Área: Cuadernos de Gestión Circular: QG-12.006 Fecha: Sabadell, 7 de septiembre de 2012 GESTIÓN DE LA INNOVACIÓN El concepto y ámbito del significado innovación debe definirse en la propia empresa, en consonancia con su estrategia y contexto individual. Como proceso organizativo y especialmente como proceso estratégico, exige la existencia de un responsable, de unas reglas, de unos plazos de ejecución y de unas acciones correctivas para solucionar las desviaciones que se puedan haber producido con relación a lo programado. El modelo sistémico considera que la innovación no es un proceso secuencial sino un proceso complejo de actividad e interacción de las fuerzas del empuje tecnológico con el arrastre del mercado. Puede emerger en cualquier parte de la organización y afectar a la totalidad o partes de la misma. GESTIÓN DE LA INNOVACIÓN: LAS ACTIVIDADES M M E E R R C C A A D D O O Según con el cuadro anterior, para que una empresa tenga capacidad para innovar, como mínimo debe gestionar eficazmente los siguientes subprocesos: a) generación de nuevos conceptos, b) desarrollo de nuevos productos, c) desarrollo de nuevos procesos (productivos y comerciales) y d) gestión del conocimiento y la tecnología, que se pasan a desarrollar. Generación de nuevos conceptos: la base creativa para detectar oportunidades La empresa debe ser fértil generando ideas, que provengan de cualquier ámbito organizativo; proveedores, clientes, empleados, directivos, accionistas… Esta red de contactos interna y externa es fundamental para el desarrollo o rechazo rápido de una idea. La innovación es también un proceso social, o como mínimo, relacional. Desarrollo de producto: el centro de gravedad de las actividades empresariales del siglo XXI La vocación clásica de la fabricación y los procesos productivos deben ser sustituidos por el desarrollo de nuevos productos y la gestión por proyecto. Un motor de innovación es el diseño incorporado al desarrollo del producto. El diseño no requiere grandes desembolsos, como en el caso de desarrollos tecnológicos, pero precisa de un pacto metodológico entre equipos de diseño y marketing y equipos de I+D e ingeniería. Redefinición de proyectos productivos: no todo es tecnología Pese a los replanteamientos continuos de los procesos productivos, algunas innovaciones “de ruptura” conseguidas, han sido de índole organizativo. La cadena de suministro de tiempo cero, es decir, de respuesta inmediata es un modelo de futuro. El stock es coste y difícilmente se puede competir en coste, pero puede lograrse en flexibilidad y tiempo de proceso mediante una innovación centrada en la reducción del tiempo, aplicando el método just-in-time. Redefinición de procesos comerciales: una fuente incalculable y a menudo inexplorada La originalidad en los planteamientos comerciales y su extensión a otros atributos colaterales (servicio, postventa): la exploración de diferentes canales y formatos comerciales; la creación de nuevos segmentos de mercado, o la construcción y gestión de una imagen o de una marca que transmita mensajes, valores y emociones constituyen una nueva dimensión en la capacidad de generar atributos de diferenciación estratégica. El exceso de oferta ha propiciado un enfoque en las estrategias de ventas para la fidelización del cliente existente, por encima de competir por la cuota de mercado. Gestión del conocimiento y la tecnología: creando barreras de entrada Las organizaciones suelen generar continuamente información que proviene de múltiples fuentes y que no siempre se convierte en conocimiento organizativo. La gestión del conocimiento no tiene por qué suponer grandes inversiones sino buenas prácticas: medidas de mantenimiento preventivo basadas en el análisis estadístico del historial de averías o realización de mapas de conocimiento, a fin de detectar quién conoce lo que ocurre y quién almacena conocimientos clave para la organización. La planificación y la estrategia tecnológica es una vertiente que aún no ha emergido. Las empresas apenas han identificado sus dependencias tecnológicas, sus posibles fuentes de tecnología, sus necesidades tecnológicas a medio término o sus mecanismos de aseguramiento de la propiedad intelectual. CINCO MANERAS DE ARRANCAR LA INNOVACIÓN ESTRATÉGICA ¿Cómo puede una empresa pensar y desarrollar activa y sistemáticamente un nuevo planteamiento? Entre los innovadores estratégicos existe pleno acuerdo en utilizar los siguientes planteamientos que pueden proporcionar algunas pistas: REDEFINIR EL NEGOCIO La conducta de cada individuo está condicionada por su modelo mental del mundo. De igual manera, el comportamiento de cada organización está condicionado por sus “modelos mentales dominantes” Tal vez el modelo mental dominante en una empresa es su percepción de lo que es el negocio. La definición de una empresa, de sí misma, condiciona cómo ve su negocio, lo cual, a su vez, determina cómo desarrollan su estrategia. Algunas investigaciones sugieren que los innovadores estratégicos que triunfan utilizan tácticas muy diferentes del resto de competidores de su sector. Tras las tácticas se encuentra el proceso mental que los directivos siguieron y las preguntas que se plantearon para descubrir las tácticas. REDEFINIR EL “QUIÉN” La segunda fuente de innovación estratégica consiste en el replanteamiento fundamental de ¿Quién es mi cliente? En esta pregunta se encuentra implícita la noción de que la elección del cliente es una decisión estratégica: las empresas deben escoger a sus clientes de manera estratégica en vez de aceptarlo como a cualquier que desea comprarle. Para una empresa, un cliente considerado como bueno puede ser malo para otra, en función no sólo de las características intrínsecas del cliente (serio en el pago, rentable, polémico) sino también de si la empresa es capaz de atenderle mejor o con más eficacia con respecto a sus competidores. REDEFINIR EL “QUÉ” REDEFINIR EL “CÓMO” La tercera fuente de la innovación estratégica es un replanteamiento honesto de la siguiente pregunta: ¿Qué productos o servicios debemos vender a nuestros clientes? En ella se encuentra implícita la noción de que la elección de productos y servicios es una decisión estratégica. Las empresas deben decidir estratégicamente qué ofrecer a sus clientes. Muchas parecen creer que la elección de clientes conduce de manera automática a la elección de los productos o servicios. Esto, aún pudiendo ser cierto, desde la perspectiva de la innovación estratégica, conduce a pensar primero en el qué, después de centrarse en el quién y en lugar de afirmar “Estos son nuestros clientes, así que vamos a pensar en qué quieren para poder ofrecérselo”, cambiándolo por “Éstos son los productos y servicios que queremos ofrecer, así que vamos a penar quién podría querer comprarlos” Preguntar a los clientes; entender el negocio profundamente o convertirse en una auténtica empresa orientada al cliente pueden ser importantes potenciadores de la innovación estratégica. Pero, ¿todo ello es suficiente? Aunque la respuesta puede ser afirmativa, esta pregunta apunta a una nueva fuente de innovación estratégica: basarse en las competencias clave de la organización para crear un nuevo producto o una nueva forma de trabajar totalmente distinta a la de sus competidores. INICIANDO EL PROCESO MENTAL EN MOMENTOS DIFERENTES Por último, otra fuente de innovación es el proceso de reflexión para desarrollar nuevas ideas. Estas surgen con mayor facilidad si los ejecutivos y responsables pueden abandonar su forma mecánica de pensar y contemplar un tema desde diferentes perspectivas y ángulos. El objetivo, por tanto, es empezar el proceso de reflexión en diferentes momentos. Por ejemplo, en vez de pensar, “Este es nuestro cliente, esto es lo que quiere y así es como se lo vamos a dar” empezar por preguntarse: ¿Cuáles son nuestras mejores capacidades con las que satisfacer las necesidades de nuestros clientes y quiénes serán los clientes más adecuados a quien dirigirnos? A nivel estratégico, la empresa debe decidir el quién, el qué y el cómo: ¿Quiénes son nuestros clientes? ¿Que desean? ¿Cómo podemos satisfacer sus deseos? El proceso de reflexión podría atravesar tres fases: a) Empezar por definir quiénes son los clientes elegidos o potenciales, y después decidir el qué y el cómo, b) Empezar por decidir primero qué productos o servicios ofrecer, y después decidir el quién y el cómo, c) Empezar por el cómo para pasar al quién y el qué. CUALQUIER IDEA, POR BUENA QUE SEA Y POR BIEN QUE SE IMPLANTE, ESTA CONDENADA AL FRACASO SI NO ESTÁ RESPALDADA POR UNA INNOVACIÓN CONTINUA Eliseu Santandreu Colaborador del Centre Metal·lúrgic CENTRE METAL.LÚRGIC, C/Tres Creus, 66 08202 Sabadell, Tel.93.7457810 — www.centrem.cat — [email protected]