356 BOLETÍN DE LA REAL SOCIEDAD ESPAÑOLA En c a m b i o , aunque siluetadas, las aves tienen bastante fuerza realista; en las bandadas de avutardas andando se aprecia claramente la disposición característica que guardan estas aves, reconociéndose claramente también los rasgos característicos de las grullas, ofreciendo una variedad de actitudes y movimientos q u e revela en el artista un gran espíritu de observación y nada de amaneramiento, c o m o el que pintó los rumiantes. L a cueva de que tratamos puede considerarse c o m o el m o n u mento nacional de la tribu que en sus cercanías acampaba, algo así c o m o los m o n u m e n t o s totémicos de los indios de la A m é r i c a del Norte. Fácilmente se aprecia que la cueva se decoró, teniendo en cuenta los sencillos ideales d e los hombres primitivos: la caza y la reproducción, pues debe hacerse notar q u e el ó r g a n o m a s c u lino en h o m b r e s y animales siempre está bien aparente y de proporciones exageradas. Ideas madres q u e , después dé todo, son e n su esencia las del h o m b r e de todos tiempos y lugares, más ó m e n o s modificadas y disfrazadas p o r la civilización. En el m i s m o peñón existen otros dos sitios con pinturas primitivas. D a n d o un pequeño rodeo para salvar lo abrupto del tajo se llega cerca de lo alto de éste á una concavidad natural, en donde las acciones de la intemperie han labrado un bellísimo arco que da entrada á un recinto descubierto, c o n otros dos á manera de soportales laterales, en c u y a s paredes están pintados, entre otros signos y figuras, algunos ciervos y una pareja humana desnuda disparando un a r c o . En lo alto del cerro y c o r o n a n d o la c u m b r e existen tres bellísimas construcciones naturales q u e semejan templetes perforados por grandes ventanales y c o n arcadas caprichosas, templetes en u n o de los cuales destaca en rojo una cabra montes sobre el tono blanquecino de la arenisca. N o lejos del cerro se abre otra pequeña cueva, llamada del T e s o r o , en la que existe, c o m o ú n i c a pintura, el s í m b o l o que l o s griegos y r o m a n o s colocaban en los campos c o m o representación de la fecundidad; s i m b o l i s m o bien sencillo, y del que vemos aquí su remoto origen ancestral: un falo en rojo se señala en el blanco amarillento de la pared. E n esta cueva, y posteriormente á mi regreso á Madrid, descubrió el Sr. Cabré un y a c i m i e n t o c o n h u e s o s y pedernales, en el que tenemos esperanzas q u e las excavaciones q u e efectuaremos nos proporcionen datos interesantes.