EL LABERINTO, SVSCItlCION EM m A D B i n . Un mes, 8 rs.—Tres id.. 20.—Seis i d . , 56.—Un año, 70.—líl número sitellú, 5 reales. N.o 3 3 , TOMOII.—LÜNKS -'i) Ufí SlíTIIiMUItli DK ii}-',5. Ein r e d a c c i ó n ettlá e u In c a l l e d e C a r r e l n s t i i ú m . 3 5 , c u a r t o tioipuudo*—Kl c o r r e o f r a n c o du p o r t e . H i m C I l l C I O » KN 1>UUV1NC1AH. Un mes, 10 rs.—Tres id., 21i.—Seis id,, Ti-í.—Un aSo, 110. Suscrilicic en lus librcriiií corresiioiisalcs de la casa. que no cambien totalmente las circunstancias en que seguros de que inmediatamente se sentirían los efecse ha colocado á la Patria de V«;lazquez y Murillo. No tos, pues contamos con jóvenes aplicados, á quienes TílocriAFiA. Dos VicEME I.OPEZ V PonTAXA.—CA>T,ION PE R E - pensemos en la actualidad , dirijámonos al porvenir, nuestra imaginación nos presenta marchando rápidaRASfiEIt. |10r D . A . F . DEI. UlO. — ESI'ASA MOMIMEMAI.. — hk esperemos algún consuelo de la recli!i''acioii de las mente á colocarse junto á aquellos genios que tanta Cnuz DE OKO {cuiitiniiiii-ion), por IK L. ULONA.—IIEVISÍA ideas, trastoriifuias desde íuies del último siglo, si gloria nos han adquirido en tiempos muy diferentes UE LA SEMANA. |)t )or D. A. F. 1)£L UlO. bien en arles este trastorno data de mas antigua épo- de los actuales. Mientras tíinto no ahuyentemos la ca ; y ya que no sea posible dejar grainles obras, esptranza que nos anima , y ocupémonos de bosquecomo lo hicieron nuestros grandes hombres, con- jar Iii biografía del primer pintor de Cámura de S. M. signemos á !a posteridad noticias de artistas bene- ilon Vicente López y Poríaña , bien digno, no tanta méritos que hubieran podiiio enriquecer su siglo como por su rango como por su mérito, de figurar en nuessus antepasados. tra colección. No podemos presentar uno que reúna (odas las Nació csii: hábil artista en la ciudad de Valencift (Pop dotes de la celebrada escuela española , porque está el dia 19 de setiembre de 1772. Hijo y nieto de p i n <iSi ia nolilcza (Ifi la sangro, que rs formada en el estudio de las otras; remontóse rápi- tores, por lo que desde sus mas tiernos años fuó d e s ,' solo una cosa iinniíiiiari.i, liacc lal ilis damente para desaparecer en seguida también en tinado á esta profesión, primero en el estudio paterno, tiiicíun oiilre los lionibrcs, qnt- o\iilt;i cortísimo tiempo. ¡ Ya no existe I Carreño la repre- y despnes bajo la dirección del padre Villanueva, r e ;i los unos solirc los otros: ^;Quién jio- sentó al morir, Jordán y sus secuaces la destruyeron; ligioso de Snii rrancisco, pintor de gran mérito, cuya* iliii iludiir (¡lie la no!)ii'/.a del ánimo, (|uií consiste en la virtud efectiva, y desde ei reinado de Carlos 11 desapareció de la m o - lecciones le hubieran sido de suma utilidad, á no hareside en la parle que Irne su origen narquía el carácter español; cnseñoreárotise en las ber tenido la desgracia de perderlo á los pocos meses; • ,;-•-' ' ilí'I (rielo, no es capaz ile ensalzar al arles las escuelas estranjcras. En el dia, aun á pesar retirado á casa de sus padres, y habiendo esperimenhonihrc , desde el estado mas ínfiniu de haberse hecho algunos esfuerzos por personas muy tado igual desgracia cuando contaba l ü años de edad, ' hasta los conlinos tie la Divinidad?'» VniA ni; LICDNABDI) HE VI.M.I , ¡mr dignas de aprecio, nada se ha conseguido entre nos- se refugió á la de su abuelo, á cuyo lado continuó • ' ' , fíafaei ÍÍ» Fresuc otros: la pintura no presenta un carácter que la haga con ardiir en sus tareas. original. Cada cual signe el impulso que recibió en Publicado por entonces el concurso general en la STE principio de su educación artística; todos, es verdad, se proponen Academia de San Carlos, sobrcsulió tanto entre sus la vida de Leo- generalmetitc modelos que seguir; pero no se ve en compañeros, (¡ueolituvo sin disputa el primer premio nardo de Vinci, ellos que pueda restablecerse aquella escuela no ge- de pintura á la edad de 16 ahos, habiendo Orniado ;í puede íipropiur- neral, porque esto tampoco es exacto, pues no todos ia (le i;í otra oposición en que pintó un cuadro supese á todos aque- nuestros pintores han sido iguales en carácter urlís- rior á su tierna edail; y concurriendo después á una llos genios que, lico. Ton distante se halla Murillo de Juanes, como de las pensiones que ni mismo tiempo habia ofrecido á fuerza decüiis- Uivaltn de Znrbarán , y Morales de Vclazqncz; pero aquella cor[)oracion, le fué conferida inmediatamente tanle Aplicación y saber, y sin au- si se estudian detenidamente sus obras mneslras, se para que pasasen Madrid á seguir adelantando en su xilio alguno de otra clase, se han verá sin grande esfuerzo que todos, aun los mas dis- carrera , bajo la (lirecfion de ilon Mariano Maella, en ronquislado un puesto á que difícil- tintos entre sí, tienen un sello particular que los se- cuyo estudio se niiintuvo cerca de dos años. mcnle Jiubicrari podido llegar marchan- ñala. Pero también es preciso confesar ([ue nada A los 18 de su edail. en 1700, ocurrió la publicapueden hacer. Nuestros artistas, con pocas escepciodo por otro camino; y para gloria de ción de premios generales por la real Academia de nes, carecen aun de lo mas preciso para su subsisnuestros reyes, nos presenta la iiistotencia; no cuentan con trabajo alguno. ¿Qné esludios San Ferniíndo, y hecha oposición á ellos, obtuvo el y\a conslantemenle á muchos célebres iian de emprender, tii cómo han de trabajar holga- primero en pintura, habiendo elogiado sobremanera artistas, cuyo solo talento los lia con- damente? el desaliento ha de presidir á sus obras, los profesores su prueba de repenle, superior, en dicducido at mas alto grado de estimación y las cuales forzosamenlc deben resentirse de esliis cau- tamen de estos, al cuadro de pensado. favor: esta última circunstancia es la que sas. Para pintar bien es preciso pintar mucho, y entre Concluidos los tres años de su pensión regresó & y \^ nos ha recordado las lineas que ilejamos nosotros no se pintan mas que retratos. Si en medio Valencia , en cuya real Academia fué recibido acadéapunladas. üesgraciadamente nuestra actual época de este horrible cuadro que trazamos con senlimicínto, mico de mérito, luego teniente y director en la prino es la mas á propósito para !a creación de estos ge- cambiase la época , y fuese capuz de crearse otro mera vacante, y por último director general de la nios. Las artes huyen de este suelo cuqueantes tcnian elemento de protección para las artes, podemos estar misma. su trono , y quizás para no volver mas á él, ó menos Alltse hollaba en 1S02 cuando visitó aquella ciuRESUMEN. . . . . • . . ! , 36íi dad el señor don Carlos IV con toda su real familia, habiendo merecÍLlo á la bondad de este soberano que le condecorase con los honores de piíiLor de Ciiniani. y le encargase varias obras, de que quedó S. M. tün complacido, que mandó se le diesen las mas espresivus gracias en su real nombre, por el desinterés que mostró y su buen desempeño. iVo le honró menos, á su vueiía de Francia, el señor don l'ciiiando VU, qi'i<í" sin mediar solicitud «uya, y por solo informes de personajes entendidos, se dignó coid'erirle pUv/.a efectiva de pintor de Cámar a , con orden espresa de que se trasladase á Madrid tan l u c o como concluyese las obras en que estaba ocupado. Ili/.olo asi, y apenas hubo llegado á la capital , cuando por dimisión de su maestro don Mariano Maella, fué nombrado primer pintor di-. Cámara df.I .Key . con encargo de dirigir á i\Wt jóvenes pensionados por S. M.; contándose como la primera de las singulares distinciones que debió á aquel monarca. Ja direcciotí en la en^^eñanza del dibnjo de las dos augustas reinas doña María Isabel de Braganza y doña María Josefa de Sajunia, segunda y tercera esposas del mismo, con notable adelantamiento de entrambas . y en especial de la primera , á cuya aücion á las artes debe la Eipaña el establecimiento del Museo, monumento consagrado á las mismas y á la gloria nacional, r.areal Academia de San Temando se apresuró ;i admitirle en su seno, creándule desde luego -académico de mérito, y sucesivamente director de pintura y director general, cujn ejemplo siguieron Jas de San Luis de Zaragoza y deSiu Carlos de Valencia, distinguiéndole aquella con este úllimo dictado, en calidad de perpetuo, y añadiendo la segunda el titulo de acailémico de honor, concedido solo al cabalJero Mengs. EL LABERINTO. Ites á semejante acontecimiento: lo primero está siginificado convenientemente en el testero, que es el sitio principal de la bóveda, mediante un gran grupo de hguras. situadas delante y en el zócalo de un granilloso templo del orden dórico, cuyos ornatos correspomlen al acto solemne que en él se ligura celebrar: delante de él hay un aliar con las insignias de la Orden. El ilustre monarca de las Españas. el religioso don Carlos I I I , vestido de gran gala, y con todas las insignias propias de la soberanía, se manifiesta en primer término puesto de rodillas con los brazos abiertos y los ojos dirigidos al ciclo, ofreciendo a c ciones de gracias p'*r el singular beneficio que el Altísimo se había dignado dispensar al trono y reino de España en la anbelada sucesión concedida á los serenísimos principes de Asturias, causa de esta distinguida institución. Como esta Orden, llamada por antonomasia española, fué fundada bajo la poderosa protección de María Santísima en cl misterio de su í'oncepcíon Purísima , y es también Patrona de estos reiims, se sigtuíica medíanle el símbolo de la mujer misteriosa del Apocalipsis, colocada á la parte superior de la conq)osicion , constituyendo el objeto principal de ella, y con todas las alegorías con que se pinta este misterio de miestras creencias. Siendo esta Orden distinguida un testimonio de la acendrada religión . sólida piedad y profuiula gratitud al augusto monarca que la instituyó, y estas virtudes las que mas inlluyeron en su fnndacíon y mas caracterizan el voto, por esto se hallan espresadas sus figuras iconológicas cerca de la del Roy, y con los atributos que les son propios. Al lado del altar, presidiendo acto tan sublime, se ven la Religión , la Piedad y la Gratitud. Al otro lado del altar, y en frente de la ligura del Rey, se vé á la Monarquía Española , teniendo en su regazo con la mas afectuosa complacencia al tierno infante, causa del voto, demostrando las figuras de la Feliciilad pública y del Placer, la Prosperidad nacional , y el júbilo de que se hallaron poseiilos los ánimos de todos lo'i buenos españoles al ver j)erpetuada en este bello Tufante tan augusta dinastín. A la derecha del grupo descrito se representa el lin de la institución , por meilio lie figuras alegóricas, que simbolizan á la Nobleza, uniíla al Honor, al ]\Iérito y á la Virtud; y en frente á la izquierda, los frutos y beneficios de la Paz, sin cuyo inllujo no hay píes de largo por 22 de ancho en la posesión titulada El Casino queja villa de Madrid, por medio de su ayuntamiento, puso á disposición de S. M. la reina doña María Isabel de Rraganza, y en cuyo argumento consiguió sabiamente el señor López reunir al elogio de esta augusta Señora, cuya pérdida lo fué para el país, el de su feliz enlace , y el acto de la donación ; engalanándolo todo con bellísimas figuras alegóricas, que demuestran el profundo estudio del artista; y el de un retrete de la reina Cristina en su real Casa ya citada de Vista-Alegre, en que representó á Céfiro y Flora perfumando la atmósfera con la fragancia de las llores, y á varias Nereides y Tritones refrescando y purificando el aire con el cristal de sus aguas. La facilidad, empaste y tono vigoroso con que están ejecutadas estas obras, que parecen pintadas al óleo , dan idea de lo que el arte puede alcanzar en este género ingrato y desapacible de suyo, y puedescrvir de modelo á los artistas que en él quieran perfeccionarse. Del mérito de sus cuadros al óleo, como pintor de historia, no es posible formar concepto en Madrid, donde apenas hay de esta clase, mas que alguno de los llamados de caballete. Los grandes oslan en Valencia y Cataluña, y son entre otros, el del nacimiento de San Vicente Ferrer en cl oratorio de la casa nativa del mismo santo. El de San Antonio Abad en aquella iglesia metropolitana, pintado á la edad de 22 años que fué el principio de su reputación artística , por el entusiasmo que proiiujo; el del altar mayor de la capilla en la casa de Misericordia , obra de gran composición, buenos partidos y multitud de figuras bien distribuidas y agrupaiias, el cual representa á la Santísima Virgen seidada y asistida de varios santos, y en primer término á Santo Tomás de Villanueva implorando la protección divina para un sinnúmero de infelices de ambos sesos que abriga aquel piadoso establecimiento; el de San Antonio (le Padiíü en la iglesia oratorio de San Felipe Neri, cuadro de grande efecto, y en que tuvo que luídiar -nn la píica luz que babia en el sitio en que estaba ctdíicado , y que abora como muchos, lia perdido gran parte de su mérito por ia variación del lugar para el que fueron pintados; y la Cmii en San Feli]ie lie .íátiva , composición en que hizo que .ludas estuviese hablando y digna de todo elogio. Por último di'ji) otras varias obras al fresco y al óleo, que tienen mucha estimación, en las iglesias del (irao. Silla, El esmero y continua aplicación con que ha ejercido su plaza el señor López, lo merecieron del difunto rey tales demostraciones tie aprecio , que mas de 'una voz le dispensó linczas de su mesa por su propia j n a n o , y honró su cusa visitándole en su estudio, .concediéndole por fin la cruz do caballero de la real j distinguida Urden española de Carlos 111, en prueba -de la satisfacción con que vio concluida la pintura al fresco de la gran bóveda del salón de vestir de S. M., que ejecutó López con suma inteligencia y maestría. La augusta Cristina honró también á este artista creándolo, sin pretensión alguna suya . caballero c<t-mendador de la (3rden de Isabel la Católica, con disj)ensa de todo pago , en prueba del asimcio con que m í o cspovnr óvilon, a u U o r ^ i n a o í o n ,-nl-;Qdv^IatilániÍenlo Iturjasot. lisiva , (icMiirayó , Penagiiila . (¡or"a , A l coy. Requena, Valí de Uxó y otros pueblos (Fe aquerecibió el cuadro bRllisimo do la Virgen de los D J S - en la sociedad. Al lado opucslo se \en los genios del Mal y de lla provincia. .amparados, colocado en el altar del oraloiio de i.t (asa Todas estas últimas obrns son anleri(>res á la veValacio de Vlsía-.V legre, del que trataremos después; la líebelion . huyendo despavoridos al aspecto impoy por último, nuestra soberana, la esperanza dolos nente del Orden público. Kn el grupo pintado en nida á .Madrid del señor López, y á aiiiiella época líeles españoles, Isabel I I , en los días en que el señor frente del principal. la Historia arrebatando un per- pertenecen también algunas copiiis, entre ellas la del López ha tenido la honra de pasar á retrataila, así gamino de las manos dd Tiempr), y no lejos sobre San Francisco, de Ribalta, ijue existe ahor'a en \ÍI-como á su augusta hermana la infanta doña Luisa, una mesa, la Fama. Icncia, y cuyo original posee el .Museo de Aladrid, El otro fresco, que asimismo forma la reputa- ejecutada con la mayor maestría; y auntjue se adde cuyos admirables retratos nos ocuparemos también , no han p(írmitiilo regresase á su casa á comer, ción de este distinguido profesor, es el (jue pintó en mira en diclias obras el colorido \igoroso y grato, cl Jiaciendo se le sirviese en el mismo Palacio, muy cer- la sala de despacho did rey, en que oportunísima- buen dibujo y la facilidad y ejecución que lanto la ca de 3. M. y A . , y de sus mismos manjares ; disLin- meidc representó á la Potestad ó Autoridad, apoyada distinguen, el señor López se ha engrandecido desciones no recibidas por artista alguno, y (|ue al mismo en la Prudencia . la .luslicia y la Fortaleza, espresán- ()ues, (juizás con la contíima observación y estudio tiempo ([ue ccileu en gloria de las artes, dan á enten- dose que una de sus principales calidades es la de del nali.ral en los iidinitos relratos i]ue ha pintado, der la bella índole de estos dos ángeles tutelares de recompensar á los bui'in)s; prc.iídcl;) lo lo la Itelií,ioii: ó en la medilací(ui de las obras de los grandes España, así como comprueban la exactitud del epí- y para manifestar que ante un poder mo\ido [lor se- xMaestros ; y así sus dos cuadros posteriores , que son grafe con que encabezamos estos apuntes; pues si las mejantes principios, dc-aparecen la detestable Rebe- el mas digno ornamento de la catedral de Tortosa. circunstancias imposibilitan el que puedan crearse lión y la fatal Discordia, se ven estas calamidades y representan á San Agudin contemplando el mistegenios que, como el señor López, se eleven á ia al- representadas por un deforme monstruo precipitado rio de la Trinidad el uno , y el otro á San /{ufo su tura Gn que se ÍKÍIIU colocado, el trono conserva la por el Genio esterminador. primer obispo, predicando á sus ovejas, son lasobras tradición histórica de sus majorcs, eslanjo pronto á Nos hemos detenido algo, aunque no tanto como mas perfectas en este género. premim- e| monto en donde se halle; circunslíincia á nuestro parecer exigía el asunto, en la descripPoco puede decirse de la superioritlad del señor mas noUble cuando la soberana que ejerce estos otros, ción déoslos dos frescos, pues hubiéramos deseado dignos de Cáiiüs I y Felipe IV. no cuenta apenus la C:spliciir con mas detenimiento el modo con que el López en la linea de retratos, cuya semejanza, r e edad siifn'¡entepa,-a obrar impulsada pur el ejemplo. señor López ha presentado las figuras alegóricas, en lieve, animación y otras cscelencias, está viendo y Difu:il seria enumerar las muclias obras de este (]ue no solo ha acieilítado su saber como pintor, sino elogiando, muchos años há, el público de Madrid, laborioso [¡rofosor en su larga carrera, y luiremos loque es mas, el snldime de la composición, re- como que este ha sido casi esclusívamente el emideo solo una reseña de las principales. Entre estas sobre- uniendo conocimientos muy especiales; pero los cor- de sus incansables pinceles; circunstancia que han sale el citado fresco de la sala de vestir del rey, en tos límites de nuí'slra publicación no fios permiten de tener todos los que como este hábil artista , reque représenlo la insUtiicion de l^ ,oal y distinguida la estension que quisiéramos, y así solo hemos bos- unan á su gran mérito la estimación del monarca y Orden española de CárldS ÍII, siendo notable ipic se quejado dichas composiciones. Una y otra son por la facilidad de que éste vea sus obras, pues entra le premiase liaciéndole individuo üe la misma , cuya cierto muy dignas de aquel lugar donde sostienen sin por mucho en los cortesanos el deseo de recomencélebre composición, fruto del ingenio y esludios de desventaja, aidcs con mucho aprecio, la compara- darse luieíéndose notables á los ojos de S. M.; y esta su benemérito autor, puede considerarse dividida en ción con los de Alengs, Tiepolo y liaycu , que tanto es sin duda la causa de que cl señor López, en tiempos en que contaba menos anos y mas salud, no se dos partes: la primera espresa simbólicamente el voto realzan la magnificencia del real Palacio. haya podido dedicar á concluir el gran cuadro que ¿ institución del augusto fundador de la Orden; y la segunda, los accesorios emblemáticos corrcspondienNo son de menos mérito , y quizás las aventajan yace en su estudio, principiado solamente, y que sus obras al temple, como cl techo de un sa)on de 31 concluido hubiera aumentado si es posible su gloria. EL LABERINTO. 563 rf No han merecido menos encomios, los de su é Infanta llenos de verdad, de encanto , de seducmaní) que Jian posado á países eslranjeros, como en ción, y dignos traslados de las augustas niñas que París, el del general Álava, y el del mariscal Suche! representan. Inútil seria describirlos; dibujo, coloricolocado en el Siilon de los mariscales. líl de la rye- do , espresion, carácter, todo armoniza y los hace nerula Murraij, muy celebrado en Londres, y sobre los mas bellos lienzos que puedan itresentarse. En todos, el del rey Fernanda V/ída cuerpo entero, y el día se encuentran en París , en lioiuie han llena 'o con el niiitilo de la insigne Orden del Toisón de OrOj de plaeei- y amargura el corazón de su augusta maque S. M. le mandó pintar para la embajad:! de dre; y sallemos (|ue en a(|uella capital, centro de Roma, donde liivo tal aceptncion, ijuí^ la .VcaJemia ilustración, lian sido admirados como era de esde San Lucas envió á su autor el titulo ile acadé- perar. micü de mérito, en una carta llena de lionoriíicas I.a contestación de la reina Cristina después de espresiones y encan-cidos elof^ios. recibidos , bizn derramar lágrimas á las niñas y ocaAdemas del citado retrato de S. M. , de los de sionó un unevo triunfo á las artes. Ambas se apresusus augustas esiio-as y señores infantes, merecen raron á regalar ul feliz pintor, la reina una sortija, y particular mención los de los reycíi de X(ipo!e.s, pa- la iiiliuila un alfiler de brillantes de grande eslima, nn dres de la reina Cristina , el del principe Maxinic- tanto por su valor. aumpie es crecido, como ¡tnr el liano de Sajonia; el did comisario general de Cruzada^ origen y por las espresiones con ipie fué ucompaaado don Manuel Fernandez Várela. protector en su el présenle real. Estos retratos se han copiado por el tiempo de lasarles; el de don Antonio i'garte \¡ s mismo señor López para ser conservados en Palacio, espusa, célebre valido ilel dirunlo rey; el del cono- y tenemos noticia de (juc se litografiarán con esmero cido pahorde Sala; el del ministro Salmón; el de en París. Goi/a, colorado en el ]\ruseo; el del famoso orgaEl mérito del señor López es generalmente reconista don Félix Má.rimo ; el del durjtie del Infanlado. iipcidii: sin embargo, muchos le han tachado de esde cuerpo entero ; y el del conde de Casa-Sarria^ eesivo deleniíniento y profusión en los accesorios, que digno director general que fue de artillería, el cual (¡uerrian sacrilii'ados á la cabeza; pero esto se debe á tiene tal semejanza , que sabemos posiLivameiitc (|ue que cuando le han aeliacado esta falta, pen.saban en al verlo en la yabí un íiel perro del señor co;itle. la escuela qvie ha seguido esta máxima. Si bubieran se dirigió á él, haciéndole mil caricias, y conclu- dirigido su atención á otras dil'ereiUes, acaso iiabrian ytMido por lamerle las manos; y recientemente los descebado esta idea con el ejemplo de los grandes del- general Osmn , obispj de Córdoba en que está bombres que no lian marchailo poraipiel camino. 01 pintada basta la dulzura de carácter de este digno vein. Moro , Alonso Sánchez . Coello y aun Tícíaim prelado , condesa da /terdtagigedo, uiarfjuvs de Cns- y muchísimos otros, sin cscluir á líafael, bien se han Iddosrius, señor Pérez de Vasíro, último y lie! mi- detenido y hecho brillar los accesorios con que han nistro de Jístado de la ri'ina Gobernadora, y sobre enriquerido sus cuadros. El señor López no es un todos el de su esposa doña Francisca líriln , tanto pintor de la escuela sevillana , ni lo es de ninguna por la verdad que reúne en la semejanza , como por ni de género alguno conocido. El señor López es un la bella entonación con que están manejados los ac- pintor de género propio. Otros le han juzgado imicesorios; de modo, que este solo i-etraLo dirá al- tador di! .Mcngs, y se han cqnivoeado, lo mismo que gún día lo que se ba pintado en España en nuestro los i|ue le han hecho descender de la escuela de siglo. .loidan : suposición que hasta cierto punto le ofendeHabíamos dejado para este lugar la descripción ría , sin que por esto dejemos de reconocer mérito en del cuadro que pinto el señor López para la reina i'.quel artista. Cris'ina , porque era el último de comjtosiciofi que babia ejecutadt); pero mientras se esiTibian estos apunles, lia llevado á cabo un argumento , que concibió c;i la grave enfermedad de que milagrosamente ba sanado, habiendo la circunstancia eslraordinaría de que lia ¡idquirido nueva \ila y mayores bríos , sin que se hayan resentido en lo mas mínimo sus cualidades fisici's. Uepresenta aquel, ejecu tado como queda diclio por encargo de la reina Cristina, á la San'hima Virgen délos Desamparados en el aclo de aparecer en una casa de líeneücencia , en qiia se ven los desvalidos, y entre ellos un niño de pedio. presentado por su madre á los pies de la misma Virgen , y amparado por un ángel. Composición filosólica y que indica bien el pincel que la ejecutó, y el carácter altamente bondadoso de a(¡ueila augusta Señera. El público admiró este cuadro en la esposiciun de la Academia de San Fernando. El que iiniginó en su enl'ermedail , ) que realmente es el últim() que basta ahora bu pinlailo, representa á San/a Fdomena en la cárcel, en el acto de ser visitada por la Virgen y el niño Dios, que la anuncia su Iln , estando sostenida en este tranc por San Cahriel y un grupo de angelitos que endulzaban sus dolencias con la música y que corren presurosos en su auxilio: el señor Lope/- ha aumentado su fama con esta sencilla y tierna composición, en que sobresale un dibujo esmerado y un colorido brillanteá la par que verdadero, teniendo que luchar con los inconvenientes que presenta un asunto en que todo es helio , pues no hay personaje alguno que pueda servir de contraposición. La Santa , el Arcángel, ios Angelitos, la Virgen y el Niño Dios : lié ahí los personajes del cuadro, todos divinos : pues aun la santa enferma y moribunda, rcunc tal gracia, que encanta, y todo está ejecutado después de una penosa enfermedad como queda dicbo. de i|ue ba convaleciilo , pintando. Sobresaliente en el dibujo en que se ven los buenos principios (pie aprendió de Maella ; incansable en el Irabiijo, maneja el color con admirable facilidad; cuenta él mismo (¡ue en sus mas liemos años piíilaba cnatlros de devoción, que ad(|uiiia!i las gentes del pueblo por costumbre , al casarse, para adorno desús habitaciones , y era tal la prisa (pie se dalia , que cree deber á aquel tiempo el gran mímíjo de ¡laleta (¡uc ha conservado siempre. Jamás se advierten en sus cuadros imitaciones de pou.'^ailo : el Maniquí, el yeso, y mas que todo el modelo vivo , son los que le sirven para aquellos que varían mimicntáiieanientc ; siendo pocos los que acidían mas pronto de primera, y con mas perfección, como lo priitdíu entre otros, el retrato de doga , contluiíiü cual se ve en el Museo , en siete horas; bien que en su sentir no está acabado, ó por lo menos si pudiera proporciünárselo , aun le daría algunos toques. Puede decirse sin temor de errar, que el señor Liqiez no piensa en iiailie cuando pinta, mas que en su obra ; ni t'studia antes á la! ó cual escuela; sus estudios los tiene ya beelios, y salen de su paleta, ó por mejur decii' del pincel; en íin eslc a r tista (pie ha dado muchas glorias á las arles y al pais, vive entre nosotru-S ; y gracias á la Providencia , p o demos esperar que produzca mas obras. Esta es nuestra ilusión , por(|ue estamos ¡lersuadidos que aun(]ue con lodo c! vigor (jue dili'"ÍluuMite iiucdc h a llarse en persona de su edad . ni el señor Lope/,. ni ningún otro pintor en la actualidail podrá pintar grandes obras. ¿Quién las ba de encaigir? ¿Quién liis ha encargado basta aquí? La iglesia Este ba sido, como hemos dicbo , el único elemento de proteciion de las artes , ayudado del trono y la arisLücracia. El Escorial, las catedrales y los monasterios, teniendo á su disposición grandes sumas, las iiivertian en la ostentación del culto divino. ¿Quién puede en lo sucesivo alimentar nuestras glorias artísliras? La iglesia ([uedó sin poder y sumida en la inisevia ; el 'tono no puede hacer esfuerzo alguno ; la anLígua aristiKrracia Los retratos que asimismo ba ejecutado ilel un- está á punto de desaparecer ; la nueva es mezquina, nislro de los Fslados-l.^nidos americanos, señ-ir Aaro7i calculadora , ignorautc. ¿Quién pues ha de ocupar á Vail y su esposa, son de un estilo que parece , aqnel los arlislas? Nadie absolutamente, ya lo hemos didéla escuela dcVandilí, y este de Pablo Vernnes; cho. V lo repetimos; si no cambian de hecho das pero sobre todo cuanto ha íiecbo el señor López , so- ideas, si no aparece otro elemento de protección, sinU cbrsaieii los dos últimos que ha pintado'de la /hiña la cual no hay artistas, nuestros pintores lo serán solo de retratos, nuestros escultores no existirán, y lo mismo los grabadores. La desgracia nos ha hecho nacer en la época mas infeliz para España, pa,-ji esta nación lan adelantada en otros siglos, tan vejada y atrasada en la actualidad; para e-^ta nación en fin rodeada de escombros , bajo los cuales yacen las antiguas riquezas que no han podido pasar los mares ú el Pirineo. c^KTcaoiff Mm MMU^n^mm.. Crccf i Eít mcfid. ¡Oh, Dios! trece á la mesa, amigos, somos, y la sal á mi lado se ha vertí lo : ¡Número triste! signo amenazante; Llega la muerte, tiemblo desvalido. Espíritu aparece, ó fada ó diosa; Mas bella y joven se sonríe alegre. Loco júbilo anime vuestros cantos; No me intimida , amigos, no , la muerte. Vor mas que del festin no se la cscUiya, V corona de llores también ciña, Solo del Iris tornasol precioso Sobre sus sienes y mis ojos brilla. En su mano se vé rota cadena; En su regazo un niño (pie se aduerme. Calmad la sed de mi apurada copa; No rae intimida , amigos, no , la muerte. «¿A qué temerme, dice carinosa, ))DB la esperanza hermana, luja del cielo? ))¿Se queja por ventura mustio esclavo wUe quien lo arranca al yugo de su dueño? j)Ángel caido, batirás las alas, )iPresa en el mundo del destino aleve.» A besos nos embrÍagu';o nuestras bollas; No me inlímida, amigos, rm , la muerte. «Tornaré, sigue; enalli;iida tu alma »ÍIa de cruzar esos flotantes mundos, »Esos globos de llama, ese a/.u! terso, ))Dcr Señor obra, de los Uempos rumbo. MMíenlras encarcelada yace bumildi; «Apura sin temor dicha inocente.» CasLe el |)lacer en caluia nuestra vida: No me intimida, amigos, n o , la muerte. Al umbral un mastín acaso ladra, Y con su aullido oii visión ahuyenta ; ¡Ah! necio el hombre retrocede en vano Si el frío del sepulcro su pié hiela. Ondas inevitables nuestro esquife Con venturoso curso al puerto lleven. ¡Ah! contándonos DÍJ.S trece á la mesa; No me intimida, amigos, no , la muerte. A. F. Día Rio. •,¿'r:-''l\-:l. •- "--i-iáíilííí* 564 Kf. ^ÁBERí^TO. ESPAÑA MONUMENTAL. t \ i.> I..;AN UI'; . S M . \ I I A - );\. Mtl.W: M ; ' ; H ) Hr. s \ N :Al.V.aH>U hü o5,V San Esteban dn Salamanca.—Enlre los buenos edificios en el género gotiro-germániro, ÍJUC se cuentan en Salamanca, merece distinguida mención la iglesia y claustro del convenio de S. Esteban, orden de predicadores. La piiinta de esta iglesia es una cruz latina,sulorgo 287 pies divididos de este modo: el cuerpo l í j j , el crucero47. y 89 la capilla mayor: el ancho de la nave 51 y medio, y el crucero de un estremo ;i otro 9tí. Ya se vé que para darle tales proporciones no liubo mas regla que el capricho ó la casualidad; pero siu embargo los que la ven olvidan es* los defectos, llevándose la atención su gran buque, su (iei^ahogo. el arte y la proligidad con que está construida y esculpida, y la pintura al fresco que hizo en sus bóvedas don Antonio Palomino. Se empezó á edificar el año de 1524 á espensas del obispo de Córdoba don Tr. Juau Alvarez de Toledo, hijo dfM duque de Alva. religioso de lii orden iiue babia profesado en este convento, y duró la obra basta el de 1010. Fué el arquitecto que la delineó y empezó á cotislruir.luan de Álava uiitural de la ciudad de Vitoria, y por su muerte la siguieron Juan de Ilivcro Rada, Pedro Gutierre?, y Diego de Salcedo. I,a iglesia en la fachada y en lo interior y el claustro bajo y alto cuyas galerías tienen 128 pies de longitud y 21 de latitud, están llenos de escultura en bajo y medio relieve, becba por Alonso Sardina, csceptuaudo el medallón del martirio de san Esteban y algunas otras cosas en la fachada y vestíbulo, obras de bastante mérito hechas por el milanos Juan Antonio Gerouí. No merecen olvido la sacristía y sala capitular de este convento que se empezaron á construir el año 1Ü27 cuando todavía duraba entre nosotros la buena arquitectura que se propagó cu tiempo de Felipe II. El maestro que la diseñó y construyóse llamaba Juan Moreno, y la escultura que hay en ambas piezas es de Francisco Gallego y Antonio de Paz. Mana^lerio de S. Siüvador de Oñci.—El aspecto del monasterio es magesluoso é imponente: su e s tructura esloriür, sin ser delicada ni primorosa, ofrece en sus grandes dimensiones y sencilla forma el sello respetable de su remota antigüedad. La portada principal que t!á entrada á ia iglesia es elegante y vistosa, su orden de arquitectura corintio, y su p a r Icsuperior, compuesta de hermosas columnas, cornisas y escudos, le dá mas realce y suntuosidad. Después de contemplar en este sitio la curiosa perspectiva qne presenta el viejo convento de Oña, desnudo en su eslerior de los adornos y primores del arte y entrando por la inmediata puerta que sale á un ancho patio del edificio, se encuentran los espaciosos andeles bajos del convento y en ellos las escalerasque conducen alas principales habitaciones de él. Estas, exentas ya (le su belleza y adornos por los ultrajes del tiempo, serian dignas de la admiración del observadora conservarse en el estado de esplendor y suntuosidad que un día debieron tener. Queda, sin embargo, en algunasde ellas el vistoso pavimento de luciente piedra, puertas de negro nogal con lindas molduras,altasy estensas bóvedas rodeadasde cornisas y preciosos relieves de estilo gótico, y en las paredes los marcos de trabajado ébano, donde se contenían bellas y antiguas pinturas que la mano destructora de la época ¡la hecho desaparecer. Los claustros altos del monasterio son estrechos, sencillos y sombríos: estiéndeuse estos en diferentes direcciones formando una especie de laberinto en razón á su número y prolongación. Las celdas son primorosas y cómodas, y sus veutanasy balcones dan \isla al ancho patio de que hemos hablado, al inmenso huerto del convento ó al agreste y montuoso yermo que rodea á este. La habitación que era del abad, se distingue entre todas las demás por su estension y belleza, á pesar que los antiguos adornos que la decoraban hiin desaparecido. Por la estructura interior de toda esta parte del convento se cohoce que fué edificada en distintas épocas y bajo diverso plan de dirección, pues no forma la obra el todo compacto y ordenado que él arte recomiendaí • •• - ; EL LABERINTO. San Francisco del Monte.—Poco; mas de treinta millas (le Córdoba, por la parte del norte, en lo interior de Slerramorena, en im áspero cerro, á cuya falda corre un riachuelo, en los pasados siylos llamado nrmí/a/'-í, y hoy con lapalabraít.'«(¿,ü sei^nn otros guidy que le añadieron los árabes y algutia corrupción, es conocido con el nombre de Guadabnellulo, estuvo .situado un célebre monasterio llaiiKnlo San Zoilo Armil.itensc, del que salierim alíennos moisges para padecer id mnrlirio diimiiU: lailomiiiacion arábiga. En el paraje qiio ocupó, se ven aun rastros de edificio y una cueva notable que conserva todavía el nombre de san Zoilo. Por bajo de ella forma el rio un gran r e manso abundante de pesca, con la que, según escribe san Eulogio, se alimentaban losmotiges. Dcslruyóseel monasterio de san Zoilo: y después de muclioí siglos se vino á fundar otro en aquellossitios que parecían destinados para la vida cenobítica. A una milla de aquel, y á una legua déla villa deAdamnz por bajodounelevadu monte llamado posteriormenleel Alto deJesus. !\Iarlin Eernatnb'Z de Andujar fundó en una liercdail suya en 138Ü el convento de san Fiuncisco del Monte, que fué trasladado al sitio que hoy ocupa en 139Í. Aquel ameim y solitario sitio, lOileado de escarpados montes coronaílos de erniilas, y la vista de iiqucl antiguo edificio abandonado de sus moradores, y ya ruinoso y convertido en escondijo de reptiles, -albergue de animales montaraces, inspira sentimientos melancólicos, y ofrece á la consideración el contraste del vario espíritu de los siglos. En aquellos tiempos lan fecundos en fundaciones de este género, no contentos nuestros mayores con transformar las poblaciones en conventos y monasterios, empleaban sus caudales en multiplicarlos en los desiertos y despoblados; y ya en nuestra era abolidos estos instituios, serán en adelante objelosolamente de la curiosidad délos venideros, á los cuales bastará que no existan para que deseen conocerlos, y se complazcan en encontrarlas memorias que de ellos haya conservado la historia. Entre seis ermitas que hay en aquellas asperezas mas ó menos cerca del convenio, se cuenta una, llamada de Jesús, construida en la cumbre de un escarpado monte de piedra de figura cónica de mas de ÍSO pies de elevación, á la cual se sube por una -agria seiula, que forínando en parte de su tramo una escalera de fif) gradas, aun ofrece peligro á los que intentan trepar á tan elevada cumbre. Viniendo de Córdoba el rey don Felipe lY en .1624 desde la villa del Carpió, pasó á la de Ademuz ^:on el objeto de montear en su término, y habiendo estado en san Francisco del Monte, concedió la gracia de poiier acotar media legua al rededor del convento. Para festejará este monarca, se le dio una música desile un ciprés que hay en el palio llamado de los Aljives, cuya magnitud es tal, que doce músicos estuvieron colocados sin ser vistos, entre sus ramas. Este árbol es acaso anterior ó la fundación del convento, y tiene de alto 25 varas, de circunferencia el tronco .'i, y 4;} la copa, por lo que no se ha \isto otro semejante. San Marcos de León.—La iglesia grande, espa•ciosayde sólida arquitectura tiene muchas cosas y -adornos perLcnecienles todavía al gusto gótico. Consagróla el Rmo. señor don Sebastian Ramírez de Fuenleal, obispo de León en el año de li)41. Una de las mas notables obras que la enriquecen es la sillería del •coro, raomnnenlo de los mas acabados y perfectos <iue en este género de trabajo posee aquella época. •Comenzóse cu I Ü 4 1 y acabóse en lü43 durante la prelatura del ya nombrado don Hernando Villares. •Constaba de diferentes hajosreüeves en los respaldos •de las sillas compartidas por pilastras de grotescos con sus antepechos de correcto dibujo y esmeradísima ejecución. En una aspa de madera blanca embutida sobre la escalerilla que conduce á las sillas altas selee esta inscripción: Gtiillenmis fíoncel feeit; anno -/¿'Í3. En la nueva restauración Iiá padecido muchísimo esla preciosa obra, y todo lo que se ha podido hacer en obsequio de su uniformidad ha sido ajustarse en lo posible á la antigua idea. De todos modos para no confundirla se ha puestojunto á la escalerilla de la Epístola un letrero que dice: nEmpezóse á reJiovar esta sillería en 1721, y se acabó en 1723.» Palacio de los Giizmaties en León,—Esla hermo- 565 •SAS ritA¡M;isi;u in:i, iiosrii. HSiiliiiiiiiiTOIlI ' —\jiSX-^X^ mÉ'^mS^ iiíii^4^yiM|ilL| ^^m} •? r: • • " • •V.'P)!M, S.V> ílMÜ.o.S DE LKÜPi, JrA.Q? WCIRA PAIA.C10 DE LOS ePZM\nES EN LEÓN. ^ . ; EL LABERINTO. —Padre mío! padre mió! esclamó la joven viendo —Que sois el seductor de la hija del conde, que sa f;il)rica, una de las mas notables con que se distingue la ciudad de Lcon» fué mandada edilicar hacia los sois un comunero, y que es fuerza que yo también os partir al conde y queriendo abrazarle. —Adiós, le contestó el conde con severidad, intiunos de lü6() por et limo, sefior donjuán de Guz- quile la máscara con que basta aquí habéis llegado. —Infamel dijo don Diego, adivltumdo la horrible mándola con una mirada imperceptible que detuvomaii, obispo de Galaliorra, y pertenece al marquesaá Isabel amedrentada. do de Toral, que lioy está unido á la casa del Excmo. venganza de su rival. —Señor de AUmrg. — dijo en seguida ni harón A todo eslo las pisadas resonaban mas cerca, y señor duque de Frías. tendiéiulole su mano.— Pronto nos veremos. se escuchaba claramente el eco de los que venían. Por masiiivestigacionesquc hemos heclio no ha —Asi lo espero, contestó el fiamenco alargando, —Temblad! prorumpió don Alonso gozándose en sido posible adquirir noticia del arquitecto de este bello ediíicio, ni de las demás circunstancias de su his-^^ la perplejidad de don Diego; pero éste, iluminado la suya al anciano, que pronto desapareció seguido toria; puro según su estilo y laópocaen que se fabri- Ipor un pensamiento feliz, se abalanzó á su contrario, de sus gentes. có, parece ser de ais"""'''^,''*"^'^"ciios artistas como ^y sujetándole con fuerza poderosa, le llevó en abierta Luis de la Vega, Mora, ú otros de la escuela de luclia liasla la puerta del gabinete de labor donde é últímameutc habia oslado escondido , y con irresistiHerrera. En el día est<^ bastante abandonado, sirviendo para ble empuje le metió dentro á pesar de sus amenazas, Pocos instantes después no habla nadie en aquel depósito de jaranos: suerte comun de esta clase de fá- encerrándfde veloz, y echando la llai'e que se guardó aposento, mientras que en la parle inferior ilel pabricas en nuestro pais, á donde los grandes señores en el bolsillo. Levantó del suelo en seguida la misma lacio chocaban rudamente las armas, mezclándose tienen por coslumbre habitar constantemente la cói- capa de don Alonso y la l)arba con que se encubriera, en los aires los \íLorcs al obispo de Acuña con lo> te, dejando sus antiguos torreones y castillos fen- y llevándose entrambas cosas, abrió el balcón, \ió vivas al conde de Alba, l'no y otro bando liabian dalcs al pincel de los artistas ó á los recuerdos de la que afortunadamente nadie habla ya en el patio, y veiudo á las manos, y el ataque empezaba con obstibajando por la reja que le sirvió ile escala , busci'i historia. nación y encarnizamiento. salida del palacio. Ei\ el cntretanLo el conde, en compañía del barón y de su hija que le seguía aterrada, entró en la babiE,A C R U Z 1>K^ O R O . taeíon capitaneando un grupo de escuderos, y diciendo : c A i ' i n i.o IV. •'•• —Aquí I aquí! Yo mismo los be oido. El resto de L \ EMBOSCADA. mis cobardes asesinos ha penetrado aquí en su luga. líayaban apenas los primeros albores de la maña—Es increible! contestó Isabel temblando por la vida de don Diego , y sin acertar la causa de las voces na cuando llegaban á las puertas de Toro varios C0iVriNi\ci0N n í a CAPIH r.o iii. hombres á caballo en compañía de una dama que que también baliia oscueliado. envuelta la cara con un velo blanco de gasa y guiando —Caballero! repuso el mercader pálido y descon—Es positivo, replicó el barón con energía certado. —Ivegistrad esas habitaciones; a')rid alií, prorum- con hábil presteza el hermoso bruto que montaba-, apena.í prestaba üii!os á las corteses palabras que un —No saldréis, repilo, sin que yo aclare missos- pió el conde señalando al galunetc.. pechas. Atrás! atrás! continuó don Dieg;) obligando Algunos escuderos se dirigieron á los aposentos caballero que iba á su lado la dirigía con frecuencia. a! otro p irstnaje á r.^íroce ler por fnmv.ii. inmediatos, otros empezaron inútilmente á empujar Siguiendo á estas dos personas y á muy corta distancia cabalgaba solo y silencioso un hombre embozado —Os atrevéis á detenerme? Con qué derecho? la puerta que su señor les señalara. basta los ojos en una larga capa, y por último , d e —Miradme bien, cnnliuuó el joven, y iio tendréis —Echadla abajo! dijo éste con impaciencia. necesidad de preguntarlo. La joven estaba yei'la de terror, y al ver la firme trás formando como la escolla de nuestros vÍ!ij(;ros —Vo no os cono7.co, respondió Escobcdo haciendo resolución de su padre, se arrojó á sus pies llorando, [narchaban cuatro criados al frente de los cuales veun esfuerzo para cunloner !a ira que á su vez le d o - y diciéndole con acento desesperado y con estrañeza nia un militar de retorcido bigote, ancha espalda, tez morena y francos modules. minaba. de loíi circunstantes: —Miradme bien. El solo hübia durante el camino roto alguna—Piedad! piedad, padre mió! —No os conozco, repito. vez que otra el profundo silencio que los demás o b —De quién? preguíitó el conde admirado. —Mentís! Al mismo tiempo la puerta cedió á los golpes de servaban, y aunque aburrido de (pie no se animara—Sellad el labio 1 esclamó coléiico e! mercader. los escuderos y abrióse de par en par, presentándose conversación, alguna adelantaba ñ menudo su caballo y poniéndose junto al embozado le hacia preguntas y —Mentís, por vida de mi noinbre! l*ru,;ba de en ella pílido y sin aliento don Alons:). ello es que yo os cunuzco á vos; poniue vos sois el —Qué es esto? es'jlamó el conde con asombro. Yus le estrechaba para enlabiar el diálogo , no recibía nunca del otro mas que un sí ó un no pronunciados que se ocullaba á favor de las sombras de la noclie aquí! Yos ocnllo en mí casa! í^n los jardines del palacio de Torilesíllas ; porque vos La iú\cii dio uo gi¡U) de soiprcsa: el barón nu secanioule y (¡ne le bacian renunciar á su deseo. sois el que cons[i¡raba en casa del obispo; porque vos podía com[)rendcr (luión iiie.se aquel hombre. —Es yu fartujo ! —les decía el militar ó los criasois el delator de vuyslros amigos; porque vos Soi.s, —Señor conde, murmuró Umidamente Quiñones; dos desesperado de luiblar con el encubierto. eafin, el villano, el eniíiusicni, que tan cobarde- os suplico me roMCcdais el jnslíMcarme. —-¿A qué diablos viene con nosotros? No será para meiilc acaba do raliiiuniarmc. —Olí.' demasiado conozco uieslro intciilo, replicó guiarnos por alguna senda desconocida puesto que —Don Diego!!... g:¡ló el otro con la'violencia } el anciano; esláhais escondido por([ne (jueriais alinsai' haslii ahora no liemos salido ibd camino real; y sí noeí ím¡)etu de una rabia l'croz. de... —al llegar á estas paial)ras el conile se c^Mltu^•o cs ¡tara servirnos de gula, de qué nos ba i!e servir —Ola! prorumpió el jiíven con una risa convul- repentinamente acordándose de (jue el l)arüii le escu- ese espantajo ? ' *'• -•• • siva,—• parece que en efecto conocíais mi nombre! chaba.— liien , prosiguió en segnida, os trataré conuí Nadie le respou lió. ' ' veo que no me engañaba en mis sospcchos!.., Aliora [uerecels. —Olí! prosiguió el mismo, qué danza habrá a r falla que yo os di^a el vuestro; puro uixuísito (]ue —Señora, [¡rorumpiú don Alonso dirigiéndose á mada en Zamora y cómo castigará nuestro buen conantes de pronunciarlo mire yo en vuestro rostro las Isabel; sé cuál es la sospecha de vuestro padre, y de á esos clérigos revoltosos! Nunca como luiy he mancbas del baldón y déla vergüenza, y para lograi os ruego... sentido no hallarme al frente del enemigo porípie mi deseo... Abajo esa barba! Abajo esos ridículos •—Padre mío... dijo la joven turbada, nunca como boy los vcria con sotana y bonete. ... ch disfraces! —Silencio, ó juro por mí nombre... ¿no decís vosotros nada, bribones? y sin dar lugar á que el otro lo evitara, le arrancó —Cómo! dijo el de Alburg , me esplicareis... Los criados se habían dado de ojo para no contesvelozmentela barba postiza que traía, descubriendo —Todo , contestó el conde , pero no ahora ; tran- tar al alférez Perole, que este era el que los manel rostro de don Alonso de Quiñones, pues este era quilizaos en tanto yo castigo su audacia. El barón daba. el falso mercader Kscobedo. frunció las cejas. —Cómo es eso? Calláis cuando yo os pregunto? —Don Alonso, dijo en seguida el joven sacando —Señor conde, mi inocencia... proseguía Qui- Cuenta que sí desnudo la tizona os he de hacer su espada: el Uím de los dos! ñones. cantar cuanto mas responderme. — A.1 punto! contestó Quiñones desabrocliándose —Ola! esciamó el anciano á sus escuderos. Apode—Es que como estamos ya en la ciudad dijo un su anclia capa, dejándola caer en el suelo, y sacando raos de este hombre: nada podrá aplacar mi justicia. criado. también la espada. Al punto ! vuestra vida ó la mía ! Dos escuderos desarmaron á don Alonso, y sin —En efecto, prorumpió Perote , y aunque yo no Don Diiígoy (Ion Alonso empezaron á cruzar sus que éste lograra sincerarse en aquellos momentos de le he preguntado eso, te agradezco la advertencia» aceros; mas sonó un murmullo de voces, y Quiñones agitación y de ira, le sacaron de la habitación. pues bueno será que me adelante ú recibir las órdese detuvo. Acababa de salir de ella cuando resonó por todos nes del señor barón. —Acabemos, csclamú el joven. los ámbitos del palacio el grito unánime de «á las Diciendo esto se separó de los suyos y con tran—Viene gente, contestó don Alonso envainando armas I á !as armas!» quilo paso adelantóse al barón de Alburg que al lasu espada, y revelando en su mirar una siniestra idea —Son ellos! prorumpió el conde. do de doña Isabel caminaba, y le preguntó si habían que le ocurrió en aiiuc! instante. —Quiénes? preguntó Isabel temblando de pavor. de detenerse en Toro ó si continuarían e! camino. — Heñid, reñid, ó uo respondo de mí mismo; El estrépito y las voces se aumentaban. —Estáis muy cansada? preguntó el de Alburg á nada importa que nos sorprendan ; cuamio licúen —Señor barón, dijo el anciano al de Alburg, lle- Isabel. el uno iiabrá dejado de existir, y ose balcón protegerá vad á efecto lo que teníamos determinado: los caba—Sigamos el viaje; me siento con fuerzas para la fuga del olro. llos están prontos, Pcrotc y los demás criados os ello; contestó la joven con voz apagada. —-Xo, contestó don Alonso; es pivciío quü ahora esperan; salid en el Instante pov bi puerla de loS; —rComo gustéis'; pero no seria inoportuno el d e ll'gue mí vez. jardines y gii, cuatro isünuLos os hallareis fiicra de tenernos una medía hora; aim nos lalla ia mitad —Qué decís? "^'^ la ciuiiad;'lsabcl, adiós. • délcamino j estáis muy agitada, conmovida, y podría EL LABERIINTO. 5/i7 la faliga dei viaje perjudicar vuestra salud. Queréis netrar en el corazón de la joven y saber la verdad materias de esta especie. Con motivo de la traslación hacer alio en la ciudad? de sus sospechas para precaverse de los inconve- de los restos de don Pedro Calderón de la Barca al La joven movióla cabeza lentamente y en señal nienlcs que pudieran presentarse; pero aun esto pen- cementerio de san Nicolás, veríGcada en 2o de ma-afirmativa. Porole dio espuelas á su caballo y se in- saba averiguarlo de manera que doña Isabel no se yo de 1 8 i l , se representó cu el liceo una~excelente ternó por la calle principal de Toro. apercibiese de ello. El barón tenía suíiciente talento loa del señor Vega, y la aplaudimos colmando á líl barón entretanto llamó al encubierto que á y sagacidad bastante para inlentiulo , y una buena su autor de merecidas alabanzas. Vino el año de corta distancia caminaba como hemos dicho, y en dosis de sangre fría para recibir aun la respuesta mas 1812 y en los teatros de Madrid se ponía en escena voz baja pora que doña Isabel no lo oyese, le pre- contraría á su interés, ya que no podamos decir á una traducción por semana; y en el del Principe guntó.—Habrá peligro en detenernos aquí algunos su amor, porque éste no había ¡¡enelrado en su alma casi era traductor esclusivo el señor Vega; y nadie impasible y descreída. Hombre sin l'é y sin ílusío- bacía tanto daño como él á la literatura dramática, instantes ? —Xo lo espero, contestó el encubierto, aunque oes . era cortesano hábil y travieso, porque las cor- porque nadie elegía con mas acierto eu el repertorio sino lucra por la liija del señor conde y por loque tes fueron su cuna, y si reiiiiia á esta cualidad la de francés, ya no muy rico de buenas producciones; importa á su reposo , mas valía seguir hasta Tordc- valiente y animoso , siempre lo fué por orgullo y por 'y malgastando su taiento sacaba partido de malos oriconservar ó adquirir títulos y poder. Fácilmente se ginales; y trudiiccion suya que no se aplaudía, pasillas íii; descansar en parte alguna. , • ; esplícan los servicios que al einperailor prestara y su saba; y el público se acostumbraba á bi escuela dra—Ks cierto , pero ya conocéis • —Quien lo duda. Yo soy el piimero en apro- venilla á España: difícilmente un llamenco, y un mática de nuestros vecinos; y ios actores hacían ilamenco de su alta alcurnia y de su mérito, dejaba en ella sn estudio ; y cada vez se alojaba mus la época har eslít detención. por enlonces no solo de ocupar un buen puesto en de la regeneración de nuestro teatro. Nosotros no —Nada mas,—-ilijoiddc Alburg como insinuando el estado, sino de aspirar á las mas pi'ccíadas digni- podíamos ver con calma tal cúmulo di; ij-inlucciones al otro qui: so volviera á su puesto. El embozado le obedeció en seguida. Poco después dades; el barón supo obtener las i[ue á sus unes annucíadas en los carteles con pomj)a nnnca vistavieron \enir á Perote (|ue acercándose al barón le competían, y relacionado con los primeros hombres ni nos conlbrmábamos con que se aplicara hasta la dijo:—Solo lie encontrado una posada donde poda- i!e! gobierno, oído con atención por ellos, é intro- saciedad el renombre de d¡sliii¡juÍtlo Hiéralo, al que somos descansar en estos momentos: la ciisa del se- ducido en bus nn'jores casas de {^astilla , pronto se lo en traducir se ocupaba. Uepelímos una y otra vez ñor marqués pariente de nuestro amo está cerrada granjeó la consideración de los grandes y el aprecio sin decir nada contra la insigne Ciipacidad del s e particular del conde de Alba : el enlace con la bija ñor Vega, que mientras no alegara méritos menos y [10 me be atrevido á llamar sin vuestra licencia. de éste diestramente proyectado por el de Alburg, y —Bien heclio . contestó el de Alburg. No es oca- cordíalmente adniitiilo jior el noble y poderoso conde controvertibles no le podia otorgar el público un i-ion aquesta de inútiles cumpliniientosque solo servi- que no juzgó desigual senujunle unión, no sígniíí puesto eminente en la líleratui'u , siquiera tuviesen rían para retardar y entorpecer nuestro \iaje; mas va- cidia para el audaz llamenco mas que la posición ele- sus amigos profundo convencimiento del mucho vale que el marqués ignore, si es posible, uuestrii lle- vada en que iba á verse colocado en el reino, y las ler del (pie solo para darnos á conocer los miíí/t'ngada. Qué os parece? le preguntó acto continuo á r¡(|uezas que por este medio ¡ba á amontonar en su? Ues franceses siicudía su proverbial pereza. A medidoña Isabel queriendo enmendar asi la absoluta auto- arcas: el amor de su esposa no le inquietaba dema da que se hacia crónico Lau deplorable abuso perridad con que desde luego hiibia tomado aquella de- siado y pnede decirse (¡ue hasta le era indiferente; sistíamos eu nuestro pensamiento mas tenaces y con mas encono; y antes de decir si el original terminación. solo una cosa le alteraba en este punto ; el temor traducido era bueno ó malo , clamábamos contra las Üoñii Isabel volvió á mover ligeramente la ca- del ridiculo , porque su orgullo era la deidad en que traducciones y contra los que traducían, si tenían beza, y el barón se contentó con esta leve muestra adoraba. Así, pues, intentó averiguar qué r e - dotes para lucir en la escena con mas provecho. de asentimiento. laciones de afecto ó de cariño mediaban entre doña Benévolo en demasía el público tomaba , si la espre—Guiadnos allá, Perote, le dijo al alférez : Isabel y don Alonso , y sí estas al verse amenazada> HÍon nos es permitida, gato por liebre, y llamaba á Perote se colocó al frente de todos ellos que h^ por el próximo casamiento podrían á favor de algún las tablas al traductor de Lna ausencia como á los siguieron silenciosos basta llegar á la posada. Al r u i - esfuerzo desesperado interrumpirlo, pues en cuanto autores del Cuarlo de hora, de Alfonso el Casto, (iuzdo de los caballos salieron á la puerta las criadas y á lo demás él estaba seguro de vencer cualquier ten- in<in el Bueno ¡j Cusidlos en el aire. Cada vez mas Jos mozos de la cuadra y apeándose el barón , y ayu- tativa que su rival proyectase y de desvanecer las iracundos probamos á escitar el amor propio del s e dando con toda la galantería ílaniencaá bajar del esperanzas que contra su boda abrigase doña Isabel. ñor Vega , negándole quizá aptitud para ser orii^inal caballo á doña Isabel, dio la señiil, á losquc le acoLn- Sin embargo, como ba-la cnLonccs había creído (|ui.' en el teatro, y suponiendo que de lo contrarío tenia pañaban . que incluso el encubierto se apearon i'sLa correspondía á sus ünezas, si no enamorada afec- ambición bien limitada, pues se satisfacía con los lambieude sus cabalgaduras. tuosa al menos, al ver levantarse de improviso ante aplausos dados á obras ajenas mas o menos pcrfccUna sala de regular eslensíon, de forma cuadri- sus ojos la sombra de un obstáculo y al sospecbarsi i'íoiiadas por su pluma. Variamos detono al reprelonga y amueblada pobremente, con una mesa de otro merecía el a¡nor ile la joven síntíó ofendida su sentarse la conieiüa titulada los Partidos, traducida pino y varias banquetas de lo mismo, era la única vanidad, burlada su prcíuncioii, y cuanto mas pen- tainifíon ; |jero iraiJucííJu en vcr.so y de un ürí"inal liabitacion (¡ue bal)ia disponible para nuestros via- saba eu ello mas disgusto, mas impaciencia cspcri- nu malo, y visiblemente mejorada y arreglada bíbiljeros. Los criados que traian, se dirigieron á bis cua- mcrilaba: per eso creyó necesario sondear los secre- mente á la escena española. No tuvo por convcirentc dras, llevándose sus caballos y los de doña Isabel: tos sentimientos de su prometida, por eso buscaba (il señor Vega dar un paso n.as en tan buen camino; el barón, el encubierto y Perote y estos personajes el modo de quedarse sin testigos para proceder á la esveniad iine dejó de iiucer traducciones y de dardesde luego entraron en el aposento. Perote leiiia especie de interrogatorio que allá en su mente babia nos asunto de censura: no es menos cierto que urden roervada del corule de no separarse de su proyectado hacer, y por eso en lin . inquieto y des;i- como autor original siguió guardando religioso hija un solo momenlu, y antiguo y fiel criado y aun sosegiidü , tan pronto se sentaba, tan pronto se levan- silencio. Cuando por el año de IHii ensayaba en .deudor al conde del grado que eu la milicia tenia, taba'^de su banqueta, dirigiéndose ma<iuínalmente á los teatros de Santa Cruz y del Liceo de la ciucumplió su mandato ciegamente, á pesar de (lue ha- la joven y volviendo otra vez á su sitio sin hablar mas dad de Barcelona dos de sus traducciones, la Calíia observado en el de Alburg desde que en la po- que palabras incapaces de promover ni animar con- lumnia ij Ion perros del Monte de San Jíernardo, sada entraron , deseos de encontiarse á solas ó al versación alguna, dijimos: «El siñur Vega todo lo hace con las comemenos de hablar secretamente con doña Isabel, codias, las Ice, las estudia, las crítica, las traduce, mo si por toJo el camino no liubiera tenido ocalas ensaya, las representa, solóle falta.... cscribir(Se continuará.) sión para deciila lo que se le ocurriera; verdad es liis.» Va ni eso le falla ; la hora de ia reparación ha que el encubierto colocado durante la marcha detrás llegado ; hoy vamos á colmarle de elogios, si en otros del barón y á corta distancia de él babria oido cuandías le dirigimos sin tregua fulminante censura: to á doña Isabel dijese, y ésla además iba en tal esestainus persuadidos de que nos asistía la razón enJUÍVISTA 1)E LA SEMANA. tado que apenas contestaba á las pieguntas mas pretonces, y de que nadie nos la ha de quitar aliocisas con nu leve movimiento de cabeza ó una para ; órgano de lo que el corazón siente nuestra labra imperceptiblemente pronunciada. ¿Pero, qué pluma va á desempeñar mas agradable tarea , y sin Kcñur tloii l'euliii'ii ile Iii Vcgü. teiulria que decirle el barón.' Perote ignoraba ai hacer traición á nuestras condiciones nos convertimos pensar esto para sí, el estraño efecto que había prode rígidos censores en sinceres panegiristas. Hace años quo escribimos de crítica en los p e ducido en aquel liombre la aparición de don Alfonso riódicos de la corte : celosos como el primero por la en la misma habitación de doña Isabel, y ia veheDesde luego enunciamos qui; Hl hombre de munmencia con que ésla imploraba el perdón aun antes prosperidad del teatro nacional hemos tenido una y •}o es una comedía modelo . clásica por excelencia y mil ocasiones de censurar severa, dura é implacablede que fuera descubierto, queriendo disuadir por bajo todos conceptos notable. Lo que el poeta exotra parte al conde de que por aquellos aposentos no mente al señor don Ventura de la Vega con funpone en el primer acto, lo anuda en el segundo , lo dadas razones, con conocimiento de causa , y lo que podia haber escondido ninguno délos que buscaban, desenvuelve en el tercero, y lo dcscíilaza en el cuarkl de Alburg supo allí reprimir su estrañeza y su es mas, con justicia. Nadie que tuviera mediana afito. Es la acción natural y sencilla, su interés proción á las letras podía dudar del superior talento condisgusto, porque ni era ocasión de manifestar lo prigresivo ; no solo cumple con el requisito de la verocedido por la Providencia al autor de las composiciomero, ni á él le convenia llevar muy adelante lo sesimilitud teatral, sino de ia verdad mas rigorosa. cundo. Había de por medio intereses demasiado nes tituladas La Agifacion, A7 Jinlusiasmo, A orillas Muy poco sabe de la sociedad en que vive quien no del Pusa, Al unrjuslo enlace de Fernando Vil y preciosos para su ambición, miras harto trascenhaya visto y vea á todas horas un hombre casado Cristina, A la muerte de la J'J.rvma. señora duquesa dentales que le aconsejaban caminar lijamente á un de Frías , ímilactou del cantar de los C;Í"/«''C'.S. Nos- después de una vida tormentosa como don Luis, y objeto, y juzgó inoportuno y necio crearse dificulque ansioso por gozar de la felicidad doméstica r e tades y embarazos cuando ya tocaba al término de otros las sabíamos de memoria y convencidos de su cela y duda creyendo ser víctima de los solteros de mucho mérito, oíamos á don Alberto Lista llamar su deseo , y cuando lanío en este particular le liala misma manera que él fué verdugo de los casados. enajenado de júbilo á su antiguo discípulo buen poebia protegido la fortuna. Unicamenle quería peta, y el voto de tan ilustre anciano es inapelable en Abundan individuos como don Juan, corrompidos EL LABERIINTO. 568 por el libertinaje, que sin liacer gala del vicio, loi Clara se fija instantáneamente en su criada Benita. traducciones con que daba asnnto á nuestra critica severa , si aquel ejercicio le ha sido de algún provepractican como natural cosUimbre, y para quienes la' Apela don Luisa Ramón para cerciorarse de su desclio para imaginar una producción, que en su clase honra, y como se esplica con medias palabras, por amistad y el amor son palabras vacias de sentido. no descender hasta el punto de confiar dolores tan no tiene igual en nuestro repertorio clásico antig^Q Casi todos los jóvenes empiezan por ser amantes profundos y de tal delicadeza á un criado , supone ni moderno. Este aserto tiene todos los visos de abtímidos y candorosos como Autuñito. Es lógico que este que D. Luis está enamorado de su cuñiida Emi- soluto : sí fuere objeto de controversia estamos distoda mujer cspitsa, como Clara, de un marido cé- lia. Mas nada de esto u;:oiilece sino caminando la puestos á demostrar, citando autores y obras originalebre por sus ruidosos galanteos, tema a cada paso intriga de situación en situación, todas altamente c ó - les, que El Hombre de mundo es la comedia clásica verle volver á las andadas. micas; con chistes tan naturales que no serian cliistes mas completa que poséela literatura dramática esCriaturas tiernas y amorosas como Emilia son to- fuera de aquellas situaciones. pañola. das las niñas de diez y seis años, si su educación ba Se oyó toda la comedia al son de repetidos y esSolo liemosinsinuado el argumento de í/n/iomsido esmerada y si ajustan su sensibilidad esquisita á Irepitosos aplausos: su autor fué llamado dos veces á bre de mundo: seria imposilde dar una idea de sus su recomendable decoro. No hay sino recorrer los la escena al fin del tercer acto y del cuarto, obteagencias de Madrid para convencerse deque muchas muchas bellezas sin etuimerar la facilidad del diáloniendo lo que merecía, un éxito brillantísimo, un go, lo ameno déla versificación, lo castizo del Icncriadas degeneran de consentidas eu respondonas á triunfo de los mas señalados. guajoi y eso equivaldría á copiar toda la comedia. En semejanza de Benita, y mas si las corteja algún noüe la ejecución solo, podemos decir que ha supeella están observadas las tres unidades de acción, yio. No es posible que un criado en el caso de Rarado á todo lo que hemos visto, y que en nada ha lugar y tiempo: su interés no decae nunca y no por món, instrumento obligado de las travesuras de un amo calavera, pródigo y desinteresado, se resigne lo intrincado del asunto, sino por el ingenio del desmerecido de lo que han visto otros en los países gustoso á servirle después de contraer matrimonio, poeta : ninguno de sus numerosos incidentes se ele- cstranjeros. Romea, el beneficiado, estuvo admirable y á trociir su papel de confidente por la humilde con- va al drama, ni desciende al saínete, todos se agi- dando el correspondiente colorido á su didcil papel dición á que le reduceri sus deberes de barrer y de tan dentro del círculo de la comedia; cualidad no y marcando con superior habilidad artística ciertos i r á la compra. Son pues todos los caracteres hábil- común por cierto , y que merece ser mencionada. pasajes en que debía fijarse el público para poseer la Todavía seria esto poco si /i"/ hombre de mundo no clase de la intriga; eso es loque se llama poseer el teamente dibujados por el señor Vega , originales demucbos retratos. Veamos ahora qué contraste forman tuviera ninguna tendencia moral, si de ella nada se tro y proceder á la vezcomoáclor y poeta. Felicísima, y cómo están combinados en el juego escénico do la sacara en limpio. El señor Vega ha sabido también inimitable la Matilde Diez, retrató á la esposa atormenllenar este requisito. Don Luis espía durante el cur- tada por los celos de una manera que la haría sobresalir al lado de todas sus rivales si las tuviera. Hizo intriga. Aparece D, Luis muy complacido de su nuevo so de la acción sus cataverailas. sintiemlo las mismas la Teodora Lamadrid un papiel de candor y de inoamarguras de que él era oca>ion en otros tiempos, estado: Clarase felicita de tener un esposo que ha cencia eu que siempre brillan sus aventajadas dotes. corrido mundo, fundada en el dicho de que es cala- quedándole de sus antiguóse ilícitos placeres solo la Nada dejó que desear la Plácida Tablares. No así Floyera después el que no lo ba sido antes: deseoso memoria , y eso para turbar la ventura conyugal por rencio Romea, pues de seguro ha inspirado á sus aquel deque ésta no se prive de nada , la insta ácjue que suspira. Sin la figura de don Juan se ve cuan buenos amigos el deseo de verle siempre lucir en las visiten su casa los que la solían visitar cuando era desairado y ridiculo es el papel de libertino ante es- tablas como ha lucido en el D. Juan del Hombre de soltera; esto da margen á la promesa de presentar posas de la virtud de Clara. Con la propicia fortuna TíiJíMí/o. AGuzmari basta nombrarle para saber que ha en aquella misma noche á Antoñito , amante de Emi- de Antoñito y Emilia se santifican los deleites de un representado un papel de gracioso; y basta saber que lia, De aquí nacen las sospeclias de D. Luis, cuando amor puro. Y por conclusión de lodo deduce et poe- lo ha representado para conocer que lo ha hecho á de vuelta de Francia D. .luati su amigo y camnradal ta que para los casados no hay mas remedio que las mil maravillas. El señor Fernandez hizo el papel de locuras eslraña su casamiento y le recuerda la echarse en brazos de Dion, ;} qae no has'a pensar mal de menos importancia, y contribuyo eti lo que pudo sutileza de las mujeres, y entreoirás la de una lia-" para ser hombre de mundo. Al llegar aquí nos ocur- á que ti desempeño de la pieza formara un escelenlc mada Rosa que se compuso de modo que el marido re que siendo este el objeto de la comedia, y estan- conjunto. mismo le presentase en su casa. Desde csíc piuilo ve do como está bien desempeñado, el titulo dice poco: Algún espíritu descontentadizo creerá tai vez que don Luis perfecta analogía en el caso de ííosa y eu el podía tener otro mas propio y significativo. Leemos nuestros elogios son exagerados. Nuestro carácter de Clara, y á pesar de todo por no aparecer débil al final de la comedia ¡o siguíenle: no nos consiente incensar al señor Vega , tu á nadie; y preocupado presentaá Antoñilu como lo prometielos aplausos que ha obtenido en la segunda y tercera ra, y cuanto gucede corrobora al parecer sus SosDon ÍAiis. Voto á bríos! representación el Hombre de mundo y los que ba pechas. Clara al ver ú su marido triste y tacilurno Con que no leñemos medio deoblener en las numerosas representaciones que concibe temores de que le agita pasión cstraña: '• de escapar? la esperan, dan y d-jrán testimonio deque está muy oprimida por sus nacientes celos , trata de aveClara. No hay mas remedio lejos de nuestra mente la ¡dea de arrojarle el incenriguar la verdad por conducto de ü . Juan: cslc que echarse en-brazos de Dios^ sario á la cara, „ »»...J...^.-,Tha esplotado ya el disgusto de Ramón , y le induce á que ejercite su antiguo oficio cerco de avi Dicho cslonos- pñfSíe'qiíe cltíEnló ña''tur<'i1 de hi -• •' •••'-•. * .-^ths? . r ' T S i / T : DEL Rio. . "^'V ama. Preparado asi n\ terreno hablan don Juan y comedia sería La fé es lo que.solea, ú otro equivaClara; el primereen lertguaje amoroso, la segun- lente. da en el estilo apasionado de la que tiene celos de Busquen otros críticos fullas y lunares á la comeüUíEcroK V EüiTOR D. AiNTO.MO FJLRUER DEL lUO. , su marido ; cree don Juan avanzar camino balagan^ dia del señor de Vega: nosotros solo tenemos boy do la pasión dominante en Clara , ofendiendo al mismo tiempo su orgullo, y confiesa que ü . Luis está entusiasmo para admirar lau perfecta obra ('el arte , i,«rnEso EK LAS PRENSAS MECANÍCAS DE I). IGJNACIO BOIX, enamorado de una mujer de condición humilde , y y del estudio,, del trabajo y del tálenlo. Nosotros I CALLE DE CARRETAS, PTUMERO 8 . perdonamos al señor Vega el inmenso catálogo de ' • Lllríj. •^•ínji:: . • :> ;t .• ,.i ?íí¡. i,. VLSTA DE LA GIUD\D DE VALLMJOLID. u'.i • : " , •_•jll'J>ír^ti^':;: J . . :. í