Mitos sobre la leche desnatada

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alimentación
Mitos sobre la
leche desnatada
Es uno de los lácteos más consumidos en la actualidad, aunque circulan
algunos mitos sobre su composición nutricional y producción
L
os derivados lácteos desnatados
forman parte de la compra semanal de muchos hogares. La creciente preocupación sobre el estado de
salud y su relación con la alimentación ha promovido un aumento en
la adquisición de productos desnatados, light e hipocalóricos. Además,
la gama de productos lácteos (leche,
yogures, quesos y otros derivados) se
está adaptando a las demandas de la
sociedad actual. En la actualidad, las
leches semi y desnatadas son las más
consumidas, a pesar de que circulan
algunos mitos sobre su composición
nutricional y producción. ¿Qué hay de
cierto en ellos?
En la producción
Uno de los mitos más extendidos
sostiene que la leche desnatada se
produce añadiendo agua a la leche
entera. El etiquetado y el control que
hoy en día recibe la leche desnatada
impide que se lleve a cabo un fraude
de estas características sin ser detectado con facilidad a un nivel analítico.
Además, la producción de leche desnatada no pasa por diluir la leche entera, sino al contrario: en primer lugar
se obtiene la leche, después se le saca
la grasa para tratarla y, por último,
se le vuelve a añadir en el caso de
la semi y la entera. De esta forma, se
normaliza el contenido graso de toda
la leche producida.
Sobre su contenido
nutricional
Existe la falsa creencia de que la leche desnatada no alimenta, es decir,
que su contenido nutricional es escaso. Esta afirmación es falsa, puesto
que la principal diferencia nutricional
entre las diferentes gamas de leche
tiene que ver con su contenido graso,
pero no afecta al resto de la composición nutricional.
El Código Alimentario Español (CAE)
define la leche natural como el producto íntegro, no alterado, ni adulterado y sin calostros, del ordeño
higiénico, regular, completo e ininterrumpido de las hembras mamíferas
domésticas sanas y bien alimentadas.
Esta denominación genérica de leche
comprende única y exclusivamente la
leche natural de vaca. Las producidas
por hembras de otro tipo de animales
domésticos se designarán indicando,
además, el nombre de la especie correspondiente: leche de oveja, leche
de cabra, etc.
Las leches semi o desnatadas son
modificadas mediante procesos industriales para disminuir la cantidad de
grasa de la leche entera. Su contenido nutricional destaca por su elevado
porcentaje de agua, que se sitúa entre un 89% y un 92%. La leche es un
alimento con un contenido moderado
en hidratos de carbono (4,5 g por cada 100 g de alimento, en su mayoría
lactosa) y en proteínas (alrededor de
3 g por cada 100 g de alimento), sin
que existan distinciones entre leche
entera y desnatada a este nivel.
La diferencia principal se encuentra
en el contenido de grasa de la leche,
que se sitúa en un 3,5% en la leche
entera (por normativa debe ser mínimo de un 3,2% en la leche UHT), un
1,5% en la leche semi (por normativa
debe situarse entre 1,5% y 1,8% en la
leche UHT) y un 0% o 0,1% en la leche
desnatada (por normativa el máximo
es de un 0,3% en la leche UHT).
El valor calórico de la leche variará
sobre todo según su contenido graso.
Así pues, mientras que la leche entera
aporta unas 65 kcal por cada 100 ml,
la leche desnatada contiene casi la
mitad de ese aporte calórico, unas 30
kcal por cada 100 ml.
Por último, la leche no tiene fibra dietética, pero destaca por su contenido
en algunos micronutrientes que la hacen fuente interesante de calcio (entre
100 mg y 120 mg por cada 100 g) y
vitamina B12.
En este sentido, mucha gente cree
erróneamente que el contenido de
calcio de la leche desnatada difiere
en gran medida con respecto al de
la leche entera. Nada más lejos de la
realidad. Ambas poseen una cantidad
de calcio casi equivalente y las dos
pueden ayudar a cubrir los requerimientos diarios de calcio. Sí que varía,
sin embargo, el contenido en vitamina
D, que es menor en las modalidades
desnatadas y semidesnatadas.
Sobre la salud
Una de las tendencias dietéticas actuales consiste en evitar al máximo posible la grasa, sobre todo la de origen
animal. Por eso, una de las creencias
más habituales es que, siempre que se
pueda, es mejor tomar leche desnatada.
Cabe destacar que la elección entre
una leche entera, semi o desnatada
dependerá del estado de salud del
individuo que la consuma y del resto
de su patrón alimentario. Así pues, individuos con algún estado patológico
que requiera restricción de la grasa
de la dieta deberían optar por beber
una leche con contenido graso reducido, mientras que personas en un
óptimo estado de salud no tendrían
por qué reducir el contenido graso
de la leche, aunque sí que deberían
evitar otros derivados lácteos ricos en
grasas y azúcares.
Recomendaciones
y ejemplos de
consumo
Los lácteos en general y la leche
en particular son alimentos que
ayudan a conseguir los requerimientos diarios de calcio en
la dieta, de manera que, según
rango de edad y sexo, el consumo
recomendado de lácteos será
de 2 a 4 raciones diarias. Si la
ingesta de leche se produce en
momentos como el desayuno o la
merienda, puede acompañarse de
fruta variada o cereales sin azúcares añadidos.
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