Relatoría - Centro de Estudios Políticos y Constitucionales

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LA POSIBLE REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
D. Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón
El miércoles 12 de febrero tuvo lugar una conferencia sobre “La posible reforma de
la Constitución española” que impartió D. Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón,
consejero permanente de Estado y miembro de la Real Academia de las Ciencias
Morales y Políticas en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. La misma
fue presentada por el director del CEPC, D. Benigno Pendás que recordó una cita
del ponente: “No hay que confundir la poda del árbol con arrancarlo de raíz”.
D. Miguel Herrero propuso un título alternativo para su ponencia: “La prudente
revisión de la CE” y estructuró su intervención en tres apartados: ¿es posible
reformar la Constitución?, ¿conviene reformarla? y ¿cómo se puede reformar?
En primer lugar sostuvo que, indudablemente, la Constitución española se puede
reformar, aunque sea una constitución rígida. Ahora bien, no se encuentra entre las
más rígidas pues no presenta límites infranqueables o cláusulas pétreas como
otras europeas y, sí cláusulas de apertura. Eso sí, existen dos requisitos materiales:
es indispensable un consenso político tan amplio, como mínimo, como el que hubo
en 1978 y un consenso que ha de ser técnico.
En segundo lugar, la pregunta acerca de si es conveniente reformar la Constitución
tiene, en su opinión, una respuesta más difícil. D. Miguel Herrero consideró que
sería deseable que ésta se adaptara a la vida real estatal, que diera expresión de su
dinamicidad. Para ello sería necesario un balance de costes y beneficios y una
huida de la idolatría y la magia constitucional. La idolatría constitucional basada en
la concepción de la constitución como algo intocable, la constitución deja de ser
instrumento para convertirse en “dique con pretensiones de fósil” y la magia
constitucional consistente en atribuirle poderes, remedios para todos los
problemas.
Tales malos usos de la Constitución impiden valorar sus pros y contras. Sobre esto,
concluyó que la Constitución española debe reformarse cuando las circunstancias
lo exijan. La apertura de un proceso constituyente en este momento, en su opinión,
ofrece más desventajas que ventajas y su argumento principal se basa en una
reflexión: cuál sería la actitud de partidos políticos y de la sociedad civil al tratar
semejantes temas cuando no se consensua en temas de menor calado.
En tercer lugar, D. Miguel Herrero se decantó por renunciar a la reforma explícita
de la Constitución española, en cambio, propuso reformar la Constitución a través
de su mutación. Reconoció la existencia de una serie de extremos necesitados de
mejora que “exigen tocar el desarrollo legal del texto (constitucional) pero no el
texto mismo”. Y puso algunos ejemplos: la organización y financiación de los
partidos políticos, la independencia de la justicia, la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional o una ley orgánica de la Corona que marque detalladamente en
Derecho su forma de actuar y el contenido de su actuación entre otros.
D. Miguel Herrero se manifestó en contra de la “mutación constitucional” en los
términos propuestos por Jellinek e introducido por Pablo Lucas Verdú en España,
esto es, un cambio que deje indemne el texto constitucional. Es importante que el
texto de la Constitución española permanezca intacto y, si cabe, mutar el mismo sin
cambiar el texto, obviando así los costes que mencionó durante su ponencia.
Existen tres extremos que se han de tener en cuenta: el fundamento, alcance y
límites de la posible mutación constitucional. Las normas constitucionales abren la
dinámica política que excede de las propias normas, que evoluciona. Es necesario
ajustar la normatividad constitucional a la realidad social. “¿Supone esto reducir la
Constitución normativa a una Constitución semántica?” se pregunta D. Miguel
Herrero, a lo que responde que no, todo lo contrario, pues se ha de interpretar,
precisamente, atendiendo a la realidad social en la que las normas deben ser
interpretadas, llevando a cabo una interpretación teleológica. Resaltó que la
finalidad de la Constitución española es la integración de la política y en esto recae
la justificación de la mutación de la misma. Para ello existen formas silenciosas de
mutación que pueden afectar a la Constitución normativa para hacerla más
efectiva. E, impuso un límite: una Constitución normativa como la española no
puede ser formalmente violada.
Concluyó que los términos mismos a los que alude la Constitución española han
cambiado desde 1978 (empleo o vida, por ejemplo) y que es a través de la propia
jurisprudencia constitucional, de la legislación, de la práctica, del consenso político,
de las Comunidades Autónomas mediante sus Estatutos de autonomía o de la
Unión Europea como se ha llevado a cabo. Para D. Miguel Herrero es importante
calmar las amplias pretensiones clamorosas y evitar los peligrosos excesos de la
racionalización constitucionalista. La mutación constitucional es posible y
pretende superar la realidad normada.
Finalmente, antes de concluir esta relatoría, merece la pena subrayar algunas ideas
a las que hizo alusión D. Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón cuando fue
interpelado por algunos de los asistentes; entre otros, el diputado socialista D.
Ramón Jáuregui o el magistrado emérito del Tribunal Constitucional D. Francisco
Rubio Llorente. Se le reprochó el hecho de que los problemas actuales que tiene
España no se arreglan con la mutación, por muy amplia y expansiva que así fuera
no sirve para reformular, por ejemplo, el problema territorial o la anacrónica
sucesión a la Corona. A esto D. Miguel Herrero respondió que si el problema
español hoy es la reforma de la cláusula de varonía es que no hay problemas en
España, que los problemas económicos no se solucionan con una reforma de la
Constitución española y que el problema más grave y urgente, la organización
territorial, funciona con cierta satisfacción en la mayor parte del territorio español
y que no es el momento de abordarlo, y que, cuando llegue el momento en que
convenga, ya habrá que preocuparse de algunas, que no todas, Comunidades
autónomas. Insistió en la necesidad de negociar en las pequeñas cosas, que hagan
una política inclusiva, un ambiente de negociación que lleve a negociaciones en
cosas más importantes. Respecto al tema de Cataluña aludió al hecho de una
posible disposición adicional para Cataluña y reafirmó la necesidad del aspecto
simbólico diferenciador, de que no se generalicen las competencias.
Relatoría elaborada por la alumna del Máster del CEPC: Begoña Echanove Herce
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