Comprensión lectora: uno Instrucciones: EN SU CUADERNO, realice las actividades que se le indiquen a partir de la lectura de los textos. Los Mártires del Anáhuac (Fragmento) El primero que rompió el silencio fue el jefe americano, pronunciando una palabra en el armonioso idioma de los aztecas. Pero esta palabra pareció habérsela llevado la brisa, porque ninguno de los circunstantes, ni el mismo intérprete de la armada dieron indicios de haberla comprendido. El jefe indio repitió su palabra con voz más fuerte como temeroso de no haber sido oído por primera vez. Pero corno esta tentativa tuvo el mismo éxito que la anterior, al cabo de un instante pronunció por tercera vez la misma palabra, alzando todavía más el tono de su voz. Entonces del grupo de las esclavas de Tabasco se destacó como para llamar la atención del mexicano y, cuando los ojos de éste se hubieron fijado en los suyos, extendió hacia Hernán Cortés un brazo, que hubiera podido servir de modelo a un estatuario, y se lo señaló con el índice… Eligio Ancona El maestro del silencio Un monje que se hacía llamar “el maestro del silencio” era en realidad un impostor. Con el fin de vender su budismo zen fraudulento, tenía consigo a dos elocuentes monjes que contestaban por él las preguntas. Un día, mientras estaban ausentes sus ayudantes, se le acercó un monje peregrino que le preguntó: “Maestro, ¿quién es el Buda?”. Al no saber qué hacer o decir, en medio de su confusión, miró desesperadamente en todas direcciones en busca de sus voceros. El peregrino, satisfecho al parecer, le volvió a preguntar: “¿Qué es el dharma?”, Tampoco pudo contestar, de modo que miró primero al techo y después al suelo, pidiendo ayuda al cielo y al infierno. Nuevamente, el monje preguntó: “¿Qué es el sangha?”. Ante esto, el “maestro del silencio” no pudo hacer otra cosa que cerrar los ojos. Por último, el monje preguntó “¿Qué es la beatitud?”. Desesperado, el “maestro” extendió sus brazos en señal de rendición. El peregrino se dio por satisfecho y continuó su viaje. En el camino se encontró con los monjes asistentes y les dijo: “El maestro del silencio es un ser iluminado. Le pregunté qué era el Buda y en seguida volvió la cabeza al este y al oeste, queriéndome dar a entender que los seres humanos siempre están buscando al Buda por aquí y por allá, pero que en realidad el Buda no puede encontrarse en el este ni en el oeste. Luego le pregunté qué era el dharma. En respuesta me miró de arriba abajo, queriendo dar a entender que la verdad del dharma es una totalidad de igualdad, dado que no hay diferencia entre lo alto y lo bajo ya que tanto la pureza como la impureza pueden encontrarse en ambas partes. Al responder a mi pregunta sobre qué es el sangha, se limitó a cerrar los ojos; esto es una insinuación del dicho célebre: Si puedes cerrar los ojos y dormir profundamente en las hondas grutas de las montañas envueltas en nubes, entonces eres un gran monje. Ante mi última pregunta sobre qué era la beatitud, él 1 extendió los brazos y me mostró sus manos. Con esto quería decir que estaba dispuesto a ayudar a los seres sensibles con sus bendiciones. ¡Oh, qué maestro tan sabio! ¡Cuán profunda es su enseñanza!”. Concluyó el peregrino, y se despidió. Cuando el “maestro del silencio” volvió a ver a sus ayudantes les gritó: “¿Dónde os habéis metido? ¡Hace un instante estuve a punto de arruinarme por culpa de un peregrino preguntón!”. Cuento de la tradición del budismo zen Nanotecnología contra el Parkinson Un equipo multidisciplinario de científicos de la UNAM y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) diseñó un método para restablecer la capacidad motora en ratas de laboratorio afectadas por la enfermedad de Parkinson. El método podría emplearse a mediano plazo en humanos. Esta enfermedad fue descrita por primera vez en 1817 por el médico inglés James Parkinson. Se trata de un padecimiento neurodegenerativo, crónico y progresivo que se caracteriza por temblores, rigidez muscular y lentitud en los movimientos. A pesar de que han pasado casi 200 años, aún no se sabe con exactitud qué la causa ni como detener su avance. Se sabe que la enfermedad se presenta por el deterioro o la muerte de las neuronas que producen el neurotransmisor dopamina —una de las moléculas que transmiten información de una neurona a otra—, en una región específica del cerebro, llamada sustancia negra. Los síntomas del Parkinson aparecen cuando el 70% de esas neuronas están dañadas. Actualmente se emplean medicamentos precursores de la dopamina administrados por vía oral para aliviar los síntomas, pero estos fármacos no reducen la muerte celular. Con el paso del tiempo los pacientes necesitan cada vez dosis mayores, hasta que la medicina deja de funcionar. El método más eficiente sería inyectar de manera directa el neurotransmisor en el cerebro, pero la dopamina deja de ser útil al entrar en contacto con diversos agentes, como la luz. Patricia Vergara Aragón, de la Facultad de Medicina de la UNAM, estudia hace años los efectos del mal de Parkinson en ratas de laboratorio. Le interesaba encontrar la forma de administrar la dopamina directamente al cerebro. Vergara se puso en contacto con Jorge García Moreno, del Instituto de Física de la UNAM, y María Guadalupe Valverde, del Centro de Investigación en Ciencia Aplicada y Tecnología Avanzada del IPN, y les explicó su inquietud. García y Valverde desarrollaron un implante en forma de diminutos tanques de un material hecho de dióxido de titanio para almacenar la dopamina. Este material no permite el paso de la luz ni del aire y lleva al neurotransmisor adonde se necesita. En estudios realizados por Vergara las ratas que recibieron este implante han mostrado una recuperación de la función motora de cerca del 90% y hasta el momento no se han detectado efectos secundarios adversos. El siguiente paso es realizar pruebas clínicas en humanos. Es buena noticia, sobre todo tomando en cuenta que la Secretaría de Salud estima que en el país hay al menos 500 000 de enfermos de Parkinson, y que la Fundación para la Enfermedad de Parkinson de Estados Unidos afirma que en el mundo hay un poco más de 10 millones. ¿Cómo ves? Núm. 172. México. Marzo, pág. 11 2