EL DERECHO DE LOS TRATADOS EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE 1993 Raúl Antonio Bravo Sender Abogado por la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica Maestrista en Derecho Civil y Comercial UNMSM Docente en las Escuelas de Derecho de las Universidades Alas Peruanas Filial Ica y Privada de Ica Abogado del Estudio Daly, Otero & Florez – Ica SUMARIO: 1.- Preliminares. 2.- Rango de los Tratados en el Derecho Nacional. 2.1.- Tesis del rango supraconstitucional. 2.2.- Tesis del rango constitucional. 2.3.- Tesis del rango supralegal. 2.4.- Tesis del rango legal. 2.5.- Tesis del rango administrativo. 2.6.- Apreciaciones sobre las distintas tesis esbozadas. 3.- Aprobación de los Tratados. 4.- Invocación de un Tratado en un proceso. 5.- Control de constitucionalidad de los Tratados. 6. Conclusiones. 1.- Preliminares. Antes de entrar a desarrollar el tema de fondo, resulta oportuno dejar claros algunos conceptos previos. ¿Qué entendemos por Tratado? Al respecto, la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (Viena, Mayo de 1969), entiende por tratado: “… un acuerdo internacional celebrado por escrito entre Estados y regido por el derecho internacional, ya conste en un instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y cualquiera que sea su denominación particular;…”1. De la definición dada por el instrumento internacional citado, podemos concluir que, el Tratado es una especie de Convención –otra especie lo es el Contrato-; ésta, es el acuerdo destinado a crear, modificar o extinguir relaciones jurídicas obligacionales. De esta manera, el Tratado es el acuerdo de voluntades celebrado entre Sujetos de Derecho Internacional y regido por el Derecho Internacional. Tanto el tratado como el contrato se rigen por el pacta sunt servanda. En este extremo, si bien no es el tema que nos ocupa, es atendible referirnos a los Sujetos de Derecho Internacional; éstos, son los agentes capaces de tener derechos, deberes y, responsabilidades en el ámbito internacional (subjetividad activa y pasiva) y, de reclamar 1 Artículo 2 apartado a). 1 tales derechos mediante mecanismos y procedimientos internacionales; son pues tales sujetos, a los que se les reconoce personalidad jurídica en el ámbito internacional2. El sujeto natural de Derecho Internacional es el Estado. Sin embargo, también se les ha reconocido personalidad jurídica –independiente de sus Estados miembros- a las organizaciones internacionales, por lo que pueden celebrar tratados; así, normativamente a nivel internacional, se cuenta también con la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados celebrados entre Estados y Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacional (1986). Los Estados son Sujetos de Derecho Internacional con base territorial y, las organizaciones internacionales son Sujetos de Derecho Internacional sin base territorial. Los Tratados pueden ser clasificados atendiendo a múltiples criterios. “De acuerdo con el número de participantes, los tratados se clasifican en multilaterales cuando participan más de dos Estados. De acuerdo con los sujetos que intervienen, los tratados pueden ser entre Estados3 y organismos internacionales y entre los mismos organismos internacionales y otros sujetos de derecho internacional. Por su contenido, los tratados pueden ser políticos, militares, comerciales, de neutralidad, etcétera. En lo que respecta a la geografía, los tratados pueden ser regionales, subregionales o generales (el ejemplo de este último es la Carta de San Francisco)”4. Por otro lado, la definición dada por la Convención de Viena, considera que cualquiera que sea la denominación particular que se le de al acuerdo internacional, en el fondo, es un tratado. Así, pueden citarse las siguientes denominaciones: Declaración, Convención, Carta, Pacto, Acta, Protocolo, Concordato, Armisticio. Se han establecido –como ocurre en el Derecho de los Contratos-, los elementos de validez del Tratado, los mismos que son: capacidad de las partes (artículo 6 de la Convención de Viena); licitud del contenido y; formalidad, de ser el caso –plasmado por escrito-. 2 Al individuo se le reconoce cierta subjetividad en el mismo ámbito –poder formular reclamaciones y, ser pasible de sanciones-, sobre todo en la esfera de los Derechos Humanos, dependiendo también, del Tribunal Internacional. 3 No es la voluntad del Estado –dado que éste es una ficción- en sentido estricto e interpretación literal, sino que es la voluntad de los funcionarios públicos (personas naturales) investidos de plenos poderes para actuar en nombre y en representación de sus Estados. 4 BECERRA RAMÍREZ, Manuel. Derecho Internacional Público. Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1991, p. 36. 2 En doctrina se ha reconocido que el Tratado, interpretando el artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, es fuente5 del Derecho Internacional. Así pues, la Corte debe aplicar en las controversias que se le someten, los tratados internacionales reconocidos por los Estados partes del litigio. Sin embargo, “No todos los tratados aportan elementos a la formación del Derecho Internacional. Puede afirmarse que la mayoría de ellos es ajena a la condición de fuentes de derecho. Sea porque regulan relaciones de carácter particular o local que no interesan en ninguna forma o interesan muy poco a los Estados no suscribientes, sea porque ratifican reglas ya admitidas universalmente…”6. En este extremo, en los últimos años, dada la mayor interdependencia de los países en el ámbito económico debido al fenómeno de la globalización comercial, el Derecho Internacional ha encontrado en los usos y costumbres de los agentes económicos transnacionales, un amplio desarrollo en su juridificación. Así pues, un derecho al margen de las legislaciones nacionales se viene edificando –derecho que puede legitimar la constitución de un Estado Supranacional-7. Por otro lado, dado que aún los Estados – Nación no muestran interés en renunciar a sus respectivas soberanías, se sigue discutiendo acerca de la vieja dicotomía entre el Monismo y el Dualismo. ¿El Derecho Internacional y el Derecho Interno (Nacional) son dos órdenes independientes o, forman uno solo organizado jerárquicamente? Cuando el artículo 27 de la Convención de Viena dispone que “Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado…”, ¿está estableciendo acaso la supremacía del derecho internacional –contenido en los tratados- sobre el derecho interno de los Estados? Sobre este mismo punto, la mayoría de tratados trae consigo cláusulas que obligan a los Estados a adecuar sus normas internas a las disposiciones del instrumento internacional. 5 Otras fuentes son: la costumbre internacional, los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas, las decisiones judiciales y, la doctrina de los publicistas de mayor competencia de las distintas naciones; siendo las dos últimas, fuentes auxiliares. 6 ULLOA, Alberto. Derecho Internacional Público. Tomo I, Cuarta Edición, Ediciones Iberoamericanas, S. A., Madrid, 1957, p. 51. 7 Este punto nos lleva a tratar el tema de la creación del Derecho; el Derecho Internacional actual, básicamente es un derecho creado desde las asambleas de los organismos internacionales, así como desde las relaciones bilaterales de los países (tratados); poco a poco se irá entendiendo, que también puede ser un proceso creado desde los tribunales internacionales. 3 2.- Rango de los Tratados en el Derecho Nacional. La Carta Magna en el Capítulo II de su Título II, se ocupa de los tratados; también lo hace en una serie de artículos dispersos en su texto. Así, el artículo 55 señala que “Los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional”. El citado artículo contiene lo que se conoce como la técnica de la recepción o integración de los tratados en el derecho interno peruano. Así, los tratados serían fuente normativa, no porque se produzcan dentro de nuestro país, sino porque así lo establece la Constitución. Por otro lado, ¿a qué se refiere esta norma constitucional con derecho nacional? Como sabemos, las fuentes del Derecho son: la ley, jurisprudencia, la costumbre y, la doctrina. Sin embargo, dado que nuestro sistema jurídico es tributario del sistema romano – germánico8, es decir, aquel que se basa en el derecho legislado (codificado), el derecho nacional se reduce al ordenamiento jurídico emanado de las instituciones –políticas y jurídicas- legitimadas por la Constitución para normar y reglamentar. En este extremo, el ordenamiento jurídico peruano cuenta con tres niveles: un primer nivel en el que se encuentra únicamente la Constitución –norma política y jurídica, dada por una Asamblea Constituyente-, que constituye el marco sustantivo y adjetivo que debe observarse para dar las demás normas jurídicas; un segundo nivel (legal) y; un tercer nivel (sub – legal), en el que se encuentran: los decretos supremos (que reglamentan las leyes), las resoluciones supremas, las resoluciones ministeriales, las resoluciones vice – ministeriales y, las resoluciones directorales9. El Tribunal Constitucional, en la sentencia recaída en el Expediente Nº 047 – 8 El sistema de derecho legislado cree que el Derecho es algo que hay que promulgar y, que se reduce a lo que arbitrariamente deliberan los legisladores (políticos). Sin embargo, el sistema de derecho jurisprudencial, cree que al derecho hay que descubrirlo y hallarlo en las propias controversias que les someten las partes en conflicto a los tribunales de justicia; así, sobre la base del precedente judicial –que vincula al mismo órgano judicial que emitió el fallo y, a los órganos de menor jerarquía-, es que se edifica el derecho. 9 A estos niveles habría que agregar las denominadas leyes interpuestas, también conocidas como bloque de constitucionalidad, desarrolladas en la doctrina jurisprudencial del Tribunal Constitucional –también previstas en el artículo 79 del Código Procesal Constitucional-; éstas estarían conformadas por las leyes –orgánicas u ordinarias- que, asociadas con la parte pertinente –por la materia- de la Constitución, constituirían un bloque que el Tribunal Constitucional tomaría en cuenta al momento de resolver la constitucionalidad o no de una norma con rango de ley cuestionada; así por ejemplo, el Capítulo XIV De la descentralización del Título IV de la Constitución, formaría un bloque con: la Ley Nº 27680 Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre la descentralización, la Ley Nº 27783 Ley de Bases de la Descentralización, la Ley Nº 27795 Ley de Demarcación y Organización Territorial, la Ley Nº 27683 Ley de Elecciones Regionales, la Ley Nº 26864 Ley de Elecciones Municipales y, las Leyes Orgánicas de Gobiernos Regionales y de Municipalidades Nº 27867 y 27972, respectivamente. 4 2004 – AI/TC, desarrolla los dos primeros niveles10 y divide al tercero en dos niveles por separado (uno constituido por los decretos y demás normas de contenido reglamentario, y otro constituido por las resoluciones –de primer y segundo grados-), estableciendo por un lado, que la Constitución tendría una triple dimensión: norma jurídica, fuente de Derecho y, norma delimitadora del sistema de fuentes y por otro lado, las fuentes de derecho reguladas por la Constitución y sus modos de producción; tal sistema de fuentes estaría conformado por las normas con rango de ley y por las normas con rango reglamentario. La Constitución sería la fuente de todas estas normas y el límite de producción de las mismas11. Las fuentes normativas con rango de ley serían: las leyes (Ley de reforma constitucional, Ley ordinaria, Ley de Presupuesto de la República, Ley de la Cuenta General de la República y, Ley Orgánica), las resoluciones legislativas, los tratados, el Reglamento del Congreso, los decretos legislativos, los decretos de urgencia, las ordenanzas regionales y, las ordenanzas municipales. De esta manera podemos darnos cuenta que, el tratado en nuestro país, es considerado, dentro del derecho nacional, como una norma con rango de ley; esto es así, debido a que la propia Constitución (artículo 200 inciso 4) establece que la acción de inconstitucionalidad procede contra las normas con rango de ley, incluyendo taxativamente al tratado dentro de aquellas. Por otro lado, la doctrina ha elaborado una serie de tesis que argumentan a favor de colocar a los tratados en tal o cual nivel de jerarquía dentro del ordenamiento jurídico. César Landa Arroyo en un interesante trabajo titulado: Los Tratados Internacionales en la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional, y que aparece en la Red de Información Jurídica de la Comisión Andina de Juristas (http://190.41.250.173/guia/landa-2.htm), desarrolla tales tesis, a saber: 2.1.- Tesis del rango supraconstitucional. Basada en el monismo que atribuye supremacía al Tratado respecto de la Constitución; esta tesis parte del postulado que el individuo es el verdadero Sujeto del Derecho Internacional, relativizando la soberanía absoluta del Estado – Nación. El artículo 57 de la Constitución cuando señala que el tratado 10 Agregando otras fuentes normativas con rango distinto al de la ley: la jurisprudencia –que constituiría un quinto nivel-, la costumbre, los principios generales del derecho, el contrato privado y, la doctrina. 11 Precisamente, uno de los fines de los procesos constitucionales es garantizar la primacía de la Constitución. 5 que afecte una disposición constitucional12 debe ser aprobado por el mismo mecanismo previsto para la reforma constitucional, antes de la ratificación por parte del Ejecutivo, deja entrever que existiría prevalencia del Tratado respecto de la Constitución; tal aprobación del tratado observando el procedimiento de la reforma constitucional, tendría la misma fuerza de ley de una ley constitucional, dado que finalmente el tratado estaría reformando la Constitución. Por otro lado, la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Ley Fundamental13 al disponer que las normas contenidas en la Constitución sobre derechos y libertades deben interpretarse de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias, deja entrever implícitamente que existiría una supremacía de los tratados –sobre derechos humanos- con respecto a la Constitución, dado que constituirían el canon –el parámetro- al cual debe recurrirse para interpretar las normas constitucionales sobre derechos y libertades. 2.2.- Tesis del rango constitucional. La Constitución de 1979 en su artículo 105 le daba jerarquía constitucional a los preceptos contenidos en los tratados sobre derechos humanos; tal artículo no ha sido recogido por la actual Constitución; sin embargo, un sector de la doctrina considera que continúan teniendo rango constitucional, atendiendo al artículo 3 de la propia Carta Magna que contempla los derechos implícitos –no enumerados-, derechos que mayoritariamente son recogidos por los tratados. Por otro lado, ¿es posible interpretar literalmente la actual Constitución (artículo 118 inciso 1) en el sentido que les estaría otorgando a los tratados, rango constitucional, dado que menciona en un mismo plano a “la Constitución y los tratados”, unidos por la conjunción “y”, separando a éstos por una coma, de las “leyes y demás disposiciones legales”? Si entre la Constitución y los tratados, el constituyente hubiera colocado una coma y, entre el tratado y la ley otra ¿habrían variado los rangos, dándole a los tratados un rango supralegal –entre la Constitución y la ley-? 12 ¿Tendría que pronunciarse el Tribunal Constitucional para saber si el tratado afecta o vulnera la Constitución? Este es el denominado –por el Supremo Intérprete de la Constitución, en la citada sentencia del Expediente Nº 047 – 2004 – AI/TC- tratado con habilitación legislativa. 13 El artículo V del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, establece que, los derechos constitucionalmente protegidos por los procesos que regula el Código, deben interpretarse de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros tratados sobre derechos humanos, así como con decisiones adoptadas por tribunales internacionales sobre derechos humanos constituidos según tratados de los que nuestro país es parte. 6 2.3.- Tesis del rango supralegal. La Constitución de 1979 en su artículo 101 disponía la prevalencia del tratado sobre la ley en caso se suscitara un conflicto entre los mismos. El tratado, por la jerarquía, seria superior a la ley y tendría el mismo estatus que la Constitución, dado que ésta –la de 1979- así lo reconocía. La actual Constitución tampoco ha recogido tal artículo. Esta tesis subordinaría el derecho nacional (infraconstitucional) al derecho internacional. Otra interpretación de esta tesis argumentaría que el tratado sería superior a la ley, pero inferior a la Constitución. 2.4.- Tesis del rango legal. El artículo 200 inciso 4 de la actual Constitución, cuando dispone que la acción de inconstitucionalidad procede contra las normas que tienen rango de ley, dentro de las cuales se encuentran los tratados, les estaría dando a éstos esa categoría dentro del derecho nacional; así, si se produjera un conflicto entre la ley y el tratado, el mismo se resolvería atendiendo a los criterios de especialidad –prevalecería la norma especial sobre la general- y, de cronología –prevalecería la norma posterior sobre la anterior-. 2.5.- Tesis del rango administrativo. Son los tratados que prevé el artículo 57 de la actual Constitución; denominados tratados ejecutivos, porque están comprendidos dentro de las materias de dominio del Poder Ejecutivo y no requieren aprobación previa del Congreso14 para que el Ejecutivo los celebre o ratifique; para su ratificación basta un Decreto Supremo (segundo párrafo del artículo 2 de la Ley Nº 26647). 2.6.- Apreciaciones sobre las distintas tesis esbozadas. En principio, el Tribunal Constitucional en la sentencia del Expediente Nº 1277 – 99 – AC/TC15, ha hecho suya la 14 La aprobación sería de competencia exclusiva del Pleno del Congreso, previo dictamen de las Comisiones respectivas; atribución que no podría ser delegada a la Comisión Permanente, en virtud del artículo 101 inciso 4 de la actual Constitución. 15 El citado proceso constitucional lo promovieron conjuntamente las entonces Congresistas de la República Ana Elena Townsend Diez Canseco y Lourdes Flores Nano y, otros, como una acción de cumplimiento dirigida contra el Presidente de la República y el Ministro de Justicia, para que cumplieran con lo dispuesto en el inciso 6 del artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que prevé una indemnización a los injustamente condenados por errores judiciales; la primera instancia (Primer Juzgado Corporativo Transitorio Especializado en Derecho Público de la Corte Superior de Justicia de Lima) rechazó liminarmente la demanda por no haberse agotado la vía previa –no se había emplazado por conducto notarial a uno de los codemandados (Ministro de Justicia)-; la apelada fue confirmada por la Sala Corporativa Transitoria Especializada en Derecho Público de la Corte Superior de Justicia de Lima; en tal sentido, los recurrentes interpusieron recurso extraordinario ante la Sala para que fuera el Tribunal Constitucional el que se pronunciara; éste, aprovechó la oportunidad para pronunciarse sobre el rango que tienen los tratados (sin distinción) en el derecho nacional. 7 tesis del rango legal. Así, contra los mismos, sería posible interponer la acción de inconstitucionalidad. Textualmente en el fundamento 7, el Supremo Intérprete de la Constitución, ha señalado lo siguiente: “… es un hecho inobjetable para este Tribunal que cuando nuestra Constitución Política del Estado reconoce en su artículo 55° que “Los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional” y el Artículo 200° inciso 4) consigna entre las diversas normas con jerarquía legal, a los tratados (sin distinción alguna), no cabe sino admitir que los mismos tienen valor normativo indiscutible y en consecuencia son plenamente aplicables por los jueces y tribunales peruanos…”. Cuando el artículo 51 de la Carta Fundamental establece que “La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente…”, está colocando a la Constitución por encima del tratado, dado que éste es una norma con rango legal; sin embargo, en este extremo ¿cómo concordar esta norma constitucional con otra norma constitucional –la Cuarta Disposición Final y Transitoriaque establece que “Las normas relativas a los derechos y las libertades que la Constitución reconoce se interpretan de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Perú”? El artículo 200 inciso 4 se refiere a los tratados sin distinción alguna, como normas con rango de ley; el artículo 51, así mismo, señala toda norma legal sin especificar; sin embargo, la Cuarta Disposición señala con nombre propio los tratados a los cuales se refiere: los que versan sobre derechos humanos. De esta manera, podría sustentarse que, entre la tesis del rango legal y la del rango supraconstitucional, se presentaría una situación de regla y excepción: la regla sería la contenida en el artículo 200 inciso 4 y, la excepción, la contenida en la Cuarta Disposición; así pues, los tratados sobre derechos humanos serían los únicos –en nuestro derecho nacional- que tendrían un rango supraconstitucional, dado que constituirían el canon –el parámetro- al cual debe recurrirse 8 para interpretar las normas sobre derechos y libertades contenidas en la Constitución16. En el mismo sentido, entre la tesis del rango legal y la del rango administrativo, podría afirmarse que la regla es que los tratados tienen rango legal (artículo 200 inciso 4 de la Constitución), mientras que la excepción sería que tienen rango administrativo (artículo 57 de la Constitución); éstos últimos serían los únicamente circunscritos a las materias propias del Poder Ejecutivo. Esto es así porque la norma constitucional aludida que recoge la tesis del rango legal se refiere a los tratados en general, sea cual fuere la naturaleza de los mismos o la materia que regulasen; mientras que la norma constitucional que hace suya la tesis del rango administrativo, especifica a qué clase de tratados se refiere. Sin embargo, el artículo 77 del Código Procesal Constitucional, cuando señala que la demanda de inconstitucionalidad procede contra las normas que tienen rango de ley, señalando entre ellas a los tratados que hayan requerido o no la aprobación del Congreso conforme a los artículos 56 y 57 de la Constitución, ¿les está dando acaso, rango legal a los tratados señalados en el artículo 57 de la Constitución, es decir, a los contenidos en la norma constitucional que hace suya la tesis del rango administrativo? Por otro lado, como se ha señalado, estos tratados –que no requieren aprobación previa del Congreso- son ratificados por el Ejecutivo mediante Decreto Supremo (Ley Nº 26647), norma jurídica que, según el Tribunal Constitucional es norma de contenido reglamentario ubicada en el nivel sub – legal. Entonces, ¿cómo pueden ostentar rango legal estos tratados ejecutivos que son ratificados mediante una norma reglamentaria? 3.- Aprobación de los Tratados. En principio, según los artículos 56 y 57 de la Constitución, en nuestro derecho nacional existirían, respectivamente, dos clases de tratados: los que requieren aprobación del Congreso previa a la ratificación del Ejecutivo, tratados ordinarios o solemnes y; los que no requieren tal aprobación, los denominados tratados ejecutivos o simplificados, conocidos en los Estados Unidos de América como executive agreements. Los primeros estarían circunscritos a las siguientes materias: derechos humanos, soberanía, dominio o integridad del Estado, defensa nacional, obligaciones financieras del Estado, así como los 16 El Tribunal Constitucional en el citado Expediente Nº 47 – 2004 – AI/TC, es de la opinión que los tratados de derechos humanos tendrían rango constitucional, conjuntamente con la propia Constitución y las leyes de reforma constitucional. 9 tratados que crean, modifican o suprimen tributos, exigen modificación o derogación de alguna ley y, los que requieren medidas legislativas para su ejecución. La aprobación de estos tratados se materializaría a través de una resolución legislativa, siguiendo el íter legislativo y, observando lo contemplado por el artículo 76 inciso 1 acápite f del Reglamento del Congreso. El procedimiento de control de los denominados Tratados Internacionales Ejecutivos, está contenido en el artículo 92 del Reglamento del Congreso, a saber: el Presidente de la República, dentro de los tres (03) días útiles posteriores a la celebración del tratado, debe dar cuenta al Congreso o a la Comisión Permanente, del tratado ejecutivo celebrado; si esto no ocurre, se suspende la aplicación del convenio; dado cuenta, el Presidente del Congreso, dentro de los tres (03) días útiles, remite copia del tratado a las Comisiones de Constitución y Reglamento y de Relaciones Exteriores, para que en el plazo de treinta (30) días útiles, dictaminen sobre la conformidad o no del instrumento internacional celebrado, con los artículos 56 y 57 de la Carta Fundamental17 y con el propio Reglamento del Congreso; este control parlamentario se hace, aún cuando el Presidente de la República no haya cumplido con dar cuenta al Congreso de la celebración del tratado ejecutivo; en la primera sesión siguiente a la recepción de los dictámenes de las respectivas comisiones que recomiendan dejar sin efecto el tratado internacional ejecutivo, el Presidente del Congreso lo pone en consideración del Pleno del Congreso o de la Comisión Permanente18; si el Congreso aprueba el dictamen negativo, emite resolución legislativa que deja sin efecto el tratado, notificando al Presidente de la República para que éste corra aviso a las demás partes del instrumento, dentro de los cinco (05) días útiles posteriores; el tratado, de esta manera, pierde vigencia interna; sin embargo, como lo dispone el propio artículo comentado del Reglamento del Congreso, ello no impide el que 17 ¿Acaso ésta no debiera ser una función del Tribunal Constitucional, la de determinar la conformidad o no del tratado ejecutivo con lo dispuesto en los artículos 56 y 57 de la Constitución?, dado que el Tribunal Constitucional es el Supremo Intérprete de la Constitución. Sin embargo, es posible, como ya se ha señalado, controlar constitucionalmente a los tratados –cuando ya se encuentran en vigor-; por lo que el control constitucional asumido en nuestro país, es uno a posteriori; si se trasladara la función del Congreso contenida en el artículo 92 de su Reglamento al Tribunal Constitucional, el control constitucional de los tratados que se asumiría, sería el del control previo. 18 Sobre este extremo del citado artículo, que el Presidente del Congreso puede poner en consideración, bien del Pleno del Congreso o de la Comisión Permanente, la última palabra en sede legislativa sobre el control de un tratado ejecutivo –que finalmente es una aprobación-, estaría yendo contra el artículo 101 inciso 4 de la Constitución, que dispone que no pueden delegarse a la Comisión Permanente, entre otras cosas, la aprobación de tratados internacionales. 10 posteriormente el Ejecutivo tramite en vía de subsanación, la aprobación del tratado ante el Congreso, en el marco del artículo 56 de la Constitución; sin embargo, es posible deducir que, si el Ejecutivo no estuviera de acuerdo con la resolución legislativa que deja sin efecto el tratado, el Presidente de la República19 (artículo 203 inciso 1 de la Constitución y 98 del Código Procesal Constitucional) podría interponer acción de inconstitucionalidad contra tal norma legal. 4.- Invocación de un Tratado en un proceso. Como ha quedado claro, los tratados en nuestro derecho nacional, tienen rango de ley; en consecuencia, pueden ser invocados en un proceso judicial –y constitucional-. Así lo ha establecido el Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en el Expediente Nº 5854 – 2005 – PA/TC, cuando señala en el fundamento 22 –de la citada sentencia- que, como los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional, “… son Derecho válido, eficaz y, en consecuencia, inmediatamente aplicable al interior del Estado”20. En este mismo extremo, en nuestro país, la invocación de un tratado –norma con rango de ley-, no solo se presentaría en sede judicial –y constitucional-; también podría darse en otras sedes como la administrativa21 o la legislativa22. Esto se desprende de fundamentos, como los plasmados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la sentencia del Caso del Tribunal Constitucional vs. Perú (1999); textualmente, el párrafo 71 lo contiene: “… si bien la función jurisdiccional compete eminentemente al Poder Judicial, otros órganos o autoridades públicas pueden ejercer funciones del mismo tipo. Es decir que cuando la Convención se refiere al derecho de 19 Para ello requeriría el voto aprobatorio del Consejo de Ministros, según el artículo 99 del Código Procesal Constitucional. 20 Atendiendo a la Teoría de la Separación de Poderes, compete al Legislativo dar la ley, al Ejecutivo ejecutar la ley y, al Judicial, aplicar la ley. El primero se ocupa del futuro, el segundo del presente y, el tercero, del pasado. 21 En sede administrativa, la Ley del Procedimiento Administrativo General Ley Nº 27444, contempla los procedimientos, trilateral y sancionador. Sin embargo, en esta sede, propiamente no se ejerce función jurisdiccional, sino cuasi jurisdiccional, ya que no hay cosa juzgada sino únicamente cosa decidida, pudiendo recurrirse al Poder Judicial a través del Proceso Contencioso Administrativo. 22 En sede legislativa, la Constitución en sus artículos 99 y 100, reconoce un procedimiento de control político seguido por la comisión de delitos o infracciones a la Constitución, a altos funcionarios que por su investidura gozan de este privilegio; este procedimiento es el denominado antejuicio político o impeachment, regulado en el artículo 89 del Reglamento del Congreso. 11 toda persona a ser oída por un `juez o tribunal competente´ para la `determinación de sus derechos, esta expresión se refiere a cualquier autoridad pública, sea administrativa, legislativa o judicial, que a través de sus resoluciones determine derechos y obligaciones de las personas…”23. Y podría invocarse en otras instituciones que administran justicia especializada por mandato de la propia Constitución, como el Jurado Nacional de Elecciones en materia electoral y, en otros fueros reconocidos también por la Carta Fundamental, como el militar y el arbitral. 5.- Control de constitucionalidad de los Tratados. Como se sabe, el control de constitucionalidad en nuestro país, lo comparten el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional. Al primero le está reservado el denominado control difuso, que se presenta cuando los jueces inaplican una norma con rango de ley que consideran contraria e incompatible a la Constitución; mientras que al segundo le está reservado el control concentrado, que se presenta cuando cualquiera de los legitimados para interponer una acción de inconstitucionalidad (artículo 203 de la Carta Fundamental), así lo hacen. El proceso de inconstitucionalidad que norma el Código Procesal Constitucional, se enmarca dentro de los fines de los procesos constitucionales: garantizar la primacía de la Constitución. Es un proceso abstracto, pues en el mismo no se discuten intereses concretos. Sin embargo, también encierra una esfera de protección de los derechos fundamentales24. En el Derecho Comparado hay tres tipos de control constitucional: preventivo, represivo y, por omisión. El preventivo consiste en que, el órgano encargado de tutelar la supremacía de la Constitución, enjuicia o analiza la constitucionalidad de las normas antes que entren en vigencia. El represivo, es el que hemos asumido en nuestro país; el control de constitucionalidad se efectúa sólo y únicamente después de que la norma –con rango legalha entrado en vigencia. El de, por omisión, se presenta frente a la inercia del legislador para desarrollar determinados mandatos expresos en la Constitución; el legislador no ha cumplido con legislar o desarrollar un mandato constitucional. Por otro lado, en el juicio de 23 Párrafo citado en la sentencia del Tribunal Constitucional del Expediente Nº 5854 – 2005 – PA/TC. En sí, todos los procesos constitucionales tienen un doble carácter: tutelar derechos fundamentales (naturaleza subjetiva) y tutelar la supremacía de la Constitución (naturaleza objetiva). 24 12 constitucionalidad, hay que distinguir dos cosas: el objeto de enjuiciamiento y, las leyes enjuiciadas; el primero lo determina el Tribunal Constitucional –el objeto de impugnación lo determina quien plantea la demanda-25, mientras que las segundas son todas aquellas normas con rango de ley que pueden ser válidamente cuestionadas: ley ordinaria y orgánica, decreto legislativo, decreto de urgencia, Reglamento del Congreso, tratados internacionales y, ordenanzas regionales y municipales (artículo 77 del Código Procesal Constitucional)26. Así mismo, el Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en los expedientes acumulados Nº 020 – 2005 – PI/TC y 021 – 2005 – PI/TC, respectivamente, ha desarrollado una tipología de infracciones constitucionales, las mismas que podrían ser: por la forma o por el fondo, parciales o totales y, directas o indirectas27. La sentencia28 del proceso de inconstitucionalidad tiene la siguiente estructura: el obiter dictum, constituido por los conceptos o elementos que sirven para explicar el problema, siendo que cumplen una función pedagógica y, son elementos complementarios que pueden prescindirse; la ratio decidendi, que incorpora aquellos argumentos que declaran la inconstitucionalidad, 25 En el fondo, no existe congruencia entre lo que se demanda, lo que se enjuicia y, lo que se termina expulsando del ordenamiento. 26 En doctrina se dice que las leyes de reforma constitucional no aparecerían dentro de las normas con rango de ley impugnables, dado que son obra del Poder Constituyente delegado en el Congreso ordinario –en virtud del poder de reforma- y, como el Tribunal Constitucional es Poder Constituido, no podría resolver. Sin embargo, hay cláusulas intangibles o núcleos duros en la Constitución (normas pétreas), que no pueden ser reformados, pues son algunos puntos de partida que establece la propia Carta Fundamental, cláusulas intangibles que son un parámetro para las reformas constitucionales (límites materiales). Sobre los decretos leyes, que son normas dictadas por gobiernos de facto (dictaduras), ¿en qué situación quedan luego que entra en funciones un gobierno democráticamente elegido?; los mismos pueden ser concordados con la Constitución (tesis de la continuidad) o, ser expulsados (tesis de la caducidad). Sobre las leyes derogadas ¿cómo es posible que puedan ser controladas por el proceso de inconstitucionalidad? Al respecto no hay que confundir derogación con dejar sin efecto, pues el hecho que la ley haya sido derogada, todavía puede seguir surtiendo efectos y, el Tribunal Constitucional puede pronunciarse sobre esos efectos; en este caso, la tarea de derogación corresponde al legislador (artículo 103 de la Constitución). 27 En éstas dos últimas, dependiendo de que la infracción constitucional sea directa o indirecta, entraría a tallar el bloque de constitucionalidad. 28 El Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en el Expediente Nº 004 – 2004 – CC/TC, ha desarrollado una tipología de sentencias. En principio, una primera clasificación sería entre sentencias de especie o de principios y, una segunda, entre sentencias estimativas o desestimativas. Las estimativas son las que declaran fundada una demanda, siendo que la consecuencia jurídica que producen es, la expulsión de la norma cuestionada del ordenamiento jurídico; pueden ser: de simple anulación, interpretativas propiamente dichas o, interpretativas manipulativas. Éstas últimas se justifican en la necesidad de evitar los vacíos legales que podrían presentarse como consecuencia de la expulsión del ordenamiento de una norma con rango legal; esto se basa en dos principios de la actividad jurisdiccional – constituyente: el principio de conservación de la ley y, el principio de interpretación desde la Constitución. Las sentencias interpretativas – manipulativas pueden ser: reductoras, aditivas, sustitutivas, exhortativas y, estipulativas. 13 exponiendo las razones por las que se estima o desestima la demanda; el decisum o fallo, que reviste los siguientes atributos: fuerza de ley –pues tiene efectos normativos-, cosa juzgada y, efectos vinculantes entre los poderes públicos y, entre privados. Así pues, dado que el tratado tiene rango de ley, podría ser: cuestionado en un proceso de inconstitucionalidad (control concentrado) o, inaplicado por los jueces que lo consideren contrario e incompatible a la Constitución (control difuso). Su control sería represivo, dado que es el modelo que hemos asumido. Podría ser cuestionado por una supuesta infracción constitucional: de forma o de fondo, total o parcial y, directa o indirecta. 6.- Conclusiones. Los tratados son una fuente de primer orden para el Derecho Internacional. Al mismo tiempo, forman parte de nuestro derecho nacional. Cumplen pues, una función de bisagra entre dos órdenes: el internacional y el nacional. En este extremo, pareciera que por sí mismos constituyen un orden autónomo. Por otro lado, los tratados representan el instrumento jurídico mediante el cual los Estados canalizan sus relaciones internacionales y conducen sus políticas exteriores. Por estos instrumentos, los Estados –y demás Sujetos de Derecho Internacional- se obligan y adquieren derechos, en el ámbito internacional. Sin embargo, es posible que nos encontremos en un proceso de transición a nivel transnacional –caracterizado por la relativización de la soberanía estatal- que está dando lugar a la constitución del denominado Estado Supranacional; proceso que estaría yendo de la mano de otro proceso: la juridificación del Derecho Internacional; ambos dados en el marco del fenómeno de la globalización comercial, sustento éste de la interdependencia de los países. 14