“En los toros, hasta lo que no me gusta, me interesa” “En los toros

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ENTREVISTA
Juan
“En los toros,
hasta lo que no me gusta,
me interesa”
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Echanove
Su palabra es ágil, como un torbellino que no para. Será que le da alergia el
aburrimiento. Es Juan Echanove (Madrid, 1961), quien vive desde que rodara
la película Manolete con la afición ahuecada.
Texto: Laura Tenorio
Fotos: Constante
E
n su caso, no fue su padre quien le hizo
aficionado. Fue la madre, Ángela Labanda, soriana de nacimiento y quien sólo
por afición realizó estudios de tauromaquia en
los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid. “De joven, ella tuvo oportunidad de ver a los mejores de su época en la
feria de Soria, por San Juan. En esa plaza yo vi
toros por primera vez. Era muy pequeño y sólo
recuerdo un nombre: el de Diego Puerta”.
Con esos antecedentes, era fácil que siendo
crío Juan gastara ratos ojeando ejemplares de
El Ruedo, que su abuelo materno compraba por
ser el hombre aficionado. Cuando la televisión
retransmitía un festejo, “nos agrupábamos en
torno al televisor. Era la época de El Cordobés,
El Viti, Camino…”, recuerda el actor.
”M
e mantiene la
afición la posibilidad
de ver que un hombre
es capaz de parar el
tiempo en un capote”
Corrían los años 60 y España entera se paralizaba ante un fenómeno que abarrotaba las
plazas: “En casa teníamos una asistenta que cada
vez que a El Cordobés le televisaban una corrida, se sentaba en una sillita frente a la televisión
y casi levitaba. A mí me parecía sorprendente”.
Rodar Manolete, película en la que hace el papel de Camará, le ha hecho conocer la trastienda
del toreo, al tiempo que ha madurado como aficionado; sobre todo, y como él dice, “después
de pasar una crisis casi de aburrimiento, tal vez
por haberme saturado demasiado”.
Morantista declarado, tras el regreso a los
ruedos de José Tomás, el actor tiene claro que
para poder valorar más al de Galapagar “hace
falta una figura en el escalafón como Morante.
Pienso que de no estar el de La Puebla, todo me
parecería enormemente previsible, incluso el
riesgo. Mi madre también lo dice, para ella sin
la magia de Morante, la sensibilidad de toreros como José Tomás, el mismo Talavante o
Castella se queda huérfana. Y esto es algo que
comparto con ella”.
Juan habla, y habla, y liga premisas, y dicta sentencias y se “siente” a la par que sus reflexiones sobre los protagonistas de la Fiesta
ribetean la conversación. La entrevista nos ha
costado dos años de espera, dos largas temporadas. Hoy, en la casa del actor, nos percatamos de que ha merecido la pena. Entonces
le preguntamos qué le hace seguir siendo aficionado: “La posibilidad de ver que un hombre es capaz de parar el tiempo en un capote”.
Tras la respuesta, un intervalo de silencio
da paso a un cuasi ‘monólogo’ del actor. Esta
vez Echanove relata sobre los cuatro meses que
ha pasado de convivencia junto a Espartaco:
“Me ha hablado tan sinceramente sobre lo que
es el toreo que ahora, más que afición, lo que
siento es respeto y recogimiento, algo muy íntimo. Caminar sobre esos terrenos emocionales en los que se mueven los toreros me ha
hecho cambiar mi visión. Creo que me he convertido en otro tipo de aficionado. Ya nada me
disgusta, ya nada me preocupa, sólo sé que en
un momento dado alguien me va a contar, por
ejemplo, que Morante ha puesto una plaza bocabajo con dos verónicas y media o que José
Tomás se ha vuelto a colocar en el sitio en el
que convivía con la muerte, y yo al oírlo voy
a sentir que me sobra lo demás”.
Escuchándole parece como si Juan Echanove hubiera sufrido una especie de catarsis. Y
todo, como antes decíamos, a raíz del rodaje de
Manolete, que podría estrenarse el mes próximo. De ella, el actor comenta: “Es una película que da una idea tremenda del mundo del
toro, de cómo alguien puede ser odiado y amado a la vez, de la fragilidad de un hombre que
para sobrevivir tiene que hacerse torero y dejarse coger por los toros, de cómo pasa de la mi-
seria más absoluta a la gloria, de cómo las emociones y necesidades afectivas las tiene que embargar si quiere hacer frente a su profesión”.
Pregunta | ¿Cómo es su personaje?
Respuesta | Camará vive una dualidad con Manolete, a la vez que apoderado es una figura
paternal para el torero. Es cierto que don José
supuso una revolución comercial en el mundo del toreo, pero lo hizo asumiendo perfectamente la tutela del diestro, a quien acogió
casi como a un hijo.
P | Por cierto, las gafas que usted usa en
la película, nos han dicho que eran las auténticas de Camará.
R | Sí, las tenía un anticuario de Burgos.
P | Hablemos ahora de otros toreros. Curro Vázquez, verbigracia.
R | Ha sido ese torero cercano a Madrid que
junto a Antoñete suponen un referente.
P | Y el otro Curro, Romero.
R | Ése me ha hecho sentir lo que no se puede explicar. Recuerdo una faena durante un
San Isidro, lloviendo a mares. Los tendidos se
quedaron vacíos y él se quitó las zapatillas. La
faena fue impresionante, se escuchaba la voz
de Curro…
P | Dé más nombres.
R | Rafael de Paula. Sí, sí, el capote de Paula
–y lo dice despacito–, una tarde en el Puerto,
o quizá fuera en Jerez. ¡Qué más da! Un tore-
”S
in Morante todo
me parecería
enormemente previsible,
incluso el riesgo”
ro que en su momento no me llegaba fue Paco
Ojeda y sin embargo sé que ha sido un gran
maestro. En su toreo veía un sometimiento por
la fuerza, nada que ver con la ‘poesía’ de otros
diestros como el mismo José Tomás. Para mí,
Tomás no domina al toro por la fuerza, parece que lo está enamorando, que emplea la palabra… Mira, si yo fuera un toro, en la plaza estaría asustado con Ojeda, sin embargo con José
Tomás estaría seducido. Y ¡’cuidao’!, con esto
no pretendo infravalorar el valor, ¡para nada!
Es como hablar de la perfección y preguntarse
si se prefiere a un torero perfecto o a uno imperfecto. Al que le guste la perfección no tiene más que mirar a Ponce, él es perfecto.
P | ¿Qué tipo prefiere usted?
R | La imperfección. Me gusta más el toreo que
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ENTREVISTA
”E
spartaco me ha hablado tan sinceramente
sobre lo que es el toreo que ahora, más que
afición, lo que siento es respeto y recogimiento,
algo muy íntimo”
Caracterizado como Camará en la película Manolete.
P | Juan, si usted hubiera sido torero,
¿cómo se anunciaría?
R | Con mi nombre y apellido, sin duda. Lo de
los apodos no me gusta.
transmite cierta fragilidad. Lo que pasa es que
hay veces que los aficionados somos la leche.
Un ejemplo es con Ponce, que le pasa como a
su amigo Raúl. Los dos hacen todo bien, sin
darle importancia. Es lo habitual en ellos. Por
eso, en ocasiones no se les valora.
P | Elija entre un torero de clase y una clase de torero.
R | … Un torero de clase. Y lo digo pensando
en que la Fiesta se acabará en el momento que
los toreros dejen de ser toreros en la calle. Esa
torería para mí es la esencia.
P | Ahora parece ser tiempo de excentricidades.
R | Sí, pero aparte de eso, hoy en día el torero es
un elemento social, como un futbolista. Antes no
era así. Ahora son personajes con glamour, con
medios de comunicación que les entrevistan y
los mantienen ahí. Por eso pienso que es muy difícil encontrar el rastro perdido de la torería. Sería como encontrar el rastro de las hormigas.
P | Explíquese.
R | Sí, para encontrar la senda de la torería habría que encontrar a un torero torero. Si miras con quién va, qué hace, o por dónde se
mueve acabas topándote con otro torero torero, quien a su vez te conducirá a otro. Es muy
raro que un diestro que sea torero torero en
la calle te lleve al rastro de otro que no lo sea.
P | ¿Cuál es su ideal?
R | Que yo conozca, el torero de mayor dimensión, en todos los sentidos, se llama Es-
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”A
l que le guste
la perfección
no tiene más
que mirar a Ponce,
él es perfecto”
P | ¿Encuentra alguna similitud entre el
público del teatro y el de los toros?
R | Puede haber coincidencias, pero no hay
mucha similitud. La diferencia está en que yo,
cuando voy a una plaza, me siento cómplice
del riesgo de los toreros, cosa que no ocurre
en un teatro. En la plaza noto una responsabilidad sobre el propio torero que se está jugando la vida, tal vez por eso soy más tolerante
en los toros que en el teatro. Y es que en los toros, hasta lo que no me gusta, me interesa.
partaco… Pero, probablemente, ese rango
puede que lo represente mejor que nadie Curro Romero. A Curro lo miro aunque esté haciendo la cosa más nimia, aunque salga de una
frutería con una bolsa, te aseguro que me quedo mirándole. Da igual los años que tenga,
todo lo hace con torería, hasta dar la mano.
P | Pero usted es más defensor del respeto que de la tolerancia.
R | Sí, es que hay cosas que no se pueden tolerar. En una plaza, por ejemplo, un insulto
a un torero me parece algo intolerable, a pesar de que la protesta sea un derecho justo.
Creo que un silencio bastaría para mostrar desaprobación.
P | O sea, como dijo Belmonte: “Se torea
como se es”.
R | Sin duda. Aunque pienso que hoy día los
toreros son un poco estándar, son como somos
el resto.
P | ¿El arte es vulnerable?
R | Sí, si no lo fuera no sería arte. El arte es una
necesidad de evolución del ser humano, algo
imprevisible, en tanto que el espectáculo es un
negocio, tiene sus reglas.
P | Pero si estamos en un momento extraordinario, en cuanto a toreros figuras
y con ganas de batirse el cobre en los ruedos.
R | Es posible, pero hay que esperar a ver qué
pasa con los toros.
P | Para terminar, ¿cuál piensa que es la
mayor dificultad de hacer cine taurino?
R | Partiendo de que técnicamente es muy difícil, por lo que significa el manejo de los toros, creo que a los aficionados lo que les gusta son los toros y no necesariamente las películas sobre toros. Además, lo que vende en el
cine es lo ‘negro’, el drama. De la misma manera que el cine negro no existiría sin perdedores, el cine taurino deja de interesar si en
él no se cuenta la verdad de una vida con problemas.
P | Pues lo mismo, porque las ganaderías
también están en un gran momento. El
que diga que los toros se caen es que no va
a la plaza.
R | Claro, claro.
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