AURELIO RAMÍREZ GALLARDO EL ACUEDUCTO ROMANO DE SEGOVIA Comentario general ACUEDUCTOS ROMANOS Muchos creen, y hasta algunos maestros enseñan, que los romanos construían acueductos para salvar una vaguada porque no conocían el sifón, o lo que es lo mismo los vasos comunicantes. Nada más lejos de la realidad. Los romanos construían sifones con tuberías de cerámica, de madera y hasta de plomo pero no tenían materiales ni métodos adecuados para hacer juntas estancas. Generalmente no pasaban de los 10 metros aunque a veces construyeron algunos de bastantes metros más. Preferían construir acueductos de dos o más pisos de arcos superpuestos. EL ACUEDUCTO ROMANO DE SEGOVIA El acueducto de Segovia desde el siglo primero de nuestra era ha servido para abastecer de agua a Segovia y en su misión ha transitado por todas las épocas que van desde la antigüedad clásica hasta nuestros días. Es un caso de ejemplar supervivencia, casi tan misterioso como su propio misterio. Teniendo como tenemos, el monumento en pie sigue siendo un enigma. No sabemos a ciencia cierta a qué se debe su existencia por otro lado tan real y evidente. ¿Quién lo mandó construir? ¿En qué fecha o fechas aproximadas se hizo? ¿Quiénes fueron los artífices que lo elevaron? ¿Cómo se justifica tan colosal obra hidráulica para una ciudad, al parecer tan insignificante al lado de otras opulentas y famosas de la Hispania romana? DESCRIPCIÓN El acueducto se construyó en dos fases. En la primera (9 km,) tomaban el agua en el arroyo de la Fuentecilla del Tilviejo, que en el verano no tiene casi caudal, por lo que se vieron obligados a tomarla en el río Moros que tiene más aportaciones. La segunda fase (5 km.) acaba en un salto de unos 75 metros. Si tuviésemos los archivos de los romanos, veríamos el proyecto de la traída de aguas a Segovia y el de la ampliación del mismo. Toma sus aguas en la cabecera del río Moros. Salida del canal con su compuerta correspondiente. En es t a par te se l lam a Las piezas de granito están sujetas con pletinas de hierro. Descripción Azud que fue reconstruido en tiempo de los Reyes Católicos. rí o Ace bed a. El canal fue construído con piezas de gneis. En algunos tramos fue desmontado en parte para construir una cerca de una finca. Descripción Hay restos de una calzada romana. El canal llega a la llamada primera Torre de Agua, que es una almenara en la que se liberan por un lateral los excesos de caudal. El que cabe por el canalillo de la estructura elevada es de unos 20 litros/segundo. Descripción Salida de la primera Torre de agua por un canal, de piezas en U, que sigue hasta la segunda torre. Esta segunda Torre de Agua es una sencilla estación depuradora. Descripción El canal se desvió al corregir un gran cambio de rasante, que había en la carretera que va paralela al acueducto. Esta segunda caseta era una sencilla estación depuradora romana. Al llegar al foso, de mayor superficie que el canal, el agua perdía velocidad y se decantaban los sólidos en suspensión. Por un lateral salían las espumas y objetos flotantes. Descripción Interponiendo una tabla en la salida del foso, se obligaba a salir el agua por debajo. Descripción Salida de flotantes y espumas. Paso del agua. Los primeros arcos fueron reconstruidos muchas veces. Descripción Era el primer sitio al que llegaban los invasores al desmontarlos inutilizaban todo el acueducto. En la parte central se colocaron unos muretes de ladrillo, que estuvieron almenados en la época de las guerras carlistas. Descripción Antes de llegar a la estructura de doble arcada quiebra en ángulo de 127º para atravesar la vaguada en donde se ubica la parte más monumental y conocida del acueducto. Descripción Perfecta colocación de los sillares sin argamasa alguna. Vista desde el este antes de las obras de los años 70. Ensanche en la ubicación de la caseta de centinela. Descripción Desde el oeste Características Longitud total . . . . . . . 15 km. Acueducto en tierra . . 14 km. Acueducto elevado . . . . 1 km. Altura máxima . . . . . . 28 m. Caudal máximo . . . . . 20 l/seg. Número de sillares . . . 20.400 Número de pilas . . . . . 120 Número de arcos . . . . 166 Descripción Peso aproximado . . . . . 20.400 t. Peso del sillar mayor . . . 2 t. Obelisco en el comienzo del Acueducto elevado. Representa un pergamino sujeto por unos brazos a ambos lados. Se dejó una tubería con llave, para poder echar agua por el canal hasta la fuente de Santa Colomba. Debería pasar agua a ciertas horas, para dar testimonio de que es el único acueducto romano del mundo, que sigue llevando agua. Descripción Dibujo antiguo a lápiz Esta fuente se encontraba desmontada y se situó en la terraza de Santa Colomba, que tomó el nombre de la iglesia que aquí aparece. Precioso grabado de G. Doré Montando la fuente Monumento Nacional desde 1884 La Ciudad Vieja de Segovia y su acueducto Patrimonio de la Humanidad desde 1985. Ubicación de las placas de señalización en el pavimento. Puntos verdes: Documentados. Puntos rojos: Fuentes orales. Esta talla de San Sebastián estaba muy quemada por los fuegos artificiales que ponían en las fiestas. Se trasladó al museo de Segovia. En ese nicho estaría una estatua de Hércules o un jabalí, abundante en esa zona en aquellos tiempos. Esta talla de la Virgen del Carmen fue colocada el 21 de mayo de 1520 por Antonio de La Jardina, ensayador de la Casa de la Moneda, y a su costa. Tallas de Hércules y un jabalí replicas del dios y del símbolo de la sierra cercana. Probablemente esto, o algo parecido, era lo que habría en los dos nichos centrales de las cartelas. La leyenda La aguadora – Goya – Museo de Budapest LA LEYENDA Oíd. Voy a referíos el origen del acueducto de Segovia. Hace años, muchos años vivía en Segovia un anciano sacerdote, En compañía del cura vivía su sobrina María. Se ocupaba de traer el agua hasta su casa, desde una fuente lejana Preparada un buen día para ir de fiesta a la plaza vio en un ángulo de la cocina el cántaro del agua sin una gota de líquido dentro. Llena de ira se lanzó a la calle y llegó a las puertas de la ciudad. Con voz clara y distinta dejó oír estas palabras: -¡Daría mi alma al que me evitase venir todos los días a la aborrecida fuente! -- ¡Yo la tomo! - respondió un caballero con una voz sarcástica y suave. Vuelve a tu casa, niña, dijo aquel hombre; jamás tendrás que volver a la fuente. Siempre que me llames me hallarás en tu presencia, y recuerda tu palabra, que hace mía tu alma para siempre. El desconocido alargó la mano y tocó el borde del cántaro. Instantáneamente se llenó éste, D. Frutos le dijo a María que llamase al desconocido. - Te doy mi alma, dijo D. Frutos con voz serena, si haces lo que he de pedirte; pero a condición de que si no cumples, quedará también libre el alma de María. - ¡Sea! dijo el diablo, -Yo no quiero sólo agua para mí; necesito que la traigas para toda Segovia. - ¡La traeré!. - Pero ha de ser esta noche y si el puente que vas a construir para que el agua llegue hasta la parte alta de la ciudad no está concluido, sin que le falte una sola piedra, al salir el sol de mañana, no tendrás derecho ni a mi alma ni a la de María. . ¡Dicho está! respondió el diablo. Corría Satanás de un lado a otro con tan voladora actividad, que siempre aparecía allí donde mayor esfuerzo se necesitaba, y la negra legión no podía darse momento de descanso. El gigantesco puente estaba casi concluido; sólo faltaba colocar una piedra en su sitio, en la parte más elevada, cuando el sol asomó al borde de su brillante disco por encima de la sierra. Un hilo de luz, cruzó el espacio y vino a herir el acueducto antes de que Satanás mismo, alzado en hombros de sus obreros, tuviera tiempo de colocar la última piedra. Su asombro al contemplar los arrogantes arcos del acueducto, no tuvo límites, y en breve se hallaba la población entera reunida en el Azoguejo, comentando el hecho prodigioso. Entonces fue cuando, llenos de gozo, D. Frutos y su sobrina dieron con fuertes voces a sus convecinos la clave del misterio. María arrepentida de su pecado, mostrábase dispuesta firmemente a no correr jamás el riesgo de perder su alma. Este es el verdadero origen del Acueducto de Segovia. Si lo dudáis, observad la piedra que en él falta y que jamás ha podido ser colocada. Mirad todavía en cada una de las piedras las huellas Que en ellas dejaron los abrasados dedos de Satanás. Hendiduras para poder elevar los sillares con unas pinzas. Cuanto más pesan más aprietan. Entonces tendréis el convencimiento de la verdad de mi relato, y adquiriréis la certidumbre de que el acueducto, que ya cuenta con tantos siglos de existencia, subsistirá en pie, según la promesa del diablo, hasta la consumación de las edades en la última noche del mundo. AURELIO RAMÍREZ GALLARDO EL ACUEDUCTO ROMANO DE SEGOVIA Técnicas de construcción No tenían elementos para cortar sillares de arenisca. El gneis da cortes escalonados. Lo sacaron de aquí. Los sillares los sacaron de tolmos superficiales como estos. Si en un peñasco de granito se hacen una hendiduras con un cincel, se rellenan con cuñas de madera de olmo, se rodean con un cordón de arcilla y se rellenan de agua, al día siguiente está roto en dos trozos con un corte plano y limpio. En cada trozo quedan las huellas de las semicuñeras. Este granito es una roca isotrópica (tiene las mismas propiedades físicas en cualquier dirección) y por ello se pueden cortar sillares de forma trapecial. Estos sillares están muy poco meteorizados y todavía conservan en ellos las huellas del aplanado a pico. La meteorización del granito se manifiesta en muchas piezas, aunque no parece mucha para los aproximadamente 1950 años que han pasado desde su construcción. Cara de un sillar coincidente con una diaclasa o con un espejo de falla y que no se ha meteorizado. Es increíble cómo, a veces, cortaban los sillares para que asentasen bien. Todavía no se ha roto. Aquí vemos las semicuñeras del corte y las huellas de los encajes de las tenazas. Los ingenieros romanos no modularon la disposición de los sillares. Podrían haber repetido la parte señalada en azul pero entonces presentaría una monotonía que no resultaría tan agradable como la diversidad de juntas. En algunas hay 8 hiladas y en otras 9. En las enjutas señaladas en rojo puede verse la gran diferencia que hay en ambas. En el Somorrostro se publicó esta interpretación de las inscripciones, que no coincide con las que reproducimos directamente desde un andamio. Cartelas con las huellas de las inscripciones a ambos lados del sotabanco . Están sacadas en 1973 desde unos andamios y son la reproducción exacta con indicación de las que todavía tienen plomo o solo son indicio. Fernández Casado propone el texto: TI CLAVDIVS PONT MAX VIII COS III TRIBVNICIA POTESTATE VIIII IMPPP OMNIVM FECIT El alemán Alfoldy propuso una nueva interpretación en la que cree ver una referencia a una restitución del acueducto. No nos parece acertada. En la parte central dispusieron unas cartelas con letras de bronce y unos nichos con estatuas alegóricas. Podrían haber sido un Hércules y un jabalí. Huellas de alojamiento de las patillas de las letras. En algunas quedan todavía restos del plomo que utilizaban para encastarlas. AURELIO RAMÍREZ GALLARDO EL ACUEDUCTO ROMANO DE SEGOVIA Reparaciones Las obras tenía como objetivo contemplar los siguientes aspectos. Estabilidad Alejar la tubería instalada cerca de la cimentación y desmontar la de la coronación. Integridad . y derribo de muretes en coronación. Limpieza de todos los elementos extraños Funcionalidad Restablecer el paso del agua por su coronación hasta una fuente. Conservación Sellado de las juntas del canal de coronación. Consolidación Inyecciones de cemento para tratar la cimentación , la falla central. y el cosido de sillares Restauración Restablecer la imposta en los arcos centrales y la funcionalidad de todos las elementos que los componían desde su construcción por los romanos. La Comisión Inspectora de las obras estaba formada por las siguientes personas: Cartel de las Obras de Reparación y Consolidación del Acueducto de Segovia. Años 1970 - 1974. Antes de redactar el proyecto se hizo una inspección detallada de toda la estructura. Esta caseta estaba en muy malas condiciones. El foso estaba relleno de escombros, habitada, con entrada de energía eléctrica y encalada. Así quedó después de ser restaurada. A mediados del siglo XX se colocó sobre la coronación una tubería entre muretes de ladrillo. Se recubría de paja para preservarla de las heladas. Se desmontaron todos los muretes y tuberías. Quedó libre el canal de piezas enterizas en U que llevan el agua por la coronación del acueducto. Esta estructura se colocó en la época del rey Felipe V. Al quitar los muretes el contorno, queda festoneado como en el resto, desaparece la línea recta y el desproporcionado sotabanco resulta más armonioso. Arco cegado. Una vez descubierto se vio que era una bajante a un aljibe. Una vez restaurado presenta este mejor aspecto. El acueducto sigue, haciendo un ángulo de 90º. Los sillares. que aquí faltan, fueron sacados para colocarlos en la coronación, muy desordenadamente por cierto, en reconstrucciones de hace unos siglos. Los romanos no culminaron la construcción. Por esta razón no hay casi noticias de él en la antigüedad. Irresponsables restauradores desmontaron estas piezas y las colocaron, muy mal por cierto, encima de los arcos superiores. Al urbanizar la plaza del Azoguejo excavaron demasiado dejando al descubierto el dado de cimentación de esta pila. Debajo puede verse la arenisca del Albense. En la mayor parte está cimentado sobre gneis y granito. Para proteger esta pila se colocaron unos micropilotes de hormigón armado recogidos con un zuncho. Aquí podemos ver el cielo entre dos dovelas. La clave, que siempre es de una sola pieza, está partida por la mitad. Para coser los sillares rotos se hicieron unos taladros, solo con rotación, con bocas de diamantes. En estos orificios se colocaron unos bulones de bronce roscados y pegados con resina epoxi. Si fuesen de hierro se podría ocasionar la rotura del sillar al dilatarse el bulón por oxidación al penetrar la humedad. La borra es para impedir la salida del mortero pobre inyectado. Una vez tapados con argamasa de mortero de arena de granito y cal pasan totalmente desapercibidos. Las enjutas de los arcos se rellenaron para evitar movimientos de adaptación a los huecos. Se hizo con mortero pobre para no pegar las piezas y conservar su comportamiento isostático. Se impermeabilizaron todas las juntas de las partes superiores con resinas elásticas de epoxi con tiokol para evitar episodios como éste. Desmontando un trozo de la coronación aparecieron siete pisos con *opus signinum* (material impermeabilizante de fondos de conductos de agua) pero no es romano, lo que confirma que ellos no lo terminaron. Las piezas en U del canalillo actual son de la época del rey Felipe V. Piezas que faltaban en la cartela y en todos los arcos del primer piso. En la parte central se restituyeron las piezas que faltaban sobre los arcos y todo el contorno de las cartelas donde estaban las inscripciones romanas. En ésta el arco les salió un poco ojival, las piezas son pequeñas y hay un gran desorden. Esta reconstrucción está como muy refinada y con sillares pequeños. En uno de ellos dataron la obra. En una noche sin luna, apagando el alumbrado de la calle y con luz lateral de unas linternas se vió claramente que ponía SIGLO 19. Les debió parecer vergonzoso traducir la numeración romana y la picaron. Marcas de los canteros halladas en algunos sillares. AURELIO RAMÍREZ GALLARDO EL ACUEDUCTO ROMANO DE SEGOVIA Publicación Podrá encontrar una información más completa en la publicación titulada: SUPERVIVENCIA DE UNA OBRA HIDRÁULICA EL ACUEDUCTO DE SEGOVIA 1ª edición numerada 1975 – 329 páginas - agotada 2ª edición corregida 1992 – 297 páginas - agotada Autor: Aurelio Ramírez Gallardo - [email protected] 639 017934 SUPERVIVENCIA DE UNA OBRA HIDRÁULICA - EL ACUEDUCTO DE SEGOVIA Encontrará una amplia información sobre este magnífico acueducto romano. El libro escrito por el Doctor Ingeniero de Caminos Aurelio Ramírez Gallardo, explica con gran detalle técnico y estilo narrativo la restauración del acueducto paso a paso. SUMARIO Presentación, por el Marqués de Lozoya Prólogo, por Fernando Chueca Goitia, Doctor Preliminar, por el autor Aurelio Ramírez Gallardo Capítulo I Descripción. - La toma. - La conducción. - Primera torre de agua. Casa de piedra. - Segunda torre de agua. Caseta de decantación. - Acueducto en arquería simple. - Resto del acueducto pasada la muralla- - Características principales. Capítulo II Realización. - Comentarios sobre su construcción. - El perfil longitudinal. Por qué utilizaron el granito. - Despiece del alzado. - Técnicas de construcción. - Por qué hicieron un acueducto. - Cuándo se construyó el acueducto. Por qué fue construido en Segovia. - Cuánto pesa. - Por qué se mantiene en pie. Su precio. - Cuánto va a durar. Capítulo III Antecedentes. Proyecto y motivaciones de las obras de reparación y consolidación. Estabilidad. - El proyecto. - Informes de distintos organismos. Componentes de la Comisión Inspectora, de la dirección de obra y contratista. Capítulo IV Las obras de reparación y consolidación. Estabilidad. - Integridad. - Funcionalidad. - Conservación. Consolidación. - Restauración. - Su conocimiento. Capítulo V Las obras de reparación y consolidación a través de la prensa. Capítulo VI Datos históricos. Primera parte: Documentos desde 1483 hasta 1868. Segunda parte: Noticias aparecidas en los diarios y revistas desde 1868 hasta 1970. Capítulo VII La leyenda Bibliografía Lista de ilustraciones Un volumen en tamaño 22 x 32 cm. 297 páginas. 76 dibujos y fotografías. 27 grabados antiguos. Autor: Aurelio Ramírez Gallardo - [email protected] SUPERVIVENCIA DE UNA OBRA HIDRÁULICA EL ACUEDUCTO DE SEGOVIA PROLOGO DE FERNANDO CHUECA GOITIA Existen monumentos en la historia de los que tenemos a veces sobradas noticias, fechas y motivos de su erección, personajes que los promovieron o fundaron, artífices que los llevaron a cabo, circunstancias y fatigas por las que pasó su construcción y todo aquello que se puede desear para su más perfecto conocimiento. Pero, después de todo esto, puede ocurrir que lo que nos falte sea el monumento mismo. que las guerras u otras catástrofes lo destruyeran y que sólo queden algunos vestigios informes, ruinas lastimeras o miembros dispersos que exigen un esfuerzo del arqueólogo para reconstruirlos teóricamente. Tal es el caso, por ejemplo, de la famosa, ingente y monumental Abadía de Cluny que el tiempo se llevó sin dejar casi rastro de ella. El acueducto de Segovia es el caso totalmente inverso: tenemos el monumento, entero y redondo. en perfecto estado de salud, debido a los muchos e inteligentes cuidados que ha recibido al correr de los siglos y debido, también. a su fortaleza física natural. Nada nos falta de tan preciosa construcción utilitaria que ha estado viva y operante hasta nuestros días y que lo sigue estando incluso hoy, bien sea en función honorífica. El acueducto de Segovia desde el siglo primero de nuestra era ha servido para abastecer de agua a Segovia y en su misión ha transitado por todas las épocas que van desde la antigüedad clásica hasta el siglo veinte, pasando por visigodos, sarracenos, conquistadores castellanos, larga edad media. Reyes Católicos. Austrias y Borbones. para llegar al agitado siglo XIX con sus invasiones, carlistadas, revoluciones progresistas y restauraciones conservadoras o moderadas, sin que para nada su incólume estructura padeciera a no ser que llamemos padecer a pequeñas, aunque gloriosas, heridas pronto restañadas. Es un caso de pervivencia ejemplar y por eso nos parece muy oportuno el título que Aurelio Ramírez ha dado a su obra: "Supervivencia de una obra hidráulica". Sí que es un caso de ejemplar supervivencia, casi tan misterioso como su propio misterio. © Aurelio Ramírez Gallardo Porque el reverso de la cuestión es precisamente este de su misterio. Teniendo, como tenemos, el monumento en pie sigue siendo un enigma. No sabemos a ciencia cierta a qué se debe una existencia por otro lado tan real y evidente. ¿Quién lo mandó construir? ¿En qué fecha o fechas aproximadas se hizo? ¿Quiénes fueron los artífices que lo elevaron? ¿Cómo se justificaba tan colosal obra hidráulica para una ciudad al parecer insignificante al lado de tantas otras opulentas y famosas de la Hispania romana? El enigma del acueducto ha obsesionado y sigue obsesionando a mentes muy diversas: cronistas, historiadores, arqueólogos, poetas y escritores que arrebatados por sus bellezas, por esa carnosa transparencia de piedra, que recibe las luces más diversas, de la mañana o del ocaso, respondiendo con imágenes que unas veces parecen flotar ingrávidas en el aire y otras pesar en el suelo con gravedad geológica y que al variar de carácter y de presencia hacen más inescrutable el arcano. No nos extraña que Ramón Gómez de la Serna al escribir el Secreto del Acueducto imaginara un personaje de ficción, el chiflado cronista Don Pablo, que llegó a enloquecer antes de desentrañar el misterio. La verdad es que a pesar de todos los esfuerzos llevados a cabo. el monumento sigue guardando celosamente su misterio, sin que el asedio de los más esforzados campeones conquiste mayores certidumbres y sigamos conformándonos con atisbos y conjeturas, que nos colocan en el trance desesperado de echarlo todo al diablo. es decir de poner el empeño a la cuenta del "maligno", que en un momento de satánico capricho quisiera hacer burla de los hombres imponiéndonos: sus inverosímiles extravagancias. Hay que reconocer que últimamente quienes más y con más éxito han arremetido con el enigma del acueducto no han sido doctos y pacientes escriturarios, eruditos, diestros en el manejo de papeles polvorientos o en el cotejo de crónicas y viejos infolios, sino hombres de ciencia y técnicas modernas, ingenieros avezados en la construcción y práctica de obras. Dos ingenieros de caminos. Carlos Fernández Casado y el autor de este libro son los dos que han avanzado más en el espinoso camino de ir explorando el acueducto. su historia y su realidad. © Aurelio Ramírez Gallardo El Marqués de Lozoya ya acusa en su amena y sugestiva presentación la importancia de la aportación de los escritores formados en ciencias exactas. físicas o naturales a los temas históricos. Nada más cierto, en este caso, donde podemos comprobar cómo la labor de estos dos ingenieros ha hecho posible enfocar el estudio del acueducto saliéndose de los moldes trillados y de esa sempiterna repetición de lo que doctamente expusiera el canónigo Somorrostro en un libro clásico, que ahora, con gran acierto, ha reeditado la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia en edición facsímil de la de 1820. Tanto Fernández Casado como Aurelio Ramírez intervinieron decisivamente en las obras de restauración y consolidación del acueducto que ha llevado a cabo la Confederación Hidrográfica del Duero con motivo del bimilenario del acueducto celebrado en 1974. Fernández Casado fue veterano maestro de Ingenieros Historiadores de la Ingeniería, que llevaba la alta dirección y asesoramiento de las obras. Aurelio Ramírez, joven y entusiasta. "natural de Segovia", fue el brazo ejecutor y el puntual realizador de una obra extraordinariamente delicada y comprometida que provocó mucha inquietud entre los amantes del arte y de la historia, pues corrieron las más truculentas especies sobre la ortopedia que se iba a emplear para asegurar la traba de las cansadas piedras sostenidas en equilibrio durante tantos siglos. El autor de estas líneas fue testigo de excepción de la labor de ambos pues formó parte de una comisión veedora y asesora de los trabajos, representando a la Real Academia de la Historia. Miembros de aquella Comisión fueron el llorado arquitecto Luis Menéndez Pidal por la Academia de Bellas Artes. Los, también arquitectos Francisco Pons Sorolla, por la Dirección General de Arquitectura y Francisco Iñiguez por la de Bellas Artes, el arqueólogo Martín Almagro por la Comisaría de Excavaciones y el alcalde de Segovia. Presidía con tacto, inteligencia y saber, el Director de la Confederación Hidrográfica del Duero, Santiago Serrano Pendán. Puedo decir que la labor de la Comisión, fue, además de gratísima, "fácil y sencilla, pues en ningún momento tuvimos la mínima discrepancia con los directores de la obra, ni con los criterios de Fernández Casado, Aurelio Ramírez, o los arquitectos Arenillas y García Gil que también colaboraron en la dirección. © Aurelio Ramírez Gallardo De mí, sé decir que en lo único que tuve que esforzarme fue en explicar a algunas personas alarmadas por la suerte del acueducto -algunos compañeros de Academia entre otros- en qué consistían los sistemas y procedimientos de consolidación que se estaban llevando a cabo para tranquilizarlos. No voy a decir ahora cuales son estos procedimientos y expedientes porque en gran parte este libro está dedicado a explicarlos y porque ahora, que el acueducto que ha salido de la delicada operación quirúrgica, todo el mundo puede verlo sano y salvo y sin ninguna cicatriz. Los expertos ingenieros se han revelado también maestros en cirugía estética como si operaran sobre el cuerpo de una bella actriz donde no cabe el menoscabo de sus encantos físicos. El Monumento, además de fuerte y sano ha quedado lozano y embellecido como nunca. Aurelio Ramírez fue entrando en el tema con un fervor creciente y durante unos años no vivió sino para el Acueducto, auscultándolo, revisándolo, midiéndolo, pesándolo, analizando sus piedras una a una, su despiezo y aparejo. no dejando cosa por conocer por insignificante que sea. Para Ramírez el cuerpo del acueducto no tiene secretos, pero su historia... eso ya es otra cosa, su historia se resiste. No obstante, encariñado con su tarea también la ha emprendido con ella. El mismo nos lo dice en el capítulo IV. pág. 65 de su obra: "Hemos pretendido al mismo tiempo contribuir a la historia de este monumento iniciando una serie de investigaciones sobre todo lo relacionado con el acueducto y que hemos plasmado en esta publicación". En efecto. el autor no ha escatimado esfuerzo por reunir todo aquello que al acueducto concerniera. No sólo lo que se refiere al aspecto técnico de las obras en lo que es exhaustivo sino también a los temas históricos y literarios llegando a recoger todo tipo de noticias aparecidas en la prensa nacional y local desde 1868 hasta 1970. No falta tampoco en su obra la más completa iconografía del monumento que conocemos. su figura plástica aparecida en viejos grabados. en estampas. en litografías y curiosas fotografías del pasado. Uno de los capítulos que más nos interesa es el II, titulado: "Realización", Dentro de él es particularmente interesante aquello que se refiere al material granítico con el que el insigne monumento está fabricado. El tema es de enorme envergadura, aunque aparentemente la elección del material parezca en este caso algo obvio y sin problemas. En la ciudad de Segovia, vecina de la cordillera carpetovetónica donde las rocas volcánicas tanto abundan y donde el granito ha sido tradicionalmente el material de construcción por antonomasia, que el acueducto se construyera en este material no tiene nada de particular. Sí, pero.., en este pero se tienen que matizar muchas cosas que s0n las que nos aclara puntualmente Aurelio Ramírez. Las pilas del acueducto están sobre cimientos unas veces de gneis y otras de arenisca del Albense; en cambio la superestructura es toda de granito. Algunas personas han intentado encontrar en medias laderas las posibles canteras de donde se extrajeran los 7.500 m.3 necesarios para la construcción y nunca aparecieron: El volumen es de suficiente entidad para que esto hubiera dejado huella. Pero estas personas no se daban cuenta de que los romanos no poseían los medios de perforación ni los explosivos capaces para explotar estas canteras, desglosar grandes bloques y desdoblar luego sillares de considerables dimensiones y bien escuadrados. "Recorriendo el terreno próximo a Segovia --dice Ramírez- hemos delimitado la situación del granito y hemos comprobado que tiene una composición y unas características similares al utilizado en el acueducto. Entre el río Eresma y la ciudad de Segovia hay todavía tolmeras con muchos bolos superficiales, y cuanto más nos acercamos al acueducto, son menos numerosos, hasta llegar a desaparecer bajo las huertas actuales" (pág. 25). En estos bolos desaparecidos -que no cantera- estarían los 7.500 m.3 que buscamos". El hallazgo de Ramírez lo consideramos esencial, como una de las contribuciones más interesante, a la historia del acueducto. Los bolos, mediante cuñas de madera mojadas que hinchan por la humedad se desdoblan en hermosos sillares de caras planas, casi geométricamente regulares, debido a la condición isótropa de la roca granítica. Todavía pueden verse en los sillares del acueducto las huellas de las cuñas. Esto explica muchas cosas: primero que el material estaba a pie de obra y que al no tener que ser acarreado desde lejos, construcción tan rica y generosa podía ser al mismo tiempo económica; segundo que se ahorraba mucha labra y que debido a la regularidad de los sólidos podía hacerse, como se hizo, una construcción a todo tizón de pura piedra de sillería y sin argamasa lo que realmente es un lujo inusitado en una obra utilitaria. Con esto venimos a recaer en un tipo de construcción de tradición griega o helenística: sillares perfectamente labrados y colocados a hueso. Que así se haga algo tan refinado como el Partenón no nos extraña, pero que se haga un humilde acueducto provinciano es mucho pedir. Pero ya hemos explicado qué circunstancias especiales abonan tal procedimiento. Claro está que la labra del acueducto fue tosca y que los sillares no apoyaban en toda su superficie y no les hubiera venido mal de todas maneras la argamasa de reparto. El tipo de construcción sin argamasa le lleva a Fernández Casado a retrasar la fecha del acueducto, que muchos consideran de tiempos de Trajano, hasta los de Claudio. Oigámosle: "Si, nos movemos en el siglo l. el hecho de ser fábrica sin argamasa nos autoriza a rechazar la fecha buscada, ya que este modo de construir siempre en opera quadrata, directamente heredado de los griegos, queda sustituido en lo propiamente romano por la Structura cementiciae, es decir, de piedra menuda necesariamente conglomerada y paramentada, bien con la misma opus quadrata o bien más normalmente en las obras públicas con opus incertum u opus reticulatum y posteriormente con opus lateritia, que en Roma sustituye casi definitivamente a las demás y especialmente en el ramo de los acueductos, a partir de los arcos neronianos o celimontanos de la ampliación del "Aqua Claudia". (Publicado en Acueductos Romanos en España. Instituto Eduardo Torroja. 1972. Transcrito en este libro páginas 31 a 35). Según esto el tipo de construcción cuadrata fijaría la fecha de Claudio hacia atrás. Es la tesis de Fernández Casado que reconstruye la inscripción del sotabanco con la dedicatoria a Claudio que parecía plausible. Sin embargo. al poder examinar los agujeros que servían para recibir los grapones de las letras, gracias a los andamios montados para la restauración, Aurelio Ramírez ha demostrado que no coinciden exactamente con los que Fernández Casado había detectado por fotogrametría terrestre. Sigue el enigma. . . Nos queda ahora una duda. Si la construcción quadrata. como ha demostrado Ramírez. era la lógica en el lugar preciso del acueducto ¿no seguiría siendo lógica aunque los usos de la construcción hubieran variado en lugares menos condicionados por la existencia de un excelente material al pie mismo de la obra? Todo esto no hace más que aumentar las incógnitas. © Aurelio Ramírez Gallardo Una cosa que es indudable es que teniendo este material supieron aprovecharlo y lo hicieron con economía. Es decir. a material más perfecto y menos tosco, menores espesores. Otro tipo de material hubiera obligado a secciones y pilas mucho más gruesas y no se hubiera podido dar la esbeltez que todos acusan. También hubiera sido incongruente no aprovechar al máximo las posibilidades del material como lo hicieron, probando que fueron audaces. porque sabían lo que se hacían. Yo diría un poco hiperbólicamente que el acueducto de Segovia tiene algo de gótico, en cuanto que al igual de los constructores de las catedrales medievales los del acueducto apuraron las posibilidades de un material de suyo costoso. Se compensaba una cosa con otra. Todas estas consideraciones me interesaron mucho. pues cuando se restaura-ba el acueducto segoviano y Aurelio Ramírez me explicaba estas cosas pensaba en el acueducto de Toledo, en cuya restitución hipotética estaba trabajando por entonces. El de Toledo, mucho mayor que el de Segovia (compárese la altura sobre el azoguejo 27 m., con la altura sobre el Tajo 90 m.) no podía ser sino de structura cementiciae, como lo demuestran los frogones existentes, donde el núcleo se conserva sin lugar a dudas. ¿Pero cómo estaría este núcleo paramentado? Pienso que ni siquiera sería posible paramentarlo con opus quadrata porque esto sólo supondría un acarreo de piedra disparatado. Me incliné a pensar que podría paramentarse con mampostería y ladrillo en aparejo mixto, pues siempre he creído que el clásico aparejo toledano es de origen romano. Para encontrar en Toledo una piedra granítica equivalente a la que estaba al pie del acueducto segoviano era necesario acudir a Ventas con Peña Aguilera. a 40 kilómetros de distancia y era inconcebible que los romanos hicieran tal gasto de transporte, máxime en una obra pública. Volviendo al acueducto de Segovia me han interesado mucho sus proporciones que he considerado siempre basadas en modelos arquitectónicos. Me explicaré: Los romanos no disociaban la obra arquitectónica (con sus normas y su lingüística clásica) de la obra ingenieril. Este divorcio reprodujo el siglo XIX cuando la arquitectura todavía se mantenía en la tradición mientras que la ingeniería con las nuevas conquistas tecnológicas se despegaba de ella. Ahora las cosas han vuelto a cambiar y en determinada forma se ha vuelto a producir la unión y no porque la ingeniería haya vuelto al yugo de la arquitectura sino porque ha sido esta la sometida a aquella. © Aurelio Ramírez Gallardo Pero Roma solía ver todo o casi todo more architectonico. Para ver así el acueducto tenemos que hacer abstracción de los dos primeros cuerpos de las pilas centrales que son un obligado recalzo para adaptarse al terreno. Si trazamos una hipotética línea del terreno a la altura de la 2ª imposta lo que nos queda por encima es una espléndida y académica composición de una ordenanza arquitectónica en doble arquería (véase dibujo adjunto). El tramo de las pilas entre la segunda y tercera imposta puede considerarse como el pedestal de esta composición. Si se añadieron otras impostas es porque los constructores consideraron que la única manera de resolver arquitectónica mente el problema era ir añadiendo sucesivos pedestales. Si no, no se comprende que el tramo entre la 3a y 4a imposta sea mucho más largo que los inferiores. Es que ya no se trata de un pedestal sino del pilar propiamente dicho. Dibújense, si se quiere los grandes pilares con las impostas repartidas por igual y se comprobará el desgraciado efecto que se produce. Si se quiere llevar más lejos la imagen arquitectónica del acueducto introdúzase un orden de pilastras o columnas en la estructura desnuda y utilitaria y se verá cual es el modelo arquitectónico subyacente, que, simplificado, subsiste. Para que este modelo quede más respetado, el acueducto necesita una coronación de cierta altura, equivalente a lo que sería el entablamento de un orden. Cuando se empezaron las obras de restauración la masa de esta coronación existía y la formaba el recrecido de mampostería y ladrillo que se había hecho sobre el specus. © Aurelio Ramírez Gallardo Yo tuve, en las reuniones de la Comisión Inspectora, la preocupación por este ático o coronación que, naturalmente, había que quitar, porque era un burdo añadido colocado cuando se hizo pasar por la cumbre del acueducto la tubería de hierro fundido de la última traída de aguas. Pero quién sabe como se hubiera coronado la doble arquería si los romanos que iniciaron la construcción del acueducto la hubieran acabado. Porque el acueducto está sin terminar; le falta el último toque, no esencial en la obra utilitaria pero si en la arquitectónica. Aurelio Ramírez nos explica perfectamente cuáles son las deficiencias de esta coronación, que acaso no se acabó o que acabada fue destruida y recompuesta con precipitación y mal arte, utilizando en la parte alta piezas moldadas de la cornisa de la arquería baja, puestas de mala manera y trastocadas. De cualquier forma, esto es otra pequeña incógnita que queda en pie y ante la que nos atenemos a lo que puntualmente expone Ramírez en la pág. 83 de su texto, Si el análisis del ingeniero director de las obras del acueducto es tan minucioso como venimos viendo y no se le escapa punto alguno que considerar y esclarecer, hay que agradecerle también su paciente labor de recopilador de noticias de todo orden en torno al monumento. Esto hace que su libro sea una Summa o Varia Recopilación, donde al documento de alto rango histórico se une la más trivial noticia periodística que puede sin embargo ponemos en pistas fructíferas o servimos a todos de curiosa lección. Tal es el caso de la polémica que se levantó cuando a petición de la Real Academia de la Historia se declaró Monumento Nacional el Acueducto el 11 de octubre de l884 (pág. 205). El informe de la Real Academia escoció mucho a los munícipes segovianos por los términos en que estaba redactado. Se consideraron heridos en su dignidad y se levantó una polvareda en la prensa. Todo lo recoge puntualmente el autor del libro. "Circula por Segovia el rumor (dice el informe académico) de que el Ayuntamiento va a permitir que se haga alguna edificación arrimada a sus pilares". En 1884 este informe exaspera al Ayuntamiento, a la Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País y a muchos probos escritores y periodistas, pero andando el tiempo y sin que hayan pasado veinte años el arquitecto municipal Sr. Odriozola propone el derribo del arco del acueducto que se apoya en la bajada del Postigo entre los edificios del Gobierno Civil y el Seminario Conci-liar (pág. 254). Lo propone para hermosear la calle, mejorar la circulación y aprovechamiento de la piedra para otras obras. El Ayuntamiento por supuesto aprueba la propuesta y determina que la demolición se haga en el más breve plazo de tiempo. No valía la pena que esta Corporación se © Aurelio Ramírez Gallardo rasgara tanto las vestiduras y se sintiera ofendida al discutirse su celo en la conservación del Monumento. También resulta muy interesante y curioso todo el largo proceso que suscita la interpretación de la cartela del acueducto, es decir la' inscripción que se hallaba en el. sotabanco entre las dos arquerías centrales. Esta inquietud prende el año 1885. sin duda a consecuencia de la Declaración de Monumento Nacional y como respuesta de los segovianos, demostrativa de su interés por el monumento. Es la Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País la que patrocina esta investigación que termina desgraciadamente en un rotundo fracaso. pero que da lugar a un torneo de erudición en el que en medio de mucha disgresión inútil y fatigosa salta algún chispazo interesante que podrá servir a los investigadores futuros. Estos, también agradecerán mucho a Aurelio Ramírez que haya puesto a su disposición con orden y buen tino tan copioso material documental. Yo quiero terminar diciendo al autor de este libro que de una cosa podrá envanecerse y creo que será la que más al fondo le llegue: su nombre. a partir de la restauración, que con tanto celo como talento natural y competencia técnica, dirigió, y a partir de la publicación de este libro, que le convierte en Somorrostro de nuestro siglo, quedará para siempre unido al del acueducto. Y estar unido a un monumento cuya pervivencia él ha demostrado y asegurado es también asegurarse la pervivencia propia con la gratitud de las generaciones venideras. FERNANDO CHUECA GOlTIA FIN © Aurelio Ramírez Gallardo