Curiosidades de la física, parte I - UAM-I

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Curiosidades de la fı́sica, parte I
José Marı́a Filardo Bassalo
Departamento de Fı́sica, Universidad de Pará
www.bassalo.com.br
Recibido: 6 agosto 2005
Aceptado: 27 julio 2006
Gross, Costa Ribeiro y los dieléctricos
Un problema tecnológico proyectó el nombre de un
brasileño al escenario cientı́fico internacional. Veamos cuál fue ese problema. Las lı́neas telefónicas de
la antigua Light, en Rı́o de Janeiro, presentaban problemas relacionados con su resistencia eléctrica y su
aislamiento. Por ello, el Instituto Nacional de Tecnologı́a (INT), fundado en 1934 (originalmente con
el nombre “Estación Experimental de Minas y Combustibles, 1921), contrató en 1934 al fı́sico e ingeniero alemán, naturalizado brasileño, Bernhard Gross
(1905–2002), que habı́a llegado a Brasil en 1933.
Solicitado por el problema mencionado, Gross y algunos colaboradores (entre ellos el fı́sico carioca Joaquı́n Costa Ribeiro, 1906–1960), comenzaron a investigar el fenómeno de absorción dieléctrica. En 1942,
Gross y su colaborador, L. Ferreira Denard, descubrieron el fenómeno de congelamiento de la electricidad en los dieléctricos. En 1943, Costa Ribeiro, entonces profesor de la Facultad Nacional de Filosofı́a,
juntamente con algunos colaboradores (entre ellos,
el fı́sico brasileño Jaime Tiomno, n.1920), demostraron la posibilidad de la obtención de electretos por la
solidificación de la cera de carnauba,1 en la ausencia
de campo eléctrico exterior. En 1944, continuando
esa investigación, Costa Ribeiro descubrió el “efecto
termodieléctrico”, según el cual las cargas eléctricas
de los electretos se originan por la solidificación del
dieléctrico. Este fenómeno, hoy mundialmente conocido como efecto Costa Ribeiro, le valió a Costa Ribeiro el premio Albert Einstein de la Academia Brasileña de Ciencias. Este efecto fue estudiado por Costa Ribeiro y Tiomno en 1945, y por Gross, en varios
artı́culos escritos entre 1946 y 1950. En 1952, Costa Ribeiro descubrió un importante depósito de monacita, un mineral rico en cerio y torio, en el valle del Rı́o Peixe, en Minas Gerais.
1 Palmera
Figura 1. Edición de divulgación de
la teorı́a de la relatividad.
Einstein y la patrulla ideológica
Uno de los más grandes cientı́ficos del siglo XX, el
fı́sico germano suizo norteamericano Albert Einstein
(1879–1955, premio nobel de fı́sica en 19219), era
una persona sin par. El famoso astrónomo norteamericano Carl Sagan (1936–1996), célebre por su serie televisiva Cosmos, narra en su libro “La novela de
la ciencia”, (Francisco Alves Editora, S. A., 1982) algunas curiosidades de la vida del creador de la teorı́a
de la relatividad, restringida y general. Debido a la
persecución de los judı́os perpretrada por Adolfo Hitler (1889–1945) y sus seguidores, Einstein llegó a tener valuada su cabeza en 20,000 marcos. Se instaló,
pues, en 1933 en el recién creado Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, New Jersey; cuando le preguntaron cuál serı́a un salario justo para él,
sugirió 3,000 dólares anuales. Al notar la sorpresa
en el rostro de los representantes del Instituto, Einstein, un tanto extrañado indicó una cantidad menor.
Finalmente, su salario fue fijado en 16,000 dólares
anuales, uno de los mayores jamás pagados a cualquier profesor en los Estados Unidos.
brasileña que alcanza unos 14 m de altura.
39
40
En otra ocasión, a raı́z de su primera visita a
América en 1930, el Cardenal O’Connell de Boston previno que la teorı́a de la relatividad ocultaba una repugnante apariencia de ateı́smo. Cuando
un rabino de Nueva York le preguntó por telégrafo “El señor Einstein ¿cree en Dios?”, recibió la
siguiente respuesta: “Creo en el Dios de Espinoza que se encuentra en la armonı́a de todos los seres, no en un Dios que se interesa por la acción y el
destino de los hombres”.
Einstein sostenı́a que el hombre se dignifica si ejerce una profesión simple y honrada, como la de plomero, profesión que en alguna ocasión dijo que preferirı́a a la de profesor de fı́sica. Poco después de esa afirmación fue agraciado con el tı́tulo de Socio Honorario del Sindicato de Plomeros
de Estados Unidos.
El profesor Einstein fue perseguido tanto por la izquierda (a pesar de decirse socialista) como por la
derecha. Los nazis, además de perseguirlo quemaron sus trabajos cientı́ficos. Los intelectuales estalinistas denunciaron su teorı́a de la relatividad como producto de la “fı́sica burguesa”. En los Estados Unidos, en 1945, el diputado federal John Rankin lo acusó de comunista por pedir que Estados
Unidos rompiese relaciones con la España de Franco, quien habı́a apoyado a los nazis en la Segunda
Guerra Mundial (1939–1945). Finalmente, para concluir esta narración de pequeños hechos que lo caracterizaron como “ciudadano del mundo”, es interesante decir que rehusó la presidencia del estado de Israel en ocasión de la muerte del presidente Chaim Azriel Weizmann (1874–1952).
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Dirac, su mente rápida, los puntos de “tricot”, de “crochet” y la literatura
La rapidez de raciocinio siempre caracterizó al fı́sico inglés Paul Adrien Maurice Dirac (1902–1984,
premio nobel de fı́sica en 1933). Cierta vez, al visitar la Universidad de Gotinga, se le inquirió por
cierto problema que intrigaba a los fı́sicos y matemáticos de esa universidad; éste era cómo escribir los números del 1 al 100 usando operaciones matemáticas con sólo cuatro números 2. Resolvió inmediatamente el problema usando solamente tres veces el número 2, con la siguiente fórmula:
sr
q
√
N = − log2 log2
··· 2
válida, como es fácil ver, para cualquier número. En
otra ocasión, estaba dando un seminario y, al terminar volteó la mirada al auditorio esperando preguntas. Uno de los participantes el pidió que explicase cómo habı́a llegado de una ecuación a otra. Dirac, respondió inmediatamente: “Era una definición,
no una deducción”. Cierta vez fue a visita a un amigo y observó los movimientos que la esposa hacı́a para tejer una prenda con el punto “tricot”. Al llegar
a su casa, Dirac reprodujo mentalmente esos movimientos y observó que habı́a otra posibilidad de tejido. Al comentarle a la esposa de su amigo su descubrimiento sufrió una desilusión al saber que ella también conocı́a el otro punto: el “crochet”.
Einstein declinó esa honrosa invitación, según cuenta el historiador brasileño Alfredo Tiomno Tolmasquin,2 afirmando que se verı́a en una difı́cil situación al tener que decidir entre sus propias ideas y
las que deberı́an defenderse por un presidente de Estado. Esta invitación fue hecha por el primer ministro de Israel, David Ben–Gurion (1886–1974). En la
versión del fı́sico norteamericano Andrew Robson,3
Ben Gurión se mostró conmovido y, a la vez, aliviado, por la negativa de Einstein pues, en tanto esperaba la respuesta, comentó con su asistente: “¿Qué haremos si acepta? Tenı́a que ofrecerle este puesto porque era imposible no hacerlo. Pero si acepta, estaremos en mala situación”.
2 “Einstein, el viajero de la relatividad en América del Sur”,
Vieira & Lent, 2003.
3 “Einstein, los 100 años de la teorı́a de la relatividad”,
Elsevier Campus, 2005.
Figura 2. Robert Oppenheimer, 1904–1967
Curiosidades de la fı́sica, I. José Marı́a Filardo Bassalo.
A este gran fı́sico inglés, formado como ingeniero
electricista a los 19 años, le gustaba la literatura.
De aquı́ que hablara con conocimiento cuando le preguntó al fı́sico norteamericano Julius Robert Oppenheimer (1904–1967): “¿Cómo es que Ud. puede hacer ciencia y poesı́a al mismo tiempo? El objetivo
de la ciencia es hacer las cosas difı́ciles comprensibles de una forma simple; el de la poesı́a es afirmas
cosas simples de manera incomprensible. ¡Son incompatibles!”.
En otra ocasión le preguntaron si habı́a leido “Crimen y castigo” del escritor ruso Fyodor (Mikhaylovich) Dostoyevsky (1821–1881), a lo que respondió: “Es una obra agradable, pero en cierto capı́tulo
el autor comete un error. Describe al Sol levantándose dos veces en el mismo dı́a”.
Schrödinger y la Hipótesis de
de Broglie
La famosa ecuación de Schrödinger, marco inicial de
la mecánica ondulatoria, tiene un curioso origen. El
fı́sico francés, prı́ncipe Louis Victor Pierre Raymond
de Broglie (1892–1987, premio nobel de fı́sica en
1929) presentó en los Comptes Rendus de l’Academie
des Sciences de Paris 179, p. 39, en 1924, su interpretación ondulatoria de la materia: el electrón describe una “onda piloto” en su órbita bohriana. Tal
interpretación, al principio, causó cierto escepticismo por parte de los fı́sicos. Al leer ese trabajo de de
Broglie (quien inició su carrera académica como estudiante de historia medieval), el fı́sico y quı́mico holandés Petrus Hoseph Wilhelm Debye (1884–1866,
premio nobel de quı́mica en 1936) sugirió al fı́sico
austrı́aco Erwin Schrödinger (1887–1961, premio nobel de fı́sica en 1933) que hiciese un seminario sobre las ideas del prı́ncipe francés.
Schrödinger repuso inmediatamente: “No quier hablar de tales sinsentidos”. Sin embargo, como Debye
era el jefe del grupo de investigación donde trabajaba Schrödinger, le enfatizó que ese seminario era importante para la formación del grupo. Aceptó entonces y prometió presentar las ideas de de Brigolie en una forma matemática más comprensible.
Ası́ lo hizo, pues propuso la hoy famosa ecuación de
Schrödinger:
Hψ(~r ) = Eψ(~r )
donde H es el operador hamiltoniano (suma de las
energı́as potencial y cinética), E es la energı́a del
electrón en una órbita atómica estacionaria y ψ(~r )
es la función de onda de Schrödinger.
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Con todo, Schrödinger no estaba muy convencido de la ecuación que estaba proponiendo, según
narró Debye al fı́sico ruso Piotr Leonidovich Kapitza (1884–1984, premio nobel de fı́sica en 1978).
Fue Debye, presente en ese seminario, quien le dijo a Schrödinger, al término de su conferencia: “Hizo usted un trabajo extraordinario”.
Newton, su timidez y las “fluxiones”
Al leer el libro del fı́sico y matemático inglés Sir
Isaac Newton (1642–1727) sobre los fundamentos de
la mecánica, el famoso Principios matemáticos de filosofı́a natural4 de 1687, notamos que sus resultados
son presentados en el lenguaje matemático convencional de su época, lenguaje basado principalmente en la geometrı́a.
Sin embargo, conforme propone el filósofo y matemático polaco Jacob Bronowski (1908–1974) en
el libro “El ascenso del hombre”5 muchas de las leyes fı́sicas descubiertas por Newton, lo fueron gracias al empleo de las fluxiones, el cálculo diferencial de hoy, inventado para conseguir
esos resultados.
Vale notar que Newton mantenı́a las fluxiones como “arma secreta”, tal vez por timidez, pues le gustaba presenta sus ideas sólo cuando estaba completamente seguro de ellas. Por ejemplo, Newton no
aceptó ser ordenado ministro por tener dudas acerca de la Trinidad Divina, conforme nos dice el fı́sico
inglés John Desmond Bernal (1901–1971), en su magistral libro “Historia social de la ciencia”.6
Es oportuno recordar que Newton fue nombrado caballero en 1705 por la reina Ana de Gran Bretaña
(1665–1714). Además, ese fue el primer tı́tulo concedido por la nobleza inglesa a un ciudadano que,
además, era cientı́fico. Cuando Newton murió recibió un funeral con honores de estadista y su tumba
se encuentra en la Abadı́a de Westminster, junto con
la del fı́sico escocés William Thomson (Lord Kelvin)
(1824–1907) y la del fı́sico y quı́mico inglés Sir Ernest Rutherford (1871–1937, premio nobel de quı́mica en 1908).
Planck y Maxwell, malos profesores
Según el fı́sico alemán, nacionalizado inglés, Sir Rudolf Ernst Peierls (1907–1995), el creador de la teorı́a
cuántica, el fı́sico alemán Max Karl Ernest Planck
(1858–1947, premio nobel de fı́sica en 1918) no era
4 Great Books of the Western World, Vol. 32, Encyclopedia
Britannica, Inc. 1993.
5 Martins Fontes/EUnB, 1979.
6 Ediciones Penı́nsula, 1968.
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un buen profesor, pues cuando presentaba en el aula un tema ya desarrollado en un libro, lo leı́a lı́nea
por lı́nea haciéndolo, obviamente, enfadoso.
Planck tampoco era una buen asesor para las investigaciones. Una historia que circulaba en ese entonces en Alemania, y que Peierls ha constatado por
distintas vı́as, es la siguiente: Cuando un estudiante le preguntaba a Planck qué problema podrı́a servir como tema de tesis, obtenı́a la siguiente respuesta Mi estimado, si yo tuviese un problema, yo mismo lo resolverı́a.
La misma dificultad de comunicar sus conocimientos tenı́a el fı́sico y matemático escocés James Clerk
Maxwell (1831–1879) según el fı́sico y matemático ruso Piotr Leonidovich Kapitza (1884–1984, premio nobel de fı́sica en 1978). Éste habı́a trabajado en el Laboratorio Cavendish, en Inglatera, durante 13 años, de 1921 a 1934, haciendo experimentos bajo la direccion del fı́sico y quı́mico inglés Sir Ernest Rutherford (1871–1937, premio nobel de quı́mica en 1908). Fue por motivo de ese trabajo con Rutherford (apodado por sus amigos “el Cocodrilo”) que
nació la gran admiración de Kapitza por el descubridor del núcleo atómico. Tal admiración lo llevó a colocar un enorme cocodrilo, en bajo relieve, en una
de las paredes del nuevo laboratorio que el gobierno soviético construyó para Kapitza, cuando éste regresó a la URSS.
Durante su estancia en el Laboratorio Cavendish,
Kapitza convivió con varios fı́sicos, entre ellos el
fı́sico inglés Sir Horace Lamb (1849–1934), célebre por sus trabajos en hidrodinámica y, principalmente, por su libro Hydrodynamics escrito en
1895, considerado durante muchos años el mejor
texto sobre ese tema.
Pues bien, Lamb le contó a Kapitza que fue alumno de Maxwell (primer director del Laboratorio Cavendish), el autor de la célebre teorı́a matemática
del electromagnetismo, que no era ciertamente un
brillante profesor. Generalmente daba sus clases sin
ningún tipo de notas; cuando se necesitaba un desarrollo matemático casi siempre se equivocba y se confundı́a.
Con todo, afirmaba Lamb, cuando Maxwell corregı́a
sus errores, sus alumnos aprendı́an más de lo que
podrı́an haber aprendido en cualquier texto. Es
oportuno decir que Maxwell, a los 14 años de edad,
ganó la Medalla de Matemáticas de la Academia
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de Edimburgo, por su trabajo sobre la construcción
geométrica de un óvalo perfecto.
Kapitza, Stalin y Beria
Debido a la oposición del fı́sico ruso Piotr Leonidovich Kapitza (1884–1984, premio nobel de fı́sica en 1978) de trabajar en el projecto soviético de
la bomba H, cayó en desgracia bajo el todopoderoso José Stalin (1879–1953), Secretario General del
Partido Socialista Soviético; Kapitza perdió la posición destacada que ocupaba en la Academia Soviética de Ciencias y los honores correspondientes. Apenas si le fue permitido continuar como miembro de
la Academia, lo que le daba derecho a un salario bajo y a una casa de campo (“dacha”) donde, con ayuda de su esposa, continuó sus investigaciones en un
pequeño laboratorio. Con el tiempo las restricciones fueron relajadas y se le permitió dar clases una
vez por semana. Sin embargo, ese permiso le fue retirado cuando rehusó participar en los festejos a Stalin por sus 70 años.
Posteriormente Kapitza escribió una carta a Stalin
previniéndolo de la lealtad del ruso Lavrenty Pavlovich Beria (1899–1953), entonces Director de la Policı́a Secreta Soviética (lo que le valió una implacable enemistad por parte de éste). Stalin respetaba a Kapitza y, a distancia, lo protegı́a de Beria.
Pues bien, la mañana del 5 de marzo de 1953, aparecieron dos señores en la “dacha” de Kapitza para hacerle preguntas acerca de su trabajo. Inmediatamente descubrió que no eran fı́sicos por lo que quedó más
intrigado cuando, abruptamente, se fueron al medio dı́a en punto.
Más tarde, Kapitza supo que Beria habı́a sido encarcelado a esa hora y, por lo mismo, la posibilidad de venganza terminó con la vida de Stalin,
que murió ese dı́a. Beria fue ejecutado por la Policı́a Secreta Soviética el 23 de diciembre de 1953.
La bomba H fue construida bajo la supervisión del
fı́sico ruso Andrey Dmitriyevich Sakharov (1921–
1989, premio nobel de la paz, 1975) y estallada
en agosto de 1953.
Szilard y la bomba atómica norteamericana
El fı́sico húngaro, nacionalizadou norteamericano,
Leo Szilard (1898–1964) anticipó teóricamente, en
1933, la producción de energı́a en una reacción nuclear en cadena. Incluso llegó a obtener una patente
por su idea, que era la siguiente: un neutrón (partı́cula descubierta apenas en 1932) inducı́a una desintegración atómica, que liberaba a su vez dos neutrones, que dividı́an a dos átomos más, que liberaban
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a cuatro neutrones y ası́ sucesivamente. La reacción
propuesta por Szilard fue la desintegración de berilio (Be), que se transformarı́a en helio (He). Afirmaba que esa idea le vino de la lectura del libro
The World Set Free del escritor inglés Herbert George Wells (1866–1946), escrito en 1913.
En ese libro, Wells habla de la energı́a obtenida por
la desintegración natural del uranio (U ) con producción de partı́culas α (núcleos de helio), energı́a un
millón de veces mayor que la del fuego. Con todo,
esa energı́a serı́a obtenida a lo largo de miles de años.
Cuando los quı́micos alemanes Otto Hahn (1878–
1968, premio nobel de quı́mica en 1944) y Fritz
Strassmann (1902–1980) y la fı́sica sueco austrı́aca
Lise Meitner (1878–1968) consiguieron la fisión del
U , en 1939, Szilard notó que su idea podrı́a ser aplicada a ese elemento quı́mico. En la tarde del 2 de diciembre de 1942, Szilard y 41 cientı́ficos más, bajo la
dirección del fı́sico italiano Enrico Fermi (1901–1954,
premio nobel de fı́sica en 1938) produjeron la primera reacción nuclear controlada en cadena; construyeron el primer reactor atómico.
El fı́sico norteamericano, Arthur Holly Compton
(1882–1962, premio nobel de fı́sica en 1927), entonces Presidente de la Universidad de Harvard y Coordinador del proyecto de energı́a atómica del Gobierno de Estados Unidos, le dijo: “El navegante italiano llegó al Nuevo Mundo”. Conant repuso “¿Y cómo
reaccionaron los nativos” Completó Compton: “Muy
cordialmente”. Estaban comunicándose con el código que llevarı́a al Proyecto Manhattan: la construcción de la bomba atómica norteamericana.
Ese proyecto resultó, además, de una carta que el
fı́sico alemán suizo norteamericano, Albert Einstein
Figura 4. La fortaleza volante Enola Gay
(1879–1955, premio nobel de fı́sica en 1921), escribió al presidente Franklin Delano Roosevelt (1882–
1945), el 2 de agosto de 1939 a solicitud de Szilard.
Por otro lado, la fortaleza voladora B–26 que
llevó una de las bombas atómicas (“Little Boy”), la que fue lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945, tuvo un pasajero importante, el fı́sico norteamericano Luis Walter Alvarez (1911-1988, premio nobel de fı́sica en 1968) cuya misión era medir la radiación resultante de la explosión a fin de informar al fı́sico norteamericano Julius Robert Oppenheimer (1904–1967), director cientı́fico del Proyecto Manhattan. La fortaleza volante, piloteada por el Coronel Paul Tibbets,
se llamaba Enola Gay.
Debido a los lanzamientos de las bombas atómicas
norteamericanas en Hiroshima y Nagasaki, Szilard
abandonó el Proyecto Manhattan y la fı́sica; se dedicó a la biologı́a en el Instituto Salk. Por su incesante actividad por el uso pacı́fico de la energı́a atómica recibió la Medalla Átomos para la Paz, en 1959.
Figura 3. Hiroshima, después de la explosión atómica
La personalidad de Landau
El gran cientı́fico ruso Lev Davidovich Landay (1908–1968, premio nobel de fı́sica en
1962) era una personalidad curiosa. En la puerta de su lugar de trabajo, en el Instituto Politécnico Ucraniano, puso una placa con el siguiente aviso: “L. Landau — Cuidado, muerde”. Por otro lado, este cientı́fico no tenı́a mu-
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cho apego al dinero, constantemente prestaba cantidades grandes. Cuando se constituyó un fondo para beneficio mutuo de quienes trabajaban en ese Instituto, Landau fue quien dio el
capital inicial.
Siempre evadı́a escribir, fueran cartas o trabajos
cientı́ficos. El mundialmente conocido Curso de Fı́sica Teórica de su autorı́a y del fı́sico ruso Evgeny Mikhaillovich Lifshitz (1915–1985) fue, en realidad, escrito por éste, quien también escribió desde la mitad de 1930 hasta la muerte de Landau, los artı́culos que aparecieron sólo con el nombre de Landau.
En uno de los volúmenes del Curso de Fı́sica Teórica, el referente a Mecánica de Fluidos, los cálculos
implicados en la teorı́a de las ondas de choque fueron hechos mentalmente por Landau, sin usar siquiera papel y lápiz.
Como todos los grandes cientı́ficos, Landau estudió fuera de su paı́s. En octubre de 1929, en Narkompros, consiguió una beca para hacer investigación en Gotinga, en la gran Escuela de Fı́sica Teórica Alemana, dirigida por el fı́sico alemán Max Born
(1882–1970, premio nobel de fı́sica en 1954). Como
esa beca era insuficiente logró recibir otra de la Fundación Rockefeller que, juntas, le permitieron pagar
sus estudios y comprar material y equipo para sus investigaciones.
El apelativo de “Dau”, con el que Landau fue mundialmente conocido, le fue dado por Dmitry Ivanenko, “Dimus”, uno de sus tres grandes amigos
(los otros dos eran George Gamow “Johnny” (1904–
1968), y Mitya Bronstein, “Abbat”. Estos tres jóvenes estudiantes de Leningrado eran conocidos como
“Los tres mosqueteros de Leningrado”.
Landau tenı́a un modo totalmente particular de hacer y de estudiar fı́sica. Por ejemplo, raramente leı́a
un artı́culo teórico hasta el final; sólo daba una ojeada para ver el camino seguido por el autor. En seguida, hacı́a sus propios cálculos y, si concordaban
con los del autor, aprobaba el trabajo en cuestión.
Uno de sus alumnos, el fı́sico riso Aleksandr Solomovich Kompaneyets, durante los 30 años que trató y
convivió con Landay, sólo una ves lo vió leer un libro de fı́sica. Ciertamente, leı́a mucho, pero libros
de historia y de arte. Toda la fı́sica que sabı́a y, dicho sea de paso, sabı́a bastante, la aprendió “de oido” en los seminarios dados por sus alumnos y bajo su orientación. Tales seminarios eran organizados
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por el fı́sico ruso (uno de sus alumnos favoritos) Alexey A. Abrikosov (1928–, premio nobel de fı́sica en
2003) a las 11 en punto. Landau era muy exigente acerca de la puntualidad; afirmaba La puntualidad es cortesı́a de reyes ası́ que, cuando uno de
sus alumno se atrasaba lo recibı́a con las siguientes palabras: Dudo que usted sea jamás rey, estimado.
Landau, a semejanza de otro brillante fı́sico, el norteamericano Richard Philips Feynman (1918–1988,
premio nobel de fı́sica en 1965) gustaba de hacer fı́sica “a su manera”, lo que puede notarse en el citado Curso de Fı́sica Teórica. La fı́sica contenida en
los nueve volúmenes de ese curso era, para Landau,
el “mı́nimo teórico” que cualquier fı́sico debı́a saber
para iniciarse en la investigación. Cualquier alumno que quisiese trabajar bajo su orientación debı́a
hacer un examen de ese “mı́nimo”.
El primero en aprobar ese examen fue Kompaneyets, en 1933. El fı́sico ruso Isaak Yakovlevich Pomeranchuk (1913–1966), a sus 22 años de edad, en 1935,
hizo el examen en el menor tiempo posible, en cerca de un mes. El más joven en pasar por ese “cuarto de torturas”, como lo llamaba la esposa de Landau, Concordia Terentievna, fue Lifshitz de 19 años
de edad.
En un periodo de 30 años, sólo 43 fı́sicos lograron
ese “mı́nimo”.
A pesar de que Landau era un excelente matemático, era extremadamente práctico, gustaba de la “matemática técnica” usada para la solución de problemas concretos. Los teoremas de existencia eran, en
su opinión “matemática lı́rica”.
Landau tenı́a gran admiración por el fı́sico alemán
suizo norteamericano Albert Einstein (1879–1955,
premio nobel de fı́sica en 1921), tanto que, en la escala inventada por él para clasificar a los fı́sicos teóricos, colocó a Einstein en la posición 0.5. En la posición 1 puso al fı́sico danés Niels Henrik David Bohr
(1885–1962, premio nobel de fı́sica 1922), seguido
por los fı́sicos, el austriaco Erwin Schrödinger (1887–
1961, premio nobel de fı́sica en 1933), el alemán Werner Karl Heisenberg (1902–1984, premio nobel de
fı́sica en 1933) y al italiano Enrico Fermi (1901–1954,
premio nobel de fı́sica en 1938). Inicialmente se colocó a sı́ mismo en la posición 2.5 y, años más tarde, se puso en la 2. Para Landau, el 0 no debı́a ser
ocupado nunca, a fin de permitir que siempre hubiese fı́sicos más brillantes.
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Landau publicó una gran cantidad de artı́culos de
fı́sica, con más de 20 contribuciones originales. Entre éstas, destaca la teorı́a de superfluidez del helio lı́quido II, en 1941, y la teorı́a del lı́quido cuántido de Fermi, en 1956. En extenso currı́culo cientı́fico hay tres trabajos acerca de la detonación de explosivos, desarrollados durante la Segunda Guerra Mundial (1939–1945) que fueron publicados en 1945 en
Anales de la Academia Soviética de Ciencias.
Edison, Tesla y el premio nobel de
fı́sica de 1912
A fines del siglo XIX habı́a una gran discusión entre las industrias de la energı́a eléctrica. Por un lado, la Compañı́a Edison, del gran inventor norteamericano Thomas Alva Edison (1847–1931), era partidaria de la corriente continua (CC); por el otro lado, la Compañı́a Westinghouse, del ingeniero norteamericano George Wstinghouse (1846–1914), proponı́a la corriente alterna (CA). Esta última fue observada por primera vez por Hypolite Pixii (o Pisii) en 1831, y estudiada matemáticamente por el ingeniero electricista alemán, naturalizado norteamericano, Charles Proteus Steinmetz (1865–1923).
Figura 6. Generador de Edison
de la CA; construyó incluso una silla eléctrica de
CA (más eficaz que la CC) para la municipalidad
de Nueva York. Cuando fue ejecutado el primer criminal, la Compañı́a Edison publicó una fotografı́a
de la silla eléctrica con la siguiente leyenda: “¿Quiere que la muerte entre a sus casas? Use corriente alterna: mata”. Debido a esa forma poco escrupulosa con la que Edison atacaba a la CA, Tesla rompió relaciones con el inventor del foco eléctrico. Su
enemistad fue tan grande que Tesla rechazó el premio nobel de fı́sica de 1912 cuando supo que lo compartirı́a con Edison. Debido a esto, la Academia Sueca concedió ese premio al inventor sueco Nils Gustaf Dalén (1869–1937) por su invento de señalización costera automática.
cs
Figura 5. Grabado con una demostración hecha por Tesla
La enorme utilidad de la CA se hizo evidente con
la invención del transformador por el ingeniero electrotécnico croata Nikola Tesla (1856–1943), alrededor de 1890, pues gracias al transformador era posible transportar energı́a eléctrica a grandes distancias sin mucha pérdida. De este modo, Westinghouse apoyó decididamente el invento de Tesla.
En desacuerdo con lo anterior, Edison atacó el uso
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