Sumario de contenidos Jot Down #12 Especial Reino Unido El reino de todos El fuego fatuo –por Marta Fernández– –por Ignacio Vidal Folch– Britania se inventa. Se escribe para justificarse. Se convierte en espejo de su propios sueños. Y al mirarse descubre que quiere ser como sus ficciones. Que entre sus sesenta y cuatro millones de habitantes de carne y hueso existen otros de metáfora y letra. Quizá más reales. Seguro menos fugaces. Las cosas han cambiado. El dominio sobre los mares se ha transformado en el control de otro fluido, el de los capitales financieros desde la City londinense, sin el que Gran Bretaña tendría hoy poca importancia más que, digamos, Eslovenia. Aunque flamean aún de vez en cuando los rescoldos de la antigua llama. Trainspotting –por Elisabet Cabeza– Antes de dar título a una novela de Irvine Welsh, convertida en adaptación cinematográfica de éxito de la mano de Danny Boyle, esta afición tan británica y el cine llevaban ya muchas millas recorridas. Fotografía: Julia Kostecka (CC). British Museum (líbranos del mal) –por Fany Vasconcelos– 288 páginas · 4 entrevistas · 15 € Nos vamos a Reino Unido de la mano de Marta Fernández, Enric González, Ignacio Vidal-Folch, Walter Oppenheimer, Ignacio Peyró, Cayetana Álvarez de Toledo, John William Wilkinson, John Carlin, Peio H. Riaño y Kiko Amat, entre otros. También con dos grandes reportajes y entrevistas a Juan Mata, Inés Fernández-Ordóñez, David Hurn y William J. R. Curtis. Desde que se fundó en 1753, el British Museum ha acumulado más de ocho millones de piezas. Entre ellas, la colección más importante de arte mesopotámico del mundo fuera de Irak, en competición con el Louvre. Miles de reliquias salieron hace ciento cincuenta años de lugares ahora arrasados por los yihadistas. El debate sobre la legitimidad de las colecciones occidentales ha chocado siempre con un dogma de fe: «Aquí están mejor conservadas, mejor estudiadas y mejor valoradas». Y el mapa de la destrucción del Estado Islámico refuerza esta postura. Entrevista Juan Mata –por Enric González– «Ese horrible país llamado extranjero» Los británicos en el continente –por Ignacio Peyró– Juan Mata, veintiocho años, es un asturiano que nació en Burgos porque allí jugaba su padre. Se formó en las canteras del Oviedo y el Real Madrid, pasó por el Valencia, fue fichado por el Chelsea y ahora juega en el Manchester United. La conversación se desarrolla en la Ciudad Deportiva de la selección española y se aborda solamente el fútbol. Que se abstengan los no interesados. Tiene fama de futbolista sensato e inteligente y la fama se ajusta a la realidad. No fueron pocos los viajeros ingleses que acusaron el desfase entre sus expectativas de belleza entresoñada y una realidad continental mucho más áspera. Es el continente como lugar de perdición, y el cliché estaba destinado a conocer larga fortuna. Fotografía: Chris Brown (CC). Ya disponible en la Jot Down Store y a partir del 14 de septiembre en la red de librerías Jot Down. Los pedidos encargados en nuestra web durante el tiempo de preventa, hasta el 13 de septiembre, incluyen gratis el bloc de notas «Silly Walks». Aguas menores Londres, la mejor medicina –por Fernando Olalquiaga– –por Walter Oppenheimer– Si hay una guerra que hasta hoy ha sido menospreciada por los libros de historia, por las revistas especializadas y los programas académicos diseñados por cualquier cátedra de universidad pública o privada, elitista o mundana, nacional o extranjera, esa es la Guerra del Licor. Una guerra contemporánea y cruel. Alex Salmond lamentaba el año pasado que Londres se haya convertido en «la estrella oscura de la economía, tragando inexorablemente recursos, gente y energía». Y antes el ministro de Negocios, Vince Cable, había ido aún más lejos al denunciar que «Londres se está convirtiendo en una especie de gigantesca máquina de succión que está dejando sin vida al resto del país». Los españoles y el inglés Solo puede quedar uno –por Álvaro de Prado– Historia y reforma del sistema electoral mayoritario ¿Pero qué nos pasa con el inglés? ¿Qué obsesión tenemos con él? ¿A qué viene esta claudicación cada vez más generalizada, esta renuncia y desprecio gregarios por las raíces propias? ¿De dónde sale esta vergüenza de nuestro origen y de lo que somos, este complejo de inferioridad pueblerino? –por Pablo Simón– De Oscar Wilde a James Bond, una flema –por Peio H. Riaño– Oscar Wilde inaugura el tiro al zombi victoriano, porque las mitologías imperiales de una sociedad determinista están agotadas a finales del XIX. Inventa la parodia de lo inglés, la que desvela lo enfermizo de nuestros conflictos, la que acuchilla con elegancia. Ya nadie reina sobre las olas No grass no sport –por M. A. Bastenier– Inglaterra, no el Reino Unido —cuya existencia es más tenue cada día— tiene un problema llamado Europa. Y el futuro referéndum sobre la permanencia de Londres en la UE es solo un último avatar de una relación compleja, ya perceptible en la primera mitad del s. XVI. El territorio se divide en distritos con una población equivalente y, como en Los inmortales, solo puede quedar uno. El candidato que consigue la mayoría simple de los votos obtiene el acta. Es el modelo que Inglaterra acabó trasplantado a casi todas las colonias, desde la India a Canadá o a Estados Unidos. Españoles vs. británicos –por John Carlin– No es ningún secreto que los británicos se consideran una gente aparte. Por el mar que los separa, por su historia imperial, por sus victorias en dos guerras mundiales, por sus inventos durante la Revolución Industrial, por los deportes que han exportado a todos los rincones, por haber ejecutado a su rey casi ciento cincuenta años antes que los franceses. Pero, en el fondo, quisieran ser más como los españoles. Humor británico La última risotada –por John William Wilkinson– De la misma manera que los prisioneros encadenados de la caverna de Platón no ven el mundo real sino una mera proyección de apariencias, se engañan los que, sin entender ni palabra de inglés y valiéndose de la versión doblada, creen comprender el humor británico. –por Gonzalo Vázquez– Unos cuantos deportes universales nacieron del ingenio británico con la forma de grandes juegos al aire libre que reunieran a unos cuantos individuos y los enfrentaran en dos bandos. Era una nueva forma de batalla entre caballeros, quizá la más noble de todas. El año en que milité en la Anti-Nazi League –por Kiko Amat– Entrevista Los tiempos turbulentos y bulliciosos de la Anti-Nazi League habían terminado. Allí no había milicianos ni armas ni saludos castrenses ni ambiente bélico de ningún tipo (ni mozas despampanantes, huelga decir). Solo pancartas y pegatinas polvorientas amontonadas por todas partes, como en un prosaico almacén de la UGT de Cornellà, y una kettle eléctrica para hacer té, y las dos personas menos fascinantes de la Gran Bretaña. Inés Fernández-Ordóñez –por Yolanda Gándara– Es filóloga especialista en dialectología rural, catedrática de Lengua Española y sillón P de la Real Academia Española. Es discípula de Diego Catalán Menéndez-Pidal, un vínculo que la une a la figura clave de la filología en España, Ramón Menéndez Pidal, y a su escuela, de la que toma el testigo de interpretar la relación entre la historia y los textos, con un enfoque actualizado. El otro mundo posible era este –por Diego E. Barros– Algo hay que reconocerle al cómic producido en la Pérfida Albión. A diferencia de sus hermanos estadounidenses, más preocupados desde sus inicios en mantener el statu quo santificado en el mantra del american way of life, los británicos se han dedicado desde el principio de los tiempos a mostrarnos sus defectos, a subvertirlo y, en el mejor de los casos, a hacerlo saltar por los aires. Fisteando a Mrs. Grundy Fish & Chips –por Manuel de Lorenzo– Si hay algo que represente con precisión las islas de su majestad es el fish and chips. Referente gastronómico. Paradigma occidental. Ejemplo graso de territorialidad. Es un plato tan británico que de británico no tiene nada. –por Josep Lapidario– Desde 2014 es ilegal filmar un squirting en el Reino Unido. La aprobación de la Audiovisual Media Services Regulations ha extendido a internet las restricciones draconianas de la pornografía, según las que la eyaculación femenina resulta aceptable solo si es «bastante breve y aislada». Mientras, un hombre puede eyacular donde prefiera, sin restricción. El hijo bastardo de Alfred Hitchcock –por Emilio de Gorgot– En 1959 Eric Ambler recibió un telegrama con una singular oferta de trabajo. El remitente, Ian Fleming, acababa de publicar la séptima entrega de las aventuras del que ya era el espía literario favorito del público: James Bond. Le proponía hacerse cargo del guion para el debut cinematográfico del personaje. Pero ¿por qué Ian Fleming se lo ofrecía precisamente a él? La explicación se llamaba Alfred Hitchcock. Las doce mejores cervezas del Reino Unido –por Pedro José Muñoz Aradilla– Negras, amargas o incluso con sabor a chocolate, en botella o en lata, te descubrimos las mejores cervezas que podrás encontrar en el Reino Unido. Joe Orton El rufián en la escalera Entrevista –por Grace Morales– William J. R. Curtis La breve obra de Joe Orton, apenas siete piezas de teatro, un diario y algunas novelas incompletas, dio lugar al adjetivo en inglés ortonesque, cuyo significado tiene varios puntos en común con el de «rabelesiano». La farsa fue la especialidad de ambos autores, la rama más dura y controvertida de la comedia, un género que aborda sin contemplaciones los vicios humanos, por delicados o polémicos que sean. –por Pedro Torrijos– Además de pintor y fotógrafo, Curtis es uno de los críticos e historiadores de arquitectura más importantes del mundo. Ha escrito una decena de volúmenes y monografías, sus artículos se publican habitualmente en periódicos y revistas de todo el globo, ha impartido clase en varias universidades y su libro Arquitectura moderna desde 1900 está en las estanterías de los estudios de arquitectura de cien países. El otro fútbol –por Rafa Ramos– El fútbol es un sábado de febrero a las tres de la tarde, en un partido de rivalidad de tercera división, después de hacer la visita de rigor al pub y meterse entre pecho y espalda un par de pintas de cerveza para calentarse, en una grada de pie, ondeando las bufandas a un viento gélido del Atlántico, la pelota apenas visible en medio de la niebla, un césped encharcado por la lluvia o congelado por el frío, la hinchada cantando a pleno pulmón, un árbitro malo, un cielo tenebroso, pelotazos arriba y abajo sin ton ni son, y un gol en el último minuto. Ni tiquitaca ni tonterías. Eso es el fútbol. El material del que estamos construidos La mano de hierro que azotó a la novela –por Lara Hermoso– Margaret Hilda Thatcher ganó las elecciones en 1979 y se convirtió en la primera mujer elegida primer ministro del Reino Unido. Fría, liberal, autoritaria, siempre con un collar de perlas al cuello, permaneció once años en el cargo. El descontento social provocado por sus políticas ultraliberales sirvió como caldo de cultivo a la novela, un género que se reinventó ante la adversidad. Una mala hierba es solo una flor en el lugar equivocado El increíble, chiflado Graeme Obree –por Cristian Campos– –por Carlos Zúmer– Cuando se le pregunta a Piet Gilroy por los responsables de la mala prensa de la caza del zorro, su respuesta es inequívoca: la ciudad. «La división está creciendo. En Francia dicen que todas las familias tienen algún familiar que trabaja en el campo o que es granjero. Quizá en España pasa lo mismo. Pero aquí nos estamos alejando de eso. Aquí hay dos tendencias muy claras: la gente de la ciudad y la gente del campo». Graeme Obree es un peculiar escocés que encontró en el ciclismo su único modo de vida. Huidizo y depresivo, no encajó en el colegio. No encajó en el barrio. No encajó en su pandilla y, ciertamente, no encajaba tampoco demasiado en el propio ciclismo, porque en el club en el que corría todos se dieron cuenta pronto de que él hacía las cosas a su manera. –por Ernesto Filardi– Cuando el escritor más famoso de la historia dijo que «el mundo es un escenario, y simples comediantes los hombres y mujeres», no era consciente de que con sus treinta y ocho piezas teatrales y su obra poética llegaría a configurar una imagen del mundo que sigue vigente cuatro siglos después. Hoy en día la cultura anglosajona se ha expandido tanto desde el XIX que hemos asimilado como propia una infinidad de influencias, tramas, tonos, perspectivas y estructuras de William Shakespeare. Fotografía: Andrew (CC). Spanish, I presume –por Cayetana Álvarez de Toledo– Oxford es una vacuna contra el adanismo. De las más eficaces porque se inyecta en el momento justo, cuando la juventud, potenciada por un cierto talento, estalla en arrogancia. Todo el que haya amanecido bajo sus capiteles sabe que hasta la creación más insólita y genial surge del conocimiento depurado por generaciones de hombres y mujeres inteligentes. Oxford imprime un optimismo radical en el ser humano como artífice y depositario de la razón. Te hace adulto. Soy Norman Foster y no puedo parar de triunfar Fotografía: Marianne Bevis (CC). Andy Murray El gran atormentado –por Octavio Domosti S.– –por Guillermo Ortiz– No es un tipo simpático. Nada más cumplidos los diecinueve, la ITF le sancionaría por insultar a un juez en un partido de Copa Davis; después de cada punto, Andy se lleva las manos a la cara desesperado y mira al suelo soltando todo tipo de improperios. Si no es un hombre atormentado, lo parece. Esos locos, locos políticos británicos –por Bárbara Ayuso– Pocas naciones hay en el mundo capaces de sufrir constantes accesos de pompa y boato para, simultáneamente, ciscarse en sus ochocientos años de historia y reírse de sí mismos por formar parte de esa tragicomedia que es la tradición. En la mayoría de las ciudades importantes del mundo es posible encontrar algún edificio o puente que lleve la firma de Foster, llegando a su máxima expresión en Londres. Si damos unas bellotas mezcladas con esteroides y MDMA a las ardillas de Hyde Park, podríamos verlas saltando por toda la city de obra en obra de Foster sin tocar el suelo. Cómo ser una dama o un caballero victoriano de comportamiento intachable –por Javier Bilbao– Lo llamamos «cine de tacitas» y la imagen no puede ser más evocadora. Inmediatamente se nos vienen a la mente nombres como Jane Austen, Emma Thompson o James Ivory . Los personajes parecen estar sujetos a un estricto y complicadísimo código de conducta, en el que hay que medir cada gesto y cada palabra bajo pena de ostracismo, de murmullos y miradas de reprobación. El contexto de todo ello: ingleses del siglo XIX de clase alta. Es decir, la época victoriana. La guerra interminable Orwell contra la neolengua –por Kiko Llaneras– Orwell tenía dos convicciones: la primera, que el lenguaje estaba en decadencia, y la segunda, que las causas de esa decadencia eran políticas. Se había convertido en un arma al servicio de los peores males de la política de su tiempo: las ideologías totalitarias, las adhesiones inmutables o la negación de la verdad. Un retrete en el desierto para la reina Isabel –por Ander Izagirre– Australia es un país muy raro. Se nota en cuanto uno pisa el aeropuerto de Sídney y acude a la oficina de cambio. En las diversas monedas australianas aparece una colección de seres estrambóticos: canguros, emúes, koalas, ornitorrincos y la reina Isabel II. Cruising, travestismo, masturbación con soga al cuello, coprofagia, pornografía infantil y chutes de heroína La amena vida privada de los políticos británicos –por Álvaro Corazón Rural– Entrevista David Hurn –por Claudia López– Se codeó con Cartier-Bresson o Lucien Freud, convirtió en iconos a Jane Fonda, Sean Connery o Ursula Andress, fotografió a la familia real, las protestas antiVietnam, la revolución en Hungría o los festivales de la isla de Wight. Imagen tras imagen, David Hurn se ha transformado en uno de los profesionales de la cámara más prestigiosos de la historia de Reino Unido. Culpa y rectitud están en el ADN nacional británico, con todas las repercusiones que acarrea semejante cóctel. Y lo prueba el fenómeno de los escándalos sexuales de los políticos de aquel país. Nuestros representantes no es que se corten un pelo a la hora de romper a follar con quien se tercie, pero por una cuestión de discreción y vergüenza, no pocas veces de la ajena, sus escarceos no se airean. La doble moral está tan asentada en estas tierras latinas que echarle en cara a alguien algo así es hasta contraproducente. Pero eso no ocurre en el Reino Unido. Posh Music Cómo el rock británico se volvió pijo –por E. J. Rodríguez– Mayfair Noble y exclusivo –por Lourdes Gómez– Bastión de nobles y privilegiados, Mayfair colma los caprichos del gentleman inglés con sus exclusivos clubs de varones, sastrerías elitistas y guaridas de «señoritas de la calle». Mayfair aglutina poder y dinero, pero también ironía e ingenio creativo. El mensaje reivindicativo ha desaparecido de la música británica, que de esta forma ha perdido su esencia fundamental. Es como si el cine neorrealista italiano hubiese pasado a contar las vidas de los aristócratas. Casi era de prever que sucediese algo así en la era después de Thatcher. Las clases altas han decidido retomar la hegemonía que, suponemos, consideran que nunca debieron perder, incluso en una forma de entretenimiento que lleva el sello de «popular» en su mismo ADN. Malditos gamberros –por Toni García Ramón– Lo que acabó con los hooligans no fue la catástrofe de Heysel; no fueron las leyes de Margaret Thatcher; no fue la prohibición a los equipos ingleses de viajar fuera de los confines de la Gran Bretaña. Lo que acabó con el hooliganismo como movimiento organizado fue el acidhouse, las raves y el tráfico de drogas.