Lo a priori trascendental en Kant (una investigación lógico

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Factótum 9, 2012, pp. 43-122
ISSN 1989-9092
http://www.revistafactotum.com
Lo a priori trascendental en Kant
(una investigación lógico-conceptual)
David Coble Sarro
Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid (España)
E-mail: [email protected]
Resumen: Lo a priori es lo independiente de la experiencia, y se caracteriza por su necesidad y universalidad
(frente a las generalizaciones empíricas). Lo a priori trascendental, objeto de este artículo, es el sistema de reglas
que efectúan la unidad de las representaciones empíricas (intuiciones, conceptos y juicios) en el tiempo. Tales
reglas son condiciones subjetivas de toda determinación, ya sea empírica, a priori trascendental o a priori no
trascendental.
Palabras clave: Kant, a priori, a priori trascendental.
Abstract: The a priori is what is independent of experience, and it is characterized by its necessity and
universality (as opposed to empirical generalization). The transcendental a priori, subject matter of this paper, is
the system of rules that carry out the unity of empirical representations (intuitions, concepts and judgments)
within the time flow. Such rules are subjetive conditions of any determination, be it empirical, transcendental a
priori or non-transcendental a priori.
Keywords: Kant, a priori, trascendental a priori.
1. Introducción
El presente trabajo es una investigación de
naturaleza lógico-conceptual sobre la filosofía
de Kant, en sus conceptos y principios
fundamentales; y en ella se trata, como primer
objetivo, de clarificar al máximo posible y de
establecer con rigor el concepto de lo a priori
trascendental, y en segundo lugar, se trataría
de establecer desde el concepto así dado la
posición y el papel que este juega en toda la
construcción conceptual que nos ofrece Kant,
especialmente en la teoría del conocimiento y
de la realidad, o sea, en lo que el llama la
doctrina del Idealismo trascendental. Se
trataría, por tanto, de ver cuál es la
implementación o aplicación de este concepto y
del principio fundamental que le es inherente, a
saber, la existencia de reglas que están en el
sujeto, que son anteriores e independientes de
toda experiencia y que vienen a constituir esta
experiencia.
Así trataremos de ver, y de reconstruir, lo
que Kant denomina “ensayo de considerar las
reglas en mí” como legislación previa y
constitutiva de toda experiencia humana; que
es el ensayo de una Filosofía trascendental
donde lo a priori trascendental, como conjunto
de elementos o principios a priori, permitiría
tanto explicar la existencia de conocimientos
sintéticos a prior en las ciencias, que están nos
muestran y cuya existencia es incuestionable,
es decir, la existencia de juicios sintéticos a
priori en las partes puras de las ciencias, y
especialmente en la Física pura y en la
Matemática pura (no aplicada),1 como también
permitiría salir a la metafísica del campo de
batalla y disputas interminables en el que se
halla inmerso, para tener por fin un camino
seguro en el conocimiento racional sintético a
priori por meros conceptos, o sea, en la
satisfacción de la antigua pretensión de un
conocimiento de principios fundamentales y
originarios de la realidad, precisamente con
1
Puras en el sentido de racionales y a priori, independientes de y
anteriores a la experiencia; precisamente como principios de tales
ciencias, aplicaciones inmediatas de los principios trascendentales;
así Kant nos dice en la Crítica de la Razón Pura -en adelante CRPque la ciencias naturales (como la Física y la Biología contienen
algunos principios a priori).
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principios
a
priori,
anteriores
e
independientes de la experiencia en cuanto
principios de esta, lo que constituye su
estructura y esencia misma; así se vería
realizada la Metafísica como Ciencia Reina, o
ciencia de los primeros principios, la Ciencia
del ser en tanto que ser de Aristóteles. Por
tanto, veremos como Kant resuelve estos
dos problemas, y cómo estos son la
motivación básica que le conduce a plantear
la hipótesis copernicana o el ensayo de
considerar las reglas en mí, como legislación
interna de la naturaleza humana (legislación
trascendental).
Parte de este ensayo, el de considerar
que el objeto se ha de amoldar al sujeto
legislador y no al revés, es el el concepto de
representación, pues con él y en él se
materializa la hipótesis trascendental de un
sujeto legislador que impone sus reglas, en
tato la representación es la experiencia que
el sujeto humano tiene de la realidad
entorno y de sí mismo, como algo mediado
por su propia naturaleza y legislación, y en
tanto que el sujeto nunca puede tener
noticia de las cosas externas (e internas)
que no sea el modo en que estas le afectan,
pues en el hombre la receptividad de cosas
es afectividad o capacidad de ser afectado y
ello desde la propiedad formal de ser
afectado del ser humano, o sea, desde las
formas a priori de la sensibilidad (formas o
modos formales de ser afectados o formas
de la afectabilidad). Como veremos, este es
el punto clave en el que se apoya el ensayo
de una legislación y filosofía trascendental,
pues la hipótesis de una legislación
trascendental, o de la adaptación del objeto
al sujeto, se apoya y depende de la
limitación fundamental del sujeto para tener
noticias de las cosas y de sí mismo, de otro
modo que el de ser afectado de alguna
manera por estas y por sí mismo; es decir,
el de entrar en interacción con estas; así
toda noticia de una cosa u objeto, todo
conocimiento o aprehensión del mismo
-podríamos decir-, será una representación
del mismo, y esta es el modo en que nos
afecta,2 pues las cosas sólo se nos hacen
presentes en tanto nos afectan de algún
modo.3
En consecuencia, aplicando el principio
de tal ensayo, se plantea y da respuesta a
otros problemas teóricos, como el de
2
O sea, el modo en que nos afecta (afección) según el modo
o propiedad formal de ser afectados. En el sujeto humano la
única manera en que se nos dan objetos es la intuición, y en este
la intuición es sensible.
3
Esta misma idea de un conocimiento objetivo como
interacción con el objeto está presente en distintos autores, de
manera muy clara en Spinoza, Leibniz, Nietzsche y Marx.
David Coble Sarro
explicar
la
naturaleza
y
límite
del
conocimiento humano, la existencia y
posibilidad de un concepto general de
conocimiento que sería el núcleo de una
doctrina del conocimiento,4 así como sus
clases y fuentes, y cómo estás fuentes
radican en facultades o poderes de la
naturaleza humana y son las que definen la
naturaleza y límites de cada clase de
conocimiento; asimismo y en base a su
radicación en facultades bien diferenciadas
en su naturaleza y funciones, cómo estos
están entretejidos y subordinados en sus
tareas propias, y cómo el uso propio y límite
de cada una impone un tipo de conocimiento
y un tipo de límite. O sea, veremos cómo o
si, en definitiva, da un concepto general de
conocimiento, y si desde este ofrece los
conceptos
de
distintas
clases
de
conocimiento,
y
sus
relaciones.
Mas
concretamente, intentaremos establecer si
Kant ofrece un concepto de conocimiento
como conocimiento de juicios analíticos y de
juicios sintéticos, o sea, que incluye tanto el
conocimiento analítico como el conocimiento
sintético;
o
bien
un
concepto
de
conocimiento restringido a los juicios
sintéticos, donde el conocimiento quedaría
definido desde el concepto de síntesis o
enlace de representaciones. Y aún más,
habrá de establecerse si el conocimiento
sintético abarca lo a priori, y si todo lo a
priori o si solo lo a priori puro, y si todo este
o solo lo a priori trascendental. En su
momento, veremos que Kant sostiene la
existencia de un conocimiento trascendental,
cuya síntesis constituye lo que llama sistema
de conocimientos a priori (no meramente
trascendental) o Sistema de la Razón Pura;
y, asimismo, sostiene la existencia de un
conocimiento de lo a priori puro no
trascendental, ejemplificado por los juicios
sintéticos a priori de la Geometría y la
Aritmética.5
El conocimiento quedará limitado a lo
sintético, como una determinación o
pensamiento de un objeto, de acuerdo con
4
Toda la doctrina trascendental de Kant viene a parar a esta
cuestión de qué es el conocimiento en el sujeto humano, y junto a
esta, a la cuestión de que es la realidad objetiva para este tipo de
sujeto, qué son los objetos y las relaciones objetivas: en
definitiva, una teoria de la representación humana..
5
Como veremos, Kant sostendrá que del conocimiento a priori
puro ( su existencia) es mostrado por las matemáticas; donde
tenemos un ejemplo brillante del avance en el conocimiento de
juicios a priori sintéticos y puros (sin conceptos empíricos); pero
también tenemos el conocimiento de lo a priori sintético puro
trascendental, principios a priori que pueden ser demostrados
trascendentalmente, en cuanto condiciones necesarias de la
existencia de representaciones y de la experiencia como enlace
de estas según tales principios (los principios a priori de la
sensibilidad y del entendimiento, y los principios regulativos de la
razón -ideas e ideales trascendentales-).
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una regla conceptual o concepto, que tiene
validez
objetiva;
por
tanto
a
todo
pensamiento de algo con el que se añade
algo nuevo a un objeto o concepto, de modo
que con los juicios analíticos no tendríamos
conocimiento, por cuanto en estos nada se
añade a lo pensado en el concepto, sino tan
solo se realiza una explicitación de lo que ya
está pensado. Así el conocimiento será
definido sobre el concepto de extensión en la
determinación o pensamiento de algo,
requiere pensar algo nuevo. Concretamente
veremos el concepto de conocimiento
empírico
como
contrapuesto
a
todo
conocimiento a priori, definido por Kant
como el conocimiento de lo que nos es dado
por la intuición sensible empírica, 6 así como
las distintas clases de lo a priori y los
respectivos conceptos de conocimiento, a
saber, lo a priori no puro y los juicios
sintéticos a priori no puros, lo a priori puro,
y dentro de este lo a priori puro
trascendental y lo a priori puro no
trascendental. El conocimiento empírico
como determinación de objetos dados por la
intuición
sensible
empírica,
será
un
conocimiento
de
las
representaciones
intuitivas
de
tales
objetos,
y
las
generalidades empíricas son diferenciadas
netamente de las generalidades a priori,
como
juicios
totalmente
heterogéneos
respecto a su fuente y naturaleza; pues las
generalidades empíricas serán generalidades
hipotéticas obtenidas por inducción desde la
repetición de casos semejantes; Kant las
llama generalidades arbitrarias7 y las
distingue con rigor de las generalidades
universales y necesarias o juicios universales
a priori: en suma, las primeras proceden de
la experiencia, mientras que las segundas
son independientes y constitutivas de las
experiencia; sobre esto, resulta ocioso
insistir en el craso error de entendimiento de
la filosofía trascendental, el de confundir los
dos tipos de juicios y representaciones, al
decir que los enunciados generales de la
ciencia (todos ellos) son juicios sintéticos a
priori.8
6
En el hombre toda intuición es sensible (intuición sensible),
pero no toda es empírica, pues, como vermos, las hay puras no
trascendentales (en las matemáticas), y puras trascendentales
(espacio y tiempo).
7
En su lugar expondremos en qué sentido Kant las califica de
generalidades hipotéticas y arbitrarias, y las razones últimas de
que no puedan ser universales y necesarias.
8
Este es un tipo de error que revela a las claras la falta de
entendimiento de Kant, y que me he encontrado en algunos
estudiantes de oposiciones, y lo que es más grave, en algunos
profesores; pues estos más que cualquier otros tienen la
obligación insoslayable de conocer los fundamentos y principios
de las teorías, e impedir que circulen tales errores, desde su
posición de profesionales y maestros de filosofía.
45
Es esencial en el entendimiento de la
filosofía trascendental, percibir que el
conocimiento queda definido de un modo
genérico
como
una
representación
intelectual (conceptual) o mediada, sobre
una representación intuitiva o inmediata; ya
que será el pensamiento de la determinación
conceptual de una representación intuitiva
en cuanto es objetivo o verdadero (o el
pensamiento
de
una
representación
conceptual -pensamiento de pensamientoque pueda reducirse a reprentación intuitiva.
El conocimiento se constituye en el plano de
las determinaciones conceptuales, 9 como
una determinación (pensamiento) de un
objeto cualquiera (dado por algún tipo de
intuición). Así, en el conocimiento empírico
se determinan intuiciones empíricas (dadas
por objetos empíricos, ya externos ya
internos), mientras que en las matemáticas
se determinan intuiciones puras (círculo,
triángulo), objetos dados al parecer, a falta
de más explicaciones, por una intuición pura
espontánea;
y
en
el
conocimiento
trascendental lo que tenemos es la
expriencia empírica como un todo junto a las
intuiciones puras matemáticas, como una
totalidad intuitiva determinada por los
principios a priori formales, que son
pensados precisamente como condiciones
formales
de
toda
intuición
posible
(propiedades genéricas).
La Razón Pura quedará definida como la
facultad de los principios a priori, y la
Metafísica se convertirá en Ciencia de la
Razón Pura, en ciencia de los elementos a
priori y de la Razón Pura como su fuente;
donde se tratará de establecer los elementos
a priori en sus clases y fuentes, su
naturaleza; así como el carácter propio
respecto a lo que depende y se extrae desde
la experiencia intuitiva no pura (sensible
pero empírica), lo no a priori, lo a
posteriori.10 Una parte primera, fundamental
9
O sea, en el plano de los juicios, pues juicio no es sino el
pensamiento de algo (una representación cualquiera, intuitiva o
conceptual) como subsumido bajo un concepto (es esta
subsunción o determinación).
10
O sea, lo que se extrae de la experiencia intuitiva por la que
se nos dan objetos (su modo de afectarnos) y que no sería la
experiencia sin más, pues esta comprendería, en atención a la
cohencia de conceptos y términos, la intuición pura en las
matemáticas. Lo a posteriori es un elemento contrapuesto y
heterogéneo respecto de lo a priori. Sorprendentemente algunos
profesores afirman que Kant dice que las leyes de las Ciencias
Naturales son todas ellas juicios sintéticos a priori, cuando sólo lo
son los principios de tales ciencias, que constituyen la parte pura
de las mismas como aplicación de los principios trascendentales
a ese campo de la experiencia. Kant dice expresamente que las
generalidades empíricas de las ciencias naturales son hipotéticas
y arbitrarias (sobre todo desde el mismo concepto de lo a priori
como lo independiente de y anterior a la experiencia, o sea, la
definición). Como veremos, este planteamiento es mantenido al
desplegar una doctrina de la Razón Pura como condición de
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y necesaria de esta Ciencia será la Crítica de
la
Razón
Pura,
como
propedéutica
(preparación) para realizar el proyecto de un
conocimiento de todo lo a priori, es decir
referente a lo a priori, que incluirá tanto los
distintos elementos o principios a priori,
como su naturaleza, sus fuentes y sus
relaciones funcionales; así como su función
en el conocimiento empírico y matemático;
por lo que la Crítica será un estudio de las
posibilidades de aplicación de lo a priori, y
desde ello un estudio de la naturaleza del
conocimiento en general, de su posibilidad, y
de sus límites, pero también de sus clases y
relaciones; y por tanto un estudio de la
Facultad de la Razón Pura, como facultad
cognoscitiva superior, de su naturaleza y
desde esta de su función y límite propio.11
La crítica de la Razón Pura dará un
esbozo de la Ciencia de la Razón Pura, o
filosofía trascendental, y por ende del
Sistema de la Razón Pura, totalidad
integrada de todos los conocimientos a
priori; indicando la naturaleza, tipos y
funciones de lo a priori, y de modo esencial
la naturaleza, función y límite de lo a priori
trascendental: los principios a priori de la
intuición (sensibilidad), del entendimiento y
de la Razón (lo que constituye la intuición
pura, el entendimiento puro y la Razón
pura). La totalidad de los principios a priori
de la sensibilidad y del entendimiento
constituirán el Órganon de la Razón Pura, la
parte nuclear del Sistema, y que será, a su
vez, la parte fundamental de la filosofía
trascendental. Esta es entendida como un
estudio de las condiciones y posibilidad de la
experiencia, del darse los objetos y de sus
determinaciones; o sea, las condiciones de
su representación intuitiva y de su
conocimiento progresivo. Así el Órganon
viene dado por la Estética y la Analítica
trascendental; mientras que la Dialéctica
trascendental (la segunda parte de la Lógica
trascendental) y la Doctrina trascendental de
Método, sumadas al Órganon constituirían la
Crítica de la Razón Pura; y esta parte crítica
de la Ciencia de la Razón Pura, o Ciencia
Critica, viene a coincidir con la Filosofía
trascendental; pues, como ya hemos
apuntado, es un estudio fundamental y
esbozo del conocimiento a priori, y de todo
conocimiento y experiencia, ya que en el
unidad y progreso en el conocimiento, o sea, en el avance del
entendimiento. Aquí tenemos un craso error en la apreciación de
conceptos fundamentales -definiciones, y en su aplicación; con lo
que falta todo entendimiento del autor.
11
Es decir, la tarea propia de la Razón Pura, que como se
expondrá en la Dialéctica trascendental consistirá en el uso
propio, regulativo e inmanente de los principios a priori de Razón
Pura (el principio supremo de la unidad sistemática y sus
concreciones o especificaciones en ideas trascendentales).
David Coble Sarro
estudio de lo a priori trascendental, se dan
las condiciones y límites de toda experiencia
posible y conocimiento posible en el sujeto
humano.12 Así la Critica de la Razón Pura
realizará el ensayo trascendental, el ensayo
de ver las reglas en mí, como legislación
anterior y constitutiva de toda experiencia y
conocimiento.
Así el conocimiento (en sentido general)
será un conocimiento de fenómenos o
representaciones
intuitivas
cualesquiera,
como determinación de estas (conforme a
reglas
conceptuales
o
conceptos,
representaciones intelectuales); y no habrá
conocimiento
empírico
en
cuanto
conocimiento de generalidades empíricas
-determinaciones de conceptos- por cuanto
extraídas de las experiencia, y sólo de
enunciados singulares; y asimismo un
conocimiento de lo trascendental, en cuanto
determinación del objeto constituido por la
totalidad de representaciones intuitivas
empíricas (ya externas ya internas) y puras;
de la que se tiene un conocimiento de su
condiciones de posibilidad, que es el llamado
conocimiento trascendental, con el que se
piensa y determina la experiencia en
general, en sentido general, que no es más
que el darse objetos por intuición, 13 y cabe
pensarse como una determinación del sujeto
en cuanto actividad de representación. Este
es un tipo especial de conocimiento en
cuanto a la función filosófica que cumple, y
en cuanto al modo de obtenerlo: por vía
trascendental, deducido en cuanto es algo
exigido como condición sine quanom, o sea,
sin la que no podría darse el sujeto empírico
y fenoménico (deducción trascendental).
Asimismo el conocimiento de lo a priori puro
no trascendental, ejemplificado por y
reducible a los juicios matemáticos -pues
sólo en las matemáticas se dan juicios
sintéticos a priori puros no trascendentalestambién tiene su objeto, en este caso las
intuiciones puras formales derivadas o
construidas
sobre
la
intuición
pura
fundamental, la del espacio y el tiempo
como condiciones formales de intuición o
receptividad (afectabilidad). Los conceptos
matemáticos construidos y exhibidos de este
modo original y completo, serán las formas
sensibles de carácter general u objetos
sensibles generales, y también esquemas o
entidades híbridas a la vez sensibles y
12
De todo darse objetos y de toda determinación de los
mismos (que será una determinación de sus representaciones o
apariencia fenoménica), en el ser humano, que es el referente de
toda la investigación sobre el conocimiento.
13
Por tanto, experiencia en Kant es ante todo o primariamente
un darse objetos por intuición (facultad de darse objetos
cualesquiera); el ordenamiento conforme a conceptos es algo
necesario pero secundario respecto a la intuición.
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racionales o formales; o sea, objetos dados
en una intuición (en este caso pura) que son
pensados y determinados por conceptos en
los juicios matemáticos.
En la doctrina trascendental del método
Kant propone una doctrina negativa como
legislación preventiva de errores e ilusiones
trascendentales, como consecuencia de
subrepciones y anfibiosis o confusión y
mezcla de facultades y representaciones;
precisamente como un medio de evitar tales
confusiones y usos ilícitos, marcando el lugar
trascendental de cada representación en su
fuente
o
facultad
inherente
(tópica
trascendental);
y
ello
señalando
la
naturaleza y tarea propia de cada facultad, y
con ello su límite y uso propio y legítimo:
uso conforme a la naturaleza de la facultad o
lugar trascendental. Y así, resumirá o
recogerá los resultados complementarios de
la Estética trascendental, la Analítica
trascendental,
y
de
la
Dialéctica
trascendental; de esta última, esencialmente
la Reflexión y la Anfibología trascendental,
pues en estas doctrinas se establecen los
fundamentos del Método trascendental como
doctrina
negativa
y
preventiva:
los
conceptos de búsqueda de fundamentos de
objetividad (reflexión trascendental), 14 y los
conceptos de tópica (o lugar) trascendental
y de anfibología.15
Para acabar, tan solo añadir que en el
presente artículo también se quiere poner de
relieve, con especial énfasis, la continuidad
de problemáticas y conceptos de las
doctrinas de Kant respecto a las de Hume;
especialmente respecto al concepto de
Metafísica como Ciencia de la naturaleza
humana, y al entendimiento humano como
parte estable de la imaginación, con sus
principio asociativos a priori, principios que
el sujeto impone con motivo de la
experiencia regular, y que no son extraídos
según testimonio explícito de Hume de la
experiencia,
porque
estas
incitan
al
entendiendo (o sea, a la imaginación y por
tanto a la naturaleza) a la aplicación de los
mismos, la naturaleza humana es el
elemento explicativo o principio irrebasable
desde el que se explican las asociaciones y
creencias humanas; esta es el principio de
todo el movimiento ilustrado del s. XVIII. Es
por ello sorprendente que nos encontremos
14
Este sobre el concepto previo de reflexión, y por tanto como
una clase de esta.
15
Todas las ilusiones dialécticas en los distintos argumentos
dialécticos (sofisticas) se fundan en una subrepción, poner una
representación en el lugar de otra, y esta en una anfibiosis (Kant
dice 'anfibología') o mezcla y confusión de conceptos
(representaciones); que precisamente la reflexión trascendental
puede descubrir y deshacer.
47
en la Critica de la Razón Pura con la
afirmación de que Hume no distingue dos
tipos de juicios bien diferentes, los juicios a
priori y los juicios de experiencia, y de que
pretende extraer la ley de causalidad desde
la experiencia, reduciendo una ley objetiva
como regla a priori a un mero principio de
asociación subjetiva sin validez objetiva
posible; ya que el mismo Hume nos explica
con claridad que su posición es la de
considerar la asociación causa-efecto como
una asociación natural del entendimiento,
principio del entendimiento fundado en la
imaginación como parte de la naturaleza
humana, que ante la sucesión regular de dos
impresiones, se ve suscitado o estimulado a
un sentimiento de conexión, y desde este a
una idea de conexión que brinda la
imaginación ante aquel sentimiento; nos
dice machaconamente que la idea de
conexión
no
puede
proceder
de
la
experiencia que tan solo nos muestra la
conjunción o sucesión de tales impresiones:
aquí la laguna y error de apreciación de Kant
es grave y sorprendente; y así Hume dirime
con claridad lo que nos ofrece la experiencia
de lo que procede de nosotros: lo a priori
innato o dinamismo asociativo como
conjunto de principios de la naturaleza
humana, expresiones de esta misma en el
campo del conocimiento. La creencia natural
es precisamente la adhesión que nace de la
naturaleza humana, y en última instancia de
la naturaleza como principio regulativo de
toda vida y acontecimiento.16 Esta hace valer
sus derechos, su punto de vista práctico y
supremo, haciéndonos creer para poder ser
conducidos a buen puerto en nuestra
orientación en el mundo, pues “la naturaleza
no le ha dejado a este respecto opción
alguna, pensando sin duda que se trataba de
un asunto demasiado importante para
confiarlo
a
nuestros
inseguros
razonamientos y especulaciones” (Hume,
TNH, 187, cf. 183). A esto podemos añadir
que la solución que Kant da al problema de
la inducción y de los juicios generales, no es
muy diferente de la de Hume, por cuanto en
ambos se niega la posibilidad de certeza en
estos enunciados, pero se los admite como
juicios probables e hipótesis; y habría una
diferencia fundamental en el hecho de que
Kant da una solución trascendental donde el
entendimiento está abocado a una búsqueda
incesante de generalidades más universales,
como condiciones de otra dada; mientras
que por el contrario en Hume, pese a todo
su escepticismo en lo que respecta al
conocimiento humano, afirma la existencia
16
En el movimiento ilustrado la naturaleza juega el mismo
papel que el Deus ex machina en el movimiento racionalista.
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48
David Coble Sarro
de un orden legal o uniformidad legal cuando
nos habla del curso regular de la
naturaleza.17
2. El legado de Hume
Ahora vamos a exponer con algún
detalle lo que entendemos por herencia de
Hume de problemáticas y conceptos, así
como de soluciones; en cuanto se pueda
justificar objetivamente sobre los textos y
desde la fijación rigurosa de conceptos, la
existencia de semejanzas y continuidad
entre los elementos de tales autores.
Sin menoscabo de la originalidad del
planteamiento kantiano, que es enorme pero
nunca puede ser total, podemos admitir una
dependencia y continuidad fundamental
respecto de Hume en el concepto de
naturaleza
humana
legisladora
o
subjetividad legisladora anterior a toda
experiencia fenoménica y constitutiva de la
misma, y por ello susceptible de calificarse
de a priori en el sentido preciso que le da
Kant; y ello porque en Hume encontramos
un concepto de entendimiento como parte
estable de la imaginación, y, por tanto,
como parte de la naturaleza humana; así el
entendimiento suministra los principios de
asociación que en su conjunto e integración
constituyen lo que se da en llamar
dinamismo asociativo. Estos principios de
asociación natural son fuerzas o capacidades
subjetivas de asociación fundadas en la
naturaleza humana, como parte y proyección
de esta, como su manifestación; y son
diferenciables
de
los
principios
y
asociaciones filosóficas, que están al arbitrio
del hombre en cuanto tiene libertad y
posibilidad de hacer comparaciones. De
modo que es claro y está fuera de toda
disputa que las asociaciones naturales, los
principios
de asociación natural,
son
principios anteriores a toda experiencia
fenoménica en el sentido de Leibniz, no los
podemos reconocer antes de la experiencia,
pero sí con motivo de esta; pues la
experiencia de tener impresiones -dice
Hume- da la oportunidad a la naturaleza
humana, a la imaginación estable o
entendimiento, a proyectar e imponer sus
principios, y consiguientemente a organizar
la experiencia, tejiendo la red de relaciones
fenoménicas, o sea, las relaciones entre
impresiones.
En
esta
imposición
y
17
Deformado y mal entendido en aspectos fundamentales de
gran importancia, como es el confundir su escepticismo
gnoseológico, con su convicción en la existencia de un orden
natural, curso natural, en la naturaleza; a pesar de que sólo
podamos aproximarnos a él con hipótesis de principios obtenidos
inductivamente y por analogía (inducción analógica).
proyección
de
los
principios
del
entendimiento
humano,
la
naturaleza
impone -como ya hemos indicado- su
derecho y prerrogativa;18 las asociaciones
naturales
de
semejanza,
contigüidad
espacio-temporal, y de causalidad (causaefecto), concretan o encarnan el derecho
supremo de la naturaleza, son su proyección
misma, y son por ello calificadas como
objetos de creencia natural; y en este
concepto
contrapuesto
expeditiva
y
contundentemente al concepto de creencia
racional, se expresa el derecho y función de
la naturaleza, frente al derecho y función de
la razón (como facultad argumentativa
deductiva).
El análisis filosófico y racional de Hume
pone de manifiesto la insuficiencia y límite
infranqueable de la Razón en cuanto facultad
de deducción o razonamiento deductivo;
Hume insiste en que esta facultad es
impotente en la extracción de juicios
generales (sintéticos y no formales), y en
que en todo paso de unos casos dados a una
totalidad de casos no dados, y en general el
paso de lo dado a lo no dado (en la
experiencia),19 no es un paso deductivo o
basado en una argumentación deductiva, y
precisamente en este sentido no es un paso
racional.20 Aquí lo que hay es otra forma
diferente de argumentación y tránsito, a
saber, un paso inductivo o inducción; en la
que desde la experiencia de una serie de
casos dada, se pasa a una serie de casos no
dada, en función de los principios de
asociación natural. En el caso de la
causalidad, la experiencia repetida de
conjunción (o sucesión espacio temporal) de
impresiones, nunca ofrece una asociación
causa-efecto,
o
conexión
entre
las
impresiones, pues el concepto de causalidad
no es más que el de conexión, y este a su
vez el de unión o unidad necesaria. Pero
Hume nos explica con insistencia que de la
experiencia nunca podemos extraer la idea
de conexión (causalidad o poder), pues esta
lo único que nos ofrece es la conjunción de
18
Como también hemos señalado, este es el interés práctico
y supremo de la vida, de la orientación en el mundo, la
supervivencia y la vida placentera.
19
Este es el principio empirista que ofrece Hume, la
experiencia como origen y como fundamento del conocimiento,
no sólo como punto de arranque sino como árbitro y juez en el
conocimiento humano. Desde el punto de vista racionaldeductivo, sólo esta justificado lo que se puede inferir desde la
experiencia o desde lo fundado en último término en la
experiencia.
20
Es importante destacar el sentido preciso en que Hume
afirma que el tránsito no es racional, o sea, no deductivo; pero en
otro sentido es racional, tomando este término en una acepción
más amplia como expresión de integración y dependencia de
elementos; o sea, como vinculación en un orden natural
independiente del que tenemos un atisbo.
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las impresiones, que una cosa sigue
regularmente a otra, que en el pasado o en
la serie del tiempo dada una cosa siempre
ha seguido a otra; en suma, una serie de
casos de conjunción (sucesión espaciotemporal) pero nunca una unidad necesaria
o conexión, por tanto esta idea debe
proceder de otra fuente distinta, y de la
naturaleza humana misma, del interior
mismo del hombre, pues no hay mas fuentes
posibles. Como ya hemos indicado, la idea
de causalidad, la idea de conexión, procede
del entendimiento y constituye uno de los
principios de asociación natural.
La idea de conexión, de unidad
necesaria,
surge
a
propósito
de
la
experiencia, con motivo de esta, cuando la
repetición de casos de conjunción, despierta
un sentimiento o impresión de conexión,
suscitado por la imaginación (la propia
naturaleza humana), y desde este surge la
idea correspondiente de conexión.21 Es, por
tanto, totalmente errónea y sorprendente, la
afirmación kantiana de que Hume trata de
derivar el principio de causalidad de la
experiencia, reduciendolo a un principio de
asociación subjetiva, y la afirmación de que,
en definitiva, confunde dos tipos de juicios
sintéticos muy distintos, heterogéneos,
respecto de su fuente, naturaleza y
fundamento, o sea, los juicios de empíricos
con los juicios a priori; pues como acabamos
de ver, Hume deriva el concepto de conexión
de la naturaleza humana, como idea del
entendimiento
(parte
estable
de
al
imaginación o facultad de ideas), y nos habla
expeditivamente del principio de causalidad
como de un principio de asociación del
entendimiento humano, como un derecho de
la naturaleza.
Se puede apreciar, con toda claridad, la
semejanza
fundamental
en
los
dos
planteamientos de estos autores, en el
concepto de entendimiento como fuente de
conceptos (elementos) a priori; la categoría
de causalidad en Kant, no es más que una
articulación del concepto de conexión o
asociación causa-efecto de Hume, concepto
del entendimiento y con carácter formal,
aunque Hume no lo caracterice así de modo
explícito, pues el concepto de principio de
asociación
conlleva
implícitamente
el
concepto de la forma de la asociación; que
en el caso de la asociación de causalidad es
la continuidad espacio-temporal de las
impresiones. Aquí tenemos también el origen
21
Cfr. Hume (ICH, 74 y 75). La idea de conexión (causalidad)
surge desde la repetición de casos semejantes, pero su fuente es
la mente o pensamiento, pues las cosas se sienten conectadas
en el pensamiento. En la experiencia no observamos ningún caso
de conexión, solo que un acontecimiento sigue a otro.
49
y motivación del la idea kantiana de
determinación espacio-temporal de los
fenómenos (representaciones intuitivas),
como
concepto
fundamental
en
la
concepción del conocimiento; y de la
concepción
del
principio
trascendental
original de la unidad de la apercepción; así
como el componente fundamental en la
concepción o definición de los principios a
priori
del
entendimiento
como
determinaciones de este principio originario.
La misma concepción de las ideas
trascendentales,
denominadas
también
conceptos de razón, se apoya y es deudora
en gran medida de la concepción y
planteamiento de Hume respecto a las ideas
de
la imaginación; pues
estas
son
percepciones a la que no les corresponde
una impresión sensible; y en el caso de la
idea de conexión, Hume nos dice que se
deriva de la impresión o sentimiento de
conexión suscitado por la repetición de casos
semejantes, que no se deriva de los
sentidos. Es un sentimiento originario de la
naturaleza humana, como parte de su
textura afectiva, pero no una impresión de
los sentidos externos, como debería ser para
poder decir que la idea de conexión se
deriva de la experiencia del mundo externo;
experiencia que es fenoménica pues Hume
también nos dice que lo que no presentan
los sentidos no puede tomarse como algo en
sí mismo, sólo se toma por tal en la
actividad del hombre común, ocupado y
atrapado en la perspectiva de la vida y sus
exigencias prácticas; pero en filosofía y
desde el punto de vista de la razón esto es
inadmisible;
nunca
estaría
justificado
deductivamente el paso desde lo que nos es
inmediatamente presente, como contenido
de conciencia, percepción, a algo distinto de
este contenido inmediato. Ya Galileo, y todo
el escepticismo desde la antigüedad griega,
nos advierten de la imposibilidad de hacer
esta deducción (paso), y esto corrobora lo
que nos enseña la misma experiencia al
mostrarnos que muchas de las llamadas
cualidades de los objetos son realmente
experiencias subjetivas, dependientes del
sujeto y relativas a él.22
La diferencia respecto de Kant está no
tanto en el planteamiento trascendental, que
a su manera encontramos en Hume, como
en la precisión al diferenciar tipos de
representaciones en Kant; ya que este
diferencia netamente las representaciones
intuitivas (sensibles en el ser humano) de
22
Para Hume todas las cualidades, tanto las llamadas
secundarias, como las llamadas primarias, son subjetivas, radican
en el sujeto, y no tienen base objetiva para considerarse como
algo en sí mismo, existente como tal a parte fuera del sujeto.
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50
las
representaciones
intelectuales
o
conceptuales,
entre
representaciones
inmediatas de cosas en sí mismas (como el
modo
en
que
nos
afectan)
de
representaciones mediatas o referidas a
otras
representaciones
cualesquiera
(inmediatas o mediatas).23 Pero en el caso
de
Hume,
en
claro
contraste,
no
encontramos una distinción clara entre
representaciones intuitivas u originales y
representaciones conceptuales, pues las
impresiones sólo se diferenciarían de las
ideas en ser percepciones más vivaces, por
su grado de vivacidad, y así esta dicotomía
básica no se correspondería con la dicotomía
intuición y concepto. Hume mismo niega la
existencia de conceptos o universales, y solo
admite la existencia de nombres generales,
y esto es congruente con la doctrina de la
diferencia en grados de vivacidad; aunque
también habría de considerarse la fuente de
ambos tipos de percepciones, pues nos dice
que unas son originales y las otras derivadas
de las primeras, y en la que encuentran su
fundamento y justificación. Para Hume
hemos de desembarazarnos de cualquier
idea, y razonamiento y doctrina basado en
ella,
como
superchería
y
sofisma,
precisamente
por
cuanto
no
vaya
acompañada
de
la
impresión
correspondiente. En esta exigencia de
impresiones originales, radica el principio
empirista que nos ofrece Hume; este es el
criterio y juez de conocimiento que adopta
Kant, siguiendo a Hume en ente punto
fundamental. Como veremos Kant hace suya
la exigencia de impresiones, cuando requiere
la existencia de objetos (algo que nos
afecte) para la existencia de conocimiento, y
claramente al definir el conocimiento como
determinación conceptual, o mediante reglas
conceptuales, del objeto fenoménico (de la
intuición sensible); y en definitiva, al exigir
un objeto a toda forma de conocimiento, no
solo al conocimiento empírico, sino también
al
conocimiento
trascendental,
y
al
conocimiento de lo a priori puro no
trascendental. En Hume, como en Kant,
también existe una afirmación explícita de
que “la impresión es el único modo en que
se nos da el objeto externo” (cfr. Hume,
TNH, 144), esta es considerada como un
dato irreductible, pero se admite la
existencia de un objeto externo que incide
en nosotros, y es la causa, o cuando menos
23
Las representaciones mediatas o conceptuales pueden
serlo de representaciones intuitivas, con lo que tenemos una
determinación de estas y los llamados juicios singulares
(subsunción de un objeto o fenómeno bajo un concepto), o bien
de otras representaciones conceptuales, con lo que tendríamos
los llamados juicios generales (subsunción de un concepto bajo
otro concepto).
David Coble Sarro
cocausa, de la impresión sensible; de modo
que en definitiva el mundo fenoménico de
las impresiones apunta, como en Kant, a
una
esfera
objetiva,
de
objetos,
indeterminada y de la que solo tenemos
noticia en el efecto o impresión que produce
en nosotros, o sea, mediante algo subjetivo.
En Hume también puede reconocerse un
planteamiento trascendental, o cuando
menos los elementos fundamentales del
mismo; en cuanto que los principios de
asociación tienen el efecto de constituir una
trama de impresiones, que de otro modo
quedarían aisladas y sin referencia recíproca.
Esta trama o asociación múltiple de
impresiones e ideas, es lo que Hume llama
constelaciones de percepciones, que en
virtud de fuerzas de afinidad en la
naturaleza
humana,
nunca
aparecen
aisladas; estas fuerzas son como las fuerzas
de atracción de Newton, y en la concepción
del mundo y del conocimiento científico de
este Hume tiene precisamente su modelo: la
inducción, y el resto de las reglas del
filosofar, los principios de parsimonia y
simplicidad de la naturaleza.
Así la fuerza de atracción es un principio
y un límite de explicación, como tal
principio,24 tanto en la naturaleza humana
como en la naturaleza en general, pues
aquella es parte de esta y la ejemplifica en
sus principios generales o cósmicos. Hume
no
plantea
su
doctrina
como
un
planteamiento trascendental de un modo
explícito, no obstante los principios de
asociación del entendimiento integran la
experiencia para el sujeto, y le permiten una
orientación exitosa en la vida, de modo que
la naturaleza satisface su derecho supremo
en forma de creencias naturales que son
admitidas como probables y de modo
hipotético. Pero al mismo tiempo sostiene la
doctrina de la existencia de un curso natural
o curso regular en la naturaleza, esto es, la
doctrina de una regularidad de fondo
independiente de carácter estructural que se
puede reconocer a partir de la experiencia, y
sostiene que esta es objeto de creencia
natural y no racional, en el sentido preciso
de que no puede ser deducida desde la
experiencia, pero no en el sentido de una
irracionalidad como falta de toda razón y
arbitrariedad.
Y Hume, en efecto, afirma que esta
creencia natural en asociaciones naturales
está sostenida en una poderosa razón, y así
en el sentido esencial del término no es
24
Un hecho inexplicable, del que no podemos dar razón
alguna, sino solo constatar su existencia y dar las reglas en que
tiene lugar, lo que constituiría una parte esencial de lo que Hume
llama Geografía Humana.
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irracional; esta es la razón de la pertenencia
de la naturaleza humana al orden natural
(naturaleza) y a la exigencia racional de una
armonía en este orden. Hume afirma que la
causalidad (conexión) como el resto de
asociaciones
naturales
no
puede
ser
justificada como deducción o argumento
deductivo racional; pero al mismo tiempo
sostiene que esta es objeto de creencia
natural, precisamente porque ha de existir
un curso regular de la naturaleza, y la
naturaleza no puede habernos constituido al
margen de sí misma, introduciendo una
desarmonía o disociación entre sus fines
generales y la constitución y capacidad de la
naturaleza humana; de modo que, en efecto,
ha de existir una creencia natural para que
la naturaleza (el orden natural o cósmico)
satisfaga sus derechos y fines prácticos: en
breve, la naturaleza humana como parte de
la naturaleza ha de estar equipada de modo
que pueda al menos atisbar el curso regular
de la naturaleza, aunque solo de un modo
hipotético y probable, sin poder salir de este
círculo.25 Pero sin llegar a alcanzar la certeza
y el conocimiento deductivo, podemos
-según Hume- avanzar desde la experiencia
hacia principios más generales, conel
razonamiento analógico e inductivo o
argumento experimental sobre cuestiones
de hecho, estrechando el campo de las
semejanzas, y ello hasta donde nos sea
posible según nuestra capacidad.
En Hume como en Newton, y en toda la
ciencia moderna, existe de fondo una
creencia (natural en Hume) en un curso y
orden natural, al que apuntan los principios
inducidos, y que explicarían estos; y esto a
pesar de que se plantee el llamado problema
del círculo inductivo, pues desde un punto de
vista deductivo ni los principios inducidos
pueden conducir al orden regular generalcósmico, ni este conduce a aquellos; la
inducción analógica de principios regulares
presupone ya un orden regular general. No
obstante según Hume, no solo se trataría de
una creencia natural que satisface un interés
práctico (natural), sino que hay una
convicción racional sobre este orden natural:
en suma, la regularidad que observamos
como dada en la experiencia (regularidad
observada) ha de apuntar a una regularidad
o curso regular no observado, que permitiría
explicar la existencia de la primera, y que
también desde el punto de vista de la razón
es irrenunciable e inevitable, como lo es
25
La certeza y el conocimiento quedan restringidos al ámbito
de las ciencias formales, o sea, a los razonamientos formales, o
por comparación de meras ideas (la Lógica y las Matemáticas), a
las relaciones de ideas que Hume contrapone explícitamente a
las cuestiones de hecho (de existencia).
51
como objeto de creencia natural. Por tanto,
en
Hume
no
encontraríamos
el
planteamiento trascendental y el giro
copernicano de Kant, donde la experiencia
es constituida en su trama por principios a
priori,26 pues en Hume los principios de
asociación (e ideas, de la imaginación en
que se apoyan) son reglas en el sujeto, pero
no coinciden con las reglas que hay en mí
que ensaya Kant, pues son principios objeto
de creencia natural que reflejan el curso
natural real e independiente; mientras que
los principios trascendentales de Kant serían
principios a priori puros constitutivos y
regulativos de la experiencia, condiciones de
la misma y del orden natural o naturaleza,
que es el conjunto de los fenómenos
ordenados bajo leyes a priori (reglas a priori
o necesarias, trascendentales); y este orden
natural, al parecer, sería un orden humano,
para el sujeto humano, y en este consiste el
ensayo trascendental o giro copernicano: el
ensayo de considerar las reglas en mí, como
legislación a priori que el sujeto humano
impone a las cosas para constituir un orden
natural como proyección y producto suyo. 27
Es claro que en Hume no existe tal ensayo y
doctrina trascendental, aunque sí algunos
elementos fundamentales para realizar este
ensayo. El ensayo trascendental sería el
ensayo de un sujeto legislador productivo.
Para acabar con esta sección, diremos
que la atribución de psicologismo a Hume,
resulta ser una total aberración y falta de
entendimiento de su doctrina, esto es, una
sorprendente ausencia de consideración de
sus conceptos fundamentales y principios.
Así es, en efecto, si por tal se entiende una
doctrina que justifica la validez objetiva y
certeza de los juicios generales sobre
existencia, cuestiones de hecho, pues Hume
nunca afirma que estas proposiciones sean
objeto de conocimiento, ni que queden
legitimadas como conocimientos desde la
creencia natural; no se trata de una
justificación o fundamentación psicológica
del conocimiento sino de la creencia en el
acontecimiento, la convicción subjetiva e
instintiva en este; y esta entendida como
justificación desde la naturaleza humana; ni
lo psicológico como actividad mental de
producción y manipulación de ideas, de
carácter autóctono e aislada del resto de la
naturaleza, sino precisamente como parte de
26
De la sensibilidad, el entendimiento y la Razón como
facultad y fuente de todos lo principios a priori.
27
Precisamente Kant nos dice que la Razón no es meramente
una facultad de descubrimiento o razonamiento, sino que
esencialmente es una facultad, instancia o poder legislativo, una
legislación en sí misma, como parte de la naturaleza humana,
que constituye la experiencia y el orden natural (que queda por
tanto como algo ajustado al sujeto legislador y relativo a este).
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52
esta, y en definitiva como manifestación de
esta. Si por psicologismo se entiende una
reducción a lo mental así concebido, es
manifiesto -por todo lo expuesto aquí- que
es del todo inapropiada. En Hume es la
naturaleza, y la naturaleza humana como
parte del curso natural, lo que fundamente
la creencia natural en los juicios generales
de existencia, como si fueran ciertos y
constituyesen conocimientos; es decir estos
pasan por ser juicios ciertos desde el punto
de vista práctico o punto de vista de la
naturaleza y su derecho inalienable, pero
tomados como probables desde el punto de
vista de la filosofía y del científico; es decir,
desde el punto de vista de la reflexión
racional donde se exigen condiciones de
verdad. Es muy importante destacar que la
probabilidad de la que nos habla el filósofo y
científico es creída (objeto de adhesión) de
un modo racional, no como una creencia
natural o convicción instintiva que es
irracional.
3. El problema del conocimiento a
priori y el giro copernicano
Ahora entramos de lleno en nuestra
investigación
sobre
la
filosofía
trascendental28 como un conocimiento (o
creencia racional a modo de hipótesis
teórica29) centrado en el concepto de lo a
priori puro trascendental, o legislación a
priori;
sujeto
trascendental
legislativo
integrado por el conjunto de principios o
elementos a priori (conceptos y juicios a
priori). La filosofía trascendental con su giro
copernicano ha de entenderse desde su
finalidad e interés en explicar la existencia
de
juicios
a
priori,
anteriores
e
independientes de la experiencia en las
Ciencias naturales (como la Física y la
Biología) y en las Ciencias matemáticas
(como la Aritmética y la Geometría), y como
un intento de dar una nueva dirección a la
28
Aquí trataremos de ofrecer el sentido cabal del giro
copernicano (revolución copernicana) y de la filosofía
trascendental o del ensayo kantiano de tal filosofía; desde las
motivaciones kantianas fundamentales y efectivas, esto es, desde
lo que realmente le mueve a realizar el ensayo de considerar las
reglas en mí (sujeto legislador o legislación a priori). Estas son,
en suma, la necesidad teórica de explicar la existencia del
conocimiento a priori en las ciencias naturales y en la
Matemática, así como la necesidad de ofrecer un camino seguro
la Metafísica como conocimiento de principios a priori primeros y
fundamentales; que como veremos dependerán de la elaboración
y fijación, exhibición, de un concepto de conocimiento.
29
Esta se da, en efecto, como una hipótesis teórica, en cierto
sentido al modo de Newton y la ciencia experimental; pues Kant
la introduce para poder explicar la existencia del conocimiento a
priori (en al ciencia natural y en las Matemáticas), y en general
para poder explicar, y decir, qué es el conocimiento, o cómo ha
de ser este, atendiendo a una noción de conocimiento previa o
contenido conceptual mínimo.
David Coble Sarro
Metafísica, Ciencia Reina, que se muestra
como un campo de batalla interminable.
La filosofía trascendental se construye
sobre las distinciones críticas; en primer
lugar y ante todo, en la distinción esencial
entre fenómeno y noúmeno; esto es, entre
representación intuitiva para un sujeto y en
un sujeto, y cosa en sí misma de la que no
tenemos mas noticia que su afección en
nosotros, el modo en que nos afecta según
nuestra capacidad de ser afectados, 30 pues
según Kant la sensibilidad es el único medio
por el que intuimos objetos, es decir, por el
que se nos dan objetos:
“[T]odo pensar tiene que hacer
referencia,
directa
o
indirectamente
[mediante
ciertas
características]
a
intuiciones y, por consiguiente, (entre los
humanos), a la sensibilidad, ya que ningún
objeto se nos puede dar de otra forma.”
(Kant, CRP, B 33)31
Entonces bajo la categoría de fenómeno
caén todas las intuiciones, y hay que deducir
que un fenómeno es una intuición; y
asimismo,
que
las
intuiciones
puras
matemáticas (círculo...) son fenómenos -a
tenor de la definición, como intuición-; y
Kant no aclara de qué objetos proceden
estas intuiciones matemáticas, y parece
confundirlas con los objetos mismos,
negando así su propia doctrina de la
intuición sensible o afectabilidad. 32 Pero no
percibimos a los objetos mismos, en sí
mismos, o como sean en sí mismos al
margen de toda interacción y afectación,
receptividad, sino precisamente en cuanto
nos afectan los percibimos, y lo que
percibimos es el modo en que nos afectan; y
esto es lo que se denomina fenómeno o
representación intuitiva sensible. Esta es una
clase de representaciones junto a las
30
Afectabilidad o sensibilidad, o receptividad.
La intuición es precisamente la receptividad o facultad de
recibir objetos. En el sujeto humano coincide con la sensibilidad,
ya que en esta no existe mas intuición que la sensible. Kant dirá
que la intuición intelectual no es un concepto contradictorio y se
puede admitir como posible en seres diferentes a los humanos:
“El efecto que produce sobre la capacidad de representación un
objeto por el que somos afectados se llama sensación. La
intuición que se refiere al objeto por medio de una sensación es
calificada de empírica. El objeto indeterminado de una intuición
empírica recibe el nombre de fenómeno. Lo que, dentro del
fenómeno, corresponde a la sensación, lo llamo materia del
mismo. Llamo, en cambio, forma del fenómeno aquello que hace
que lo diverso del mismo pueda ser ordenados en ciertas
relaciones. Las sensaciones sólo pueden ser ordenadas y
dispuestas en cierta forma en algo que no puede ser, a su vez,
sensación. Por ello, la materia e de todo fenómeno nos viene
dada únicamente a posteriori.” (Kant, CRP, B 34)
32
Recordamos que para Kant la intuición es la facultad por la
que son dados objetos (algo distinto de la representación, y que
es lo representado), y que en el hombre es sensible, o sea,
requiere afectabilidad.
31
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representaciones intelectuales o mediatas,
por lo que se aprecia fácilmente que en
cualquier caso ser trata de lo mismo
esencialmente, o sea, de representaciones
como algo opuesto a cosas en sí; y asimismo
puede apreciarse con igual claridad que la
distinción más esencial u originaria no es la
de fenómeno y cosa en sí misma, sino la de
representación y cosa en sí misma, ya que el
concepto de representación expresa mejor
que el concepto de fenómeno a algo que nos
ofrece algo. En todo caso Kant pone el
énfasis en la distinción u oposición entre
fenómeno como representación intuitiva
sensible, y cosa en sí misma; pero este
énfasis no impide que de modo implícito y
congruente
con
sus
principios,
esté
sosteniendo una distinción crítica -la que en
rigor cabría llamar esencial y originariaentre representación y lo representado, es
decir, entre las representaciones intuitivas y
conceptuales por un lado, y las cosas en sí
mismas y sus relaciones por otro; pues el
concepto de representación parece más
fuerte
gonseológicamente
que
el
de
fenómeno (apariencia).33 Y así lo fenoménico
no son las representaciones intuitivas, sino
estas y sus relaciones, en suma, los
elementos fenoménicos y su trama. Esta
trama es lo que constituye la experiencia
humana y lo que llamamos naturaleza en
general, y esta es la que en definitiva se
contrapone a lo nouménico, las cosas en sí
mismas y sus relaciones.34
Por tanto, para Kant, lo nouménico, las
cosas en sí mismas y sus relaciones, son lo
incognoscible en cuanto tales; pues solo se
puede
conocer,
esto
es,
pensar
objetivamente, la determinación de algo, en
cuanto es objeto para nosotros, o sea, en
cuanto se nos da de alguna manera al sujeto
(se intuye), y en el caso del ser humano en
cuanto se le da por intuición sensible (la
única posible en el hombre); de modo que lo
que no nos afecta de algún modo al entrar
en interacción (relación) con el sujeto, no
puede ser intuido o percibido, y permanece
como algo enteramente inexistente, de lo
que no tenemos noticia alguna ya que no
entra en relación con el sujeto de algún
modo: sin afectividad no hay receptividad.
De esta suerte, sobre el cauce que abre
esta distinción se edifica toda la teoría
trascendental, donde precisamente se dibuja
33
En el conocimiento lo que tenemos es un negocio de
representación, y esta incluye a lo fenoménico como
representación intuitiva; por tanto como un caso suyo, si bien un
tipo fundamental (fundante).
34
Que cabría denominar relaciones nouménicas, siguiendo el
espíritu de Kant; aunque no hemos encontrado esta expresión en
la Crítica de la Razón Pura.
53
la distinción al establecer las condiciones o
principios a priori de todo experiencia
posible, o sea, de las representaciones
sensibles (fenómenos en sentido restringido)
y sus enlaces sintéticos. Y así la doctrina
trascendental, constituida por la Estética, la
Lógica y el Método trascendentales viene a
ser la implementación del proyecto teórico
configurado ya en esta distinción crítica
originaria,35 y la concreción o desarrollo en
detalle de la misma.
Kant nos dice que:
“Sean cuales sean el modo o los
medios con que un conocimiento se refiera
a los objetos, la intuición es el modo por
medio del cual el conocimiento se refiere
inmediatamente a dichos objetos y es
aquello a que apunta todo pensamiento en
cuanto medio. Tal intuición únicamente
tiene lugar en la medida en que el objeto
nos es dado. Pero éste, por su parte, sólo
nos puede ser dado [al menos a nosotros,
los humanos] si afecta de alguna manera a
nuestro psiquismo.” (Kant, CRP, B 33)
La intuición es, pues, el modo en que se
dan los objetos en tanto que es la referencia
inmediata al objeto de conocimiento; y Kant
parece sugerir que el objeto de concoimiento
es la misma intuición; ya que a lo que
apunta el pensamiento es a esta intuición,
no a la cosa en sí misma, pues esta aunque
entra en relación con nosotros y nos afecta
de algún modo, no es ni puede ser el objeto,
si por objeto se entiende lo que es
determinado (por un concepto), y lo que es
determinado es la afección del objeto y no el
objeto mismo. Así, el pensamiento siempre
lo es de, y se dirige a, esta intuición aunque
su referencia última sea el objeto, que la
produce en cuanto afecta la sensibilidad;
pero la intuición como facultad de darse
objetos,
es
referencia
inmediata
o
representación inmediata del objeto que nos
afecta (pues en el hombre toda intuición es
sensible y requiere afectación), de modo que
sería más coherente y claro decir que lo
pensado en el conocimiento es el objeto no
la intuición (representación) de este, y a fin
de cuentas la objetividad del concocimiento
se funda en el objeto, no en una intuición sin
objeto que por definicón es imposible en el
hombre. Así el conocimiento no es otra cosa
que el pensamiento verdadero del objeto (de
la cosa en sí, lo representado).
35
Originaria no el sentido de ser la primera en el orden de la
exposición literal, sino en el sentido de ser lo primero en el orden
conceptual y sistemático, o sea a todas luces desde el punto de
vista teórico.
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54
David Coble Sarro
Y asimismo Kant nos da una definición
de
sensibilidad
como
afectividad
o
receptividad, al decir que:
“La capacidad (receptividad) de recibir
representaciones, al ser afectados por los
objetos, se llama sensibilidad. Los objetos
nos vienen, pues, dados mediante la
sensibilidad y ella es la única que nos
suministra intuiciones.” (Kant, CRP, B 33)
Esto ha de interpretarse como que el
objeto, la referencia del pensamiento, es la
afección misma, y esta afección nos la da la
sensibilidad
como
capacidad
de
ser
afectados (por lo externo y lo interno); a
esta afección la podemos llamar intuición
-nos dice Kant- porque la sensibilidad es el
modo humano en que se dan los objetos, y
la facultad de dar objetos es lo que Kant
llama intuición o receptividad, y como ya
hemos indicado, la capacidad de recibir
objetos en el ser humano es sensible; así, en
suma, la intuición es sensible, o la
receptividad es sensibilidad.
A la intuición sensible 36 también la llama
fenómeno en cuanto la intuición no está
determinada por las leyes del entendimiento,
o sea, en cuanto no está ordenada respecto
a las otras intuiciones. Fenómeno es la
intuición indeterminada (Kant, CRP, B 34). Y
lo llama fenómeno, según la acepción
tradicional del este término, a saber, la de lo
que se muestra o aparece a un sujeto
considerado como tal aparecer o en su
aparecer a la conciencia; en contraposición a
algo que pueda existir por sí mismo, o cosa
en sí misma; de suerte que así constatamos
que la distinción crítica originaria no es la de
fenómeno y noúmeno, sino la de lo
fenoménico y lo nouménico, pues es una
consecuencia inmediata de las definiciones
(intuición y cosa en sí). Las cosas en sí
mismas no pueden ser determinadas de
ningún modo por conceptos (no pueden ser
pensadas) y son incognoscibles tomadas en
sí mismas, o sea, al margen de nos afecten
y cómo nos afectan; aunque puede
interpretarse que pueden ser pensadas en
cuanto nos afectan, rspecto al modo de
afectacnos.
Es importante destacar que hay en Kant
una ambigüedad en el empleo del término
'objeto', en cuanto lo utiliza tanto para
36
O sea, a la intuición, pues para Kant, en el caso del sujeto
humano, intuición es lo mismo que intuición sensible; ya que para
este toda intuición es sensible (y esto comprende, pues, a las
empíricas externas e internas y a las puras ya trascendentales ya
no trascendentales; el círculo del que hablan los juicios de la
geometría es una intuición sensible y además pura; y el espacio y
el tiempo son intuiciones sensibles puras trascendentales -de la
sensibilidad pura y trascendental).
referirse a la intuición sensible, como para
referirse a las cosas en sí mismas, como
puede apreciarse cuando nos dice, por
ejemplo, que “el efecto del objeto sobre la
capacidad de representación es la sensación
o materia”, por objeto ha de entenderse la
cosa en sí misma, de la que tenemos una
representación en cuanto nos afecta. El
concepto de representación apunta en
definitiva a que Kant, de algún modo, admite
la existencia de cosas (externas o internas),
de algo indeterminado, que es lo que nos
afecta de algún modo y de lo que tenemos
noticia en cuanto nos afecta, por ello se
justifica el introducir el concepto de
representación y se reconoce su posición y
función central en toda la doctrina
trascendental; pues con el se llama la
atención de lo que tenemos es un índice de
algo que no está presente como tal, y del
que su afección en nosotros, en nuestra
sensibilidad,
es
por tanto,
una representación. Y en todo caso no ha de
olvidarse que el conocimiento recae sobre
las
representaciones
o
fenómenos,
intuiciones sensibles. Y así Kant introduce,
desde aquí, la doctrina de que el
conocimiento empírico es un conocimiento
fenoménico, pues este recae -según Kantsobre fenómenos, o es una determinación o
pensamiento verdadero de fenómenos. La
afirmación de que la intuición es una
referencia inmediata del objeto ha de
entenderse como que la afección de lo
externo (o de lo interno), sea lo que sea en
sí mismo, es la referencia inmediata a este
algo externo, cosa en sí, inmediata
precisamente porque es la afección de la
misma
sobre
nosotros
(nuestra
sensibilidad); en suma, es un índice de esta
cosa en sí, en cuanto causa o co-causa de la
misma, lo que determina tal afección.
Aquí nos encontramos, por un lado, con
la doctrina de que existe un conocimiento
empírico que lo es de fenómenos o
afecciones en nosotros, producidas por algo
externo o interno; doctrina en la que es
fundamental la afirmación de que los
fenómenos no nacen autóctonamente en la
sensibilidad, como productos meramente
subjetivos, sino que resultan de nuestra
interacción con el medio entorno al
organismo, y en el fondo nos dan una noticia
de este, aunque de un modo indirecto. 37 En
suma, los fenómenos no son alucinaciones
37
En el fondo lo que encontramos en la doctrina de Kant, es
una variante de la doctrina de la armonía universal, pero también
de la doctrina de la naturaleza como un todo del que el hombre
forma parte, el curso natural de Hume del que el hombre (la
naturaleza humana forma parte), y en el que está integrado de un
modo armonioso según el interés y fin supremo do la naturaleza.
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sino los modos en que el medio externo (e
interno) nos afecta, y un índice de algo
exterior aunque totalmente indeterminado.
Pero también con la doctrian general sobre
el concimiento como algo que necesita de
intuiciones (objetos dados por esta) que
pueden darse por interacción empírica (ya
con objetos externos ya con nosostros
mismos), o por una generación espontánea
en el caso de los objetos matemáticos; en
estos no nos queda claro si hay una
afectación por algo aunque sea subjetivo.
La otra distinción fundamental, la que
opone lo empírico con lo que pone el sujeto,
con lo a priori trascendental, se funda en la
distinción originaria entre lo lo fenoménico y
lo nouménico; lo a priori puro constitutivo de
la experiencia, como condición de la
misma,38 ahonda en la distinción entre cosas
en sí mismas y sus representaciones;
precisamente en cuanto lo a priori
trascendental es la condición de toda
representación para el sujeto, y más en
concreto es un tipo de representación,
representación pura o representación a priori
pura, como condición formal de toda
representación en general, ya se trate de
representaciones inmediatas o intuitivas
sensibles, o de representaciones mediatas o
conceptuales,
o
sea,
representaciones
intelectuales.39 Así lo trascendental es la
condición
fundamento
de
toda
representación empírica, esto es, de todo lo
fenoménico; es decir,
tanto de los
fenómenos o intuiciones sensibles, como de
Condición sin la cual no puede haber experiencia.
Estas referirían inmediatamente a intuiciones o fenómenos
en el sentido de que son determinaciones de los mismos, y
mediatamente a objetos o cosas en sí mismas. Kant no deja claro
este punto de la inmediatez y mediatez de las representaciones, a
pesar de ser fundamental y crucial, como criterio en el que se
apoya la definición y diferenciación de tipos básicos de
representaciones (intuitivas o inmediatas e intelectuales o
mediatas); no obstante, puede deducirse lo que afirma o, cuando
menos, debería afirmar, si es coherente con su planteamiento
conceptual básico. Así, si nos dice que la intuición o fenómeno es
una representación inmediata como afección de algo externo
(indeterminable e incognoscible), es claro que la referencia o lo
representado es la cosa externa, la cosa en sí misma; pues no
tiene sentido hablar de una representación inmediata de sí
misma, de la intuición (esto rompe el sentido de los conceptos
introducidos); por tanto ha de tratarse por necesidad de una
representación inmediata de la cosa en sí misma, y esto
precisamente en cuanto es una afección suya en nosotros (en la
sensibilidad). Así el concepto y los juicios serán representaciones
mediatas de este mismo algo externo, pues representan
mediatamente intuiciones, o sea, las representan en cuanto las
someten a reglas de unidad (las unen en clases), y esta
representación no está mediada por otra (una representación
intermedia que actúe como puente y enlace), de modo que la
definición de estas como representaciones mediatas ha de
referirse por fuerza (lógica) a las cosa en sí mismas, o sea, las
representan a través de, o por medio de, representaciones
intuitivas, ya que al representar estas representaciones intuitivas,
también representan lo que representan ellas (pero de modo
mediato o en virtud de estas).
38
39
55
las relaciones y trama de relaciones de estas
representaciones sensibles, la experiencia en
general o naturaleza. Esta es precisamente
definida como el conjunto de los fenómenos
en cuanto sometidos a reglas necesarias y
objetivas (leyes); según podemos apreciar
en el siguiente pasaje:
“Entendemos
por
naturaleza
(en
sentido empírico) el conjunto de los
fenómenos considerados en su existencia
de acuerdo con reglas necesarias, es decir,
de acuerdo con leyes. Hay, pues, ciertas
leyes que son a priori y que son las que
hacen posible una naturaleza. Las leyes
empíricas solo pueden existir y ser
encontradas mediante la experiencia y
como
consecuencia
de
esas
leyes
originarias, que son las que hacen posible
la misma experiencia.” (Kant, CRP, B 263)
El giro y ensayo trascendental, por
tanto, se concreta en la idea de lo a priori,
como reglas que existen en mí, como
legislación constitutiva de la experiencia; o
sea, en cuanto constituyen al sujeto
legislador al que se ha de adaptar, por
hipótesis, el objeto de conocimiento y toda
la
experiencia,
ya que
la
hipótesis
copernicana de la que nos habla Kant en la
filosofía, es la hipótesis que invierte la
relación de los términos en el conocimiento y
concepción de una realidad, pues aquí ya no
se trata más de una realidad preexisten
tente e independiente al sujeto, que esta
halla de descubrir, sino de la realidad que el
sujeto sujeto humano impone en un acto de
auto posición, o ponerse a sí mismo. Se
trata, así, de la hipótesis de considerar al
objeto como adaptado al sujeto y regido por
este, el sujeto legislador; y esto es lo que
nos propone Kant cuando nos dice:
“Se ha supuesto hasta ahora que todo
nuestro conocer debe regirse por los
objetos. Sin embargo, todos los intentos
realizados bajo tal supuesto con vistas a
establecer a priori, mediante conceptos,
algo sobre dicho objetos -algo que ampliara
nuestro conocimiento- desembocaban en el
fracaso. Intentemos, pues, por una vez, si
nunca adelantaremos más en las tareas de
la metafísica suponiendo que los objetos
deben
conformarse
a
nuestro
conocimiento, cosa que concuerda ya
mejor con la deseada posibilidad de un
conocimiento a priori de dichos objetos, un
conocimiento que pretende establecer algo
sobre estos antes de que nos sean dados.
Ocurre aquí como con los primeros
pensamientos de Copérnico. Este, viendo
que no conseguía explicar los movimientos
celestes si aceptaba que todo el ejército de
estrellas giraba alrededor del espectador,
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56
David Coble Sarro
probó si no obtendría mejores resultados
haciendo girar al espectador y dejando las
estrellas en reposo. En la metafísica se
puede hacer el mismo ensayo, en lo que
atañe a la intuición de los objetos. Si la
intuición tuviera que regirse por la
naturaleza de los objetos, no veo cómo
rodela conocerse algo a priori sobre esa
naturaleza. Si, en cambio, es el objeto (en
cuanto objeto de los sentidos) el que se
rige por la naturaleza de nuestra facultad
de
intuición,
puedo
representarme
fácilmente tal posibilidad.” (Kant, CRP, B
XVI – B XVII)
Como podemos apreciar la hipótesis
revolucionaria de considerar el objeto como
regido por el sujeto, se apoya en la noción
de lo a priori que pone el sujeto, y este a
priori no es más que el sujeto y legislación
que
conforman
toda
experiencia
y
conocimiento. Pero también se ve con
claridad, que la hipótesis de lo a priori
trascendental (hipótesis copernicana) se
apoya, tal como venimos justificando, en la
distinción originaria y fundamental entre lo
fenoménico y lo nouménico, o como hemos
ya explicado, entre lo que es representación
y lo nouménico; entre algo que nos afecta
de algún modo, y su representación que es
por definición algo condicionado o relativo
(primero como afección sobre nuestra
sensibilidad, y luego como determinación
conceptual de esta afección).. Lo a priori
como regla en mí, como legislación del
sujeto, no es más que el concepto de lo que
pone el sujeto para su representación; y de
esta suerte, lo a priori trascendental
(legislación del sujeto) viene a ser su
potencia
pura
y
constitutiva
de
representación, en suma, la parte pura de la
representación
o
representación
pura
(intuitiva, intelectual, y racional).
Así el conocimiento lo es del objeto
condicionado, como afección en el sujeto
según sus propia legislación, según la
condición formal del este o capacidad pura
de representación; pues el concepto de
conocimiento de lo incondicionado, de la
cosa en sí, es un concepto autocontradictorio;
donde
se
plantea
el
conocimiento de algo que no nos es dado de
ninguna manera, que no nos afecta o entra
en relación con nosotros de alguna manera,
y que por ello no puede ser pensado, o sea,
considerado como determinado por un
concepto, y por ende, no puede ser
conocido.40
40
Ser conocido, como ya hemos indicado y justificaremos
sobre los textos, consiste en ser pensado con verdad, o
determinación conceptual verdadera (pensamiento verdadero).
Así lo sostiene Kant, cuando nos
caracteriza la Metafísica existente hasta el
momento, como un intento de la Razón
especulativa de avanzar en el conocimiento
de lo incondicionado, la cosa en sí, pero este
conocimiento es imposible al tratar de
extenderse en un terreno suprasensible, más
allá de todo objeto dado (sin objeto alguno).
En este se trata de conocer a priori objetos
que no son dados en la experiencia, y en
general se trata del problema de conocer a
priori objetos; pero esto es imposible a no
ser que consideremos el objeto como regido
por las facultades de conocimiento (por el
sujeto).
“Pues
lo
que
nos
impulsa
ineludiblemente a traspasar los límites de
la experiencia y de todo fenómeno es lo
incondicionado que la razón, -necesaria y
justificadamente, exige a todo lo que de
incondicionado hay en las cosas en sí,
reclamando de esta forma la serie completa
de las condiciones. Ahora bien, suponiendo
que nuestro conocimiento empírico se rige
por los objetos en cuanto cosas en sí, se
descubre que lo incondicionado no puede
pensarse
sin
contradicción;
por
el
contrario,
suponiendo
que
nuestra
representación de las cosas, tal como nos
son dadas, no se rige por éstas en cuanto
cosas en sí, sino que más bien esos
objetos, en cuanto fenómenos, se rigen por
nuestra
forma
de
representación,
desaparece la contradicción.” (Kant, CRP, B
XX)
El conocimiento a priori solo es posible,
y
solo
puede
ser
explicado,
como
conocimiento de lo que pone el sujeto antes
de todo conocimiento y receptividad; y el
conocimiento de algo que no nos es dado es
un concepto contradictorio, pues se trata de
conocer algo incondicionado, que no nos
afecta de ningún modo, y solo podemos
conocer lo que entra en relación con
nosotros y nos afecta de alguna manera, o
sea, lo que está sujeto a alguna condición (lo
condicionado). De las cosas solo podemos
tener un conocimiento a priori en cuanto
representaciones o afecciones según reglas
en el sujeto (como objetos condicionados), y
lo que conocemos a priori de ellas es lo que
pone el sujeto, esto es las reglas a priori.
Podemos advertir, con toda claridad, que el
ensayo de una legislación a priori (reglas en
mí), se concreta en la hipótesis de un
conjunto integrado de principios (elementos)
a priori, que tienen su fuente en la Razón.
Efectivamente, esta es definida como la
facultad de todos los principios del
conocimiento a priori, como principios
trascendentales, pues permiten explicar el
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conocimiento a priori, y en definitiva, todo
conocimiento y experiencia. Por esto, la
hipótesis copernicana, ensayo trascendental
de una legislación en mí, se concretan en la
hipótesis
de
una
facultad
pura
de
representación, o sea, en esta y en su fuente
en el sujeto; y así la Razón Pura es la fuente
de esta representación pura,41 pues los
principios de lo a priori (de lo todo lo a
priori, en todos sus tipos), son los principios
trascendentales, lo a priori puro constitutivo
o legislación del sujeto, y estos son por
tanto los principios de todo conocimiento y
experiencia (como legislación del sujeto que
conforma el objeto, la experiencia, y el
conocimiento). En suma, la legislación
trascendental del sujeto es la legislación en
la representación del sujeto, y esta es la
representación pura trascendental, que
conforma toda representación (el curso de
esta), y así, la Razón Pura es la facultad de
esta representación pura, y la fuente de
legislación trascendental (constitutiva y
regulativa), o simplemente, es esta misma
legislación.
En
definitiva,
la
filosofía
trascendental viene a ser una ciencia y
conocimiento sobre la Razón Pura, o sea, es
una Ciencia de la Razón Pura.
Desde esto se entiende que aquí Kant
con la expresión Razón Pura, no se refiere a
la facultad especial de principios a priori
como ideas e ideales trascendentales, o sea,
como facultad de principios de síntesis y
unidad de los conocimientos (reglas) del
entendimiento; esto es, no se refiere a la
facultad cognoscitiva superior, que ha de
diferenciarse de la facultad de reglas o
pensamientos (entendimiento) y de la
facultad de representación intuitiva pura
(sensibilidad pura); sino que se refiere, al
conjunto de todas estas facultades, ya que la
definición de Razón Pura, refiere, claramente
y sin duda alguna, a todos los principios a
priori, como fundamentos formales de
representación, y por tanto, esto incluye a
los que Kant llama principios a priori de la
sensibilidad, que constituyen la intuición
pura cuyo estudio compete a la Estética
trascendental; a los principios a priori del
entendimiento,
que
constituyen
el
entendimiento puro, y estudiados por la
Lógica trascendental; así como a los
principios a priori de la razón, los principios
de unidad de reglas según principios, que
son
estudiados
en
la
Dialéctica
41
Que es lo a priori puro trascendental o constitutivo, a
distinguir de lo a priori en general, de lo a priori no puro
-independiente de la experiencia, pero que contiene conceptos
empíricos-, y de lo a priori puro no trascendental (lo a priori en las
matemáticas), tal como ya hemos señalado, pero habrá de ser
justificado sobre los textos.
57
trascendental. Es innegable que Kant utiliza
la expresión principios a priori, y es
innegable, asimismo, que lo hace para
referirse genéricamente a todo elemento a
priori, como fundamento o principio (en el
sentido preciso y aristotélico de ser lo
primero de lo que depende algo).42
En definitiva, por principio a priori
hemos de entender todo elemento de la
legislación del sujeto, toda parte pura y
primera en toda clase de representación, y
es indudable que cada una de estas clases y
campos de representación tienen sus
principios a priori; esto es así en
conformidad con la definición kantiana de
Razón Pura como facultad y fuente de todos
los principios a priori, y queda patente con
las definiciones que da de Estética
trascendental, de Lógica trascendental
(dentro de esta de Analítica trascendental),
y de Dialéctica trascendental de la Razón
Pura.43
La
filosofía
trascendental
no
es
introducida por Kant para justificar la
universalidad y necesidad en los juicios
sintéticos generales de la ciencia natural
(leyes científicas), y por tanto no resuelve el
problema de la inducción; ya que la doctrina
trascendental establece una separación
entre lo a priori y lo empírico, en un primer
momento; y después, dentro de lo a priori,
entre lo a priori puro y lo a priori no puro, y
dentro de lo a priori puro, entre lo
trascendental y lo que no es trascendental; y
así, los juicios generales de la ciencia natural
(a excepción de los principios en estas
ciencias, que constituyen su parte pura) no
son juicios sintéticos a priori, de ningún tipo,
pues dependen de y son extraídos desde la
42
O sea, respectivamente, los principios a priori que
constituyen la representación intuitiva pura (parte pura de la
representación intuitiva o sensible), los principios a priori del
pensamiento o representación intelectual que constituyen el
pensamiento puro o representación intelectual pura, y los
principios a priori de unidad de los pensamientos (y
conocimientos), ideas e ideales de la Razón Pura, como
pensamientos puros de totalidad o unidad perfecta (acabada e
incondicionada), que como veremos pueden ser considerados
como pensamientos formales de unidad perfecta de reglas y
conocimientos (y de condiciones de objetos en definitiva).
43
O sea, es el mismo Kant el que da explícitamente un
concepto de principio a priori (trascendental) para referirse a todo
fundamento o elemento trascendental, como se ve en las
respectivas definiciones de las partes de la filosofía trascendental,
que veremos en su lugar; y no es, por ello una interpretación
plausible o necesaria del mismo desde su planteamiento
conceptual, sino lo que este literalmente nos dice. La filosofía
trascendental se funda en el proyecto e hipótesis de una
representación a priori pura legisladora, y esta filosofía se
desarrolla en un sistema de conocimiento trascendental (de
principios a priori) como parte propedéutica en la Ciencia de la
Razón Pura o Crítica de la Razón Pura; pues, como veremos,
esta parte crítica desarrolla el esbozo de la Ciencia de la Razón
Pura, respecto a la naturaleza, posibilidad, y extensión del
conocimiento a priori (y del conocimiento en general).
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58
experiencia.
Estos
son
reconocidos
explícitamente por Kant como hipótesis o
juicios problemáticos, como generalidades
empíricas obtenidas como extensiones
arbitrarias desde la repetición de casos
semejantes; de modo que admite la
repetición como elemento fundamental en la
introducción de hipótesis, que nunca pueden
constituir leyes o juicios universales y
necesarios, ya que la universalidad y
necesidad está reservada a lo a priori (lo
independiente
de
la
experiencia,
en
cualquiera de sus clases).
Desde esto puede verse que no es, en
definitiva, la solución del problema de la
inducción lo que motiva a Kant para
introducir la filosofía trascendental; pues la
introducción de hipótesis más generales de
nuevos enlaces nunca elimina la posibilidad
de excepciones, ya que nunca salimos de la
esfera de la experiencia sensible, y así las
extraemos desde esta y dependen de esta;
se trata siempre de juicios empíricos. Lo que
la motiva es la explicación del conocimiento
(juicios) sintético a priori, y del conocimiento
en general, y especialmente la posibilidad de
dar un camino seguro a la Metafísica como
especie de conocimiento a priori, de
ampliación del conocimiento sintético de
modo racional, por meros conceptos. Así, lo
que queda explicado y justificado en la
esfera de lo empírico, es la introducción de
hipótesis de juicios sintéticos generales
empíricos (generalidades empíricas) en
cuanto aplicación y proyección de formas
lógicas trascendentales, esto es, de los
conceptos
puros
y
principios
del
entendiendo, y de los conceptos puros de la
razón (ideas o conceptos de razón), y de los
objetos o ideales que las determinan en el
espacio y el tiempo (ideales trascendentales
de la Razón).44
4. Lo a priori trascendental y la
Ciencia de la Razón Pura
El concepto de lo a priori trascendental
puede ser considerado como el concepto
central y, en algún sentido, como el
concepto fundamental, de la filosofía
trascendental o sistema de conocimiento
trascendental, que ha de distinguirse del
Sistema de la totalidad de conocimientos a
priori (o Sistema de la Razón Pura). Es
central en cuanto es el concepto de lo a
priori constitutivo de la experiencia en
general, como principio o condición a priori
de esta; o sea, como reglas en mí, que
44
Las ideas y los ideales trascendentales de la Razón Pura,
respectivamente.
David Coble Sarro
constituyen una legislación del sujeto (el
sujeto trascendental o Razón Pura); y es
fundamental en el sentido de que es el
concepto sobre el que se desarrolla la
Ciencia de la Razón Pura, y la filosofía
trascendental
o
crítica
como
parte
propedéutica. Esta ciencia se concreta en la
doctrina general del Idealismo trascendental,
o Realismo trascendental, que es la doctrina
filosófica que afirma la existencia de una
legislación a priori del sujeto sobre el objeto,
o sea, la hipótesis copernicana.
Pero este concepto no es básico en el
sentido de ser un concepto primitivo u
original, y podemos ver con claridad, que
supone y está construido sobre el concepto
previo (teórica y lógicamente) de lo a priori;
el mismo Kant define los conceptos según
este orden constructivo y lógico imperativo,
cuando nos define lo a priori como lo
independiente de la experiencia, y desde
este introduce los conceptos de lo a priori
puro y lo a priori no puro donde existen
conceptos empíricos.
“Pero,
aunque
todo
nuestro
conocimiento empiece con la experiencia,
no por eso procede todo él de la
experiencia. En efecto, podría ocurrir que
nuestro mismo conocimiento empírico fuera
una composición de lo que recibimos
mediante las impresiones y de lo que
nuestra propia facultad de conocer produce
(simplemente
motivada
por
las
impresiones) a partir de sí misma.” (Kant,
CRP, B 1)
Asimismo, establece lo que entiende por
conocimiento a priori y conocimiento a priori
puro; ambos en oposición al conocimiento a
posteriori, posible mediante la experiencia:
“Consiguientemente, al menos una de
las cuestiones se hallan más necesitadas de
un detenido examen y que no pueden
despacharse de un plumazo es la de saber
si
existe
semejante
conocimiento
independiente de la experiencia e, incluso
de las impresiones de los sentidos. Tal
conocimiento se llama a priori y se
distingue del empírico, que tiene fuentes a
posteriori, es decir, en la experiencia. […]
En lo que sigue entenderemos, pues, por
conocimiento
a
priori,
el
que
es
absolutamente independiente de toda
experiencia, no el que es independiente de
ésta o aquella experiencia. A el se opone el
conocimiento empírico, el que sólo es
posible a posteriori, es decir, mediante la
experiencia. Entre los conocimientos a
priori reciben el nombre de puros aquellos
a los que no se ha añadido nada empírico.
Por ejemplo, la proposición «Todo cambio
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tiene su causa» es a priori, pero no pura.”
(Kant, CRP, B 2-3)
Y nos da la universalidad estricta o
necesidad como criterio de los juicios a priori
(de lo a priori), pues es necesario establecer
un criterio que distinga lo a priori de lo
empírico, después de haber establecido esta
distinción fundamental; dejando claro que la
universalidad empírica no es nunca una
universalidad
estricta
o
a
priori,
característica restrictiva de lo a priori:
“Se trata de averiguar cuál es el
criterio
seguro
para
distinguir
el
conocimiento
puro
del
conocimiento
empírico. La experiencia nos enseña que
algo tiene éstas u otras características,
pero no que no pueda ser de otro modo. En
consecuencia, si se encuentra, en primer
lugar, una proposición que, al ser pensada,
es simultáneamente necesaria, tenemos un
juicio a priori. Si, además, no deriva de
otra que no sea válida, como proposición
necesaria, entonces es una proposición
absolutamente a priori. En segundo lugar,
la experiencia nunca otorga a sus juicios
una universalidad verdadera o estricta, sino
simplemente supuesta o comparativa
(inducción), de tal manera que debe
decirse propiamente: de acuerdo con lo
que hasta ahora hemos observado, no se
encuentra excepción alguna a ahora o
aquella regla. Por consiguiente, si se piensa
un juicio con estricta universalidad, es
decir, de modo que no admita ninguna
posible excepción, no deriva de la
experiencia,
sino
que
es
válido
absolutamente a priori. La universalidad
empírica nunca es, pues, más que una
arbitraria extensión de la validez: se pasa
desde la validez en la mayoría de lo de los
casos a la validez en todos los casos, como
ocurre, por ejemplo, en la proposición
«Todos los cuerpos son pesados».” (Kant,
CRP, B 3-4)45
Como venimos señalando, la distinción
entre lo puro y lo empírico es la distinción
entre lo a priori puro y lo empírico (lo no a
priori); y esta es una de las distinciones
críticas, no la única, ya que al menos la
distinción entre lo a priori, tanto puro como
no puro, y lo empírico puede ser considerada
como una distinción crítica y fundamental
(lógicamente) respecto de la distinción entre
lo a priori puro (lo puro mencionado en el
texto) y lo empírico; y esto es así porque, en
definitiva, el concepto de independencia de
la experiencia es fundamental, expresa el
rasgo básico de todo lo a priori, y por ello lo
45
Kant no se expresa aquí con coherencia, pues la distinción
planteada sería entre lo a priori (cualquier a priori, no sólo lo a
priori puro) y lo no a priori (lo a posteriori o empírico).
59
define. En realidad, juicios como el de que
'todo cambio tiene su causa' depende de la
experiencia, constituyen una parte de lo a
priori (lo a priori no puro); contienen
conceptos que sólo podemos extraer de la
expereincia (el cambio es un concepto
empírico); de modo que a la postre, la
distinción crítica básica y originaria sería
entre lo que es a priori y lo que es empírico
(a posteriori), y la distinción entre lo a priori
puro y no puro (así como la distinción entre
lo a priori puro trascendental y no
trascendental) son distinciones derivadas
respecto de aquella, tal como nos dice Kant
en el texto citado.
En todo caso, y pese a este grado de
ambigüedad en los términos introducidos, se
define y destaca con claridad lo a priori puro
trascendental: a priori puro que constituye la
experiencia como condición de la misma, o
sea, como legislación constitutiva de la
misma. Está constituida por el conjunto de
principios (fundamentos) a priori dados por
la Razón Pura, que es definida precisamente
como facultad de todos los principios del
conocimiento a priori:
“De todo lo anterior se desprende la
idea de una ciencia especial que puede
llamarse la Crítica de la razón pura, ya que
razón es la facultad que proporciona los
principios del conocimiento a priori. De ahí
que razón pura sea aquella que contiene
los
principios
mediante
los
cuales
conocemos algo absolutamente a priori.”
(Kant, CRP, B 24)
La Razón es la “facultad que proporciona
los principios del conocimiento a priori”; es
decir, suministra aquellos principios del
conocimiento que vienen dados antes de
toda experiencia y conocimiento; y así
suministra principios del conocimiento de un
modo a priori, en contraposición a la
experiencia, que suministra principios del
conocimiento
a
posteriori
(desde
la
experiencia y no antes y con independencia
de esta), o sea, las sensaciones como
materia de la intuición, y los juicios
empíricos como base para otros juicios
empíricos. Materia y forma son ambos
principios
del
conocimiento,
o
sea
condiciones del mismo; o si se prefiere, las
dos fuentes de las que surge el conocimiento
y la experiencia misma. Asimismo, desde el
texto se aprecia que la Crítica de la Razón
Pura será la parte propedéutica de la Ciencia
de la Razón Pura o Filosofía trascendental, 46
46
O sea, la Critica de la Razón Pura es parte propedéutica de
la Ciencia de la Razón Pura, y es filosofía trascendental; aunque
daría en realidad un esbozo de tal (sólo los principios
trascendentales fundamentales).
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60
que es la idea de una Ciencia de la Razón
Pura de la que la Ciencia Crítica da un
esbozo y plan completo, o sea, da una idea
completa y arquitectónica de esta Ciencia,
sin ser ella misma. La Ciencia de la Razón
Pura es el resultado de la aplicación
exhaustiva de los principios ofrecidos por la
Crítica.47 Es, por tanto, una preparación
necesaria para la Razón Pura, para su uso
natural y legítimo; en ella se dará un esbozo
de la Ciencia de la Razón Pura, por cuanto se
establecerá
la
naturaleza,
número
y
extensión, o aplicación, de los principios del
conocimiento a priori derivados de la Razón
Pura. Se establecerá por lo tanto, el carácter
de lo a priori trascendental en relación a lo a
priori no trascendental, su naturaleza en
relación a su fuente u origen y a tenor de su
función de su función propia; así como las
distintas clases de principios según distintas
clases de facultades cognoscitivas, y la
aplicación de estos diferentes tipos de
principios, en relación con su fuente y tarea
propia o connatural, o sea, conforme a su
naturaleza; así como las relaciones entre
estos principios en conformidad con su
naturaleza y función.
En suma, se trataría de establecer un
sistema funcional de principios a priori,
donde el conjunto de los principios de la
intuición y el entendimiento puros, que es lo
que Kant denomina Órganon de la Razón
Pura, son los principios del conocimiento que
la Razón da a priori y tienen el carácter de
principios a priori básicos, y que cabría
llamar principios del sistema de filosofía
trascendental, y por ende, del Sistema de la
Razón Pura en el sentido de ser la parte
fundamental de estos sistemas; pero sin
olvidar que el resto de principios de la Razón
Pura (ideas e ideales), son igualmente
principios
a
priori
trascendentales
o
principios del conocimiento a priori. Este
Órganon, y la filosofía trascendental en
general, se diferencia diferencia a su vez,
como parte y esbozo, del conjunto de todos
conocimientos a priori o Sistema de la Razón
Pura.48
El
Órganon
es
el
esbozo
47
Y asimismo el Sistema de la Razón Pura, que como
conjunto completo de conocimientos a priori (cualesquiera), ha de
derivarse de los principios dados por la Ciencia de la Razón Pura,
incluídos los de su parte crítica.
48
Aquí cabría pensar que se incluyen aquellos principios que
no son condiciones generales de la experiencia y del
conocimiento, pero cabe considerar como principios del
conocimiento, aunque no del conocimiento en general como
condiciones generales. Pero Kant parece referirse al
conocimiento en general cuando nos habla de los principios del
conocimiento dados a priori (por la Razón). Pues estas
condiciones generales o principios trascendentales es lo que nos
permite explicar el conocimiento a priori, la posibilidad de conocer
a priori en la Matemática y en la Ciencia natura pura, así como
explicar el conocimiento en general.
David Coble Sarro
arquitectónico que nos da la Crítica de la
Razón
Pura,
como
propedéutica
que
establece en una primera aproximación, el
número, tipo y extensión de los principios (a
priori); pues establece dos tipos de
principios a priori, los de la intuición y los del
entendimiento; mientras que el Sistema de
la Razón Pura es un desarrollo de la Ciencia
de la Razón Pura (y por tanto, de la Crítica),
que comprende todo conocimiento a priori,
incluído el trascendental como condición de
todo conocimiento. Así lo establece Kant al
decirnos que:
“Un órganon de la razón pura sería la
síntesis de aquellos principios de acuerdo
con los cuales se pueden adquirir y lograr
realmente todos los conocimientos puros a
priori.
La
aplicación
exhaustiva
de
semejante
órganon
suministraría
un
sistema de la razón pura. Ahora bien, este
sistema es muy apetecido y queda todavía
por saber si es posible también [aquí], y en
qué casos, ampliar nuestro conocimiento.
Por ello podemos considerar una ciencia del
simple examen de la razón pura, de sus
fuentes y de sus límites, como la
propedéutica del sistema de la razón pura.
Tal propedéutica no debería llamarse
doctrina
de
la
razón
pura,
sino
simplemente crítica de la misma.” (Kant, B
24-25)
Y cuando nos habla de la Ciencia
especial llamada Crítica de la Razón Pura,
que al darnos una idea completa de la
Ciencia y Sistema de la Razón Pura, solo ha
de ofrecernos los conceptos y principios
básicos de esta ciencia, pero no lo principios
derivados que serían igualmente principios
trascendentales; ya que esta Crítica solo ha
de dar los principios trascendentales
fundamentales, que son los que configuran
la estructura del Sistema completo de
principios
trascendentales
(o
Filosofía
trascendental o Sistema de conocimiento
trascendental), pues Kant refiere las
categorías que ofrece en la Analítica
trascendental como categorías primarias. En
consecuencia, es evidente que el Órganon de
la Razón Pura constituye la parte primera y
arquitectónica de la filosofía trascendental;
un esbozo de esta, no toda ella. 49
El Órganon es el conjunto de principios
básicos para el conocimiento a priori puro
-como dice Kant, expresamente-, pero
también, por lo que podemos deducir, para
todo conocimiento; ya que los principios a
priori de la sensibilidad y los del
49
El Órganon es la parte primera, y esbozo -podemos inferirde la filosofía trascendental o Crítica de la Razón Pura; que a su
vez es el esbozo de la Ciencia (y Sistema) de la Razón Pura.
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entendimiento son condiciones generales
para toda experiencia y conocimiento
posible, y son por tanto, la parte central o
esbozo de la Filosofía trascendental. Esta es
el conocimiento del modo de conocer en
cuanto es posible a priori, y este ha de ser
-como ya hemos dicho- un conocimiento de
los principios a priori de todo conocimiento a
priori, y en general de todo conocimiento.
Pues, en definitiva, las condiciones formales
que hacen posible el conocimiento a priori
son las que hacen posible la experiencia y
todo conocimiento. Y, por ello, puede ser
considerado como el resultado de esta parte
propedéutica (Crítica de la Razón Pura); y
coincide con el desarrollo mínimo y
propedéutico de la filosofía trascendental (el
plan completo de esta), ya que esta es la
investigación de los principios a priori de
todo conocimiento, lo a priori puro
trascendental,
como
condiciones
del
conocimiento a priori y de toda experiencia,
pensamiento y conocimiento; en suma, de
toda representación. Esto es así desde que
Kant introduce el concepto de conocimiento
trascendental como el conocimiento que
tenemos del modo de conocer en cuanto
este es posible a priori; o sea, como el
conocimiento del conocimiento a priori que
es el conocimiento de sus principios o
condiciones formales a priori.
“Llamo
trascendental
a
todo
conocimiento que se ocupa, no tanto de los
objetos, cuanto de nuestro modo de
conocerlos, en cuanto que tal modo ha de
ser posible a priori. Un sistema de
semejantes conceptos se llamaría filosofía
trascendental.” (Kant, CRP, B 26)
Pues de lo que se trata es de explicar
cómo es posible el conocimiento a priori en
general, y especialmente el conocimiento a
priori que nos muestra la Matemática y la
Ciencia natural pura o racional; y esto nos
arrastra a dar una explicación de cómo es
posible el conocimiento y la experiencia en
general, pues los principios de aquel son los
principios de esta. Así, el conocimiento del
modo en que conocemos a priori es el
conocimiento de los principios a priori de la
Razón Pura, que es la facultad de los
principios a priori, para el conocimiento y la
experiencia en general. Estos principios a
priori no son, por tanto, ni los principios a
priori específicos de la Matemática no los
especícos de la Ciencia natural pura, ni son
como estos,50 pues se trata de principios o
50
Es decir, son a priori puros, pero no son condiciones o
reglas formales generales para toda experiencia y conocimiento.
Solo estas últimas son trascendentales y constituyen las “reglas
61
reglas a priori que pone el sujeto como
condiciones formales de toda experiencia y
conocimiento.
Considerando
esta
circunstancia y función cognoscitiva general,
Kant los refiere, aunque solo sea de modo
implícito,
como
principios
a
priori
trascendentales, y, explícitamente, nos
habla de su conocimiento como de un
conocimiento trascendental. Este constituye
un conocimiento de la Razón Pura, de su
fuente, y es una parte del Sistema de la
Razón Pura como conocimiento completo y
articulado de lo todo lo a priori.51
Puede deducirse, con dificultad, como
corolario (consecuencia inmediata), que la
Filosofía trascendental es el conjunto entero
del conocimiento trascendental, lo que Kant
llama
Sistema
de
conocimiento
trascendental, del que el Órganon de la
Razón Pura (dado por la Crítica) es una
parte nuclear y primera, precisamente por
ser el conocimiento trascendental inmediato
y fundamental; o sea, los principios a priori
de la intuición y del entendimiento humanos,
que son la base para el conocimiento a priori
y para toda experiencia y conocimiento; y
son la parte primera y fundamental del
conocimiento
trascendental
(filosofía
trascendental), los principios trascendentales
básicos que dan el plan arquitectónico
trascendental, y desde los que se podría
realizar
una
derivación
y
exposición
completa y exhaustiva de todos los
principios trascendentales, esto es, del
Sistema completo de Filosofía trascendental,
de los que aquellos son su idea completa o
esbozo.
“La filosofía trascendental es la idea de
una ciencia cuyo plan tiene que ser
enteramente esbozado por la crítica de la
razón pura de modo arquitectónico, es
decir, a partir de principios, garantizando
plenamente la completud y la certeza de
todas las partes que componen este
edificio. [Es el sistema de todos los
principios de la razón pura.] El hecho de
que esta crítica no sea por sí misma
filosofía trascendental se debe tan sólo a
que, para constituir un sistema completo,
debería incluir un análisis exhaustivo de
en mí” o “legislación de la naturaleza” que hay en mí. Los
principios a priori de las matemáticas y de la Ciencia natural
(racional) son aplicaciones o proyecciones de lo a priori
trascendental, y por ello aplicaciones que caen dentro del ámbito
de lo a priori (lo absolutamente a priori o absolutamente
independiente de la experiencia, o sin mas, lo independiente de la
experiencia) que como se puede apreciar claramente comprende
como parte lo a priori trascendental.
51
O sea, como puede apreciarse, la filosofía trascendental o
ciencai de la Razón Pura, es parte del Sistema de la Razón Pura;
pues el sistema de conocimiento trascendental es parte del
sistema de conocimiento de lo a priori. En suma, lo a priori
trascendental es una parte de lo a priori.
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62
David Coble Sarro
todo el conocimiento humano a priori.”
(Kant, CRP, B 27)
Así la Ciencia de la Razón Pura trata de
los principios a priori que la Razón Pura
suministra, y coincidiría con la Filosofía
trascendental, pues la Crítica -afirma Kant
-da un esbozo de esta y de la Ciencia de la
Razón Pura. Hay coincidencia si la Filosofía
trascendental se ocupa de los principios a
priori que son condiciones de toda
experiencia y conocimientos posibles; y
estos tienen su fuente en la Razón Pura.
Estos principios son elementos a priori
(fundamentos a priori, conceptos a priori y
juicios a priori -sintéticos-), en el sentido de
ser principios primeros o principios generales
para toda experiencia y conocimiento
(determinación); y así Kant puede decir que
estos constituyen una Metafísica o Teoría del
ser, en el sentido de la ciencia del ser en
cuanto ser de Aristóteles; ya que son los
primeros principios en cuanto principios
trascendentales. Así queda justificado tomar
a la Ciencia de la Razón Pura como
Metafísica, por cuanto es la facultad que
suministra
estos
principios
a
priori
trascendentales; aunque ahora con un nuevo
sentido, trascendental, pues en estos
principios tenemos un conocimiento a priori
de los principios generales de la experiencia,
estructura metafísica de la misma, pero en
un sentido trascendental, como principios de
la Razón Pura o como legislación del sujeto,
donde el sujeto legislador construye y
amolda el entorno indeterminado a su
legislación, las reglas que hay en mí, y que
no solo rigen la experiencia sino que la
hacen posible (la regulan en cuanto la
constituyen; o sea, se autorregula en su
experiencia y conocimiento).
La
Filosofía
trascendental
es
caracterizada como Ciencia teórica de la
Razón Pura, por tratar del uso teórico de la
Razón Pura, es decir, los principios a priori
del conocimiento. Este uso es la tarea de
satisfacer el interés teórico del conocimiento,
donde se responde a la pregunta ¿qué
puedo conocer?, que se corresponde con uno
de los intereses (fines) de la Razón. Así el
Principio de la Moralidad es un principio a
priori de la Razón Pura, y pertenece a la
Ciencia de la Razón Pura, como ciencia de
los principios a priori en general; pero no es
un principio a priori trascendental, no
pertenece al conocimiento trascendental, a
la Ciencia de la Razón Pura en su uso
teórico.
Ya
que
contiene
conceptos
empíricos, como el de felicidad y virtud, y el
mismo de moralidad, por lo que se trata de
un principio de Razón formal y a priori en su
uso y legislación practica, pero no es un
principio a priori puro (sin conceptos
extraídos de la experiencia) por lo que ya,
desde esta falta de condición, no puede ser
un principio trascendental y teórico;52 de ser
puro el principio podría serlo o no, pues la
pureza no garantiza por sí misma el carácter
trascendental.
Los
juicios
de
las
matemáticas (Geometría y Aritmética) son
juicios a priori puros, pero no son
trascendentales.
Así Kant nos dice que las Matemáticas
nos muestran ejemplos de juicios a priori
puros, pero hay otros juicios a priori puros
que pueden ser demostrados desde la propia
experiencia, como condiciones de la misma,
y estos son los principios trascendentales:
“Podríamos también, sin acudir a tales
ejemplos para demostrar que existen en
nuestro conocimiento principios puros a
priori,
mostrar
que
éstos
son
indispensables para que sea posible la
experiencia misma y, consiguientemente,
exponerlos a priori.” (Kant, CRP, B 5)
La
Metafísica
es
la
ciencia
del
conocimiento por conceptos mas allá de toda
experiencia, sin objeto empírico; trata de ser
un conocimiento de los conceptos de alma,
mundo y Dios; de los conceptos de Razón,
según
una
espontaneidad,
tendencia
intrínseca a la naturaleza de la razón [Cfr.
Kant (CRP, B 18 y 199)] ; pero esto
constituye un problema insoluble. Está
constituida sobre el problema de la Razón
Pura, el problema del conocimiento a priori
por meros conceptos, que es insoluble en
cuanto que pretende un conocimiento de
objetos que no nos son dados en la
experiencia;
de
modo
que
en
el
conocimiento a priori así planteado nunca
habrá
avance,
sino
controversia
interminable, al pretender un conocimiento
más allá de la experiencia (de objetos no
dados), que por ello no pueden ser pensados
o
determinados.
La
Metafísica
como
conocimiento a priori, de principios a priori
generales constitutivos de la experiencia,
sólo lo puede ser como ciencia de la razón
pura, y como ciencia de esta en su uso
teórico, o sea, como conocimiento o filosofía
trascendental;
es
decir,
como
un
conocimiento a priori de principios generales
constitutivos pero en el sentido de
constitución por el sujeto legislador (sujeto
trascendental).
52
Cfr. “[E]l principio Supremo de la Moralidad no pertenece a
la Filosofía trascendental, es un principio a priori no puro,
contiene conceptos empíricos, y la filosofía trascendental la
Ciencia teórica del uso de la razón pura, la que trata sobre el uso
teórico de la Razón Pura.” (Kant, CRP, B 29)
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Así concebida, la Metafísica podrá por fin
entrar por un camino seguro y avanzar,
aunque aquí ya no se tratará de un
conocimiento supraempírico (sobre objetos
no dados), sino o de un conocimiento
trascendental o de una creencia o convicción
con base subjetiva suficiente. Respecto a los
principios de la sensibilidad pura, el
entendimiento puro, Kant nos habla de
conocimiento trascendental, y en realidad
nos habla de conocimiento trascendental
para referirse a todos los principios a priori
como condiciones de la experiencia posible;
pero,
parece
hasta
donde
podemos
observar, que introduce una ambigüedad
conceptual, al introducir la doctrina de las
ideas e ideales trascendentales como
creencias,53 o postulados teóricos de la razón
pura, como principios regulativos exigidos
por el uso empírico de la razón, y para el
avance del conocimiento empírico.54 No se ve
con claridad, como aquí pueda hablarse al
mismo
tiempo
de
conocimiento
trascendental y de creencia, a no ser, lo que
nos parece ser el caso, que en el concepto
de creencia, tal como es definido, se
comprenda el concepto de conocimiento
trascendental;
pues
el
concepto
de
convicción
con
fundamento
subjetivo
suficiente, o sea, lo que no es conocimiento
(convicción con fundamento subjetivo y
objetivo suficiente), pero tampoco mera
opinión (sin fundamento alguno) parece
incluir la noción de un conocimiento
trascendental. Pero además, tenemos la
doctrina declarada abiertamente de que el
conocimiento tiene dos fuentes y requiere un
objeto, fundamento objetivo; o sea, no solo
el conocimiento empírico sino toda clase de
conocimiento, pues -como ya hemos
indicado- el conocimiento es definido como
el pensamiento o determinación verdadera
de algo (Cfr. Kant, CRP, B 131). Así Kant nos
dice que podemos realizar el ensayo de
considerar el conocimiento y el objeto como
regidos por el sujeto, y no el conocimiento y
el sujeto como regidos por el objeto, por un
objeto totalmente independiente del sujeto y
el conocimiento, que ha de ser descubierto.
Y nos dice, además, que:
“En efecto, podría ocurrir que nuestro
mismo conocimiento empírico fuera una
53
Convicciones con fundamento subjetivo suficiente pero
fundamento objetivo insuficiente (Kant, CRP, B 850).
54
O sea, como veremos y justificaremos textualmente más
adelante, como reglas a priori que prescriben al entendimiento
proseguir
indefinidamente,
en
sus
determinaciones,
generalidades hipotéticas-arbitrarias y conocimientos (Kant habla
expresamente de conocimientos, pero el sentido de los conceptos
lo incluye todo en el ámbito de la experiencia) y conocimientos,
como proyecto del entendimiento.
63
composición de lo que recibimos mediante
las impresiones y de lo que nuestra propia
facultad de conocer produce (simplemente
motivada por las impresiones) a partir de sí
misma. En tal supuesto, no distinguiríamos
esta adición respecto de dicha materia
fundamental
hasta
tanto
que
un
prolongado ejercicio nos hubiese hecho
fijar en ella y nos hubiese adiestrado para
separarla.” (Kant, CRP, B 1-3)
En este pasaje establece el concepto de
conocimiento empírico, como el que surge
de la composición entre materia o impresión
(que en otra parte define como el efecto
inmediato sobre sobre la sensibilidad) y la
forma sensible que añadiría el sujeto
(intuición pura); esta es la intuición empírica
que es pensada objetivamente desde
conceptos empíricos. Kant nos habla
claramente de un concepto de conocimiento
como
pensamiento
verdadero,
o
determinación conceptual o intelectual de
algo dado, represenación intuitiva u otra
representación conceptual (concepto), de
modo que se sostiene que el conocimiento
requiere de un objeto (cosa indeterminada),
pues no es otra cosa (según el concepto
introducido)
que
la
determinación
o
pensamiento verdadero de un objeto, o en
último término de este, y así todo
conocimiento exige por definición un objeto.
Esto es lo que se sostiene cuando nos
explica que no podemos conocernos a
nosotros mismos, pues nos falta el objeto o
intuición correspondiente, y que sólo
tenemos conocimiento del sujeto empírico y
fenoménico, que es el modo en que nos
afectamos a nosotros mismos [Cfr. Kant
(CRP, B 156]. Pero, de este modo, define el
conocimiento
en
general,
como
determinación de un objeto o representación
intuitiva cualquiera; y así el conocimiento
quedaría reducido a conocimiento empírico.
Por aquel ha de entenderse este. Pero esto
no es así si consideramos que también
propone un conocimiento trascendental y en
general un conocimiento a priori dado en
forma de juicios a priori, donde no hay
objeto
o
intuición
empírica.
En las
matemáticas tenemos un conocimiento
sobre objetos o intuiciones puras construidas
sobre las intuiciones puras del espacio y el
tiempo; o sea, sobre conceptos construidos
de forma original sobre la intuición pura, no
sobre intuiciones empíricas. De este modo
cabe pensar que Kant nos ofrece un
concepto
de
conocimiento
como
determinación sobre una intuición (objeto)
cualquiera, ya sea empírica o a priori pura o
no pura); o más exactamente, de una
representación cualquiera, que de ser
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64
intelectual,
ha
de
resoverse
en
determinación
de
una
representación
sensible.
Pero el panorama conceptual respecto a
una noción general de conocimiento se
complica, pues por otro lado, se nos habla
claramente
de
un
conocimiento
trascendental,
ya
de
una
Filosofía
trascendental, ya, dentro de esta, de un
Órganon de la Razón Pura; asimismo de un
Sistema de la Razón Pura. Kant nos
propone, de modo explícito y sin lugar a
dudas, un conocimiento a priori que según
nos dice y por los conceptos que pone en
juego, solo puede serlo de lo a priori o de lo
que pone el sujeto.55 Ya que en esta variante
de conocimiento no vemos cual sea la
intuición que es pensada o determinada por
conceptos; a no ser que se consideren las
categorías y las ideas de la Razón Pura,
como conceptos con los que se piensa un
sujeto empírico o sucesión de fenómenos;
pero no se trataría de conceptos empíricos
con los que se piensa y determina una
intuición empírica; pero que pueden ser
considerados como determinaciones a priori
de tal serie empírica. Así en el conocimiento
a priori tendríamos un conocimiento de
propiedades formales y generales sobre la
experiencia en general, sobre la serie
empírica, y por tanto sobre una intuición en
general. Se adecua a una definición de
conocimiento como determinación sobre una
intuición cualquiera. Esta parece ser la única
vía para conservar la distinción -que Kant
introduce- entre conocimiento empírico y
conocimiento trascendental (y en general
conocimiento a priori), y al mismo tiempo
tener un concepto de conocimiento que los
abarque y satisfaga la condición de ser un
pensamiento objetivo o determinación de
una intuición cualquiera. La solución está en
considerar que en el caso del conocimiento a
priori la determinación sobre la intuición
empírica es a priori y expresa una condición
formal de esta.56
55
Y esta es según se ve, la principal motivación, o cuando
menos la primera, para hacer el ensayo de una legislación en mí;
que permite la posibilidad de un conocimiento a priori. Los objetos
considerados como “cosas en sí mismas” hacen imposible todo
conocimiento a priori, pero tomados como fenómenos o
afecciones dan entrada al conocimiento a priori; precisamente de
lo a priori, lo que nosotros ponemos. Y esto constituye la nueva
orientación de la Metafísica, como un camino seguro para el
conocimiento racional por conceptos (al margen de la
experiencia) o conocimiento a priori, que de otro modo resulta
totalmente inviable.
56
Así es inexacto, y falso, decir que para Kant las dos fuentes
del conocimiento son la intuición sensible (la experiencia) y el
entendimiento. Lo cierto es que las dos fuente del conocimiento
son la intuición (sensible o a priori) y el entendimiento; y las dos
fuentes del conocimiento empírico son la intuición empírica y el
entendimiento tanto en su uso puro como empírico, pues aquí se
trata de pensar fenómenos (o representaciones empíricas en
David Coble Sarro
El conocimiento empírico es, o puede
entenderse como, la determinación que
tenemos
sobre
objetos
dados
como
intuiciones sensibles (afecciones de lo
externo indeterminable e incognoscible),
pero desde este pasaje no es posible saber
si se está refiriendo al conocimiento en
general por cuanto es determinación de un
fenómeno, o si se está refiriendo al
conocimiento empírico como clase de
conocimiento contrapuesta al conocimiento a
priori, y dentro de este al trascendental. Con
todo, desde el conjunto de los textos es
claro que diferencia un conocimiento que
cabe llamarse empírico por depender y ser
extraído de la experiencia, que llama
conocimiento a posteriori, y un conocimiento
a priori, y dentro de este un conocimiento
trascendental; pero, en definitiva, todo
conocimiento, ya sea empírico a posteriori, o
trascendental, o a priori de cualquier clase,
parece requerir de un objeto que determinar
(pensar), y como en el ser humano el objeto
sólo viene dado por la intuición sensible 57
(pura o empírica), se concluye que todo
conocimiento es conocimiento intuitivo; y
podría decirse que es fenoménico o empírico
en el sentido -con todas las precauciones
necesarias- de referir en ultimo término a la
experiencia fenoménica empírica
ya que
toda intuición pura apunta a la intuición
empírica en cuanto es la forma de esta. Pero
la referencia objetiva viene dada por la
intuición en general, ya sea pura o empírica.
En las Matemáticas tendríamos -segun Kantun conocimiento sobre la intuición pura,
sobre intuiciones puras (círculo, recta,
cuadrado, número real, matriz, sumatorio,
límite, etc) que son intuiciones obtenidas a
priori (construidas originalmente) sobre las
intuiciones
puras
originarias
o
trascendentales (espacio y tiempo).58
general, intuiciones empíricas o conceptos empíricos) mediante
conceptos empíricos. En el conocimiento trascendental se trata
de una determinación de la experiencia en general, de los
fenómenos en su existencia y ordenamiento, en cuanto se trata
de propiedades formales generales, y así cabe pensar que las
fuentes son, de alguna manera, la intuición sensible que nos
ofrece la serie empírica de fenómenos (sujeto empírico) y el
entendimiento en su uso, tanto puro, que nos ofrece las
condiciones formales generales de la experiencia o lo que se
puede pensar de esta a priori (pensamiento o determinación a
priori), como empírico forjando conceptos empíricos.
57
La intuición es la facultad por la que se nos dan objetos, y
es definida por Kant como al facultad de objetos o receptividad,
que en el hombre coincide con la sensibilidad, pues en este sólo
se da la intuición sensible; y no sabemos si se da la intuición
intelectual en otros seres distintos, pues este concepto no es
autocontradictorio, es posible y problemático, pensable. Este
último es un concepto o pensamiento problemático, se
corresponde con el modo problemático de pensamiento.
58
Éstas son, claramente y por definición, intuiciones sensibles
puras, o representaciones intuitivas (sensibles en el hombre)
independientes de la experiencia (a priori), puras por no contener
conceptos o elementos empíricos (extraídos desde la intuición
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Así todo conocimiento (ya empírico, ya a
priori en sus diversas variantes) exige un
objeto, pues por definición es el el
pensamiento o determinación objetiva de tal
objeto; aunque esto se puede apreciar más
claramente en el conocimiento empírico-a
posteriori; pero también en el conocimiento
trascendental de los principios de la
sensibilidad y el entendimiento puro, que
tienen como objeto al sujeto empírico; o
sea, son las representaciones puras y
propiedades formales que hacen posible la
experiencia, las condiciones de la serie dada
e indefinida de fenómenos; y hacen posible a
esta serie como trama articulada de tales
fenómenos, síntesis fenoménica o serie
fenoménica dada; por tanto esos principios a
priori son trascendentales en cuanto
determinaciones (o sea, propiedades) de esa
serie empírica o sujeto empírico, pues este
es la experiencia que se hace posible; de
este sujeto o serie empírica se predican los
conceptos trascendentales, o sea, es
determinado
por
estos,
pensado
o
subsumido bajo estos; a fin de cuentas la
doctrina trascendental afirma que el sujeto
empírico fenoménico (como conjunto y
trama de intuiciones sensibles) es la
proyección o determinación del sujeto
trascendental, de la legislación del sujeto
(las reglas que hay en mí) a la que se
conforma el objeto, que es definido por
aquello a lo que apunta todo pensamiento
(Cfr. Kant, CRP, B 34), y en el hombre es
dado por la intuición sensible (la única
posible).
En el caso de los principios a priori de la
Razón Pura, entendida como facultad
específica de principios de unidad de reglas
(como Facultad de principios, cfr. Kant, CRP
356),59 es decir, como fuente de las ideas
empírica o experiencia), pero no son condiciones generales de la
intuición empírica, no son principios a priori de la Sensibilidad o
Receptividad. Llamar al espacio y al tiempo “intuiciones puras”
resulta inapropiado e introduce una gran ambigüedad, pudiendo
dar lugar a equívocos, y, en todo caso, entorpece la captación del
sentido; que, pese a todo y desde la consideración atenta de los
conceptos introducidos, queda totalmente claro. Kant nos dice: “El
espacio no es un concepto discursivo o, como se dice, un
concepto universal de relaciones entre cosas en general, sino una
intuición pura. [...] De igual forma, tampoco los principios
geométricos (por ejemplo, que dos lados juntos en un triángulo
son mayores que el tercero) derivan nunca de los conceptos
generales de línea y triángulo, sino de la intuición y, además, a
priori, con certeza apodíctica.” (Kant, CRP, B39). O sea, los
juicios a priori son pensamientos sobre la línea y el triángulo
como intuiciones a priori y puras, no como conceptos generales o
universales obtenidos desde la experiencia.
59
Donde claramente se usa el término 'principio' en un sentido
más restringido que al definir la Razón como facultad de los
principios del conocimiento a priori y del conocimiento, la Estética
trascendental como doctrina e investigación de los principios a
priori de la sensibilidad, y la Lógica trascendental como la
investigación y conocimiento de los principios a priori del
pensamiento (del entendimiento).
65
trascendentales e ideales trascendentales, 60
verosímilmente cabe pensar que refiere al
sujeto empírico, de la que estas ideas e
ideales61 son determinaciones conceptuales
(pensamientos)
precisamente
como
propiedades (cualidades) formales que
hacen posible ese sujeto o serie empírica;
hacen
posible
este
objeto
complejo
(experiencia), que es el objeto fenoménico y
único del conocimiento, que por hipótesis
copernicana) se piensa como si estuviera
conformado al sujeto. Pero en el caso de las
ideas e ideales de la Razón Pura no habría
conocimiento trascendental, en el sentido de
que estas no refieren a objetos, son meras
ideas, y solo son conceptos o pensamientos
problemáticos, para proyectar y regular la
experiencia (el entendimiento), y son por
tanto, postulados o hipótesis de la razón en
su uso teórico; por tanto, hipótesis
racionales teóricas que cabría llamar
creencias racionales, aunque Kant no use
esta expresión, y que son referidas de un
modo vago como parte de un conocimiento
trascendental, ya que son principios a priori
del conocimiento y la experiencia, aunque a
título de representaciones puras de Razón
problemáticas, admitidas como si existiesen
realmente
los
objetos
meramente
pensados.62
60
Por tanto, no en el sentido genérico que se sugiere al
hablarnos de una facultad de todos los principios a priori del
conocimiento a priori (y del conocimiento en general), que
comprendería los principios de la sensibilidad (intuición) pura, del
entendimiento puro, y las ideas e ideales (trascendentales) de la
Razón, conceptos (puros) e Razón o meros conceptos de unidad
o totalidad incondicionada y perfecta; que como veremos, son
todos ellos concreciones o determinaciones del principio a priori
original de la apercepción pura, y el principio supremo de la
unidad de razón, que realiza, concretándolo el principio original
de la apercepción pura, que equivale al principio a priori de
afinidad, y viene a ser este mismo.
61
Objetos ideales o ideas en concreto, determinadas espaciotemporalmente, como análogo de un esquema a priori de
determinación, para poder aplicar, o sea, pensar, los
pensamientos y conocimientos del entendimiento (conceptos u
juicios) como confluyendo -en el avance indefinido y constante del
entendimiento- en estas ideas de unidad incondicionada (que
prescriben ese avance continuo al entendimiento mostrándose
como una meta a alcanzar pero que nunca se alcanzará (focus
imaginarium o punto ideal del convergencia); para poder pensar
las reglas o conceptos del entendimiento bajo las ideas de
totalidad incondicionada -como veremos más adelante de modo
problemático e hipotético como principios regulativos o reglas de
avance en la experiencia y el conocimiento.
62
O sea, las ideas de unidad incondicionada y perfecta en las
series regresivas de fenómenos (como veremos, según una
síntesis, enlace, progresivo y no acumulativo de fenómenos) y las
correspondientes objetos ideales (ideales trascendentales), son
objetos no dados en la experiencia, que solo nos da una síntesis
o serie empírica progresiva y condicionada (la experiencia o
naturaleza), sino objetos concebidos solo en idea, desde la
absoluta espontaneidad de la Razón, que la razón se da a sí
misma (por tanto objetos meramente pensados, pero no en el
sentido de objetos dados, en la intuición sensible, que son
pensados bajo conceptos pero no de modo verdadero).
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66
5. La Estética trascendental
Por todo lo expuesto hasta el momento,
aunque sea a modo de indicación y
explicación
preliminar
adelantada,
por
exigencias de conexión sistemática, 63 queda
asentado con claridad que lo a priori
trascendental es una parte, clase, de lo a
priori en general, concretamente la de lo a
priori puro que es condición de la
experiencia (y del sujeto empírico), y por
ello determinación de la misma y en
definitiva del conocimiento; integrando este
una parte fundamental del Sistema de la
Razón Pura o sistema de conocimientos a
priori; o sea, la Ciencia de la Razón Pura o
conocimiento (filosofía) trascendental viene
dado en esbozo por la Crítica de la Razón
Pura, la Ciencia Crítica que es la parte
preliminar y necesaria de aquella; ya que al
darnos
el
esbozo
arquitectónico
del
conocimiento a priori trascendental(y, a la
postre, de todo el conocimiento), nos da el
sistema de conocimiento trascendental en su
estructura y límites; pero también, por
añadidura, la estructura y extensión del
conocimiento a priori.
Este
Sistema
de
conocimiento
trascendental (Sistema trascendental) es el
de los principios del conocimiento a priori, y
de
toda
experiencia
y
conocimiento,
derivados de la Razón Pura; entendiendo
'principio'
en
el
sentido
propio
de
fundamento
o
condición.64
Y
este
conocimiento trascendental viene dado
primeramente (abocetado) por la Crítica de
la Razón Pura, ciencia crítica y parte
propedéutica, donde se han de investigar y
establecer los principios, en lo que respecta
a su naturaleza y clase, número y extensión
o aplicación (función o tarea propia o
connatural). Y esto es lo que realiza Kant en
la Doctrina trascendental del los elementos,
y en la Doctrina trascendental del Método,
en su obra La Critica de la Razón Pura. En la
Estética
trascendental,
en
la
Lógica
trascendental
(Analítica
y
Dialéctica
trascendental),
y
en
la
Doctrina
trascendental del Método, se lleva a cabo el
proyecto crítico y trascendental en su boceto
63
La justificación de algunas afirmaciones ha exigido
adelantar al introducción de algunos conceptos y doctrinas; desde
las que se ilumina el sentido de esas afirmaciones; así la
explicación cabal del sentido y motivación de la hipótesis
copernicana, ensayo trascendental, exige adelantar el concepto
de lo a priori trascendental; y la explicación o justificación, de
carácter general y no cabal o sistemática, de la Ciencia de la
Razón Pura, de la Filosofía trascendental, y de la nueva
concepción u orientación de la Metafísica, ha exigido adelantar
conceptos y doctrinas (aunque de modo general y sinóptico).
64
El concepto aristotélico de lo que es primero y de lo que
depende algo; aunque no viene definido de este modo, desde
estas propiedades intensionales.
David Coble Sarro
(plan arquitectónico) de una doctrina de los
principios del conocimiento a priori y del
conocimiento, respecto a su fuente y
naturaleza, clases y número preciso,
funciones propias y relaciones concomitantes
a estas tareas: es a este conjunto trabado
de conocimientos lo que se refiere, con más
propiedad, como idea arquitectónica de un
Sistema de conocimiento trascendental,
forma más imprecisa y ambigua, como
conocimiento trascendental.
Como
ya
hemos
señalado,
este
conocimiento trascendental (o su boceto), lo
es sobre las condiciones de la experiencia y
del conocimiento, y estas han de ser
condiciones de la representación en el ser
humano,
de
todas
las
clases
de
representación que se dan en este, y, en
definitiva, de la misma experiencia como
representación compleja o serie sintética de
representaciones.
Por
tanto
ha
de
entenderse como el conocimiento de las
representaciones puras a priori, formales,
como
condiciones
formales
de
toda
representación intuitiva ya a priori ya
empírica (incluyendo las representaciones
intelectuales que se puedan resolver en
aquellas, y de todo concepto y juicio
(pensamiento) empíricos; o sea, de las
condiciones formales o representaciones a
priori formales puras, que el sujeto impone
como legislación, con la que se constituye
cada
representación
intuitiva
y
cada
representación conceptual (concepto), pero
también el enlace de estas (juicio), y así
toda la experiencia como trama sintética de
todas
las
representaciones
intuitivas
sensibles, por medio del los conceptos
empíricos y sus relaciones.
La
Estética
trascendental
es
la
investigación y doctrina de los principios de
la sensibilidad, esto es, de la representación
intuitiva o inmediata (sensible en el
hombre); aquí lo que se ha de establecer es
la condición y parte formal pura de la
representación,
las
representaciones
intuitivas puras (intuiciones puras), como
condiciones y legislación a priori del sujeto
en la sensibilidad o facultad de receptividad,
por la que se nos dan objetos en tanto que
nos afectan; y que por tanto se reduce una
facultad de ser afectados según la propiedad
formal (legislación) de la sensibilidad, o sea,
de la afectabilidad, término que Kant no
emplea, pero que expresa bien su concepto.
Así Kant nos dice que:
“Sean cuales sean el modo o los
medios con que un conocimiento se refiera
a los objetos, la intuición es el modo por
medio del cual el conocimiento se refiere
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inmediatamente a dichos objetos y es
aquello a que apunta todo pensamiento en
cuanto medio. Tal intuición únicamente
tiene lugar en la medida en que el objeto
nos es dado. Pero éste, por su parte, sólo
nos puede ser dado [al menos a nosotros,
los humanos] si afecta de alguna manera a
nuestro
psiquismo.
La
capacidad
(receptividad) de recibir representaciones,
al ser afectados por los objetos, se llama
sensibilidad y ella es la única que nos
suministra intuiciones. Por medio del
entendimiento, los objetos son, en cambio,
pensados y de él proceden los conceptos.
Pero, en definitiva, todo pensar tiene que
hacer referencia, directa o indirectamente a
intuiciones y, por consiguiente (entre los
humanos), a la sensibilidad, ya que ningún
objeto se nos puede dar de otra forma.”
(Kant, CRP, B 33)
Asimismo aclara lo que entiende por
sensación y fenómeno:
“El efecto que produce sobre la
capacidad de representación un objeto por
el que somos afectados se llama sensación.
La intuición que se refiere al objeto por
medio de una sensación es calificada de
empírica. El objeto indeterminado de una
intuición empírica recibe el nombre de
fenómeno. Lo que, dentro del fenómeno,
corresponde a la sensación, lo llamo
materia del mismo. Llamo, en cambio,
forma del fenómeno aquello que hace que
lo diverso del mismo pueda ser ordenado
en ciertas relaciones. Las sensaciones sólo
pueden ser ordenadas y dispuestas en
cierta forma en algo que no puede ser, a su
vez, sensación. Por ello la materia de todo
fenómeno nos viene dada únicamente a
posteriori.” (Kant, CRP, B 34)
Es importante destacar que Kant se
mueve en la dicotomía tradicional platónicoaristotélica, dándole una nueva fuerza y
sentido teórico, donde la forma es el
ordenamiento de la materia, pero en este
caso con un sentido trascendental, como
forma a priori o representación pura
intuitiva, intuición pura que conforma la
sensación, o sea, la afección del objeto o
cosa externa desconocida en cuanto tal (sin
relación al sujeto o sin afectarle de modo
alguno); esta representación pura intuitiva
es la condición formal o principio de la
sensibilidad, por tanto, la condición formal a
priori para poder ser afectados, pues aunque
Kant no lo expresa muy claramente, viene a
afirmar que la sensación o afección del
objeto externo (cosa en sí) no puede darse
sino en cuanto ordenada por la forma o
intuición pura; o sea, la sensación, materia
de la intuición, no se da por una parte en un
67
primer momento, y después sobre esta
actúa la representación pura formal, sino
que hemos de pensar que la sensación se da
ya ordenada, o sea, la afección sobre la
sensibilidad (sensación o materia) se da en
cuanto está ordenada por la forma de la
intuición. Y así la materia solo se da en
cuanto dada, ordenada, junto a la forma de
la intuición (intuición pura), y en el todo de
la intuición sensible, compuesta de materia y
forma. Es también muy importante percibir
que el concepto de afección es fundamental,
pues desde este se concibe la materia de la
intuición, como afección informe, y la
intuición pura, como forma de la afección, y
solo podemos tener referencia a objetos
externos (o internos) en las intuiciones
empíricas
por
medio
de
sensaciones
(afecciones).
En este texto, Kant establece también,
con claridad, lo que entiende por 'fenómeno',
a saber la intuición indeterminada; por lo
que ha de entenderse la intuición como
afección ordenada; y el fenómeno como
intuición que no es determinada por ningún
concepto en un juicio; como intuición aislada
o no enlazada a ninguna otra. Así la
sensación es la afección indeterminada, y el
fenómeno
es
la
intuición
empírica
indeterminada conceptualmente,65 de modo
que, como advertimos anteriormente, Kant
estable una distinción -aún de modo no muy
claro y poco coherente, pero reconocibleentre fenómeno como intuición sensible
aislada, y lo fenoménico como referencia a
todo fenómeno y trama de fenómenos, ya se
trate de la relación entre dos fenómenos
(intuiciones) o la totalidad de la trama de los
fenómenos, como el conjunto total de la
experiencia y el conocimiento dados, y no
dados o experiencia y conocimiento posibles.
Así el fenómeno es el elemento de
construcción de la experiencia, ofrecido por
la sensibilidad al entendimiento y la Razón,
para la construcción de esta, como primera
síntesis por vía trascendental, que da la base
para la elaboración sintética posterior de la
experiencia (que es una labor incesante).
Así Kant llama fenómeno a la intuición
(sensible) no pensada bajo un concepto
(subsumida y determinada por este), de la
que la intuición pura o representación
intuitiva pura es la forma a priori, la forma
de la sensibilidad que se haya en el
psiquismo; a esta forma o condición formal
la llama Kant principio a priori de la
sensibilidad, y la Estética trascendental es la
65
Kant hablará del pensamiento como de una determinación
conceptual, y esto no excluye que pueda introducir un concepto
de determinación para la sensación, en el sentido de
ordenamiento o conformación.
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68
David Coble Sarro
Ciencia de todos los principios a priori de la
sensibilidad:
“Las representaciones en las que no se
encuentra
nada
perteneciente
a
la
sensación las llamo puras (en sentido
trascendental). Según esto, la forma pura
de las intuiciones sensibles en general,
donde se intuye en ciertas relaciones toda
la diversidad de los fenómenos, se hallará a
priori en el psiquismo. Esta forma pura de
la sensibilidad se llamará igualmente
intuición pura. La ciencia de todos los
principios de la sensibilidad a priori la llamo
estética trascendental. Tiene que existir,
pues, esa
Ciencia, y ella constituye la
primera parte de la doctrina trascendental
de los elementos, en oposición a aquella
otra ciencia trascendental.” (Kant, CRP, B
34-36)
Y de modo claro y expeditivo, establece
el concepto de intuición y forma a priori de
la intuición desde los conceptos de
representación, afección y receptividad,
como
afección,
receptividad,
y
representación de un objeto externo66 (cosa
en sí u objeto indeterminable sin relación
alguna a nosotros); por tanto, como
representación, o señal de algo a lo que
apunta la afección (intuición) como su causa
(principio); dejando claro que se trata, en
definitiva, de representaciones de estos
objetos externos (o internos) en cuanto nos
afectan; de suerte que la forma de la
intuición o representación es la forma o
modo de ser afectados, o modo (forma) de
la receptividad:
“El espacio no es más que la forma de
todos los fenómenos de los sentidos
externos, es decir, la condición subjetiva de
la sensibilidad. Sólo bajo esta condición nos
es posible la intuición externa. Ahora bien,
dado que la receptividad del sujeto,
cualidad consistente en poder ser afectado
por los objetos, precede necesariamente a
toda intuición de esos objetos, es posible
entender cómo la forma de todos los
fenómenos puede darse en el psiquismo
con anterioridad a toda percepción real, es
decir, a priori, y cómo puede ella, en
cuanto intuición pura en la que tienen que
ser determinados todos los objetos,
66
Puede pensarse que Kant emplea aquí el término 'objeto' de
modo ambiguo e inapropiado, si se considera la etimología de
este, o sea, la de algo que está ante el sujeto; y como argumenta
Nietzsche, este algo externo no cabría ser llamado ni cosa en sí,
ni objeto, por cuanto estas expresiones significan algo
determinado de algún modo, pero Kant nos habla de la cosa en sí
como algo indeterminado e indeterminable, por no tener relación
alguna con el sujeto. No obstante, en Kant, queda claro lo
fundamental, que es distinguir algo externo indeterminado de su
afección en el psiquismo, o sea, la intuición sensible,
representación intuitiva (inmediata) precisamente de aquello.
contener, previamente a toda experiencia,
principios que regulen las relaciones de
esos objetos. Sólo podemos, pues, hablar
del espacio, del ser extenso, etc., desde el
punto
de
vista
humano.
Si
nos
desprendemos de la única condición
subjetiva bajo la cual podemos recibir la
intuición externa, a saber, que seamos
afectados por los objetos externos, nada
significa la representación del espacio. […]
La forma constante de esa receptividad que
llamamos sensibilidad es una condición
necesaria de todas las relaciones en las que
intuimos objetos como exteriores a
nosotros y, si se abstrae de tales objetos,
tenemos una intuición pura que lleva el
nombre de espacio.” (Kant, CRP, B 42-43)
Para Kant quedaría justificado hablar de
una representación de objetos externos, y
por tanto, de objetos externos, al poder
decirse que en algún sentido este algo
externo es un objeto pata nosotros, en
cuanto nos afecta y se nos da; o sea, se le
puede llamar objeto, aunque no se nos dé
en lo que es en sí mismo, lo que es
imposible y absurdo, ya que solo se puede
dar algo en tanto que entra en relación con
nosotros (nos afecta), y lo que se da de el es
su afección en nosotros, y así se nos da en
cuanto nos afecta; pero se nos da aunque en
un sentido indirecto o mediato, nunca en lo
que sea en sí mismo, pero sí en cuanto a su
existencia como principio (causa) de la
afección. En suma, las intuiciones son
afecciones sobre el psiquismo (sobre la
sensibilidad), y son representaciones de
objetos
externos
(algo
externo
indeterminado) en cuanto causas de estas, y
los dan respecto a su existencia en cuanto
han de ser causas.
Este es el punto esencial y la base
teórica en la que se apoya toda la doctrina
trascendental, a saber, las intuiciones como
afecciones
de
cosas
externas
a
la
sensibilidad (algo externo o interno), o la
creencia (doctrina racional -cabría decir-) de
que las intuiciones sensibles, las mismas
sensaciones como materia de la intuición, no
es algo producido en el organismo de modo
autógeno
o
endógeno,
como
meros
acontecimientos subjetivos y orgánicos, sino
que son acontecimientos en el sujeto en
cuanto este se relaciona, interactúa con el
entorno, con lo externo al organismo, 67 y
67
Que como ya hemos explicado, en gran medida, es por sí
mismo y en sí mismo, algo indeterminado por principio o e
indeterminable, ya que lo determinado solo es concebible en
relación a un sujeto (organismo) que entra en interacción con el
entorno (o consigo mismo), y esta se lo apropia y lo conforma, lo
concibe desde su perspectiva, en cuanto es afectado por este
entorno indeterminado, y en cuanto el organismo proyecta sus
facultades, fuerzas plásticas diría Nietzsche, sobre este entorno.
Por tanto el concepto de lo determinado, y el del determinación,
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este produce un efecto sobre el mismo,68
una afección; y así todo pensamiento y
conocimiento,
en
definitiva
toda
la
articulación de la experiencia, se produce
sobre esta afección, sobre el resultado de la
interacción del sujeto humano con el entorno
indeterminado.
La
experiencia,
el
pensamiento, y el conocimientos son
objetivos, pueden calificarse de tales,
precisamente en el sentido de que la
intuición
sensible
es
una
referencia
inmediata
(representación
intuitiva
o
inmediata) de algo externo, como principio
de la afección; en definitiva estas tienen un
carácter objetivo, por cuanto refieren a cosa
externas que no se dan y no pueden darse
en sí mismas, y estas constituyen la esfera
de referencia de todo pensamiento y objeto.
Objeto es aquello a lo que apunta todo
pensamiento (determinación conceptual),
pero la intuición es el modo en que se nos
dan
objetos,
y
las
intuiciones
son
representaciones inmediatas de objetos,
como afecciones de estos (pues el efecto es
una señal de la causa); es, pues, ineludible
pensar que la referencia última u objetos
referidos en definitiva, son los objetos (cosas
en sí mismas) que nos afectan. Esto es así,
aunque Kant nos hable por otro lado, y
confundentemente, del conocimiento como
conocimiento fenoménico, siempre como
conocimiento
en
los
límites
de
la
experiencia; pues con esto quiere decir que
el conocimiento requiere de un objeto como
intuición, requiere de una intuición (sensible
en el hombre), que cabe llamarse objeto o
referente
de
todo
pensamiento
(y
conocimiento o pensamiento verdadero);
pero también hay que reconocer, en virtud
de la doctrina de que el único medio por el
que se nos dan objetos y de que estos nos
son dados como afecciones de cosas
externas sobre nosotros, que son estas
cosas u objetos que nos afectan las que
constituyen el referente último y objetivo.
La expresión “la intuición sensible es el
único medio por el que se nos dan objetos”,
es ambigua al no aclarar si se trata de
objetos que son intuiciones, u objetos que
son referidos por medio de intuiciones como
la causa de la mismas. Pues al decir eso, se
puede entender o que las intuiciones son
ellas mismas los objetos a los que se refiere
en Kant, comprende o se construye como actividad de un sujeto y
de interacción de este con un medio entorno (y consigo mismo); o
sea, en las relaciones entre fuerzas y tendencias, en la relación
entre organismo y medio, y es por tanto el concepto de una
relación (un tipo de relación). Tenemos claramente una doctrina
relativista de la determinación, y por tanto de la experiencia y del
conocimiento.
68
Véase más arriba la definición que da Kant de sensación
como efecto, y por ello como afección sobre la sensibilidad.
69
todo pensamiento, o bien que ellas -como
decimos- son una referencia a objetos que
nos afectan. En realidad, desde todos los
conceptos introducidos, Kant admite, y de
alguna manera confunde ambas, cuando
menos en algunas ocasiones; pero en todo
caso, queda claro -por todo lo dicho aquíque si consideramos las intuiciones como
objetos del pensamiento lo hacemos como
representaciones
de
objetos
externos,
causas de la afección, y estos son la
referencia última objetiva; y, por tanto, lo
que da una validez y carácter objetivo al
pensamiento.
El espacio y el tiempo son las dos formas
a priori, condiciones formales, de la intuición
sensible
(de
la
sensibilidad);
ellas
constituyen la parte pura formal de la
representación intuitiva (intuición empírica,
sensible
en
el
sujeto
humano)
o
representación pura en las representaciones
intuitivas (intuiciones). El espacio es la
forma de todas las intuiciones (fenómenos)
externos, mientras que el tiempo es la forma
general de toda intuición, la forma tanto de
los fenómenos externos como de los
fenómenos internos.69 Por tanto, como
hemos explicado, son los dos modos de la
receptividad o afección de objetos, los dos
modos en que nos afectan los objetos (lo
externo o interno indeterminado). Así, por
ejemplo, todo efecto sobre la sensibilidad de
un objeto externo (cosa en sí), lo que Kant
llama sensación, es tal efecto70 en cuanto se
69
Kant habla de fenómenos, pero alude indiferentemente a las
intuiciones como tales, determinadas o indeterminadas (pensadas
o no en juicios, como enlazadas a otras) y a las intuiciones como
no determinadas (pensadas) a las que llama fenómenos.
70
Que también puede llamarse, y de hecho es llamado en la
tradición filosófica, impresión, que alude al concepto de la huella
o impronta física que un cuerpo deja sobre otro al entrar en
contacto con el, como el sello sobre la cera. Hume es quizá el
autor que maneja este concepto con más claridad y profusión
teórica; como Kant, propone el concepto de efecto de algo sobre
algo; aunque este algo sea una fuente desconocida, y la
impresión o intuición sean considerados, por lo menos en algún
sentido, como elementos irreductibles e últimos. Hume nos habla
de impresiones como datos primeros, percepciones originales o
contenidos mentales inmediatos, pero admite su procedencia del
exterior como efectos, como se admite en todos los autores
racionalistas. No es cierto -como pretenden muchas exposiciones
académicas, que titulan la doctrina del Psicologismo- que la
corriente de las percepciones formen como un islote mental, mera
actividad o dinámica mental autógena, con una desvinculación e
independencia total del entorno; pues, como ya también se ha
explicado aquí, para Hume el organismo humano (como todo otro
organismo) es parte de la naturaleza, pertenece al curso natural
de la realidad, en el que ha de estar adaptado funcionalmente, en
armonía, para no admitir una parte de la naturaleza como
desvinculada de esta misma (lo que es manifiesto absurdo; pues
se quiere ver algo como al mismo tiempo perteneciendo a la
naturaleza, como parte suya, y también como algo fuera de la
naturaleza, que no es parte de la misma); y así como si una parte
de la naturaleza, que se reconoce indudablemente como tal,
pudiese ser parte de esta y no satisfacer o amoldarse a los
designios y fines prácticos de esta (a su legislación).
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70
David Coble Sarro
amolda a la condición formal del
afectado, al modo de la receptividad.
ser
“Así, pues, en la estética trascendental
aislaremos primeramente la sensibilidad,
separando todo lo que en ella piensa el
entendimiento mediante sus conceptos, a
fin de que no quede más que la intuición
empírica. En segundo lugar, apartaremos
todavía
de
esta
última
todo
lo
perteneciente a la sensación, a fin de
quedarnos sólo con la intuición pura y con
la mera forma de los fenómenos, únicos
elementos que puede suministrar la
sensibilidad a priori. En el curso de esta
investigación veremos que hay dos formas
puras de la intuición sensible como
principios del conocimiento a priori, es
decir, espacio y tiempo.” (Kant, CRP, B36)
Para establecer que el espacio es una
condición de toda intuición externa, primero
establece que se trata de una representación
a priori pura, en lo que llama exposición
metafísica del concepto de espacio; y luego,
sobre esta y ya sentado que se trata de una
representación a priori y pura, o sea, no
extraída desde la experiencia y sin contener
elementos empíricos, nos explica que esta
ha de ser condición de toda representación
(intuición) empírica, esto es, un principio a
priori de la sensibilidad; y el mostrar a este
como tal, es lo que llama exposición
trascendental del concepto de espacio.
La exposición trascendental es, por
tanto, la preparación teórica para introducir
la doctrina del espacio como principio de la
sensibilidad; pues es esencial percatarse de
que el concepto de representación pura
(intuitiva en este caso) no conlleva ni implica
de por sí que sea un principio de
representación;
como
podemos
ver
claramente
si
nos
atenemos
a
los
respectivos
conceptos,
y
el
de
representación
pura
es
el
de
una
representación absolutamente a priori, sin
incluir conceptos (elementos) empíricos. Así
los conceptos matemáticos consisten en
representaciones a priori puras, pero no son
principios ni del conocimiento a priori ni del
conocimiento y la experiencia posible, o sea,
no son principios trascendentales, son
conceptos construidos de modo original y
completo sobre las intuiciones puras del
tiempo y el espacio,71 que son por tanto
71
De aquí que las matemáticas es el conocimiento racional
por construcción de conceptos, que no ha de confundirse con el
conocimiento racional por (mediante) conceptos. Hay una
diferencia en el modo de obtener los conceptos (de modo original
sobre una intuición pura derivada de la intuición pura
trascendental -que suele acaparar la denominación de intuición
pura, aunque esto sea una imprecisión que puede originar
confusiones conceptuales que han de mantenerse con rigor,
representaciones a priori puras que Kant
diferencia de las representaciones a priori no
puras en las ciencias naturales, en las partes
racionales
de
estas
(como
principios
racionales inmediatos de las mismas), como
el principio 'todo cambio ha de tener una
causa', que es un juicio sintético a priori que
contiene el concepto empírico de espacio. Y
dentro de las representaciones a priori
puras, tenemos las que cumplen una función
trascendental como condiciones de toda
experiencia y conocimiento, y aquellas que
siendo a priori y puras no son principios del
conocimiento y la experiencia en general, y
de esta tenemos cuando menos las
representaciones matemáticas.
De modo que todo principio de la
experiencia ha de ser una representación a
priori pura, como condición necesaria para
ser un principio trascendental, pero no es
una condición suficiente, y por ser tal ya es
un principio de la Razón Pura, algo que
puede actuar como principio a priori, pero
que no es un principio trascendental; pues
-como hemos dicho- el concepto de
representación a priori pura no conlleva el
concepto de principio trascendental, si no
atenemos a las definiciones dadas por el
mismo Kant, y al hecho de que nos
encontramos con lo a priori puro no
trascendental en las matemáticas (con
intuiciones puras, como el triángulo y el
círculo, derivadas de las intuiciones puras
trascendentales -espacio y tiempo-, sobre
las que se construyen originalmente y de
modo completo, exhaustivo, los conceptos;
de suerte que sobre estos pueden obtenerse
juicios sintéticos a priori, juicios universales
y necesarios, o sea, juicios evidentes por sí
mismos desde las definiciones, o sea,
axiomas.72 Y así actuarían (por ejemplo el
círculo, como representación pura) como
principios a priori para otros conocimientos
matemáticos, sin ser principios a priori
trascendentales.73
La cuestión queda totalmente zanjada en
el sentido que hemos indicado; y es el
propio Kant el que nos habla de las
representaciones matemáticas (intuiciones,
aunque a la postre se produzcan reducciones).
72
La exhaustividad es una propiedad exclusiva de los
conceptos matemáticos, que son construidos de modo original y
completo
al
fundarse
sobre
impresiones
puras
no
trascendentales, que son concrecciones (manifestaciones
concretas) de las intuiciones trascendentales (espacio y tiempo).
73
Pudiera haber una falta de coherencia conceptual, o cuando
menos semántica, o bien ambigüedad, cuando Kant define al
Razón Pura como facultad de principios a priori de conocimiento,
pues no queda claro si se trata de principios a priori
trascendentales o bien de principios a priori de conocimiento
cualesquiera en el sentido de un juicio a priori que sirve de base a
priori a otro juicio (por tanto, principio a priori de este).
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conceptos y juicios matemáticos) como
ejemplos que muestran la existencia de lo a
priori
puro,
pero
que
este
puede
demostrarse
al
mostrar
que
hay
representaciones a priori puras que son
condiciones de posibilidad de la experiencia,
es decir lo a priori puro como a priori
trascendental; o sea, nos dice, abiertamente
y sin ambigüedad alguna, que lo a priori
puro no es, coincide en el concepto con, lo a
priori trascendental, sino que puede serlo o
no, que está integrado por dos clases.
De modo que en la exposición metafísica
del concepto de espacio, Kant establece el
concepto de espacio como un concepto no
empírico, como un concepto no extraído de
la experiencia empírica; pues el espacio es
uno, no es el concepto universal del partes
en el espacio, se trata de una unidad a
priori; y apunta ya, en esta exposición
metafísica que el espacio como intuición
pura es un principio de la sensibilidad, o sea,
un principio trascendental; ya que nos dice
que esta representación pura es la base de
toda intuición externa, condición a priori de
todo fenómeno externo.
originaria de toda representación obtenida
desde la experiencia.
“El espacio no es un concepto empírico
extraído de experiencias externas. En
efecto, para poner ciertas sensaciones en
relación con algo exterior a mí (es decir,
con algo que se halle en un lugar del
espacio distinto del ocupado que se halle
en un lugar del espacio distinto del
ocupado por mí) e, igualmente, para poder
representármelas unas fuera [o al lado] de
otras, y, por tanto, no solo como distintas
sino como situadas en lugares diferentes,
debo
presuponer
de
antemano
la
representación
del
espacio.
En
consecuencia, la representación del espacio
no puede estar, pues, tomada de las
relaciones del fenómeno externo a través
de la experiencia, sino que si esta
experiencia externa misma es posible, lo es
solamente solamente a través de una
relación pensada.” (Kant, CRP, B 38-39)
“a) El espacio no representa ninguna
propiedad de las cosas, ni en sí mismas ni
en sus relaciones mutuas, es decir, ninguna
propiedad inherente a los objetos mismos y
capaz de subsistir una vez hecha
abstracción de todas las condiciones
absoluta o relativa, puede ser intuida con
anterioridad a la existencia de las cosas a
las que corresponda ni, por tanto, ser
intuida a priori. b) El espacio no es más
que la forma de todos los fenómenos de los
sentidos externos, es decir, la condición
subjetiva de la sensibilidad. Sólo bajo esta
condición nos es posible la intuición
externa. Ahora bien, dado que la
receptividad
del
sujeto,
cualidad
consistente en poder ser afectado por los
objetos, precede necesariamente a toda
intuición de esos objetos, es posible
entender cómo la forma de todos los
fenómenos puede darse en el psiquismo
con anterioridad a toda percepción real, es
decir, a priori, y cómo puede ella, en
cuanto intuición pura en la que tienen que
ser determinados todos los objetos,
contener, previamente a toda experiencia,
principios que regulen las relaciones de
esos objetos. Sólo podemos, pues, hablar
del espacio, del ser extenso, etc, desde el
punto
de
vista
humano.
Si
nos
desprendemos de la única condición
Y en la exposición trascendental justifica
la afirmación de que esta representación
pura (el espacio) es un principio del
conocimiento
a
priori,
o
sea,
una
representación intuitiva pura trascendental,
no un concepto, pues ningún concepto
extraído de la experiencia puede pensarse
como
conteniendo
una
multitud
de
representaciones; y en la representación del
espacio se piensan infinitas partes del
espacio como conectadas y subsumidas bajo
esa representación común. Solo como
representación intuitiva (intuición) puede
actuar como tal representación común y
“El espacio se representa como una
magnitud dada infinita. Se debe pensar
cada concepto como una representación
que está contenida en una infinita cantidad
de diferentes representaciones posibles
(como su característica común), y que,
consiguientemente, las subsume. Pero
ningún concepto, en cuanto tal, puede
pensarse como conteniendo en sí una
multitud de representaciones. Así es, no
obstante, como se piensa el espacio, ya
que todas sus partes coexisten ad
infinitum. La originaria representación del
espacio es, pues, una intuición a priori, no
un concepto.” (Kant, CRP, B 40)74
Y respecto del espacio como condición
formal subjetiva o en mí, que hace posible
toda intuición externa, no como propiedad
en la cosa de modo que habría de pensarse
el fenómeno como cosa en sí misma, y así
no habría manera de explicar la posibilidad y
existencia mostrada de juicios sintéticos a
priori puros y no puros; nos dice:
74
Ahondando en esta posición: “¿Cuál ha de ser, pues, la
representación del espacio para que sea posible semejante
conocimiento del mismo? Tiene que ser originariamente una
intuición, ya que de un simple concepto no pueden extraerse
proposiciones que vayan más allá del concepto, cosa que, sin
embargo, ocurre en la geometría (ver Introducción V).” (Kant,
CRP, B 40-41)
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72
David Coble Sarro
subjetiva bajo la cual podemos recibir la
intuición externa, a saber, que seamos
afectados por los objetos externos, nada
significa la representación del espacio. Este
predicado sólo es atribuido a las cosas en
la medida; en que éstas se manifiestan a
nosotros, es decir, en la medida en que son
objetos de la sensibilidad.” (Kant, CRP, B
42)
Como podemos apreciar, respecto del
espacio,
hace
el
mismo
tratamiento
expositivo, para justificar primero que se
trata de una representación originaria,
después que esta ha de ser intuitiva
(intuición) y no un concepto, y por último
que se trata de una intuición a priori y pura,
no de una intuición empírica, pues es la
condición formal, o forma, de toda
percepción externa. Por esta vía, pretende
demostrar que se trata de un principio
originario de conocimiento, en cuanto
intuición
pura
y
originaria,
o
sea
representación intuitiva originaria; ya que la
representación originaria no puede ser un
concepto
(representación
intelectual
o
conceptual), pues de serlo no sería originaria
y no podría subsumir a todo concepto
espacial extraído de la experiencia, y no
podría representar, por esa condición
conceptual, a una multitud infinita de partes
conectadas entre sí (como es el caso).
Ambos, espacio y tiempo son condiciones de
posibilidad de los fenómenos, intuiciones de
objetos externos o cosas en sí mismas, no
son condiciones de posibilidad de cosas en sí
(sólo de su representación); son las
representaciones intuitivas puras que están
a la base de todo fenómeno, o intuición
empírica.
Se trata, pues, de las condiciones de las
representaciones que tenemos de los objetos
externos; y así, “el concepto trascendental
de espacio nos recuerda que lo intuido no es
una cosa en sí”, es decir, que la intuición no
es la cosa en sí u objeto externo, sino que es
una intuición o representación de este objeto
externo;
como
ya
hemos
explicado
largamente, la intuición es representación de
este objeto externo que nos afecta, y por ser
la afección (efecto) que este objeto externo
produce en nosotros, lo representa, lo
señala, en cuanto su causa. La intuición es
afección; y por ello, es decir, por el nexo
causal implícitamente admitido por Kant, es
representación inmediata, o sea, por
definición, es intuición; pero antes que esto
y como su fondo teórico y conceptual,
podemos apreciar en la misma expresión
'intuición' que esta apunta a lo que se da de
un modo inmediato, por medio de algún
contacto o interacción, y en virtud de esto75
Kant puede definir, decir, que la intuición es
una representación inmediata, aquello en lo
que se nos da un objeto; y en
correspondencia con ello, puede decir que la
intuición como facultad es la facultad por la
que se nos dan objetos (es decir, objetos
externos o internos, o algo distinto de
nosotros mismos).
El espacio no es la forma o propiedad
formal de las cosas externas, sino de los
fenómenos o intuiciones de estas cosas
externas, de su representación inmediata;
en esto consiste la idealidad trascendental
de los conceptos de espacio y tiempo; y en
esto se basa el concepto de fenómeno, como
intuición ideal en el espacio y el tiempo. Y
como ya hemos señalado, en esta idealidad,
como formas de todas las intuiciones
empíricas (fenómenos) se funda toda la
doctrina trascendental; toda la filosofía
trascendental se construye sobre la doctrina
básica de los fenómenos como intuiciones,
representaciones inmediatas, de objetos
externos en cuanto afecciones de estos
mismos; y ello desde la propiedad formal del
sujeto (humano) de ser afectado; y así toda
la Critica de la Razón Pura, como exposición
(abocetada)
de
los
principios
del
conocimiento a priori (de toda experiencia y
conocimiento), o sea, como doctrina
trascendental (boceto trascendental), es un
desarrollo sobre la doctrina trascendental del
espacio y el tiempo.
“En
estos
casos,
lo
que
originariamente sólo es por sí mismo
fenómeno, por ejemplo una rosa, pasa en
el entendimiento empírico por una cosa en
sí que puede, no obstante, parecer distinta
a cada mirada en lo que al color se refiere.
El concepto trascendental de fenómeno en
el espacio, por el contrario, recuerda de
modo crítico que nada de cuanto intuimos
en el espacio constituye una cosa en sí y
que tampoco él mismo es una forma de las
cosas, una forma que les pertenezca como
propia, sino que los objetos en sí nos son
desconocidos y que lo que nosotros
llamamos objetos exteriores no son otra
cosa que simples representaciones de
nuestra sensibilidad, cuya forma es el
espacio y cuyo verdadero correlato -la cosa
en sí- no nos es, ni puede sernos, conocido
por medio de tales representaciones. Pero
tampoco pregunta nadie, en la experiencia,
por ese correlato.” (Kant, CRP, B 45)
O esa, lo que solemos llamar objetos
externos,
no
son
tales,
sino
solo
representaciones de estos; que nos da la
75
Que sólo es sugerido implícitamente, desde el concepto de
afección y efecto; que si son conceptos explícitos en Kant.
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sensibilidad, y con estas representaciones
inmediatas (intuiciones) tenemos un índice
de los auténticos objetos externos, que no
pueden
ser
conocidos
mediante
las
representaciones, tan solo indicados por
estas, como correlato objetivo, el objeto
externo o algo externo indeterminado que
afecta nuestra sensibilidad, y produce la
intuición, afección o efecto, que es intuición
o representación en cuanto afección y
efecto. Asimismo se puede apreciar en el
texto, con toda claridad, que Kant considera
la intuición, lo que en la vida cotidiana
-según Kant- suele llamarse impropiamente
objeto externo, como representación, y
obsérvese en el texto que así la llama; y así,
la intuición es una representación de su
correlato
causal
(parcialmente),
una
representación o intuición de la cosa en sí u
objeto en sí mismo, del que solo podemos
conocer el modo en que nos afecta, o sea, el
modo en que se manifiesta. Intuimos, por
tanto, este objeto en su apariencia o
manifestación fenoménica; y así cunado
hablamos de intuición lo que planteamos es
la captación de algo que nos afecta, pues
toda intuición es una recepción de algo en
cuanto afecta de algún modo el psiquismo.
Este es un punto de capital importancia y
trascendencia, una doctrina esencial de
Kant, que suele ser ignorada e incide en una
total falta de compresión de este. 76 No
podemos tener una intuición de este objeto
como sea en sí mismo al margen de su
relación con nosotros (afección), pues toda
intuición es ya una receptividad y una
relación; y se trataría por tanto, de un
concepto autocontradictorio al plantear la
receptividad de algo que no se recibe o nos
afecta de algún modo.
“Hemos pretendido afirmar que todas
nuestras intuiciones no son más que una
representación fenoménica; que las cosas
que intuimos no son en sí mismas tal como
las intuimos, ni sus relaciones tienen en sí
mismas el carácter con que se nos
manifiestan; que si suprimiéramos nuestro
sujeto o simplemente el carácter subjetivo
de los sentidos en general, todo el carácter
de los objetos, todas sus relaciones
76
En las exposiciones habituales de lo que sea el fenómeno y
la intuición no se explica de ningún modo qué es la intuición
realmente, de qué se deriva o cual es su origen y su carácter; no
se dice que se trata de una intuición de los objetos en sí mismos
en cuanto nos afectan. En suma, no se dice que la intuición es
receptividad según una afectación o interacción (relación), o sea,
la facultad de recibir o percibir objetos en cuanto nos afectan -tal
como dice Kant-, a pesar de que Kant lo expone una y otra vez en
la Crítica de la Razón Pura. Esta es una deficiencia gravísima en
una exposición de Kant, pues se trata de la concreción básica de
la hipótesis de una legislación en mí, y es la doctrina básica que
permite entender realmente el sistema kantiano. Véase también
CRP, B 67, B70, B72, y B75.
73
espaciales y temporales, incluso el espacio
y el tiempo mismos, desaparecerían. Como
fenómenos, no pueden existir en sí
mismos, sino sólo en nosotros. Permanece
para nosotros absolutamente desconocido
qué
sean
los
objetos
en
sí,
independientemente
de
toda
esa
receptividad de nuestra sensibilidad. Sólo
conocemos nuestro modo de percibirlos,
modo que nos es peculiar y que, si bien ha
de convenir a todos los humanos, no
necesariamente ha de convenir a todos los
seres. Nosotros únicamente nos ocupamos
de nuestro modo de percibir. El espacio y el
tiempo son sus formas puras; la sensación
es su materia. Las primeras podemos
conocerlas sólo a priori, es decir,
previamente a toda percepción efectiva, y
por ello se llaman intuiciones puras. A la
segunda se debe, en cambio, lo que en
nuestro conocimiento se llama a posteriori,
es decir, intuición empírica. […] Aunque
fuéramos capaces de aclarar al máximo esa
nuestra intuición, no por ello estaríamos
más cerca del carácter de los objetos en sí
mismos. Pues, en cualquier caso, sólo
llegaríamos
a
conocer
perfectamente
nuestro modo de intuir, esto es, nuestra
sensibilidad, pero sometida ésta siempre a
las condiciones de espacio y tiempo,
originariamente inherentes al sujeto. El
más claro conocimiento del fenómeno de
los objetos, que es lo único que de ellos
nos es dado, jamás nos haría conocer en
qué consisten en sí mismos.” (Kant, CRP, B
59)
Y asimismo nos dice de modo claro que
las intuiciones, una variedad de tales,
quedan referidas a un mismo objeto
(externo) cuando son todas ellas afecciones
de este objeto, dada la capacidad de la
sensibilidad -reconoce implícitamente Kantde ser afectada en múltiples ocasiones por
un mismo objeto externo. Este objeto, como
principio o fuente común eterna de las
intuiciones es, precisamente, lo que permite
unificarlas (en el sentido de proceder de un
mismo objeto externo y tener un mismo
correlato -un correlato común-), tal como
sostiene el mismo Kant:
“El entendimiento es, para decirlo en
términos generales, la facultad de los
conocimientos. Estos consisten en la
determinada
relación
que
las
representaciones dadas guardan con un
objeto. Objeto es aquello en cuyo concepto
se halla unificado lo diverso de una
intuición dada. Ahora bien, toda unificación
de representaciones requiere unidad de
conciencia en la síntesis de las mismas. Por
consiguiente, es sólo la unidad de
conciencia lo que configura la relación de
las representaciones con un objeto y, por
ello mismo, la validez objetiva de tales
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74
David Coble Sarro
representaciones. Consiguientemente, es
esa unidad de conciencia la que hace que
éstas se conviertan en conocimiento y, por
tanto, la que fundamenta la misma
posibilidad del entendimiento. Así, pues, el
primer
conocimiento
puro
del
entendimiento, aquel que sirve de base a
todos sus restantes usos y que es, a la vez,
enteramente independiente de todas las
condiciones de la intuición sensible, es el
principio de la originaria unidad sintética de
apercepción.” (Kant, CRP, B 137)
Pero inmediatamente después, Kant
(CRP, B 138) nos dice que “la unidad
originaria de la conciencia es también la
condición para ser un objeto para mí, lo que
puede dar ha entender fatalmente que la
intuición no solo es lo conocido, sino lo que
da la referencia objetiva al conocimiento.
Esto último, claramente y fuera de toda
duda y discusión, no es el caso; pues el
conocimiento es objetivo por cuanto de
alguna manera refleja el mundo externo (lo
indeterminado, lo en sí mismo), y las
intuiciones confieren objetividad en cuanto
son la afecciones de las cosas externas; son,
pues, representaciones de estas cosas
externas (algo indeterminado en sí mismo),
y así son estas la referencia objetiva. Si
decimos que las intuiciones dan una
referencia objetiva, no hablaríamos con
propiedad, admitiría el propio Kant, pues el
concepto de objetividad se refiere a lo que
no depende del sujeto, a una existencia
independiente, y una referencia objetiva es
el concepto de una indicación de este algo
externo independiente del sujeto, a pesar de
que sea algo completamente indeterminado
al margen del sujeto (fuera de toda relación
o interacción con este sujeto).
Así la intuición es intuición de la cosa en
sí (representación inmediata de esta en
cuanto afección de esta); es intuición del
objeto en sí mismo; pero con el
conocimiento de esta intuición (o sea,
pensamiento verdadero sobre la misma), no
tenemos un conocimiento de esta cosa en sí
misma, sino un conocimiento de la intuición,
que es conocimiento del modo en que nos
afecta el objeto externo; y así Kant, puede
decir que el conocimiento es conocimiento
de fenómenos o fenoménico. Con este
conocimiento
fenoménico
(sobre
el
fenómeno,
como
determinación
o
representación
conceptual
del
mismo)
tenemos, sin duda, una referencia o
indicación a algo externo, una cosa en sí,
como correlato causal de la intuición
sensible, pero esta indicación no es
conocimiento,
pues
este
es
una
determinación (y verdadera) de un objeto.
La cosa u objeto externo (cosa en sí) no se
nos ofrecería -según dice Kant- como objeto
del conocimiento (lo conocido), sino la
intuición del mismo, a tenor de que nos
habla
expresamente
de
conocimiento
fenoménico. Kant determina, por definición,
la intuición como representación objetiva;
algo que hace referencia al mundo externo,
lo objetivo en cuanto independiente (y
opuesto, por tanto, a lo subjetivo o relativo
al sujeto o existente en este), como afección
de este; o sea, la doctrina fundamental de la
relación del sujeto con el mundo externo, o
interacción por medio de la receptividad
(intuición) o sensibilidad, por tratarse del
sujeto humano.77
En resumen, tener una intuición o
representación del objeto externo, como
afección, no es lo mismo que, y no ha de
confundirse con, la afirmación de que el
objeto externo se nos de como tal y
podamos tener conocimiento de él, pues el
conocimiento, como determinación, recae
sobre la intuición.78 El objeto tal como es en
sí mismo, nunca puede ofrecerse, la intuición
de un objeto en sí es un concepto
autocontradictorio y un imposible; ya que
todo darse supone entrar en relación con el
sujeto, o afectar la capacidad intuitiva
(representativa) de un sujeto, y en el caso
del sujeto humano, esta capacidad intuitiva
es sensible; como ya hemos repetido, el
objeto en sí mismo solo puede ofrecerse en
cuanto nos afecta, de modo indirecto y
representativo, desde el efecto que produce
en nosotros.
La teoría de la idealidad de los sentidos
afirma, precisamente, que todos los objetos
de los sentidos son fenómenos,79 es decir
que lo que está presente a los sentidos no es
una cosa u objeto en sí mismo (cosa en sí),
sino su aparición o manifestación subjetiva y
sensible (a través del sentido, como facultad
de receptividad o de ser afectado). Sin
embargo, y esto es lo esencial, no son
meras apariencias subjetivas (contenidos
77
En el caso del ser humano, la receptividad o intuición,
capacidad por la que nos es dado el mundo externo, coincide con
la sensibilidad, pues en el ser humano la única intuición existente
es la sensible (la intuición es sensible).
78
El conocimiento lo es de la intuición, es una determinación o
representación conceptual de esta, según una síntesis empírica
conforme a una determinada síntesis necesaria del
entendimiento. Esta representación lo es también del objeto
externo, pero de modo mediato (según la definición del concepto
como representación mediata, y el carácter fundamental de la
intuición (fenómeno) como afección del objeto externo en sí
mismo, o sea, como representación o manifestación del mismo
(representación inmediata).
79
“La siguiente observación puede servir de modo especial
con vistas a confirmar la teoría de la idealidad del sentido, tanto
externo como interno, es decir, la teoría de que todos los objetos
de los sentidos son puros fenómenos.” (Kant, CRP, B 67)
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mentales endógenos -podríamos decir- sin
relación al medio externo), sino que son
afecciones de cosas en sí sobre nosotros y
por ello intuiciones de estas cosas en sí
mismas (representaciones inmediatas de
estas). Toda afección de cosas externas (de
un objeto en sí mismo) sobre nosotros, esto
es, toda intuición o fenómeno, es posible en
cuanto en nosotros se dan las condiciones
formales de la afección o receptividad; solo
porque el sujeto impone sus condiciones
formales intuitivas o propiedades formales
de
ser
afectado
(de
receptividad),
representaciones
intuitivas
puras
trascendentales (espacio y tiempo). Así en
todo fenómeno externo (intuición externa)
hemos de distinguir:
“Lo esencial propio de todo ser
humano, que es lo formal, de lo accidental,
o las circunstancias empíricas de la
intuición, la forma de la materia.” (Kant,
CRP, B 66)
En la Geometría tenemos proposiciones
sintéticas
universales
y
apodícticas,
proposiciones a priori, donde tenemos un
conocimiento a priori solo en cuanto se trata
de un conocimiento de lo a priori, lo único
susceptible de un conocimiento a priori,
independiente
y no derivado
de
la
experiencia. Ello se debe a que aquí se da
este caso, pues tenemos un conocimiento de
la forma de la intuición, y con él un
conocimiento de las condiciones formales
(intuitivas) de todo conocimiento; es decir,
tenemos
un
conocimiento
sobre
representaciones puras, como el triángulo
rectángulo y la circunferencia, que son
obtenidas directamente sobre el espacio, y
así tenemos un conocimiento sobre objetos
puros, objetos formales, que en definitiva es
un conocimiento de las forma trascendental
(el espacio) de la que derivan y en la que se
fundan esos objetos. Las determinaciones
del triángulo son determinaciones del
espacio, de la condición formal general de
todos los fenómenos externos; ya que el
triángulo, como la circunferencia, no son
más que proyecciones o expresiones
concretas,
especificaciones,
de
esta
condición formal general.
Tal como podemos apreciar, la doctrina
de la Matemática implementa, concreta
parcialmente, la doctrina de la idealidad de
los sentidos, o sea, en ella tenemos una
expresión y una aplicación de tal doctrina
(Estética trascendental), de la teoría
idealista trascendental del la intuición. Y, con
toda claridad, en las Matemáticas se nos
revela (muestra) la existencia de lo a priori
75
puro no trascendental, precisamente como
expresión y proyección de lo a priori
trascendental;
es
manifiesto
que
la
circunferencia
y
el
triángulo
son
representaciones intuitivas a priori puras,
que son pensadas en lso juicios geométricos,
pero, obviamente, no son condiciones
formales generales de todo fenómeno
externo.80
Por tanto, Kant explica el conocimiento a
priori, los juicios sintéticos a priori que
existen en la matemáticas, desde lo a priori
trascendental (por tanto puro); pues este es
explicado
desde
los
principios
del
conocimiento a priori de la sensibilidad, y así
desde la Crítica de la Razón Pura, que es la
parte preliminar de la Ciencia de la Razón
Pura, donde se establecen los principios a
priori, en su naturaleza, número y extensión
(esbozo trascendental). Los principios del
espacio y el tiempo, como condiciones
formales de todo fenómeno, intuición,
pueden ser tomados como principios
trascendentales fundamentales; desde ellos
se establecen el resto, los principios del
pensamiento (entendimiento) y los principios
de la Razón Pura como principios regulativos
de unidad progresiva.81 Estos últimos
concretan la exigencia formal fundamental,
forma fundamental podría decirse, de que el
fenómeno como afección, se realice en el
espacio y en el tiempo, y el principio a priori
de la unidad originaria de la apercepción
trascendental, expresa en definitiva la
condición
formal
de
la
afección
o
receptividad; y así los principios del
entendimiento, matemáticos y dinámicos,
expresan concretándola, la unidad de la
apercepción pura. Esta se admite como
principio trascendental, como condición de
posibilidad de la conciencia empírica, y la
unidad a priori trascendental de la conciencia
es expresión de la afinidad trascendental, o
exigencia de que toda intuición pertenezca a
un mismo sujeto, y pueda ser enlazada con
el resto de representaciones de este, pero
esta afinidad y unidad trascendental,
dependen, y son, en definitiva, una
expresión
de
la
exigencia
formal
fundamental de toda intuición, y, desde ella,
de todo pensamiento y conocimiento; es
decir, la exigencia de que la afectación del
objeto externo se realice según las
80
Del sentido externo o intuición externa. Kant afirmará, de
modo más o menos explícito, que son representaciones puras
(por tanto a priori) construidas directamente sobre la intuición
pura trascendental del espacio; y por lo tanto, de modo original y
completo (exhaustivo).
81
De progreso sintético o progreso (avance) de la experiencia,
en cuanto reglas a priori de avance del entendimiento en armonía
consigo mismo (coherentemente) del que el avance de la
experiencia es producto.
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76
condiciones subjetivas y formales de la
sensibilidad. Y como ya hemos dicho, la
doctrina de la idealidad de los sentidos, la
doctrina de la representación según las
condiciones, principios de la sensibilidad, es
la base y el centro de la Filosofía
trascendental.82
Es obvio, desde la perspectiva de la
construcción conceptual y teórica, que la
afinidad de los fenómenos, y el enlace de
estos para constituir el pensamiento y la
propia experiencia como conjunto de
enlaces, depende de la idea previa de
fenómeno como representación, intuición
inmediata, de los objetos externos en cuanto
afección de los mismos -según hemos
explicado- según el modo subjetivo de la
afección.
6. La Lógica trascendental
La lógica trascendental es la doctrina de
los principios a priori del entendimiento, esto
es, de los principios o condiciones formales
de toda determinación de objetos por
conceptos, y estas son las representaciones
puras del pensamiento, los pensamientos
puros.
Estos
son los
principios
del
conocimiento y de la experiencia, principios
de la Razón pura en un sentido general de
esta como Facultad de todos los principios
del conocimiento a priori, y del conocimiento
y la experiencia en general; o sea, como los
principios que hallamos en el entendimiento,
principios que constituyen el entendimiento
puro,
y
son
la
contribución
del
entendimiento a la constitución de la
experiencia y el conocimiento.
El entendimiento es tanto la facultad de
formar
conceptos,
representaciones
intelectuales
o
mediatas
de
objetos
externos, e inmediatas de los fenómenos,
facultad de conceptos o reglas; como la
facultad de pensar las intuiciones, de
representarse los fenómenos bajo reglas
(conceptos), o sea, la facultad de determinar
las intuiciones indeterminadas, denominadas
82
O sea, del conocimiento trascendental (doctrina sistemática)
dado en esbozo por la Critica de la Razón Pura como
investigación trascendental. Pues es lo que constituye el marco
teórico, base teórica que es implementada, concretada en las
distintas doctrinas particulares, que son por tanto una proyección
de esta doctrina fundamental (pilar del edificio trascendental). Es
digno de señalar que en muchas exposiciones académicas no se
atiende a este aspecto, ofreciendo por ello una exposición
esencialmente deficiente de la filosofía trascendental kantiana, y
lo que suele afirmarse, para total sorpresa en los círculos de la
enseñanza secundaria, es la doctrina, totalmente inexistente en
Kant, de que para este las leyes de la ciencia son todas ellas (al
parecer se afirma, si es que en el fondo se afirma realmente algo,
o hay un compromiso con algo por medio de un uso reconocible
de las palabras) son juicios sintéticos a priori. La incomprensión
de Kant resulta, entonces, total.
David Coble Sarro
fenómenos, por conceptos, que son reglas
de determinación, de pensamiento; pues
todo pensamiento es pensamiento de un
objeto, y el objeto es la referencia de todo
pensamiento, “es aquello a lo que apunta
todo pensamiento”; de modo que el
pensamiento
no
es
más
que
la
determinación del objeto y apunta a este
objeto para determinarlo o en cuanto trata
de determinarlo.
“Todas las intuiciones, en cuanto
sensibles,
se
basan
en
afecciones,
mientras los conceptos lo hacen en
funciones. Entiendo por función la unidad
del
acto
de
ordenar
diversas
representaciones bajo una sola común. Los
conceptos se fundan, pues, en la
espontaneidad del pensamiento, del mismo
modo que las intuiciones sensibles lo hacen
en la receptividad de las impresiones. [...]
Como ninguna representación que no sea
intuición se refiere inmediatamente al
objeto, jamás puede un concepto referirse
inmediatamente a un objeto, sino a alguna
otra representación de éste último (sea tal
representación una intuición o sea concepto
también).
El
juicio
es,
pues,
el
conocimiento mediato de un objeto y,
consiguientemente, representación de una
representación del objeto. […] Según esto,
todos los conceptos son funciones de
unidad entre nuestras representaciones. En
efecto, para conocer el objeto se utiliza, en
vez de una representación inmediata, otra
superior, la cual comprende en sí la
anterior y otras más; de esta forma se
sintetizan muchos conocimientos posibles
en uno solo. Podemos reducir todos los
actos del entendimiento a juicios, de modo
que el entendimiento puede representarse
como una facultad de juzgar,
ya que,
según lo dicho anteriormente, es una
facultad de pensar. Pensar es conoccer
mediante conceptos. Estos últimos, en
cuanto predicados de posibles juicios, se
refieren, a su vez, a alguna representación
de un objeto todavía desconocido.” (Kant,
CRP, B 93-94)
Y poco antes nos dice:
“El conocimiento conceptual es un
conocimiento discursivo, no intuitivo; el
concepto es representación
mediata
del objeto, una representación de una
representación (concepto o intuición). La
intuición es la
representación inmediata
del objeto, único medio en que se nos dan
objetos. […] el juicio es el pensamiento
mediato del objeto, una representación de
este por conceptos.” (Kant, CRP, B 94)
Así queda establecido lo que entiende
Kant por determinación del objeto desde el
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ámbito del entendimiento y juicio, o sea,
desde la facultad del juicio; y que esta es
una facultad de pensar objetos mediante
conceptos.
La
expresión
'pensamiento
mediato de un objeto' ha de entenderse
como pensamiento o representación de un
objeto por medio de otra representación,
que es en definitiva, siempre sensible
(intuición o fenómeno); de modo que se
concluye con claridad, que la representación
mediata lo es del objeto externo (algo
externo indeterminado e indeterminable),
pues de otro modo no se ve cómo se pueda
hablar
del
concepto
como
una
representación mediata; si el concepto es
una unidad de representaciones cualesquiera
(intuiciones u otros conceptos), también ha
de admitirse que tenemos ante todo y en
primer lugar conceptos como síntesis de
representaciones intuitivas; los conceptos
tienen ante todo la función de pensar
intuiciones, como agrupadas entre sí, de
modo que el concepto es una representación
mediata de objetos externos, pues lo es
inmediatamente
de
representaciones
intuitivas, por lo que se deduce, sin perdida,
que es representación de los objetos
externos, de los que la intuición es
representación
inmediata
(en
cuanto
afección de este). La mediatez se refiere,
por tanto, a los objetos externos, cosas en sí
indeterminadas, que aunque no son los
objetos de conocimiento, lo que es pensado
y determinado por conceptos, es lo que
constituye el
referente objetivo último,
aquello que da validez objetiva a los
fenómenos y el conocimiento.
La Lógica trascendental es la Ciencia de
las condiciones formales del pensamiento,
las formas subjetivas del pensamiento, que
Kan también llama pensamiento puro; y así
trata de la referencia a priori a objetos en
todo pensamiento empírico, precisamente
como representación pura intelectual en
todo pensamiento, y por ello como condición
formal, de todo pensamiento, la forma del
pensamiento en general; y esta forma es, en
definitiva, el pensamiento en general, o sea,
pensamiento puro y formal donde nos
representamos a priori todo pensamiento
empírico
posible,
por
tanto,
si
el
pensamiento
es
una
representación
conceptual de intuiciones, en el pensamiento
general o puro, tenemos una determinación
a priori de los fenómenos en general; ya que
en definitiva, se trata de un pensamiento,
que refiere a fenómenos (digamos objetos
intuitivos) que trata de conocer (pensar con
verdad o adecuadamente); se entiende, sin
más,
que
el
pensamiento
puro
o
pensamiento
en
general
es
una
77
determinación a priori del fenómeno, ha de
ser una determinación respecto a la forma
de su enlace con otros fenómenos.
El
pensamiento
de
una
intuición
(fenómeno), y de un concepto, es la
representación de estos como subsumidos
en el concepto, es el pensamiento de una
subsunción, y en esta se piensa la intuición y
el
concepto
como
parte
de
una
representación que la engloba; de modo que
el pensamiento puro o pensamiento en
general, como forma de todo pensamiento
(del pensamiento en general, también podría
decirse, siempre que no se confundan los
conceptos). Y al establecer la forma de todo
pensamiento establece la forma de todo
conocimiento, pensamiento verdadero, o
sea, las condiciones formales de la verdad.
En la Lógica trascendental sólo se hace
abstracción del contenido empírico, no de
todo contenido, como ocurre en la Lógica
General; en esta última solo se trata de la
mera forma del pensamiento, haciendo
abstracción de todo contenido, y así se
corresponde con el aspecto formal del uso
del entendimiento.
“La lógica general es, o bien lógica
pura, o bien lógica aplicada. En la primera
hacemos
abstracción
de
todas
las
condiciones empíricas bajo las cuales actúa
nuestro entendimiento, por ejemplo, del
influjo de los sentidos, del juego de la
imaginación, de las leyes de la memoria,
de la fuerza de la costumbre, fuentes de
prejuicios; más todavía, incluso de todas
las causas de que podamos derivar o
parezcan surgir ciertos conocimientos. […]
Por tanto, una lógica general pura sólo
tiene que ver con principios a priori y es un
canon del entendimiento y de la razón,
aunque sólo en relación con el aspecto
formal de su uso, sea cual sea el contenido
(empírico o trascendental). […] Como
lógica general, hace abstracción de todo
contenido
del
conocimiento
del
entendimiento, así como de la diversidad
de sus objetos, y no tiene que ver sino con
la simple forma del pensar; […] La lógica
general abstrae, como hemos visto, de
todo contenido del conocimiento, esto es,
de toda relación de éste último con el
objeto. Sólo considera la forma lógica de la
relación que guardan entre sí los
conocimientos, es decir, la forma del
pensamiento en general. Ahora bien, al
haber tanto intuiciones puras como
empíricas (según demuestra la estética
trascendental),
podríamos
igualmente
encontrar
una
distinción
entre
el
pensamiento puro de los objetos y el
pensamiento empírico de los mismos. En
este caso habría una lógica en la que no se
abstraerla
de
todo
contenido
de
conocimiento, ya que una lógica que
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78
David Coble Sarro
únicamente contuviera las reglas del
pensamiento puro de un objeto excluiría
sólo los conocimientos de contenido
empírico. Semejante lógica se ocuparía
también
del
origen
de
nuestro
conocimiento de los objetos, en cuanto que
no se puede atribuir tal origen a esos
objetos. La lógica general nada tiene, en
cambio, que ver con el origen del
conocimiento, […] La lógica general solo
trata, pues, de la forma intelectual de
éstas.” (Kant, CRP, B 77-80)
La Lógica trascendental sólo se ocupa de
las reglas del pensamiento puro, de este
mismo; y nos encontramos con una división
esencial análoga a la existente en la Estética
trascendental, entre intuición empírica e
intuición pura (trascendental); pues nos
encontramos
con
la
división
entre
pensamiento empírico y pensamiento puro.
Aquí por tanto se hace una distinción de las
representaciones atendiendo a su origen y
función, a diferencia de la Lógica General,
donde existe una total indiferencia respecto
al tipo de representaciones, respecto a si son
empíricas
o
cumplen
una
función
trascendental; pues solo le concierne la
forma de la relación de toda representación,
ya sea empírica o trascendental (a priori
pura trascendental).
“Semejante ciencia, que determinaría
el origen, la amplitud y la validez objetiva
de esos conocimientos, tendría que
llamarse lógica trascendental, ya que sólo
se ocupa de las leyes del entendimiento y
de la razón, si bien únicamente en la
medida en que tales leyes se refieren a
objetos a priori, a diferencia de lo que hace
la
lógica
general,
que
se
refiere
indistintamente a conocimientos racionales,
tanto empíricos como puros.” (Kant, CRP, B
81-82)
Por tanto, se entiende que la Lógica
trascendental se ocupa del pensamiento
puro, trata de establecer las condiciones
formales o forma de todo pensamiento
empírico, que por definición es la forma de
toda representación empírica conceptual, o
sea, de toda determinación conceptual de las
intuiciones y de los conceptos -aunque en
definitiva, se trate siempre se una
determinación conceptual de las intuiciones,
o sea, nos encontramos con juicios
singulares-; el pensamiento puro es la forma
de la determinación (una de estas formas)
de la intuición, y es lo que pensamos a priori
del objeto (fenómeno), y esto es un modo
de relación, enlace, con otros objetos. Pues
toda determinación de una representación
(intuición o concepto) es tomar esta como
subsumida o englobada bajo el concepto; o
sea, representarla desde una representación
conceptual,
y
toda
representación
conceptual (intelectual) es tal en cuanto
considera la representación representada
como enlazada a otras bajo una regla o
condición.
El
pensamiento
puro
o
determinación pura no es mas que la regla,
forma, del enlace, es una condición formal
de enlace de representaciones empíricas
cualesquiera (intuitivas y conceptuales), y
esto es lo que pensamos a priori del objeto
(fenómeno).
Este pensamiento a priori puro de una
representación empírica cualquiera (a la
postre de un fenómeno) es trascendental, y
no meramente un pensamiento a priori puro
(un a priori puro intelectual) como lo son los
juicios de la Geometría, porque es una
condición para que se de el fenómeno y la
experiencia (como enlace no accidental de
fenómenos); pues estas representaciones
son las formas de los enlaces de los
fenómenos (y de los conceptos), y sólo
desde ellas es posible la experiencia como
enlace sintético (unidad no arbitraria y
distinta de un amontonamiento sin criterio y
azaroso83) y solo desde ella son posibles los
mismos fenómenos, pues estos son posible
no solo como afecciones según las
condiciones formales de la sensibilidad, sino
que son posibles en cuanto pueden darse en
unidad con el resto de los fenómenos, o sea
en unión que no es mero amontonamiento
casual y azaroso, sino unión según reglas
objetivas (leyes).
Los pensamientos puros trascendentales,
que
llamamos
conceptos
puros
del
entendimiento o categorías, son las reglas
objetivas que hacen posible la experiencia y
a los fenómenos mismos, en cuanto estos
quedan determinados en sus relaciones con
los otros en el tiempo y el espacio, o sea, en
cuanto quedan determinados respecto a las
condiciones formales fundamentales de la
sensibilidad. Los fenómenos son posibles
como afecciones en el tiempo y en el
espacio, son tales afecciones, y por ello,
desde esta condición fundamental -suprema,
cabría decir- se entiende que han de tener
una posición en el espacio y el tiempo, que
es una posición siempre respecto al resto de
los fenómenos; más, simplemente, cada
83
Y por tanto irracional o no sujeto a razón o condición
alguna; y, además, contrario a la evidencia empírica, la
experiencia real que nos encontramos en la vida, que es una
serie ordenada en el tiempo y espacio de representaciones,
fenómenos y conceptos. Esta es naturaleza, y ha de tener una
razón que de cuenta de su orden y unidad; esta razón es para
Kant, la legislación subjetiva (del sujeto) o sujeto trascendental, o
si se prefiere, la naturaleza humana (como parte de la naturaleza
en general).
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fenómeno (representación intuitiva) ha de
tener una posición en la serie fenoménica,
en la serie de fenómenos en el espacio y el
tiempo; y esta posición respecto a los demás
no es algo casual ni indeterminado
(incondicional), sino que está sujeta a
reglas, que son subjetivas como las mismas
formas del espacio y el tiempo, y que
explican y hacen posible el orden y unidad
observada en la serie empírica (en la vida
del sujeto humano).84
La Lógica trascendental es una Lógica de
la verdad, ya que trata de las condiciones
formales de la adecuación del pensamiento a
objetos, pues esta adecuación con los
objetos (intuiciones) es lo que constituye la
verdad; la verdad es el pensamiento
verdadero, esto es, la determinación
conceptual del objeto (y de la representación
empírica en general) en cuanto se
corresponde con el objeto, y esto quiere
decir que se corresponde con las relaciones
(espacio-temporales),
observadas
en
nuestra experiencia, del fenómeno con otros
(en general, de las representaciones
empíricas
con
otras
representaciones
empíricas). Con el pensamiento puro,
concepto puro o forma del entendimiento,
tenemos la condición (formal) para que el
pensamiento o determinación conceptual
empírico se adecue a los fenómenos (en
general,
a
otras
representaciones
empíricas); precisamente porque da la
condición del enlace y posición de la
representación
respecto
a
otras
representaciones, y con esta regla sintética
(de unidad o enlace en el tiempo y el
espacio) se tiene una condición formal pero
objetiva para la adecuación del pensamiento
al objeto; es decir, la subsunción o enlace
que es pensado se puede corresponder con
lo observado en la experiencia, porque lleva
en sí la regla o condición formal subjetiva de
tal enlace y subsunción. El sujeto mismo,
con sus reglas, hace posible el enlace, y este
es lo que se piensa; en el juicio se piensa la
determinación,
posición,
de
la
representación empírica en el espacio y el
tiempo.
“Si
la
verdad
consiste
en
la
conformidad de un conocimiento con su
objeto, éste tiene que ser distinguido de
otros en virtud de tal conformidad. Pues un
conocimiento que no coincide con el objeto
84
La hipótesis y ensayo trascendental de considerar las
reglas en mí (principios), como si la legislación fundamental y
general de la experiencia y la realidad, residiera en mí, se
concreta en la doctrina fundamental de la idealidad de los
sentidos, las formas de la sensibilidad (intuiciones puras del
espacio y el tiempo), y las formas del pensamiento empírico (los
conceptos puros y los principios puros del entendimiento).
79
al que es referido, es falso, aunque dicho
conocimiento contenga algo que pueda
valer respecto de otros objetos. Un criterio
universal de verdad sería aquel que tuviera
validez para todos los conocimientos,
independientemente de la diversidad de
sus objetos. Ahora bien, dado que este
criterio hace abstracción de todo contenido
(de la relación con su objeto), y dado que
la verdad se refiere precisamente a tal
contenido, es evidente lo absolutamente
imposible y absurdo de preguntar por un
distintivo de la verdad de ese contenido
cognoscitivo.
Queda
clara,
consiguientemente, la imposibilidad de
señalar un criterio de verdad que sea, a la
vez, suficiente y universal.” (Kant, CRP, B
83)
El concepto puro es la unidad, enlace, a
priori
de
representaciones
empíricas
cualesquiera; es el pensamiento puro como
forma, o condición formal, de toda
representación empírica; y exactamente es
una función lógica de unidad a priori; donde
por función ha de entenderse, según el
sentido habitual matemático, lo que es dado
por y depende de esta unidad; y puede
pensarse como utilidad o o instrumento del
pensamiento, es decir, como aquello por
medio de lo cual y si lo cual no nos es
posible pensar algo, o sea, determinarlo en
su posición (relación) respecto al resto de
representaciones
empíricas
(intuiciones
empíricas y conceptos empíricos). El
concepto puro es una función lógica formal y
a priori, y como tal es un instrumento formal
del pensamiento, pero este concepto puro es
trascendental solo si es condición formal del
todo pensamiento (concepto y juicio) y de
todo conocimiento y experiencia, tal como
hemos explicado más arriba. Un concepto
puro no es como tal un concepto
trascendental, solo expresa una unidad a
priori
que
no
es
necesariamente
trascendental.
“Por
consiguiente,
el
mismo
entendimiento y por medio de los mismos
actos con que produjo en los conceptos la
forma lógica de un juicio a través de la
unidad analítica, introduce también en sus
representaciones
un
contenido
trascendental a través de la unidad
sintética de lo diverso de la intuición; por
ello se llaman estas representaciones
conceptos puros del entendimiento, y se
aplican a priori a objetos, cosa que no
puede hacer la lógica general. De esta
forma,
surgen
precisamente,
tantos
conceptos puros referidos a priori a objetos
de la intuición en general como funciones
lógicas surgían dentro de la anterior tabla
todos los juicios posibles. En efecto, dichas
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80
David Coble Sarro
funciones agotan el entendimiento por
entero, así como también calibran su
capacidad
total.
De
acuerdo
con
Aristóteles, llamaremos a tales conceptos
categorías, pues nuestra intención coincide
primordialmente con la suya, aunque su
desarrollo se aparte notablemente de ella.”
(Kant, CRP, B 105)
Esto es así de un modo esencial, desde
las definiciones que introducen los conceptos
de lo a priori puro (en el sentido de no
contener conceptos empíricos) 85 y lo a priori
no puro; y dentro de lo a priori puro, entre
lo que siendo tal no es una condición de la
experiencia posible, como es el caso de los
conceptos matemático (por ejemplo, la
intuición y concepto de triángulo) y lo a
priori puro que sí lo es, que Kant llama
trascendental, y que es el objeto del
conocimiento trascendental. Así según los
presupuestos conceptuales de Kant, desde
las definiciones dadas, ni una intuición pura
es trascendental por ser pura (la intuición de
triángulo) ni un concepto puro por ser puro
es ya trascendental (el concepto de
triángulo), y ambos son representaciones
puras, una intuitiva y otra conceptual. 86
Otras cosa diferente es que a la postre,
después de distinguir los conceptos, con sus
ámbitos posibles, pueda reducirse un
concepto a otro, pero no en el sentido de
que sean los mismos conceptos (que tengan
las mismas intensiones) sino en el sentido
de que resultan equivalentes, por que
resulta que la representación pura solo
existe como un tipo.
Así
podría
descubrirse,
tras
una
indagación, que el concepto puro se reduce,
o coincide, con el concepto puro que es una
condición formal del todo pensamiento
empírico, o sea, que la clase que señala el
primero coincida con la clase señalada por el
segundo; pero esto es algo que se haría
posteriormente,
desde
las
definiciones
85
Kant llama absolutamente a priori a lo a priori, cuando nos
dice: “a partir de ahora llamaremos a priori a lo absolutamente a
priori, no a lo a priori respecto a unas experiencias”. O sea, llama
a priori a lo que no depende de experiencia alguna, o lo
absolutamente independiente de la experiencia; no a lo
independiente de algunas experiencias pero no de otras; como es
el caso de juicios que no dependen de la experiencia pero
dependen de algún juicio general que ha sido extraído de la
experiencia, por lo que en definitiva si depende de la experiencia
(aunque no dependa de algunas). Así 'a priori' y 'absolutamente a
priori' son expresiones equivalentes.
86
Para Kant, tenemos una intuición de triángulo que no es
empírica y no contiene elemento empírico alguno, es por tanto a
priori pura; esta es una proyección de la intuición pura
trascendental del espacio, condición formal, forma, de todos los
fenómenos externos. Es obvio que la intuición de triángulo no es
trascendental, pues no es una condición de la experiencia
externa, solo de las intuiciones empíricas correspondientes a los
distintos triángulos dibujados.
(conceptos) introducidos, y que habría que
justificar, o sea, fundamentar teóricamente
desde esas definiciones, nunca algo dado por
supuesto despreciando aquellas definiciones
originales. Es patente, como hemos visto
sobre los textos, que Kant no iguala -en
intención y de hecho- los conceptos de lo a
priori puro y lo a priori puro trascendental; y
admite lo primero en las Matemáticas, que
según dice -Kant- nos muestran lo a priori
puro (lo puro) como ejemplo, pero que
podemos también cerciorarnos de la
existencia de lo a priori puro demostrándolo
como condición de la experiencia en general,
y este es un a priori puro pero ahora sí
trascendental. Es patente que lo a priori
puro trascendental es un caso (clase) de lo a
priori puro. Desde el punto de vista del
orden en la construcción teórica, el concepto
de lo a priori puro es primero respecto al de
lo a priori puro trascendental (y respecto de
lo a priori puro no trascendental), por ser la
clase en que se incluye este, y desde la que
se define este.87
El
concepto
puro,
categoría,
es
pensamiento puro; es la forma del
pensamiento
empírico
como
concepto
empírico, pues este ya es pensamiento
aunque
sólo
como
enlace
de
representaciones o regla a aplicar; y es
también y al mismo tiempo, la forma a priori
del juicio empírico en que se aplica esta
regla (concepto), o sea, la forma del
pensamiento de una representación empírica
como subsumida bajo la regla, y por tanto
como parte del enlace que esta expone;
pues en el juicio se afirma o niega la
pertenencia de la representación empírica a
una clase de representaciones, afirmando
con ello el enlace entre las mismas. Al decir
que una representación 'a' cae bajo el
concepto 'b', no solo afirmo que está incluida
en el grupo (extensión) 'b', sino que afirmo
el enlace de ambas en virtud de esa
pertenencia; el enlace viene dado como una
subsunción de unas representaciones en
otras, de representaciones cualesquiera
87
Todo esto debería ser algo obvio, pero en muchas de las
exposiciones académicas profesionales en el ámbito de la
enseñanza secundaria, debido a la precipitación en el estudio, no
aparece por ningún sitio, o lo hace de modo tan vago que resulta
irreconocible. Es realmente sorprendente la falta de rigor, y
atención mínima -cabria decir- a las definiciones. En lugar de
estas se manejan alegremente fórmulas tópicas, que nadie
documenta ni justifica, de modo que lo que al final te encuentras
ya no es tan solo una exposición insuficiente, sino una total falta
de compresión de la filosofía del autor, incomprensión que es
disfrazada y ocultada, con frecuencia, bajo expresiones y
manifestaciones grandilocuentes, cuando no con actitudes
despóticas autoritarias, generándose una apariencia de
comprensión.
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81
empíricas en representaciones conceptuales
empíricas (conceptos empíricos).88
Este pensamiento puro, es un concepto
puro, o sea, una unidad pura a priori (más
exactamente una función de tal unidad); es
una función pura del entendimiento en el
sentido de ser una función pura del
pensamiento, no únicamente en el sentido
de ser una función -digamos- matemática de
la unidad (resultado de la misma) sino
también en el sentido de tarea que ha de
cumplir el entendimiento para poder generar
pensamientos empíricos; todo pensamiento,
ya empírico ya puro, ya como concepto
(regla) o como juicio (predicación de ese
concepto),
es
una
unidad
de
representaciones,
o
también,
la
representación conceptual (ya en el mismo
concepto ya en un juicio donde se predique
este) de una unidad. Así Kant, puede hablar
de una reducción de las formas de los
conceptos empíricos, es decir, de los
conceptos puros (categorías), a las formas
de los juicios empíricos; pues entre todos
estos se pueden reconocer unos modos de
predicación, y en estos las formas
conceptuales comunes a los conceptos
empíricos predicados; o sea se pueden
reconocer unas formas típicas y constantes,
de número definido, de referir los predicados
al sujeto; esto es el modo de predicación
que es la forma del pensamiento (empírico),
tanto del concepto predicado con el que se
piensa el sujeto, como del juicio. Se trata de
la misma forma o unidad a priori de
representaciones empíricas, de modo que
-argumenta Kant- las formas o conceptos
puros (categorías) se reducen a las formas
(modos) de la predicación, y por ello pueden
deducirse desde estas. Por tanto, una vez
que son establecidos los modos de
referencia, formas típicas de los juicios
empíricos, quedan con ellas establecidas las
formas de los conceptos empíricos; pues en
ambos casos se trata de lo mismo, a saber,
la forma a priori de la unidad de
representaciones
empíricas
(síntesis
empírica), o unidad a priori que hace posible
aquella. Como puede apreciarse, ya con
claridad, esta es una función pura a priori,
en el sentido de que el entendimiento (puro
o parte pura del mismo) realiza una tarea o
función formal del unificación (enlace) de
representaciones empíricas; pues con el
concepto puro suministra la forma de la
unificación (unidad o enlace), como forma
tomada
o
derivada
de
sí,
forma
trascendental subjetiva que es un producto
de su espontaneidad.89
88
Así se trata tanto si se trata de un enunciado singular,
subsunción de una intuición bajo un concepto, como en un
enunciado general, donde se subsume un concepto bajo un
concepto.
89
Producto de la espontaneidad del entendimiento, pero en
definitiva de la Razón Pura como facultad general de todos los
principios del conocimiento a priori, y de la experiencia en
general.
“La función del entendimiento se
reduce a la producción de juicios, a juzgar;
el concepto como predicado es el
pensamiento de un sujeto. Por tanto, es
posible
deducir
las
funciones
del
entendimiento desde las funciones de
unidad en el juicio. […] La forma interior
del juicio, donde se hace abstracción de
todo contenido empírico, es una función del
pensamiento reducible a cuatro títulos con
tres momentos. Existe una forma en el
pensamiento y la predicación, esta forma
es el modo de referencia del predicado al
sujeto, el modo
de
predicación
o
pensamiento. Este es una función de
unidad a priori del entendimiento, concepto
puro o pensamiento puro.” (Kant, CRP, B
94-96)
Por tanto, el concepto puro es una
función lógica del pensamiento, o sea, es
-podría decirse para mayor claridad- una
función del entendimiento puro para realizar
el pensamiento empírico, es decir es la
función o tarea de hacer posible la síntesis
empírica, suministrando la síntesis (unidad)
a priori pura, como forma o condición formal
de la misma. Esta es lo que puede llamarse
función trascendental del entendimiento
(que realiza la parte pura) en el
pensamiento empírico, o sea, en la
aplicación
o
función
empírica
del
entendimiento (la de producir conceptos y
juicios empíricos, en general, pensamientos
empíricos).
“La modalidad de los juicios constituye
una especialísirna función de los mismos y
su carácter distintivo consiste en no
aportar nada al contenido del juicio (ya
que, fuera de la cantidad, la cualidad y la
relación, no hay nada que constituya el
contenido de un juicio) y en afectar
únicamente al valor de la cópula en
relación con el pensar en general.” (Kant,
CRP, B 100)
Y respecto al concepto central de
síntesis, o enlace de representaciones
cualquiera, Kant nos presenta el concepto de
una unidad de una variedad cualquiera de
representaciones empíricas:
“Entiendo por síntesis, en su sentido
más amplio, el acto de reunir diferentes
representaciones y de entender su variedad
en un único conocimiento. Semejante
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82
David Coble Sarro
síntesis es pura si la variedad no está dada
empíricamente, sino a priori (como la
variedad en el espacio y en el tiempo).
Antes de cualquier análisis de nuestras
representaciones, éstas tienen que estar ya
dadas, y ningún concepto puede surgir
analíticamente en lo tocante a su
contenido. La síntesis de algo diverso (sea
empírico o dado a priori) produce ante todo
un conocimiento que, inicialmente, puede
ser todavía tosco y confuso y que, por ello
mismo, necesita un análisis. Pero es
propiamente la síntesis la que recoge los
elementos en orden al conocimiento y los
reúne con vistas a cierto contenido. Ella
constituye, pues, lo primero a lo que
debemos atender si queremos juzgar sobre
el
origen
primero
de
nuestro
conocimiento.” (Kant, CRP, B 103)
Y nos da la definición de concepto puro
del entendimiento, que refiere con la
expresión 'categoría', precisamente como
una síntesis pura de la diversidad; que es el
resultado de la imaginación trascendental,
que es la facultad que realiza la síntesis u
operación de reunir representaciones, y en
este caso a priori. El concepto del
entendimiento (categoría) da la unidad
necesaria -nos dice Kant- a la síntesis
(unificación o acto de unificar) pura de la
imaginación, como representación de la
necesidad en la síntesis; pero así parece
introducir una gran ambigüedad, pues
parece
hablar
del
concepto
del
entendimiento ya como el resultado de una
síntesis pura de la imaginación, pero Kant
nos dice que lo que se reduce a conceptos es
la síntesis pura de representaciones por la
imaginación.
“Como veremos después, la síntesis es
un mero efecto de la imaginación, una
función anímica ciega, pero indispensable,
sin la cual no tendríamos conocimiento
alguno y de la cual, sin embargo, raras
veces somos conscientes. Reducir tal
síntesis a conceptos es una función que
corresponde al entendimiento. Sólo a
través
de
semejante
función
nos
proporciona éste el conocimiento en
sentido propio. La síntesis pura, en su
representación general, nos proporciona el
concepto puro del entendimiento. Entiendo
por tal síntesis la que se basa en un
principio de la unidad sintética a priori. […]
Representaciones diversas se reducen a un
concepto por medio del análisis, tema del
que se ocupa la lógica general. La lógica
trascendental enseña, en cambio, a reducir
a conceptos, no las representaciones, sino
la síntesis pura de las representaciones. Lo
primero que se nos tiene que dar para
conocer todos los objetos a priori es lo
diverso de la intuición pura; lo segundo es
la síntesis de tal diversidad mediante la
imaginación, pero ello no nos proporciona
todavía conocimiento. Los conceptos que
dan unidad a esa síntesis pura y que
consisten sólo en la representación de esta
necesaria unidad sintética son el tercer
requisito para conocer un objeto que se
presente, y se basan en el entendimiento.”
(Kant, CRP, B 103-104)
Y claramente nos habla de la igualdad
de formas entre el concepto y el juicio:
“La misma función que da unidad a las
distintas representaciones en un juicio
proporciona también a la mera síntesis de
diferentes
representaciones
en
una
intuición una unidad que, en términos
generales, se llama concepto puro del
entendimiento. Por consiguiente, el mismo
entendimiento y por medio de los mismos
actos con que produjo en los conceptos la
forma lógica de un juicio a través de la
unidad analítica, introduce también en sus
representaciones
un
contenido
trascendental a través de la unidad
sintética de lo diverso de la intuición; por
ello se llaman estas representaciones
conceptos puros del entendimiento, y se
aplican a priori a objetos.” (Kant, CRP, B
105)
Se trata, por tanto, como decíamos, de
la misma forma de la unidad de
representaciones empíricas, de la misma
función lógica formal o pura; unidad a priori
con el que pensamos a priori los objetos
-con la que referimos a priori los objetos,
dice Kant, en un modo de expresarse un
tanto ambigüo- que es una función lógica
pura del entendimiento (función lógica del
entendimiento puro). La palabra 'función'
Kant la emplea aplicándola a las unidades a
priori, al decir que estas “son funciones
lógicas del entendiendo”, y no se sabe si
está hablando de las unidades como algo
que depende de la operación de unir
(combinar)
las
representaciones,
que
realizaría la imaginación, y por lo tanto
empleando la palabra en un sentido
matemático; o si se está refiriendo más
bien, a que la unidad operada, realizada, por
la imaginación trascendental (productiva) es
una función del entendimiento, en cuanto
este aporta la forma (las formas) de unidad
empírica, o sea, la unidad a priori.
Pero en todo caso, y pese a esta
ambigüedad en el expresión, y en las
mismas definiciones de conceptos, de
síntesis, y de síntesis pura, puede admitirse
por el sentido de los conceptos básicos, que
de lo que se trata es de la función o tarea de
síntesis (unidad) del entendimiento por
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medio do conceptos o representaciones
mediatas (intelectuales), y especialmente en
cuanto da los conceptos puros, o unidades a
priori como condiciones formales de las
unidades empíricas del mismo entendimiento
en su aplicación empírica. El entendimiento
tiene dos funciones lógicas complementarias
y entrelazadas, que son funciones de
unificación
(unión
o
enlace)
de
representaciones; una función lógica de
enlace a priori de representaciones, donde
se da la unidad a priori o forma de las
unidades (enlaces) empíricas; y la función
lógica de enlazar las representaciones
empíricas que se funda (es posible) sobre la
función lógica pura.
El concepto de función lógica es
importante, pues con él se está dando una
doctrina de lo que es la lógica; la doctrina de
que la unidad de representaciones, el enlace,
y en definitiva la igualación de estas es la
base de la lógica, como recalca Nietzsche en
su doctrina de la logificación del mundo
sobre una igualación previa. Esto es patente
en la Lógica trascendental, desde las
definiciones y conceptos fundamentales aquí
presentados; el entendimiento es la facultad
de pensar, y el pensamiento siempre es la
determinación de un fenómeno (en general,
de una representación cualquiera) respecto a
una representación conceptual (concepto)
que lo subsume; en esta subsunción se
expresa una igualación de representaciones:
así si digo que 'esto es una casa', como si
digo 'los caseríos son casas', como cuando
digo 'esto es azul' o 'las amapolas son
azules', como cuando digo 'la sed que tengo
yo ahora es producida por la falta de agua' o
'la sed (en general) es producida por la falta
de agua', en todos estos casos, y en el resto
de tipos de juicios (modos de predicación)
siempre igualo algo a algo. Igualo primero
las representaciones en un concepto, los
distintas impresiones de azul en el concepto
azul, y después en el juicio igualo una
representación particular incluida en el
sujeto con un grupo, cuando predico de este
que es azul.
Así se entiende que afirme:
“Pero es propiamente la síntesis la que
recoge los elementos en orden al
conocimiento y los reúne con vistas a cierto
contenido.” (Kant, CRP, B 103)
Y asimismo nos dice que:
“Se pueden hacer sobre esta tabla de
categorías observaciones atinadas que
podrían
tener
acaso
importantes
consecuencias en relación con la forma
83
científica de todos los conocimientos de la
razón. En efecto, el que en la parte teórica
de
la
filosofía
esta
tabla
sea
extraordinariamente
útil,
y
hasta
indispensable, para esbozar el plan
completo de toda una ciencia en tanto que
se funda en conceptos a priori, y para
dividirla matemáticamente de acuerdo con
determinados principios, es algo que se
desprende con evidencia del hecho de que
dicha tabla contiene exhaustivamente
todos los conceptos elementales del
entendimiento e incluso la forma de un
sistema de los mismos en el entendimiento
humano.” (Kant, CRP, B 109)
Así tenemos que una clase de lo a priori
puro trascendental, la constituyen los
conceptos puros del entendimiento, y los
llamados principios puros del entendimiento,
como modos de predicación y formas a priori
de los juicios; principios que son el correlato
de los conceptos puros o categorías. Estos
conceptos pueden ser primitivos o derivados
de los primitivos, y el conjunto de ellos
constituye el Sistema completo de los
conceptos puros del entendimiento; esta es
la tabla de las categorías que -según Kant en
este pasaje- nos ofrece un plan completo de
toda ciencia, los principios metafísicos o
forma de toda ciencia y conocimiento. En
este plan se incluiría el sistema de los
conceptos puros, o conjunto de relaciones
entre ellos, relaciones entre categorías que
Kant
denomina
“principios
puros
metafísicos”. Por tanto, puede deducirse que
para Kant, estas relaciones entre categorías
junto con los llamados principios puros del
entendimiento constituyen el plan metafísico
de la naturaleza y la ciencia, precisamente
en cuanto nos dan la forma de estas, su
condición formal misma.
Las
tres
fuentes
subjetivas
del
conocimiento y la experiencia en general, de
la que derivan las distintas condiciones
formales y objetivas de estos son el sentido,
la imaginación y la apercepción. Kant parece
querer decir que estas tres fuentes son
principios trascendentales que de alguna
manera forman un todo, ya que los tres son
principios trascendentales que hacen posible
la posibilidad de darse fenómenos; y ello a
pesar de que nos presente la apercepción
pura como un principio o condición formal
originaria y suprema de toda combinación
(asociación) de representaciones empíricas
(de la diversidad); ya que la sensibilidad
pura, los principios del espacio y el tiempo,
son
condiciones
intuitivas
formales
fundamentales y totalmente generales, para
que se de cualquier intuición (fenómeno), y
como hemos señalado, son una exigencia de
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84
David Coble Sarro
que todo fenómeno no solo se de en el
espacio y/o en el tiempo, sino la exigencia
equivalente a que se den en una posición
respecto a los demás fenómenos; así toda
determinación formal intuitiva fundamental
que atañe a la posibilidad misma de los
fenómenos -darse según las formas del
espacio y/o el tiempo-, es, o al menos
conlleva, una exigencia de que estos se den
en un ordenamiento (combinación) y en una
unidad de todos ellos, o sea, que este
sujetos a unos principios subjetivos formales
de síntesis y que todos los fenómenos
pertenezcan a un mismo sujeto.
“Son tres las fuentes subjetivas de
conocimiento en las que se basa la
posibilidad de la experiencia en general y
del conocimiento de los objetos de esa
misma
experiencia:
el
sentido,
la
imaginación y la apercepción. Cada una de
ellas puede ser considerada empírica
cuando la aplicamos a fenómenos dados,
pero todas son, igualmente, elementos de
las bases priori que hacen posible tal
aplicación empírica. El sentido representa
empíricamente los fenómenos en la
percepción; la imaginación en la asociación
(y en la reproducción); la apercepción en la
conciencia empírica de la identidad que
existe
entre
esas
representaciones
reproductivas y los fenómenos a través de
los cuales se nos habían dado las primeras,
es decir, en el reconocimiento.” (Kant, CRP,
A 115)
Pero nos habla explícitamente de la
unidad de la apercepción pura como
principio trascendental supremo, condición
de toda representación, que solo lo es en o
desde la unidad originaria o unidad de la
apercepción, y que es además condición a
priori de toda combinación de la diversidad
de
representaciones.
El
principio
trascendental de unidad de toda diversidad
en la representación es lo que llama
apercepción pura; y este exige (es la
exigencia de) que toda conciencia empírica
sea una determinación de la conciencia del
yo; y en definitiva, la exigencia de que todo
concepto
(y
todo
conocimiento,
o
pensamiento verdadero u objetivo) sea una
determinación del concepto del yo, es decir,
que sea una determinación de la unidad
originaria de la apercepción pura (la
autosuficiencia pura o formal expresada en
la idea del yo).
“Tenemos conciencia a priori de la
completa identidad del yo en relación con
todas las representaciones que puedan
pertenecer a nuestro conocimiento. Tal
conciencia la consideramos como una
necesaria condición de la posibilidad todas
las representaciones, ya que éstas sólo
representan algo en mí en la medida en
que forman parte, juntamente con todo lo
demás, de una misma conciencia y,
consiguientemente, han de poder estar, al
menos dentro de ésta, ligadas entre sí.
Este principio se halla establecido a priori y
puede llamarse el principio trascendental
de la unidad de todo lo diverso contenido
en nuestras representaciones (y también,
por tanto, en la intuición). La unidad de lo
diverso en un sujeto es la unidad empírica.
Por consiguiente, la apercepción pura
suministra un principio de unidad sintética
de lo diverso en toda intuición posible.”
(Kant, CRP, A 116)
Y claramente nos dice:
“En relación con la síntesis de la
imaginación, la unidad de apercepción es el
entendimiento; en relación con la síntesis
trascendental de la imaginación, esa misma
unidad es el entendimiento puro. En el
entendimiento hay, pues, conocimientos
puros a priori que contienen la necesaria
unidad de la síntesis pura de la
imaginación, con respecto a los fenómenos
posibles: son las categorías, es decir, los
conceptos puros del entendimiento. La
facultad humana del conocimiento empírico
contiene necesariamente, por tanto, un
entendimiento que se refiere a todos los
objetos de los sentidos, aunque solo por
medio de la intuición y la síntesis de los
mismos a través de la imaginación, un
entendimiento, pues, al que se hallan
sometidos todos los fenómenos en cuanto
datos de una posible experiencia.” (Kant,
CRP, A 119)
Desde este pasaje, también podemos
apreciar que Kant concibe el entendimiento
puro como la determinación de la unidad de
la apercepción según la síntesis de la
imaginación; por lo que ha de entenderse,
según parece desde los fundamentos
conceptuales, que la unidad sintética
necesaria
de
las
categorías
es,
necesariamente,
una
especificación
o
realización de la unidad originaria de la
autoconciencia pura (la unidad expresada en
la representación del yo); pero estas
unidades del entendimiento se realizan, de
acuerdo con el texto anterior, como
resultado de la operación de la imaginación.
Aunque Kant no lo admita explícitamente y
no sea del todo claro al respecto, la
imaginación es una facultad de síntesis,
combinación de una variedad cualquiera de
representaciones -tal como expresamente
dice-, pero lo es -y esto no lo expone
abiertamente y con claridad- en el sentido
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de ser una facultad de carácter dinámico,
cuya función es la operación o actividad de
realizar la combinación, y así puede decirse
que es la facultad de combinar por cuanto
realiza las combinaciones, y es por ello una
facultad activa o dinámica.90
Esto se aprecia aún mejor, si cabe,
contraponiéndola al entendimiento como
facultad de síntesis, de combinación, pero no
el sentido de ser un poder que realice u
opere
la
síntesis,
sino
en
el
de
suministrarnos, como hemos visto, las
formas o condiciones formales de toda
síntesis empírica, y así, aún cuando Kant no
lo haga, cabría calificarla de facultad estática
de síntesis; de modo que cabría interpretar
que el entendimiento puro suministra las
formas (pensamientos puros, partes a priori
pura de los pensamientos empíricos) o
moldes formales para las síntesis empíricas,
y que estas se realizan u operan por la
acción de la imaginación, en su condición de
facultad de síntesis de carácter dinámico
(facultad dinámica de síntesis). En el fondo
no hay incoherencia o laguna alguna, entre
esto último, que se impone y es patente, y
la afirmación del texto anterior; ya que la
imaginación como facultad dinámica de
síntesis cualquiera, está integrada por una
parte pura o imaginación trascendental,
facultad de síntesis trascendentales, y la
parte empírica, o imaginación empírica.
La imaginación trascendental es la que
opera (realiza) la combinación o unidad a
priori de los conceptos empíricos o
combinaciones empíricas; por tanto, ha de
decirse que las categorías o síntesis
trascendentales,
formas
necesarias
y
subjetivas de los conceptos empíricos, son
unidades a priori que realiza la imaginación
trascendental, pues la unidad trascendental
como cualquier otra unidad, es el resultado
de la operación combinatoria de la
imaginación; ya que la imaginación es la
facultad de síntesis de una variedad de
representaciones cualesquiera, ya empírica
90
Esto se corresponde con la concepción de Hume sobre la
imaginación, como facultad o poder asociativo (de unión), fuente
de toda unidad y, así, de los principios de unidad (asociación) que
hallamos en nosotros, como responsables de la parte regular
observada de esta unidad o asociación de las ideas. Se trata
como en Kant, que sigue claramente a Hume en este como en
otros conceptos fundamentales, de un poder o facultad
fundamental y ciega (un instinto natural de origen desconocido)
de la naturaleza humana, que asocia o une las ideas en la mente,
de modo arbitrario, o de modo regular según principios de unidad
que tienen cualidades asociativas, y que realizan la unión como
fuerzas suaves de atracción (pues nada hay mas libre que la
imaginación, y las asociaciones según principios como cualquier
asociación, podría no darse, dada la libertad de la imaginación
que la libera de toda obligación y necesidad en la unión de ideas).
No obstante, hay un texto donde nos habla expresamente de la
imaginación como facultad activa. Cfr. Kant (CRP, A 118).
85
ya
puras,
trascendentales
o
no
trascendentales, y ello en cuanto las
combina
(realiza
la
operación
de
combinarlas). En los conceptos empíricos, la
imaginación combina una variedad de
intuiciones conforme a las categorías, y por
tanto, conforme a unidades o combinaciones
a priori necesarias que la propia imaginación
ha realizado (combinado); en el concepto
empírico la imaginación ha combinado según
la unidad que ha realizado ya a priori, en su
parte trascendental. En el texto Kant nos
dice
precisamente
que
las
unidades
sintéticas a priori necesarias o categorías,
son producto de las síntesis realizadas por la
imaginación
(unidad
sintética)91
como
facultad
trascendental
o
productiva
(imaginación productiva), y estas síntesis
son una determinación de la síntesis o
unidad originaria de la apercepción pura.
“Consiguientemente, la imaginación es
también una facultad de síntesis a priori.
Por ello la denominamos imaginación
productiva. En la medida en que esa
imaginación no pretende ir más allá de la
necesaria unidad en la síntesis del
fenómeno, en lo que a la diversidad de éste
se refiere, podemos dar tal unidad el
nombre de función trascendental de la
imaginación.” (Kant, CRP, A 118-127)
La apercepción pura es la autoconciencia
o conciencia (percepción) formal que
tenemos de la serie fenoménica o sujeto
empírico, autoconciencia formal y pura; es la
representación pura que acompaña a toda
representación consciente (percepción o
conciencia) de representaciones empíricas;
es la condición formal necesaria para que
pueda representarme un fenómeno (o una
representación cualquiera) como mío, o sea,
para representarlo y considerarlo como parte
de una unidad originaria, la expresada por la
palabra 'yo'. Así la apercepción pura es la
condición
formal
necesaria
de
toda
apercepción (autoconciencia) empírica; es la
representación
(autorepresentación)
del
sujeto empírico en la idea del yo,
representación pura formal sin objeto o
intuición, por lo que es mera idea o concepto
puro, representación conceptual a priori pura
y originaria, o principio trascendental
supremo y originario; y esta es la forma o
condición formal de toda autoconciencia
empírica.
91
Ha de distinguirse, tal como lo hace Kant -si bien no con
mucha claridad- entre unidad y síntesis; pues la unidad es lo que
constituyen sus componentes, y la síntesis es la operación que
realiza la unidad; y Kant sostiene que toda unidad es producida
por una combinación (acción asociativa de la imaginación).
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86
David Coble Sarro
La representación que indicamos con el
término yo, es la apercepción pura, o sea, la
representación de la propia conciencia
(autoconciencia), que se expresa en el 'yo
pienso'; y esta es la condición necesaria
para
que
pueda
darse
cualquier
representación
empírica
(fenómeno
y
concepto), incluida la representación de un
fenómeno como mío, como parte de un
sujeto empírico. En la representación del yo,
identidad del yo, se expresa la unidad
originaria de toda representación empírica
en nosotros; y en general de toda
representación, empírica o pura, pues es el
principio formal trascendental originario y
supremo, que comprende y unifica en sí
todos
los
principios
formales
trascendentales; es el principio supremo de
toda unidad ulterior (empírica y pura). Toda
síntesis es una combinación, que como tal
presupone unidad; y la unidad a priori
expresada en las categorías, ha de
fundamentarse en un principio de unidad
superior y anterior. Este es el principio
supremo de la unidad originaria de la
apercepción pura, o principio supremo de los
juicios sintéticos; mediante el cual toda
representación puede ser percIbída como
mía, y por ello puede ser combinada con
otras y así hacer posible el conocimiento. La
combinación o síntesis que hace posible el
conocimiento solo es posible desde la
aprehensión
o
conciencia
de
las
representaciones, y esta solo es posible
desde la autoconciencia original pura
(expresada en el 'yo pienso, que ha e
acompañar
a
toda
combinación
de
representaciones). Así la unidad originaria
de la autoconciencia pura es el fundamento
o principio de toda unidad, y por tanto de
todo conocimiento.
“Pero la combinación (conjunctio) de
una variedad en general nunca puede
llegar a nosotros a través de los sentidos
ni, por consiguiente, estar ya contenida,
simultánea. Mente, en la forma pura de la
intuición sensible. En efecto, es un acto de
la espontaneidad de la facultad de
representar. […] Con ello haremos notar, a
la vez, que no podemos representarnos
nada ligado en el objeto, si previamente no
lo hemos. Ligado nosotros mismos, y que
tal combinación es, entre todas las
representaciones, la única que no viene
dada mediante, objetos, sino que, al ser un
acto de la espontaneidad del sujeto, sólo
puede ser realizada por éste. Se advierte
fácilmente que este acto ha de ser
originariamente uno, indistintamente válido
para toda combinación y que la disolución,
el análisis, que parece ser su opuesto,
siempre lo presupone. […] pero el concepto
de combinación incluye, además de los
conceptos de diversidad y de síntesis de
ésta, el de unidad e esa diversidad.
Combinar quiere decir representarse la
unidad sintética de lo diverso. La
representación de tal unidad no puede
surgir, pues, de la combinación, sino que,
al contrario, es esa representación la que,
añadiéndose a la representación de la
diversidad, hace posible el concepto de
combinación. Esa unidad, que precede a
priori
a
todos
los
conceptos
de
combinación, no es la categoría de unidad
mencionada en §10, ya que todas las
categorías se basan en funciones lógicas en
los juicios. Pero resulta que en éstos se
piensa
ya
una
combinación
y,
consiguientemente,
una
unidad
de
conceptos dados. La categoría presupone,
pues, la combinación. En consecuencia,
tenemos que buscar esa unidad (como
unidad cualitativa, §12) más arriba todavía,
es decir, en aquello mismo que contiene el
fundamento
de
unidad
de
diversos
conceptos
en
los
juicios
y,
consiguientemente, el fundamento de
posibilidad del entendimiento, incluso en su
uso lógico.” (Kant, CRP, A 130-131)
La apercepción trascendental es una
representación a priori de la unidad original
según la afinidad trascendental, el principio
sintético a priori por el cual toda
representación ha de darse junto a las
demás, en un orden establecido por reglas
necesarias (leyes) subjetivas; por tanto la
apercepción
trascendental
es
la
autoconciencia pura o trascendental, donde
tenemos
percepción
de
nuestras
representaciones como pertenecientes a u
sujeto empírico, de modo que la conciencia
de estas es conciencia de sí (percepción que
tiene el sujeto de sí mismo); pero de la
forma o condición formal de esta percepción
(autopercepción), de la autoconciencia
empírica;
es
decir,
para
poder
representarme una representación como
mía, como parte de una unidad empírica
entendida como sujeto o actor de estas
representaciones (como fuente de estas
representaciones), esta tiene que venir
acompañada de una representación pura de
la unidad necesaria, o sea, de la
representación de las representaciones
empíricas como pertenecientes a una unidad
o serie pura y trascendental, como parte de
un sujeto o actor trascendental; y esta
representación de las representaciones
empíricas como si perteneciesen a mí como
un sujeto trascendental, unidad originaria y
necesaria con el carácter de actor o como
entidad activa y creativa; he de tener una
representación de la unidad de toda
representación
posible.
O
sea,
toda
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representación empírica
y apercepción
empírica
sobre
esta,
han
de
estar
acompañadas por la representación de la
unidad originaria según el principio de la
afinidad trascendental (que exige que todas
se den en una misma conciencia); y esta
representación es una autorepresentación o
apercepción a priori pura. Esto lo expresa
también Kant, al definir el conocimiento y el
objeto, insistiendo en la idea de que la
unidad originaria y necesaria de la
apercepción pura (representada en esta) es
condición de aquellos.
“El principio supremo de la misma
posibilidad,
en
relación
con
el
entendimiento, consiste en que toda la
diversidad de la intuición se halla sujeta a
las condiciones de la originaria unidad
sintética de apercepción. En tanto que
dadas, todas las diversas representaciones
de la intuición se hallan sujetas al primero
de estos dos principios; en
tanto que
necesariamente
combinables
en
una
conciencia, se hallan bajo el segundo. En
efecto, si se prescinde de la combinación,
nada puede ser pensado o conocido a
través de las representaciones dadas, ya
que no conllevarían entonces el acto común
de apercepción «Yo pienso» ni se
unificarían, por ello mismo, en una
autoconciencia. El entendimiento es, para
decirlo en términos generales, facultad de
los conocimientos. Estos consisten en la
determinada
relación
que
las
representaciones dadas guardan con un
objeto. Objeto es aquello en cuyo concepto
se halla unificado lo diverso de una
intuición dada. Ahora bien, toda unificación
de representaciones requiere unidad de
conciencia en la síntesis de las mismas. Por
consiguiente, es sólo la unidad de
conciencia lo que configura la relación de
las representaciones con un objeto y, por
ello mismo, la validez objetiva de tales
representaciones. Consiguientemente, es
esa unidad de conciencia la que hace que
éstas se conviertan en conocimiento y, por
tanto, lo que fundamenta la misma
posibilidad del entendimiento.” (Kant, CRP,
B 136-137)92
Esta
representación
trascendental
originaria es, por tanto, la forma y condición
de toda autorepresentación o autoconciencia
empírica; es la parte a priori y pura de toda
autorepresentación
empírica,
de
toda
92
Poco antes dice: “En relación, pues, con la variedad que me
ofrecen las representaciones en una intuición, tengo conciencia
de la identidad del yo, ya que las llamo a todas representaciones
mías, que forman, por tanto, una sola. Ello equivale a decir que
tengo conciencia a priori de una ineludible síntesis de esas
representaciones, síntesis que recibe el nombre de unidad
sintética originaria de apercepción. A esta unidad han de estar
sometidas todas las representaciones que se me den, y a ella han
de ser reducidas mediante una síntesis.” (Kant, CRP, B 135-136)
87
autoconciencia o apercepción empírica. Si
puedo representarme una representación
como mía, como perteneciente a una unidad
(sujeto o serie empírica) se debe a que
puedo representármela como perteneciente
a una unidad a priori, a un sujeto puro; esta
es la autorepresentación expresada en la
palabra yo, que viene dada con la forma
lógica general de todo juicio; pues en este
se
realiza
una
reducción
de
las
representaciones dadas en él a la unidad
objetiva de la apercepción, y en esta forma
lógica se expresa la relación de los
conceptos, y se indica cual es la naturaleza
de esta relación, pues esta viene dada
precisamente por la forma lógica categorial,
pensamiento puro o determinación a priori
del pensamiento. Lo que sea la relación
respecto a su naturaleza, carácter lógico, no
puede venir dado por la experiencia
(contenido empírico), la relación empírica
misma viene dada por la experiencia, desde
la intuición, o sea, vienen dada por juicios
empíricos o contingentes, que sólo nos
informan de la relación (unidad de
representaciones) en su aspecto empírico.
En los juicios empíricos, la cópula 'es'
representa la unidad necesaria misma, la
unidad necesaria de la apercepción, o sea, la
que esta representa; unidad que se expresa
por medio de la unidad necesaria típica del
juicio (es decir, a través de esta), que es la
unidad expresada en la categoría y modo de
predicación subyacentes al juicio empírico.
Esto último puede expresarse de un modo
conciso, diciendo que la forma lógica
categorial93 es la expresión y proyección de
la forma lógica originaria y primitiva, la
forma de la unidad originaria de la
conciencia,94 es la determinación ulterior e
inmediata de la unidad y forma primitiva.
Como ya hemos visto, Kant afirma esto con
toda claridad al decir que “la determinación
de la unidad de la apercepción según la
síntesis trascendental de la imaginación es el
93
Así podríamos llamar a las forma lógicas que están a la
base (como condiciones subjetivas -impuestas por el sujeto-) de
los conceptos y juicios empíricos (o contingentes), funciones
lógicas de unidad a priori, que Kant denomina categorías.
94
Esta es la unidad a priori trascendental fundamental, que
acompaña y está a la base de toda unidad necesaria determinada
en el espacio y/o en el tiempo; la unidad representada en la
apercepción pura (autoconciencia pura), pues esta es una
representación de aquella unidad como condición de que las
representaciones empíricas puedan ser consideradas como mías,
o equivalentemente, de que las representaciones sean
representaciones para mí; y en el fondo se trataría,
verosímilmente, de que las representaciones -según Kantformen una unidad para que puedan ser tomadas como mías, y
en definitiva para que puedan existir. La apercepción pura
expresa, representa, esta unidad necesaria y originaria, y esta
unidad es la base y fuente de toda representación, ya se trate de
la autorepresentación o empírica o pura, o de cualquier otra
representación, ya sea empírica o pura.
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88
David Coble Sarro
entendimiento puro”. Así la unidad originaria
de la apercepción pura es lo a priori
trascendental fundamental, en donde se
funda toda representación y elemento
trascendental,
y
en
general
toda
representación y experiencia posible; pues
todos los principios trascendentales de
síntesis (principios de síntesis a priori), y, en
general toda síntesis, se funda en esta
unidad originaria, como la regla o principio
supremo de toda síntesis.
Este es el principio de todos los juicios
sintéticos -nos dice Kant-, de modo análogo
a como el principio de contradicción lo es de
los juicios analíticos. Lo es tanto de los a
priori como de los a posteriori (empíricos),
tanto de los a priori puros como de los a
priori no puros, tanto de los a priori puros
que son condiciones formales de la
experiencia como de los a priori puros que
no lo son. Así ha de ser, como forma o
unidad lógica originaria indeterminada, o
unidad en general que expresa o equivale a
una
exigencia
de
combinación
de
representaciones en un orden temporal y/o
espacial.
“Por consiguiente, el principio supremo
de todos los juicios sintéticos consiste en
que todo objeto se halla sometido a las
condiciones necesarias de la unidad que
sintetiza, en una experiencia posible lo
diverso de la intuición.” (Kant, CRP, B 197)
La unidad originaria de la apercepción
pura es el principio de toda síntesis, pura
trascendental y empírica, precisamente
como forma lógica original, que ha de ser
progresivamente determinada; primero en
las categorías, unidades sintéticas puras
necesarias que expresan los modos posibles
de ordenamiento de las representaciones en
el tiempo y/o en el espacio, los modos de
combinación o unidades a priori, y luego las
unidades
sintéticas
empíricas
como
determinaciones de aquellas formas lógicas.
Esta es una unidad indeterminada por
cuanto en sí misma no da indicación alguna
de las relaciones, posiciones, de las
representaciones empíricas en el tiempo; no
expresa como pueda ser la ordenación en el
tiempo y/o en el espacio, sino que
meramente es la regla de que las
representaciones se den ordenadas en el
espacio y tiempo; por tanto, es la mera
exigencia formal, y máximamente formal, de
que las representaciones empíricas se den
unidas según las condiciones formales de la
sensibilidad; o sea, que se den unidas según
el orden espacio-temporal de la sensibilidad.
Nos dice que han de presentarse ordenadas,
pero no cómo, o cual es la forma del
ordenamiento.
La unidad original de la apercepción
pura forma parte del conocimiento sintético
a priori, porque es la condición formal
originaria de la experiencia, o sea, la forma
originaria o forma general de la experiencia;
y el conocimiento sintético a priori es un
conocimiento de estas condiciones formales,
desde la condición suprema hasta sus
determinaciones. La forma originaria o
condición formal suprema es la necesidad
para toda representación de darse en el
tiempo, esto es, de presentarse según la
forma del sentido interno (forma general de
toda representación), y de presentarse en
un orden y unidad temporal con el resto de
las representaciones. En consecuencia, el
conocimiento sintético a priori de esta
condición formal suprema es la parte
esencial de la totalidad del conocimiento de
las condiciones formales de la experiencia.
“Ahora bien, según hemos probado
antes, el conocimiento sintético a priori
sólo es posible en la medida en que
expresa las condiciones formales de una
experiencia posible. En consecuencia, todos
los principios poseen un validez puramente
inmanente, es decir, no se refieren más
más que a objetos del conocimiento
empírico o fenómenos. Mediante el
procedimiento
trascendental
no
se
consigue, pues, nada con respecto a la
teología
de
una
razón
meramente
especulativa.” (Kant, CRP, B 66-69)
Aquí tenemos el principio supremo de
los juicios sintéticos, de todo conocimiento
sintético, y por tanto, de toda experiencia;
esta es la totalidad o unidad sintética de las
representaciones empíricas, tanto intuitivas
como conceptuales; y en definitiva, de las
representaciones intuitivas (fenómenos),
que son las unidades o partes elementales
que integran la experiencia; pues esta no es
más que la síntesis de estos elementos
(intuiciones). La unidad de la apercepción
pura, la expresada en el Yo, es la unidad
originaria y condición formal suprema de la
experiencia, ya que es la forma de la
experiencia en general que coincide con la
forma del sentido interno (el tiempo). Esta
es la forma que ha de tener la experiencia
para poder ser tal experiencia, y esto
significa que la experiencia como totalidad
sintética, solo es posible bajo la condición
(formal) de que todas las representaciones
intuitivas (fenómenos) se den ordenadas en
el tiempo, es decir, que se den unidas en el
tiempo. Esta es la necesidad de un
ordenamiento o posición en el tiempo;
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primero en el sentido de darse en el tiempo,
como forma de toda afección (intuición) o
forma general ella sensibilidad; y después,
sobre este sentido fundamental, en el
sentido de enlazarse o unirse al resto de los
fenómenos según una posición relativa en el
tiempo, un ordenamiento temporal.
“Para toda experiencia y para su
posibilidad nos hace falta el entendimiento.
Lo primero que éste hace no es esclarecer
la representación de los objetos, sino
posibilitar la representación de un objeto
en general. Pero esto ocurre gracias a que
el entendimiento transfiere el orden
temporal a los fenómenos y a su
existencia, en el sentido de que asigna a
cada uno de ellos -en cuanto consecuenciauna posición temporal determinada a priori
con respecto a los fenómenos anteriores.
[…] El que algo sucede constituye, pues,
una percepción perteneciente a una posible
experiencia que se convierte en real
cuando considero el fenómeno como
determinado por lo que a su posición
temporal se refiere, es decir, como un
objeto que siempre puede, en virtud de
una regla, ser hallado en la conexión de las
percepciones. Esta regla, que determina
según su secuencia temporal, se formula
así: podemos hallar en lo que precede la
condición bajo la cual sigue siempre es
decir, de modo necesario el suceso. El
principio de razón suficiente, es, pues, el
fundamento de la experiencia posible, es
decir, el fundamento del conocimiento
objetivo con respecto a su relación en la
serie del tiempo. […] Si, por el contrario, el
suceso no siguiera necesariamente, una
vez puesto lo precedente, tendríamos que
tornar tal suceso como un mero juego
subjetivo de nuestra fantasía. […] Así,
pues, la relación de los fenómenos (en
cuanto posibles percepciones) según la cual
lo que sigue (lo que sucede) se halla
necesariamente
determinado
en
su
existencia por algo que precede y definido
en el tiempo conforme a una regla; o sea,
la relación causa-efecto, constituye la
condición de validez objetiva de nuestros
juicios empíricos con respecto a la serie de
percepciones y, consiguientemente, la
condición de su verdad empírica y, por ello
mismo, la condición de la experiencia. El
principio de la relación causal en la
secuencia de los fenómenos posee, pues,
validez con anterioridad a todos los objetos
de la experiencia (bajo las condiciones de
la sucesión), ya que tal principio es, a su
vez, el fundamento de posibilidad de esa
misma experiencia.” (Kant, CRP, B 245248)
La unidad originaria de la apercepción
pura, unidad en el tiempo, es el principio de
toda síntesis (operación de la imaginación
89
sobre
una
variedad
cualquiera
de
representaciones), o como dice Kant,
principio supremo do los juicios sintéticos,
porque viene a ser el tercer elemento que
actúa como medio de enlace (unión) entre
dos representaciones cualesquiera que no
estén unidas en el juicio sobre el principio de
no contradicción. En toda síntesis de
representaciones se añade algo a cada
representación, algo que no es pensado en
la representación y que no es parte de la
misma; así, en el juicio sintético, el concepto
predicado añade algo a la intuición o
concepto (en un juicio singular y general
respectivamente), algo que se añade desde
fuera a la representación pensada o
determinada (sujeto) por el concepto. En
esta determinación se añade algo, no
meramente se piensa lo que ya ha sido
pensado o puesto en la representación
original; en el juicio analítico tan solo se
explicita lo que ya está representado, solo se
explica lo que la representación contiene y
es; se expone la representación, no en su
objeto (lo representado) sino en su
contenido mismo.
“En efecto, si el juicio es analítico, sea
negativo o afirmativo, siempre debe sernos
posible conocer suficientemente su verdad
atendiendo al principio de contradicción.
Siempre es correcto negar lo contrario de
aquello que se halla incluido como concepto
en el conocimiento del objeto y que es
pensado en él. Tenemos que afirmar
necesariamente, en cambio, el concepto
mismo del objeto, ya que lo contrario de tal
concepto
sería
contrario
al
objeto.
Debemos, pues, considerar el principio de
contradicción como principio universal y
plenamente
suficiente
de
todo
conocimiento analítico. Pero ni su autoridad
ni su aplicabilidad van más allá de un
criterio suficiente de verdad. En efecto, el
hecho de que ningún conocimiento pueda
oponerse a él sin autonegarse hace del
principio una conditio sine qua non de
conocimiento, pero no le basta para
determinar su verdad.” (Kant, CRP, B 190)
Y a continuación nos habla de la unidad
originaria de la apercepción como el tercer
elemento y principio de los juicios sintéticos,
o sea de toda síntesis no originaria o ulterior
a la originaria. En la combinación de
representaciones, hemos de salir de una
representación para poder pensarla como
unida a otra distinta; al contrario que en los
juicios analíticos, donde no tenemos que
salir del concepto y nos limitamos a exponer
lo que este contiene sin nunca de este
(exposición del mismo).
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90
David Coble Sarro
“En el caso del juicio analítico, no
salimos del concepto dado para decidir algo
sobre él. Si el juicio es afirmativo, me
limito a añadir a ese concepto lo ya
pensado en él. Si es negativo, no hago más
que excluir del mismo concepto su
contrario. En el caso del juicio sintético, en
cambio, me veo obligado a salir fuera del
concepto dado para considerar, en relación
con éste, algo completamente distinto de lo
pensado en él. Esta relación nunca es,
pues, ni una relación de identidad ni de
contradicción, y por ello no puede
descubrirse en el juicio, considerado en sí
mismo, ni la verdad ni el error. Una vez
concedido que hay que ir más allá de un
concepto
dado
para
confrontarlo
sintéticamente con otro, hace falta un
tercer elemento que es el que permite la
síntesis de los dos conceptos. ¿En qué
consiste este tercer elemento en cuanto
medio de todos los juicios sintéticos? No
hay más que un todo en el que se hallen
contenidas
todas
nuestras
representaciones, a saber, el sentido
interno, y la forma a priori del mismo, el
tiempo. La síntesis de las representaciones
se basa en la imaginación. La unidad
sintética de las mismas (unidad necesaria
para el juicio) lo hace en la unidad de
apercepción. Es, pues, en el sentido
interno, en la imaginación y en la
apercepción donde hay que buscar la
posibilidad de juicios sintéticos y, dado que
estas tres facultades contienen fuentes de
las representaciones a priori, habrá que
buscar igualmente en ellas la posibilidad de
juicios sintéticos puros.” (Kant, CRP, B
195)
Kant afirma esta diferencia fundamental
entre los juicios analíticos, entre operaciones
analíticas y sintéticas, diciendo que los
juicios analíticos son juicios explicativos y
que los juicios sintéticos son juicios
extensivos. La unidad y condición suprema
originaria de la apercepción pura es el tercer
elemento, o elemento mediador que permite
enlazar dos representaciones distintas y
diferenciables (y separables); y este es la
forma temporal indeterminada, o exigencia
de orden temporal, o posición temporal
relativa, en el enlace. La síntesis es posible,
y
los
fenómenos
mismos,
como
ordenamiento de los fenómenos en el tiempo
-y de las representaciones empíricas en
general-, que es fijación de las posiciones
relativas de las representaciones en el
tiempo; que no sólo han de darse en el
tiempo, en una posición de este según la
forma
general
de
la
sensibilidad
(receptividad), sino que han de tener una
posición (temporal) respecto a los demás
fenómenos. Y esta exigencia formal es,
como hemos visto, la unidad de la
apercepción o forma originaria.
Pero el orden temporal indeterminado, la
forma temporal originaria, es principio
formal de síntesis indeterminado, o unidad a
priori indeterminada; es la forma y elemento
general de enlace que subyace a toda forma
sintética y a toda síntesis empírica ulterior,
que son determinaciones sucesivas de
aquella
forma
y
síntesis
originaria
indeterminada (la unidad de la apercepción).
La unidad originaria de la apercepción, como
forma temporal indeterminada es el orden
temporal indeterminado u orden temporal en
cuanto tal (exigencia de orden según el
tiempo, forma general de la receptividad); y
como tal orden indeterminado no puede ser
el elemento mediador que hace posible la
síntesis (el tercer elemento), sino que ha de
determinarse o concretarse en modos
peculiares de síntesis a priori o síntesis
necesarias
como
condiciones
de
la
experiencia y los fenómenos mismos, pero
que son aplicaciones o determinaciones
inmediatas y no empíricas de la unidad u
orden temporal original.
“En este tercer término, cuya forma
esencial consiste en la unidad sintética de
apercepción de todos los fenómenos,
encontramos condiciones a priori de la
completa
y
necesaria
determinación
temporal de toda existencia en la esfera del
fenómeno, condiciones sin las cuales sería
imposible la misma determinación empírica
del tiempo. Igualmente, encontramos
reglas de la unidad sintética a priori
mediante las cuales podemos anticipar la
experiencia.” (Kant, CRP, B 264)
Este se concreta respecto al modo o
forma concreta de la síntesis temporal en las
categorías y principios del entendimiento, 95
ya que las categorías son las reglas o
condiciones formales para la síntesis de las
intuiciones,
determinando
la
unidad
originaria e indeterminada de la apercepción,
y así son el elemento de enlace en los
distintos juicios sintéticos, tanto en los
sintéticos a priori (en las matemáticas y la
ciencias naturales96) como en los empíricos.
Siempre se trata de una unidad necesaria o
a priori pura, de un pensamiento puro
95
Los conceptos puros y principios sintéticos a priori, como
funciones lógicas puras, síntesis puras que son las condiciones
formales de la síntesis empírica, de la experiencia, y de los
mismo fenómenos.
96
Los que hemos reconocido con toda claridad como a priori
puros no trascendentales, y a priori no puros y manifiestamente
no trascendentales (por no ser puros; ya que ser puro no implica
conceptualmente ser trascendental, pero no ser puro implica no
ser trascendental, pues ser puro es una condición necesaria pero
no suficiente).
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indeterminado en su contenido material pero
determinado respecto al modo de producirse
la combinación (síntesis) en el tiempo, ya
que
cada
categoría
y
principio
del
entendimiento puro realiza la unidad
originaria de la apercepción, que es una
unidad totalmente indeterminada respecto al
tiempo y por ello cabría decir -aunque Kant
no lo admita explícitamente- que es una
unidad totalmente indeterminada; pues solo
puede serlo en cuanto se establece el modo
formal temporal en que se produce esta
síntesis en el tiempo, o una determinación
empírica
por
medio
de
estas
determinaciones a priori (formas del
entendimiento).
Esto sería así porque sólo es la exigencia
o condición de que todos los fenómenos se
den ordenados en el tiempo, según una
posición relativa de unos respecto de otros97,
y como hemos ya indicado, no contiene
indicación alguna de cómo realizar la síntesis
en el tiempo. Esto se debe a que solo tiene
la función de suministrar la forma y unidad
esencial en el tiempo, la mera exigencia de
ordenamiento en el tiempo; para que esta
sea
determinada
por
la
imaginación
trascendental, que realiza la combinación
(operación) a priori pura y da entrada a las
unidades
puras
del
entendimiento
(categorías y principios),98 con las que se
realiza la unidad indeterminada de la
apercepción.
Con
los
principios
puros
del
entendimiento se determina el orden
temporal original en los fenómenos, fijando
los modos en que tiene lugar el enlace, que
son los modos en que se suceden u ordenan
las representaciones en el tiempo. El orden
97
Hume nos habla de disposición de los objetos en el tiempo;
las impresiones se nos dan en un orden regular o sucesión, y de
esta la mente deriva la idea de tiempo. De modo análogo, de la
disposición de las impresiones, la mente deriva la idea de
espacio. Véase Hume (TNH, I 34 y 35).
98
Como ya hemos apreciado, las formas o funciones lógicas
puras (para efectuar los conceptos y juicios empíricos, síntesis
empíricas), o sea, lo que Kan también llama pensamientos puros,
categorías y principios correlativos, son unidades puras, y
resultan de una síntesis de la imaginación trascendental (la
imaginación como función de síntesis a priori) sobre la unidad
originaria, a la que determina estableciendo los modos de
ordenamiento temporal. La imaginación es la facultad de realizar
síntesis cualesquiera, efectuando la acción u operación de
combinar (unir) de acuerdo con alguna forma, que como unidad
puede ser también un producto de la imaginación. Así la
imaginación trascendental realiza las síntesis o formas lógicas del
pensamiento empírico (pensamiento puros) sobre la forma
originaria de la apercepción, que es una unidad y forma admitida
por Kant -al parecer- como originaria y previa a cualquier
actuación de la imaginación trascendental; mientras que las
síntesis empíricas, conceptos y juicios empíricos, surgen como
combinaciones (actos de combinar) de la imaginación en su
aplicación (función) empírica, que realiza las combinaciones
sobre las formas lógicas, síntesis puras necesaria, que ella
misma a producido en su función trascendental.
91
temporal original es la forma original y regla
formal suprema de la experiencia, y esta es
una unidad en el tiempo totalmente
indeterminada respecto al modo en que se
pueda realizar el orden temporal.
“Para toda experiencia y para su
posibilidad nos hace falta el entendimiento.
Lo primero que éste hace no es esclarecer
la representación de los objetos, sino
posibilitar la representación de un objeto
en general. Pero esto ocurre gracias que el
entendimiento transfiere el orden temporal
a los fenómenos y a su existencia, en el
sentido de que asigna a cada uno de ellos
-en cuanto consecuencia- una posición
temporal determinada a priori con respecto
a los fenómenos anteriores. Si no fuera así,
los fenómenos no concordarían con el
tiempo mismo, el cual determina a priori la
posición de cada una de sus partes. […] De
ello resulta una serie de fenómenos que,
mediante el entendimiento, produce e
impone en la serie de las percepciones
posibles exactamente el mismo orden y
permanente conexión que encontramos a
priori en la forma de la intuición interna
(tiempo), en la cual todas las percepciones
han de tener su posición.” (Kant, CRP, B
245)
“Todo aumento del conocimiento
empírico y todo avance de la percepción,
cualesquiera
que
sean
sus
objetos
-fenómenos o intuiciones puras-, no son
otra cosa que un ampliar la determinación
del sentido interno, es decir, un progreso
en el tiempo. Este progreso determina todo
sin que se halle, por su parte, determinado
por ninguna otra cosa. Es decir, las partes
de tal progreso vienen dadas sólo en el
tiempo a través de la síntesis de éste; no
están dadas antes del tiempo. Esta es la
razón de que todo tránsito, en la
percepción, hacia algo que sigue en el
tiempo
constituya una determinación
temporal de la percepcón, y como esa
determinación del tiempo es siempre y en
todas sus partes una magnitud, todo
tránsito es igualmente la producción.”
(Kant, CRP, B 255)
Los principios del entendimiento, todos
sin excepción no solo las analogías, como la
analogía de sucesión de fenómenos en el
tiempo (principio de causalidad), determinan
la unidad temporal original; es decir,
realizan la unidad original indeterminada de
la apercepción pura en su condición de
principios o reglas de unidad a priori; y así
todo principio del entendimiento determina
la unidad original en el tiempo, que es la
unidad temporal indeterminada o unidad
cuya forma es el tiempo como forma del
sentido interno, forma general de toda
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92
intuición y de toda la experiencia como
ordenamiento delos fenómenos en el tiempo.
En las analogías, y especialmente en el
principio
de causalidad,
quizá pueda
apreciarse con menos dificultad esta
determinación del orden original, pero el
entendimiento como facultad de síntesis a
priori y de síntesis empírica, ha de
determinar la forma originaria de la
experiencia, o sea, el tiempo; ha de
determinar con cada unos de sus principios a
priori la unidad originaria en el tiempo,
unidad
de
todos
los
fenómenos
y
representaciones
en
el
tiempo,
sin
considerar su relación específica. Pues esta
es precisamente la fuente o principio de toda
síntesis pura o empírica en el tiempo: la
unidad de todos los fenómenos reales y
posibles. Solo desde esta unidad a priori
general e indeterminada respecto al tiempo,
es posible que la imaginación aprehenda
cada intuición, y que esta pueda entrar en
un ordenamiento de representaciones en el
tiempo según reglas a priori.
El ordenamiento en el tiempo que realiza
cada principio del entendimiento supone esa
unidad y orden a priori original, de la que
son por ello determinaciones o realizaciones
(proyecciones); la unidad original u orden
temporal original es el marco que ha de
realizarse
en
cada
síntesis
del
entendimiento, pura y empírica. Así, vemos
que el principio de que toda sensación (que
todo fenómenos respecto de su materia) es
una magnitud intensiva, un grado que
recoge una serie de grados anteriores, es la
exigencia de una ordenación de los distintos
grados o intensidades (sensaciones), que
han de formar una serie que se ofrece en el
tiempo
en una progresión de
esas
intensidades. Cada sensación es un grado
que recoge los grados anteriores, y no es
posible un salto en esta serie. Todo grado o
intensidad admite una división indefinida, y
la intuición es una magnitud continua
respecto a su materia (sensación).
Estos son, pues, principios a priori puros
y trascendentales, que para Kant nunca
deben ser confundidos con los principios
materiales o empíricos. Los primeros tienen
una necesidad conceptual a priori, y además
son trascendentales, mientras que los
segundos nunca pueden presentar esta
necesidad a priori (nunca expresan una
necesidad u obligatoriedad que no admite
excepciones), pues son derivados de la
experiencia al realizar una síntesis de
representaciones empíricas en los juicios
particulares y generales; donde se produce
una unidad (mediante enlace) según la
formas
a
priori
del
entendimiento,
David Coble Sarro
precisamente
como
determinación
o
proyección empírica de estas. En el juicio
empírico el enlace se produce sobre la
síntesis (enlace) a priori del entendimiento,
que determina la unidad originaria de la
apercepción, y es la base del juicio empírico
(y de los concepto empíricos); o sea, es una
aplicación empírica del principio a priori
(forma o función lógica pura), en la que esta
forma y unidad pura del entendimiento, se
proyecta en un determinado juicio empírico.
La categoría y el principio puro (correlativo a
ella) del entendimiento son la unidad a priori
o lo que se piensa a priori en el juicio, o sea,
la forma lógica pura de este, que comparte
con todos los juicios empíricos que se hayan
obtenido desde esa misma forma lógica (o
sea, desde su aplicación o proyección
empírica -cabría decir).
En consecuencia, nuevamente se pone
de manifiesto lo vano y erróneo, y lo carente
de todo fundamento -y hasta obstinado, por
cuanto, o desprecia, o ignora la evidencia al
respecto-, de tratar de ver en Kant la
afirmación de que los juicios de las ciencias
naturales son todos ellos juicios sintéticos a
priori,99 cuando Kant nos dice, expresamente
y de modo contundente en múltiples modos
y ocasiones,100 que los juicios empíricos son
99
Con el agravante o inconveniente añadido de que no se
declara de qué tipo de a priori se trata; pues en aras a la
argumentación y examen de esta afirmación sería totalmente
necesario. Aunque desde la perspectiva de las definiciones, como
criterios esenciales e irrenunciables para resolver la cuestión, no
es necesaria tal declaración de tipo; pues desde estas se aprecia,
sin más consideraciones, que lo empírico no puede ser a priori, o
sea, algo necesario o independiente de la experiencia. Sólo son a
priori los juicios que Kant llama principios de las ciencias, que
constituyen su parte pura; por ejemplo el principio: “todo cambio
ha de tener una causa”. Este es un juicio que resulta de la
aplicación del principio a priori trascendental de causalidad, una
determinación inmediata de este que contiene conceptos
empíricos, y es lo que Kant llama un juicio a priori no puro. El
resto de los juicios de las ciencias naturales (como la Física o la
Biología) son juicios empíricos, y entre estos están los juicios
empíricos generales (lo que Kant llama expresamente
generalidades empíricas); y los juicios empíricos dependen de la
experiencia respecto a su formulación y validez; tanto si se trata
de un juicio singular como si se trata de un juicio general
(hipótesis) es imposible establecer la verdad de estos juicios
antes y al margen de la experiencia, y en el caso de los juicios
generales (hipótesis de leyes naturales) nunca podemos
encontrar una verdad a priori, porque estos nunca nos ofrecen
-dice Kant- cómo ha de ser la experiencia sino tan solo cómo ha
sido hasta ahora; nunca podemos encontrar necesidad en ellos,
nunca podemos encontrar una universalidad estricta y real que no
admita excepciones. El craso error de interpretación de Kant salta
a la vista.
100
Ya desde las definiciones mismas de lo a priori
(independiente de la experiencia, y previo) y de lo a posteriori o
empírico (lo extraído o concebido desde la experiencia, y, en
consecuencia, lo dependiente de ella). Esta confusión, error
tremendo, y grueso, de captación de conceptos en las
definiciones, es aún más sorprendente, si cabe, si tenemos en
cuenta la advertencia de Kant al respecto; y mas aún, si
consideramos las caracterizaciones que nos ofrece de los juicios
(sintéticos) empíricos. La falta de entendimiento de Kant, resulta,
en consecuencia, total; y totalmente sorprendente -debemos
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síntesis a posteriori desde la experiencia, y
dependientes en su formulación y validez de
esta, que son juicios materiales donde se
enlazan representaciones intuitivas; y que
las generalidades empíricas son -en palabras
de
Kantgeneralidades
arbitrarias
u
obtenidas por una extensión arbitraria desde
la repetición de casos, y que tienen el
carácter de hipótesis, puesto que nunca
conllevan la necesidad en el enlace, ya que
nos dicen cómo son las cosas de hecho
(cómo aparecen) pero nunca cómo deben
aparecer (cf. Kant, CRP, B 3-4).
“Todas las leyes de la naturaleza, sean
las que sean, se hallan sometidas a
superiores principios del entendimiento, ya
que las primeras no hacen más que aplicar
los
segundos
a
casos
fenoménicos
especiales. Son, pues, los principios del
entendimiento los que suministran el
concepto, el cual incluye la condición y el
exponente, por así decirlo, de una regla en
general. Es, en cambio, la experiencia la
que proporciona el caso que se halla
sometido a la regla.” (Kant, CRP, B 198)
Y con más claridad nos dice Kant:
“Hay, pues, ciertas leyes que son a
priori y que son las que hacen posible una
naturaleza. Las leyes empíricas pueden
existir y ser encontradas mediante la
experiencia y como consecuencia de esas
leyes originarias, que son las que hacen
posible la misma experiencia.” (Kant, CRP,
B 263)
añadir- si nos atenemos a la evidencia de los textos. Esto revela,
dicho sea de paso y no sin escándalo, que no se ha realizado un
estudio serio de la Critica de la Razón Pura, ni de la Antropología,
ni de ninguna otra obra de Kant donde este da conceptos
fundamentales (como es el caso de la Antropología, que es en
realidad una obra fundamental, por ser un tratado del hombre -la
naturaleza humana- donde se presentan los principios
fundamentales de la misma, o sea, el planteamiento conceptual
esencial). La apelación a otros autores es totalmente inútil, y un
verdadero despropósito, si estos no rinden cuentas sobre los
textos, y caen en los mismos y groseros errores. Lo mismo da
despreciar definiciones y evidencias textuales, que fundarse en
alguien que hace lo propio, con la importante diferencia de que, al
hacerlo sobre alguien, estás actuando sobre la supuesta
autoridad de este, sin contrastar lo que este dice, como si fuera
una autoridad al margen de toda exigencia racional y de
cotejamiento con las fuentes (y como si esta apariencia de
autoridad le invistiese de la propiedad de no equivocarse nunca);
de modo que esta apelación revela una claudicación en la propia
y autónoma actividad del estudio, y una confianza ciega e
impropia, e inaceptable, en el ámbito de la Filosofía: aquí hay que
rendir cuentas, tanto en sentido lógico como textual, y no valen
las supuestas autoridades por mucho que sea el prestigio, pues
este no es lo que fundamenta las afirmaciones sobre un autor (lo
hacen sus actuaciones concretas, reconocibles, y contrastables, y
que por tanto, han de ser reconocidas y contrastadas pero nunca
supuestas -suposición fatal en sí misma, pues aún acorde con la
verdad, no da noticia de esta y da lugar a un estado de
ignorancia-).
93
Y claramente nos habla de las leyes
empíricas como determinaciones de leyes a
priori del entendimiento. Este da la forma
lógica, una forma de unidad o unidad a priori
entre un conjunto de formas posibles y
delimitadas
en
número
-formas
de
predicación-, con la que el entendimiento en
su uso empírico formula un juicio empírico
(unidad síntética empírica); en este se
proyecta aplicándose la forma lógica, y de
este modo la determina, pues la realiza al
aplicarla y le da un contenido empírico. El
juicio empírico, síntesis empírica, es posible
como aplicación de la forma lógica o unidad
sintética a priori, por tanto, en cuanto se
aplica y realiza aquella; como un molde
formal que da la estructura básica de la
unidad empírica, y así precisamente la hace
posible. Así Kant puede presentarnos los
principios puros del entendimiento como
principios metafísicos, y el Sistema de los
principios del entendimiento como un
sistema metafísico, pues aquí tenemos los
principios de la experiencia y la naturaleza,
lo que está primero y funda la naturaleza en
cuanto da su estructura y con esta el
mecanismo interno de su regularidad. Así las
analogías expresan que todo fenómeno ha
de ser parte de una naturaleza, o sea, que
ha de estar determinado temporalmente (en
el tiempo) respecto a los otros fenómenos; y
así solo puede darse en cuanto se ajusta a la
unidad a priori de las analogías (unidad por
conexión), que son los principios que
determinan la existencia de los fenómenos
en el tiempo según los modos temporales de
este.
“Estas son, pues, las tres analogías de
la experiencia. 'No son más que los
principios que determinan la existencia de
los fenómenos en el tiempo de acuerdo con
los tres modos de éste: la relación con el
tiempo mismo como magnitud (la magnitud
de la existencia, es decir, la duración), la
relación en el tiempo como serie (sucesión)
y, finalmente, la relación en el tiempo
como conjunto de todo lo que existe
(simultaneidad). […] Es la regla del
entendimiento, único medio en el cual la
existencia de éstos últimos puede adquirir
unidad sintética desde el punto de vista
temporal, la que señala su lugar en el
tiempo a cada uno de los fenómenos.
Consiguientemente, esa regla determina a
priori y con validez universal para todo
tiempo. […] Estas analogías, en su
conjunto, expresan, pues, lo siguiente:
todos los fenómenos se hallan en una
naturaleza y tienen que hallarse en ella,
pues, de no existir tal unidad a priori, no
habría
unidad
de
experiencia
y,
consiguientemente,
no
sería
posible
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94
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determinar los objetos en esa experiencia.”
(Kant, CRP, B 273)
Así el mundo fenoménico entero, la
naturaleza y experiencia como sucesión y
enlace de fenómenos según reglas objetivas
(leyes), es una proyección y determinación
de los principios a priori subjetivos
(trascendentales).
Estos
están
indeterminados empíricamente, pues son las
formas de la experiencia que determinan a
su vez la forma o unidad originaria de la
experiencia,
la
unidad
totalmente
indeterminada respecto al tiempo de la
apercepción pura; son formas lógicas
indeterminadas empíricamente al carecer de
intuiciones (objetos), aunque nos dan la
forma de la unidad respecto al tiempo, o
sea, realizan o determinan la unidad original
en el tiempo totalmente indeterminada,
respecto al modo del tiempo. Como es fácil
de apreciar, Kant nos dice que cada forma
es una determinación a priori de los
fenómenos, en cuanto establece o limita lo
que este ha de ser antes de darse como
realidad efectiva (como fenómeno o enlace
de fenómenos); y esta determinación de la
unidad originaria, ha de tener que darse en
el tiempo o ser parte de una experiencia
(naturaleza)
como
ordenamiento
(determinación) en el tiempo, es a su vez
determinada
por
formas
a
priori
y
representaciones
empíricas
donde
se
proyecta y realiza; pues nos dice que la
forma
originaria
y
las
formas
del
entendimiento determinan a priori los
fenómenos (y la experiencia), pero también
que las formas puras del entendimiento
determinan la forma o unidad original, y
asimismo
que
los
juicios
empíricos
(singulares y generales) determinan (son
determinaciones) de las formas puras del
entendimiento; ya que cada una de estas
determina la unidad original temporal,
precisamente, determinando la posición de
los fenómenos en el tiempo.
Así se concreta la unidad temporal
original, la mera exigencia formal y
máximamente general de pertenecer a una
totalidad en el tiempo; pues las reglas
(principios) del entendimiento asignan a
priori una posición en el tiempo según un
modo del tiempo, y por tanto establecen un
modo de enlace o posición temporal que no
es todavía
empírico.
En la síntesis
(combinación) empírica se establece la
posición temporal de los fenómenos, que es
una determinación temporal empírica que
resulta
de
aplicar
(proyectar)
la
determinación temporal meramente formal
expresada en la regla del entendimiento. Las
reglas
del
entendimiento
son
determinaciones temporales formales de la
experiencia
por
cuanto
anticipan
y
establecen la forma (modo) en que ha de
darse cada determinación empírica, o sea, la
determinación o posición de cada fenómeno
en el tiempo. La unidad original en el
tiempo, como exigencia a priori de
pertenecer a una unidad en el tiempo, es la
determinación formal suprema de la
experiencia y de todo fenómeno en esta,
pues constituye la condición de ser parte de
una unidad en el tiempo o de estar
determinado en el tiempo respecto a todo
otro fenómeno posible. Esta es una
determinación
formal
trascendental
y
suprema que opera desde arriba dando el
marco de la naturaleza (experiencia) misma,
que es precisamente la totalidad de los
fenómenos dados y determinados en el
tiempo.
Kant
divide
los
principios
del
entendimiento
puro
en
principios
matemáticos y en principios dinámicos,
según el modo en que tiene lugar la síntesis
o combinación. En los primeros se trata de
una síntesis o enlace (y unidad) por
composición o acumulación; mientras que en
los segundos la síntesis se produce por
conexión. En los principios matemáticos,
axiomas de la intuición y anticipaciones del
apercepción, la síntesis se produce por unión
de elementos homogéneos. Estos son los
principios puros correspondientes a las
categorías de cualidad y cantidad.
Según el axioma de la intuición, todo
fenómeno (intuición) es una magnitud
extensiva. Esto quiere decir que puede
representarse
desde
sus
partes
componentes como una extensión de estas;
por ejemplo, la recta como una extensión de
y desde puntos, o también, el círculo -y en
general cualquier fenómeno-. Lo que nos
dice Kant es que todo fenómeno o intuición
puede considerarse como constituido por
una combinación compositiva de intuiciones;
y que lo que tenemos aquí es una
combinación compositiva extensiva de lo
homogéneo, donde caca parte se une
(compone) con otra intuición para extender
esta, es decir, se pone junto a esta para
constituir una intuición más amplia en el
espacio y/o el tiempo. Según este principio
puro toda intuición es un “agregado de
partes” y puede representarse como tal. Este
agregado o intuición es una síntesis de la
imaginación reproductiva, esto es, de la
imaginación en su uso empírico. Se trata de
la síntesis sucesiva (empírica) de la
imaginación, donde la sucesión expresa el
progreso
en
la
aprehensión
de
la
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experiencia.
La
experiencia
se
va
construyendo
como
una extensión
o
agregado de partes, se va constituyendo en
primer término como una combinación
(síntesis)
compositiva
y
sucesiva
de
intuiciones. A este modo primario de
constitución a priori compositiva de lo
homogéneo Kant se refiere como principio
de extensionalidad. Este principio (axioma
de la intuición) da la condición de regla a
priori para la construcción de figuras en la
matemática de la extensión (Geometría).
La síntesis compositiva (por extensión)
es una condición formal a priori que
determina
el
orden
original
de
la
apercepción pura, la posición de los
fenómenos en el tiempo y el orden entre
ellos por cuanto todas las partes de un
agregado han de situarse en la misma
posición
en
el
tiempo.
Estas
son
aprehendidas simultáneamente en lo que
respecta a la aprehensión del fenómeno (al
darse de este) aunque la síntesis de la
misma tiene un carácter sucesivo. Esto es lo
que parece seguirse de lo que Kant plantea,
aunque no es claro respecto al modo
temporal en que se da la intuición; parece
en efecto, admitir que se da como un todo, y
de modo simultáneo, aunque se trata de un
todo obtenido como un agregado o síntesis
compositiva y sucesiva de partes, que como
tal es una serie en el tiempo. Con todo es
claro que este ha de determinar o realizar el
orden original en el tiempo, pues este es
condición formal original y suprema (la
forma general de la experiencia). 101
“Llamo magnitud extensiva a aquella
en la que la representación de las partes
hace
posible
-y,
consiguientemente,
precede
necesariamente
a
la
representación del todo. Soy incapaz de
representarme una línea, por pequeña que
sea, trazarla en el pensamiento, es decir,
sin producirla gradualmente a partir de un
punto. […] Como tiempo y el espacio
constituyen la mera intuición de todos
menos, todo fenómeno es, en cuanto
intuición, una magnitud extensiva, ya que
sólo podemos conocerlo en la aprehensión
mediante una síntesis sucesiva (desde una
parte a otra parte). Consiguientemente,
todos los fenómenos son intuidos como
agregados
(conjuntos
de
partes
101
El orden en el tiempo es la condición de la experiencia
posible, y esta es la realidad o totalidad de fenómenos y
relaciones fenoménicas que cabe concebir, precisamente como
proyección o manifestación fenoménica (material o empírica) de
este principio trascendental supremo (principio de toda
combinación y unidad síntética). Schopenhauer diría: la
representación del sujeto, de sus formas a priori (espacio, tiempo,
y causalidad), la expresión fenoménica de la voluntad humana, y
en definitiva de la Voluntad, cosa en sí y principio metafísico, de
la que aquella es parte.
95
previamente dadas). […] En esta síntesis
sucesiva de la imaginación productiva se
basan, para producir las figuras, las
matemáticas de la extensión (geometría)
con sus axiomas. Son éstos los que
expresan las condiciones de la intuición
sensible a priori bajo las cuales, sólo bajo
las cuales, puede surgir el esquema de un
concepto puro de los fenómenos externos;
por ejemplo: «Entre dos puntos no puede
haber más que una línea recta»; «Dos
líneas rectas no cierran un espacio», etc.
Estos son los axiomas que se refieren
propiamente a magnitudes (quanta) en
cuanto tales.” (Kant, CRP, B 203-204)
El principio puro de anticipación de la
percepción es, como todo principio del
entendimiento puro, una determinación del
orden o unidad original en el tiempo, y como
el axioma de la intuición expresa una
combinación de fenómenos por composición
(combinación de lo homogéneo), pero no de
las intuiciones sino de sensaciones, la
materia o lo real de la intuición; y nos dice
que las sensaciones se componen (en
síntesis sucesiva). Este principio nos dice
que toda sensación (percepción) es una
magnitud intensiva; o sea, que la materia o
lo real en la intuición se da con un grado, o
equivalentemente, que la sensación es lo
que se aprehende en un instante. Que es
una magnitud intensiva significa que expresa
cuán intensamente, o cuál es la cantidad de
influjo de lo externo sobre el sentido; y esto
ha de ser la medida (el cuanto) de la
afección o sensación, o sea, la cantidad de
influjo que se traduce en una cantidad de
afección en el sentido. Esta es la sensación o
afección que tiene un grado, o cuanto
(cantidad o medida) de afección; el cuanto o
medida de la intensidad de la actividad sobre
el sentido y de la intensidad misma de la
afección (sensación). Como puede apreciarse
con facilidad, a la base de este principio del
entendimiento está la doctrina básica dela
idealidad de los sentidos, que afirma que los
fenómenos
son
afecciones
y
representaciones de algo externo que incide
sobre nuestro sentidos según las formas a
priori subjetivas de la sensibilidad (modos
subjetivos de ser afectados).
La exigencia de que toda sensación sea
una magnitud intensiva, no es más que la
necesidad de que todo fenómeno sea una
afección sobre un sentido, y que esta se de
con una intensidad (cantidad específica o
grado), pues en el fenómeno la sensación es
el efecto sobre el sentido y su intensidad se
corresponde con la intensidad de la acción
de lo externo sobre el sentido. Así Kant dice
que la magnitud intensiva es el grado de
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influjo sobre el sentido; pues la sensación
como efecto o materia de la afección
(intuición), la afección como materia sin
forma, pues el fenómeno es esta materia
con
forma
(afección
con
forma
o
configurada) lleva en sí la medida de cuánto
ha incidido lo externo (grado de influencia)
sobre el sentido (aparato sensorial).
“Teniendo en cuenta que la sensación
no es, en sí misma, una representación
objetiva, ni hay en ella intuición del espacio
ni del tiempo, es cierto que no le
corresponde una magnitud extensiva, pero
sí una magnitud (que se origina mediante
una aprehensión de ésta en la que la
conciencia empírica se acrecienta, en un
determinado tiempo, desde nada = 0,
hasta llegar a una sensación que posea las
dimensiones dadas). Consiguientemente,
la sensación obtendrá una magnitud
intensiva, en correspondencia con la cual
hay que asignar a todos los objetos de la
percepción (en la medida en que ésta
contenga
sensación)
una
magnitud
intensiva, es decir, un grado de influencia
sobre el sentido.” (Kant, CRP, B 208)
Y respecto a la sensación como realidad,
nos dice Kant:
“Ahora bien, lo que en la intuición
empírica corresponde a la sensación es
realidad (realitas phaenomenon). Lo que
corresponde a la falta de la misma es
negación = 0. Sin embargo, toda sensación
es susceptible de reducción, de forma que
puede disminuir y llegar gradualmente a
desaparecer. Entre la realidad fenoménica
y la negación, pues, una cadena continua
de múltiples
sensaciones intermedias
posibles. La distancia entre ellas es
siempre menor la existente entre la
sensación dada y el cero o negación
absoluta. Es decir, lo real fenoménico
posee siempre una magnitud, pero una
magnitud que no se encuentra en la
aprehensión, ya que la aprehensión
realizada mediante la mera sensación tiene
lugar en un momento, y no a través de
múltiples acciones, y, consiguientemente,
no procede desde las partes al todo. Lo real
en el campo del fenómeno, tiene, pues,
una magnitud, pero no extensiva.” (Kant,
CRP, B 210)
Puede apreciarse que lo que aquí se
propone es, en definitiva, una determinación
del Principio o regla trascendental Suprema
(condición formal suprema). Aquí tenemos
los
dos
principios
matemáticos
o
compositivos del entendimiento puro; y
según estos todo fenómeno es una magnitud
continua; pues lo es respecto a la sensación
o materia, como realidad que se compone o
combina con otras realidades, y lo es
respecto de la intuición por cuanto se
compone de otras intuiciones, y se combina
compositivamente con otras de un modo
extensional. En ambos casos se afirma que
la experiencia es un continuo respecto a la
composición de sensaciones e intuiciones; y
esta continuidad determina o expresa
a
priori el orden en el tiempo; aunque Kant no
parece explicar, o no explica explícitamente
como lo hace.
El principio de las analogías de la
experiencia y el postulado del pensamiento
empírico en general, son los otros dos
principios puros del entendimiento que
determinan la unidad original u orden
original en el tiempo. Pero aquí se trata de
dos principios puros donde la síntesis
(unidad) de fenómenos tiene un carácter
diferente, pues en estos principios la síntesis
se produce por conexión. Estos son
principios que son condiciones formales de la
experiencia en cuanto determinan las
relaciones de los fenómenos entre sí (las
representaciones empíricas en general). El
axioma de la intuición y las anticipaciones de
la percepción son principios matemáticos
que determinan el orden temporal original
por cuanto establecen las condiciones
formales para la constitución de los
fenómenos; por esto Kant también los llama
principios constitutivos y estos se refieren a
la existencia de los fenómenos (intuiciones).
Por el contrario los principios dinámicos solo
se referirían
a las relaciones de los
fenómenos, y no a la existencia de estos.
Aquí Kant no se expresa con total claridad,
pero el sentido es claro desde sus supuestos
conceptuales. Los principios dinámicos en su
función de principios trascendentales de la
experiencia, como condiciones formales para
esta, también son principios y condiciones
para la existencia de fenómenos; ya que la
regulación formal a priori de las relaciones
se traduce y equivale a una regulación de la
existencia de los fenómenos mismos. Existe
en definitiva una referencia a la existencia,
pero no del mismo modo que en los
principios matemáticos (constitutivos), pues
las condiciones que se ofrecen con los
principios dinámicos parecen presuponer las
condiciones
dadas
con
los
principios
matemáticos. O sea, las relaciones entre
fenómenos condicionan la existencia de los
fenómenos, por cuanto estos han de guardar
esas
relaciones
(formales),
pero
los
fenómenos solo pueden darse d entrada si
satisfacen
las
condiciones
formales
constitutivas. Por tanto, ambos tipos de
principios son condiciones de la experiencia
y de los fenómenos mismos como elementos
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de esta, y en ambos casos hay una
referencia a la existencia de aquella y de
estos, a pesar de que Kant no haga aquí un
desarrollo explícito al respecto.
“Los dos principios que llamé antes
matemáticos -por justificar la aplicación de
las matemáticas a los fenómenos- referían
a los fenómenos según su mera posibilidad
y enseñaban la manera según la cual
podían éstos ser producidos, tanto en lo
referente a su intuición como en lo tocante
a lo real de su percepción, de acuerdo con
las reglas de una síntesis matemática.”
(Kant, CRP, B 221)
Es esencial para el entendimiento de lo
que Kant propone que se consideren los
fundamentos conceptuales que nos ofrece;
nos da una definición de síntesis como
combinación de una variedad cualquiera de
representaciones según una forma o regla, y
además nos dice que toda síntesis lo es o
por composición de lo homogéneo, o por
conexión de lo heterogéneo. Composición es
combinación de partes homogéneas que
integran una unidad (totalidad) que las
engloba y donde aparecen diluidas e
indiferenciadas; así las sensaciones son
magnitudes intensivas que se componen de
otras, de grados de sensación anteriores que
integran el nuevo grado (sensación); y
análogamente las fenómenos (intuiciones) se
combinan en composición para dar entrada a
una nueva intuición que es una composición
de las intuiciones combinadas donde estas
ya no se reconocen. En ambos casos se
produce una síntesis por composición
conforme a un principio o condición formal a
priori del entendimiento puro; estas son
síntesis constitutivas donde se dice la
magnitud, conforme a las reglas formales de
magnitud. Y en todo caso se trata de una
síntesis, un tipo de síntesis, donde se
determina el orden original en el tiempo, las
unidad o forma original y suprema de la
experiencia; es patente que todo principio
puro
ulterior,
y,
en
general,
toda
representación pura o empírica, ha de ser
una determinación (realización) de esta
unidad de la apercepción pura, cuando se ha
establecido a esta como principio supremo
de síntesis o unidad sintética original
indiferenciada. Los principios matemáticos
han de realizar este orden temporal original.
Y si Kant no explica como es esto, en parte
lo justifica por su declaración de que la
Crítica de la Razón Pura es una Propedéutica
de la Ciencia de la Razón Pura (filosofía
97
trascendental), y un esbozo arquitectónico
de esta.102
“De ahí que la determinación de la
existencia de los objetos en el tiempo sólo
pueda ocurrir mediante su combinación en
el tiempo en general y, consiguientemente,
sólo mediante conceptos que los conecten
a priori. Así, pues, teniendo en cuenta que
estos
conceptos
conllevan
siempre
necesidad, la experiencia sólo es posible
mediante una representación de la forzosa
conexión de las percepciones. Los tres
modos del tiempo son: permanencia,
sucesión y simultaneidad. Para todas las
relaciones temporales de los fenómenos
habrá, pues, tres reglas en virtud de las
cuales podrá determinarse la existencia de
cada uno de ellos con respecto a la unidad
de todo tiempo. Estas tres reglas
precederán a toda experiencia y serán las
que la hagan posible.” (Kant, CRP, B 219)
Las analogías de la experiencia son
principios formales que regulan a priori los
enlaces entre los fenómenos aplicando la
categoría de relación; en estas analogías se
determina el orden temporal original desde
la condición o síntesis a priori dada en la
categoría de relación. Esto quiere decir que
el orden temporal original indeterminado se
concreta en una serie temporal de
fenómenos, donde estos se combinan
conectándose entre sí, en una unidad
necesaria a priori que no es una composición
(unidad o combinación compositiva) en la
que los elementos combinados se mezclan y
fusionan para producir una unidad más
amplia; aquí los fenómenos combinados
siguen reconociéndose como tales en la
unidad que forman. Así según la primera
analogía en todo cambio hay algo que
permanece constante; el cambio requiere
algo (un substrato) que no cambie, y así el
cambio es de lo que permanece (de lo
permanente). A este algo se lo puede
denominar substancia, y esta analogía puede
ser llamada principio de permanencia de la
substancia. Ya que para poder intuir
fenómenos diversos como simultáneos, o
como sucesivos en el tiempo, es necesario
que exista lo permanente, pues esto es “lo
único que puede servir de substrato o
soporte a la intuición”.
“Lo que sí poseo es una regla para
buscarlo
en
la
experiencia
y
una
102
La ciencia crítica o parte crítica y preliminar, donde se
establecen los principios de la Razón Pura, en sus tipos y
naturaleza, número, y función (tarea) y relaciones mutuas
conforme a su naturaleza y tipo (fuente o lugar trascendental
-como dirá Kant en la Anfibología trascendental y Tópica
trascendental).
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98
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característica para descubrirlo en ella.
Consiguientemente, la analogía de la
experiencia constituirá solo una regla en
virtud de la cual surgirá de las
percepciones la unidad de la experiencia,
no el modo según el que se producirá la
percepción misma como intuición empírica
en general. Como principio de los objetos
(de los fenómenos), esta regla poseerá un
valor
meramente
regulador,
no
constitutivo. Lo mismo puede decirse de los
postulados del pensamiento empírico en
general,
los
cuales
se
refieren
conjuntamente a la síntesis de la mera
intuición (de la forma del fenómeno), de la
percepción (de la materia de ésta) y de la
experiencia (de la relación de esas
percepciones). En el sentido de que tales
postulados
son
simples
principios
reguladores, distintos de los matemáticos,
que son constitutivos.” (Kant, CRP, B 222223)
La primera analogía establece la
condición formal o regla a priori de la
existencia de un algo permanente que
soporte el cambio de los fenómenos, la
sucesión de estos en el tiempo y su
simultaneidad en el tiempo; de modo que
determina el orden y unidad temporal
original
respecto
a
la
sucesión
y
simultaneidad, estableciendo la condición
formal de estas. Toda simultaneidad y
sucesión de fenómenos en el tiempo es
objetiva, y no meramente una sucesión
subjetiva
aprehendida
arbitrariamente
(aprehensión arbitraria), al darse según la
regla necesaria y a priori de tener que ser la
manifestación de lo permanente (soporte o
substancia). La substancia es la categoría o
unidad a priori por conexión que hace
posible la experiencia como una sucesión
objetiva. La sucesión es necesaria y
objetiva, no meramente subjetiva, en virtud
de la regla o unidad a priori (categoría y
principio correlativo) que es necesaria. En
suma, sólo lo necesario puede fundar e
introducir lo necesario, y en consecuencia,
sólo lo trascendental (lo a priori puro como
condición de posibilidad) puede fundar la
experiencia, que es la sucesión objetiva y
necesaria distinta de una sucesión arbitraria
de la fantasía. En esta no hay regla objetiva
o necesaria, no hay ley trascendental. 103 La
sucesión en el tiempo, o realción causal, es
necesaria -según Kant- en cuanto sucesión
particular (esta o aquella sucesión), pero no
103
“El cambio es un modo de existencia de objeto que sigue a
otro modo de existencia; cambia lo que permanece en el
cambio.”, Kant (CRP, B 230). “Toda percepción es una
determinación de la substancia, modo de existencia. No existe
paso del ser al no ser, y viceversa. Esto es el absurdo de un paso
temporal no representado […] la substancia es el substrato de
toda determinación temporal.”, Kant (CRP, B 231).
como generalidad (que es siempre inductiva
y arbitraria).
La segunda analogía es el principio de
sucesión temporal según la ley de
causalidad; donde se establece que todo
cambio se produce según la ley de causa y
efecto.
Pero
todo
cambio
es
una
modificación de una substancia, un estado
del substrato de determinación temporal; los
fenómenos pueden determinarse en el
tiempo, en su posición en una serie
temporal, porque existe un algo permanente
(la substancia) que hace posible el cambio.
Así según la segunda analogía todo cambio
es una modificación de la substancia que se
sigue necesariamente de una modificación o
estado previo. La primera analogía establece
la condición formal esencial de que todo
cambio observable en los fenómenos es una
modificación de algo permanente que
soporta el cambio observado, y de este
modo afirma que todo fenómeno es una
determinación y expresión de una sustancia:
principio de la permanencia de algo. No hay
posibilidad de que el fenómeno surja de la
nada, en la serie de fenómenos no hay ni
comenzar a ser ni dejar de ser absolutos. Así
la ley de causalidad es una regla a priori de
sucesión de los fenómenos en el tiempo, que
determina el orden temporal original,
asignando una posición a cada fenómeno en
el tiempo, en cuanto lo toma como
modificación de una substancia que se
enlaza con otra modificación previa de la
misma substancia. Enlaza distintos estados
de la substancia (fenómenos) aplicando la
categoría de causalidad (relación según
causa efecto). Y de este modo reafirma la
primera analogía, pues los fenómenos
sucesivos han de ser una modificación de
algo que permanece.
“Todos los fenómenos se hallan en el
tiempo. Sólo en éste, como sustrato (como
forma permanente de la intuición interna)
podemos
representar
tanto
la
simultaneidad como la sucesión. Así, pues,
el tiempo, en el cual hemos de pensar la
modificación de los fenómenos, permanece
y no cambia, ya que forma el sustrato del
cual la sucesión y la simultaneidad
representan meras determinaciones. Ahora
bien, como no podemos percibir el tiempo
por sí mismo, habrá que encontrar en los
objetos de la percepción, es decir, en los
fenómenos, el sustrato que represente el
tiempo en general y que nos sirva de punto
de referencia al que remitir todo cambio o
simultaneidad percibídos en la aprehensión
a través de la relación de los fenómenos.
Ahora bien, el sustrato de todo lo real, es
decir, lo perteneciente a la existencia de las
cosa, es la sustancia: cuanto pertenece a la
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El principio de permanencia de la
substancia, o primera analogía, determina el
orden
temporal
original
aplicando
la
categoría de relación y según el modo
temporal de la simultaneidad; ya que se
trata de determinar el orden o posición en el
tiempo de los fenómenos (pues con este se
determina el orden temporal original
indeterminado). Desde que se dice que un
fenómeno no puede surgir en la serie
(sucesión)
fenoménica
sino
como
modificación de algo permanente que
soporta las modificaciones (substancia o
substrato), y que representa el tiempo como
substrato y condición de toda relación
temporal
(sucesión,
simultaneidad,
y
permanencia,
que
son
meras
determinaciones del tiempo). Según este
principio no hay tránsito entre el ser y el no
ser, de él se sigue como consecuencia
inmediata que «Nada surge de la nada»; y
así afirma que los fenómenos quedan
posicionados en el tiempo y respecto a los
otros fenómenos de un modo necesario
(orden temporal necesario y por ello
objetivo). La substancia es lo permanente
que como forma o principio subjetivo de
unidad de fenómenos solo tiene realidad
empírica como forma en el sujeto y como
determinación del tiempo, substrato de toda
determinación y unidad temporal que es
representado por esta categoría.104
La serie misma como serie objetiva no
puede existir sino es bajo la condición formal
de una substancia (regla a priori y
necesaria), como sucesión necesaria de
modificaciones de esta sustancia, y por ello
como sucesión objetiva (no subjetiva o
arbitraria o por azar). Se aprecia que cada
modificación excluye al resto para poder
surgir en la serie y constituir esta, y supone
para poder ser tal (fenómeno o modificación)
una relación temporal de sucesión; es decir,
una regla necesaria de sucesión. Según todo
lo expuesto aquí, el principio de causalidad
se funda en el principio de permanencia de
la substancia, y determina la sucesión
temporal esencial ya introducida por esta
analogía
(como
una
sucesión
de
modificaciones
de
la
substancia),
estableciendo que esta sucesión de estados
o modificadores de la sustancia ha de darse
según la relación causa efecto; pues esta es
la ley de sucesión temporal de los
fenómenos, que han de ser pensados como
estados de la substancia, y así su orden o
posición en el tiempo necesaria esta dada
por esa ley (principio de causalidad). 105 Se
concreta o determina ulteriormente la
determinación temporal dada por la primera
analogía, y en el fondo, parece que el
principio de causalidad es superfluo respecto
a la primera analogía, pues no parece añadir
condición
formal
nueva.
Aunque
aparentemente se refiere a toda relación de
fenómenos en el tiempo, el hecho es que se
refiere a fenómenos que se suceden en el
tiempo
como
modificaciones
de
una
substancia; es claro que se refiere a la
sucesión en el tiempo de estados de una
sustancia. Parece como si Kant pudiera
extrapolar la ley de sucesión temporal
considerada respecto a este caso particular
hasta todo caso de sucesión de fenómenos
en el tiempo; el caso de la sucesión de
estados de la sustancia daría la pauta formal
en concreto a generalizar en una pauta
formal general (el mismo principio de
causalidad como ley de sucesión de
fenómenos en el tiempo). Es claro que la
sucesión de fenómenos como modificaciones
(estados) de una sustancia no agota los
casos posibles de sucesión de fenómenos;
104
Cfr. “«Nada surge de la nada» no es más que otra
consecuencia del principio de la permanencia, o más bien de la
perpetua existencia de un verdadero sujeto de los fenómenos. En
efecto, si lo que llamamos sustancia en los fenómenos ha de
constituir el sustrato propio de toda determinación temporal,
tenemos que poder determinar única y exclusivamente desde él
toda existencia, tanto en el pasado como en el futuro. […] En
efecto, en este último caso desaparecería lo único que puede
representar la unidad del tiempo, es decir, la identidad del
sustrato, que es donde todo cambio posee una unidad completa.
De todas formas esta permanencia no es más que el modo según
el cual nos representamos la existencia de las cosas (en el
fenómeno).” (Kant, CRP, B 228). Véase también Kant (CRP, B
231) para el concepto de sustancia como sustrato (condición
formal) de determinación en el tiempo.
105
Es decir, el principio a priori de sucesión de los fenómenos
en el tiempo, que solo bajo desde una regla a priori y necesaria
puede darse como una sucesión necesaria y objetiva. En
definitiva, todo se reduce para Kant a la existencia de una regla a
priori (parte de una legislación subjetiva) que determina la unidad
original en el tiempo (regla suprema), y es esta última y su
determinación en la ley de causalidad, las que fundan la
necesidad y objetividad. El orden objetivo en el tiempo es el orden
dado por la subjetividad (reglas necesarias) y todo orden temporal
en los fenómenos es ya un orden necesario, pues el orden
temporal de estos solo es posible desde las reglas puras. En
suma, hablar de un orden temporal es ya hablar de un orden
necesario y objetivo, no arbitrario o producto de la elección
consciente o de la fantasía del sujeto, sino un orden que
manifiesta su constitución trascendental (legislación en él).
existencia sólo puede ser pensado como
determinación
de
la
sustancia.
En
consecuencia, lo permanente, único factor
que nos permite determinar todas las
relaciones temporales de los fenómenos es
la sustancia en la esfera del fenómeno, es
decir, lo real del mismo, lo que permanece
siempre idéntico en cuanto sustrato de
todo cambio. Como esta sustancia no
puede, pues, cambiar en su existencia,
tampoco puede aumentar ni disminuir su
quantum en la naturaleza.” (Kant, CRP, B
224-225)
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100
David Coble Sarro
de hecho enlazamos fenómenos en el tiempo
según la regla causa-efecto sin que haya que
considerarlos como modificaciones de una
substancia, como cuando una esfera maciza
golpea a otra y la fragmenta. Ligamos,
casualmente,
de
hecho
los
dos
acontecimientos (fenómenos) distantes en el
espacio y asignables a acciones distintas
sobre nuestra sensibilidad, o sea, las
apariencias de las dos bolas que colisionan;
y así según el concepto genérico de enlace
de cualesquiera de fenómenos que nos
ofrece Kant, hemos de enlazar casualmente
tanto las dos bolas que colisionan, como los
estados o fenómenos correspondientes a un
mismo objeto. El estado de la bola que es
arremetida por otra antes y después de la
colisión, así como también los dos estados
(fenómenos) correspondientes a la bola que
arremete. Y solo mediante la ley de
causalidad como regla pura y necesaria
(subjetiva) pueden los fenómenos aparecer
en un orden objetivo no arbitrario, sino
necesario y real (no meramente imaginado);
por tanto solo como determinados en el
tiempo según esta regla de determinación
temporal pueden los fenómenos ser una
sucesión objetiva, y mas aún, ser una
sucesión en el tiempo. Solo lo que se da en
el
orden
del
tiempo,
según
sus
determinaciones a priori, es real y objetivo;
y así el enlace que se da en la mera fantasía
(imaginación sin reglas) sin el concurso del
entendimiento (que pone su regla necesaria)
no puede ser real. El entendimiento, por
tanto, determina en el tiempo los fenómenos
dándoles un orden necesario, y la necesidad
solo lo es respecto de lo a priori puro o
forma lógica subjetiva del enlace empírico.
“Todos los cambios tienen lugar de
acuerdo con la ley que enlaza causa y
efecto. […] Yo percibo que los fenómenos
se siguen unos a otros, es decir, que el
estado de las cosas en un tiempo es
opuesto al estado anterior. En realidad, lo
que
hago
es,
pues,
enlazar
las
percepciones en el tiempo. Ahora bien, el
enlace no es obra del simple sentido y de la
intuición, sino que es, en este caso,
producto de una facultad sintética de la
imaginación, la cual determina el sentido
interno con respecto a la relación temporal.
Pero la imaginación puede ligar los dos
mencionados de dos formas distintas, de
modo que sea uno o el otro el que preceda
en el tiempo. En efecto, no podemos
percibir el tiempo en sí mismo, como no
podemos
determinar
el
objeto,
empíricamente, por así decirlo, lo que
precede o que sigue. De lo único que
tengo, pues, conciencia es que mi
imaginación pone una cosa antes y la otra
después, de que un estado preceda al otro
en el objeto. O, en otras palabras, con la
mera percepción queda sin determinar cuál
sea la relación objetiva de los fenómenos
que se suceden unos a otros. Para que ésta
sea conocida de forma determinada, hemos
que pensar de tal forma la relación entre
ambos estados, que quede determinado
necesariamente cuál es el estado que
hemos de poner antes, cuál el que hemos
de poner después y que no los hemos
poner a la inversa. Pero un concepto que
conlleve la necesidad de unidad sintética
puede ser más que un concepto puro del
entendimiento, un concepto que no se halla
en la percepción y que es, en este caso, el
de la relación de causa y efecto. El primero
de estos términos determina al segundo en
el tiempo como consecuencia, no como a
algo que sólo pueda preceder en la
imaginación.” (Kant, CRP, B 232-233)
La ley de causalidad es la regla y forma
a priori (unidad a priori trascendental) que
establece o determinada todo cambio o
sucesión de fenómenos, porque determina a
priori el surgimiento y desaparición de los
fenómenos, bien en cuanto considerados
como estados de las substancia, o bien como
fenómenos que no pueden pensarse como
modificaciones de una misma substancia,
por ser distantes en el tiempo. Nos dice que
cada cambio o estado tiene una causa en
otro estado previo.106 La ley de causalidad
determina el orden temporal original según
el modo de la sucesión, afirmando que esta
está determinada a priori como sucesión de
estados de la substancia. Esta sucesión a
priori está basada en el principio de
permanencia de la substancia (en la
categoría de substancia) es la condición
formal para todo cambio o sucesión empírica
observada y observable. Estas solo son
posibles como ordenación en el tiempo
según una regla o sucesión a priori, o sea,
según una unidad a priori en el tiempo
según el modo de la sucesión. El tiempo es
la condición sensible para el avance en la
serie empírica, pues esta solo es una
determinación del orden temporal, según las
106
Cfr.: “Acerca de cómo pueda algo cambiar, de cómo sea
posible que en un punto temporal suceda a un estado otro estado
opuesto, no poseemos a priori el mínimo concepto. Para ello hace
falta conocer las verdaderas fuerzas, conocimiento que sólo
puede dársenos empíricamente. Así ocurre, por ejemplo, con el
conocimiento de las fuerzas motrices, o lo que es equivalente,
con el conocimiento de ciertos fenómenos sucesivos (en cuanto
movimientos) que indican tales fuerzas. Pero, vos (en cuanto
movimientos) que indican tales fuerzas. Pero, estado que cambie,
podemos considerar a priori, de acuerdo con las leyes de la
causalidad y con las condiciones del tiempo, la forma de toda
modificación, la condición bajo la cual, y bajo la cual, puede tener
lugar en cuanto surgimiento de un nuevo estado y,
consiguientemente, la misma sucesión : los estados (lo
sucedido)”, Kant (CRP, B 252).
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determinaciones del entendimiento sobre
este orden original. La ley de causalidad es
una ley de continuidad, y por tanto, una Ley
de avance (o progreso) en la determinación
de los fenómenos en el tiempo, al dar una
sucesión a priori u orden temporal a priori en
el modo de la sucesión que prohíbe todo
inicio y cesación de la serie; ya que estos
supondrían un tránsito fuera del tiempo,
entre el ser y el no-ser, y esto sería un
absurdo no representable.107
Y
claramente
nos
dice
que
los
fenómenos solo pueden hacer referencia a
un objeto (ser apariencias de este,
podríamos interpretar) si forman una
sucesión objetiva, o sea, si forman una
sucesión en el tiempo, o, lo que es lo mismo,
solo si están determinados en el tiempo
según una regla objetiva que establece la
necesidad en su sucesión. Si consideramos
dos estados de una cosa externa -podríamos
decir- estos solo pueden darse y ser tales
estados, e índices de un objeto -algo
externo- si las percepciones se ajustan a la
regla del entendimiento que los determina
en el tiempo. Así el principio de causalidad
es la regla de sucesión temporal del los
fenómenos, pero también la regla por la que
estos apuntan a un objeto (por la que son
fenómenos de tal). Y así una sucesión de dos
percepciones es objetiva (sucesión de
afecciones de algo externo), y no mero
seguirse de una percepción de otra, porque
las percepciones han de darse en el tiempo
según una regla a priori; de lo contrario, ni
siquiera
tendría
sentido
hablar
de
intuiciones, es decir, de darse objetos
(externos, en cuanto nos afectan).
“Dado, pues, que hay algo que sigue,
me veo obligado a relacionarlo con algo
que es anterior y distinto, y tras lo cual
sigue, de acuerdo con una regla, es decir,
de modo necesario; de forma que el
suceso, en cuanto condicionado, remite
107
Cfr.: “El cambio es, pues, posible únicamente a través de
una acción continua de la causalidad, la cual, en la medida en
que es uniforme, recibe el nombre de momento”, Kant (CRP, B
254). También: “[...] Queda así clara la posibilidad de conocer a
priori una ley de los cambios según la forma de éstos. No
hacemos más que anticipar nuestra propia aprehensión, cuya
condición formal debemos poder conocer, de todos modos, a
priori, ya que se halla en nosotros previamente a todo fenómeno
dado. Consiguientemente, así como el tiempo contiene la
condición sensible a priori de la posibilidad de un avance continuo
desde lo que existe hasta lo que sigue, del mismo modo el
entendimiento es la condición a priori, gracias a la unidad de
apercepción, de la posibilidad de determinar de modo continuo,
mediante la serie de causas y efectos, todos los puntos de los
fenómenos en ese tiempo. Las causas conllevan inevitablemente
la existencia de los efectos, con lo cual hacen del conocimiento
empírico de las relaciones temporales un conocimiento válido
para todo tiempo (universal) y, por tanto, un conocimiento
objetivamente válido.”, Kant (CRP, B 255-256).
101
indudablemente a alguna condición que es
la que lo determina. Supongamos un
suceso en las condiciones siguientes: no
hay nada que lo preceda, nada a lo cual
tenga que seguir conforme a una regla
necesaria. En este supuesto, toda sucesión
de la percepción se hallaría exclusivamente
en la aprehensión, es decir, no sería más
que una sucesión subjetiva. Quedaría, en
cambio, sin determinar de modo objetivo
qué es propiamente lo que debiera
preceder y lo que debiera seguir en las
percepciones. De este modo no tendríamos
más que un juego de representaciones, un
juego que no se referiría a objeto alguno.
Es decir, a través de nuestra percepción no
se distinguiría en absoluto un fenómeno de
otro, en lo que a la relación temporal
concierne, ya que la sucesión en el
aprehender es siempre idéntica y nada
habría en el fenómeno que la especificara
de tal modo, que la convirtiera en una
sucesión objetivamente necesaria. No
afirmaré,
pues,
que
dos
estados
consecutivos se siguen en la esfera del
fenómeno, sino simplemente que una
aprehensión sigue a otra, lo cual no pasa
de ser algo algo subjetivo, algo que no
determina
objeto
alguno
y
que,
consiguientemente, no puede tener validez
para e1 el conocimiento de un objeto (ni
siquiera en la esfera del fenómeno).”
(Kant, CRP, B 239)
La experiencia y cada fenómeno solo
puede existir desde una regla a priori
necesaria que confiera un orden temporal
necesario, relaciones o posiciones de los
fenómenos en el tiempo determinadas por
una una regla necesaria; regla necesaria que
impone ese orden y posicionamiento relativo
entre fenómenos, de modo que estos no son
arbitrarios o pueden no darse, sino que se
dan ineludiblemente. Por la regla necesaria
(ley) se tiene una sucesión objetiva
(necesaria)
y
no
un
juego
de
representaciones
(serie
meramente
subjetiva; producto mental interno sin
relación a el mundo externo -o interno-),
pues con la ley de sucesión en el tiempo los
fenómenos pueden ser considerados como
modificaciones de una substancia, algo
externo e indeterminado que permanece
como soporte de las modificaciones (sus
modificaciones o estados).108 Pero este algo
permanente, ha de ser el objeto externo o
noúmeno, lo que afecta nuestra sensibilidad
108
Kant nos dice: “La sucesión objetiva consistirá, pues, en
aquel orden de la diversidad del fenómeno en virtud del cual la
aprehensión de una cosa (lo que sucede) sigue a la aprehensión
de otra cosa (lo que precede) de acuerdo con una regla. Sólo así
puedo afirmar legítimamente que hay una sucesión en el mismo
fenómeno y no sólo en mi aprehensión, lo que equivale a decir
que no puedo organizar esta última sino precisamente según esa
sucesión.”, Kant (CRP, B 238).
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102
(psiquismo) y produce la sensación según el
grado de influjo (intensidad de la acción
sobre el sentido), y la intuición (fenómeno
determinado) que es la sensación con la
forma sensible, la sensación con una
posición en el tiempo. Todo fenómeno es por
definición una afección, y ha de tener una
posición en el tiempo; es una intuición
ordenada, y todo fenómeno sería ya -contra
Kant- un fenómeno ordenado en el tiempo.
La noción de substancia (categoría de
relación) y el principio correlativo de la
permanencia de la substancia, refuerza y
ahonda en la teoría esencial de la idealidad
de los sentidos; pues la noción de algo
permanente que soporta los cambios,
reintroduce la noción totalmente primera y
esencial de algo externo a la representación
(indeterminado109)
que
afecta
nuestra
psiquismo; ya que los distintos fenómenos
serán distintas afecciones de este objeto,
pero estas afecciones han de ser también
distintas modificaciones de algo permanente
(substancia110); y si el fenómeno es tanto
afección como modificación, el objeto que
afecta y el objeto que es modificado han de
ser el mismo: el
objeto externo
indeterminado (noúmeno) habría de ser la
substancia, de acuerdo con lo expuesto. Pero
para Kant la substancia es una forma lógica
del entendimiento,
función lógica
de
determinación en el tiempo, o sea, de,
síntesis empírica, a la que determina
precisamente dándole la forma lógica a
priori. Pero el noúmeno es un concepto
límite no una forma de la sensibilidad, pues
expresa la existencia de algo indeterminado
que afecta al sentido y a lo que apunta la
intuición (y la sensación como materia de la
intuición), y Kant no parece admitirlo tan
solo como una condición formal; por el
contrario, la doctrina esencial del la idealidad
de los sentidos, de la intuición como afección
(y de la sensación) exige admitir un algo
externo a la sensibilidad e indeterminado en
el tiempo (empíricamente) y a lo que no
podemos
asociar
intuición
alguna,
precisamente porque expresa el límite de
toda intuición o receptividad (lo que está
fuera de la reprewsentación); es aquello a lo
que apunta la intuición (y la sensación)
como efectos o afecciones suyas, y de este
algo no podemos tener más noticia que su
modo de afectarnos, nunca de como es en sí
109
E indeterminable por principio, al ser algo en sí mismo al
margen de toda relación con la sensibilidad (el sujeto), algo que
no interactúa o incide en modo alguno con el sujeto.
110
Sin lo que el cambio en el tiempo es inconcebible, pues
tendríamos un tránsito entre el ser y el no ser, por lo que la
permanencia de la substancia es una condición formal subjetiva
para el cambio observado (sucesión observada de fenómenos).
David Coble Sarro
mismo (de lo que sea en sí mismo al margen
de su acción sobre la sensibilidad (sobre
nosotros).
Precisamente
por
esto
es
admitido como existente y como referente
objetivo
de
todo
pensamiento
y
conocimiento, que en definitiva pueden
referir a una realidad independiente, desde
la intuición o receptividad como capacidad
de ser afectados.111
En suma, para que los fenómenos
(apariciones subjetivas) sean afecciones y
representaciones de un objeto externo (algo
indeterminado) han de darse en un orden
necesario, según una regla necesaria a
priori, pues solo en este orden a priori
pueden ser afecciones; pues en definitiva
solo pueden ser afecciones de objetos
externos (a la intuición) si los objetos
externos actúan sobre nosotros, y estos no
pueden actuar sobre nosotros (afectarnos) al
margen de nuestra receptividad (o modo de
ser afectados), conforme a los modos o
condiciones formales de la sensibilidad. La
referencia objetiva a algo externo, distinto
del sujeto e indeterminado, solo es posible
desde las reglas formales subjetivas y a
priori, y mas concretamente desde reglas
que determinan el orden temporal original
(de la apercepción), y desde este orden
mismo, pero en definitiva, desde la forma
del tiempo. El orden temporal original es la
forma general de la experiencia, y esta es la
forma del tiempo (el tiempo como forma
general de los fenómenos, y condición
formal sensible esencial). El tiempo es la
regla necesaria esencial que hace posible los
fenómenos y la experiencia como sucesión
objetiva de estos, sucesión en el tiempo de
representaciones con un carácter de
necesidad, pues se da conforme a reglas a
priori de sucesión (los principios del
entendimiento como determinaciones a
priori de la sucesión temporal empírica). La
referencia a objetos externos (referencia
objetiva) es posible en y desde la
sensibilidad, y desde las reglas del
entendimiento; pues la referencia solo es
posible como representación en un sujeto, y
desde esta representación, y por tanto desde
las formas o condiciones a priori de la
representación. Es el sujeto trascendental o
111
La idealidad de los sentidos consiste en la afirmación de
que el espacio y el tiempo no son algo real sino condiciones
formales de la receptividad (intuición sensible en el hombre), pero
no en la afirmación de que toda intuición (o fenómeno) sea una
apariencia meramente subjetiva sin relación y dependencia del
mundo externo, pues lo que la doctrina afirma es precisamente
que las intuiciones son afecciones producidas por la acción de lo
externo conforme a las propiedades formales de ser afectado en
el sujeto (condiciones formales de receptividad) la subjetividad del
fenómeno no es equiparable a una mera alucinación o apariencia
originada de modo autógeno.
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legislación trascendental (las reglas que hay
en mí) lo que hace posible la referencia a
objetos (externos), y que estos formen una
experiencia o trama con carácter de
necesidad, y que en su orden refleje un
orden externo; ya que el orden temporal del
los fenómenos según reglas a priori reflejaría
el orden en que las cosas externas nos
afectan.112
“Si investigamos qué propiedad nueva
confiere a nuestras representaciones la
referencia a un objeto y qué dignidad
adquieren
mediante
tal
referencia,
observamos que ésta no hace más que
obligarnos a ligar esas representaciones de
una manera determinada, por una parte, y,
por otra, someterlas a una regla.
Observamos, a la inversa, que si
conferimos significación objetiva a nuestras
representaciones ello se debe tan sólo a la
necesidad de un determinado orden en la
relación temporal de las mismas. La
diversidad de las representaciones se
sucede siempre de modo consecutivo en la
síntesis de los fenómenos. Con ello no
representamos ningún objeto, ya que a
través de esta sucesión, que es común a
todas las aprehensiones, no distinguimos
ninguna cosa de otra. Pero tan pronto
como percibo, o presupongo que esta
sucesión guarda una relación con el estado
previo, del cual surge la representación
conforme a una regla, me represento algo
como suceso o como algo que sobreviene.
Es decir, capto un objeto que tengo que
situar en un determinado punto del tiempo,
un punto que, teniendo en cuenta el estado
anterior, no puede ser asignado de otro
modo. Cuando percibo, pues, que algo
sucede, lo primero que tal representación
contiene es que algo precede, ya que
precisamente con respecto a ese algo
obtiene el fenómeno su relación temporal,
a saber, la de existir después del tiempo
precedente en el que no existía aún. Pero
en esa relación el fenómeno sólo puede
obtener ese preciso punto temporal si
suponemos algo en el estado anterior, algo
a lo que sucede siempre, es decir, según
una regla. De ello deduce, en primer lugar,
que no puedo invertir la serie, poniendo lo
que sucede antes de aquello a lo cual
sigue; en segundo lugar, se deduce que,
una vez puesto el estado precedente, sigue
indefectible
y
necesariamente
ese
determinado suceso. Con ello tenemos,
pues, que hay un orden entre nuestras
representaciones, orden en el que lo
presente (en la medida en que ha llegado a
ser) remite a un estado anterior como
correlato de este suceso dado y, aunque
este
correlato
se
halla
todavía
112
O sea, como en el caso de Leibniz y a pesar de las
diferencias, el orden fenoménico refleja y representa de algún
modo un orden externo a la representación e independiente. Kant
parece apuntar también a su modo a una armonía preestablecida.
103
indeterminado,
guarda
una
relación
determinante
con
el
suceso
como
consecuencia
suya,
conectándolo
necesariamente consigo en la serie del
tiempo.” (Kant, CRP, B 242-243)
Una representación solo es parte de una
sucesión objetiva y ella misma tienen una
significación objetiva, si puede determinarse
su posición en el tiempo, solo si puede
ordenarse según una regla de sucesión o
determinación. No basta que considerada
aislada sea una afección de algo externo,
pues para poder ser tal afección ha de entrar
en un orden temporal y necesario; o sea, ha
de ser parte de un orden necesario donde se
pueden distinguir las representaciones unas
de otras, y este es el orden surgido de una
determinación en el tiempo según una regla
a priori y necesaria, que es lo que determina
en el tiempo de modo necesario. 113 El
fenómeno lo es en cuanto afección de un
objeto externo, y al mismo tiempo bajo la
condición formal de determinación del
tiempo como forma originaria;
así, una
representación para ser tal (fenómeno en
sentido trascendental, que equivale a
representación) y por ser tal supone unas
reglas necesarias (a priori, formales y
subjetivas) de sucesión temporal. Se trata
por tanto de que apariencias meramente
subjetivas, o modificaciones del sentido
(algo interno), puedan tener una referencia
objetiva y constituir una sucesión objetiva y
necesaria,
pues
ambas
cosas
son
equivalentes. Solo se es representación (de
uno objeto indeterminado) si se cumplen las
reglas a priori de ordenamiento en el
tiempo, reglas que no solo establecen una
condición
para
que
se
enlacen
los
fenómenos, sino para que estos mismo
puedan darse como representaciones de
objetos (algo desconocido que nos afecta y
que es la referencia objetiva o lo que da
significación objetiva, y en definitiva,
permite el conocimiento como determinación
de intuiciones de este algo). Los fenómenos
se dan (existen) en estas reglas a priori de
orden en el tiempo (de sucesión, de
permanencia, y de simultaneidad), y en el
tiempo como regla o condición formal y pura
sensible
(intuitiva).
Las
reglas
del
entendimiento puro son determinaciones a
priori del tiempo y de la unidad original; es
decir,
establecen
la
sucesión,
la
permanencia, y la simultaneidad como
113
La causalidad, por lo que se aprecia, se define como una
relación singular o única; la que se da entre las representaciones
intuititivas, que son estados singulares y únicos. De poder
repetire la misma sucesión (lo que es imposible) debería darse
conforme a la misma determinación en el tiempo, determinación
singular e irrepetible en el tiempo.
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104
modos de determinación en el tiempo; ya
que estas son ya determinaciones del tiempo
como
forma
general
indiferenciada;
permanencia, sucesión, y simultaneidad, son
formas a priori de de toda determinación
temporal
empírica
(síntesis
empírica);
resultado de la determinación (regla) a
prioriy, y a su vez determianciones de esas
reglas (principios o determinaciones a
priori), y así determinaciones de la forma
original (tiempo u orden temporal) en cuanto
lo concretan. Este orden temporal original,
es a su vez, una determinación a priori de
esas
reglas
a
priori
(principios
del
entendimiento puro), pues es unidad
suprema original o principio supremo de
síntesis, la condición formal suprema y
original que ha de satisfacer (realizar)
cualquier síntesis del entendimiento (tanto
pura como empírica).
El principio puro de acción recíproca o
comunidad de la substancias determina el
orden temporal original según el modo de la
simultaneidad; da una simultaneidad a priori
o forma a priori de toda simultaneidad
empírica observada u observable. Este
afirma que toda simultaneidad empírica
(entre fenómenos y en general entre
representaciones empíricas) es la expresión
de una acción recíproca entre substancias.
De no haber dos substancias que actúan una
sobre otra y forman una comunidad (unidad
a priori), tan solo habría una causalidad y
progreso en el tiempo que impediría toda
simultaneidad en las percepciones, solo
habría una sucesión de percepciones y una
percepción sucesiva; por tanto para que
exista simultaneidad empírica (percepción
simultánea de dos, o más, fenómenos) tiene
que existir una comunidad y acción reciproca
entre substancias, o sea, una causalidad
doble o en doble sentido (cfr. Kant, CRP, B
258).
Los
postulados
del
pensamiento
empírico en general también han de
determinar el orden original de apercepción
pura, o sea, la unidad indifrenciada en el
tiempo, o eqivalentemente, el tiempo mismo
como forma general de la experiencia. Y lo
hacen determinando las relaciones del
conocimiento empírico con las facultades
cognoscitivas, ya que estas relaciones son
condiciones formales de la experiencia.
Cuando se pregunta sobre si el objeto es
posible, real, o necesario, se trata de ver
cual es la relación de las condiciones
materiales observadas en el objeto con las
condiciones formales a priori. Queremos
-dice Kant- saber si entre estas hay
compatibilidad o concordancia, contrariedad
o coincidencia; de modo que el objeto
David Coble Sarro
(fenómeno) sea posible, real, o necesario. El
postulado de posibilidad dice que un objeto
es posible solo si su forma concuerda con la
forma general de la experiencia, que es la
condición formal de todo fenómeno; esto
quiere decir que el concepto del objeto
(fenómeno) no es autocontradictorio, y esta
es una condición lógica y necesaria para que
se de el objeto, pero no es una condición
suficiente para que se real; no es una
condición de objetividad, y solo se trataría
del un objeto pensado (posible). 114 Para ello
tiene que darse el fenómeno, puesto que con
este viene dada la sensación o materia, lo
real, que es una referencia a algo externo en
cuanto efecto de ese algo. La realidad u
objetividad de un concepto, el que este sea
una representación de un fenómeno (y
representación mediata de algo externo
indeterminado) no puede establecerse desde
el mismo concepto. Este representa un
fenómeno en cuanto este fenómeno es dado
en la experiencia, pues solo desde este
fenómeno como afección (efecto) puede
referir a algo real (externo e independiente).
Solo el fenómeno como afección en el
sentido
da
referencia
objetiva.
La
concordancia del objeto con la forma general
de la experiencia significa que el objeto
externo puede darse (manifestarse) en su
afección o efecto sobre la sensibilidad, o sea,
puede manifestarse en un fenómeno
(manifestación
de
algo
externo
indeterminado en cuanto efecto de este
sobre el psiquismo); y así el postulado de
posibilidad no hace sino reincidir y clarificar
la exigencia formal del pertenecer a un
orden temporal subjetivo, pues la forma
general del la experiencia es este orden o
unidad original indiferenciada en el tiempo.
Este postulado no hace sino clarificar el
uso de las categorías y la aplicación de los
principios del entendimiento, señalando que
estos han de ser determinaciones del orden
original (la forma general del la experiencia).
Y equivale, por tanto, a una restricción
114
Si el concepto se conforma con la forma general del la
experiencia es posible y por tanto no autocontradictorio; pero si el
concepto no es autocontradictorio no es por ello ya conforme a la
forma general de la experiencia. Así para Kant los conceptos o
ideas de la imaginación son conceptos sin auto contradicción,
pero no son conformes a la forma general de la experiencia, y
nunca pueden ser reales, no son posibles. Como se ve, la
conformidad con la forma general del la experiencia implica
ausencia de contradicción, pero esta no implica conformidad con
la experiencia. La imaginación piensa fenómenos que nunca
pueden darse en la experiencia, nunca pueden ser reales, y el
concepto nunca puede tener referencia objetiva o ser un concepto
objetivo (es una idea o mero concepto, mero pensamiento). Así
nos dice: “Los conceptos de la imaginación no tienen fundamento
en la experiencia, en estos no hay concordancia con las
condiciones generales o forma de la experiencia. Son
combinaciones arbitrarias del pensamiento sin posibilidad
objetiva, aunque libres de contradicción.”, Kant (CRP, B 270).
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formal para la aplicación de las categorías;
que solo pueden aplicarse a fenómenos
dados en el tiempo, estableciendo el modo a
priori de este orden empírico, que ha de ser
una determinación del orden original según
los modos del tiempo posible.115 y conforme
a las determinaciones del entendimiento
(categorías) que son las que dan las formas
a priori de la unidad originaria. En el orden o
síntesis empírica se determinan tanto los
principios del entendimiento puro, como el
principio supremo de unidad por medio de
aquellos, y, por tanto, cabría decir que en la
síntesis empírica tenemos un punto en el
progreso de determinación de la unidad
original (principio supremo de unidad), y
como Kant mismo reconoce abiertamente,
todo avance en la síntesis empírica y en el
conocimiento es un progreso (avance) en la
determinación de la unidad original u orden
temporal en el tiempo; en este se asignan
acumulativamente
posiciones
para
los
fenómenos, que quedan progresivamente
ordenados en el tiempo, según se van
introduciendo más fenómenos y se van
enlazando entre sí. La experiencia no es mas
que el avance ininterrumpido o progreso en
la síntesis (unidad o enlace) de los
fenómenos; un avance continuo en la
determinación de la unidad original u orden
temporal original. Mas brevemente, se trata
de un progreso en la determinación de la
forma general de la experiencia o del
tiempo, forma general de toda intuición o
representación intuitiva. El progreso en la
serie empírica es un progreso en la labor del
entendimiento
de
trasferir
un
orden
temporal
(el
orden
original)
a
los
fenómenos, asignándoles una posición en el
tiempo, en darles la forma general de la
experiencia según un modo de unidad
temporal
(sucesión,
permanencia,
y
simultaneidad).116
Para Kant El Principio de Razón
Suficiente es la regla de determinación de
todo fenómeno; este nos dice que todo
fenómeno tienen su fundamento en la serie
empírica. El fundamento de la experiencia es
el conjunto de los fenómenos determinados
en el tiempo, y este es el fundamento del
115
Los modos a priori del orden temporal original
(permanencia, simultaneidad, y sucesión), determinaciones de
este orden original que determinan a priori todo orden empírico
(que son manifestaciones o proyecciones de estos y de aquel
orden original).
116
“Pero esto ocurre gracias a que el entendimiento transfiere
el orden temporal a los fenómenos y a su existencia, en el sentido
de que asigna a cada uno de ellos -en cuanto consecuencia- una
posición temporal determinada a priori con respecto a los
fenómenos anteriores, o si no fuera así, los fenómenos no
concordarían con el tiempo mismo, el cual determina a priori la
posición de cada una de sus partes.”, Kant (CRP, B 245).
105
conocimiento objetivo. En consecuencia, lo
que Kant viene a sostener es que este
principio es un principio de carácter general
que recoge a todos los principio del
entendimiento, como determinaciones, o
sea, como especificación, de este principio.
El principio de razón suficiente determina el
principio supremo de la unidad original; pues
al establecer que todo fenómeno tenga su
fundamento en la serie de fenómenos,
expresa la exigencia de que todos los
fenómenos estén ordenados en el tiempo,
unidos según algún modo temporal [Cfr.
Kant (CRP, B 246)].
Es evidente, por lo que podemos ver,
que lo que Kant nos propone en definitiva,
es un sistema de determinaciones. La
formas a priori subjetivas determinan en su
calidad y función de condiciones formales;
determinan o establecen a priori lo que es la
experiencia, y la posibilidad de esta misma
como proyección de la subjetividad sobre las
sensaciones. Las representaciones empíricas
son
determinaciones
de
las
formas
subjetivas, pero lo son en un sentido
diferente, en cuanto delimitan o concretan la
indeterminación
de
las
formas
(indeterminación de la forma respecto al
contenido). Los principios a priori subjetivos
trascendentales establecen la estructura de
la experiencia, al determinar la forma
general de esta (la unidad original o el
tiempo como forma de la intuición, y los
modods de esta117), y su posibilidad misma,
y así son una determinación a priori y formal
de esta -Kant dice: lo que podemos pensar
de esta a priori-; pero esta legislación a
priori necesita de una determinación
empírica, las formas a priori puras han de
concretarse o realizarse en unidades o
enlaces empíricos (conceptos y juicios
empíricos, singulares y generales), o sea, en
formas empíricas -cabría decir- o formas
concretas.118
117
En definitiva, la forma de toda intuición, condición intuitiva
pura y formal de toda intuición, de toda receptividad (afectividad
en el hombre) es la forma general de la experiencia. Pues es la
condición (propiedad) formal de receptividad, modo formal a priori
subjetivo de ser afectados por objetos, y conlleva la forma de toda
síntesis; esta forma de la receptividad es ya la forma de la
experiencia, pues esta no es sino síntesis sucesiva en el tiempo
(avance empírico y temporal), y la forma de la síntesis empírica
es la forma de la receptividad (el tiempo o forma de la intuición).
Por tanto, se aprecia con claridad que la doctrina de la idealidad
de los sentidos, que afirma que toda intuición es una afección en
el psiquismo (sentido) según la forma subjetiva de ser afectados
es la doctrina esencial de la Filosofía trascendental, en ella se da
la hipótesis básica de todo el sistema trascendental, y en ella se
prefigura la doctrina de la verdad, el conocimiento y la
experiencia; precisamente como proyecciones de aquella doctrina
esencial.
118
Aunque Kant no lo exprese así la semejanza con
Aristóteles es ostensible; ya que este nos habla de la forma
específica como principio de determinación de la materia (lo
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106
Los principios puros del entendimiento
no son juicios o principios empíricos que se
obtengan desde la experiencia observada
por
un
proceso
de
analogías
y
generalización,
donde
los
elementos
comunes permiten extraer principios más
generales; aquí no se trata de una inducción
analógica que desde la experiencia trata de
avanzar hacia principios más generales, pero
sin rebasar los límites de la capacidad
humana, tal como lo hace Hume y todo el
movimiento ilustrado. En este no se renuncia
a los principios como juicios generales que
regulan y estructuran la realidad, pero aquí
ya no se trata de principios impuestos a la
experiencia y dados por la razón antes de
toda experiencia (principios e ideas innatas)
sino de principios dados por la razón desde
la experiencia (por una razón experimental);
la relación entre experiencia y principios se
mantiene pero ahora tiene otro carácter,
pues el acento se pone en la experiencia;
que es la que regula la obtención de estos
principios, la base y criterio para su
aceptación, aunque sea de un modo
inductivo
e
hipotético,
como
juicios
probables; pero siempre con un control
racional (en un sentido amplio del término).
Los principios de la naturaleza humana
que nos propone Hume son principios
obtenidos por razonamiento analógico e
inductivo119 (por una razón no deductiva y
estrictamente formal); aunque puedan ser
presentados como principios de la naturaleza
humana que pueden ser considerados en
algún sentido como principios a priori. Estos
no son juicios a priori en el sentido
específico que Kant da al término 'a priori',
pues
no
son
juicios
establecidos
independientes de la experiencia. Los juicios
a priori de Kant (en general cualquier
representación a priori) no son obtenidos al
margen de la experiencia, en el sentido de
que esta nada tenga que ver y no haya sido
tenida en cuenta al establecer los juicios
indeterminado en sí mismo), aunque la forma específica o
entidad (substancia) formal es considerada como algo
determinado, que no es determinado por la materia; pero admite
que la forma específica o forma de la especie (entidad como
forma específica) es diferente de la forma concreta. Nos dice en
su Metafísica que el ser esfera -por ejemplo- es distinto de el ser
una esfera de bronce, y que el ser esfera es el qué es o entidad
que determina la materia; de modo que reconoce de algún modo
la distinción entre una forma específica, que es la forma en
cuanto tal (que define una especie), y la forma en cuanto se da
junto a la materia, que es la forma inmanente, y que cabría -por
nuestra parte- llamar forma concreta.
119
Al que Hume llama también razonamiento experimental.
Este es el tipo de razonamiento que constituye el método
científico establecido por Galileo (o al menos depurado y
consumado por este), y que se opone al razonamiento y método
racionalista o cartesiano, donde los principios son establecidos
fuera de la experiencia, desde meros conceptos o ideas de razón,
como los productos de la espontaneidad de esta.
David Coble Sarro
sintéticos a priori, sino en el sentido de que
no son extraídos desde esta, desde la
observación
de
casos
semejantes
o
repetición,
y
en
este
sentido
son
independientes de la experiencia, es decir,
su validez (verdad) no depende de ella, sino
que es establecida previamente y con total
independencia de ella; y en el caso de los
principios trascendentales además como
condiciones formales de la experiencia.
Que las categorías y principios puros del
entendimiento son determinaciones del
orden temporal original (unidad y regla
suprema), y que son a su vez determinadas
en los juicios empíricos donde se aplican y
realizan, es algo que queda manifiesto en la
doctrina del esquematismo trascendental. En
esta se buscan las condiciones que hacen
posible la aplicación de las categorías y
principios del entendimiento, atendiendo
tanto a la naturaleza de lo empírico como a
la naturaleza de las categorías; y se aprecia
una heterogeneidad en los dos modos de
representación, ya que por un lado tenemos
lo formal o síntesis a priori pura sin
contenido empírico (sensible) alguno, y por
otro lo empírico. Lo primero es lo intelectual
puro (lo formal), por otro lo empírico; y para
Kant ha de haber un elemento mediador
que, siendo a la vez intelectual y sensible,
haga posible la aplicación de las categorías.
Esto se debe, al parecer según el
planteamiento conceptual básico, a que las
categorías dan la forma o determinación del
orden temporal original (indeterminado),
que es una determinación formal de lo
sensible respecto al tiempo, o sea, una
indicación de cómo tiene que estar ordenado
o dispuesto el fenómeno (y cualquier
representación empírica) en el tiempo
respecto a otro fenómeno; pero esto solo es
una indicación de carácter puramente
formal, en la que se determina el orden
temporal originario indeterminado, y no
incluye
indicación
alguna
sobre
las
condiciones sensibles que han de darse para
poder aplicar estas formas de unidad en el
tiempo. Así según Kant, y sin dar una
explicación clara sobre ello, han de existir
condiciones sensibles y a la vez intelectuales
a priori; o sea, elementos que sean formales
y a la vez sensibles o materiales, donde se
reúnan
dos
elementos
totalmente
heterogéneos.
Para Kant, la forma y la materia (la
sensación),
son
elementos
totalmente
distintos; en el sentido de que la forma es el
concepto de lo que configura la materia y
como tal no puede ni contener ni ser
materia; y la materia como lo configurado
no puede tener forma antes de recibir
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alguna. Forma y materia preceden de
fuentes distintas y han de fusionarse para
dar lugar al pensamiento, al conocimiento, y
a la experiencia misma (a su totalidad y a
cada una de sus partes). El esquema
trascendental es el elemento de naturaleza
híbrida, a la vez formal y material
(intelectual y sensible) que hace posible la
aplicación de las categorías y principios del
entendimiento puro. Es una forma sensible
de la imaginación, la condición sensible y
formal que ha de cumplir la síntesis pura del
entendimiento como determinación formal
del orden temporal original.
La
doctrina
del
esquematismo
trascendental resulta obscura y dudosa
respecto a su pertinencia y coherencia
dentro
del
planteamiento
conceptual
general, pero en todo caso es claro que se
presenta como una parte de la Lógica
trascendental. Esta es la doctrina que trata
de establecer las condiciones a priori para
realizar juicios empíricos, y que pretende
explicar la posibilidad del conocimiento a
priori existente en las Matemáticas y las
Ciencias
Naturales;
y
los
esquemas
trascendentales vienen a ser elementos
trascendentales, esto es a priori puros con
una función formal y constitutiva de la
experiencia, pues son parte de las
condiciones a priori formales para la unidad
de las representaciones. Y lo son como una
determinación sensible y pura del tiempo
(del orden de las cosas en el tiempo), que es
la forma general de la sensibilidad; y de este
modo pueden determinar las categorías
como determinaciones solo formales del
tiempo, que entonces pueden ser aplicadas a
las intuiciones sensibles para unirlas
(enlazarlas). Los esquemas trascendentales
determinan las cosas en el tiempo a priori
haciendo referencia a aspectos sensibles del
tiempo, y así son reglas de determinación a
priori de las cosas en el tiempo.
“Queda clara la necesidad de un tercer
término que sea homogéneo con la
categoría, por una parte, y con el
fenómeno, por otra, un término que haga
posible aplicar la primera al segundo. Esta
representación mediadora tiene que ser
pura (libre de todo elemento empírico) y, a
pesar de ello, debe ser intelectual, por un
lado,
y
sensible,
por
otro.
Tal
representación
es
el
esquema
trascendental.” (Kant, CRP, B 177-178)
Los esquemas trascendentales son
condiciones o reglas a priori y sensibles para
la determinación temporal a priori expresada
en las categorías y principios puros del
entendimiento; pues la aplicación de estas
107
formas lógicas puras del entendimiento
(para obtener conceptos y juicios empíricos)
requiere que incluyan una indicación sobre
las condiciones (circunstancias) sensibles en
que se realiza esta aplicación, o sea, las
condiciones en que se efectúa el enlace
empírico. Para Kant existen unas condiciones
sensibles subjetivas y típicas en que se
producen los enlaces empíricos -la aplicación
de los principios del entendimiento-, y estas
han de ser generales para cada uno de los
modos de predicación o modos de unidad a
priori (del entendimiento). Por ello podrían
-según Kant- ser consideradas como formas
sensibles, o condiciones sensibles pero
formales; es decir, en el fondo, con su
doctrina de los esquemas trascendentales
como elementos mediadores, Kant afirma
que toda síntesis empírica (ya en un
concepto, ya en un juicio donde se piensa
algo bajo un concepto) se da en unas
condiciones sensibles comunes (universales)
a toda síntesis empírica análoga que resulte
de la aplicación de la misma forma lógica
pura.120 Este es un elemento común asociado
a una forma lógica, y expresa una referencia
típica a un aspecto sensible del enlace
empírico en el tiempo; que por ser algo
sensible recibe el nombre de 'esquema', pero
que tiene algo de formal sin ser una forma
pura (una forma del entendimiento); así la
palabra 'esquema' nos señala que se trata
de algo general pero sensible.
“Hemos visto, además, que el único
medio según el cual pueden dársenos
objetos es la modificación de nuestra
sensibilidad. Hemos visto, por fin, que los
conceptos puros a priori deben contener a
priori, aparte de la función realizada por el
entendimiento en la categoría, condiciones
formales de la sensibilidad (sobre todo, del
sentido interno) que incluyan la condición
universal sin la cual no podemos aplicar la
categoría a ningún objeto. Llamaremos a
esa condición formal y pura de la
sensibilidad, a la que se halla restringido el
uso de los conceptos del entendimiento,
esquemas
de
esos
conceptos
y
denominaremos
esquematismo
del
entendimiento
puro
al
procedimiento
seguido por el entendimiento con tales
esquemas.” (Kant, CRP, B 179)
Kant nos dice que los esquemas no son
sino determinaciones a priori del tiempo
según los modos de este, y así condiciones
generales sensibles para la unidad de
fenómenos en el tiempo; o sea, para la
120
O sea, de la aplicación de la misma unidad a priori pura y
necesaria del entendimiento, condición formal, que determina la
forma o unidad originaria (forma o regla suprema).
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108
David Coble Sarro
determinación en el tiempo de estos según
las categorías.
“Los esquemas no son, pues, más que
determinaciones del tiempo realizadas a
priori según unas reglas que, según el
orden de las categorías, se refieren a los
siguientes aspectos del tiempo: serie,
contenido, orden y, finalmente, conjunto,
en relación todos ellos con la totalidad de
los objetos posibles.” (Kant, CRP, B 184185)
También nos dice que el esquema del
concepto puro del entendimiento es una
síntesis
pura
de
la
imaginación
trascendental, conforme a las reglas o
conceptos puros. Esto significa que el
esquema como síntesis pura pero sensible es
realizada por la imaginación -facultad de
síntesis cualquiera en cuanto que realiza la
acción de unir u operación sintéticatomando como molde formal las formas del
entendimiento; es decir, la unidad sensible a
priori y trascendental expresada en el
esquema trascendental, como cualquier otra
unidad que no sea la unidad originaria (y
suprema del apercepción pura) ni una forma
lógica del entendimiento, necesita de una
forma a priori del entendimiento, una
función lógica pura de la que es proyección,
y
es
como
cualquier
síntesis
no
trascendental una determinación de la
unidad originaria. Más brevemente, podemos
decir
que
para
Kant
los
esquemas
trascendentales realizan o determinan la
unidad originaria, y realizan las unidades o
formas a priori del entendimiento.121
“Es simplemente la síntesis pura,
conforme a una regla de unidad conceptual
-expresada por la categoría- y constituye
un
producto
trascendental
de
la
imaginación, producto que concierne a la
determinación del sentido interno en
general (de acuerdo con las condiciones de
la forma de éste, el tiempo) en relación con
todas las representaciones, en la medida
en que éstas tienen que hallarse ligadas a
priori en un concepto, conforme a la unidad
de apercepción.” (Kant, CRP, B 181)
Con el esquema correspondiente la
categoría tiene una significación objetiva,
pues este esquema es una condición
sensible universal y una restricción sensible
121
La unidad originaria de la apercepción determina los
esquemas, su unidad sensible a priori, por cuanto da la forma
general y suprema de la experiencia (orden en el tiempo
totalmente indeterminado respecto al modo); pero los esquemas
determinan la unidad originaria, pues concretan esta en unidades
sensibles a priori (modos típicos de unidad sensible, de
condiciones sensibles).
a la aplicación de la categoría; una condición
sensible bajo la cual la categoría como forma
lógica pura (unidad pura) puede aplicarse
para realizar una síntesis empírica. Esta
siempre se da en unas condiciones sensibles
que la categoría ha de contemplar para
poder aplicarse; y sin esta indicación de
unas cualidades sensibles generales, la
categoría solo tiene una significación
puramente lógica, pues con ella sólo
tenemos la forma lógica pura (unidad a
priori pura) con la que no se ha podido hacer
referencia a objeto alguno (intuición). La
categoría puede referir a un objeto en
general, y así puede considerarse como un
pensamiento puro; pero este es el
pensamiento de la forma lógica pura, forma
subjetiva a priori y trascendental que es
común a una serie de juicios empíricos, pero
no puede aplicarse o ser la base lógica y
formal para dar entrada a concepto y juicio
empírico alguno. No puede aplicarse para
realizar síntesis empírica alguna, pues no
incluye la condición sensible general de la
que participa un grupo (clase a priori -cabría
decir-) de síntesis empíricas (el modo
sensible común y propio a cada tipo de
síntesis empíricas). Por esto permanece sin
significación objetiva, y tan solo tiene una
significación lógica o formal, como pura
forma intelectual que determina el orden de
los fenómenos en el tiempo, determinación
puramente formal y lógica del orden y
unidad temporal original (forma suprema de
la experiencia).
“Desde este supuesto, las categorías
deberían tener, pues, una significación
mucho más amplia e independiente de todo
esquema. Es verdad que, incluso tras haber
sido eliminada toda condición sensible, los
conceptos puros del entendimiento con una
significación, pero es la significación
meramente lógica de la unidad de las
representaciones, sin que pueda atribuirse
a dichos conceptos objeto alguno ni,
consiguientemente, significación alguna
capaz de suministrarnos un concepto del
objeto. Así, por ejemplo, si elimináramos
del concepto de sustancia la determinación
sensible de la permanencia, tal concepto se
limitaría a significar algo capaz de ser
pensado como sujeto, no como predicado
de otra cosa. Esta representación no me
sirve de nada, ya que no indica qué
determinación posee la cosa que debemos
considerar como tal sujeto primario. Si
prescindo, pues, de los esquemas, las
categorías se reducen a simples funciones
intelectuales relativas a conceptos, pero no
representan ningún objeto. Tal significación
les viene de la sensibilidad, la cual, al
tiempo que restringe el entendimiento, lo
realiza.” (Kant (CRP, B 186-187)
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La
doctrina
del
esquematismo
trascendental nos ofrece un conocimiento de
las relaciones de las categorías con la
experiencia posible. Nos da las condiciones
sensibles para aplicar las categorías, y con
estas los principios trascendentales para el
uso del entendimiento; en este caso lo a
priori puro pero sensible que es una
condición formal del uso del entendimiento.
De modo que el esquematismo trascendental
nos ofrece una exposición sistemática de las
relaciones
del
entendimiento
con
la
sensibilidad. Nos dice, en definitiva -como
venimos diciendo- que las formas lógicas del
entendimiento (unidades o síntesis puras)
han de corresponderse con condiciones
sensibles universales o síntesis puras
sensibles (esquemas), y solo en virtud de
esta correspondencia pueden las síntesis
puras del entendimiento aplicarse a la
sensibilidad
(para
realizar
síntesis
empíricas). Es patente que el conocimiento
de esta correlación, como algo sistemático y
a priori puro subjetivo y necesario, ha de ser
una parte importante del conjunto del
conocimiento de lo trascendental (del
Sistema de conocimientos trascendental o
Filosofía trascendental). Y es una parte muy
importante, porque en ella se explica cómo
las formas lógicas puras del entendimiento
pueden realizar síntesis empíricas, o lo que
es lo mismo, cómo pueden las unidades
(síntesis) a priori puras del entendimiento
hacer referencia a fenómenos y realizar
síntesis entre estos, ordenamientos de estos
en el tiempo atendiendo a las condiciones
(circunstancias) sensibles que se observan
regularmente en estos. Estas condiciones
sensibles regulares son las que dan pie a
introducir unas condiciones sensibles puras
(a priori puras) trascendentales, como
principios a priori para el uso (aplicación
empírica) del entendimiento.
“No cabe duda de que nuestra tabla de
categorías nos proporcionará una guía
natural y segura para lograrlo. En efecto,
es la relación de esas categorías con una
experiencia posible la que tiene que
constituir todo el conocimiento puro a priori
del entendimiento y, si exponemos
exhaustiva y sistemáticamente todos los
principios trascendentales del uso del
entendimiento, será en virtud de la relación
de tales categorías con la sensibilidad en
general.” (Kant, CRP, B 187)
En la Dialéctica trascendental Kant
realiza un estudio de la Razón Pura
entendida como facultad de unidad a priori.
La razón es una facultad de unidades por
109
principios, donde estos se aplican sobre las
unidades obtenidas por el entendimiento,
para unificar los productos de este y en
definitiva para permitir su desarrollo
continuo y coherente consigo mismo. Así la
razón puede definirse también como facultad
de inferencia, o sea, la facultad de obtener
conocimientos y síntesis de un modo
derivativo desde síntesis ya dadas. Así en
esta definición lo que nos encontramos es
que la Razón es la facultad que realiza la
tarea de extender los conocimientos y
síntesis empíricas desde lo que ya está
dado; ya que la razón no es una facultad de
producir conceptos, ni produce juicios (esto
es lo que hace el Entendimiento), y no es,
por tanto, una facultad de pensar o unificar
representaciones empíricas unificándolas en
conceptos. Lo que hace la Razón es extraer
conceptos y juicios (síntesis y pensamientos
empíricos) desde conceptos y juicios ya
dados por el entendimiento; es, por tanto,
una facultad de síntesis y conocimientos por
derivación o inferencia, es una facultad de
unidad por medio de conceptos y juicios ya
dados. Esto es así en su calidad de facultad
de síntesis por principios, pues lo que hace
es unificar las reglas (unidades) del
entendimiento por medio de principios
(reglas de unidad superiores).
La tarea de la razón es el progreso de la
experiencia y del conocimiento empírico; su
función es empírica y consiste en desarrollar
indefinidamente la unidad de los conceptos y
juicios del entendimiento (de las reglas) y en
coherencia entre sí. En su lado empírico la
razón efectúa este progreso de la unidad del
entendimiento y avance de la experiencia,
mediante inferencias desde las unidades
empíricas que le ofrece el entendimiento;
pero esta función empírica e inmanente, la
propia y única de la Razón solo es posible
desde la aceptación de unas síntesis a priori
que determinan, y con ello hacen posible, el
proceso empírico de unidad por inferencias
(proceso de unificación inferencial). Ha de
admitirse la existencia de las ideas de la
razón pura, como pensamientos puros de
una unidad o totalidad incondicionada, que
son meras ideas sin un objeto correlativo
(pues no hay intuición alguna). Estas son
pensamientos
problemáticos
o
no
contradictorios, reglas a priori de la Razón
Pura para la prosecución de la unidad de la
experiencia (regla a priori de progreso
empírico); que exigen al entendimiento un
avance ininterrumpido en armonía consigo
mismo en sus síntesis. Son pensamientos
que pueden, e incluso deben, ser admitidos
para poder realizar el avance ininterrumpido
y coherente de la experiencia. La unificación
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110
empírica ininterrumpida de los materiales
dados por el entendimiento por medio de
inferencias -pues la razón en ningún caso
crea conceptos ni establece pensamientos
desde sí misma- solo es posible por medio
de estas reglas a priori de prosecución.
Estas expresan una unidad a priori
incondicionada, que Kant llama unidad de
razón o unidad sistemática; por el hecho de
ser tan solo una unidad pensada o mero
pensamiento de unidad acabada al que no
corresponde objeto (intuición) alguno, donde
todos los fenómenos posibles y dados se
articulan en un sistema completo e
incondicionado. Esto se basa en el Principio
de Razón o exigencia de la Razón, según el
cual dadas unas condiciones cualesquiera
han de darse también la totalidad de las
condiciones,
y
esta
totalidad
es
incondicionada, y además funda la serie
empírica de fenómenos condicionados (su
avance).122 Pues la unidad incondicionada es
algo que puede ser pensado al carecer de
contradicción, y es por ello un pensamiento
problemático; pero no es una unidad dada ni
una unidad que pueda darse en la
experiencia, que tan solo nos ofrece
fenómenos
condicionados
y
unidades
condicionadas. Precisamente como unidades
incondicionadas, realizaciones del principio
de unidad de razón (exigencia indeterminada
de unidad incondicional o completud en la
unidad), las ideas de la razón pura son
puntos
de
convergencia
y
focus
imaginarius,123 al que la unidad del
entendimiento
(la
experiencia
y
el
conocimiento
empírico
siempre
condicionados) siempre tienden sin poder no
obstante alcanzarlos; de modo que en virtud
de ello son reglas que ordenan proseguir el
avance
empírico
(unidades
síntesis
condicionadas). Este en un avance empírico
ininterrumpido (flujo) que por sí solo podría
paralizarse y/o entrar en autocontradicción,
y
así solo en cuanto avance dirigido
hacia una unidad que no puede ser
122
Cfr.: “La razón' exige de acuerdo con el principio de que, si
se da lo condicionado se da también la suma de las condiciones
y, por tanto, lo absolutamente incondicionado, que constituye el
medio que hace posible condicionado. En primer lugar, pues, las
ideas trascendental no serán, en realidad, más que categorías
extendidas hasta lo incondicionado y podrán formar un cuadro
ordenado de acuerdo con los títulos de éstas.”, Kant (CRP, B
436).
123
“Tienen, por el contrario, un destacado uso regulador,
indispensablemente necesario, a saber: dirigir el entendimiento a
un objetivo determinado en el que convergen las líneas directrices
de todas sus reglas. Este punto de convergencia, aunque no sea
más que una, idea (focus imaginarius), es decir, un punto del que
no parten realmente los conceptos del entendimiento, ya que se
halla totalmente fuera de los límites de la experiencia, sirve para
dar a esos conceptos la mayor unidad, a la vez que la mayor
amplitud.”, Kant (CRP, B 672).
David Coble Sarro
alcanzada (focus imaginarios o destino irreal
por ser incondicional y estar por necesidad
fuera de la serie empírica, como algo
meramente pensado) se evita aquello, y se
entiende propiamente que las ideas sean
reglas de avance empírico. Es por esto que
las
ideas
trascendentales
(unidades
incondicionadas), solo pueden ser principios
regulativos,
pero
nunca
principios
constitutivos. Desde ellas se impone un
avance continuo que explica y hace posible
el avance continuo (unificación progresiva y
coherente del entendimiento en las ciencias
y el conocimiento en general) observado,
pero no pueden ser tomadas como objetos
(fenómenos),
ni
en
general
como
representaciones intuitivas de las que
podamos tener conocimiento, ya que este es
una determinación de representaciones
intuitivas
mediante
conceptos
(representaciones intelectuales) y mediante
las categorías como formas lógicas de estos
conceptos (y de los juicios donde estos
aparecen). Las ideas trascendentales, como
las categorías y en general cualquier forma o
condición formal de determinación (de
pensamientos y pensamientos verdaderos)
no pueden ser determinadas, como lo son
las representaciones intuitivas (ya empíricas,
ya puras matemáticas); pues son principios
de
determinación
de
representaciones
intuitivas, lo que permite determinar a estas
y dar entrada a pensamientos verdaderos.
Son elementos trascendentales con los que
se hace posible el conocimiento, la
determinación temporal de las fenómenos
como determinación o realización del orden
temporal original; y ellos mismos no pueden
ser conocidos
a no
ser de
modo
trascendental como condiciones formales del
pensamiento y del conocimiento (y en
general de la experiencia y el darse mismo
dolos fenómenos); pero de ellos no puede
tenerse un conocimiento objetivo como si se
trataran de objetos dados por intuición
(fenómenos); de las ideas trascendentales, y
de toda regla formal pura, ha de decirse que
son condiciones para el conocimiento
objetivo, en el sentido de que son
condiciones para la experiencia y para toda
determinación o pensamiento de objetos.
Toda
ilusión
dialéctica
en
un
conocimiento trascendente, toda apariencia
de inferencia y de conocimiento no
trascendental sobre lo incondicionado se
funda en la confusión de dos tipos de
representaciones con carácter y funciones
distintas, y de naturaleza heterogénea; la
confusión de las formas o representaciones
puras (formales) que son principios o reglas
a
priori
de
determinación,
con
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representaciones empíricas que son lo
determinado y ordenado en el tiempo124. Lo
que es principio
a priori puro de
determinación (principio trascendental) no
puede ser algo determinado u ordenado en
el tiempo; pues es lo que permite la
determinación en el tiempo; no puede
determinarse o aplicarse a si mismo,
siempre es principio de determinación de los
fenómenos o afecciones sobre la sensibilidad
(intuiciones). A la postre solo podemos tener
conocimiento -según Kant- de aquello que
afecta de alguna manera a nuestro
psiquismo (Kant, CRP, B 33), lo que
representa el fenómeno como efecto,
aunque el conocimiento sea considerado
como una determinación de este efecto
(fenómeno) en el tiempo. Por tanto la ilusión
dialéctica se funda en la apariencia de tener
un objeto, y realidad, donde solo tenemos
condiciones
y
reglas
formales
de
determinación (ordenamiento temporal y
determinación de la unidad originaria); y así
Kant nos dice que se funda en un creer
tener realidad donde no hay realidad alguna,
esto es, ni materia (sensación) ni la intuición
correspondiente.
La experiencia y naturaleza no es más
que el conjunto de fenómenos ordenados
temporalmente conforme a principios a
priori, y por ello condicionados entre sí. Es
siempre una serie sucesiva o sucesión de
fenómenos, por tanto, algo inacabado que se
desenvuelve continuamente en el tiempo,
como continua determinación del tiempo (de
la unidad temporal original); la experiencia
es un fluir (continuidad en el progreso) o
progreso continuo en el tiempo o una
determinación progresiva de los fenómenos
en el tiempo, y, en definitiva, una
determinación del tiempo y de la unidad
temporal original.125 La experiencia, y, por
tanto, tampoco una serie regresiva de
condiciones siempre sucesiva, no debe ser
confundida con una serie inteligible o serie
meramente pensada, que es unidad acabada
e incondicionada; pues esto sería como
confundir lo que es una serie siempre
condicionada y en progreso (un flujo), como
conjunto de fenómenos ordenados conforme
a reglas a priori (formas a priori), con una
serie de cosas en sí mimas, con la serie
misma como cosa en sí misma, algo
124
Y en rigor habría que decir heterogéneas respecto de las
representaciones intuitivas o sensibles (no meramente
empíricas), siguiendo la corriente conceptual general que ofrece
Kant, y no su expresión contextual y literal.
125
La unidad original de la apercepción es y contiene ya la
unidad de la experiencia, que es la concreción o determinación de
esa unidad temporal o meramente formal (forma general de la
experiencia).
111
incondicionado que como tal nunca puede
ser parte de una serie empírica o temporal.
Lo condicionado y fenoménico, como
afección sobre el sentido interno es lo dado,
serie sucesiva e inacabada, no puede ser al
mismo tiempo incondicionada (fuera de toda
afección o receptividad al ser afectados).
Solo lo condicionado, en cuanto es afección,
puede darse, pues en definitiva -como dice
Kant- solo lo que nos afecta de algún modo
puede darse y la intuición es la receptividad
o facultad por la que se dan los objetos (lo
indeterminado). La confusión y subrepción
entre lo intuitivo e condicionado empírico,
con lo incondicionado es -para Kantla
fuente y razón última de la ilusión dialéctica
en las inferencias dialécticas; ya que la
apariencia de tener un objeto y conocimiento
(determinación) de este objeto allí donde no
hay tal objeto (realidad) está basada en la
subrepción (tránsito inadvertido) y confusión
entre representaciones.
“La síntesis de lo condicionado con sus
condiciones y la serie entera de éstas (en
la mayor) no implicaba ni limitación en
virtud del tiempo ni concepto ninguno de
sucesión. La síntesis empírica y la serie de
las condiciones en el fenómeno (serie que
es subsumida en la menor) es, por el
contrario, necesariamente sucesiva en
cuanto formada por miembros que se
siguen unos a otros en el tiempo.
Consiguientemente,
no
podíamos
presuponer en este caso, la totalidad
absoluta de la síntesis ni de la serie
representada por ella de la misma forma
que lo habíamos hecho en la mayor. En
efecto, en esta se daban todos los
miembros de la serie en sí mismos (sin
condición temporal). En la menor, en
cambio, los miembros de la serie
únicamente son posibles mediante el
regreso sucesivo, el cual sólo nos es dado
gracias a que lo llevamos realmente a
cabo.” (Kant, CRP, B 528-529, cfr. B 571)
Las inferencias dialécticas tratadas
serían, según lo dicho, una manifestación o
ejemplo de ilusión dialéctica,126 provocadas
en este caso por tomar las ideas
trascendentales, que expresan unidades
126
Apariencia de un conocimiento más allá de la experiencia,
que rebasa los límites de esta, por cuanto pretende un
conocimiento (determinación o pensamiento verdadero) sobre lo
que está fuera de toda experiencia, o curso temporal del
fenómenos (orden temporal), precisamente por cuanto se toma lo
que está fuera del tiempo (orden temporal), fuera de toda relación
con nuestra receptividad, como si fuera determinable en el
tiempo, dándole la apariencia de ser un objeto o fenómeno
(cuando en realidad se ha establecido que es algo fuera del
tiempo y no admite determinación temporal alguna. Y solo lo está
lo que se da en la intuición (receptividad según el tiempo), y solo
esto es determinable en el tiempo, y ulteriormente puede
constituir un conocimiento (pensamiento verdadero).
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112
completas
e
incondicionales
(series
inteligibles), con series empíricas, que son
un tipo de objeto -tomando la expresión
objeto en un sentido genérico para indicar
cualquier fenómeno o unidad de fenómenos
en el tiempo de cualquier complejidad-; una
unidad de razón es una síntesis a priori
completa y solo pensada, como regla de
avance
empírico
(regla
de
regresión
continua) y por tanto, como condición formal
para el progreso del entendimiento de modo
que este no se detenga en un punto y de
modo que este en armonía consigo mismo; o
sea,
que
las
distintas
unidades
condicionadas del entendimiento sean líneas
que se armonicen (formen una unidad),
desde que son consideradas como si
convergieran en un mismo punto (unidad
incondicional solo pensada como regla de
progreso coherente). Estos puntos ideales de
convergencia son las ideas trascendentales,
o -según la expresión de Kant- focus
imaginarius; y se trata de unidades de
razón, completas e incondicionadas, que la
razón en su parte o función pura establece
para la unificación continua y coherente del
entendimiento; como dice Kant, son el
proyecto del entendimiento,127 donde la
unidad y continuidad de este es adelantada
(exigencia
de
no
detenerse
en
la
especificación y homogeneización de la
experiencia, sin la cual el entendimiento se
pararía sin penetrar más en la naturaleza,
investigando propiedades no dadas, de las
que se hace abstracción en un primer
momento), y respecto a la coherencia de las
unidades
del
entendimiento
(armonía
consigo mismo).128 En esta labor la razón
aplica su principio formal supremo de
alcanzar la unidad completa e incondicionada
(unidad sistemática), Principio Supremo de
la Razón Pura, del que las ideas
127
Cfr.: “Inversamente, la unidad sistemática (en cuanto mera
idea) es sólo una unidad proyectada. Hay que considerarla como
un problema, no como unidad dada en sí. A pesar de ello, sirve
para hallar un principio en la diversidad y en el uso particular del
entendimiento y para así guiar y dar coherencia a éste al
aplicarse a los casos no dados.”, Kant (CRP, B 673).
128
Cfr.: “El entendimiento constituye un objeto de la razón al
igual que la sensibilidad lo es del entendimiento. Unificar
sistemáticamente todos los posibles actos empíricos del
entendimiento constituye una tarea de la razón, así como el
entendimiento enlaza la diversidad de los fenómenos mediante
conceptos y la somete a leyes empíricas. […] Ahora bien, dado
que todo principio que impone a priori al entendimiento una
completa unidad en su empleo, posee también validez, aunque
sólo indirectamente, respecto del objeto empírico, los principios
de la razón pura tendrán igualmente realidad objetiva con
respecto a ese objeto, si bien no para determinar algo en él, sino
para indicar el procedimiento según el cual puede el uso empírico
y determinado del entendimiento concordar plenamente consigo
mismo, procedimiento consistente en que el uso del
entendimiento sea, en la medida de lo posible, enlazado con el
principio de la completa unidad y derivado de él.”, Kant (CRP, B
692-694).
David Coble Sarro
trascendentales son aplicaciones concretas.
La Razón es la facultad de unificar los
conocimientos (de unidad por derivación),
por cuanto es facultad de extraer lo
particular de lo general; y su tarea empírica
(inferencia empírica) es posible desde el
principio de unidad completa, y sus
aplicaciones en las ideas. De modo que la
razón pura establece las condiciones
formales o reglas para su aplicación
empírica, y así la razón es una facultad que
solo se ocupa de sí misma, en cuanto se
ocupa de su interés único y propio, que es la
máxima expansión y coherencia de la unidad
empírica (y en general intuitiva129) y del
conocimiento, o sea, la unidad y armonía del
entendimiento.130
Esta es una unidad o totalidad de las
condiciones, o sea, de los fenómenos en una
serie regresiva, ya que la razón a pesar de
ser una facultad de unidad por medio de
inferencias, es también una facultad de dar
razón, y sobre esto las síntesis a priori o
idea de totalidad incondicionada solo puede
darse respecto a la serie regresiva o serie de
fenómenos por el lado de las condiciones. En
sus inferencias la razón avanza hacia juicios
más generales, que constituyen una síntesis
mayor pero siempre condicionada por otros
fenómenos y síntesis empíricas mayores. En
la idea trascendental de una unidad
incondicionada se piensa la condición última
de toda la serie, que no esta sujeta a otra
condición. Esta totalidad incondicionada es
solo pensada, mera idea o concepto de
razón que expresa una unidad de razón
(unidad completa o completud en la unidad),
que es mero pensamiento porque ya no
forma parte de la serie empírica. Ahora bien,
las ideas trascendentales son reglas que
exigen una regresión o avance por el lado de
las
condiciones,
imponiendo
al
entendimiento que busque unidades o
condiciones más generales; desde estas se
obtiene una mayor unidad donde se unifican
los distintos conocimientos empíricos.
El entendimiento progresa en armonía
consigo mismo al extender y coordinar sus
conocimientos
(conceptos
y
juicios
objetivos),
persiguiendo
una
unidad
sistemática o completa (unidad de razón o
mera idea) que nunca puede alcanzar, pues
129
Unificación de la sintesis del entedimiento sobre la intuición
(sensible) cualquiera, ya empírica ya pura (como en las
matemáticas); aunque Kant no sea del todo coherente al hablar
de serie empírica.
130
Cfr. “La razón pura no se ocupa, de hecho, más que de sí
misma, ni puede tener otra ocupación, ya que lo que se da no son
los objetos para ser unificados en el concepto empírico, sino los
conocimientos del entendimiento para ser unificados en el
concepto de razón, es decir, para ser interrelacionados mediante
un principio.” (Kant,CRP, B 708)
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es un mero pensamiento formal, unidad solo
pensada
(un
caso
de
pensamiento
problemático131), regla formal de prosecución
en la unidad y el conocimiento empíricos. Se
trata, pues, de una regla de la razón pura
(unidad sintética a priori de razón) para el
avance empírico como unidad progresiva o
ininterrumpida de los fenómenos en el
tiempo, bajo leyes empíricas. Las ideas de
razón, la razón misma, tiene como objeto al
entendimiento, se ocupa con sus síntesis
(reglas) y conocimientos y trata de extender
estos continuamente y de modo coherente
entre sí:132 de modo que se trata de reglas
de avance empírico entendido como avance
en la unidad temporal de los fenómenos,
siempre mayor, como si se pudiese alcanzar
la unidad completa e incondicionada. En sus
síntesis condicionadas cada vez más
extensas de los fenómenos se persigue la
completud en la unidad que es la unidad
completa de todos los fenómenos posibles; o
sea, la serie completa de los fenómenos
posibles. Pero esta serie nunca es algo dado,
ni algo que pueda darse (por una intuición o
unidad de intuiciones), pues la única serie
dada y posible es la serie y unidad empírica;
toda unidad dada es una unidad en el
tiempo, una unidad empírica, y solo puede
dársenos una unidad en el tiempo que es la
forma general de la experiencia y condición
para que se de un fenómeno y unidad
cualquiera de fenómenos. El concepto de
una unidad completa en el tiempo es un
concepto autocontradictorio (un absurdo)
desde el lado de la experiencia, pues se
trata de una unidad incondicionada pensada
como
condicionada;
pero
no
lo
es
(autocontradictorio)
si
es
pensado
problemáticamente como condición formal
para las unidad en el tiempo, como concepto
no contradictorio en este caso, pues solo se
lo piensa como forma no como objeto.
131
Pensamiento posible por no existir contradicción en el
concepto, pero que carece de objeto (referencia objetiva).
132
Cfr. “Consiguientemente, la razón sólo se refiere al uso del
entendimiento, no en el sentido de que este uso contenga el
fundamento de la experiencia posible (ya que la totalidad absoluta
de las condiciones no es un concepto aplicable en la experiencia,
puesto que ésta nunca es incondicionada), sino para imponerle
una proyección hacia cierta unidad de la que el entendimiento no
posee ningún concepto, unidad que tiene como objetivo
recapitular todos los actos del entendimiento relativos a cada
objeto en un todo absoluto. Por ello es siempre trascendente el
uso objetivo de los conceptos puros de razón, mientras que el de
los conceptos puros del entendimiento tiene que ser, con arreglo
a su naturaleza, siempre inmanente ya que se limita a la simple
experiencia posible. Entiendo por «idea» un concepto necesario
de razón de que no puede darse en los sentidos un objeto
correspondiente. Los conceptos puros de razón que ahora
consideramos son, pues, ideas trascendentales. Son conceptos
de la razón pura puesto que contemplan todo conocimiento
empírico como determinado por una absoluta totalidad de
condiciones.” (Kant, CRP, B 383-384, véase también B 693)
113
Las ideas de la razón no son conceptos
que la razón extraiga de sí misma, en el
sentido de que los crease; ya que la razón
no es una facultad de crear conceptos, tan
solo los unifica. Las ideas de la Razón Pura
son los conceptos del entendimiento
despojados de su función empírica de unidad
(como
formas
de
unidad),
sin
sus
limitaciones empíricas (liberados de sus
límites empíricos).133 Así el concepto del
entendimiento deja de ser una regla para la
síntesis empírica, formación de conceptos
empíricos y juicios empíricos, como forma
lógica de la unidad empírica; y pasa a ser el
concepto de una unidad completa e
incondicionada, que es una regla para la
unificación de los conceptos y juicios
empíricos del entendimiento; o sea, una
regla para que el entendimiento forme sus
conceptos (sus unidades empíricas). La
categoría expresa una unidad a priori o
forma lógica que es una determinación del
orden temporal originario, y expresa por
tanto un modo de unidad u ordenación en el
tiempo, como forma lógica derivada que es
una determinación de la forma lógica original
(la unidad original, o regla y forma suprema,
que da la forma de toda experiencia).
Despojada de su función y límite empírico,
como
forma
lógica
para
una
clase
(categoría) de conceptos empíricos, ahora la
determinación temporal según un modo del
tiempo
(permanencia,
sucesión,
y
simultaneidad) expresa una unidad completa
incondicionada y fuera del tiempo. Ahora ha
de tratarse de una permanencia, sucesión o
simultaneidad en el tiempo.
La unidad de razón expresada en la idea
trascendental es una unidad solo pensada,
no dada, pues es una unidad incondicionada
y completa, y esto es algo que no se pueda
dar en el tiempo; es, por tanto una serie que
nunca puede ser hallada en la experiencia,
que es una serie de fenómenos en el tiempo
(progresión en el tiempo) [Cfr. Kant (CRP, B
527)]. En el tiempo solo se dan unidades
incompletas y condicionadas, y toda unidad
empírica se corresponde con una serie
133
Cfr. “Con el fin de poder enumerar esas ideas de acuerdo
con un principio, con precisión sistemática, hay que observar en
primer lugar, que los conceptos puros y trascendentales sólo
pueden surgir del entendimiento; que la razón no produce,
conceptos, en sentido propio, sino que, a lo más, libera el
concepto del entendimiento de las inevitables limitaciones de una
experiencia posible, intentando extenderlo hasta más allá de las
limitaciones de lo empírico, aunque siempre en conexión con ello.
Tal liberación se desarrolla de la siguiente manera: por el lado de
las condiciones con las que el entendimiento somete todos los
fenómenos de la unidad sintética; al hacerlo convierte la categoría
en una idea trascendental, con el fin de conferir una completud
absoluta a la síntesis empírica prosiguiéndola hasta lo
incondicionado (que nunca encontramos en la experiencia, sino
sólo en la idea).” (Kant, CRP, B 435)
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114
sucesiva o temporal; esta nunca ha de ser
confundida con una serie o unidad completa
e incondicionada, inteligible o meramente
pensada. No ha de confundirse la unidad y
serie empírica y temporal, sucesiva e
inacabada, con la forma pura que impone la
razón para el avance de la unidad empírica
(del entendimiento). Así toda ilusión
dialéctica y todo razonamiento dialéctico
(sofistico o aparente) se basa en la
confusión de representaciones heterogéneas,
donde se toman representaciones puras
trascendentales
como
si
fueran
representaciones empíricas, esto es, algo
dado. Y esto por medio de una subrepción
donde en el lugar donde ha de tenerse una
representación pura (de la que se pretende
conocimiento), en la segunda premisa del
silogismo, se pone una representación
empírica que pasa por aquella: de modo que
lo deducido sobre esta es adjudicado a la
representación
pura.
Así
las
ideas
trascendentales
son
sustituidas
subrepticiamente e inadvertidamente por
series empíricas, y se pretende tener una
inferencia
y
conocimiento134
objetivo
(determinación conceptual sobre la idea
como si esta fuera un objeto real) sobre la
representación pura. Después de establecer
la determinación (propiedad) sobre la
representación empírica, esta es sustituida,
inadvertidamente
de
nuevo,
por
la
representación pura; que así es lo que se
presenta al principio y al final como si fuese
la representación a determinar (y finalmente
determinada con éxito por medio de y tras la
inferencia dialéctica). Surge entonces una
apariencia de inferencia y del consiguiente
conocimiento trascendente, la persuasión o
ilusión (creencia, meramente subjetiva sin
fundamento objetivo suficiente) de haber
rebasado el límite de la experiencia
posible.135 Se cree, pues, tener un
conocimiento (determinación) de la idea de
la razón -por ejemplo, de la idea de mundo
como
totalidad
incondicionada
de
fenómenos,136 en la proposición 'el mundo
tiene un primer comienzo'-; que sería un
134
Cfr. “En efecto, ni la verdad ni la ilusión se hallan en el
objeto en cuanto intuido. Es, pues, correcto que los sentidos no
se equivocan, pero no porque juzguen correctamente, sino
porque no juzgan en absoluto. Así, pues, la verdad y el error y,
consiguientemente, también la ilusión en cuanto conducente al
error, sólo pueden hallarse en el juicio, es decir, en la relación del
objeto con nuestro entendimiento.” (Kant, CRP, B 350)
135
Cfr. “Entiendo por verdaderos principios trascendentes
aquellos que nos incitan a derribar todos los postes fronterizos y a
adjudicarnos un territorio nuevo que no admite demarcación
alguna. trascendental no es, pues, lo mismo que trascendente.
Los principios del entendimiento puro que antes hemos
mencionado
sólo
deben
aplicarse
empírica,
no
trascendentalmente, esto es, sobrepasando los límites de la
experiencia.” (Kant, CRP, B 351)
David Coble Sarro
conocimiento
a
priori
o
por
meros
conceptos; o sea, lo que se dice que es
determinado es una forma o principio lógico,
una mera idea, como si fuese un objeto.137
La Dialéctica de la Razón Pura entendida
como conflicto
de los razonamientos
dialécticos donde cada inferencia sobre una
idea trascendental (tesis) se opone a otra
inferencia (antítesis), es una consecuencia
de la ilusión trascendental (apariencia de
inferencia y conocimiento, fundada en último
término en una apariencia de realidad -de
tener realidad, donde solo hay meras
ideas-), y en definitiva es un caso de
confusión y subrepción de representaciones
(cfr. Kant, CRP, B 485-7). Desde esta se da
entrada a un sin número de apariencias y
contradicciones aparentes de la razón
consigo misma. El conflicto de la Razón
consigo misma es solo aparente, no es un
conflicto real, no hay tal conflicto si
prescindimos del supuesto en que se basa,
que es el de tomar el conjunto de
fenómenos en el tiempo (mundo) como si
fuese una totalidad en sí (cosa en sí, cfr.
Kant, CRP, B 533),138 pues cada inferencia
(tesis o antítesis) es solo aparente, y así un
conflicto entre apariencias o ilusiones es
también una apariencia o ilusión; y, en
definitiva, la Razón no puede estar en
contradicción consigo misma, pues ninguna
potencia natural lo está si es aplicada
conforme a sus principios sin intervención de
fuerzas extrañas que le den una dirección
desviada. Este también es una ilusión o
apariencia surgida de la confusión (y
subrepción)
de
representaciones
136
Véase Kant (CRP, B 480 y 482), respecto al concepto de
mundo como conjunto de fenómenos sensibles. Esto se expone a
la objeción de que aquí no tenemos el concepto de una síntesis
regresiva de condiciones, que solo contempla el tiempo pasado
(regresión).
137
Cfr.: “Tenemos ya todo el juego dialéctico de las ideas
cosmológicas. Estas ideas no permiten que se dé en alguna
experiencia posible un objeto que concuerde con ellas. No
permiten siquiera que la razón las piense en consonancia con las
leyes empírica universales. Pero tampoco son productos
mentales arbitrad. Al contrario, al prolongar ininterrumpidamente
la síntesis empírica, la razón se ve necesariamente conducida a
ellas, el caso de que quiera liberar de toda condición y abarcar
en su totalidad incondicionada lo que, según las reglas e la
experiencia, nunca puede ser determinado sino en cuanto
condicionado.”, Kant (CRP, B 490), véase también B 525 y B 561.
138
Una totalidad de condiciones incondicionada, como en
general cualquier cosa incondicionada, es algo que no se nos da
de ninguna manera, pues no entra en relación con nosotros (nos
afecta). Lo incondicionado no está sujeto a ninguna condición, no
entra en relación con nada; por tanto, tampoco a la condición de
un sujeto de conocimiento; pero lo incondicionado con respecto a
nosotros no es por ello incondicionado respecto a lo demás, y así
por cosa en sí ha de entenderse lo que es incondicionado
respecto a nosotros, por no afectarnos de manera alguna.
Cuando Kant maneja ideas trascendentales parece referirse a lo
incondicionado respecto al sujeto humano, del que este no tiene
intuición sensible.
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heterogéneas en naturaleza y función,
tomando representaciones empíricas como si
fuesen representaciones incondicionadas; o
estas por aquellas, o sea, síntesis empíricas
(sucesivas y condicionadas, e incompletas)
por unidades o series incondicionadas.
Donde ha de parecer una idea trascendental,
una unidad incondicionada, se pone una
unidad empírica, de modo que la unidad
incondicionada pasa por ser algo dado y
real, que puede ser objeto de determinación
y conocimiento (un objeto pensado, como
miembro de la serie temporal empírica, con
un concepto).139
Y solo hay tres tipos de razonamientos
(inferencias) sofísticas, pues solo hay tres
tipos de unidades incondicionadas, tres
totalidades incondicionadas de condiciones o
tres ideas trascendentales; la totalidad
incondicionada de condiciones para los
fenómenos internos (intuiciones del sentido
interno) que se representa con el concepto
del 'yo', que es la idea trascendental que
trata la Psicología Racional y da lugar al
grupo
de
inferencias
denominadas
Paralogismos de la Razón Pura; la unidad
completa de las condiciones para los
fenómenos en general, que es la idea de
mundo, que da entrada a las inferencias
sofísticas denominadas Antinomias de la
Razón Pura (terreno de la Cosmología
Racional);
y
por
último,
la
unidad
incondicionada de todas las condiciones, de
todos los fenómenos, pensada como un ser
necesario y original (cfr. Kant, CRP, B 398).
En este caso tenemos las inferencias
sofísticas denominadas por Kant “ideales de
la razón pura”, y este es el terreno de la
Teología Racional, donde tanto se infiere la
existencia de un ser de todos los seres,
como trata de obtener un conocimiento de
este. Cada una de las tres unidades
inteligibles
o
incondicionadas,
ideas
trascendentales, admite cuatro inferencias
sofísticas en sentido positivo o negativo,
tesis y antítesis -por tanto dos grupos de
cuatro inferencias-; y esto se debe a que
cada
idea
trascendental
solo
admite
determinaciones según cuatro conceptos o
modos de darse la síntesis (presuposiciones
sintéticas en la serie regresiva, o formas a
priori de la regresión), ya según la
composición, división, origen, y dependencia
139
Cfr. “Por ello no podéis tampoco decir que sea incierto qué
es lo que hay que atribuir al objeto en estos casos. En efecto, ese
objeto se halla únicamente en vuestro cerebro y no puede darse
fuera de él. Consiguientemente, sólo tenéis que preocuparos de
poneros de acuerdo con vosotros mismos y de evitar la
anfibología que convierte vuestra idea en una supuesta
representación de algo empíricamente dado y, por tanto, en
representación de un objeto cognoscible según las leyes de la
experiencia.”, Kant (CRP, B 512).
115
de la existencia (cfr. Kant, CRP, B 442-443).
Esto lo dice Kant, cuando habla de cuatro
tipos de ideas cosmológicas según cuatro
tipos de categorías; pues las ideas
cosmológicas son las ideas trascendentales,
que pueden llamarse -dice Kant- también
ideas cosmológicas en cuanto se refieren a
la totalidad de incondicionado de las
condiciones
(totalidad
en
el
regreso
-regressus- o ascenso en las condiciones).
Cfr. Kant (CRP, B 444-445).
Las cuatro categorías mencionadas son
los cuatro modos en que puede realizarse la
unidad incondicionada, pues según parece,
como unidad incondicionada por el lado de
las condiciones (en el regreso) solo puede
determinarse o concretarse según esos
cuatro modos dados con esas cuatro
categorías. Así, por ejemplo, respecto a la
idea trascendental del 'yo' como unidad
incondicionada de todas las intuiciones del
sentido interno (fenómenos internos), ha de
ser
pensada
objetivamente
con
los
conceptos de ser pensante, lo simple,
persona (lo que tiene conciencia de su
identidad numérica), y en un concepto en el
cuarto paralogismo que no podemos
identificar.
Reconocemos
la
intuición
sistemática proclamada por Kant en un
primer momento, pero no reconocemos
fácilmente cómo realiza su programa
sistemático; pues en la afirmación de que el
alma es simple (segundo paralogismo)
puede apreciarse que lo simple responde a la
categoría de división (y quizá) a la de
composición, pero no vemos que categorías
son las formas lógicas de los otros
conceptos; y no se ve ni siquiera cuál sea el
concepto en el cuarto paralogismo con el
que se pretende pensar y conocer el alma
(unidad absoluta de las intuiciones internas).
Con todo, queda claro que en todos los
Paralogismos se toma al sujeto lógico, la
unidad lógica que es condición formal de
todo pensamiento, como si fuese una unidad
empírica y un objeto, para de este modo
poder ser pensado bajo los conceptos
empíricos; pero solo se obtiene una
apariencia de inferencia y conocimiento
(determinación objetiva o pensamiento
objetivo con esos conceptos empíricos) pues
la unidad y serie empírica, no es ni puede
ser la unidad lógica [Cfr. Kant (CRP, B 422),
véase también A 354-355]; el yo es la
representación pura y formal que acompaña
y enlaza toda representación, es la forma de
la unidad y autoconciencia empírica. 140 El
140
Según esto el yo es la misma apercepción o
autoconciencia pura (formal) que acompaña a la autoconciencia
empírica; no es la forma de la apercepción, sino esta misma,
pues es la representación que acompaña a toda representación y
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116
sujeto empírico como serie sucesiva y
temporal no es la serie completa e
incondicionada. Así la inferencia se hace
sobre el sujeto empírico introducido en la
segunda premisa, no sobre el sujeto lógico,
y aparentemente se hace sobre este porque
en la segunda premisa se introduce
subrepticiamente el sujeto empírico que es
tomado por, y confundido con, el sujeto
lógico. La subrepción da lugar a una
confusión
(suplantación)
de
representaciones que es la base de la ilusión
trascendental, creyendo tener realidad
(objeto) allí donde solo hay una mera unidad
lógica y formal, una condición formal de
determinación o pensamiento. Y así,
claramente, lo que es condición para conocer
objetos no puede ser a su vez un objeto a
conocer empíricamente, y solo puede ser
conocido
de
modo
trascendental
(conocimiento trascendental).
Las contradicciones o afirmaciones
contrarias respecto a un mismo concepto
(predicado) con el que se trata de pensar y
conocer una idea trascendental, en realidad,
solo se presentan en las Antinomias de la
Razón Pura; o sea, sobre la idea de unidad
completa e incondicionada de todos los
fenómenos en general (intuiciones externas
e internas), lo que Kant llama a veces
'mundo', que no es más que la idea
trascendental (de totalidad incondicionada
de todos los fenómenos) pensada en
concreto, como ideal trascendental (cfr.
Kant, CRP, B 556-B 608). Este es la
determinación sensible general de la idea
trascendental, principio formal sensible que
determina la idea y permite su aplicabilidad
a las categorías del entendimiento (para el
proyecto de expansión y unificación de este).
Pero Kant nos habla indistintamente, y con
ambigüedad y de modo confundente, de la
idea como si se tratase del ideal que la
determina, pues la idea trascendental
expresa una unidad temporal completa e
incondicionada
pero
totalmente
indeterminada respecto a la sensibilidad, o
sea, sin indicación alguna de como pueda
realizarse la unidad en el tiempo. El ideal
trascendental es un análogo a los esquemas
trascendentales de las categorías del
entendimiento, pues cumple la misma
función como principio de determinación
sensible en general (condición sensible
conciencia empírica, incluida en esta la autoconciencia. La unidad
lógica, el yo, es la unidad formal o forma de la unidad, y por tanto,
una unidad que es configuración o disposición de
representaciones empíricas, no una unidad en el sentido de una
totalidad objetiva o reunión real de elementos (fenómenos). La
unidad formal es la representación de una unidad objetiva
cualquiera en cuanto expresa la condición formal de la unión; y
así expresa la unidad objetiva en cuanto a su forma.
David Coble Sarro
general). En definitiva para Kant, la idea
trascendental
(como toda idea o mero
concepto sin objeto o intuición) puede
pensarse en concreto como objeto ideal o
idea
en
concreto;
y
de
hecho
la
determinación o pensamiento bajo un
concepto
se plantea
sobre
el ideal
trascendental; sobre el mundo en el caso de
las Antinomias de la Razón Pura. Se nos dice
en la primera antinomia -pongamos como
ejemplo- que el mundo, como totalidad
completa
e
incondicionada,
tiene
un
comienzo en el tiempo (tesis), y que no
tiene un comienzo en el tiempo (antítesis).
La razón solo tiene un interés y finalidad
y nunca puede haber conflicto entre los
diferentes intereses de esta, que son
distintos modos o direcciones particulares de
ese interese único, de modo que la razón
nunca puede estar en conflicto consigo
misma; todos estos intereses ha de
complementarse y coordinarse entre sí para
la satisfacción del interés único del que son
expresión y medios (cfr. Kant, CRP, B 694).
La razón es la facultad cognoscitiva superior
y su tarea es la de lograr la mayor y
progresiva unidad de los materiales de la
intuición
(fenómenos),
unificando
las
unidades del entendimiento (cfr. Kant, CRP,
B 359 y B 361), y las ideas trascendentales
son principios regulativos o condiciones
formales de unidad; tienen una función
inmanente y regulativa como reglas de
avance para el entendiendo (avance de la
unidad de los fenómenos en el tiempo); de
este modo tiene una significación objetiva,
de la que carecen si son tomados como
objetos que podamos determinar y conocer.
Esto es totalmente imposible e ilusorio, no
podemos conocer (pensar con verdad), o
sea, determinar en el tiempo, lo que es
condición formal de determinación. Los
ideales
trascendentales
son
también
principios regulativos, en cuanto son
condiciones sensibles pero formales para la
aplicación las ideas trascendentales, pues
cada unidad incondicionada de la razón solo
puede ser concebida desde la intuición, bajo
condiciones sensibles, y los ideales son estas
ideas concebidas en concreto, objetos
ideales o ideas en concreto, que no son más
que las ideas determinadas sensiblemente
aunque de modo general (cfr. Kant, CRP, B
604).
Los principios de determinación temporal
no se determinan asimismos, pues por su
naturaleza y fuente no tienen la función de
determinarse a sí mismos, de aplicarse a sí
mismos; y esto es precisamente lo que se
pretende en los razonamientos dialécticos,
cuando se trata de pensar una idea
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trascendental (un tipo de principio formal)
con conceptos empíricos que conllevan
categorías (formas lógicas de unidad o
determinación en el tiempo), que suponen a
su vez ideas trascendentales o reglas de
avance continuo y coherente de las unidades
empíricas del entendimiento. Tratar de
pensar una idea trascendental (una unidad
incondicionada en alguna serie regresiva)
bajo un concepto empírico -como objeto
dado y determinado en el tiempo según ese
concepto- es igual a pretender determinar
en el tiempo lo que es principio de
determinación
(regla
de
progreso),
aplicándole la categoría subyacente al
concepto empírico (forma lógica) y la misma
idea trascendental como regla
a priori
(principio) de esta categoría y de toda
categoría para que todos los conceptos
empíricos
y
juicios
empíricos
estén
unificados. Si la idea trascendental es
pensada por un concepto empírico, y
determinada a priori por la forma lógica de
este (categoría) también ha de quedar bajo
la regla de de avance del entendimiento, y
por tanto es claro que la idea trascendental
se aplica a sí misma tomada como objeto,
pues como objeto ha de quedar ordenada
dentro del progreso del entendimiento bajo
alguna idea trascendental en su función
natural y única. Pero esto es inviable, las
ideas trascendentales, y en general toda
representación pura y trascendental, no es
un objeto a determinar en el tiempo sino
una regla o principio de determinación en el
tiempo.
La Doctrina trascendental del método
expone la existencia y necesidad de un
camino a seguir por la Razón Pura para
evitar que se salga de los límites de la
experiencia, y en su vuelo trascendente
caiga
en
un
mar
inacabable
de
razonamientos aparentes (dialécticos o
sofísticos), y con ello la filosofía se convierta
en un campo de batalla con disputas
irresolubles e interminables. Este camino
puede ser indicado a priori, como un
elemento a priori puro que cumpliría una
función formal y empírica. Tendría una
naturaleza negativa y preventiva, sería una
disciplina o legislación negativa o preventiva
que nos evitaría caer en el error y la ilusión
de
un
conocimiento
trascendente
(especulativo), o sea, la apariencia de tener
un conocimiento más allá de los límites de la
experiencia [Cfr. Kant (CRP, B 740, B 377,
B384)]. El método trascendental constituye
una disciplina de la Razón pura como
actuación que se exige a priori a la Razón
Pura para no seguir un método que no es el
suyo; observando un Canon de la Razón
117
Pura (conjunto de reglas o principios a priori
que la Razón se da a sí misma para su uso
empírico); con este Canon la Razón se
autolimita y trata de satisfacer sus
intereses; en suma, satisfacerse a sí mima,
ya que la razón solo se ocupa de sí misma.
Con ello la razón establece el uso correcto
de sus facultades (de sí misma). No hay más
uso correcto de las facultades cognoscitivas
que su uso natural y propio, y este es su uso
en los límites de la experiencia, para la
progresiva unidad de las representaciones
empíricas (intuiciones) y el conocimiento.
Como hemos visto las formas a priori de la
intuición y especialmente las formas a priori
del entendimiento, y la misma forma original
de la apercepción (como forma lógica y regla
suprema, condición formal suprema y
originaria) no deben ser tomadas como
objetos
(representaciones
empíricas
objetivas) que puedan ser conocidos, esto
es, pensados bajo conceptos (puros o
empíricos) y así determinados u ordenados
en el tiempo (integrando la experiencia u
orden temporal empírico), ya que son reglas
(condiciones, principios) de determinación
de los fenómenos en el tiempo.
Las ideas trascendentales, junto con sus
ideales (como ideas pensadas en concreto,
sensiblemente) pueden ser admitidas como
hipótesis regulativas (principios regulativos);
y de modo problemático, como conceptos no
autocontradictorios que permiten el avance
continuo y coherente en la síntesis empírica;
pero no deben ser tomadas como hipótesis
empíricas u objetivas (conceptos con
intuición y objeto), pues, como ha quedado
dicho, expresan una unidad completa e
incondicionada (totalidad perfecta) que
nunca pueda ser parte de la serie empírica
siempre sucesiva y temporal, y son, por
tanto, meras ideas o conceptos de razón.141
Estos son conceptos que la Razón se da a sí
misma
para
satisfacer
sus
intereses
empíricos (cognoscitivos y prácticos), en su
absoluta espontaneidad o creatividad. En
consecuencia, la Analítica trascendental (de
los conceptos y de los juicios) constituye un
Canon
de
la
Razón
Pura
para
el
entendimiento (Canon del entendimiento), y
la Dialéctica trascendental en sus soluciones
de los conflictos dialécticos, o sea, la
Doctrina de las Ideas trascendentales como
principios regulativos es un Canon de la
Razón Pura para el entendimiento respecto a
su ampliación y coherencia (ampliación
constante del sistema del conocimiento en
su avance hacia una unidad sistemática
141
Meros conceptos o conceptos vacíos, sin intuición (objeto)
correlativa, aunque carentes de contradicción y admisibles de
modo hipotético.
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118
David Coble Sarro
perfecta solo pensada) [Cfr. Kant (CRP, B
708, B 709,
B 721, B 729)]. Y ambos
cánones constituyen la parte fundamental
del Método trascendental como legislación
negativa y preventiva; y esto de modo
análogo a como la Lógica General es un
Canon (un reglamento) para el pensamiento
en general, respecto a la forma en general
sin considerar contenido alguno. Para el
progreso de la experiencia y el conocimiento
solo son necesarias y suficientes las
hipótesis empíricas (u objetivas), y las ideas
trascendentales sólo son admisibles como
hipótesis trascendentales, como parte de un
conocimiento
trascendental,
no
como
hipótesis trascendentes que pretenden un
conocimiento más allá de la experiencia, o
sea, una determinación temporal de lo
incondicionado e intemporal.
El error de la Metafísica especulativa 142
es haber pretendido obtener conocimiento
desde un método que no es el suyo,
imitando el de las matemáticas; pero
aunque en ambos casos se trate de un
conocimiento racional, en las Matemáticas se
trata de un conocimiento por construcción
de conceptos; mientras que en la filosofía el
conocimiento se deriva de conceptos dados
en la experiencia (por derivación desde
conceptos dados). Solo en las Matemáticas
los conceptos son construidos de un modo
original, completo (exhaustivo), y de un
modo a priori; precisamente en una intuición
a priori respecto a la magnitud (cantidad) de
la intuición, que es lo único que puede
pensarse a priori. Y en el fondo esta vana
pretensión de tratar de pensar meras formas
subjetivas (como si fuesen objetos),143 tiene
su explicación última -dice Kant- en una
gruesa confusión entre los juicios analíticos
con los juicios sintéticos. La operación de
extraer propiedades de meros conceptos, ya
se trate de los conceptos del entendimiento
o de las ideas trascendentales o en general
de cualquier forma, es una operación
analítica, pues se quiere establecer una
propiedad desde el mero concepto, y así la
propiedad que se dice conocer del sujeto
(concepto formal), el concepto empírico que
se predica de él, es algo que ya ha de estar
incluido en el concepto del sujeto; este
establecer la propiedad no puede realizarse
de modo sintético, pues esto es extraerlo
desde la experiencia y bajo las condiciones
formales de esta (los principios a priori de la
Razón
Pura).
Ante
esta
barrera
infranqueable, por subrepción y confusión
(arte de apariencias y engaño) el concepto
formal (categoría, idea trascendental, forma
original suprema, etc) es tomado como
concepto objetivo, como si fuese un objeto o
algo real que pueda ser determinado por vía
sintética -y la ordenación sintética es la
única manera de determinar, ambos
conceptos son equivalentes-; y al hacer esto
una operación meramente analítica desde
solo meros conceptos (conceptos sin objeto),
es tomada como una operación sintética.144
Esto mismo lo expresa magníficamente
Schopenhauer al referirse, con plena
justeza, al argumento ontológico como un
auténtico y sonoro fiasco (embaucación y
engaño), mostrándonos que con este se
pretende conocimiento desde el solo
concepto sin representación intuitiva alguna,
de modo que de cualquier concepto que
podamos “fraguar en la mollera” pudiéramos
tener un conocimiento real, cuando lo que
hacemos es explicitar lo que arbitrariamente
(a la carta) hemos puesto en el concepto,
pues este lo hemos compuesto a nuestro
entera satisfacción sin control empírico
alguno, fuera de todo procedimiento y
proceso abstractivo regulado desde y en la
experiencia intuitiva. Esta es la única
garantía y fundamento para poder apuntar a
algo real e independiente, al mundo externo,
aunque de este no podamos decir cómo es
en sí mismo (al margen de su manifestación
intuitiva)
y
sea
algo
totalmente
indeterminado
(espacio-temporal
y
casualmente) para nosotros; con todo la
intuición es el índice de este mundo
independiente del sujeto, pues es el efecto
de la acción de aquel mundo (una afección
no autógena) sobre el mismo sujeto.
Como dice Kant, no podemos tener
conocimiento objetivo alguno de algo si este
algo no nos afecta de algún modo, y este
conocimiento lo es del modo en que nos
afecta, no de ese algo tal como sea en sí
mismo. Pero, a pesar de ello, este algo en sí
mismo e indeterminado es lo que da
referencia objetiva a nuestro conocimiento,
que solo así es objetivo, y no las meras
leyes subjetivas.145
142
Y de todo conocimiento especulativo, donde se pretende
conocer algo que está más allá de la experiencia y no se da de
manera alguna.
143
Las formas a priori si pueden ser pensadas, pero solo
como tales y bajo conceptos a priori (otras formas a priori); así,
por ejemplo, las categorías del entendimeinto por las ideas de la
razón, pues las determinan a priori dándoles una unidad. Esto es
un parte de un conocimiento trascendental intrínseco (entre
principios a priori).
144
El estado de vacilación de la Metafísica se debe al
indistinción de lo analítico y lo sintético se toma el procedimiento
analítico como sintético y se da la ilusión de que analizar
conceptos es igual a añadir algo (cfr. Kant, CRP, B 19).
145
En esta postura consiste el principio del Positivismo Lógico,
que define al Positivismo o corriente positivista. Esto es algo
obvio si se lee a los autores positivistas, especialmente a Moritz
Schlick. A pesar de ello, existe una obstinación sorprendente en
no querer entender esta doctrina en su sentido íntimo y
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7. Conclusiones
Toda doctrina de Kant es una proyección
de la hipótesis o doctrina esencial de
considerar “las reglas en mí”, como una
legislación a priori pura que rige la
naturaleza en el sentido de que la
constituye. La hipótesis copernicana consiste
en el ensayo de un sujeto que impone sus
reglas para constitución de la experiencia y
de los fenómenos mismos. No hay
naturaleza como un orden objetivo que no
sea una proyección de la legislación
impuesta por el sujeto.
El
ensayo
copernicano
de
una
“legislación en mí” tiene su base y centro en
la doctrina de la idealidad de los sentidos,
según la cual las intuiciones son afecciones
de cosas en sí mismas, no estas mismas; y
el espacio y el tiempo son intuiciones puras
y trascendentales, o sea, representaciones
intuitivas a priori y puras que son
condiciones formales de toda intuición. Son
las propiedades formales de las intuiciones
sensibles o receptividad en el ser humano, o
sea, las condiciones formales para toda
afección sobre los sentidos. En suma, toda
intuición (fenómeno) es una afección o
efecto de algo externo sobre la sensibilidad
(sobre el psiquismo), y esta afección es el
único medio por el que se nos dan objetos
externos
(lo
externo
como
algo
independiente), que son un algo totalmente
indeterminado que no puede ser conocido
(pensado objetivamente) tal como es en sí
mismo al margen de su manifestación o
acción sobre el sujeto. Esta (la receptividad
como afectividad) es la doctrina esencial
sobre la que se desarrolla la doctrina de la
idealidad del espacio y el tiempo, y sobre
esto toda las doctrinas ulteriores (la doctrina
trascendental como continuación o desarrollo
de la doctrina fenomenista que afirma que
las cosas solo nos son dadas o manifiestas
en cuantos nos afectan).146
Este ensayo se concreta en la distinción
esencial entre lo puro (lo a priori puro) que
pone el sujeto, y lo empírico y a posteriori,
lo que es dependiente y se origina en la
experiencia. Lo a priori puro (o simplemente
lo puro) es una especie de lo a priori (de lo
absolutamente a priori), de lo que es
independiente de la experiencia, y Kant lo
refiere como lo absolutamente a priori que
fundamental, queriéndola presentar (a toda costa) como lo que no
es, y además pretendiendo hacer escuela y tradición con este
craso y sorprendente error.
146
Este es el principio filosófico desde donde se construye
toda doctrina ulterior, como proyección del mismo; solo después
de admitir que las cosas externas se nos ofrecen en cuanto nos
afectan, se introducen el resto de afirmaciones sobre lo que sea
el conocimiento, y el modo que tiene lugar la intuición (afección).
119
no contiene elementos empíricos. Los
principios de las ciencias (parte racional de
estas) son juicios a priori, pero no puros,
pues contienen conceptos empíricos; por
ejemplo, “todo cambio tiene su causa”.
Pero lo a priori puro puede ser a su vez
de dos tipos; como puro trascendental o
condición formal de toda experiencia y
conocimiento posible, o como puro no
trascendental. Las intuiciones, conceptos, y
proposiciones de la Matemática (Geometría y
Aritmética) son elementos a priori puros
(absolutamente
independientes
de
la
experiencia y sin conceptos empíricos), pero
no son principios trascendentales. Los
conceptos
matemáticos
son
representaciones mediatas construidas a
priori de modo original y exhaustivo
directamente sobre la intuición pura (tanto
trascendental
como
intuiciones
puras
matemáticas -cículo, triángulo, etc-); y son
determinaciones a priori de estas intuiciones
puras matemáticas, de modo análogo a
como
las
intuiciones
puras
son
determinaciones de toda experiencia en
general, y el tiempo es la forma general de
toda determinación pura y empírica.
Las leyes de la ciencia empírica o juicios
generales que no sean principios (parte
racional, por ejemplo, Física Racional) son
leyes (juicios) empíricos o generalizaciones
empíricas obtenidas por una extensión
arbitraria (inducción); son “generalizaciones
comparativas e hipotéticas” que dependen
de la experiencia de la que son extraídos, y
nunca
pueden
ser
confundidos
con
generalizaciones a priori, y mucho menos
con juicios trascendentales; no pueden
presentar una universalidad necesaria y a
priori (sólo una universalidad hipotética),
pues nunca nos dicen que la experiencia ha
de ser así, sino sólo que hasta el momento
la experiencia ha sido así. Confundir las
generalizaciones empíricas con juicios a
priori necesarios de cualquier tipo es un
error común (según puede a preciarse) en
profesionales y estudiantes de la filosofía,
pero no deja de ser un craso y sorprendente
error, que pone en evidencia la total falta de
entendimiento de Kant.
Por tanto, la Estética (teoría de la
afectabilidad) es la teoría básica; y la
Estética trascendental es la doctrina esencial
respecto a toda la Filosofía trascendental
como Critica de la Razón Pura, y de la
Ciencia de la Razón Pura como Sistema
completo de conocimiento a priori; ya que
en ella se establece la doctrina de la
intuición o receptividad como afectación
(afectividad), distinguiendo la materia o
sensación (lo real en la intuición, efecto
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120
sobre el sentido sin forma o configuración),
y la intuición (sensible en el hombre) como
sensación determinada en el espacio y en el
tiempo. Pero no es la doctrina esencial o
básica, pues lo es la doctrina de la intuición
como receptividad de objetos, y esta como
afectabilidad.
Por tanto, nos encontramos en Kant con
la doctrina básica y totalmente esencial,
como fundamento primero o lo primero en la
construcción teórico sistemática, de que el
conocimiento supone entrar en relación o
interacción con algo. Kant nos dice que “no
puede haber conocimiento de algo si este
algo no nos afecta de algún modo”, y al final
lo que tenemos es que conocemos de lo
externo (e interno) indeterminado el modo
en que
no
afecta.
En la
Estética
trascendental se establece ya lo que es el
pensamiento
y
el
conocimiento,
precisamente como determinaciones de las
intuiciones en el tiempo.
El concepto de noúmeno es pues un
concepto negativo; expresa el “límite de la
receptividad” o intuición, que es la capacidad
de recibir objetos, la “facultad por la que se
nos dan objetos”. De modo que este
concepto expresa de modo negativo la
doctrina esencial del idealismo de los
sentidos, y desde aquí la hipótesis
copernicana de una legislación en mí.
Expresa la base esencial y núcleo íntimo del
ensayo copernicano, o sea, la doctrina de la
intuición o receptividad como afectividad
sobre el sentido de lo externo indeterminado
(aunque según las reglas subjetivas).
El concepto de receptividad o intuición
como afectividad deja patente, y fuera de
toda duda y discusión, que el carácter
objetivo del conocimiento o el pensamiento
se deriva del hecho de que el fenómeno o
intuición es un efecto (afección) sobre el
sentido de algo externo pero totalmente
indeterminado. La objetividad supone y
consiste o bien en una referencia a algo
exterior e independiente del sujeto; o bien
en el propio cuerpo como algo en sí (como si
fuese una cosa externa más), en cuanto nos
afectamos a nosostros mismos.
Con todo, el conocimiento, y en general
el pensamiento (verdadero o falso), recae
sobre el fenómeno o afección, que es lo
determinado en el tiempo según las reglas o
principios a priori del entendimiento y la
razón; de modo que se puede decir que se
trata de un conocimiento fenoménico. Se
trata de un pensamiento y conocimiento
sobre fenómenos, si bien estos en su
carácter de afecciones (efectos) es lo que da
en definitiva referencia objetiva; pues,
David Coble Sarro
aunque por esta entendamos fenómeno, y a
este fenómeno o intuición le llamemos
objeto del conocimiento (de determinación
verdadera), este no deja de ser una afección
en el psiquismo según las condiciones
formales
subjetivas,
y
apunta
algo
independiente aunque indeterminado como
su causa, de la que es representación
inmediata. El concepto será definido por
Kant como representación mediata de lo
externo
indeterminado
(representación
intelectual), ya que es representación
inmediata de la intuición (representación
inmediata de lo externo indeterminado).
La Crítica de la Razón Pura es la misma
Filosofía trascendental (en esbozo) donde se
establecen los elementos a priori puros que
hacen posible los fenómenos, la experiencia,
el
pensamiento
y
el
conocimiento;
estableciendo su fuente, naturaleza y
número preciso, y con ello su función propia,
y el modo como se coordinan con el resto de
elementos. Así se establecen los principios a
priori de la intuición, y los principios a priori
del pensamiento (entendimiento), y de la
Razón como facultad cognoscitiva superior,
como facultad de unidad por inferencias (o
sea, el principio general de unidad
incondicionada
y
completa,
y
sus
especificaciones
en
las
ideas
trascendentales). El conocimiento de estos
principios o reglas subjetivas es el
conocimiento de cómo es posible el
pensamiento,
el
conocimiento,
y
la
experiencia misma (y de los fenómenos
como partes de esta); este es un
conocimiento de las condiciones formales
subjetivas o reglas en mí. El conocimiento
matemático es una determinación de
intuiciones
puras
no
trascendentales
(triángulos, círculos, etc), y el conocimiento
en general es una determinación de una
intuición cualquiera, ya empírica de origen
externo o interno (conocimiento empírico),
ya pura no trascendental (conocimiento
matemático), ya empírica en general y pura
no
trascendental
(conocimiento
trascendental como conocimiento de las
condiciones formales de todo conocimiento
empírico y matemático; no de todo
conocimiento, pues incluiría el propio
conocimiento trascendental que tiene un
fundamento distinto). Así, cuando Kant
habla del conocimiento en general (dando un
concepto general de conocimiento que
subsume al conocimiento empírico y al resto
de tipos), lo define como determinación de
una intuición cualquiera; de modo que los
principios a priori son condiciones y
determinaciones de toda intuición, ya
empírica de origen externo o interno, ya
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pura no trascendental (triángulo, círculo...),
ya como una intuición aislada ya como una
totalidad;
pues
en
el
conocimiento
trascendental se tiene un conocimiento de
las
condiciones
subjetivas
de
todo
conocimiento, no sólo del empírico, sino del
matemático, y así es una dterminación
formal de toda intuición posible.
La
unidad
de
la
apercepción
(autoconciencia) pura expresada con el
término 'yo' es la unidad y regla formal
originaria y suprema; ofrece el tiempo (su
forma)
como
forma
general
de
la
experiencia, de toda representación intuitiva
empírica o no (o reducible a intuión); así
como lo es de toda representación o
principio puro como determinación ulterior
de esta unidad originaria, es decir, de las
categorías y principios del entendimiento
puro como determinaciones del orden
temporal original según los modos del
tiempo
(permanencia,
sucesión
y
simultaneidad). Los conceptos y juicios
empíricos y toda trama de estos en una
teoría empírica, es una determinación o
aplicación de los principios del entendimiento
puro, y por medio de estos de la unidad
originaria y suprema (de la apercepción).
Esta es el principio formal supremo, y el
centro y base de toda la legislación
trascendental (en mí); por tanto la Estética
trascendental y la Lógica trascendental son
desarrollos o implementaciones de la unidad
original, que da el marco teórico esencial.
Esta es la representación formal y pura
suprema que reside en mí y es producto de
la absoluta espontaneidad del sujeto.
La imaginación es facultad de síntesis
cualquiera, en el sentido de realizar la
operación de combinar o enlazar -facultad
activa
o
dinámicarepresentaciones
cualesquiera (puras y empíricas, intuitivas y
conceptuales). La imaginación trascendental
produce las unidades a priori expresadas en
las categorías según los modos temporales,
y produce los esquemas trascendentales
como condiciones sensibles generales para la
aplicación de las categorías y principios del
entendimiento. Las ideas trascendentales de
la razón pura, esto es, algunas de las
“categorías despojadas de sus límites
empíricos” son productos de la imaginación
pura
(trascendental)
como
unidades
(síntéticas) completas e incondicionadas
(absolutas), meras ideas o conceptos de
razón.
Las ideas de la Razón pura, como
especificaciones del principio de unidad de
razón, determinan la unidad original,
actuando como principios regulativos de la
experiencia; o sea, son reglas de avance
121
empírico (en general intuitivo) para que la
síntesis del entendimiento no se detenga, y
todas las líneas de este armonicen entre sí.
Por tanto, son reglas a priori para la
aplicación empírica de la razón que consiste
en unificar las síntesis empírica del
entendimiento
(conceptos
y
juicios
empíricos) por medio de inferencias. Pero
también para unificar las síntesis del
entendimiento
en
las
intuiciones
matemáticas (Principios del entendimiento
matemáticos); ya que la razón es facultad
de unidad sistemática para toda aplicación
del entendimiento, en este caso para
armonizar y promover lo que tiene certeza.
Las unidades de razón son focus imaginarius
a los que tiende el entendimiento en sus
unidades condicionadas e incompletas (todo
concepto y juicio empírico) como si pudiera
alcanzarlos, de modo que este avance
ininterrumpidamente y de modo armonioso
(armonía del entendimiento consigo mismo).
La unidad de Razón (sistemática) es una
unidad meramente pensada (mero concepto)
que actúa como regla o principio regulativo
para la ampliación constante de la
experiencia, permitiendo la proyección de
esta en cuanto adelanto de esta respecto a
su forma y posibilidad. El proyecto de
unificar y ampliar constantemente la
experiencia por medio de las ideas
trascendentales como focus imaginarius, es
la determinación progresiva de la unidad
temporal original, y por tanto, la realización
siempre inconclusa del proyecto que ya está
dado con la misma unidad original; pues
esta
equivale
al
proyecto
de
su
determinación
ininterrumpida.
Todo
conocimiento y unidad intuitiva es una
determinación de la unidad temporal original
indeterminada; y así todo avance en el
conocimiento empírico es una progresión en
esta determinación.
Como conclusión final, podemos afirmar
que
toda
unidad
empírica
es
una
determinación en el tiempo, siempre
incompleta y condicionada; todo concepto y
juicio empírico es una tal unidad, y está por
principio exento de universalidad necesaria.
La necesidad solo corresponde a lo a priori, a
lo que no depende de la experiencia (las
formas
o
principios
subjetivos
de
determinación). La necesidad se da en la
estructura de la experiencia, y en ella
misma, por cuanto es una ordenación o
determinación de fenómenos en el tiempo, y
no un mero juego de representaciones que
podría o no haberse dado (producto de la
fantasía, donde no hay reglas necesarias, ni
límite ni necesidad alguna). Todos los
principios
subjetivos
(entre
ellos
la
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causalidad) son principios de determinación
en el tiempo, y por ello reglas que fundan la
objetividad como necesidad en la sucesión
empírica observada (y probable en las
hipótesis generales o leyes empíricas, que
son reglas empíricas de sucesión). La
sucesión de fenómenos en el tiempo es,
pues, algo necesario; y solo la universalidad
expresada en las proposiciones generales
empíricas es algo hipotético y no necesario
(universalidad hipotética o comparativa). En
los argumentos dialécticos o aparentes se
trata de pensar y conocer una regla de
determinación como si esta fuera una
representación empírica que pudiera ser
determina en el tiempo; pero, claramente, lo
David Coble Sarro
que es principio de determinación en el
tiempo no puede determinarse en el tiempo.
Esto constituye una grave confusión de
representaciones totalmente heterogéneas
por su origen y función; todos los argumento
sofísticos se fundan en la ilusión de tener un
objeto allí donde solo hay una regla formal
subjetiva, creyendo ver realidad donde no
hay tal. Esta solo es dada por la intuición o
receptividad, que es la que nos pone en
relación con un mundo independiente, un
algo externo pero totalmente indeterminado
e incognoscible en lo que sea al margen de
su acción (efecto) sobre nosotros.
Referencias
Kant, I. (2007) Crítica de la Razón Pura. Madrid: Taurus.
Kant, I. (2004) Antropología. Madrid: Alianza.
Hume, D. (2008) Tratado de la naturaleza humana. Madrid: Tecnos.
Hume, D. (2007) Investigación sobre el conocimiento humano. Madrid: Alianza.
CC: Creative Commons License, 2012
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