EL PODER DE SUS MUSCULOS A menudo encontramos en la biblia palabras que se refieren al poder del Señor. Dios despliega su fuerza en cada relato de la escritura. Los escritores bíblicos usaron antropomorfismos (Atribución de forma o cualidades humanas a lo que no es humano) para describir facultades de Dios. Cuando los escritores se refieren al evento de la liberación de Egipto resaltan la forma como fueron sacados de allí: Sal 77:14-15 Tú eres el Dios que hace maravillas; Hiciste notorio en los pueblos tu poder. Con tu brazo redimiste a tu pueblo, A los hijos de Jacob y de José. Una imagen que los escritores antiguos tenían de Dios era la de un hombre de brazos robustos y manos fuertes Sal 89:13 Tuyo es el brazo potente; Fuerte es tu mano, exaltada tu diestra. Dios les habla desde esa misma perspectiva: Sal 89:19-21 Entonces hablaste en visión a tu santo, Y dijiste: He puesto el socorro sobre uno que es poderoso; He exaltado a un escogido de mi pueblo. Hallé a David mi siervo; Lo ungí con mi santa unción. Mi mano estará siempre con él, Mi brazo también lo fortalecerá. En el libro de Job, Dios le pregunta al confundido hombre: Job 40:9 ¿Tienes tú un brazo como el de Dios? ¿Y truenas con voz como la suya? Los cristianos continuamente hablamos del poder de Dios. Decimos: ¡el Señor es poderoso! Y vaya si lo es, pero a veces la conciencia de ello esta limitada; las presiones de la vida pueden hacer añicos lo que alguien piense de Dios. Cristianos fácilmente pasan de la alabanza a la queja, del “jubilo” a la tristeza, del querer ser determinado en algo a caer con el primer obstáculo. Podemos hablar del poder de Dios, podemos pensar lo correcto de Él, pero si ese poder y fuerza no es revelado cualquier escollo en el camino puede hacer tropezar Normalmente cualquier cristiano afirmaría la omnipotencia de Dios, pero se necesita toda la vida y mucho más que eso para llegar a entender y vivir algo de ella. Ojala pudiésemos hoy preguntarle a Job que aprendió de su experiencia. Dios no se molestaba ni les reclamaba a los israelitas porque se lo imaginaban como un hombre fuerte, vigoroso de brazos anchos y manos grandes. Creo que la iglesia necesita un poco más de esa imaginación con relación a Dios. Una de las cosas que más me gustó de la película la “pasión” dirigida por Mel Gibson fue que el actor que represento a Cristo no era un debilucho sino que era un hombre de buena contextura física, de mirada fina y profunda. Creo que El carpintero, que de hecho en esa época era alguien que trabajaba con mucho más que sólo madera debió tener una buena fortaleza física. En muchas películas acerca de Cristo se veía un Cristo con pinta de modelo y con dificultades hasta para moverse, parecía siempre cansado y sus movimientos cadenciosos y frágil cuerpo, hacían más duro pensar que alguien así pudiera cargar una pesada cruz. El carpintero de Nazaret sin duda era un hombre fuerte, muy pocos realmente cargarían una cruz de más de 120 kilos en un trayecto de 800 metros después de haber sido azotado hasta quedar casi muerto. El más musculoso de la tierra Arnold Schwarzenegger es un reconocido actor de cine de mi generación; antes de ser famoso por las producciones cinematográficas ya tenía reconocimiento en el mundo del deporte. Él fue Ganador del concurso Míster Olympia durante 6 años consecutivos. Este concurso reúne a los mejores fisicoculturistas del mundo en un campeonato para ser calificados por sus cuerpos esculpidos mediante el ejercicio físico. Ellos llegan a ser como esculturas humanas, tienen que trabajar diferentes áreas del cuerpo para darle la proporción, firmeza y la simetría a cada parte de él de tal forma que tengan músculos "perfectos". El jurado los califica y se determina el ganador. Los grandes músculos de estos hombres les dan una estampa de "superhéroes" de allí que algunos de ellos fueran llamados a actuar como en el caso de Arnol schwarzenegger ( terminator en 1984) y Lou ferrigno ( el hombre increíble de los años 1978-1982) que por cierto fueron ellos quienes compitieron en la final por el título Míster Olympia el sexto año que Arnold lo ganó. Él adiestró su cuerpo en una rigurosa disciplina. Un periodista le preguntó acerca de sus triunfos, y él dijo lo siguiente: “El cuerpo no está acostumbrado a levantar 9, 10,11 o 12 veces el mismo peso. Atravesar esa barrera del dolor hace que los músculos crezcan. Se siente dolor en los músculos, pero se piensa sólo en seguir sin parar. Las últimas dos, tres, cuatro repeticiones hacen que los músculos crezcan y pasar esa barrera es lo que separa a un campeón de alguien que no lo es. Si puedes atravesar la barrera del dolor posiblemente llegues a ser campeón, sino puedes, olvídalo.” Los músculos de Dios La fuerza de Dios no tiene comparación en toda la creación. Dios es fuerte, muy fuerte. ¡Él es el fuerte! si no lo llegamos a ver así ¿Cómo se puede caminar confiados? Isa 40:25 ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. Isa 40:26 Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio La visión que tienes del altísimo moldea tu andar en esta tierra. David podía enfrentar al musculoso Goliat porque su mirada no estaba en el mal encarado hombre sino que veía que el todo poderoso, el “musculoso” Dios, obraba a través de él. El mismo que lo fortaleció para derrotar osos y leones no tendría ningún problema en entregarle a Goliat. ¿Qué eran casi tres metros de necedad comparado con la fuerza del altísimo? Daniel tampoco temió la ira del rey puesto que conocía al que estaba por encima de cualquier autoridad terrenal. El rey podía tener un horno ardiente para “chamuscar” a los que no lo adoraren o podía tener fosas llenas de leones hambrientos para que devoraran a quienes adoraran a otro diferente a él, pero si el “musculoso” Señor del cielo y la tierra no quería dejar que algo les pasara ¿Quién se lo podría impedir? Puedo recordar en mi niñez una situación en la que experimenté lo bueno que es andar con alguien más fuerte que uno mismo. En alguna ocasión un jovencito algo problemático y mal hablado quiso robarme algunos juguetes. Él no tenía por qué hacerlo pero lo hizo, este joven quería escapar pero afortunadamente cerca estaba uno de mis hermanos mayores. Mi hermano le hizo el reclamo diciéndole que me devolviera lo que me pertenecía, este jovencito en medio de insultos se abalanzó sobre mi hermano y empezaron a forcejear, pero que bueno que mi hermano resulto ser más fuerte, así que dominó al ladronzuelo y éste no tuvo opción sino devolver mi “botín” de juegos. A menudo me encontraba en la calle con el joven conflictivo pero en adelante ni se atrevió a decirme o a hacerme algo más. En silencio daba gracias porque tenía un hermano de buenos músculos que me podía defender y eso por supuesto me daba seguridad. Seguramente las peleas que enfrentas en tu vida no son de este tipo. Oro a Dios que así sea, pero lo que sí es cierto es que todos vivimos conflictos, situaciones de diferente orden en los cuales necesitamos estar fuertes. Quizá usted haya sido defendido en alguna ocasión por alguien, sin embargo en todo lo que tiene que ver con su vida de fe hay batallas que tendrá que librar solo y cuando digo solo hablo de la ausencia del apoyo de otras personas incluso de hermanos en Cristo pero nunca de la ausencia del Señor mismo. En el antiguo pacto la gente podía tener una visión acerca del poder y fuerza del Señor y de acuerdo a ello, Él se manifestaba. De alguna forma ellos median el obrar de Dios por factores externos; consideraban que Dios era fuerte recordando su liberación, las batallas ganadas, su misma preservación y eventos similares. En el nuevo pacto el poder y fuerza del Señor se expresan en una vida transformada desde lo interior que se exterioriza poco a poco y obviamente también en manifestaciones milagrosas grandiosas. Pablo le escribe a los efesios sobre dónde y cómo deben fortalecerse para vivir firmes en la batalla: Efe 6:10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Nuevamente la imagen del Señor aquí la de alguien “musculoso” pero después de la redención en Cristo, Él ya no opera desde afuera para fortalecernos sino desde adentro. Esta versión lo dice así: Efe 6:10 (CAS) Dicho esto, os recuerdo también que vuestra fortaleza ha de emanar del gran poder del Señor, que está en vosotros. El capítulo 6 de efesios habla sobre la confrontación espiritual que los creyentes vivimos; el apóstol ha estado hablando en los versículos anteriores acerca de las relaciones entre esposos, padres-hijos y demás. En el capítulo 5 habló del mantenerse llenos del Espíritu Santo. En otras palabras el estar llenos del Espíritu Santo nos capacita para desarrollar buenas relaciones que serán la entrada para fortalecernos en la fuerza del Señor y confrontar las obras de las tinieblas en autoridad con todos los elementos de lo que el apóstol llama la armadura de Dios. El resultado de la confrontación espiritual del creyente está muy ligado a la calidad de relaciones que tiene y la calidad de relaciones está ligada al nivel de llenura del espíritu. Creyentes pueden “tratar” de pelear con el diablo y los demonios pero si no tienen sus relaciones personales en el lugar adecuado irremediablemente las tinieblas prevalecerán. No hay autoridad efectiva contra las tinieblas, si Romanos 12:8 no está siendo practicado en nuestro vivir (Rom 12:18 Si de vosotros depende, haced cuanto podáis por mantener la paz con todo el mundo) Volviendo a efesios 6:10. Podemos decir que somos fortalecidos en los músculos del Señor que Él ha puesto en nuestro espíritu por el nuevo nacimiento. Si no puedes ver a Dios como el todopoderoso será imposible recibir su fuerza. Recibimos de lo que creemos. No puede ser un mero decir:” ¡Dios es poderoso y fuerte!” Sino que ha de ser una convicción, ha de ser creído más allá de cualquier circunstancia, los “músculos” del Señor son muy pero muy grandes y Él está dentro de ti. Si alguna duda quedara de los brazos fuertes y las manos grandes y vigorosas de Dios escucha las palabras de Jesús: Juan 10:28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Juan 10:29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Son las manos de Jesús y del Padre donde tu estas guardado ¿Quién o qué podría arrebatarte de allí? Quizá puedas ver cada día más claramente el Dios fuerte que te salvó y que te dio un destino. El gimnasio de los hijos de Dios ¿Recuerdan algo de las palabras del ganador seis veces consecutivas de Míster Olympia? Arnold Schwarzenegger dijo que atravesar la barrera del dolor hace que los músculos crezcan y que eso, hablando del fisicoculturismo determinaría si alguien era campeón o no. Estos hombres se la pasaban en el gimnasio gran parte de su vida. Ellos sabían que allí debían estar y que después de haber superado una barrera de dolor, más adelante tendrían que superar otra para que sus músculos no dejaran de crecer y así competir por el campeonato. Desde que una persona nace de nuevo queda inscrita en “el gimnasio de los hijos de Dios” este es el lugar donde los creyentes ejercitan sus músculos espirituales pero al igual que el gimnasio donde se ejercita el cuerpo, algunos ejercicios causaran más incomodidad que otros pero casi siempre son los más necesarios. Somos ejercitados en el espíritu a través de varias cosas; nombraré tres esenciales; primero y principalmente la comunión con Dios, segundo las relaciones y tercero las circunstancias. En la comunión con Dios, continuamente somos examinados por Su palabra en nosotros y en su luz gloriosa podemos ver asuntos del carácter que necesitan ser formados; ver la santidad de Dios nos conduce a una humillación voluntaria y comprendemos que sólo Su gracia nos hace vivir en pie. La vida de adoración nos transforma; lo vemos a Él y llegamos a ser como Él. Las relaciones en medio de las cuales desarrollamos nuestra vida diariamente nos confrontan; hay días que por alguna situación nos llegamos a dar cuenta que nos falta madurez, que como decían los antepasados: “faltan cinco centavos pal peso” y en ocasiones mucho más. De nuevo necesitamos ir al Señor y hacer “ejercicios espirituales” Y en cuanto a las circunstancias habría mucho que decir debido a que todo el día estamos expuestos a ellas. El creyente que desarrolla una comunión con Dios no toma atajos en la vida, no vende la verdad, no hace alianzas dañinas y no práctica el pecado que practican los que viven en tinieblas. El creyente siente la presión del mundo, de las tinieblas y la carne que lo quieren empujar a buscar “soluciones” fáciles en los momentos adversos. El mundo ofrece su plato de lentejas, o sus treinta monedas de plata para hacer que el hijo de Dios vaya en la dirección incorrecta. En un mundo caído circunstancias difíciles acontecen aun para los que aman a Dios, pero todas ellas deben hacer a un hijo de Dios más conscientes de Dios y menos de las circunstancias mismas. El creyente necesita ir en estos momentos al “gimnasio” y atravesar la barrera del dolor para que sus “músculos espirituales” no dejen de crecer. Moisés lo hacía cada vez que los israelitas se rebelaban contra Dios y contra él (Éxodo 32:9-14). David tuvo que ir al gimnasio cuando llegó un día al campamento y no encontró ni a su familia, ni a las familias de sus soldados, ni sus pertenencias (1 Samuel 30:6-8). Jesús mismo se mantenía en el gimnasio pero la angustia que le produjo el que ya iba a llegar la hora de ser separado del Padre hizo que ejercitara su espíritu arduamente (Mateo 26:36-46). No quiere decir esto que un creyente tenga que estar en angustia siempre o en alguna situación fuerte para poder ejercitar su espíritu y hacer crecer sus “músculos”. No tiene que ser así, la mejor forma de desarrollarnos espiritualmente es en una vida de adoración, de comunión íntima, allí hay crecimiento, pero ninguno puede negar que las situaciones difíciles nos llevan a orar con ímpetu. Esto es lo que normalmente debe pasar con los hijos de Dios. Los religiosos reniegan de las situaciones se descomponen emocionalmente y los más atrevidos acusan a Dios de las situaciones cuando ha sido el gran ausente de sus vidas, no porque el Señor haya querido estarlo sino porque la arrogancia de la religión ha impedido su manifestación. Los creyentes genuinos “corren” a Cristo en las angustias. Ellos saben que si traspasan la barrera del dolor en la presencia del Señor, sus músculos espirituales crecerán. Los que hacen así son los que alcanzan propósitos en Cristo, son los campeones, son los Míster o las Ms Olympia que reciben títulos eternos. El salmista lo expreso así: Salmo 4:1…Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar………… ¿Si puede ver el músculo creciendo? No dice David que en la angustia se secó sino que se ensanchó, eso es pasar la barrera del dolor para ver crecer el “músculo” espiritual. ¿Dónde sucedió ese ensanchamiento? Claro que si, en su clamor a Dios. Si tiene alguna angustia no se quede allí; ¡Clame!, Clame en fe, percibirá su ensanchamiento, pasará la barrera del dolor y estará más musculoso(a). Cuando ves a un hombre o mujer robustos en la fe, eso te da un mensaje claro: ¡han estado en el gimnasio y traspasaron la barrera del dolor! Por eso se ven fuertes, hablan fe, expresan emociones pero no son manipulados por ellas. Eso mismo han de ver en ti; no corras del gimnasio, mantente allí, atiende al instructor y verás los resultados. No podrás pasar desapercibido, tú mismo serás consiente de tus nuevos niveles, de la proporción, la firmeza y la simetría de tus “músculos espirituales” Estar en el gimnasio nos permite ser más hábiles, aptos para alcanzar la meta. Unas piernas con músculos desarrollados tendrán un mejor desempeño que unas que no lo están. Ensanchados en la angustia (no por la angustia) nos permite correr con libertad. La angustia en si no hace crecer a nadie pero mantenerse en el “gimnasio de los hijos de Dios” aun cuando se está en angustia eso si hace crecer los “músculos” espirituales. Así que ejercita tu espíritu y corre en la voluntad de Dios. Sal 119:32 Por el camino de tus mandamientos correré, Cuando ensanches mi corazón. Un entrenador personal El apóstol pablo fue un hombre que ejercitó grandemente su espíritu, fue como un Míster Olympia de campeonatos celestiales. Así como los fisicoculturistas dibujaban mapas en sus músculos debido a las rutinas que practicaban, Pablo decía que el llevaba las marcas de Cristo en su cuerpo. El entrenador se ocupa de reforzar lo que deportista requiere. Él identifica debilidades y a través de ejercicios pretende convertir esas debilidades en fortalezas así que la parte más débil necesita una rutina más fuerte. El Señor como entrenador personal de todos los creyentes, también lo fue de Pablo. Pablo en sus cartas se muestra como un hombre de oración. A menudo él apóstol pedía oración y a su vez el oraba por la iglesia para que fuese fortalecida con el poder del Señor (colosenses 1:11). Es decir que Pablo reconocía que necesitaba estar fuerte para el cumplimiento del llamado y que así mismo toda la iglesia. El apóstol vivió circunstancias difíciles en diferentes ámbitos, tuvo que enfrentar algunos conflictos relacionales pero hubo algo de lo cual él habla en una de sus cartas y que ha sido objeto de varias interpretaciones y no pocas discusiones. Él nombró a algo que le aquejaba como “un aguijón en la carne”. Leamos. 2Co 12:7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 2Co 12:8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Más allá de cualquier interpretación, Yo creo que se trataba de la persecución que sufría especialmente por los judaizantes (personas que seguían a Pablo donde él iba para entorpecer la doctrina de la gracia y conducir a la gente al legalismo). El texto bíblico no permite pensar que haya sido una enfermedad y tampoco un problema moral que el apóstol hubiese tenido. Lo cierto aquí es que esta situación que vive este hombre de Dios, le genera angustia y esa angustia lo lleva a clamar, a estar en el “gimnasio espiritual”. El ruego es para que ese aguijón le sea quitado y esto mismo es una de las razones por la que no podía tratarse de una enfermedad; Pablo mismo sabía que Cristo llevó enfermedades y dolencias y que por su llaga fuimos sanados, de tal forma que el apóstol no pediría algo que sabe que por gracia ya tiene. Tampoco se puede tratar de un asunto moral pues Dios no negaría algo que Él mismo ha dicho que hagamos morir (Colosenses 3:5) pero en cuanto a las persecuciones Jesús dijo claramente que estas vendrían por Su causa (Juan 15:20). Pablo ruega para que sea quitado ese “aguijón” pero la respuesta es esta: 2Co 12:9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Así como se aprecia el valor de la luz cuando hay una densa oscuridad de la misma manera el poder de Dios se hace notorio en la profunda flaqueza del hombre. Pablo no necesitaba que la persecución le fuera quitada pero si necesitaba vivir fortaleciéndose en Cristo para no dejarse aplastar. El poder de Cristo se perfecciona, se hace patente, llega a su punto más alto en el reconocimiento que se tiene una debilidad. Reconocer las flaquezas ante Dios abre el cerrojo de las despensas de Cristo. Parece como si el apóstol hubiera hecho una pausa para digerir lo dicho por el Señor y después de hacerlo, el habla para sí mismo: “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” La angustia se fue, y Pablo dice: “con gusto me enorgulleceré de mis debilidades” una versión lo dice así: “me alegra presumir de mis debilidades”. Esto es hacer buen ejercicio. La debilidad no agrada pero se traspasa la barrera del dolor, se sigue la indicación del instructor y el músculo tiene que crecer. Alegrarse es posible para un cristiano aun cuando tiene debilidades, pero esto es sólo cuando se está en el “gimnasio espiritual” y cuando hay una determinación por atender al instructor. No importa cuántas veces tenga que ir por el mismo problema o la misma debilidad, su gracia siempre está dispuesta y ella es suficiente. Los fisicoculturistas tienen que entrenar muchas horas, hacer rutinas durante muchos años para poder desarrollar buenos músculos pero los que han sido campeones han traspasado la barrera del dolor y por eso lo lograron. El apóstol Pablo lo reafirma en el siguiente verso: 2Co 12:10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. El fundamento del gozo que experimentaba Pablo era fruto de la revelación del amor de Cristo. La religión no infunde gozo al débil sino condena, pero Cristo no deja de amar a sus redimidos por causa de sus debilidades. Él llama y salva a gente ordinaria y los transforma en seres extraordinarios ¿Qué quiere Él de nosotros? Que nos mantengamos en el gimnasio, que atendamos instrucciones. Ningún músculo débil al cual se le da una buena rutina de ejercicios puede permanecer igual. Cuando sabemos distinguir nuestras debilidades pero podemos ver la gracia de nuestro amado instructor no podemos dejar de alegrarnos y no podremos hacer otra cosa sino declarar como Pablo ¡cuando soy débil entonces soy fuerte! Somos fuertes porque a la luz de gracia ninguna debilidad prevalecerá. La gracia siempre vence, por eso ella nos basta. El cristiano no debe vivir recordando constantemente su debilidad sino que debe mirar a Cristo quien es gracia sobre gracia, nadie que vive más consciente de su debilidad que de la gracia de Dios puede crecer y vivir en libertad. No estoy diciendo que se deben ignorar las debilidades, ningún adorador podría hacerlo pero es necesario mirar al “musculoso” Dios que tenemos y recordar que la fuerza de ese poder nos es transmitida por su Espíritu en nosotros. No puede un creyente vivir centrado en su debilidad si así lo hace caerá continuamente en ella y las voces de condenación que vienen de las tinieblas confundirán el camino. Pablo se pudo gozar aun con sus debilidades, lo pudo hacer por que a pesar de ellas mantenía una firme comunión con Cristo, haría bien usted si a pesar de lo que lo aqueja, de sus debilidades puede decir: ¡Tu gracia me basta!, ¡me gozo en las debilidades!, ¡cuando soy débil soy fuerte! Porque reposa sobre mí el poder de Cristo. Isa 40:28 ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es el Señor, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Isa 40:29 El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Isa 40:30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; Isa 40:31 pero los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.