m.1.1. FORMACIONES BOSCOSAS Los factores ambientales que en mayor medida condicionan el tipo de bosque susceptible de desarrollarse en la región son la climatología general y las características de los sustratos y suelos. Así, existen bosques climáticos, en estricta consonancia con las condiciones macroclimáticas (asentados sobre suelos en los que el aporte de agua proviene fundamentalmente de las precipitaciones habidas a lo largo del año) y bosques edafoclimácicos, que se desarrollan en suelos con hidromorfía más o menos permanente a causa, por ejemplo, de su proximidad a los cursos de agua. Al primer tipo pertenecen encinares, alcornocales, melojares y quejigares, bosques a menudo de carácter mixto (participan más de dos quercíneas arbóreas diferentes) y en estado de mayor o menor degradación, y al segundo diversos tipos de bosques riparios (alisedas, fresnedas, etc.). A. Encinares y alcornocales (Lámina IV) Desde el punto de vista fisionómico encinares y alcornocales son bosques esclerófilos perennifolios cuyos elementos arbóreos dominantes (la encina y el alcornoque, respectivamente) están especialmente adaptados a la sequía estival, característica del clima mediterráneo, si bien existen notables diferencias entre ambos en cuanto a sus apetencias ecológicas y versatilidad. Así, mientras que la encina {Quercus rotundifoliá) es un árbol perfectamente adaptado a vivir sobre sustratos dispares y bajo condiciones climáticas muy variadas, el alcornoque (Q.súber) por el contrario rehuye la cal en el suelo y exige en general umbrales de precipitación superiores a los 500 mm/año, si bien las peculiaridades del terreno (áreas deprimidas con mayor retención de agua) pueden favorecer su aparición en situaciones más secas. Ambos tipos de bosque constituyen el óptimo de la vegetación en buena parte las zonas básales y submontanas del territorio y están en perfecta consonancia con las características macroclimáticas, si bien su grado de conservación deja, en general, bastante que desear, pues en su mayor parte han sido sometidos a un proceso de adehesamiento para el aprovechamiento agro-ganadero. Los encinares que aparecen en el territorio se asientan fundamentalmente sobre materiales ácidos, ya que en aquellos lugares donde el sustrato es básico y las condiciones geomorfológicas permiten el cultivo extensivo rentable (v.g. en Tierra de Barros, Badajoz) éstos han sido casi totalmente eliminados. No obstante, no todos los encinares acidófilos poseen las mismas características florísticas, pues existen diferencias claras entre los encinares acidófilos cacereños y los pacenses (frecuentes al sur de la cuenca del Guadiana), ya que estos últimos -desarrollados en general bajo condiciones más térmicas- llevan elementos termófilos diferenciales (v.g. Asparagus albus, A. apbyllus, Cistus albidus, C. monspeliensis, Myrtus communis, Quercus coccifera, Rhamnus alaternus, etc.), enriquecidos en las situaciones de mayor termicidad (v.g. en la cuenca del río Ardua, al suroeste de la provincia de Badajoz) por la presencia de palmito (Chamaerops humilis) y altramuz del diablo (Anagyrisfoetidá).