En este despliegue civilizador, no obstante o por encima
28 De Rep.
29 Tras la Virtud. Ed.Crítica.Barcelona, 1984, pág.52.
30 Inst. 7.3.24.
31 F.Tonnies: Comunidad y Sociedad, 1947.
32 Zygmunt Bauman: Comunidad, Siglo XXI, I, 5.
33 Cfr: F. Tonnies, op.cit; Zygmunt Bauman, op.cit: Roberto Espósito: Communitas. Amorrotu Editores, etc.
34 T.Mommsen, op.cit, pág.111.
35 Revista Vuelta Sudamericana, nro.9.
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de las diferencias de diversa naturaleza y entidad, los incluídos en los límites se encuentran unidos, otra vez al decir de Schulz, por una “comunidad de destino histórico” 36
“Roma, sentenció Modestino 37 , communis nostra patria est”
En Dig: L.XVI,18 Paulus enseña que “Munus tribus modus dicitur: uno donum,
et inde munera dicitur, dari mitive; altero onus, quod quum remititur, vacationem militiae munerisque praestat, inde inmunitatem appellari; tertio officium, unde munera militaria et quosdam milites muníficos vocari. Igitur municipes dici, quod munera civilia
capiant”. Munus se dice de tres modos: en uno, por donativvo y de aquí se dice que
e dan o envían donativos; en otro, por carga, que cuando se dispensa da exención de
la milicia o de un cargo, por lo que se llama inmunidad; en el tercero, por oficio por
lo que se dice oficios militares y a algunos militares se lles llama muníficos. Y así se
dice munícipes, porque adquieren lo cargos civiles”.
A propósito de este pasaje Roberto Espósito 38 dice que lo común aparece generalmente asimilado a la “res pública”, lo que importa una difundida y muy dudosa
amalgama. En la “res pública” lo que se comparte y une a las persona es una “res”, pero
en la “comunidad” no es una cosa ni una propiedad. ¿Qué es entonces? El pertenecer
a una comunidad e integrarse a un común destino histórico es un don (donnum) ante
el cual la persona se siente obligada (onus), a retribuirlo sea mediante bienes, sea
mediante servicios (officium). Lo que unifica y plenifica es la idea de deber porque “se
debe dar y no se puede no dar”.
El ciudadano pues es un deudor por un derecho natural que tiene dos exigencias
esenciales: primera, no perturbar el orden de la naturaleza, actuar conforme a la
misma; segunda participar activamente en la vida de la comunidad en beneficio del
interés general 39 .
Aquel “dulce et decorum est pro patria mori” no era para el ciudadano romano un
arrebato emotivo sino una probabilidad cierta a la que estar siempre disponible. Ser
ciudadano, formar parte de una ciudad, de una comunidad era una feliz necesidad,
un don de la vida “ninguna de cuyas partes puede estar exenta de obligaciones”. Pero si
recorremos “con los ojos del ánimo y de la razón todas las diferentes sociedades hallaremos que la más estrecha, la que con más amor nos une, es la que tenemos los hombres con
la república. Muy amado son los padres, los hijos los parientes y los amigos, pero todos estos
amores los encierra y abraza en sí el amor a la patria” Por lo cuál ¿qué hombre de bien
dudará exponer su vida si con esto puede ser de provecho?...legando a términos de comparar cuáles obligaciones nos deben mercer más atención, las primeras son las de la patria y
de nuestros padres” 40 . Quien no tiene ninguna obligación (“qui nullo fungitur officio”) es un “inmunis” y, por ende, un “ingratus”.
La vocación de un destino histórico común fué señalada por los surgentes astros
que dijeron dicen: “tu regere imperio populos memento/ haec tibi erun artes/ pacisque
36 Op.cit. Nación.
37 Dig.L,I,33.
38 Op.cit. 21.
39 Cic. De Officis, I,VII.
40 Cic. De Officis I, II y XVII.
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imponere morem, parcere subiectis et debellare superbos”.41 ¿Cómo ha de acordarse el
romano de regir los pueblos? Con imperio, pero con las “artes” de imponer la costumbre de la paz, promover a los sometidos y aniquilar a los soberbios. La paz puede
imponerse, muchas veces a sangre y fuego, la “costumbre de la paz” de ninguna manera. La costumbre es una “larga consuetudo inveterata”42 es una obra civilizadora
paciente y convincente.
Esta “comunidad de destino histórico” civilizador aparece magistralmente
expuesta por Cicerón44 : “Neque enim est ulla res in qua propius, ad deorum numen virtus accedat humana, quam civitatis aut condere novas aut conservare iam condictas”. En
realidad no hay ninguna cosa en la cual la virtud humana se acerque más al numen de
los dioses, que el hecho de fundar ciudades nuevas o conservar las ya fundadas”. Cuando
Eneas llega al Lacio y se casa con Lavinia, el mayor homenaje a su esposa es fundar
una ciudad que llevará su nombre. Ascanio continúa la política paterna fundando
otra ciudad. Y Rómulo se eleva de la tierra a los cielos como padre fundador de la
“civitas” de la que nacerán “en todas las direcciones caminos que fomentaron el
comercio, mantuvieron en contacto las provincias con la capital e hicieron posible el
mantenimiento del orden” 45 . Fundar ciudades (civitates) era fijar nuevos límites desde
donde iniciar un proceso de promoción y desarrollo político, económico y social, una
obra de inculturación cívica. La fuerza civilizadora a la vez enraiza y tiene su sustento en la conservación de las ciudades existentes como símbolos vivientes de la grandeza romana. Se funda la nueva ciudad plantando en ellas las semillas conservadas de
una larga tradición que deberá prolongarse.
Y hay una comunidad de derechos e intereses de la que nos ocuparemos a continuación.
c. 1: La concepcion republicana tiende un puente entre las dos concepciones
comentadas. A diferencia de la concepción liberar pone el acento en los “deberes” y
las “responsabilidades” más que en los “individuos” y los “derechos” y, a diferencia de
la comunitaria, reclama de los ciudadanos un mayor involucramiento en la cosa
pública sobre la base de la capacidad y conocimiento de cada uno privilegiando los
vínculos cívicos en lugar del grupo. Una versión moderada postula como importante la participación política de los ciudadanos mientras otra más exigente (humanismo
cívico)la asume como necesaria dada su condición humana de animal político.
El humanismo cívico tiene su fuente precisamente en el célebre estudio de
Montesquieu sobre la sociedad romana 46 . Atribuye la grandeza de Roma a su moral
austera y la decadencia a la persecusión de excesivas riquezas, no tanto de poder. El
gobierno estable creado por Roma, pese a las corrupciones de todo tipo, fué posible
porque se asentó en la libertad de sus ciudadanos y la aceptación de la diversidad,
41 Virgilio. Eneida, VI,851.
42 Dig.III, 32,1,etc.
44 De Rep. 1.7.12.
45 Touchard, Jean: Op.cit. cap.II.
46 Considérations sur les causes de la grander des Romains et de leur décadence( 1734) y Esprit de Lois (1748).
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XVII ENCUENTRO NACIONAL
DE
P ROFESORES
DE
DERECHO R OMANO
pero la estabilidad no se logró por razones morales sino por el lazo de unión entre ciudadanos traducida en instituciones políticas firmes y flexibles como valla de contención
c. 2: En este segmento también Cicerón 47 viene a pedir la palabra: “Es igitur
res publica res populi, populus autemnon omnis coetus quoquo modo congregatus, sed coetus multitudinis iuris consensus et comunione utilitatis sociatus”....”eius autem prima
causa coeundi est non tam imbecilitas, quam naturalis quaedam congregatio; non esti singulare nec solivagum genuis hoc”. “Es pués la cosa pública del pueblo; empero el pueblo no es toda reunión de hombres congregada de cualquier modo, sino una reunión
asociada por consentimiento del derecho y comparticipación de utilidad.... la primera causa de reunirse no es tanto la debilidad cuanto cierto impulso natural de congregarse pués la estirpe humana no es de un genero de individuos aislados ni solitarios”.
La “res publica” es cosa comun, de todos, pero la “comunidad” no es el sólo
hecho gregario sino que se expresa y realiza en la estructura jurídica del estado y el
compartimiento de los beneficios de la cooperación societaria. Aquellos hombres
para los que la libertad es inestimable están ahora asociados por un entramado de vínculos cívicos de derecho y conveniencias mutuas a partir de los cuales surge la necesidad o importancia de la participación activa y la asunción de deberes y responsabilidades.
La idea del “pacto” en sentido moderno es ajena a la mentalidad romana 48. La
“civitas” nace de una necesidad teleológica natural, pero la personalidad jurídica del
estado-nación, cuya soberanía suprema radica en la comunidad política de todos
los ciudadanos, es sí producto de un pacto constitucional fundado en derecho. Ya yo
había intuído la rústica sapiencia de Rómulo cuando, luego de establecer convenientemente los ritos religiosos, se dió cuenta de que solamente la fuerza de las leyes podía
constituir en nación a la multitud por lo que procedió a dictarle las suyas 49. La ley
es “communis reipublicae sponsio” -pacto común de ciudadanía- y todo el derecho “aut
consensu fecit, aut necessitas, aut firmavit consuetudo”, la que también traduce “rebus
ipsis et factis” la voluntad del pueblo . Hasta el famoso “quod principi placuit” 50, que
suele citarse como principio de absolutismo político, no tiene tal alcance y puede
reconducirse a un fundamento contractual .51 . La sociedad política está conformada
por la nervadura normativa republicana que expresa la voluntad común de quienes
no son aislados ni solitarios sino que obedecen a cierto impulso natural de congregarse y compartir los beneficios y cargas de la asociación dentro de un sistema ético-jurídico acordado.
47 De Re Publica, I,25.39.
48 Mommsen, op.cit.98
49 Tito Livio. Historia Romana. 1,8.
50 Dig. III,1,32,1,40 y I,IV,1.
51 Fassó, Guido: Historia de la Filosofía del derecho. E.Pirámide.Madrid, 1980, págs.104/5.
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H OMENAJE “DR . L UIS R ODOLFO A RGÜELLO ”
V.Polibio y también Cicerón52alaban el régimen político de la antigua Roma que
reunía las tres formas típicas de gobierno: Monarquía (rex-magistrados; Aristocracia
(senado): Republica (populus). “Mutatis mutandi” podríamos conjeturar que también en las concepciones y desarrollo de la ciudadanía romana aparecen seminalmente y se integran las principales variables de las concepciones modernas. Tenemos un
nivel de derechos naturales preexistentes al estado, una pertenencia comunitaria
como “condictio sine qua non” de la ciudadanía y una ciudadanía conformada por
un sistema de derechos consentidos y utilidades compartidas, de todo lo cual surgen
deberes y responsabilidades recíprocas del estado con los ciudadanos, de los ciudadanos con el estado y de los ciudadanos entre si (“quod ad statum rei romanae spectat;
quod ad singulorum utilitatem”).-
52 Polibio: Historia Universal bajo la Republica Romana. Libro sexto; Cicerón: Sobre las leyes, libro III.
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