La Catedral de León, o el sueño de perdurar

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La Catedral de León, o el sueño de perdurar
José Ma n ue l Ro d rí g u e z M o n t a ñ é s • C o o rdi nado r de l P ro y e cto Cul tural Cate dral de L e ó n
C
onstituye sin lugar a dudas una de las joyas arquitectónicas españolas el templo gótico que
el empeño de obispos y cabildos, unido a la
complicidad de reyes y mecenas, junto al esfuerzo de
operarios y artistas, levantasen en la capital del reino
leonés alboreando el siglo XIII. Sobra insistir sobre ello;
la catedral leonesa ocupa su lugar en la Historia del Arte,
y los cientos de miles de visitantes que anualmente acuden al reclamo de su belleza, corroboran que sus vetustos muros y vidrieras siguen fascinando y evocando.
Pero, cuando descendemos de la elevación espiritual
al detalle, al material, a la piedra y el vidrio que la forman y dominan, el júbilo estético cede terreno a la inquietud. No es nueva esa sensación, pues nos aproxima
a la que debemos suponer agitó al tracista, inquietó al
albañil mientras la cimentaba y hacía crecer, angustió al
carpintero que construyó las cimbras de sus bóvedas y,
si nos permitimos la licencia, dejaría unos instantes sin
respiración al magister operis cuando fueron retiradas
aquéllas. “Y, sin embargo, se tiene”, podríamos decir
parafraseando la sentencia atribuida a Galileo…
La endeblez de los cimientos, asentados sobre las antiguas termas romanas y lavados además por las aguas
freáticas, hizo que durante el propio proceso constructivo del templo tuvieran que colocarse refuerzos, así las
dos torres -que no son tales, sino estribos-, bautizadas
como la Limona y la Silla de la Reina. Los añadidos renacientes y barrocos, sobre todo la osada cúpula y linterna
que durante los siglos XVII y XVIII llegaron a instalarse
sobre el crucero, pero también los cuatro pilastrones
contrafuertes que se alzaron para contenerla, sobrecargaron los apoyos de este ya de por sí débil costado, hasta el punto de casi dar al traste con la fábrica.
Más que oscuros presagios, fue una amenaza de ruina
total la que planeaba sobre la Pulchra Leonina a mediados del siglo XIX. Pero en 1844 llegó la declaración como
Monumento Histórico-Artístico, inaugurando la nómina
española, y tras ella, con un ritmo marcado por la afluencia de fondos, un desfile de arquitectos y proyectos, que
se enfrentaban a retos inéditos. La Catedral se convirtió en
el auténtico laboratorio de la restauración monumental,
disciplina balbuceante en Italia y Francia, y prácticamente
inédita en nuestro país. Aquellos profesionales tuvieron
que enfrentarse no sólo a la complejidad de la intervención, sino a la escasez de medios y conocimientos y a un
ambiente en ocasiones hostil. Tras los desmontes de Matías Laviña, sin duda fue Juan de Madrazo y Kuntz quien
mejor entendió el edificio y sus problemas, sentando en
cuanto a proyecto y método las bases de las intervencio-
nes posteriores, principalmente ejecutadas por Demetrio
de los Ríos y Juan Bautista Lázaro.
Solventados los principales problemas estructurales
del templo, el 28 de mayo de 1901 fue éste reabierto al
culto, con solemnes fastos. Un breve repaso de las actuaciones posteriores, no obstante, sirve para certificar
que éstas han sido constantes a lo largo de todo el siglo
pasado. Si algo nos ha demostrado el edificio, junto a
su extrema fragilidad, tan íntimamente unida a su belleza que ambas cualidades parecen indisociables, es que
requiere una continua vigilancia y una casi permanente
actuación. El problema en la catedral de León no son los
andamios, sino su ausencia. La redacción y aprobación
en 1996 del Plan Director, elaborado por el arquitecto
Mariano Díez Sáenz de Miera, con la colaboración de
Cecilio Vallejo, devolvió una mirada global hacia el conjunto catedralicio, visión de conjunto que se había nublado tras la desaparición de Juan Crisóstomo Torbado,
quizá con la salvedad del periodo en el que tuvo bajo su
tutela la iglesia Luis Menéndez-Pidal y Álvarez. Fueron el
arquitecto asturiano, junto a Francisco Pons Sorolla, los
responsables en 1963 del desmonte del remate del hastial meridional del transepto, que remontaron abriendo
en el piñón una la rosa calada, trazada como triángulo
curvo, a imagen de la original del brazo Norte del transepto. Así se resolvió -al menos de momento- el aspecto
exterior de la fábrica. El mismo Menéndez-Pidal se ocupó también de la reconstrucción de las sobrecubiertas
de la nave, devoradas por un pavoroso incendio el 29
de mayo de 1966.
Y si lejos estamos ya de diatribas entre idea y forma,
resueltas para bien o para mal por los arquitectos decimonónicos, el que siempre ha estado bien vivo en la
catedral leonesa es el debate que enfrenta a la segunda
con la materia. La física y la química son aquí al mismo
tiempo aliadas y enemigas de la creación artística. Tan
radicales transformaciones ha sufrido el edificio, sobre
todo durante la segunda mitad del siglo XIX, que la Catedral ha merecido las calificaciones de “espejismo erudito” (Pedro Navascués), o “catedral soñada” (Javier Rivera). Precisamente éste último autor, en la introducción
de su magnífica obra Historia de las restauraciones de
la Catedral de León. ‘Pulchra Leonina’: la contradicción
ensimismada (1993), la califica de “edificio en permanente mutación, vivo, que exige constantes intervenciones de consolidación y mantenimiento”.
Tal permanencia en la actuación debe ser comprendida desde todos los ámbitos, pues resulta inherente al
monumento. Y es que, aunque los trabajos de restau-
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Fachada occidental de la catedral de León en el siglo XVIII.
Grabado de Manuel Navarro publicado en el t. II de la Historia de León del P. Risco (1792).
La Catedral en 1888, con el andamiaje de Demetrio de los Ríos en la fachada principal.
ración se hayan sucedido desde 1901, la decisión de
acometer actuaciones preventivas junto a las paliativas
es bien reciente. En realidad, es un proceso fraguado en
dos fases. La primera fue la aprobación del antes referido Plan Director. La segunda vio la luz diez años más
tarde, con la firma de un Convenio de Colaboración
suscrito entre la Consejería de Cultura y Turismo de la
Junta de Castilla y León, el Cabildo de la Catedral de
León y Caja España, marco de los trabajos de conservación y restauración de la Catedral, dentro de la estrategia de Sistemas Territoriales de Patrimonio del Plan
PAHIS 2004-2012, y dotado para el periodo 2006-2010
con un presupuesto de 4,6 millones de euros. El propio
Convenio deja abierta la puerta de la incorporación de
nuevos patrocinadores y representa un marco óptimo
para dotar de continuidad administrativa a los cuidados
que exige la complejidad de la fábrica.
muy perdidos revestimientos pictóricos. La segunda vía,
la del mantenimiento preventivo, reencontró su marco
el 12 de abril de 2007, en forma de un convenio suscrito
entre la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de
Castilla y León, el Ayuntamiento de la ciudad y el Cabildo catedralicio. Una brigada municipal realiza desde entonces diversas labores de mantenimiento en las cubiertas y pavimentos, garantizando entre otras cosas que
el sistema de evacuación de aguas del edificio funcione
correctamente, eliminando masas vegetales, escombros, previniendo la proliferación de aves, etc. Su labor,
que retoma la de sus predecesores en los años veinte
del siglo pasado, se asevera además como la mejor garantía de una continua vigilancia de la fábrica, como ya
señalase en 1939 Juan C. Torbado Flórez, quien en su
Proyecto de Conservación de dicho año solicitaba una
asignación económica para “poder formar una pequeña
cuadrilla de obreros afectos a las obras de conservación
de la Catedral de León dedicada sólo y exclusivamente a
la conservación del edificio” (IPCE, Archivo Histórico de
Proyectos, 23.13, p. 2).
Las actuaciones que garantizarán la conservación del
monumento van por el doble camino de la restauración
y de la prevención. La primera atiende, en el periodo
de vigencia del Convenio, a la intervención sobre 439
m2 de vidrieras de los ventanales altos y triforios de la
cabecera y sus marcos arquitectónicos, así como la restauración de las esculturas del pórtico occidental de la
Catedral, joya del gótico hispano necesitada de una urgente consolidación, que se extenderá igualmente a sus
Dentro del Convenio se concede una particular importancia al Plan de Difusión de tales restauraciones,
que aborda el acercamiento del público a las mismas,
una “restauración en vivo” posible, además de gracias
a los modernos medios audiovisuales, mediante la insta-
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litúrgicos y culturales, y tal condicionante no es percibido como escollo, sino como un reto, pues permite que
los visitantes encuentren nuevos y diversos planos de
contemplación, todos ellos compatibles y enriquecedores. La responsabilidad de este objetivo inicial, esto es, el
de transmitir la necesidad, el carácter y la metodología
de las restauraciones que se llevan a cabo en la cabecera, vidrieras y portadas de la fachada occidental de la
Catedral, recae en un equipo de licenciados en Historia
e Historia del Arte que, junto a las disciplinas propias
de su formación, han debido empaparse de la realidad
poliédrica de la Catedral, permaneciendo en estrecho
contacto con los restauradores, con el Cabildo y, por
supuesto, con los visitantes.
Fachada occidental de la Catedral, en la actualidad.
lación de una plataforma elevada a los pies del templo.
Ésta, a modo de un coro elevado hermanado con el ya
dispuesto en el presbiterio, además del seguimiento de
los trabajos que se desarrollan en el mismo, permite una
visión absolutamente insólita de la iglesia, constituyendo un aliciente por sí misma. La divulgación va también
de la mano de la formación, pues junto a las visitas guiadas y los medios expositivos tradicionales, se celebrará
un Congreso Internacional sobre la restauración, que
pondrá en conocimiento de la comunidad científica el
trabajo desarrollado en la catedral leonesa, y permitirá el
necesario intercambio de información que hace avanzar
cualquier disciplina.
La anteriormente mencionada visión global hace que,
más allá de una campaña de restauraciones, lo que se ha
puesto en pie en León constituya un auténtico Proyecto Cultural, donde por supuesto prima la conservación
del bien patrimonial pero, dado su carácter, junto a ésta
caminen toda una serie de actuaciones de socialización,
embargadas por el espíritu de universalidad que constituye la esencia de una catedral. Y en esa línea, el ejemplo del modelo trazado por la Catedral Vieja de Vitoria
ha estado, y está, bien presente en quienes trabajamos
en la seo leonesa.
Un aspecto fundamental del Proyecto Cultural Catedral de León, tanto en sus actuaciones de restauración
como en las de difusión, es que éstas se desarrollan y
adaptan a un edificio que mantiene bien vivos sus usos
Se trataba, desde el inicio, de entender, para después
explicar, más que un valor artístico e histórico universalmente reconocido para la Pulchra Leonina, el hecho de
que, por su fragilidad, antigüedad y el condicionante
de un clima extremo como el leonés, el edificio precisa
de permanente atención, explicitando el carácter de las
intervenciones en sus materiales fundamentales -piedra
y vidrio-, que se convierten así en los protagonistas y
ejes directores del mensaje a transmitir. Lejos de apreciaciones históricas o estéticas, desde el Proyecto Cultural
hablamos de los tuétanos del edificio. Y, realizando funciones de guía, trascendemos de la mera faceta turística
aspirando, gracias a la proximidad física a los trabajos de
restauración, a conseguir la máxima comprensibilidad
de las actuaciones por un público amplio, así como a
una labor de formación y concienciación de la población infantil y juvenil, esto es, de aquéllos que en su día
tendrán la responsabilidad que hoy recae sobre nosotros del mantenimiento, conservación y transmisión del
Patrimonio Cultural. En este maridaje entre actuación
y difusión son también actores las tres instituciones, la
Junta de Castilla y León, el Cabildo catedralicio y Caja
España, que cuentan en la Comisión de Seguimiento
del Convenio con el mecanismo de coordinación de las
actuaciones, aglutinador además tanto del interés que
socialmente despierta tan notable monumento, como
de las futuras y deseadas nuevas incorporaciones a esta
labor de tutela y mecenazgo, heredera de aquella que,
en los albores del siglo XIII, lo hizo posible.
Las acciones programadas en el Proyecto Cultural Catedral de León, El Sueño de la Luz atienden a tres niveles
fundamentales: el divulgativo, el didáctico y el científico
y formativo, y su desarrollo es secuencial, esto es, camina parejo al avance de los trabajos de restauración. Sin
duda es la divulgación la faceta que cuenta con una mayor repercusión, y supone también un mayor esfuerzo.
En este sentido, la actuación más espectacular ha sido y
es la instalación de una plataforma elevada a los pies del
templo, estructura de 77 m2 situada a 14 m de altura
sobre el primer tramo de la nave central, con acceso
desde el exterior del edificio. La plataforma permite el
seguimiento de la restauración y ofrece una espectacular
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Interior de la nave y plataforma para las visitas.
Detalle del interior de la cabecera, con la vidriera central, restaurada en la presente fase.
Proceso de preconsolidación de las esculturas de la portada de San Juan.
Visitantes en la plataforma.
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Visita de La catedral de León en familia.
perspectiva interior de la iglesia, constituyendo un aliciente por sí misma. Desde su inauguración, el 3 de abril
de 2007, y hasta el 10 de enero del presente, han podido disfrutar de la visita guiada 64.258 personas, de las
cuales 8.260 corresponden a grupos de escolares, para
los que el acceso es gratuito, al igual que para los menores de 15 años y discapacitados. Los técnicos culturales
del Proyecto acompañan a los visitantes en turnos de
media hora, realizando explicaciones de los procesos de
intervención que culminan con la proyección de breves
audiovisuales. El discurso se adapta en función tanto del
nivel de comprensión del grupo -caso de los escolares
y discapacitados- como del contenido del audiovisual
proyectado y del momento en el que se encuentren los
trabajos de restauración. Las acciones divulgativas se
complementan con los medios tradicionales, como la
edición de folletos, la creación y mantenimiento de una
página web, la realización de una serie de audiovisuales
proyectados en distintos ámbitos del edificio, la presencia en los medios de comunicación, en ferias y foros de
debate sobre el patrimonio cultural, etc.
Una especial atención se le concede al apartado didáctico, sobre todo enfocado a la difusión entre el
público infantil y juvenil. Para ello se llegó a acuerdos
con las instancias educativas provinciales, elaborando
material didáctico sobre los aspectos artísticos, históricos y culturales que envuelven y genera la Catedral.
Junto a la colaboración institucional, el contacto directo con los centros educativos permite coordinar
un sistema de visitas adaptadas a los distintos ciclos
formativos, que hacemos primar sobre el público en
general. Discriminación positiva ésta, no siempre
bien entendida por los turistas, que emana del espíritu que anima al Proyecto.
Desde agosto del pasado 2008 se estableció el programa de visitas que denominamos La Catedral de León
en familia. Esta iniciativa tiene como objetivo general
ofrecer, mediante la adaptación de las explicaciones, un
primer acercamiento a la realidad del principal monumento de la provincia de León para los más pequeños,
y es el resultado de la experiencia adquirida. Frente al
carácter homogéneo de los grupos escolares, que permite la adecuación a su nivel educativo de los contenidos, de modo recurrente, y en especial los fines de
semana, se plantea la circunstancia de visitas en las que
predominan las familias, con numerosos niños de edades variadas, para los que el discurso dirigido a los adultos resulta en buena medida inaccesible. El reto que nos
marcamos con La Catedral de León en familia es el de
ofrecer una visita que interese a los más pequeños y
resulte atractiva para sus padres. El planteamiento se
basa, ya no tanto en la exposición, como en el descubrimiento, y es altamente participativo. Precisamente por
éste carácter, la presencia de los adultos se convierte
también en activa y los grupos se ven reducidos a un
máximo de 20 personas entre menores y adultos, con
una duración de 45 minutos.
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El nuevo desafío que en este apartado didáctico nos
planteamos para el presente año se reúne bajo el epígrafe de La Catedral accesible. Esta iniciativa, aún en fase
de desarrollo, tiene como objetivo general eliminar las
barreras que impiden el acceso a personas con discapacidad tanto al propio templo como a las acciones de
restauración en curso. A este respecto, se han establecido contactos con varias asociaciones de discapacitados.
La adaptación para minusválidos visuales y motores precisa, por las condiciones de acceso a la Plataforma, de
un marco específico. Ya se han dado los primeros pasos
mediante contactos con la ONCE, habiéndose realizado, además, una visita de prueba, siendo los resultados
esperanzadores.
procesos de restauración y conservación de las vidrieras, como a la gestión cultural de las mismas. En esta
línea, se constituyó desde el inicio de los trabajos una
Comisión de Asesoramiento del Taller de restauración
de vidrieras, cuyos miembros actúan como garantes del
máximo respeto que la metodología aplicada confiere
a la intervención. La comisión de expertos que supervisa los trabajos, en permanente contacto con los restauradores y que periódicamente se da cita con ellos en
León, está compuesta por los vidrieros Carlos Muñoz de
Pablos, Joost Caen y Fernando Cortés Pizano, acompañados por el químico e investigador del CSIC, José María
Fernández Navarro, una de las máximas autoridades internacionales sobre el vidrio.
Uno de los principales obstáculos con los que nos encontramos para el desarrollo de las acciones didácticas
y de difusión era la carencia de un espacio cerrado e
independiente de los otros usos afectos al edificio. Para
solventar este problema, a lo largo del presente año se
instalará un pabellón en el patio del claustro catedralicio, ideado como una estructura efímera y accesible.
En definitiva, El Sueño de la Luz aspira a ser el germen de una estructura estable -no ya “asociada” a la
Catedral, sino imbricada en la misma-, que vele por la
conservación del edificio y gestione sus usos culturales desde el principio de la sostenibilidad. Tal ambición
podrá verse consolidada o no, pero al menos se habrán sentado unas bases para que ello suceda cuando
el tiempo -a veces aliado y otras azote de la joya gótica
leonesa- sea el propicio.
El tercer pilar sobre el que descansan las acciones del
Proyecto Cultural Catedral de León es el científico y de
formación. Así, está prevista la organización de un Congreso sobre la Restauración de la Catedral, auspiciado
por Caja España, cuyo objetivo es “el intercambio de conocimientos y experiencias sobre los criterios y las técnicas aplicadas en los trabajos objeto del Convenio”. En él
se tratarán, a modo de secciones, los aspectos técnicos
de las restauraciones sobre la piedra y el vidrio, así como
la gestión del Patrimonio catedralicio.
Dentro de los objetivos del Proyecto está también
la publicación de las actas del Congreso Científico, la
Memoria de las Intervenciones llevadas a cabo por el
Programa, así como todas aquellas obras relacionadas
con los trabajos de conservación actualmente en curso. En la misma línea se inscribe la digitalización de los
fondos gráficos del Archivo Catedralicio, con vistas a la
constitución de un fondo gráfico de la iconografía de
la Catedral, que tendrá una dimensión promocional en
forma de exposición pública de las imágenes históricas
más relevantes, pero que también sirve de apoyo a las
restauraciones actuales y futuras. Igualmente, este trabajo de documentación permite al Proyecto contar con
una base de imágenes propia.
El Programa de Formación era casi una obligación,
impuesta por la falta de profesionales cualificados en la
restauración de vidrieras históricas, ante la ausencia en
España de tal especialidad dentro de los estudios superiores de Restauración. La continuidad del Taller de Restauración de Vidrieras se pretende mediante la concesión de una serie de becas, financiadas por Caja España
a través de su Obra Social, y la realización de cursos de
formación, destinados tanto a la especialización en los
Reflejo de las torres en la última vidriera realizada para la Catedral.
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