Clasificación DSM-IV y CIE-10 de los trastornos mentales: evolución histórica M.ª J. García S., M.ª A. Maroto, S. Grandes C. S. Castilla la Nueva. Fuenlabrada (Madrid) INTRODUCCIÓN El interés de clasificar, homogeneizar y organizar los síntomas, síndromes o trastornos mentales es un objetivo primordial de la psiquiatría y de la atención primaria de salud, dada su elevada prevalencia en la población general y el gran número de consultas que genera, tanto a los médicos de familia como a los psiquiatras. El desconocimiento de la etiología de un gran número de trastornos mentales hace que se deba recurrir para su definición a criterios basados generalmente en la descripción del comportamiento, la exploración psicopatológica y la evolución del enfermo1,2,9,10,12,13. La situación nosotáxica de la psiquiatría actual se ha enriquecido con la aparición de sistemas de clasificación internacionales, que han puesto en evidencia las dificultades de definición y nomenclatura, y han favorecido la aparición de instrumentos útiles para normalizar los criterios diagnósticos y la exploración del paciente psiquiátrico3,5-8,18. Con ello se ha avanzado, a pesar de las dificultades, en el proceso de homogeneización, tan necesario para avanzar en la investigación y que facilita la comunicación científica entre profesionales, la descripción psicopatológica y la organización de datos en conceptos. En opinión de Sartorius 16 las clasificaciones internacionales deberían basarse en el acuerdo entre profesionales de salud mental, ser suficientemente simples y comprensibles y, sobre todo, servir al profesional. En el momento actual existen dos sistemas de clasificación que poseen una mayor vigencia y relevancia: El desarrollado por la Organización Mundial de la Salud (CIE) y el de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM). Ambos están basados en las teorías de Emil Kraepelin y tras varias revisiones se han ido adaptando a la situación actual. Las dos clasificaciones están muy extendidas internacionalmente y la tendencia actual es a compatibilizar ambos sistemas. Psiquiatría y Atención Primaria, Diciembre 2006 CLASIFICACIONES INTERNACIONALES: EVOLUCIÓN HISTÓRICA DESDE SU CREACIÓN HASTA EL MOMENTO ACTUAL Clasificación de la OMS La clasificación internacional de enfermedades (CIE, ICD) 3 4 11 18 se puso en marcha en 1983 por el International Statistical Institute de París y engloba una clasificación de causas de enfermedad según categorías. Tras varias revisiones, la OMS investigó en 1959 su uso y utilidad, según un estudio realizado por Stengel17 basado en el análisis de algunas clasificaciones vigentes, la mayoría basadas en las teorías de Kraepelin. Dadas las divergencias encontradas, Stengel propuso que los diagnósticos fueran simplificados a síndromes clínicos, y recomendó la creación de un glosario que aclarase y definiese términos de nomenclatura. La propia OMS, en su presentación, aclara que es únicamente la enumeración de un conjunto de síntomas con descripciones consensuadas por un gran número de asesores, que sirven de base para definir las distintas categorías de la clasificación, y que no abarca de forma exhaustiva los conocimientos actuales sobre los trastornos. Con posterioridad se ha realizado un profundo trabajo de revisión que ha permitido, con la novena revisión (CIE-9), la creación de un glosario que ha intentado paliar los problemas terminológicos. La CIE-911 fue publicada en 1975 y el capítulo V corresponde a los trastornos psiquiátricos. En él se incluyen 30 categorías de 3 dígitos, organizadas en 4 subsecciones, un glosario y términos equivalentes para cada trastorno. En 1992, la OMS publicó su última revisión, la CIE103,4, realizada tras varios años de estudios de campo, buscando validez y fiabilidad de las categorías. Los códigos numéricos fueros sustituidos por cadenas alfa-numéricas y el número de categorías principales ha pasado de 30 a 100. La perspectiva multiaxial de la CIE-10 posibilita la creación de distintas versiones para diferentes usos. En 13 ella se obtienen descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico destinadas al uso clínico, criterios diagnósticos útiles para la investigación (creados en 1994) y una versión específica para Atención Primaria4,14 (1996), con notable aceptación en Europa. La compatibilidad de la CIE-10 con la DSM-IV es muy importante, logrando un acercamiento aún mayor que el obtenido en la revisión anterior (CIE-9 frente a DSM-III). Clasificación de la APA: DSM El único sistema oficial que ha prevalecido junto a la clasificación de la OMS ha sido la de la APA (American Psychiatry Association), publicando el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales conocido como DSM5-8,18 utilizado en Estados Unidos, y que usan clínicos e investigadores de todo el mundo. La primera edición fue publicada en 1952, dando gran importancia al concepto de reacción de Adolf Meyer. En 1965 fue sustituida por el DSM-II, que basado en la CIE-8 introdujo un glosario, dando un giro al concepto inicial. En 1980, la APA publica la tercera edición del Diagnostic and Statistical Manual (DSM-III)15, muy en consonancia con la 9ª revisión de la clasificación de la OMS, introduciendo criterios diagnósticos de inclusión y exclusión, a la vez que utiliza un sistema multiaxial de diagnóstico. Tras ella, se hizo una revisión (DSM-III-R)5, publicada en 1998. Los objetivos que precipitaron su aparición eran mejorar la utilidad clínica, fiabilidad de las categorías diagnósticas, aceptación por parte de los clínicos e investigadores, utilidad académica y compatibilidad con ICD-9CM y con los puntos de vista tradicionales. En 1994 se publicó el DSM-IV que no supuso un cambio radical respecto al anterior y que es el utilizado en la actualidad aunque en 2002 se publicó su revisión, el DSM-IV-TR. Sus trabajos son simultáneos a la CIE-10 y las categorías principales son muy parecidas. Sigue siendo un sistema ateórico con orientación descriptiva. En cada trastorno se hace una descripción sistemática, se evita la jerarquía entre trastornos y utiliza los diferentes ejes de clasificación que proporcionan información adicional en cada caso. Características El diagnóstico se basa en criterios operativos, por lo que la inclusión o no de un caso en una categoría depende del cumplimiento de una serie de ítems. Es ateórica pues a pesar de la enorme cantidad de clasificaciones y de teorías existentes, esta clasificación ha intentado no seguir la línea de ninguna de ellas en particular. Es multiaxial. Con lo que se facilita la inclusión de múltiples procesos y la valoración de distintos aspectos. Se aproxima más a la clínica. Se eliminan las hipótesis patogénicas a favor de los aspectos clínicos. 14 Está sometida a un continuo proceso de revisión y validación. Aspecto multiaxial En la clasificación DSM-IV se pueden distinguir cinco ejes sobre los que se debe establecer el diagnóstico completo. EJE I Define los síndromes clínicos, es decir, los motivos de consulta, pero que no constituyen un trastorno mental en sentido estricto. Es el eje de uso más habitual. EJE II Incluye los trastornos de personalidad que no se incluyen como tal en el eje I y que pueden acompañar a cualquier otra patología mental. En DSM-III-R y DSM-IV se incluyen en este eje los trastornos del desarrollo en la infancia y la adolescencia y la función intelectual borderline. A los ejes I y II se les suma en esta revisión la valoración de la severidad con códigos adicionales. EJE III Incluye las condiciones físicas que pueden ser causa de enfermedad mental codificada en el eje I. EJE IV Codifica la gravedad de los problemas psicosociales y ambientales padecidos por el sujeto. Puede ser catalogado desde ausente hasta catastrófico, pasando por grados intermedios. Se utiliza cuando se presume la existencia de factores vivenciales que han desencadenado el proceso psicopatológico. EJE V Constituye una escala de evaluación de la actividad global del sujeto. Valora la calidad del rendimiento en las áreas psicológica, social y laboral, con una puntuación que oscila entre 1 (peligrosidad intensa, grave riesgo de suicidio, etc) y 90 (ausencia de síntomas, óptimo rendimiento laboral, etc). El DSM-III-R añade el status sintomático al nivel de actividad interpersonal y ocupacional. El DSM-IV incluye la opinión del clínico acerca del nivel general de actividad del sujeto, lo que resulta útil para planificar un tratamiento, medir su impacto y para predecir su evolución. El registro de la actividad general en el eje V puede hacerse utilizando la escala de evaluación de la actividad global (EEAG). CONCLUSIÓN La existencia de distintos modelos de clasificación es importante en psiquiatría y en atención primaria, Psiquiatría y Atención Primaria, Diciembre 2006 pero conlleva muchos problemas a la hora de unificar criterios. La consolidación de la CIE-9-CM y de DSM-III-R y las revisiones posteriores CIE-10 y DSM-IV como clasificaciones internacionalmente admitidas y utilizadas, han conseguido unificar criterios y avanzar en la normalización diagnóstica. Si comparamos ambas, podemos concluir que la CIE presenta la ventaja de la utilización común con otras partes de la medicina, al no ser una clasificación exclusivamente psiquiátrica y englobar causas de enfermedad en general. Mientras, la clasificación de la APA (DSM) presenta la de la existencia de criterios y herramientas normalizadas y el uso del sistema multiaxial, que facilita una evaluación completa y sistemática de factores, que pasarían desapercibidos si el objetivo de la evaluación se centrara en el problema objeto de la consulta. La imposición de una u otra es difícil dada la importancia de ambas. Sin embargo, cada nueva versión ha hecho un esfuerzo para intentar compatibilizar ambos sistemas, hecho que ha sido evidente en las últimas versiones, en las que el grado de concordancia es muy importante. En la actualidad CIE-10 y DSM-IV son dos grandes sistemas de clasificación muy extendidos. BIBLIOGRAFÍA 1. Belloch A, Sandín B, Ramos F. Conceptos y modelos en Psicología. Manual de Psicopatología. Madrid: Mc Graw Hill, 1995. Psiquiatría y Atención Primaria, Diciembre 2006 2. Bonnet F. Psicopatología y Psiquiatría Forenses. Buenos Aires: López-Libreros, 1983. 3. CIE-10. Trastornos mentales y del comportamiento. OMS. Madrid: Meditor, 1992. 4. CIE-10. Trastornos mentales y del comportamiento. Pautas diagnósticas y de actuación en Atención Primaria. Madrid: Izquierdo, 1996. 5. DSM-III-R. Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Editorial Masson, 1988. 6. DSM-IV. Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Editorial Masson, 1995. 7. Freedman AM, Kaplan HI, Sadock BJ. Tratado de Psiquiatría. Barcelona: Salvat, 1982. 8. Gisbert JA. Medicina Legal y Toxicología. 5ª edición. Barcelona: Masson-Salvat, 1997. 9. Grossman HJ. Manual on Terminology an Classification in Mental Recordation. Washington: AAMD, 1973. 10. Herber RF. Manual on Terminology and Classification in Mental Recordation. American Journal of Mental Deficiency, 1959. 11. ICD-9. Classification of Mental and Behavioural disordes. Clinical descriptions and diagnostic guidelines. Geneve: OMS, 1975. 12. Kaplan HI, Sadock BJ. Compendio de Psiquiatría. Barcelona: Salvat, 1987: 919-921. 13. López-Ibor j. Trastornos mentales y del comportamiento. CIE 10. Madrid: Meditor, 1992. 14. Martín Zurro A. Atención Primaria. 4ª Edición. Barcelona: Harcourt Brace, 1999: 934-937. 15. Pascalis JG, Perceau A. Classifications from Kraepelin to DSM-III. Ann. Med. Psychol. 1989; 147 (3): 359-362. 16. Sartorius N. Diagnóstico en Psiquiatría. 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