Domingo 7 de febreiro de 2016

Anuncio
Táboa
Redonda
2
Orson
Welles
5
7
Kissinger
Escenas do
Cambio
8
PEN e
AELG
Domingo 7 de febreiro de 2016
|
Número 21
|
Coordina: Santiago Jaureguizar
Táboa Redonda
Domingo 7 de febreiro de 2016
elpRogreso
2
por
Ramón Rozas
Shakespeare
como
antídoto
El 8 de mayo de
1966 ‘Campanadas a medianoche’ se estrenaba
en el Festival de
Cannes. El proyecto filmado en
España por Orson
Welles a partir
de varias obras
de Shakespeare
le valió el premio
especial del jurado y nos deja una
obra maestra que,
como pocas, contiene el universo
del escritor desde
la mirada apasionada de quien junto a él tomaba aire
ante la presión
hollywoodiense.
ciudadano kane
1941
Actores Joseph Cotten,
Dorothy Comingore
Duración 119 minutos
Charles Foster Kane (Orson Welles) lo ha tenido
todo en la vida: dinero,
fama, prestigio y mujeres…, pero en el momen-
P
OCAS FIGURAS son
más abrumadoras
desde el punto de vista
de la creación cinematográfica, así como de lo
que supone la importancia
de una obra dentro de ese contexto fílmico,
como la presencia de Orson Welles. Su precoz
descaro irrumpió en Hollywood como un tornado cambiando, ya para siempre, la manera
de mirar a través de la cámara, de plantear el
tiempo dentro de una narrativa que saltaba por
los aires desde que se proyectó por primera vez
‘Cidadano Kane’ (1941).
Ese mundo de estrellas y alfombras rojas no
fue del todo agradecido con Orson Welles, cada
vez más cansado y aburrido del universo de Hollywood, Orson Welles comenzó a desplazarse a
Europa, donde, además de ser más reconocido
creativamente, su relación con la vida se hacía
más intensa y encontraba un respiradero para
llevar adelante sus proyectos, cada vez más personales, cada vez más arriesgados e imposibles
de llevarse a cabo bajo el férreo control de los
estudios hollywoodienses o las líneas rojas de
la censura.
«Para mí, Europa, más que una elección, representa una necesidad», afirma el director,
quien, tras realizar en 1946 ‘La dama de Shanghai’, comprendió de manera definitiva que su
libertad creativa, su inagotable manera de ver y
entender el cine, no podía limitarse al asfixiante
sistema de producción de los estudios. Al igual
to de su muerte existen
serias dudas de que este
hombre fuera realmente
feliz. Foster fue un magnate de la prensa de Nueva
York que tuvo a los mejores periodistas trabajando
para él. Su ambición por el
poder justificaba todo tipo
de artimañas y manipulación de la información,
desde la guerra hispanoestadounidense hasta su
campaña para convertirse
en gobernador de Nueva
York. Su primer matrimonio fracasó y se casó por
segunda vez con Susan
Alexander a quien exigió
más de lo que podía dar.
Cuando esta lo abandona,
Charles se queda a vivir
solo en una enorme finca,
Xanadu, donde pasará los
que Rita Hayworth en una famosa secuencia
de esa película, el director, y su pareja en aquel
momento, se veía atrapado ante una serie de
espejos que deformaban su propia personalidad, que le angustiaban, desde los presupuestos
hasta los plazos de ejecución, pasando por el
montaje o los diálogos, cercenados en muchos
de sus trabajos anteriores. Orson Welles cruzó el Atlántico en busca de unas bocanadas de
aire que en Estados Unidos venían insufladas
por los textos de William Shakespeare, quizás
del mejor descriptor de la naturaleza humana,
algo que siempre obsesionó al director quien,
desde sus primeros pasos en el teatro, tuvo al
dramaturgo como referencia. Tras ‘La dama de
Shanghai’, y como sucederá en sus momentos de zozobra, Orson Welles se adentra en el
universo de Shakespeare para fundirse con él,
para medirse con el más grande, y entablar una
lucha de egos; él que también se tenía por un director especial y que era plena y orgullosamente
consciente de su papel en la historia del cine.
Todavía en Estados Unidos, pero dentro de
una productora singular, especializada en productos de serie B, como la Republic Pictures,
realiza la primera película de su gran tríptico
shakesperiano, ‘Macbeth’ (1948). Modestos decorados y una narración versificada le reconcilian con la profesión al recuperar la pureza
virginal de los inicios, comenzando, al mismo
tiempo, a separarse del texto original, vinculándolo con su propia identidad. Ese proceso
continuará en su segundo Shakespeare, ‘Otelo’,
(1952) ya producido y realizado en Europa y con
sucesivas inyecciones económicas a cargo del
propio director, al protagonizar papeles como
actor en películas como ‘El tercer hombre’ (1949)
y otras muchas de dudosa calidad pero que le
servían para tener ingresos que invertir en sus
proyectos. Cada vez más los universos del escritor y del director van confluyendo en un solo
ser, ideológica y estéticamente, Welles depura
a Shakespeare y esos problemas económicos
para realizar sus películas se convierten en una
virtud que aumenta la carga estética del film y
abunda en el desarrollo de elementos tan esenciales para Welles como el guion o el trabajo
actoral.
Pero sin duda alguna la cima de ese maridaje
tiene lugar años después de esas dos producciones, tras de nuevo ‘huir’ de ese Hollywood al que
había regresado para filmar una obra maestra,
últimos años de su vida.
Rodeado de valiosas obras
de arte y pertenencias de
lo más variopintas, Foster
se enfrenta a la muerte en
la más completa soledad,
pronunciando con su último aliento la palabra
Rosebud. En realidad la
vida del magnate era un
misterio para muchos y el
periodista Jerry Thompson
decide investigar a qué o a
quién se refería el fallecido
con Rosebud. Después de
entrevistar a sus amigos
y familiares, entre ellos
a su segunda esposa, a
su mayordomo o a su tutor durante la infancia,
Thompson descubre que el
único momento feliz del
ambicioso empresario fue
su infancia. por r.l.
El cuarto
mandamiento
1942
Actores Tim Holt, Joseph
Cotten. Duración 88 min.
A finales del siglo XIX,
la mansión Amberson
es la más fastuosa de Indianápolis. Su dueña, la
bellísima Isabel, es hu-
‘Sed de mal’ (1958), vuelve a
Europa y, tras ‘El proceso’
(1962), en 1965 rueda en
España ‘Campanadas a
medianoche’, adaptando
varias obras de Shakespeare: ‘Ricardo II’, ‘Enrique IV’, ‘Enrique V’ y
‘Las alegres comadres de
Windsor’, condensadas
en la inmensa figura —
no solo física, también
interpretativa— del personaje de Falstaff, por el
que también se conoce a
la película.
Cincuenta años después, revisar esta película,
de la que se ha comercializado una nueva edición con
motivo de ese aniversario, supone contemplar un estallido
de creatividad, imaginación e
ingenio. Interpretaciones brutales, como las del propio Orson Welles, pero también las de John Gielgud o
Keith Baxter. Junto a ellas planificaciones
absolutamente sorprendentes en una película cimentada plano a plano, obligados muchos
de ellos por unos recursos escasos a ser muy
cerrados, realizando encuadres que impedían
ver contaminaciones, pero que, en cambio, te
colocan ante las intrigas del ser humano centradas en los rostros y la interpretación, necesariamente en blanco y negro, y que, al fin y al cabo,
era lo realmente importante en una historia
que cuenta la relación del heredero al trono de
Inglaterra con su padre y un borrachín tabernero y vividor. Esa dualidad del hombre ante la
responsabilidad, el destino y el poder, frente a
la vida disoluta, la diversión o la amistad, es lo
que mueve a cada uno de los personajes dentro
de la historia definiendo sus posiciones ante
la vida.
El propio Orson Welles realizó el diseño de
vestuario, se aprovecharon ropajes empleados
cinco años antes en la producción de ‘El Cid’;
también dibujó las escenografías: filmaba las
escenas de cada uno de los actores separadas
del resto del equipo para ahorrar costes de estancia y horas de rodaje que luego los suplía
con extras; filmaba en iglesias en ruinas y en
millada públicamente,
aunque de forma involuntaria por su pretendiente,
Eugene Morgan. Ella lo
abandona y se casa con
el torpe Wilbur Minafer.
Su único hijo, el consentido George, crece lleno de
arrogancia y prepotencia.
Eugene, un emprendedor
diseñador y fabricante de
automóviles, también
se casa, y tiene una hija,
Lucy, con la que va a la recepción de los Amberson.
Las familias inician una
relación. George y Lucy
vuelven a reencontrarse.
No en vano, Isabel nunca
ha dejado de querer a Eugene. Muere el marido de
Isabel y su hijo impide que
se vea con Eugene hasta el
punto de programar un
viaje por Europa con su
madre. Pasado un tiempo
los Morgan se enteran de
que Isabel está enferma.
Isabel muere pronto y, al
poco tiempo, lo hace el
mayor Amberson. George
sufre una serie de dificultades que lo llevan a ser
sensible de cara a Eugene.
Welles denunció la manipulación sobre la película
por parte de la productora.
Unos 45 minutos fueron
suprimidos y no escribió
ni dirigió la secuencia final. El montaje final de la
película dura 131 minutos, aunque tuvieron que
cortar hasta dejarla en 88
minutos. No consiguió el
éxito en las taquillas que
se esperaba su director.
por R. L.
Táboa Redonda
Domingo 7 de febreiro de 2016
elpRogreso
3
Aproximaciones
al universo Welles
un garaje, en vez de en estudios. «Sólo construimos un escenario... La cabeza de un jabalí
en un garaje», afirma el director, y así se podría
continuar destacando contratiempos que Orson
Welles aprovechó para extraer más creatividad
a su talento, y así resulta increíble ver algunas
secuencias que se cuentan entre las mejores del
director, como la de ese Falstaff con una cacerola en la cabeza imitando al rey, o la batalla que
se recrea justo en la mitad de la película, rodada
en la Casa de Campo y que es toda una lección de
narrativa y ritmo, planos deslumbrantes que te
colocan ante un genio sin igual.
Orson Welles no volvió a dirigir en Hollywood; sus dos siguientes películas, ‘Una historia
inmortal’ (1968) y ‘Fraude’ (1973) fueron las últimas de un hombre que vivió la vida como si
fuese un personaje de Shakespeare, quizás el
único antídoto contra el perverso Hollywood.
Macbeth
1948
Actores Orson Welles,
Jeanette Nolan. Duración
105 minutos
Inglaterra, Edad Media.
Macbeth es un noble caballero escocés. Un día,
después de una batalla
en la que se gana el favor
Mis almuerzos con
orson welles
Henry Jaglom
Editorial Anagrama Páginas
352 Precio 24,90 €
del monarca, encuentra a
tres brujas que le profetizan que algún día llegará
a ser rey. Lady Macbeth se
entera del vaticinio y procura por todos los medios
el trono para su marido, de
espíritu débil. Para ello invoca las fuerzas infernales
y asesina al rey Duncan. Se
las arregla para acusar del
delito a Malcolm, hijo del
rey, que huye. Macbeth es
el rey. Para eliminar rivales, Lady Macbeth ordena
que Banco y su hijo sean
asesinados. Banco muere, pero el niño consigue
huir y salvarse. El soberano tiene entonces una
terrible alucinación en la
que ve al espectro de Banco
que aparece una y otra vez.
Macbeth vuelve a pregun-
tar a las brujas por su destino. A las invocaciones a
las brujas siguen diversas
apariciones que atormentan al monarca. Un niño
ensangrentado le dice que
ningún nacido de mujer
podrá causarle daño; otro
niño coronado le predice
que será glorioso e invencible; desfilan ante él varios
reyes; entre ellos Banco.
Dominado por la angustia, el rey cae desvanecido.
Lady Macbeth lo despierta
y lo incita a nuevos crímenes. El pueblo escocés se
une a Macduff, cortesano
leal al rey Duncan y a su
ejército, para salvar a su
patria, oprimida por Macbeth. Los remordimientos atormentan al monarca. por r.l.
LOS ÚLTIMOS MESES han llenado de diferencine que mantuvo numerosos encuentros
tes publicaciones las librerías y las estanterías
con el director de ‘Ciudadano Kane’ y que, no
dedicadas a la historia del cine, al conmemocon pocos roces y encontronazos, fue capaz de
rar, de una sola tacada, varias efemérides alrecomponer un libro lleno de citas, de detalles,
dedor de la figura de Orson Welles. En 2015 se
de confesiones sobre toda una carrera y lo que
celebraba el centenario de su nacimiento, los
va confluyendo en ella: proyectos, realizaciotreinta años de su fallecimiento y la filmación
nes, retos, actores, colegas, geografías... un
de su monumento shakesperiano, ‘Campanalibro para gozar.
das a medianoche’. Diferentes editoriales han
La editorial española Notorius, especialista
recuperado textos ya conocidos, entrevistas
en libros de cine, magníficamente editados
míticas realizadas al director, argumentos
con una calidad fotográfica abrumadora,
escritos por Orson Welles,
publicó ‘El universo de Orson
antologías de su obra y hasta
Welles’, un pormenorizado
La proyección
una edición conmemoratirecorrido por todos los aspecva de su película ‘española’,
tos imaginables de su obra:
de su nunca
además de proyectarse una
títulos, actores, objetos, esestrenada ‘Al
copia de su nunca estrenatilos, directores... en definida ‘Al otro lado del viento’ y
tiva hitos por los que transitó
otro lado del
darse a conocer la aparición
su trabajo y que diferentes
viento’ coincide
de ocho cajas con materiaautores, pertenecientes a
les inéditos que estaban en
los territorios más variados,
con la aparición
posesión de la que fue su
críticos, escritores, periodisde ocho cajas
pareja los últimos 24 años
tas... ofrecen una visión pode su vida, Oja Kodar. Entre
liédrica de quien tanta caras
con materiales
ellos fotografías, proyectos
ofrecía.
inéditos que
que nunca se realizaron y
Anagrama también publitenía Oja Kodar
unas memorias inacabadas
có ‘Mr. Arkadin’, una novela
escritas por el propio direcescrita por el director (aunque
tor. Todo un tesoro por el que
él mismo en el libro ‘Ciudadahabrá que seguir esperando para conocer la
no Welles’ nos hace dudar sobre su autoría).
integridad de su contenido.
Esta novela fue el argumento empleado para
Mientras tanto podemos ojear libros como
realizar en 1955 una de sus películas que, con
‘Mis almuerzos con Orson Welles’, editado por
el mismo título, narraba la vida de un magAnagrama, que contiene diferentes conversanate con muchos puntos en común con su
ciones entre Welles y el también director de
mítico Ciudadano Kane.
cine Henry Jaglom. Otro libro de encuentros
Alrededor de ‘Campanadas a medianoche’,
y confesiones es el que ha editado Capitán
dos son las novedades, la reedición de una
Swing, ‘Ciudadano Welles’, con las charlas
nueva copia por su 50º aniversario, y un libro
mantenidas entre Orson Welles y su colega,
firmado por Esteve Riambau sobre ‘Welles y
Peter Bogdanovich, también estudioso del
Falstaff’ en la editorial Luces de Gálibo.
sed de mal
1957
Actores Charlton Heston,
Janet Leigh, Orson Welles.
Duración 105 minutos
Mike Vargas y Susan Vargas son una pareja recién
casada formada por un
policía mexicano y su
mujer estadounidense
que interrumpen su viaje
de luna de miel después de
presenciar en la frontera
la explosión de un auto
conducido por un mafioso
de la droga. El caso lleva al
policía Vargas a trabajar
en la investigación junto a
Hank Quinlan; un corrupto y obeso jefe de la policía
estadounidense, que no
duda en fabricar pruebas
falsas para acusar a un joven que él cree culpable de
colocar la bomba. Vargas
sabe que las pruebas no
son reales e inicia su propia investigación, donde
descubre que Quinlan y
unos mafiosos están relacionados con el asesinato.
Una lucha feroz se desata
entre los dos hombres,
pues cada uno de ellos tie-
ne pruebas contra el otro.
Susan es atrapada por los
delincuentes, con el fin
de que este desista de su
investigación. Vargas inicia una carrera en la que
acumula pruebas para
desenmascarar al sucio
jefe Quinlan y así salvar a
su esposa. Al final, una gitana que tuvo una relación
con Quinlan presagia su
triste final. Estados Unidos sirvió a Orson Welles
mostrar la mente de un
policía amargado por la
pérdida de su esposa, que
no escatimará ningún método probatorio, sea legal o
ilegal. Solo el primer plano secuencia con el que da
inicio la narración vale por
toda la filmografía de muchos directores. por r.l.
Táboa Redonda
Domingo 7 de febreiro de 2016
elpRogreso
4
Cuántas
cosas hemos
visto, Orson
por Antonio
Costa Gómez
Cuántas cosas
hemos visto, dice
Falstaff en ‘Campanadas a medianoche’ de Orson
Welles, que se
rodó en parte en
Calatañazor, en
Soria. «Incluso
escuchamos las
campanadas a medianoche», dice su
acompañante con
un gorro de dormir en la cabeza.
E
N LA NOCHE ocurre lo
más vibrante, lo más
libre, lo más revelador.
Incluso las campanas
que avisan y sacuden y
trastornan. Y yo fui de noche
a Calatañazor. Y conecté con Orson Welles.
Entramos en un mesón y pedimos embutido
y queso de cabra con vino de la casa. Un tipo
dijo: «Qué horror, aquí no funciona el móvil». Y
yo pensé : «Coño, ahora tendrás que hablar con
nosotros». Pero el tipo siguió mirando su móvil
todo el tiempo. Y yo brindé por Orson Welles
que hizo resucitar en este poblachón castellano
a Shakespeare. Él mismo encarnó a Falstaff, el
personaje más simpático, vital, auténtico. En
‘Campanadas a medianoche’ hay una escena
en que su compañero de francachelas se vuelve rey y no quiere saber más de la libertad y la
vida. Falstaff no se lo cree y dice más o menos :
«Bueno, estuvo bien como broma, pero ahora,
amigo Harry, vamos a la taberna». Pero el rey
habla demasiado en serio. El gran Alfonso Sánchez, que comentaba películas en la televisión
hablando por la nariz, escribió en su ‘Iniciación
al cine moderno’ que esa secuencia era sublime. Y yo lo creo.
Imaginé a Falstaff caminando medio borracho por las callejuelas de Calatañazor, diciendo
fanfarronadas y fantasías, soltando desenfados, haciendo de su vida una novela, diciendo atrevimientos jocundos a las mujeres. Me
acordé del propio Orson Welles retozando sin
miramientos con Jeanne Moreau. Querido Orson, dando vueltas por el pueblo, ¿quién no
puede alegrarse de estar en el mismo sitio que
tú, de sentarse en las mismas piedras carnosas? Dicen que tenía que sentarse en dos sillas
porque no cabía en una sola. Me imagino como
transmutaría el pueblo con su envergadura,
bebiendo vino tinto con queso y soltando parrafadas de Shakespeare. Y me acordé de ese niño
que en la realidad era la hija de Orson Welles,
sentado con desolación en unos escalones de
Calatañazor, contando que Falstaff ha muerto
de tristeza.
Otra vez paseaba por Ronda. Decían que a
veces en las noches de invierno se ve la sombra
de Orson Welles que vagaba junto al barranco
mirando con melancolía las aguas del Guadalevín allá al fondo. En realidad nadie lo decía, me
inventaba yo eso. Pero lo que es cierto es que Orson Welles amó Ronda desde que tenía 18 años
y que en la finca de los Ordóñez se esparcieron
sus cenizas en 1987. Y esa ciudad asombrosa
y expresionista concuerda bien con su cine
asombroso y expresionista. El tajo de cientos
de metros se presta muy bien para los picados
y los contrapicados de ‘Ciudadano Kane’. O para
la profundidad de campo de ‘El cuarto mandamiento’ —qué traducción más gilipollas de
‘The magnificent Ambersons’—, que muestra
con vértigo los fondos de las imágenes. Orson
Welles hacía cine en relieve, casi en tres dimensiones, o cine en escorzo como los escultores
barrocos, como para mostrar la hondura de los
seres humanos. Igual que Shakespeare. Orson
Welles era el Shakespeare de nuestro tiempo,
por eso amó incondicionalmente al genio inglés. Y también amó a Cervantes, y se murió
queriendo terminar su ‘Don Quijote’.
En las tabernas de Ronda con tapas furiosas se pueden rememorar las francachelas de
Falstaff y el príncipe Enrique en ‘Campanadas
a medianoche’. Y entre recuerdos de tantas
épocas se puede recordar que la vida es pura
nostalgia y vidas que se pierden en ‘Los magníficos Amberson’. Y podemos recordar a los
complejos y solitarios malvados que dejan ver
los pozos insondables del corazón humano en
‘Sed de mal’, en ‘Mr. Arkadin’. Y hasta podemos
pensar que la vida y el arte se mueven entre la
incertidumbre y la pasión en ‘Fake’. Y es que
Ronda con su audacia geográfica, parece una
película de Orson Welles.
Una vez en invierno estuvimos unos días en
Ronda detrás de Orson Welles. Y Consuelo hizo
fotos con el móvil como si fueran las escenas tabernarias de cámara en mano de ‘Campanadas
a medianoche’, cuando Orson Welles y Jeanne
Moreau se acercaban los hocicos llenos de vitalismo. «Cuántas cosas hemos visto», dice alguien varias veces en esa película. Y después de
ver tantas cosas Welles eligió dejar su cuerpo en
Ronda. Ahora mismo no sé dónde nació, pero
sé que eligió soltar su polvo en Ronda, su polvo
alborotado, como diría Quevedo, si Quevedo
algún día escribiera sobre Orson Welles.
Otra vez estábamos en Zagreb y fuimos a la
catedral y recordamos que de allí salía Anthony
Perkins en ‘El proceso’. Allí Orson Welles expresó la angustia del hombre contra las abstracciones de la burocracia, lo dejó salir solo de la gran
puerta del templo, dejó que un obispo-padre le
soltara acusaciones metafísicas desde lo alto de
un púlpito. Orson Welles sabía que el hombre,
con todas sus complejidades, con sus gorduras,
con todas las cosas que ha visto, siempre será
acusado por los acusadores, por los puritanos,
por los burócratas inasequibles. Y otra vez estábamos en París y nos asomábamos a la Ópera
y recordamos que allí se desarrolló la pasión
de ese hombre que se perdía en los laberintos,
que no sabía quien le acusaba, que era culpable
solo por haber nacido, como decían Calderón
y Kafka. Y que había visto demasiadas cosas,
lo cual resulta imperdonable según la ley de
los enemigos de la vida. Pero Orson Welles, el
mejor intérprete posible de Falstaff —¿alguien
recuerda a algún otro intérprete de Falstaff?—,
sabía que la vida, aunque esté condenada, aunque esté llena de ambigüedades, es una historia profunda, vertiginosa, que solo se puede
mostrar con un montaje loco, con una profundidad de campo vertiginosa, con unos picados
alucinantes, como en ‘Ciudadano Kane’. Y sabía que en el fondo solo importa ese trineo que
está olvidado en el desván y que los hombres
de la mudanza están a punto de quemar y que
resume toda la vida trágica olvidada.
Cuántas cosas hemos visto, amigo Orson Welles. Y las seguiremos viendo en tus películas.
Los cuadriculados no querrán que las veamos,
pero las veremos aunque sea en el desván, y si
no, nos emborracharemos tú yo por la calle de
los vinos de Lugo, y se unirá a nosotros Falstaff
para siempre.
Táboa Redonda
Domingo 7 de febreiro de 2016
elpRogreso
5
por
Javier
Nogueira
Esquecemento
oportuno
N
ON SEI SE A vostedes
hai algún personaxe
público que lles dea
noxo. Non me refiro a
eses que alporizan solo de
atopalos na televisión ou no
xornal senón a aqueles que con velos lle entran
ganas a un de trousalo todo —fóra a alma—. A
min iso pásame con Henry Kissinger, antiga
man dereita de Richard Nixon, probablemente
o peor presidente da historia dos Estados Unidos e tipo de altura moral cando menos cuestionábel. O antigo secretario de Estado estadounidense vén de sacar o que se supón será o seu
derradeiro libro, ‘Orden mundial’, no que fai
un repaso a moitas das cuestións que forman
o espiñazo da xeopolítica actual.
Se un non sabe absolutamente nada da
traxectoria do autor atopará un libro bastante
útil, compendio rápido da política internacional actual escrito cun estilo áxil e comprensivo.
Non hai unha bibliografía excesiva —a experiencia directa de Kissinger pódea substituír
en boa parte dos casos—, hai unha breve explicación histórica e ideolóxica para os problemas
máis relevantes e a análise camiña por sendeiros de interese en moitos momentos, sobre
todo ao poñer enriba da mesa as contradicións
das diferentes potencias rexionais, incluídos
os Estados Unidos. Os últimos capítulos están
dedicados a problemas máis transversais, como
a tecnoloxía e conciencia humana, unha visión
ética ás veces esquecida no medio de análises
frías.
Non obstante é difícil non poñer en cuestión
a tese principal que sostén a obra. Kissinger
foi sempre un reaccionario que nos últimos
anos pasou a soster teses ideolóxicas propias
do neoconservadurismo. Aquí trata de destruír
—en van— a
importancia
d a R e vo l u ción Francesa
como creadora
dos valores que
sosteñen as sociedades democráticas e, por extensión,
a orde internacional.
Para evitar usala como
referencia remite o sistema
de equilibrio entre potencias
ao Tratado de Westfalia (1648), que
puxo fin á Guerra dos Trinta Anos.
É unha idea peregrina e desafortunada.
Aquel tratado, de enorme importancia para
poñer fin ás masacres dos conflitos relixiosos
en Centroeuropa, nin tivo relevancia ideolóxica
—xa saben, liberdade, igualdade e fraternidade— e nin sequera tivo unha enorme vixencia,
xa que expertos de toda Europa consideran a
Guerra de Sucesión española (1701-1713) como
unha guerra mundial a escala da época. Os argumentos de Kissinger non resisten o mínimo
exame consciente.
Pero claro: é mellor que todos vostedes, sobre
todo os máis novos, coñezan a Henry Kissinger.
Se len en inglés recoméndolles un libro, ‘The
blood telegram’, de Gary Bass. Nel explícase
como Kissinger e Nixon permitiron, a pesar
dos avisos do cónsul xeral Blood, o xenocidio
de centos de miles de bengalís en Bangladés a
mans do exército de Paquistán só para manter
a súa política de achegamento a China e illamento da Unión Soviética.
Este individuo miserábel actuou con frialdade ante a morte de homes, mulleres e nenos e
só foi o prólogo a Vietnam. Camboia, Chile ou
{El vicio solitario}
La tele que queríamos
por
Portorosa
«De ‘La clave’ yo
solamente veía las
películas, así que
supongo que me
perdí uno de los
mejores programas de nuestra
televisión»
e
L OTRO DÍA VI el principio de un programa
de ‘La clave’. Y ya la
presentación de los
invitados me dejó con la
boca abierta: solo con su
respuesta a la pregunta de introducción de Balbín demostraron estar a años luz de cualquier
contertulio actual.
La verdad es que de ‘La clave’ yo solo veía las
películas, así que supongo que me perdí uno de
los mejores programas de nuestra televisión.
Eso escribía, al menos, el crítico barcelonés
orden mundial
Henry Kissinger
Editorial Debate Páxinas 397
Prezo 23,65 €
Joan Francesc de Lasa el seis de julio de 1978 en
el semanario Destino. En aquel artículo elogiaba la profesionalidad de José Luis Balbín, su
preparación, su eficiencia en la moderación del
coloquio y, sobre todo, su «insobornable afán
de libertad», que más de un problema le causaría. Y acababa su reseña augurando mejores
tiempos para la televisión española, una vez
liberada de los dictados de «la Voz de su Amo»,
que durante lustros la habían malformado.
El señor Lasa murió en 2004, con lo que tuvo
tiempo de ver que su optimismo resultaba completamente infundado, pero la vida le ahorró
esta última década de degradación televisiva
que no cesa, y que tiene múltiples vertientes.
Las más llamativas: la proliferación de programas donde los concursantes, ya canten,
bailen, sobrevivan en islas llenas de cámaras
o cocinen, deben abrazarse y llorar en público
mientras un jurado los humilla; la irrupción
del famoso profesional, que sale en la tele porque es famoso y solo es famoso porque sale en la
tele, y se caracteriza además por no tener más
mérito que el discutir a gritos —una profesora
Chipre.
Nada detiña un dos
mellores e
máis brillantes
—en palabras do
xornalista David Halberstam— á hora de consentir a aniquilación para obter
os resultados políticos desexados.
Todo isto está suxeito a un esquecemento oportuno no libro. Kissinger semella non
ter formado parte nunca dos problemas que
describe e actúa cun cinismo verdadeiramente
sorprendente. Tampouco ten ningún atranco
en louvar a Richard Nixon e pasar por riba dunha cuestión menor —nótese a ironía— como
as escoitas ilegais que pretendían rematar co
Partido Demócrata, cheo de individuos que estaban na súa lista negra. Xa o de deixar ben a
Gerald Ford, coñecido popularmente por ser
incapaz de camiñar e mascar chicle ao mesmo
tempo, ímolo deixar como unha cousa da idade: noventa e tres anos en maio.
Se son quen de se abstraer de todo isto, felicidades. Poderán chegar a un libro de interese e
estar máis informado do que sucede no noso día
a día, dende as probas con bombas de hidróxeno de Kim Jong Un ata os acordos con Irán. Pola
miña parte, vou poñer a Kissinger nun andel e
agardo que a seguinte vez que o vexa sexa no
palco do Fürth, do que é socio de honra.
de Primaria me decía hace unos años que en las
reuniones de padres había habido un antes y
un después de ‘Sálvame’—; o el pseudoperiodismo que bajo un baño de seriedad no ofrece más
que morbo, donde expertos en nada analizan
cada mañana media docena de temas, antirreporteros dan cancha a cualquier familiar o
vecino desaprensivo que busca su momento de
gloria, y se cuentan medias verdades, se expanden rumores, se tergiversa, se manipula y se
insinúan falsas conclusiones sin que importen
las consecuencias. De fondo, las peores: la renuncia generalizada a cualquier contenido que
aporte o exija algo, y el abandono de la labor
informativa objetiva en favor de la creación de
opinión más burda.
Yo no sé si hay un amo que maneja esos hilos. Tiendo más a explicar estas cosas, incluso
las peores, como el resultado de una sucesión
de decisiones estúpidas y mezquinas. Pero si
alguien se hubiese propuesto convertir aquella
preciada libertad en algo vacío e inane no habría podido elegir un modo mejor: lograr que
la usáramos así.
Táboa Redonda
Domingo 7 de febreiro de 2016
elpRogreso
6
por Quinito
Mourelle
En favor de
la aventura
A
UNQUE NO TUVE en
su momento la feliz idea de subrayar
aquella línea, recuerdo
como si lo hubiese leído
ayer que, en algún rincón
perdido de ‘Paradiso’, José Lezama Lima afirmaba que un hombre comienza a envejecer
en el momento en que muere su madre. A
cada uno le ha caído en gracia o en desgracia
la suya, pero incluso esa advertencia poética
podría cumplirse en el caso de aquellos que,
por las causas que fueren, no hayan conocido a
su progenitora. No es tarea fácil adentrarse en
la novela del cubano. Como punto de partida
debemos ser conscientes de que apenas tendremos avituallamiento durante la travesía,
por muy surtidas y barrocas que sean las mesas
que, descritas cual inventarios de colmadas
cornucopias e hiperbólicos bodegones, abundan aquí y allá en su tejido literario. En nuestro
ahínco por avanzar tendremos que desbrozar
con energía la vegetación fantasiosa y críptica,
reconocer en incontables ocasiones el hecho de
habernos perdido y avanzar como topos horadando galerías en direcciones desconocidas, sin
posibilidad de columbrar significados.
Experiencia análoga habrán tenido los aventureros que, machete en mano, se hayan internado por los desfiladeros de ‘Hombres de maíz’
de Miguel Ángel Asturias. Ni siquiera el glosario de términos indígenas que probablemente
contendrán sus ediciones, ni un diccionario en
toda regla, podrán haberles evitado situaciones
de enorme perplejidad, momentos en los que
el finísimo y desbordante delirio poético del
guatemalteco les habrá desnudado intelectualmente ante la impotencia que conlleva la falta
de asideros en el ejercicio de la comprensión
Marco rubio y la
hora de...
Eduardo Suárez y
María Ramírez
Editorial Debate Páxinas
224 Prezo 20,90 €
Marco Rubio es el primer
hispano en la historia con
serias opciones de llegar
a la Casa Blanca. Hijo de
inmigrantes que huyeron
cabal de un texto. Sin
embargo, ese mismo
relumbrón, esa descarnada y sorprendente maquinaria de la metáfora y
la alucinación, impelerá al
lector inquieto para continuar.
Finalmente pisará tierra firme
y paladeará, una vez recuperado
el resuello, el recuerdo de gratísimas
e inopinadas sorpresas, volátiles como
aquella mariposa musical —op 43. nº1—
que se incluye en las ‘Piezas liricas para piano’
de Edvard Grieg.
La lista de novelas que responden al perfil
señalado es más amplia de lo que las estadísticas de libros más leídos podrían contarnos.
Con mayor o menor intensidad la mayoría nos
hemos reconocido como lectores en ese desasosiego del caminante que, por tener que acudir
constantemente al diccionario, por un lenguaje
arbolado, por algún tipo de simbolismo inherente al texto pero difícilmente decodificable o
por cualquier otro motivo, se halla a punto de
claudicar. Me reconfortaría saber que, vencidos
o no, reconociésemos que el esfuerzo merece la
pena, que perderse es un inconveniente que, en
contrapartida, puede rendirnos gran placer, y
que el diccionario es un valiosísimo compañero de cabecera, una fuente inagotable que nos
rejuvenece en cada visita.
El ourensano Bieito Iglesias recoge en su novela ‘Pan e coitelo’ una cita de Ortega y Gasset:
«La lucha por un sueño imposible conduce a la
melancolía». ¿Por qué no encarar ese pragmatismo y asumir con valentía esos sueños? No son
pocos los términos que tendremos que buscar
en el diccionario para disfrutar del despliegue
léxico de Iglesias. En ocasiones no obtendre-
de la miseria de Cuba antes de la llegada del castrismo y que se quedaron
a medio camino de hacer
realidad el sueño americano, Rubio es una figura con una fuerte carga
simbólica. Su padre nunca pasó de camarero y su
madre limpiaba hoteles en
Las Vegas o Miami, pero
Marco se interesó desde
adolescente por la política
escuchando a un abuelo
que admiraba a Ronald
Reagan. Se graduó en la
universidad e hizo carrera
política comenzando por
los cargos más modestos
en Miami. Su ascenso
dentro del partido tiene
que ver tanto con su capacidad retórica como con su
habilidad para adaptarse a
cualquier situación. Llegó
al Senado como uno de los
favoritos del sector más
conservador y poco a poco
se ha ido moviendo hacia
posiciones más centristas
abanderando la reforma
migratoria que podría
legalizar la situación de
millones de inmigrantes indocumentados. Su
trayectoria simboliza de
modo inmejorable el auge
de la comunidad hispana,
y permite retratar a la vez
a un joven y ambicioso político, y a la joven y ambiciosa comunidad a la que
representa, para ofrecer
una imagen poliédrica
del país más importante
del mundo y el papel que
los hispanos desempeñan
allí. por R. L.
Algunas lecturas
nos exigen esfuerzos sobrehumanos. En ocasiones,
nuestra competencia lectora, la
ayuda de diccionarios y, en su caso,
de las auxiliadoras
notas al pie de las
ediciones críticas,
no nos garantizan
el éxito. ¿Es razón
suficiente para
desistir?
Franquistas contra
franquistas
Joan Maria Thomàs
Editorial Debate
El historiador Joan Maria
Thomàs hace en ‘Franquistas contra franquistas’ una
narración detallada de las
desconocidas luchas intes-
mos otra respuesta
en esas consultas que
el silencio, bien porque algunas palabras sean localismos
o bien porque sean de acuñación propia.
Con idéntica o mayor frecuencia el diccionario
sentirá el ansia de nuestros dedos cuando sigamos las peripecias de otro detective, si es que
merece ese nombre, protagonista de algunas
de las novelas de Eduardo Mendoza.
Viene todo esto a cuento, o no, por la publicación de la versión de ‘El Quijote’ de Andrés Trapiello, publicitada como «traducción al castellano actual» de la obra cervantina. Seguramente
es el resultado de un trabajo concienzudo y encomiable, pero también el síntoma de que nos
dirigimos al callejón sin salida de la simplificación en aras de la digestión generalizada. Sin
voluntad de polemizar, me inclino a pensar que
empezamos a envejecer como sociedad en el
momento en que tiramos por ese camino, pues
nosotros mismos estamos matando a nuestra
madre. Por ello concluyo con la cita de Lezama
Lima que preside la edición de Cátedra de ‘Paradiso’: «Digo esto para que los jóvenes insistan
en lo que no comprenden, que vuelvan sobre
lo que no entienden, porque al final sus ojos se
abrirán ante un mundo maravilloso».
tinas que se mantuvieron
en el seno de la coalición
que ganó la Guerra Civil
española. El bando nacional que venció en la Guerra
Civil se mantuvo en el poder durante decenios. Era
un conjunto cimentado en
la lucha y formado por el
Ejército, la Iglesia, el partido único creado en 1937,
los carlistas de la Comunión Tradicionalista —no
siempre integrados en el
partido—, los alfonsinos
—que después se hicieron
juanistas— de Renovación
Española, sectores patronales, empresariales, propietarios agrarios y aún
decenas de miles de medianos y pequeños campesinos, así como sectores
de las clases medias urba-
nas. Pese a un programa
fundamental compartido
—de anticomunismo y antizquierdismo en general,
oposición a la democracia
y al liberalismo, catolicismo, uso de la violencia
como arma política y antimasonería—, el franquismo incluía sectores
distintos que competían a
la hora de ganar cuotas de
poder, o el poder total. Las
poco estudiadas luchas entre franquistas nada más
terminar la guerra que
enfrentó a los españoles
constituyen la fascinante
historia que marcó el devenir del régimen que dirigía Franco y sus equilibrios internos durante los
siguientes cuarenta años.
por R. l.
Táboa Redonda
Domingo 7 de febreiro de 2016
elpRogreso
7
{Fatiga ocular}
por Camilo
Franco
Eloxios da
xuventude tardía
Hai tres grandes
diferenzas no
mundo: clase, xénero e xeracional.
As diferenzas son
grandes e lonxe de
ir a menos, cada
cambio implica
empeoramento.
Algunhas desas
diferenzas arguméntanse no
festival Escenas
do Cambio. Desde
as chamadas ao
público ou desde
a documentación
duns feitos que parecen pasar noutro
mundo pero claramente forman
parte deste.
I
M O S PA R A
VELLOS. Facemos moitos esforzos para ignoralo. Pero imos para
vellos. A vellez ten mala
prensa e publicidade enganosa. E moita retórica. Á vellez pásalle como a todas esas cousas que
nos desgustan: xera unha cantidade incrible de
literatura. O festival Escenas do Cambio ten intención de poñer o foco fóra do foco, de ofrecer
un contradiscurso que xere un discurso novo.
E, por veces, non deixa de evocar un paradoxo
ofrecer imaxes dun mundo convulso baixo as
cubertas da Cidade da Cultura.
Era nas películas do Oeste e nos relatos de
Jack London onde as tribos abandonaban os
vellos para seguir camiño. Eles facíano literalmente. En Occidente todo ten un ton menos dramático, pero os feitos son os mesmos:
deixamos os vellos fóra do discurso agás que
teña que ver cos netos, coas pensións ou cos
seguros de decesos. Isto non é de agora, hai
anos que a concepción que a Administración
tiña dos vellos quedou retratada cando foron
incluídos naquel epígrafe chamado clases pasivas. O ‘Don Juan’ de Voadora tenta rescatar
o argumento de todas as interpretacións negativas. O ‘Don Juan’ de Voadora ten máis de
Voadora que de Molière e, se busca refuxiarse
nalgún mito, é nese que advirte que hai buscar
sempre a cara luminosa da vida. Ese mesmo
que pode ser reinterpretado desde aquí recoñecendo que de vello tamén se pode ser gaiteiro.
Hai que manipular a tradición, pero manipular
a tradición é moi tradicional.
Hai outra cara da vellez que, por veces,
coincide co lado solleiro da rúa. Témola grazas
ás empresa aseguradoras e a esa intención de
asegurar o noso porvir —que palabra— de todos os planos de pensións bancarios. Voadora
and friends rebusca nese territorio para volver
a disociar a palabra vellez da palabra fin que,
seguramente, é o imaxinario que nos pesa a
todos. A compañía traballa máis no desexo
que na realidade. En certo sentido, esquiva o
documento en favor da interpretación pop da
vida: sexa como sexa ten que ter posibilidades
de ser asubiada.
A de Voadora é unha
aproximación melódica a
unha ollada imposta da que liberarse. Liberarse
da química da sociedade diante da vellez e, algo
menos, liberarse desa especie de xuventude
tardía que non deixan de anunciar para cando
cheguen eses anos.
O que non se saltan nunca coa vellez son as
barreiras. Porque a día de hoxe hai tres grandes
diferenzas na sociedade: as de clase (que agora
son vía económica), as de xénero e as xeracionais. Porque, en realidade, non se trata de se a
vellez debe ser diferente doutras idades, que o
é de feito, senón se aceptamos que sexa como
queira ser. Se aceptamos a realidade como queira ser.
A relación de Escenas do Cambio coa realidade ten as súas aristas. O festival ten máis
vocación propositiva que transformadora e non
tanto por si mesmo como porque aquí a transformación que calquera tipo de teatro poida
provocar só será percibida cando eses cambios
estean asumidos. Para entón ninguén lembrará do teatro. Do festival do Gaiás podería
deducirse que hai dúas liñas de intervención
na escena contemporánea respecto á realidade.
Unha delas chama pola participación xogando
a superar as fronteiras do escénico para entrar
neses vellos xogos de opinión controlada. Rimini Protokoll vai casa por casa cun xogo sobre como tomamos decisións. Un xogo no que
o paródico non quita o consciente. Europa é
un lugar onde se poden negar os referendos
ou repetilos ata que saia o resultado que ten
que saír. Opinión dirixida ou controlada. Ou,
postos a non pararse en matices,
a opinión convertida en estatística
facilmente utilizable.
A outra liña da realidade ten que ver co carácter documental dalgunhas das obras do festival.
Documental no sentido máis amplo, asumindo
un territorio que os medios informativos foron
abandonando conscientes a curto prazo, inconscientes a longo. Teatro de advertencia para
espectadores acomodados nos seus problemas
inmediatos. Escenas de denuncia que reclaman
do espectador unha postura menos cómoda que
estar sentados.
‘Lagartijas tiradas al sol’ ofrece dúas versións
da mesma inmersión nunha realidade inasumible. En Tijuana reconstrúese a experiencia
de quen marcha a traballar a esa cidade mexicana aténdose ao salario mínimo. A narración
asume a ironía de que quen conta procede doutro mundo e, finalmente, esa barreira entre
clases só se salva se o observador nunca deixa
de selo. Tamén pode ser paradoxal que a mesma
compañía utilice o formato de conferencia para
contar a realidade, aínda máis brutal, de como
a narcopolítica mexicana asasina periodistas
en Veracruz.
Non é a única contraposición de Escenas
do Cambio. Entre a danza para denunciar a
sintaxe da violencia en Palestina de Arkadi
Zaides e o repaso á vida coreográfica de Cédric
Andrieux hai toda a distancia que ignoramos
entre o confort de Europa e a realidade do resto
do mundo. Porque os europeos somos como
adolescentes aos que un día o seu pai anuncia
que quedou sen traballo. E nin sequera pensamos en poñernos a traballar.
Táboa Redonda
Domingo 7 de febreiro de 2016
elpRogreso
8
por
Santiago
Jaureguizar
Os nosos escritores
proban gastronomías
É
RASE UNHA VEZ un
país moi lonxano no
que un rei coordenaba
a actividade parlamentaria ante a incapacidade
dos partidos para formar goberno... Bah! Ese conto non me gusta. Voulles
contar outro. Unha noite de néboa camiñaba
por Santiago. Para ver ‘Eyes wide shut’ nun
cinema tivera que desprazarme dende Lugo á
capital. Cruzaba Praterías en dirección ao aparcadoiro, cando se me atravesou unha figura alta
vestida de negro, cun sombreiro milanés do século XVIII e a cara escondida por unha máscara
de entroido veneciano tan cursi como todas as
máscaras venecianas. O intruso anuncioume:
«Imos convidalo a entrar no PEN Club. As intrucións están neste sobre, pero non o abra ata
chegar a Lugo».
‘Eyes wide shut’ é un suxestivo filme de Stanley Kubrick, un director que pasou á historia
por ‘2001. Unha odisea no espazo’, unha película capaz de ralentizar unha dixestión. Pero
non lembrei o acontecido en Praterías por ese
filme, senón polo blog O Levantador de Minas,
de Alfredo Ferreiro. As persoas intelixentes e que
transpiran lecturas, como Alfredo, fascínanme
tanto como os aparecidos ou as sociedades clandestinas. O pasado luns linlle a entrada ‘Por que
calamos @s escritor@s?’ a respecto do Congreso
Internacional de Escritores que está preparando
o PEN Galicia en Ourense para outubro.
A Ferreiro espértalle pouco entusiamo o PEN
galego. Escribiu que «polo que teño ouvido,
son menos de cen membros, mais non coñezo ningún sitio onde poder consultalo na web.
É,polo que parece, un club moi apoiado institucionalmente, mais de funcionamento opaco e
caprichoso». Buf! Gústame esta valentía. Non
podo dicir se concordo porque ignoro a oferta
de actividades e tarxetas de descontos que ten
o PEN Club.
Érase unha vez nun país lonxano que un
señor escuro con sombreiro milanés, como os
que saen en ‘Eyes wide shut’, deume un sobre
para facerme membro. Metíno nun exemplar
de‘Myron’, de Gore Vidal en Grijalbo. Levábao na
man e debeu de esvarar entre as páxinas de camiño ao aparcadoiro de Xoán XXIII, onde tiña o
coche, ou foi unha ensoñación tras saír do cinema en Compostela. A descrición do PEN Galicia
como organización penumbrosa animoume a
pedir novamente o formulario, aínda que advirte Alberto Ferreiro de que é «un club selecto
no que soamente se entra por convite dunha
elite de socios».
Leo nese mesmo artigo de O Levantador que
a Asociación de Escritoras e Escritores en Lingua
Galega (AELG) se caracteriza polo «asamblearismo» e a «transparencia». Nada máis soporífero
que un club ao que pode pertencer calquera e que
informa de cada actividade que fai. Tan aburrido
como ‘2001. Unha odisea no espazo’. Fun socio
da AELG e coñecer as súas actividades alentoume a deixar de selo.
O martes estiven seguindo os resultados do Caucus de Iowa, que
me excita intelectualmente
máis que os asuntos graves
que preocupan aos colectivos de escritores galegos.
Como cada ano electoral
nos Estados Unidos, busquei a CNN en internet
e baixei ata a Biblioteca Nodal para coller
novelas de Gore Vidal.
Na CNN en inglés sigo
comprendendo unha
palabra de cada cinco,
pero nas obras de Gore
Vidal sempre aprendo
sobre política norteamericana. Nada aprendín
con ‘Myron’ (Grijalbo), que
é ridícula.
O mércores informeime de
que imos enviar unha remesa de
25 escritores á Feira Internacional
do Libro de Bos Aires, que estará dedicada a Santiago de Compostela. Paréceme
gratificante mandar os nosos autores a coñecer
A Asociación de
Escritores e o PEN
Galicia levan décadas nunha disputa
silenciosa. Alfredo Ferreiro abriu
fogo. Agradézollo
porque o panorama literario estaba
en mar calmo.
sabrosas gastronomías e participar en exultantes xogos florais. Os lectores bonaerenses formarán longas colas de lagartixa para conseguir
libros en galego dedicados polos nosas figuras
literarias. Con todo, non deixo de preguntarme
—e de preguntarlle a Anxo Lorenzo— se unha
oficina de tradución non sería máis eficaz para
internacionalizar a nosa literatura.
Había un documental do 2015 que pasara sen
pena nin gloria pola miña vida e que descubrín
o xoves pola noite. ‘The best of enemies’ conta os debates que organizou a cadea televisiva
ABC co gallo das eleccións norteamericanas
de 1968. O convidado para o proxecto foi Gore
Vidal. Encargáronlle argumentar o punto de
vista demócrata, con Humphrey de candidato.
Pedíronlle un nome conservador para defender
as posicións republicanas, con Nixon como valedor. Designou a William Buckley, a intelixencia
maior da dereita norteamericana. Non errou
porque Buckley defendía o seu privilexio de clase
cunha sinceridade insultante. Enfronte estaba
Gore Vidal, obsesionado por facerse perdoar ser
fillo da mesma elite supremacista da que procedía Buckley con soflamas socialdemócratas.
Vidal personificou a súa loita interior na novela
‘Myron’ (1968), que protagoniza o conservador
Myron, que se cambia de sexo para ser a liberal
Myra e vingarse dos homes.
‘The best of enemies’ remite ao eterno debate entre conservadores e progresistas. Cando
había dous partidos compartindo San Caetano,
os socios do PEN queixábanse en privado da
«comprensión institucional» que recibía
a AELG. A diverxencia entre o PEN e a
AELG ten as trazas de Vella Política
e Nova Política; entre organización de cadros e organización
de masas, que dicíamos nos
80. En ambos os modelos
hai unha elite dominante
coa inercia para permanecer; como en calquera actividade humana,
nada excepcional nin
indignante.
Os dez debates que
mantiveron Gore Vidal
e William Buckley soamente lles permitiron
chegar a un acordo: odiábanse. O rancor duroulles
en vida e no alén. Cando
morreu Buckley, en 2008,
Vidal despediuno escribindo
que desexaba que ardese no
«inferno», pero confesaba que a
chegada do seu rival farío «un lugar
máis divertido». A ningún dos dous lles
faltaba o sentido do humor, unha virtude
tan ausente nas nosas elites intelectuais.
Descargar