U Gaceta n i v e r s i t a r i a 4 de noviembre de 2002 ❖ NOSOTROS 13 estudiantes Envía tus colaboraciones a los correos electrónicos de la coordinación de Gaceta Universitaria: [email protected] ó [email protected]. Este órgano de difusión universitaria se reserva el derecho de publicación y la edición de textos cuando lo requieran. Impune el despojo de aguas Ernesto Díaz Martínez* Es frecuente el choque brusco entre las teorías justicieras escuchadas en las aulas universitarias y el enfrentamiento con la realidad, cuando precisamente conviene asumir la defensa de una causa justa. Frente a tal actitud, a diario se cometen innumerables atropellos contra seres humanos indefensos, por corrupción, mala fe o negligencia, de parte de oficinas públicas. En días pasados tuve la necesidad de acompañar a un grupo de campesinos del poblado Cerro del comal, municipio de Tamazula, para saber en qué estado se encontraba una averiguación previa, la número 55/2002, motivada por una denuncia por despojo de aguas en su agravio, presentada desde principios de febrero de los corrientes ante el agente del Ministerio Público investigador de Tamazula, licenciado José Luis Cisneros. Los productores habían dado varias vueltas para entrevistarse con el agente, algunas de ellas en compañía de un servidor, sin encontrar a ese funcionario. En la última búsqueda de la semana antepasada, hicimos saber al actuario nuestra inconformidad por el tortuguismo y lo difícil de encontrar al titular de la agencia. Le reprochamos el hecho de encontrar una asombrosa similitud en las declaraciones tomadas a los acusados, lo que terminó en una molestia de ese funcionario menor, visiblemente acostumbrado a ningunear a los usuarios del servicio obligado de esa dizque “representación social”. El actuario nos informó de la inminente llegada del señor Cisneros, recomendándonos esperarlo. Seguramente fue a advertirlo de nuestra presencia e inconformidad, porque el “representante social” llegó minutos después a su oficina, a la cual nos dirigimos saludándolo respetuosamente y pidiendo permiso para ingresar. Con evidente mal humor, el “servidor público” tomó asiento y sacó una pistola, colocándola a su alcance en su escritorio, en forma ridículamente intimidatoria y prepotente. Acto seguido ordenó a uno de mis compañeros quitarse el sombrero, según él por respeto a su oficina e investidura, como se hace en cualquier templo, a lo que desde luego me opuse, argumentando que el absurdo desplante no es parte de ninguna disposición legal y mi oposición a la pretensión de imponer criterios personales arcaicos en aras de un puesto público de servicio a la justicia. Código en mano, este funcionario se negaba a proporcionar información por no estar yo como parte o con autorización dentro de la causa, no obstante hacerlo a petición y en compañía de los acusadores. Resulta evidente el influyentismo porfiriano ejercido en aquella región por gentes ligadas a la empresa ingenio Tamazula, usando el nombre de tan importante negocio para patrocinar atropellos como éste, lo que junto con la tardanza y actitud del Ministerio Público, nos obligaba a estar pendientes del curso de la averiguación. Los acusados son operadores de canales de riego, mismos que caprichosamente fueron tapados para evitar el flujo de aguas superficiales, lo que comprobó una inspección ocular hecha por el mismo titular de esa fiscalía. El influyentismo porfiriano ejercido en el municipio de Tamazula. Se trata de aguas que hace por lo menos 60 años corren por una acequia en beneficio de 32 familias y para abrevadero de 300 cabezas de ganado, en un volumen aproximado de seis pulgadas, debidamente tituladas por la autoridad competente a favor de mis compañeros. La denuncia fue presentada a principios de febrero. Sin importar la naturaleza urgente del asunto y vista su tardanza, el fiscal temerariamente resuelve hasta el 25 de julio y en contra de los ofendidos archiva la averiguación, cuya determinación es secundada el 20 de agosto de este mismo año 2002 por el delegado regional en turno de la Procuraduría General de Justicia estatal. El licenciado José Luis Cisneros, contra toda lógica y elemental sentido común, no encontró delito qué perseguir. No le fue suficiente y desestimó el título de concesión presentado por los campesinos, su propia inspección ocular, en la que comprobó por medio de los sentidos la obstrucción del flujo del agua, y las consecuencias que persisten, como la muerte de decenas de reses de los campesinos y las pérdidas por falta de riego, producto de este hecho bárbaro, merecedor de impunidad, quién sabe si gratuita... ❖ * Estudiante de derecho, en el CUCSH. Para ser médico Fátima Belén Curiel López* P ara llegar a ser médico es necesario escalar varios rangos o jerarquías. Esto comienza desde el momento en que tuviste que “quemarte las pestañas” para aprobar el examen que te permita entrar a la Universidad. Por lo tanto, el primer rango obtenido gracias a este logro, es el de semestrero. En este nivel, al darte cuenta de la cantidad de información que tienes que tragar y al saber que aquí también te dan química, una de las materias de las que venías huyendo de la prepa, surgen expresiones como: “¡Oh cielos!, debí haber estudiado derecho”. Es común que en los primeros semestres, aproximadamente de un 40 a 60 por ciento de los estudiantes hayamos caído en diferentes grados de depresión a causa del estrés producido por la carga horaria y de materias, lo cual nos conduce a pretender desertar de la carrera. De hecho hay quienes lo logran. Los que no, permanecemos tal vez por la presión social y sobre todo de la familia. Llegamos a creer que nosotros sí tenemos vocación o al menos la resistencia necesaria para concluir la carrera. Para finalizar esta etapa es necesario correr de aula en aula, de escuela en escuela y de hospital en hospital, para tomar tus respectivas clases, a causa del conocido sistema de créditos, y esto si es que el personal administrativo no te borró por equivocación de las listas o en vez de ponerte 80, te colocaron el NP (no presentó) del fulano que no asistió en todo el semestre a clases y que por suerte su apellido es parecido al tuyo. Por fin, después de todo este rollo, obtienes el siguiente rango, que es el de “médico preinterno o preintento de médico. En este nivel tu única función es ser el gato de todos, desde el MIP 1 y 2, del residente, del médico de base y del adscrito. Este periodo tiene una duración de seis meses o hasta que el cuerpo aguante. El tercer rango obtenido es el de “médico interno de pregrado” o MIP (cualquier similitud a los internos del Cefereso es mera casualidad), además de ser gato del MIP 2 (porque primero tienes que ser MIP 1 durante seis meses), del residente, del médico de base y del adscrito. Para cumplir tu función, no tienes derecho a dormir ni comer a tus horas, gracias a las guardias infrahumanas de 36 horas cada tercer día. No en balde nos dicen internos. Yo nunca he estado de acuerdo con esto de las guardias tan extenuantes: ¡qué culpa tienen los pacientes! de que no sean atendidos como se debe si llegan a las tres o cuatro de la madrugada, cuando uno a esas horas después del ajetreo de todo el día ya no rinde ni piensa igual. En fin, este martirio dura aproximadamente un año o menos, si es que consigues antes tu acta de defunción. El último rango obtenido es el de PSS, es decir “pasante del servicio social”. Si te toca quedarte aquí, ya la hiciste, pero si no, tendrás que asistir a un rancho, ranchería o pueblo, “alejado del bullicio y de la falsa sociedad”, en donde pasarás hambres y días de soledad, además de ser el centro de mesa de todos los chismes del pueblo, porque recordemos que “pueblo chico infierno grande”, y todo ello con una mínima duración de un extenso y letárgico año. Por fin, ves realizado tu sueño cuando obtienes tu tan merecido título, el cuál dice: “La Universidad de Guadalajara otorga el presente título a Juan Pérez Pérez como médico, cirujano y partero”. Tu primera expresión, es: “¡Dios mío! ¿Se habrán equivocado? Bueno, lo de médico sí, un poco de cirujano, de plano que nada de partero, pues, ¿qué no se supone que para eso hay gineco-obstetras? Es allí cuando te das cuenta de que tus problemas apenas comienzan. Si quieres competir por un puesto pequeño contra todos los cientos y miles de MD (médicos desempleados), tendrás que cursar además una especialidad, una maestría o un doctorado. Lo único que me consuela es que todos los que ya formamos o pretenden formar parte del gremio médico, alguna vez tuvimos o tendremos que pasar por lo mismo y por lo tanto somos hermanos del mismo dolor.❖ * Egresada de la carrera de medicina, del CUCS.