Primer caso de responsabilidad médica en América

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PRIMER CASO DE RESPONSABILIDAD MÉDICA
EN AMÉRICA (CÓRDOBA, ARGENTINA, AÑO 1598).
CONSIDERACIONES MÉDICOLEGALES Y
JURÍDICAS
Luis Alberto Kvitko
Medicina Legal, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina.
[email protected]
RESUMEN
El 27 de julio de 1598 se presentó en Córdoba, Argentina, una “demanda” por impericia médica que resultó en la muerte de
cinco esclavos de origen africano, posiblemente la primera de su tipo en América. La defensa argumentó que el acusado era
médico y cirujano aprobado, que el ejercicio de la Medicina no es infalible (hay obligación de medios pero no de resultados) y
que los pacientes fueron mantenidos en el suelo, desnudos y sin cuidados. Además presentó una contrademanda persiguiendo el cobro de sus honorarios profesionales. Los argumentos sostenidos por el demandante, incluyen lo que mucho después
se consideró vinculación causal entre proceder médico y daño, y en el caso del demandado lo que siglos después se estableció como distingo entre la obligación de medio y la de resultado, que caracteriza al ejercicio profesional médico.
Palabras claves: medicina, historia, mala praxis, esclavitud, colonia española.
ABSTRACT
On July the 27th, 1598, the court of Cordova, Argentina, considered a case of medical malpraxis regarding the death of five
slaves of African origin, possibly the first of its kind in America. The defense argued that the defendant was a certified doctor
and surgeon, that the exercise of Medicine is not infallible (there is obligation of means but not of results), that the pacients were
kept on the floor, naked and without care, and counter-sued for payment of medical services. The arguments maintained by the
plaintiff, include what much later was called cause-damage vinculation, and in the case of the demandant, what centuries later
here as the obligation of means but not of results typical of medical professional practice.
Key words: medicine, history, medical malpraxis, slavery, Spanish colony.
Durante el Primer Congreso Nacional de
Medicina, realizado en la ciudad de Buenos Ai res en septiembre de 1916, el doctor Félix Garzón Maceda, presentó su obra “La Medicina en
Córdoba, apuntes para su historia”. (1)
En el tomo I de la citada obra, al referirse a
los primeros licenciados médicos, Garzón Maceda cita al licenciado médico cirujano Ascencio Telles de Rojo. Del citado Licenciado dice:
“Por allí llegué a saber que a fines del siglo XVI
había curado en la ciudad de Lisboa en otras
muchas partes, se estimaba a sí propio con mucha suficiencia para ese menester, habiendo sido médico cirujano de S. Majestad, de sus Reales Comisarios y de sus Reales Armadas; que
en ocasiones y enfermedades que se habían
ofrecido, supo dar la cuenta que pudiera haber
dado el inventor y maestro de la Medicina”.
Un vecino de la ciudad de Córdoba, Don
Pedro Sánchez de Valenzuela se presenta ante
Rev. Latinoam. de Derecho Médico y Medicina Legal 7 (2), Dic. 2002- 8(1), Jun. 2003: 35-42.
Rev. Latinoamericana de Derecho Médico y Médicina Legal
el Capitán Antonio de Aguilar Vellicia, Teniente
de Gobernador y Sentencia Mayor de la ciudad
de Córdoba, solicitando que ordene a Ascencio
de Telles “Licenciado que dice ser que el lunes
próximo 28 del corriente, exhiba los recaudos
y títulos que tiene por donde curar de medicina. De lo contrario deberá S.S. mandarle
prender y tener a buen recaudo, con secuestro
de todos sus bienes”.
cer algunas sangrías que dicho licenciado mandaba hacer, porque el barbero decía que los
mataba por sacalle tan buena sangre y que procedían sus enfermedades de frío y V.M. no le ha
mandado prender ni secuestrar sus bienes, ni
que exhiba sus títulos y toma por escudo al Señor Gobernador diciendo que S.S. los tiene, no
habiendo tal Requiero pues de S.S. todas las
veces que puedo y debo mande inmediatamente a prender el cuerpo del dicho licenciado, etc.,
y con esta petición, declare el barbero que hizo
todas las sangrías, y cuántas, a cada negro y
como no vido orina ni pulso y los negros que me
mató, que son siete, que unos vivían tercer día
e otros setimo día y estos dos que agora han
muerto habrá onzeno; y a otro testigo que vido
los negros diciendo que los mataba sangrándolos porque procedía de frío y no de calor su enfermedad, que es buen cristiano y de mucha experiencia por haber estado en el Hospital de Potosí muchos años, que se llama Estacio García
y otras personas que entienden y saben que por
haberlos mandado sangrar, me los ha muerto”.
Esta “demanda” se presentó el 27 de julio
de 1598. Se fundamentaba según Sánchez de
Valenzuela en “Me visitó unos negros, diciendo
que no se morirá ninguno, y curándoles contrariamente a la enfermedad que tenían, me mató
cinco de ellos, no teniendo título ni recaudo
bastante para poder curar en medicina. Me es
deudor y está obligado a pagarme los cinco negros que me ha muerto, que su justo valor era
de dos mil pesos corrientes”.
El mismo 28 se corrió traslado de la demanda al licenciado Telles. Contestó diciendo
que “ya tenía presentados sus títulos al Señor
Gobernador Mercado de Peñaloza y que se
ocurriera a él”.
Ese mismo día se ordenó a Telles que presentase durante la jornada sus títulos y que el
demandante acercara sus testigos.
Al día siguiente, 29 de julio, vuelve a insistir Pedro Sánchez de Valenzuela expresando:
“yo presenté ante V.M. una petición en que
mandase prender el cuerpo de Ascencio Telles y tenello a buen recaudo y se le secuestraren sus bienes y exhibiese los títulos de
cómo es Licenciado de Medicina, porque no
siéndolo. Sino barbero y cirujano se firma y
nombra licenciado y por este título, me ha visitado y muerto siete negros, por haberles
sangrado cuatro y cinco veces sin tomalles
el pulso ni miralles la orina por saber que
procedía su mal. Siendo el frío los curaba por
dolor de costado, y diciéndole yo que si fuera
dolor de costado recibiera dolor en enfermo con
cosas calientes que ponía y se le quitaba de allí
y se le ponía en otra parte, donde claramente se
entendía ser frío, y de esta calidad los negros lo
son de tierras muy frías y no muy abrigados,
mal podía proceder la enfermedad de calor para que les diera dolor de costado, y visto cuan
errado iba en su cura, le envié decir con el barbero, no visitase más a los negros, porque el
propio barbero que los sangraba, dejaba de ha-
Con fecha 1º de agosto se presenta Ascencio Telles de Rojo contestando: “Soy médico y
cirujano aprobado, y como tal he curado en la
ciudad de Lisboa y en otras muchas otras partes, y entendido mi mucha suficiencia para este
menester, S.M. y sus Reales Comisarios en sus
Reales Armadas me han nombrado y elegido
por tal médico y cirujano para curar su gente así
de guerra como de la mar, y en ocasiones y enfermedades que se han ofrecido he dado la
cuenta que pudiera haber dado el inventor y
maestro de la Medicina, como es público y notorio, en esta y otras tierras donde he estado”.
“...porque además que la pestilencia y enfermedad ha sido general de que han muerto
muchas gentes. Que al mismo querellante se le
han muerto seis esclavos sin que hubieran sido
sangrados, por ende la sangría que se hizo a
los demás no pudo ocasionarles la muerte”.
Entendía Telles de Rojo que la causa de la
muerte había sido “el no darles de comer ni
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Luis Alberto Kvitko / Primer caso de responsabilidad médica en América (Córdoba, Argentina, año 1598).
vestidos de la forma y manera que él le había indicado a Sánchez. Los había tenido en
el suelo, desnudos, sin ningún regalo y sin querer hacerles lo que la enfermedad pedía. En
tres visitas que él hizo a los enfermos, dióle dichas instrucciones y en vista que no las practicaba, el cobróle sus honorarios, sesenta pesos
así por visitas como por medicamentos administrados, y Sánchez habíase negado a pagarlos. Durante la peste reinante a la sazón, habían atendido a indios y negros y a otros muchos que vinieron en compañía de los Sánchez
como fueron los del Capitán Alonso Díaz de Ortiz, de Hernando Díaz de Villalba y de otros vecinos y ninguno de ellos había muerto. Que en
gran parte la causa de ello era el maltrato, por
otra parte si ió a todos los enfermos del
mundo sanase sus enfermedades, que naturalmente es imposible, Sus Majestades y todos los Príncipes del mundo procurarían tenerme en sus servicios pues con mi presencia estuvieran seguros en sus enfermedades...Lo otro que el médico no está obligado
a resarcir perjuicios sino es cuando maliciosamente mata a una persona...
cuando el dicho Capitán Pedro Sánchez de Valenzuela llamó al dicho Ascencio Télles para
que le curase los esclavos que tenía enfermos,
hizo el dicho llamamiento debajo del fundamento, de que era licenciado, graduado y examinado en Facultad de Medicina y por firmarse
como se firma licenciado y traer gualdrapa que
por pragmática de S. M. no la puede traer, no
teniendo el dicho grado y que si el dicho Pedro
Sánchez de Valenzuela no tuviera por cierto
ser tal licenciado como otro es, no le llamara
para la dicha cura”.
“3er. Ítem –Si saben que el dicho Ascencio
Téllez durante el tiempo que curó los dichos
negros nunca les tomó el pulso como de ordinario hacen los médicos, sino que a bulto los
mandó sangrar, siendo como son, los negros
de su natural complicación de ratina y fría, nacidos en tierra tan cálida como Guinea y ser ésta contraria y fría, a su natural, y así por no ser
médico el susodicho y haberlos curado por dolor de costado, procediendo su enfermedad de
frío, es llano y cosa cierta los mató con la dicha
cura y sangría que les hizo, lo cual se vido patentemente, porque a cada sangría que se les
hacía se ponían de peor condición, hasta que
por haberlos mandado sangrar a cuatro y a cinco, los mató con dichas sangrías”.
En esta ciudad y en otras partes he hecho
curas de mucha estimación, reparando, en lo
que naturalmente se podía reparar, vidas de
hombres”.
“4to. Ítem – Si saben que en prueba de que
en dicha enfermedad procedía de frío y no de
dolor de costado, poniéndoles paños calientes
en el dolor se hallaban mejores y descansaban
y el dicho dolor se les mudaba de una parte para otra, y aunque se le advirtió no hizo diligencia alguna para aplicar remedio que debía conforme a Medicina porque no la debe saber ni la
entiende ni su fin es curar, sino sólo visitar porque le pagan”.
Pedía Telles que se ordenara a Sánchez
le pagara setenta pesos que le adeudaba,
pues, debía abonarle seis pesos por negro y
diez pesos en medicinas. Terminaba diciendo “que él es Médico y Cirujano aprobado
por S.M.”.
El demandante Sánchez de Valenzuela
acercó siete testigos, dando comienzo el testimonio –la información como se denominaba en
ese entonces- de los mismos el 14 de agosto.
“5to Ítem –Si saben que los dichos siete
negros y los demás esclavos que el dicho Capitán Sánchez de Valenzuela tiene en esta
ciudad, han estado y están en aposentos abrigados con mucha paja para camas y cantidad
de leña para fuego, bien vestidos y con mantas o pellejos de nutria para cubrirse los enfermos lo que el dicho Ascencio Telles mandaba,
sazonado según su orden sin que faltase cosa ninguna”.
A cada uno de los testigos se les hizo las
mismas siete preguntas en relación con la
cuestión en trámite, que había formulado Pedro
Sánchez de Valenzuela.
La primera pregunta: “Primeramente si conocen a las partes y si tienen noticias deste
pleyto. 2do. Ítem – Si saben que al tiempo y
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6to.Ítem –Si saben que a la primera visita
que hizo a dichos enfermos prometió resueltamente que no se moriría ninguno por obligar al
dicho Pedro de Valenzuela se lo pagase bien y
visto por el dicho Pedro Sánchez había errado
la cura de los dichos negros y habiéndoselo advertido el barbero que los sangraba y otras personas viendo que se debilitaban con las sangrías, despidió con el dicho barbero al dicho
Ascencio Telles y así otros negros enfermos
que el Capitán Pedro Sánchez de Valenzuela y
el barbero curó con contrarios remedios, no
murió ninguno, por no haberlos sangrado por
donde conocidamente se ve haber el dicho Ascencio Telles, a los siete negros, por no ser médico ni saber de medicina; y asimismo mató al
Capitán Luis de Abrego, un negro y a Sebastián
de Herrera, una negra y otra negra, al Capitán
Alonso Díaz de Ortiz, y a muchos españoles
que ha curado en esta Ciudad, los ha puesto
en punto de reventar con purgas si no las volvieron a echar, como es a Pantaleón Marques
y al dicho Capitán Alonso Díaz de Ortiz y a Gómez de Figueroa y a Doña María de Pereyra y
a otras muchas personas, etc”.
Al verse demando, por la concurrencia de
lo que hoy constituyen los diferentes delitos, el
Licenciado Telles de Rojo, a su vez demanda a
Sánchez de Valenzuela por cobro de honorarios médicos.
El análisis de los distintos fundamentos expuestos en la demanda, así como en la contestación presentada, permiten destacar varios
hechos de real importancia. En efecto, por parte del demandante es valioso que:
a) Denuncia que Ascencio de Telles no posee título habilitante de Licenciado Médico Cirujano.
b) Acusa por lo que puede constituir según la óptica actual impericia, imprudencia y/o negligencia, toda vez que
sostiene que el Licenciado no le tomó el
pulso, ni controló la orina de los esclavos enfermos. (2)
c) Sostiene que el presunto Licenciado incurrió en error de diagnóstico, en virtud
de que confundió dolor de costado con
enfermedad a causa del frío.
d) Afirma que el tratamiento prescripto
por el Licenciado (varias sangrías)
fue la causa del fallecimiento de dichos esclavos.
e) Establece en virtud de los dos puntos anteriores la existencia de nexo de causalidad entre la actuación del presunto profesional y la muerte de los enfermos. (2)
f) Solicita que el Licenciado sea detenido.
g) Pide ser indemnizado por la muerte de
sus esclavos.
h) Son bien estructuradas las preguntas
que deben responder los testigos dispuestas en la prueba testimonial.
7mo. Ítem –Si saben que el justo valor de
los dichos siete negros que así mató Telles, valen en esta ciudad cuatrocientos pesos c/u. corrientes por ser como están tan buenos”.
CONSIDERACIONES MÉDICOLEGALES Y
JURÍDICAS
Resulta que en julio del año 1598, en la ciudad de Córdoba, República Argentina, se entabla una demanda por lo que hoy constituye:
1) Ejercicio ilegal de la Medicina.
2) Usurpación de títulos y honores.
3) Homicidio múltiple por ejercicio de la
medicina.
4) Reparación de los daños y perjuicios
derivados de la responsabilidad profesional del Licenciado actuante.
Asimismo surge de la defensa interpuesta por
el Licenciado Ascencio de Telles, lo siguiente:
a) Que es médico y cirujano aprobado, habiendo ejercido en varias ciudades, entre ellas Lisboa.
b) Que el ejercicio de la Medicina no es infalible, pues resulta imposible que en el
ejercicio de su profesión lograra sanar a
todos los enfermos del mundo sus enfermedades.
El que inicia la querella es el Capitán Don
Pedro Sánchez de Valenzuela, contra el presunto Licenciado Médico Cirujano Ascencio Telles de Rojo.
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Luis Alberto Kvitko / Primer caso de responsabilidad médica en América (Córdoba, Argentina, año 1598).
c) Lo anterior también indica implícitamente que el Licenciado de Telles entendía
que la obligación que tenía era de medios y no de resultados. (2)
d) Que el médico sólo debe responder
cuando su accionar es doloso, estando
exento todo lo derivado del proceder
culposo. Esto surge cuando afirma “que
el médico no está obligado a resarcir
perjuicios sino es cuando maliciosamente mata a una persona”.
e) Afirma que el denunciante, Sánchez de
Valenzuela, no cumplió con las indicaciones realizadas y que la causa de muerte
de los esclavos obedecía a “en no darles
de comer, ni vestidos de la forma y manera que él le había indicado a Sánchez. Los
había tenido en el suelo, desnudos, sin
ningún regalo y sin querer hacerles lo
que la enfermedad pedía”.
f) Contrademanda persiguiendo el cobro
de sus honorarios profesionales.
“Físico o curujano o albéitar que touiesse
en su guarda sieruo, o bestia o algund ome, e
la tajase, o la quemasse, o la amelizinasse de
manera que por el melezinamiento quel fiziese,
muriesse el sieruo o la bestia, o fincasse lisiado: tenudo sería, qualquier dellos de fazer
emienda a su señor del daño, que le viniesse
por tal razón como esta, en su sieruo o en su
bestia. Eso mismo sería quando el fisico o el
curujano o el albéitar comencasse a melizinar
al ome, o a la bestia, e después los desamparasse. Catenudo sería de pechar el daño que
acaeciesse por tal razón como esta. Pero si el
ome que muriesse por culpa del fisico o del curujano, fuesse libre: entonces aquel que por cuya culpa muriesse, debe auer pena segund albedrío del judgador”. La misma partida establecía que si el enfermo fuera un esclavo debía indemnizarse a su dueño por los daños producidos al curarlo, conforme el albedrío de los hombres buenos.
Adquiere especial relevancia el hecho de
que 227 años antes de que ocurriera el famoso
caso del doctor Helie en 1825, el Licenciado
Telles de Rojo ya sostuvo lo mismo que afirmó
la Academia de Medicina de París. (13)
En la época colonial, preocupaba el control
del ejercicio profesional y con frecuencia se trataba el problema de quienes ejercían la Medicina sin contar con el título habilitante.
Por esta razón en la ciudad de Buenos Aires, el Cabildo intimó a exhibir su título en numerosas oportunidades a distintas personas
que ejercían como médicos y cirujanos.
En 1825 el Tribunal de Dromfont recibió
una demanda promovida por el padre de un niño, persiguiendo el cobro de una indemnización por daños y perjuicios contra el doctor Helie, quien asistió el parto de su mujer. El feto
presentaba los brazos y en lugar de practicar la
versión, el profesional creyó que los mismos
estaban esfacelados y el feto muerto, y por ello
los amputó. De inmediato se produjo la expulsión del feto y, para asombro del médico el niño lloraba y se movía.
Ejemplo de ello surge de los acuerdos del
extinguido cabildo de Buenos Aires, del 30 de
marzo de 1609, 28 de enero de 1614, 24 de febrero de 1620, 5 de octubre de 1620, 5 de diciembre de 1622, 6 de mayo de 1639, 21 de
marzo de 1640, 11 de febrero de 1657, 19 de
abril de 1657, 13 y 14 de octubre de 1660, 29 de
mayo de 1678 y 25 de enero de 1679. (3 a 10).
La Academia de Medicina de París fue consultada por el Tribunal y nombró una comisión
que dictaminó que el profesional había cometido “una falla grave contra las reglas del arte”.
Es muy verosímil que el demandante al solicitar se le indemnizara por la muerte de sus
esclavos, fundamentara su petición en lo determinado en Las Siete Partidas del Rey Don Alfonso el Sabio. En efecto, en la Séptima Partida (11 y 12), Título XV, la Ley IX, determina: “Como el Físico, o el Curujano, o el Albéitar son tenudos a pechar el daño que a otro viene por su
culpa”. Al respecto consigna:
No obstante ello, tratándose del dictamen
de los cinco miembros integrantes de dicha comisión, todos médicos parteros, siendo además uno de ellos, Catedrático de Medicina Legal, la Academia rechazó sus conclusiones y
designó una nueva comisión, integrada por
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Rev. Latinoamericana de Derecho Médico y Médicina Legal
otros cinco miembros, ninguno de ellos partero,
que llegó a conclusiones opuestas, no responsabilizando al profesional.
Por otra parte rivaliza con otros procesos
habidos contemporáneamente en Europa
(Burdeos 1596 y 1602, París en 1606). (13)
Uno de sus miembros, Double, informó:
“La Academia no quiere concluir su dictamen
sin expresar claramente su opinión sobre la
responsabilidad médica, y se levanta contra
la decisión de algunos tribunales que tienden
a admitir como un principio funesto esta responsabilidad. No es esto decir que la Academia piense que no sean responsables
los médicos que hayan meditado o cometido delitos de un modo criminal en el ejercicio de la profesión; lo que ella quiere sentar es que la Medicina, ejercida con probidad
y conciencia es un poder ilimitado y en tan
noble carrera, no puede haber nada responsable. La Academia se apresura a proclamarlo en alta voz; pues una vez establecido el
principio de responsabilidad médica, todo se
haría sospechoso y arriesgado para el médico. Debería temer a cada paso la venganza
de las leyes, y huiría siempre al simple aspecto del peligro. No debe haber más que una
responsabilidad, la moral, y esta es sobrado
grave para que los Tribunales tengan necesidad de invocar además, un principio inútil y
dañoso de responsabilidad legal”.
Los argumentos sostenidos por el demandante, incluyen lo que mucho después se consideró vinculación causal entre proceder médico y daño, y en el caso del demandado lo que
siglos después se estableció como distingo
entre la obligación de medio y la de resultado,
que caracteriza al ejercicio profesional médico.
Asimismo, la contestación de demanda se
constituye al reconvenir, en el primer
antecedente de juicio por cobro de honorarios
médicos en el Continente Americano, sin perjuicio de que no existe documentación escrita
que avale la existencia de un proceso similar
en el Continente Europeo, con anterioridad, ni
contemporáneo al sub examine.
Finalmente no está demás precisar que el
doctor Félix Garzón Maceda, en su libro, al
referirse a este caso lo hace desde la óptica de
la medicina asistencial, ello es, considerando
aspectos sobre la patología existente en ese
tiempo y lugar, así como de métodos terapéuticos empleados. Sin abordar consideraciones
médicolegales ni jurídicas.
No obstante este dictamen el Tribunal de
Dronfont, condenó al doctor Helie como responsable de una falta grave.
BIBLIOGRAFIA
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Córdoba, apuntes para su historia. Tomo I.
Talleres Gráficos Rodríguez Giles, Buenos
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3.
Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires. 1911. Publicados por Resolución
del Excmo. Gobierno Nacional. Talleres
Gráficos de la Penitenciaría Nacional, Buenos Aires, Argentina. Tomo II.
4.
Ídem Tomo III. pp.32.
5.
Ídem Tomo IV. pp.360-361.
CONCLUSIONES
En virtud de lo expuesto surge que el proceso iniciado en la ciudad de Córdoba,
Argentina, en julio de 1598, por Pedro Sánchez
de Valenzuela contra el Licenciado Ascencio
Telles de Rojo a raíz de la muerte de varios
esclavos del primero, que obedecía al accionar
por impericia, imprudencia, negligencia
(cualquiera de ellas o todas en conjunto), constituye a no dudar el primer antecedente de un
juicio por responsabilidad profesional médico
acaecido en Argentina. Incluso es el primero,
mientras no se demuestre lo contrario, que
sucedió en el Nuevo Continente.
40
Luis Alberto Kvitko / Primer caso de responsabilidad médica en América (Córdoba, Argentina, año 1598).
6.
Ídem Tomo IV. pp. 432-433.
7.
Ídem Tomo V. pp. 273-274.
8.
Ídem Tomo IX. pp. 23-24.
9.
Ídem Tomo XI. pp. 56-162.
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10. Ídem Tomo XV. pp. 268-269.
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11. Kvitko, L.A. 1979. La Responsabilidad
Médica en la Legislación Antigua y Me -
41
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