7 CAMBIOS EN LA MISIÓN PARA UN AVANCE EN LA COSECHA

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7 CAMBIOS EN LA MISIÓN PARA
UN AVANCE EN LA COSECHA
Dr. Juan Wagenveld
INTRODUCCIÓN
La Historia de Rosa (Iglesia de Dios de la Profecía)
Conocí a Rosa de León Venegas en Buenos Aires el año pasado. Rosa es una dama peruana de
mediana edad que se estableció en Argentina hace muchos años. Llegó sin nada, excepto algunas
piezas de vestir y un colchón, además de algunas cicatrices en el cuerpo y en el alma. Su rostro
refleja algunas de las aflicciones que ha soportado, además de la tenacidad con la cual se ha
enfrentado a los retos de vivir en otro país. Es una dama de baja estatura, pero viva. Cierta vez le
dije que jamás me atrevería a enfrentármele en un duelo.
Rosa es cristiana. De hecho, es pastora de una pequeña iglesia de alrededor de 80 miembros, y
está cursando los módulos de plantación de iglesias de la Red de Multiplicación. Ha
experimentado la plenitud del evangelio transformador en su vida, y le entusiasma ayudar a otros
a conocer a Cristo y hallar en Él la fe, la esperanza y el amor.
Ella trabaja en una de las comunidades en las afueras de Buenos Aires, un lugar donde miles de
colombianos, peruanos, paraguayos y otros se han mudado con la esperanza de escapar de la
pobreza. Comprendió que se debía hacer algo en esta área de muy pocas iglesias y de miles de
personas que necesitan la esperanza del evangelio. Así que, ella comenzó a evangelizar y hacer
discípulos. Y hoy tiene una hermosa comunidad de fe cuyos miembros reflejan la luz de Cristo
los unos a los otros y a todo aquél que los observe. Como si fuera poco, ella también ha plantado
varias iglesias hijas que [al presente] son lideradas por matrimonios jóvenes y adultos solteros a
quienes ella ha servido de mentora. Rosa no solamente quiere añadir en el reino, sino que quiere
multiplicar.
Junto a Rosa, hay otros diez plantadores de iglesias que están cursando los módulos de
plantación de iglesias de la Red de Multiplicación. Durante un almuerzo en casa de la hermana
Rosa, ella nos presentó a varios de ellos, y luego fuimos a visitar las comunidades donde laboran.
Estas personas están sembrando la fe, la esperanza y el amor en áreas que lo necesitan. En estas
áreas hay idolatría, hechicería, prostitución, abuso de drogas, violencia doméstica y umbanda
(una secta afro-brasileña). Incluso nos enteramos de testimonios de posesión demoníaca, las
cuales fueron presenciadas por varios líderes. No obstante, el evangelio está liberando y sanando
a muchas personas gracias al trabajo y ministerio de estos plantadores de iglesias. Ellos se
regocijan con su trabajo y son ejemplos de la perseverancia. La IDP espera tener 30 nuevas
iglesias plantadas en Argentina en los próximos dos años.
Oren por Rosa y por los plantadores de iglesias a quienes sirve de mentora. Sobre su contexto
misionero, ella dice que “hay mucha fuerza en el lado contrario”, en referencia a la oposición
espiritual que ella siente.
TRANSICIÓN
1
Rosa no es solamente pastora, sino que es una multiplicadora —ella está haciendo discípulos y
plantando iglesias, y también está adiestrando a otros para que hagan lo mismo—. La gente está
confesando con su boca que Jesús es el Señor y que Dios lo levantó de entre los muertos. Juntos
están recogiendo una grandiosa cosecha en el poder de la resurrección. Permítame explicar lo
que quiero decir con la frase “trabajar en el poder de la resurrección”.
Hermanos, no podemos hablar sobre ninguna estrategia o cambio estratégico en la misión a
menos que comprendamos primero que hay un poder al cual los cristianos tienen que conectarse
para poder lograr un AVANCE EN LA COSECHA: el poder de la resurrección. Hay muchas
personas que lo cuestionan hoy en día, pero tal poder se encuentra en el corazón del evangelio
que puede traer la clase de transformación significativa y sustancial del cual estamos hablando.
Permítame darle tres ejemplos o pruebas de esto:
María Magdalena
María Magdalena fue una líder insólita en la iglesia primitiva. No solamente era una mujer —y
las mujeres tenían un estatus bajo en la sociedad judía—, sino que también era una mujer de un
pasado cuestionable. En cierta ocasión, María estuvo poseída por demonios; y según algunos
relatos, tenía fama de ramera. Pero a pesar de esto, a esta mujer pecadora y devaluada se le
concedió el privilegio de estar entre los primeros testigos presenciales de la resurrección de
nuestro Señor Jesucristo. Ese privilegio no le fue concedido a un hombre de negocios judío, ni a
un fariseo, ni a un rabino. Ni siquiera le fue concedido a Juan —el discípulo al cual Jesús
amaba—, ni a Pedro —el líder de los discípulos—. Los cuatro evangelios mencionan que María
estuvo presente tanto en la crucifixión como en la resurrección. A ningún historiador del siglo I
se le hubiera ocurrido decir que una mujer era uno de sus testigos más importantes.
Pero algo extraordinario había sucedido…
Los Primeros Discípulos
Los discípulos de Jesús fueron hombres que huyeron tras la crucifixión. En Juan 20 vemos que
están escondidos, temerosos y desanimados, en una habitación con la puerta cerrada bajo llave.
En Lucas 24 oímos la duda y la desilusión en las palabras de los dos que iban de camino a
Emaús. En Marcos 16 leemos que estaban “tristes y llorando” (v. 10). Pero en el libro de los
Hechos estos mismos hombres —previamente temerosos, escépticos y tristes— estaban ahora
alabando a Dios, obrando sanidad, predicando y enfrentándose valientemente a las mismas
autoridades de las cuales solían esconderse. ¿Cómo es posible que esto sucediera?
Algo extraordinario había sucedido…
Las Primeras Comunidades Cristianas
Las primeras comunidades cristianas se diferenciaban marcadamente de la cultura que los rodeaba:
•
Aceptaron a los marginados de la sociedad en que vivían.
•
Recibieron a los esclavos como hermanos en Cristo en la misma mesa de la comunión.
•
Mostraron mayor respeto por las mujeres, y cuidaban de las viudas que no tenían hijos.
2
•
No solamente se negaron a abandonar a los niños que se habían quedado huérfanos —lo
cual era una práctica aceptada en aquel tiempo—, sino que fundaron orfanatos.
¿Por qué los primeros cristianos hicieron todo esto?
Algo extraordinario había sucedido…
¡La resurrección de Jesucristo!
Hoy se habla de la resurrección de manera casi indiferente, pero la resurrección es lo único que
explica la transformación de María Magdalena, la de los discípulos, y la de las comunidades
primitivas. En aquel entonces era un elemento fresco y poderoso, pero hoy lo tratamos como si
fuera una cosa ordinaria, y subestimamos la profundidad y trascendencia de esta transformación.
La resurrección fue lo que grabó en las mentes y los corazones de los discípulos el hecho de que
Jesús era quien alegaba ser, y que había puesto en marcha un nuevo orden, a saber, la inauguración
del reino de Dios. Ver que el Mesías había resucitado de entre los muertos significaba que el reino
de Dios era real. Y esto encendió una pasión en los primeros cristianos. Les dio un ideal por el cual
vivir, y también un ideal por cual morir; porque esto los hizo ser gozosos y valientes.
LA RESURRECCIÓN ES LA ESENCIA DEL EVANGELIO
Pablo lo dice de manera sencilla en Romanos: “que si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos
10:9). Hay dos premisas en este versículo: 1) Jesús es el Señor, y 2) creer en Su resurrección.
Esta es una aseveración espiritual, política, ética, económica, religiosa y cósmica. Decir que
JESÚS ES EL SEÑOR en la Palestina del primer siglo —donde se tenía al César por SEÑOR—,
era una declaración poderosamente contracultural. Y creer que Dios lo levantó de los muertos
significaba atribuirle al Dios de Israel el poder supremo sobre el pecado, la muerte y la vida.
Pablo recalca en 1 Corintios 15:14: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra
predicación, vana es también vuestra fe”.
La RESURRECCIÓN es la piedra angular de nuestra fe cristiana. Es el EVENTO HISTÓRICO
definitivo que cambió la historia y el destino de la humanidad para siempre. Esto lo celebramos
con un pueblo pascual. N. T. Wright dice: “La resurrección no es una invención de última hora
que ha sido fijada al borde del cristianismo. Más bien, es la pieza central de toda nuestra fe” (cita
parafraseada). Somos un pueblo pascual, y nuestro himno es: “¡Aleluya!”.
Tenemos que conectarnos al poder de la resurrección de Cristo, y esto sucede solamente por el
Espíritu y la Palabra. Así como necesito los dos lentes de mis anteojos para ver mejor, así
también necesitamos los lentes del Espíritu y la Palabra para tener una visión clara de Dios la
cual pueda llevarnos a un AVANCE EN LA COSECHA. Usted puede conocer la Palabra de
cubierta a cubierta, pero si no depende del Espíritu Santo, usted no tendrá un avance en la
cosecha. Por el otro lado, usted puede afirmar tener la plenitud del Espíritu Santo, pero si no
tiene un fundamento en la Palabra, usted no tendrá un avance en la cosecha —o al menos no
tendrá una cosecha que sea Cristocéntrica—.
TRANSICIÓN
3
Este es el fundamento del mensaje del evangelio que predicamos. Esta es la fuente de su poder.
Pero nos hemos alejado de este mensaje fundamental y central, y paulatinamente, nosotros, la
iglesia, hemos ido a beber en otras fuentes para obtener la fuerza, el sostén y la inspiración.
Como resultado, no estamos viendo los avances que deseamos ver. Si cambiamos nuestra forma
de pensar en siete áreas importantes, podemos volver a experimentar un avance en la cosecha.
(Estas fuentes en particular han ayudado a moldear mis pensamientos sobre estos cambios: Take
Your Church’s Pulse, por Koster y Wagenveld; The Shaping of Things to Come, por Frost y
Hirsch; 9 Critical Shifts in World Mission, por T. J. Addington; y The Essence of the Church, por
Craig Van Gelder).
CAMBIO #1
DE EXTRACCIONAL A ENCARNACIONAL
Lo importante no es hacer que el mundo entero vaya a la iglesia, sino hacer que la iglesia vaya al
mundo. Esto es un cambio de paradigma muy significativo.
La iglesia ha tenido a menudo una mentalidad de castillo, enviando misiones de rescate para
“salvar unos pocos” y extraer los del mundo y “traerlos a la iglesia”. Pero esta perspectiva está
en oposición directa al tema bíblico de “la sal y la luz”. En vez de “extraer” a las personas del
mundo, debemos pensar en términos de “ser la encarnación del evangelio EN el mundo”. Nuestra
misión NO consiste en salvar a las personas del infierno o en llevar las almas al cielo. Dios es
quien decidirá estas cosas. Nuestra misión NO es solamente hablar a la gente de una salvación
futura por medio de Cristo, sino formar discípulos, hombres y mujeres que sean ciudadanos del
reino de Dios aquí y ahora. En el cielo NO se necesitan LA FE, LA ESPERANZA ni EL AMOR.
Más bien, se necesitan en la tierra. Piense en esto. Dios creó la tierra. Le pertenece a Él. Luego la
redimió, entregándose a Sí mismo por la humanidad. También nos enseñó a orar: “Venga tu
reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también EN LA TIERRA”. Y nos dijo, además,
que Él habrá de regresar. Y cuando ascendió, nos envió al Espíritu Santo, el cual está con
nosotros y en nosotros. ¡Es irónico que Él venga a nosotros, y que nosotros estemos tratando de
ir a otra fuente!
Nuestra tarea y misión no es extraer, sino encarnar. En eso consiste la encarnación de Cristo, y él
dijo: “Como me envió el Padre, así también yo os envío”. Para Jesús, el asumir la carne humana
significó una plena identificación con aquéllos a quienes amó y por quienes entregó Su vida. De
la misma manera, la iglesia tiene que ser la encarnación del mensaje de Cristo y de Su reino en
nuestro mundo. La iglesia ha sido llamada —y capacitada— para ser las manos, los pies y la
boca de Jesús el Salvador. La iglesia ha sido enviada a alimentar al hambriento, sanar al
enfermo, vendar al herido, animar al desalentado, y predicar el evangelio de la salvación en
Jesucristo solamente. La iglesia es Su plan A, y no hay un plan B.
Es obvio que el pecado ha traído distorsión y quebrantamiento a toda persona en cuanto a su
relación con Dios, con su propio ser, con los demás, y con la creación. Pero la iglesia saludable no
le teme a ese quebrantamiento. Nosotros somos sanadores heridos. Hemos sido sanados y salvados
por la gracia de Dios. Ahora la iglesia saludable participa activamente en el gran proyecto de Dios
que consiste en redimir y restaurar todos los aspectos de la vida en Cristo, y a través de Cristo.
Pasajes bíblicos tales como Colosenses 1 y 2 Corintios 5 nos enseñan que somos “reconciliadores”
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y “embajadores”. La iglesia ayuda a traer sanidad, justicia y una relación correcta entre los
diversos aspectos de la creación de Dios.
Es obvio que hemos sido llamados a ser santos, lo cual significa “ser separados”. Pero la santidad
no solamente consiste en ser “separados DE”. Se debe entender que también significa ser
“separados PARA”. La iglesia es PARA el mundo. Se supone que interactuemos con el mundo,
en lugar de escaparnos de él o sobreidentificarnos con él. La iglesia no extrae a la gente del
mundo, sino que encarna el evangelio de Dios en el mundo. Como dijera Leslie Newbigin:
“Somos la hermenéutica abierta del evangelio para un mundo incrédulo”. Erwin McManus
(Mosaic Church, Los Ángeles) escribe: “La iglesia no está aquí para usted. Usted es la iglesia, y
usted está aquí para el mundo”.
CAMBIO #2
DEL LIDERAZGO MUNDANO AL LIDERAZGO SERVICIAL
Un segundo cambio que tiene que ocurrir, es que la iglesia cambie sus enfoques del poder
mundano por un liderazgo servicial que esté centrado en la cruz. Aquí tenemos que hablar de un
aspecto del liderazgo cristiano el cual se omite típicamente: la clase correcta del liderazgo
cristiano nos lleva a la cruz, mediante el sufrimiento, y sólo entonces a la resurrección. Esto es
verdadero no sólo para la iglesia en Occidente, sino también en el llamado “sur mundial” —lugar
donde está experimentando el crecimiento más rápido—.
La expresión suprema del servicio de Cristo —Su muerte en la cruz— es un tema que aparece
muy pocas veces en las enseñanzas populares sobre el liderazgo cristiano. La mayoría de las
enseñanzas actuales sobre el liderazgo minimiza el rol del sacrificio y el sufrimiento en la
experiencia del liderazgo cristiano. Pero el apóstol Pablo declara que tal sacrificio es de
esperarse, que el sufrimiento que conlleva es normal, y que deberíamos esperarlo. Él escribió lo
siguiente a los filipenses:
“La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no
consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó
voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos.
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Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y
muerte de cruz!” (Filipenses 2:5-8, NVI).
Esto no significa que el líder cristiano procure sufrir ni que quiera morir como mártir. Lo que sí
significa es que el líder cristiano sabe que los mejores resultados llegan a menudo cuando el
compromiso con Cristo, con el pueblo de Cristo y con los propósitos del reino se enfrentan a la
oposición más severa, las dificultades más severas o el peligro a nivel personal. También
significa que el líder cristiano confía en la esperanza de que más allá de la cruz se encuentren la
resurrección y la consumación de los propósitos de Dios. Esto me hace recordar la historia de
una clase en la iglesia, muy entusiasmada, la cual preguntó al misiólogo visitante: “¿Cuál es la
forma más eficaz de esparcir el evangelio?” El experimentado erudito contestó: “Tras estudiar
esta pregunta alrededor del mundo, hemos aprendido que lo que tiene la correlación más directa
con la rápida propagación del evangelio es el martirio”. Así que, la clase preguntó: “¿Cuál,
entonces, es la SEGUNDA mejor manera de propagar el evangelio?”
Lo que distingue al liderazgo cristiano del liderazgo mundano es el fundamento del servicio a los
demás, el cual está dispuesto a aceptar el sufrimiento a fin de realizar los propósitos de Dios. El
pastor da su vida por las ovejas. Jesús dijo que el mayor entre nosotros deberá ser el siervo de
todos. Los líderes sirven al mismo tiempo en que dirigen y guían. El espíritu de servicio
confirma que un líder es un siervo del Señor. El siervo no manda, dicta o impone, sino que sirve.
Hoy más que nunca necesitamos líderes que tengan corazón de siervo. Esto está fundamentado
en el valor divino del amor sacrificial para el beneficio de los demás.
AL TRABAJO EN EQUIPO, BASADO EN LOS DONES
Para tener un AVANCE EN LA COSECHA, tenemos que cambiar nuestro concepto del liderazgo,
de una mentalidad secular de “enseñorearnos de la gente” a un enfoque de “movilizar equipos de
acuerdo a sus dones”. Como escribiera Pablo en Efesios 4:11-12 (NVI): “Él mismo constituyó a
unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de
capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo”.
T. J. Addington lo llama «cambiar de “estar a cargo” a “asociaciones de igualdad”».
A menudo, nosotros los líderes no queremos delegar y empoderar a otros porque pensamos que
no harán las cosas tan bien [como nosotros], pero a veces no queremos delegar porque pensamos
que lo harán mejor. El temor y el orgullo triunfan sobre la fe y la confianza. Tenemos que
arrepentirnos de estos temores que impiden que el pueblo avance, y metámonos en el paradigma
de la humildad de Dios, el cual nos lleva al poder que transforma vidas. Además, ¿cómo
podemos multiplicar las iglesias si no multiplicamos los líderes? ¿Y cómo podemos multiplicar
los líderes si no los entrenamos? ¿Y cómo pueden ser entrenados si no reciben experiencia? Y
tampoco pueden recibir experiencia sin ser empoderados. Recuerdo una ocasión en la cual le
pedí a cierta persona que diera el estudio bíblico un miércoles en la noche. Su respuesta
inmediata fue: “¿No estará usted aquí?” Esto me hizo reflexionar. En nuestra cultura eclesiástica,
nos creemos que se le debe dar responsabilidad a un líder potencial solamente cuando el pastor
no va a estar presente. Pero es una idea equivocada, o al menos carece de visión de futuro. Por
eso, le contesté: “Yo estaré aquí, pero pienso que usted debe hacerlo. Todo le saldrá bien”.
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Me alegro mucho de haberle extendido la invitación, porque nunca olvidaré lo que aprendí
aquella noche.
Raúl dio el estudio bíblico. Leyó un pasaje sobre los dones, y luego dio a cada persona presente
un pequeño paquete. No sabíamos lo que era, pero parecía un regalo. “¿Qué debe usted hacer
para averiguar lo que contiene su paquete?”, preguntó él. Nuestra contestación fue que debíamos
abrirlo primero, y así procedimos a hacerlo. Nos quedamos sorprendidos cuando nos dimos
cuenta de que cada persona tenía una pieza de un rompecabezas en sus manos. Entonces él
preguntó: “¿Qué debemos hacer para que sea útil este objeto que tenemos en mano?” En ese
momento, entendimos lo que el líder quería enseñarnos. Si queríamos ver el rompecabezas
armado, tendríamos que trabajar juntos. Así que nos fuimos a una mesa y trabajamos juntos,
poniendo los pedazos del rompecabezas en su debido lugar hasta que comenzamos a ver una
hermosa escena de una iglesia en un campo. Pero nos dimos cuenta de que nos faltaban algunas
piezas para terminar el rompecabezas. “Raúl, nos faltan piezas”, le dijimos. Él nos pidió que
regresáramos a nuestros asientos, y entonces nos dijo, lleno de emoción: “Se nos ha dado un don
espiritual a cada uno de nosotros. Pero ese don no tiene función alguna por su propia cuenta. Se
supone que encaje con los dones de los demás. Y hay piezas que todavía faltan. Tenemos que
traer más almas para Cristo, y entonces los dones de estos nuevos creyentes habrán de completar
la obra que comenzamos en esta iglesia. Pero la única manera de lograrlo es si todos trabajamos
juntos”. ¡Qué buena lección aprendimos ese día! Estamos incompletos si estamos solos. Sólo al
estar en comunidad con otros creyentes podemos descubrir nuestros dones y usarlos plenamente.
Las iglesias más saludables y completas no son aquellas donde solamente unas pocas personas
están empleando sus dones. Dios da dones a todo Su pueblo, y Él quiere que todos esos dones
sean empleados para llevar a cabo Sus propósitos.
Nótese la siguiente tabla, la cual contrasta dos estilos de liderazgo:
EL LÍDER AUTORITARIO:
Dice: “Sígueme”.
Decide cuáles serán su visión y metas
para la iglesia.
No delega, sino que sólo da órdenes.
Toma las decisiones por su cuenta.
Se queja de los puntos débiles de la
congregación.
Lo hace todo por su cuenta: predicar,
visitar, orar, enseñar, dirigir el culto,
etc.
Considera a los otros líderes como
rivales y amenazas.
EL LÍDER SERVICIAL:
Dice: “Sigamos a Jesús”.
Trabaja con los líderes para discernir
la visión y metas que Dios tiene para
la iglesia.
Involucra a los demás.
Invita a otros a participar en la toma
de decisiones.
Fortalece a la congregación en sus
áreas débiles.
Entrena a otros para que ministren, y
los afirma.
Considera a los otros líderes como
compañeros y bendiciones de Dios.
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Para que haya un AVANCE EN LA COSECHA, tenemos que hacer las cosas de manera
diferente. Debemos equipar, empoderar y animar a aquellas personas que tengan dones para que
sean líderes —maestros, pastores, apóstoles, profetas y evangelistas—. ¡Forme equipos! Claro
que puede ser complicado (Prov. 14:4), pero es más eficaz y puede ser más divertido de esta
manera. Usted no debe, ni tampoco puede, hacer todo el trabajo a solas. Un viejo proverbio
africano dice: “Si usted quiere llegar rápidamente, vaya solo. Pero si usted quiere llegar lejos,
vaya junto con otros”. El rol del líder es demostrar cómo se hace el trabajo en equipo. Él no es la
estrella del equipo, sino el entrenador. Al equipar a TODOS los creyentes nos acercamos a un
avance en la cosecha.
CAMBIO #3
DE UNA FE SEGMENTADA A UNA FE INTEGRADA
El verdadero discipulado significa un cambio de cosmovisión —una nueva manera de percibir e
interpretar la realidad—. Una cosmovisión bíblica cubre todas las áreas de la vida y no permite
que haya una segmentación de la fe. Los siguientes diagramas muestran la diferencia entre una
perspectiva segmentada y una perspectiva integradora de la fe y la vida.
Finanz
as
Famil
ia
Vida
Social Deporte, etc…
Finanz
as
Políti
ca
Famil
ia
F
Vida
Social
FE SEGMENTADA
Políti
ca
Deporte,
etc…
FE INTEGRADA
El pensamiento dualista ha influenciado la iglesia hasta el punto de debilitarla. Debilita la iglesia
porque limita su esfera de influencia. Cuando compartimentamos nuestra fe, la misma pierde su
sabor. Tenemos que recobrar el holismo e integrar nuestra fe a todas las áreas de la vida.
Como dijera Abraham Kuyper, pastor y primer ministro de los Países Bajos entre los años 19011905: “En todo el ámbito de nuestra existencia humana, no hay área alguna de la cual Cristo, el
Soberano de todo, no diga: ‘¡Esto es mío!’”.
1) Por ejemplo, hemos divorciado la ortodoxia de la ortopraxis. Se dice comúnmente: “Sólo
cree en las cosas correctas”. Se nos ha hecho creer que si creemos en un conjunto de
reglas y normas correctas habremos de “entrar al cielo”. Hemos divorciado la ortodoxia
de la ortopraxis relacional a tal grado que, como algunos dicen: “Tenemos la mente tan
puesta en el cielo que no hacemos ninguna cosa buena en este mundo”. El pensamiento
dualista moderno ha facilitado el que podamos tratar [la fe] como si fuera un
compartimento adicional de la vida que no necesariamente influye sobre las demás
facetas de la vida. Esto es tan incongruente como el oficial nazi que alimenta y acaricia a
su mascota, ama a su esposa e hijos, y luego sale a trabajar todo el día como operador de
una cámara de gas.
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2) Pensamos que tenemos “relaciones sagradas” y “relaciones seculares”. Hemos divorciado
la relación con Dios de la relación con el prójimo. Concebimos la salvación como la
restauración de mi relación con Dios, pero la realidad es que la salvación es mucho más
que eso. En ella se restaura esta relación vertical, pero también se restauran mis
relaciones horizontales en el contexto de la comunidad.
3) Pensamos que tenemos “cosas sagradas” y “cosas seculares”. Hemos divorciado la fe
dominical de la fe sabatina. Esto es similar al punto número 2. La “iglesia” no es
simplemente un lugar o un tiempo para actuar como cristiano. Las cosas que aprendo,
oigo, canto y oro el domingo en la mañana deben ser el fundamento de mis decisiones y
mis acciones del sábado en la noche, el lunes en la mañana y el jueves en la tarde. Lo que
sucede el domingo en la mañana debe equiparme para vivir como discípulo durante el
resto de la semana.
4) Hemos creado demasiadas facetas que consisten de “O UNO/O LO OTRO”, las cuales
debemos cambiar por “TANTO/COMO”. Por ejemplo: ser pro resultados vs. ser
relacionales, cuerpo vs. alma, justicia vs. equidad, y virtud personal vs. justicia pública.
¡Son facetas que deben estar juntas! La pobreza extrema y la injusticia social alrededor
del mundo exigen que tengamos enfoques holísticos del testimonio relevante en el
nombre de Jesús. Hemos divorciado la Palabra de la obra, la justicia de la justificación, el
cielo de la tierra, la gracia de la verdad. Dios está interesado en toda la creación, y Su
propósito consiste en redimirnos y hacernos participar en Su obra maestra de renovar
TODA la creación.
De hecho, el mundo también tiene hambre de eso. La acción social no es algo que debamos
escoger “en lugar del” evangelismo. La acción social es una forma de dar testimonio, una
manera de compartir las buenas nuevas de la redención exactamente en el área donde las
personas sufren. Es una manera de poner nuestra fe en acción (ortodoxia más ortopraxis). Es la
manera en que demostramos que nuestra relación con Dios influye en nuestras relaciones con los
demás y con la creación. Es la manera en que practicamos lo aprendido al reunirnos los
domingos en la mañana. Es la manera en que forjamos relaciones Y obtenemos resultados
prácticos. Eso es lo que la hermana Rosa hace cuando está plantando la iglesia de Dios en
Argentina —no solamente está “salvando almas”, sino que está formando comunidades holísticas
y alternativas en el reino—. Ella sigue el ejemplo de Jesús: ministrar a la persona entera.
CAMBIO #4
DEL EDIFICIO A LA COMUNIDAD
¿Por qué estamos tan obsesionados con los edificios? Una y otra vez oímos de plantadores de
iglesias exitosos que llaman a sus grupos de 40 o 50 creyentes por cualquier otro nombre que no
sea iglesia debido a que no tienen un edificio. En Buenos Aires, visitamos a un plantador de
iglesias y parte de su iglesia naciente en el 13er. piso de un rascacielos en medio de la ciudad.
Había menos de 10 personas en la sala, pero el plantador de iglesias comenzó a conectar un
micrófono a su sistema estéreo de manera que, en su opinión, pudiéramos “tener un culto”.
Afortunadamente, el supervisor nacional le dijo que no era necesario hacerlo.
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Una de las diferencias revolucionarias entre las primeras iglesias cristianas y las otras religiones
de aquella época consistía en que los cristianos se reunían en los hogares. No tenían un templo
designado, y todos eran sacerdotes. Los cristianos no van a la iglesia, sino que somos la iglesia.
La visión descrita tanto en Isaías 65 como en Apocalipsis 21 consiste de un cielo nuevo y una
tierra nueva. Para el pueblo judío, estas dos cosas se intersecaban en el templo. Pero el mensaje
radical de Jesús en el siglo I consistió en que Dios no las hizo intersecar en el templo, sino en la
persona de Jesucristo. Ahora Jesús mismo es el centro de la adoración, y Él es quien está
haciendo todas las cosas nuevas. Luego Jesús envió al Espíritu Santo de manera que pudiera
morar con nosotros. “Cristo en usted, la esperanza de gloria”. Este es el mensaje radical del
evangelio. Ahora el templo del Espíritu es cada uno de nosotros —de manera individual—, y
también todos nosotros —de manera corporativa—. Porque “en él [Cristo] todo el edificio, bien
armado, se va levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor. En él también ustedes
son edificados juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu” (Efesios 2:21-22, NVI).
Cierta vez vi a un líder que promovía la construcción de nuevos edificios para la iglesia, mostrar
un dibujo en el cual se había pintado un santuario nuevo junto a un edificio deteriorado. Le pidió
a la gente que mirara la pobre condición del edificio adyacente, y señaló que se trataba de la
clínica médica del pueblo. Se sentía orgulloso de que el centro de adoración tuviera mejor
apariencia de la clínica médica del pueblo, la cual estaba decrépita:
Tras oír a esta persona, me hice las siguientes dos preguntas:
− ¿En cuál de los dos edificios hubiera decidido Jesús pasar el tiempo?
− ¿Qué habría pasado si la congregación hubiera considerado pintar y arreglar primero la
clínica del pueblo, y después hacerse cargo de su propio lugar de adoración?
Tenemos que recobrar una tensión saludable entre la iglesia reunida y la iglesia esparcida. El
edificio es solamente un recurso más para las reuniones, la liturgia812 y la oración, aunque estas
cosas pueden efectuarse en dondequiera. Véase el siguiente diagrama:
PERSPECTIVAS INTEGRADAS SOBRE LA IGLESIA
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CAMBIO #5
DE CONJUNTOS CERRADOS A CONJUNTOS CENTRADOS (postura misional)
En el libro The Shaping of Things to Come (pág. 50), Frost y Hirsch hacen distinción entre el
enfoque encarnacional y el enfoque atraccional de la evangelización. El modelo de atracción
tiene una filosofía de “constrúyelo, y ellos vendrán”. El enfoque de la encarnación enfatiza el
carácter de la iglesia como “enviada”, y procura que salga a permear la sociedad. Nuestra
tendencia, como iglesia, es la de sentir que hemos “llegado a la cumbre”, y que nuestro trabajo
ahora consiste en ayudar a las pobres personas “perdidas” para que lleguen también a la cumbre.
Lamentablemente, no nos damos cuenta de cuán arrogante pudiera parecer esta postura a las
personas que llamamos “perdidas”. Frost y Hirsch hacen distinción entre los conjuntos cerrados
y los conjuntos centrados para propósitos de la evangelización. Los conjuntos cerrados son como
cercados. Unos están adentro, y otros están afuera. En vez de concebir la evangelización como
compartir “todo lo que sabemos y ustedes no”, tal vez sea más relacional el invitar a otros a venir
y crecer junto con nosotros. Frost y Hirsch dicen que las personas —cristianos e incrédulos—
están yendo de camino hacia el shalom de Dios, teniendo a Cristo como el centro. Estos son los
conjuntos centrados. Algunas personas están más cerca [del centro] y otros están más lejos.
Algunos se están acercando a Él y otros se están alejando de Él, pero todos están dentro de la
esfera de Su alcance. Y todos podemos ayudarnos los unos a los otros, sin importar dónde nos
encontremos. Este cambio de mentalidad puede ayudarnos a pensar menos con las categorías de
“nosotros” y “ellos”. Esto también evita las actitudes de superioridad en las misiones y la
evangelización, y nos capacita para ver la imagen creacional de Dios en todas las personas. Esto
no es un tipo de universalismo blando, sino una diferencia en postura cuando se anuncia el
evangelio y se testifica de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
Este cambio no solamente nos ayuda a evitar las actitudes de superioridad, sino que también
puede servirnos de antídoto contra el legalismo. Cuando uno trabaja bajo el paradigma del
conjunto cerrado, uno tiende a trazar de manera cada vez más rígida el lindero que divide a los
de adentro y los de afuera. Por otra parte, el paradigma del conjunto centrado nos liberta para que
tratemos a los demás con gracia y misericordia, en gratitud por la manera en que Dios nos ha
tratado a nosotros con gracia y misericordia.
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CAMBIO #6
DE POSEER Y CONTROLAR A EJERCER MAYORDOMÍA Y ENVIAR
T. J. Addington nos exhorta a trabajar en situaciones de cooperación, y a servir con las manos
abiertas. Él dice: “No somos dueños de nada, ni controlamos nada, ni consideramos nada como
nuestro”. Nuestro mensaje para nuestros compañeros líderes, especialmente para aquellos que
están en situaciones transculturales, debe ser: “Estamos aquí para servirle, y no para controlarle.
No somos dueños de nada. Sólo somos mayordomos”. Esto no sólo requiere un espíritu de
humildad, sino también un cambio de mentalidad de la competición a la cooperación. Esto es
muy difícil, particularmente en el contexto norteamericano, porque a menudo estamos poco
dispuestos a aceptar la ayuda de los demás. Nos gusta conceptuarnos a nosotros mismos como
personas que dan y arreglan, y no como personas que reciben o tienen necesidad.
Aun cuando se habla sobre la visión liderazgo, mucho de lo que oímos parece enfocarse en el
EGO y en AUMENTAR SU INFLUENCIA PERSONAL, prestando poca atención a la otra
persona, por no decir nada de los más pequeños, los últimos y los perdidos. Se oye decir: “Mi
liderazgo, mi influencia, mi visión…”. ¿Qué habrá pasado con la expresión: “tenemos que
menguar para qué Él crezca”? ¿Y qué podemos decir de esta otra: “Si alguno quiere ser el
primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos”? Con los lentes del evangelio, tenemos
que reorientar nuestra perspectiva como pueblo que aprende CON y DE los más pequeños, los
últimos y los perdidos.
La actitud de “poseer y controlar” está enlazada con el factor miedo. El “ejercer mayordomía y
enviar” está más en armonía con el factor fe.
Para que haya un verdadero avance en la cosecha, tenemos que emplear TODOS los dones y a
TODOS los obreros. Frost y Hirsch, en su libro The Shaping of Things to Come, nos explican
cómo los líderes lo logran:
Filosóficamente considerado, todo lo que un gran líder visionario hace es avivar y emplear los
sueños y visiones de los miembros de una comunidad particular, y darles una coherencia más
profunda mediante una visión abarcadora que entrelace todas las “pequeñas visiones” de los
miembros del grupo. El hecho es que ninguna persona estará dispuesta a dar la vida por mi
sentido de propósito en la vida. Esa persona solamente lo hará por su propio sentido de propósito
[en la vida]. Mi deber como líder consiste en articular la visión de tal manera que los demás
estén dispuestos a integrar su sentido de propósito [en la vida] a la visión general de la
comunidad. Ellos estarán motivados por la visión del líder tan sólo si percibieren que la visión
general legitima sus visiones particulares.
CAMBIO #7
DESDE LA ADICIÓN A LA MULTIPLICACIÓN
Hacer nosotros el trabajo vs. equipar y trabajar CON los demás
Mi amigo Ron fue misionero en las Filipinas, y estaba una vez en un área rural cuando mató a
una gallina al atropellarla con su automóvil. El granjero vino a la escena, y estaba triste por haber
perdido la gallina. Ron, metiendo la mano en el bolsillo, le preguntó cuánto le debía por matarle
la gallina. El granjero, mirando el plumaje ensangrentado, se rascó la cabeza, y tan sólo le dijo:
“¡Ay, los huevos que iba a poner!”. En ese momento, Ron comprendió que el granjero no
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solamente quería una indemnización por la gallina, sino también por los huevos que ésta hubiera
producido. Así que, mientras Ron sacaba más dinero, le preguntó: “¿Cuánto le debo por la
gallina y los huevos?”. El granjero seguía meneando la cabeza, y le contestó: “Algunos de los
huevos hubieran producido polluelos”. =)
¡Este granjero entendía la multiplicación!
Al pensar en esta historia, me doy cuenta de que la esposa del granjero podría haber alimentado a
la familia con algunos de los huevos. Se podría haber vendido alguno de los huevos en el
mercado, y esto hubiera provisto a la familia de dinero en efectivo para cubrir otras necesidades.
Y además, algunos huevos pudieran haber producido polluelos, no solamente para comer carne,
sino para multiplicar este ciclo de surtido. Un granjero con poca educación [formal] comprendía
el poder de la multiplicación.
El rápido crecimiento poblacional en el “sur mundial” y el menguante testimonio en Occidente
exigen enfoques de multiplicación. Este último cambio es un cambio muy práctico y estratégico.
2 Timoteo 2:2 es el pasaje clásico de la multiplicación. Y Rosa está haciendo exactamente lo que
ese pasaje enseña. Y esto es una cosa buena. Como dice J. R. Woodward: “Porque a medida que
los entrenadores encarnan [el evangelio en] sus vidas y ministerios en el cuerpo, el cuerpo entero
será despertado y estimulado para vivir en el mundo, por el bien del mundo, a la manera de
Cristo”.
Les daré tres ejemplos de paradigmas que debemos romper para lograr un avance en la
plantación de iglesias y las misiones. Las mismas son estrategias que sólo permiten la adición
lenta; y algunos las llaman estrategias de disminución. Los siguientes tres obstáculos a la rápida
multiplicación son de carácter práctico, pero también sistémico:
1. Un obrero a tiempo completo. Si queremos alcanzar a esta generación para Cristo,
tenemos que cambiar los obreros a tiempo completo por plantadores de iglesias
bivocacionales.
2. Un graduado de seminario teológico, plenamente entrenado. Tenemos que cambiar a
un tipo de adiestramiento práctico que proporcione las destrezas prácticas a aquellos que
tengan el llamado a plantar iglesias.
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3. Un edificio dedicado. Tenemos que movernos hacia un concepto bíblico del espacio
sagrado —que consiste en dondequiera dos o tres estén reunidos [en Su nombre], y en
que todo el cosmos es tierra santa y, por lo tanto, adecuado para la adoración—.
CONCLUSIÓN:
Estos siete cambios en la misión pueden ayudarnos a seguir sirviendo a Dios con esperanza y
gozo. Basada en las Escrituras, y dirigida por el Espíritu, la comunidad de fe puede evitar los
extremos de “una misión sin iglesia” (por un lado) y de “una iglesia sin misión” (por el otro
lado). Podemos tener un enfoque integrado en cuanto a dar testimonio para el reino de Dios.
Si la iglesia se mantuviera conectada al poder del Señor resucitado y al poder de Pentecostés, y si
pudiera dar inicio a estos siete cambios en su misión al mundo, podemos llegar a ser la iglesia
FIEL y FRUCTÍFERA que Dios quiere que seamos, y tendremos el comienzo de un AVANCE
hacia una cosecha abundante.
El Dr. John Wagenveld es Director Ejecutivo del Ministerios Red de Multiplicación. La visión de
MRM es ver una iglesia sana, representando el reino de Dios en cada comunidad. Para lograr
esto, MRM entrena y equipa plantadores de iglesias para establecer nuevas comunidades de fe.
Para obtener más información, visite www.multiplicationnetwork.org
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