Quevedo. Sueños

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SUEÑOS Y DISCURSOS
SUEÑOS Y DISCURSOS
APROBACIÓN.
Estos tratadillos de diferentes argumentos, que han sido
preciados por hombres doctos, y leídos con mucho gusto por
curiosos y amigos de buenas letras, procuran salir a luz con
título de Sueños de verdades descubridoras de abusos,
engaños y vicios en todos los géneros de estados y oficios del
mundo, por don Francisco de Quevedo Villegas, etc. Y para
este efeto los he reconocido y examinado por mandado y
comisión del Excelentísimo señor Obispo de Barcelona, y
digo que conforme van en el original que yo he censurado,
pueden salir en público por la impresión sin peligro, por no
haber en ellos cosa contraria a la Fe católica ni buenas
costumbres. Antes bien, tengo por cierto que de la agudeza de
ingenio, fértil de tan varia erudición, declarada con lenguaje
tan limado y terso, quedarán contentos los que leyeren, y aun
los que bien saben aprenderán muchas cosas de provecho.
Este es mi parecer, y en testimonio firmé de mi mano esta
cédula en Santa Caterina Mártir de Barcelona a 18 de enero
1627.
Fray Tomás Roca.
Die 25 mensis Ianuaria 1627. Imprimatur.
Io Epis. Barcin.
Don Michael Sala, Regens.
LO BISBE DE SOLSONA, LOCTINENT Y CAPITÀ
GENERAL.
Per quant per part de Joan Sapera, llibreter de la present
ciutat nos es estat referit que desija imprimir un llibre intitulat
Sueños de verdades descubridoras de abusos, vicios y
engaños en todo género de estados y oficios, compost per don
Francisco de Quevedo Villegas, suplicant sie de mercé nostra
donar y concedirli licencia, atesa la licentia del ordinari.
Perçò, ab tenor de la present, de nostra certa scientia y real
autoritat concedim licentia al dit Joan Sapera perquè ninguna
persona sens son orde y llicencia nols puga imprimir ni
vendre sots pena de perdre los motllos y aparells de la
impresió, y de cinc cents florins or de Aragó als reals cofres
aplicadors, y dels bens dels contrafaents irremisiblement
exidors, conforme més llargament conté en lo privilegi real, y
que lo present privilegi sie durador per temps de deu anys
prop pasats, los quals pasats sie extincta y finida. Dat en
Barcelona a VI de mars MDCXXVII.
El Obispo de Solsona.
Ut Don Michael Sala, Regens.
Ut Don Iacobus de Lupia.
et Doms. Reg. Thesau., Michael Pérez.
In diverso loc., XXIII.
Fol. CCLXXXV.
DEL DOCTOR DON MIGUEL RAMÍREZ,
APROBACIÓN.
Por comisión general
de un buen consejo miré
este libro, y no habla mal;
gracia y sal tiene, y a fe
que cura llagas su sal.
Contra la fe en nada va,
consejos a tiempos da,
castiga a quien lo merece,
parecerá, si parece,
y así imprimir se podrá.
DEL BACHILLER PEDRO DE MELÉNDEZ,
APROBACIÓN.
Por comisión general
del Consejo, sin pedillo,
vi este libro con cuidado,
y está bien, y bien mirado
¿quién puede contradecillo?
Con discreción, sin mentir,
murmura por corregir
algunas malas costumbres;
quita de vicios vislumbres,
y así se podrá imprimir.
DE DOÑA RAIMUNDA MATILDE, DÉCIMA.
Murmurando decir bien,
diciendo bien, murmurar,
de todos satirizar
y hablar de todos tan bien,
solo se hallará en quien
al mismo infierno ha bajado,
y aunque el bien ha deseado
y el mal desterrar procura,
es ya tal su desventura
que el mal Que-vedó ha quedado.
DEL CAPITÁN DON JOSEPH DE BRACAMONTE,
DIALOGÍSTICO SONETO ENTRE TOMUMBEYO
TRAQUITANTOS, ALGUACIL DE LA REINA
PANTASILEA, Y DRAGALVINO, CORCHETE.
Alguacil. Por el Alcázar juro de Toledo
y voto al sacro paladión1 troyano,
que tengo de vengarme por mi mano
y hacer manco del otro pie2 a Quevedo.
Corchete. Yo a la Santa Inquisición, si puedo,
le tengo de acusar de mal cristiano,
probándole que cree en sueño vano
y habló con los demonios a pie quedo.
Alguacil. Aquesto, Dragalvino, poco importa,
las verdades que dice tengo a mengua;
saberlas todos, esto me deshace
el corazón y alma.
Corchete.
Su lengua corta
y publicarlas no podrá sin lengua,
que esto del murmurar la lengua lo hace.
Mas temo si lo hacemos,
1
sacro paladión: el paladión era la estatua de Palas Atenea, que se
veneraba en Troya.
2 manco del otro pie: Quevedo era cojo de un pie.
según su pico y lengua me promete
que, fuera una, no le nazcan siete3.
DE DOÑA VIOLANTE MISEVEA, SONETO A TODO
LECTOR DESTOS SUEÑOS EN DEFENSA Y
ALABANZA DEL AUTOR.
Hola, lector, cualquiera que tú seas,
si aquestos Sueños a leer llegares
y de la vez primera te enfadares,
segunda, por tu vida, no los leas.
Si te tocan y acaso los afeas
con que sueños son sueños, no repares,
que si como aquestos son los que soñares
no pecarás, a fe, aunque en sueños creas.
Pero si no te tocan, ve volando
y di a todas las gentes que los gusten,
que el premio es flor que esconde un basilisco,4
y no murmuren más de don Francisco,
ignorantes, ni es bien que a él se ajusten:
durmiendo sabe él más que otros velando.
EL AUTOR AL VULGO.
Si dices mal de mi sueño,
vulgo, como tal harás,
mas di, que con decir más
dices bien dél y del dueño.
Diga él mal y tú también,
tú dél y él de quien pretende,
que todo para el que entiende
le está a su gusto muy bien.
Pues si es tu fin ser Marcial5
y decir que es malicioso,
lo alabas por ingenioso
diciendo que dice mal.
3
siete: alusión a la hidra, que tenía siete cabezas y cuando se le cortaba
una le nacían otras siete de cada cuello.
4 flor que esconde un basilisco: el basilisco era un animal fantástico que
mataba con la vista.
5 Marcial: famoso satírico latino.
Mas, vulgo, pues sé quién eres,
a la larga o a la corta
diga yo lo que me importa
y di tú lo que quisieres.
AL DOCTOR JUAN COLL, CANÓNIGO DE LA
ILUSTRE CATEDRAL DE LA SEO DE URGEL.
No dedico a v. m. este libro para obligarle a que le ampare
y defienda, porque además de que eso sería ponerle a v.m. en
un inmenso trabajo y muy ajeno de su edad y estado, es cosa
que siempre en toda dedicatoria de libros me ha crucificado
el entendimiento, teniéndola por tan superflua como lo es el
pedir un imposible, porque el día que el libro sale de la tienda
y llega a manos del que le lee, está sujeto a que lo murmure
quien quisiere y, lo que es más cierto, quien menos sabe y
menos le entiende; y es mal tan viejo, común e irremediable
este de deslucir y tener en poco los ignorantes tordos a las
doctas filomenas6, que por esto dijo bien un discreto que era
la murmuración, en estas y otras ocasiones, sarna antigua,
pegajosa e incurable, de los malos entendimientos y
perniciosas voluntades. Y así es disparate y pusilanimidad
grande hacer caso desto los que reparan en imprimir y sacar a
luz obras buenas y alabadas y calificadas por tales de los
doctos y sabios. Además desto, rogar a los varones ilustres a
quien se dedican los libros a que los defiendan y amparen,
puesto que no lo han de hacer con la acicalada lengua de la
espada, ni es posible, que eso sería obligarles a que como el
querubín del Paraíso estuviesen siempre jugándola7 y
volviéndola a una y otra parte sin cesar, es en buen romance
pedirles que sean tapabocas o frenos de maldicientes, que eso
es pedir no sólo cosa indecente e imposible sino (y lo que
más es) despertar a los tales a que lo murmuren más. Razón
que convenció al rey Filipo, padre de Alejandro, a que no
desterrase de sus reinos (como le aconsejaban algunos) a
ciertos murmuradores suyos, diciendo que eso era querer
añadir leña al fuego y que le murmurasen y aun disfamasen
6
filomena: nombre poético del ruiseñor; símbolo aquí de los poetas
entendidos.
7 jugar: jugar las armas es manejarlas con destreza. Alude al querubín
que guardó la entrada del Paraíso después de la expulsión de Adán y Eva,
el cual manejaba una espada de fuego.
más hasta entre gentes extrañas8. Cuanto y más, señor, que
este libro es tal que él y su autor ahorrarán a v. m. deste
trabajo, pues soy cierto se sabrán defender muy bien ellos
mismos con las muchas verdades que saben decir a todos,
como lo experimentará quien este libro leyere y se advierte
en el Prólogo al letor. Solo, pues, ofrezco a v. m. esta
obrecilla, aunque pequeña en cantidad grande en la calidad,
lo uno porque es v. m. el que entiende y sabe, y así con su
nombre va este libro por todo el mundo muy honrado y
autorizado; y lo otro, en muestras de agradecimiento y en
feudo de mi rendimiento y de que me conoscan todos por
hechura suya y su mayor criado en voluntad y afición y
deseos de servirle, y que, como a tal, deseo entretenerle y
divertirle de sus muchos y muy graves negocios, y acertar a
darle gusto, pues sé lo será este más que cuantas cosas podría
ofrecerle, porque siendo el libro tan ingenioso y agudo, es
muy conforme al ingenio y erudición de v. m., que es tan
grande; y, por otra parte, mi caudal tan corto que por fuerza
me he habido de valer para acertar a servirle de obras ajenas
(que son las que a nosotros libreros nos hacen bien o mal,
daño o provecho) y de las mejores y más calificadas, cuales
son estas y su autor. Y pues estimar voluntades y buenos
deseos que engrandecen las más pequeñas obras descubre
rayos de nobleza y de divinidad, reciba v. m. estos, ya que no
el acierto dellos; cuya persona Dios largos años me guarde,
como este su criado ha menester, y merece la honra y
provecho que ha hecho a su ilustrísimo Cabildo e insigne
catedral de la Seo de Urgel, de donde tan méritamente es
canónigo.
Desta su casa, hoy a 31 de marzo 1627.
Criado de v. m., Juan Sapera.
AL ILUSTRE Y DESEOSO LECTOR.
PRÓLOGO.
8
Filipo de Macedonia: es esta una anécdota muy conocida en el Siglo de
Oro.
Refiérese, no sé si por modo de cuento gratioso y ficticio,
que estando una vez muy enfermo un soldado muy preciado
de cortés y ladino9, entre muchas de sus oraciones, pregarias
y protestaciones que hacía, finalmente vino a rematarlas
diciendo:
—Y Dios me libre de las manos del señor Diablo—,
tratándole siempre con esta cortesía todas las veces que le
nombraba. Reparó en esto último uno de los circunstantes,
preguntándole juntamente luego por qué llamaba señor al
diablo, siendo la más vil criatura del mundo. A que respondió
tan presto el enfermo diciendo:
—¿Qué pierde el hombre10 en ser bien criado? ¿Qué sé yo
a quién habré de menester ni en qué manos he de dar?
Digo esto, señor lector, porque supuesto que nuestra
lengua vulgar, a diferencia de la latina, tiene un vuesa
merced11 y otros varios títulos, mayormente cuando no se
conoce la calidad y estado de la persona con quien se habla,
por no parecer a nadie descortés, y por el consiguiente,
malquisto y aborrecido de todos, me ha parecido tratar a v. m.
con este lenguaje y término, bien diferente de cuantos yo he
podido ver en todos los prólogos de los libros al lector
escritos en romance, donde tratan a v. m. con un tú redondo,
que si no arguye mucha amistad y familiaridad, por fuerza ha
de ser argumento de que quien habla es superior y mandón, y
a quien se habla inferior y criado.
Y hanme movido a esto las mismas razones del susodicho
soldado enfermo, atendiendo y considerando a que es la
cortesía la llave maestra para abrir la voluntad y afición, y la
que costando poco vale mucho; y que, en resolución, no
puedo perder nada en ser cortés, que antes entiendo perdería
mucho si no lo fuese, que quien ha de menester es muy necio
si regatea cortesías; y más yo, que tanto necesito de todos
para que me compren este libro que saco a luz a mi costa, y
para que, comprado y leído, me le alaben, con que de camino
inciten y muevan unos a otros a que hagan lo mismo, y tenga
con esto este libro lo que merece su bondad, y mayor
expedición y corrida y yo mayor ganancia, para que con esto
queden todos aprovechados, yo vendiendo y los otros
comprando y leyéndole. Verdad sea que para esto último de
9
ladino: sagaz, inteligente.
el hombre: usado como impersonal (uno).
11 vuesa merced: era el tratamiento de cortesía; otros como el vos o el tú
eran de más confianza o de menosprecio.
10
que alaben estas obras de ingeniosas y agudas confío dará
poco trabajo y ningún cuidado a los aficionados a ellas y a su
autor; pues ellas proprias se traen consigo la recomendación y
alabanza y el Quevedo me fecit12, porque son tales que solo
tal autor podía hacer obras de tanta erudición y agudeza, y
ellas por tener tanto de entrambas solo podían ser hijas de tal
y tan raro ingenio, que si el autor es y debe ser conocido y
celebrado por estas obras más que por cuantas ha hecho y se
le han impreso hasta hoy en su nombre, ellas también quedan
estimadas y calificadas por lo que son con sólo saber (como
ya todos saben) que las hizo don Francisco Quevedo. Y con
él y con ellas no me da tanto cuidado como podía darme una
de las razones que me movió a tratar a v. m. con esta cortesía,
considerando que no sé en qué manos ni en qué lenguas ha de
dar este libro que sale agora al teatro del mundo, donde nunca
faltan censurantes y mal contentos, que con toda propriedad
se llaman zoilos13 y críticos14, días peligrosos a la salud de
los buenos entendimientos, de quienes se puede entender lo
que dijo el doctísimo jurisconsulto don Mateo López Bravo:
«Ridendi vero, Romanuli, et Graeculi nostri, qui
Gramaticorum infantia superbi, et omnium rerum quantum
garruli, ignari, triplici lingua, stulti, a doctis noscuntur»;
porque si v. m. las lee, no de prisa ni a pedazos sino de
espacio y con atención todo él, pues no es muy grande, si no
quiere que se le pasen algunas de sus muchas sutilezas y
agudezas por alto y por entre ringlones, soy más que cierto
que no se quejará de que ellas y quien las hizo es parcial y
acceptador de personas15, sino que a todos habla y a todos
dice la verdad clara y lisa, y lo que siente, sin rastro de
lisonja; y si acaso escuece y pica, considere que no es sino
solo porque cuanto se dice es verdad y desengaño, que todos
le quieren y nadie por su casa, y así no hay sino paciencia y
calle y callemos, que sendas nos tenemos16. Y harto mejor
fuera quejarse de las faltas tan grandes del mundo que
12
me fecit: expresión para marcar la autoría. «Quevedo me hizo».
zoilo: se aplica al crítico presumido; es nombre de un famoso crítico
antiguo que tuvo fama de maldiciente.
14 críticos: juega con el sentido de censuradores, y el de días críticos en
que hace crisis una enfermedad.
15 acepción de personas: vicio del juez que consiste en juzgar con
parcialidad.
16 calle y callemos, que sendas nos tenemos: frase proverbial que
significa que hay que tener cuidado porque puede uno recibir el pago en
la misma moneda.
13
movieron al autor a hablar tan claro contra ellas diciendo la
verdad, que por eso dijo bien cierto alcalde que vio preso a un
estudiante porque hizo una sátira en que decía las faltas del
lugar, que harto mejor fuera haber preso a los que las tienen.
Y cuando nada desto baste a que deje de haber quien se queje
y murmure destas obras y de su autor, quiero hacer acordar a
v. m., señor lector, sea quien fuere, aquel cuentecillo de cierto
clérigo viejo que tenía una higuera con sus higos ya
sazonados y maduros, a la cual subiendo unos estudiantes a
hacerles declinar jurisdición bucólica17, pensando él, por ser
corto de vista, que eran aves o algunas crueles sabandijas,
puso en ella espantajos hasta conjurarlos; pero viendo que
nada desto aprovechaba, considerando cuán buenas son las
oraciones mezcladas en piedras, armas primeras del mundo,
se resolvió de tirarlas a estos tordos racionales diciendo que
también Dios había dado virtud a las piedras como a las
plantas y hierbas, y hízolo con tal denuedo que dio con ellos
ramas abajo y muy bien descalabrados. Sin propósito
parecerá a v. m. este cuento, y será o por no saberme yo bien
explicar, o por no quererme v. m. entender, que no hay más
mal sordo que el que no quiere oír; pero yo sé lo entenderá si
ahonda un poco en sus sentidos varios que le puede dar,
como en todo lo deste libro, y por si acaso quiere que yo lo
explique, con ser así que frustra exprimitur, quod tacite
subintelligitur, l. iam dubitari, dígole que si acaso no le
obliga la cortesía y humildad con que le trato, mire lo que
dice y cómo y de qué murmura y dice mal, si del autor del
libro o de sus obras; y guárdese de alguna lluvia de piedras de
las muchas verdades, duras y secas, que este libro tiene y su
autor puede enviarle, que le descalabren y hagan caer de
arriba abajo, quiero decir de su estado18 y buena opinión que
tiene de sabio, y no haga le tengan por ignorante,
murmurador y soberbio maldiciente y del número de unos
necios que quieren parecer sabios en no haber libro que bien
les parezca ni cosa de que no hagan burla y menosprecio. Y
guárdense no les suceda a los tales lo que al asno de Sileno19
que puso Júpiter entre las estrellas, que por ser ellas tan
17
jurisdición bucólica: a comérselos; bucólica, en el lenguaje burlesco,
aludía a la comida, por la relación con «boca».
18 de su estado: caer de su estado significa desmayarse y aquí perder la
buena fama.
19 asno de Sileno: Sileno ayudó a Júpiter en su lucha contra los gigantes,
y en recompensa puso Júpiter entre las estrellas al asno con que Sileno
había servido en la guerra.
resplandecientes y claras y él auribus magnis, como advirtió
Luciano, descubrió más su disforme fealdad con grande
infamia. Y adviertan que el epíteto del autor es el satírico. Y
créanme y no errarán, que es más que temeridad echar
piedras al tejado del vecino quien tiene el suyo de vidrio.
Y nadie se maraville de que llame a v. m. con este título,
al parecer nuevo, de ilustre y deseoso letor, porque cuando no
le mereciera por la dotrina común y sabida del filósofo20, que
todo hombre naturalmente desea saber, cosa que se alcanza
con el estudio y atenta lición y meditación de los libros
buenos, dotos, agudos, ingeniosos y claros, por sólo este
libro, que lo es tanto como el que más, le merecía muy en
particular, pues es el que ha sido tan deseado, así de cuantos
han leído algo destos Sueños y discursos, como de los que
han oído referir y celebrar algunas o alguna de las
innumerables agudezas que contienen, lastimándose de verlos
ir manuscritos tan adulterados y falsos y muchos a pedazos y
hechos un disparate sin pies ni cabeza, y tan desfigurados
como el soldado desdichado que habiendo salido de su tierra
para la guerra con bizarría, tallazo, galas y plumas, vuelve a
ella después de muchos años más desgarrado y rompido que
soldado21, con un ojo menos, hecho un monóculo, medio
brazo, con una pierna de palo, y todo él hecho un milagro de
cera22, bueno para ofrecido, con el vestido de la munición23,
sin color determinado, desconocido y roto, pidiendo limosna;
o como la cortesana que ha corrida a Italia, Indias y la casa de
Meca y del Gran Solimán. Por lo cual, cuantos han sabido
que yo los tenía enteros y leídos por hombres dotos y
entendidos con particular curiosidad y atención, me han
solicitado con grandes instancias los hiciese comunes a todos
dándolos a la impresión, asigurándome grande gusto y lo que
más es, grande provecho espiritual para todos, pues en ellos
hallarán desengaños y avisos de lo que pasa en este mundo y
ha de pasar en el otro por todos, para estar de todo bien
20
filósofo: Aristóteles; alude al comienzo de su Metafísica: «todos los
hombres desean por naturaleza saber».
21 soldado: nótese el juego de palabras soldado, militar, y soldado, unido
en una pieza, que hace chiste con «rompido».
22 milagro de cera: evoca las mutilaciones con la imagen de los ex votos
de cera que reproducían miembros sanados, y que se ponían en iglesias y
santuarios.
23 munición: pertrecho del ejército; solo tiene para vestirse la ropa que le
han dado en el ejército.
prevenidos, que mala praevisa minus nocent24; con que me
he resuelto a condecender con el gusto y deseo de tantos,
confiado en que v. m., señor letor, me agradecerá este trabajo
y gasto con comprarle, que con solo esto me daré por
satisfecho y aun por pagado.
Y por la agudeza y sutil modo de hablar de este libro,
porque no caiga en alguna equivocación, ruego a v. m. que
antes de leerle corrija algunas erratas que van advertidas al
principio del libro. Que también sería demasiada
presumpción y mucha particularidad pretender que saliese
este libro sin ellas, siendo tan inevitables y incorregibles
como los mismos impresores, que como a tales es mejor
dejarles aherrojados con sus yerros25 y mentiras de molde. Y
porque entienda v. m., señor letor, que le deseo toda honra y
provecho, y guardarle de todo peligro, ruego a Dios Nuestro
Señor le haga como el rey de las abejas, que contiene y da de
sí por la boca la dulzura de la miel, y no tiene aguijón26 por
no quedar muerto picando con él, como acontece a todas las
demás abejas que le tienen, si bien en la cola y no en la boca;
y le guarde de correctores de vidas y obras ajenas y
sopladores de las suyas propias, que no se venden porque
ellos venden en ellas a cuantos ven y tratan.
EL SUEÑO DEL JUICIO FINAL.
AL CONDE DE LEMOS, PRESIDENTE DE INDIAS27.
A manos de v. Excelencia van estas desnudas verdades que
buscan no quien las vista, sino quien las consienta, que a tal
tiempo hemos venido que, con ser tan sumo bien, hemos de
rogar con él. Prométese siguridad en ellas solas. Viva vuestra
Excelencia para honra de nuestra edad.
Don Francisco Quevedo Villegas.
24
La frase es proverbio latino conocido: los males prevenidos dañan
menos.
25 yerros: juego entre errores y hierros, metal, que corresponde al
aherrojar.
26 no tiene aguijón: era creencia vulgar que el rey de las abejas no tenía
aguijón.
27 Conde de Lemos: don Pedro Fernández de Castro, VII conde de Lemos
(1576-1622), nombrado Presidente del Consejo de Indias en marzo de
1603.
Los sueños dice Homero que son de Júpiter y que él los
envía, y en otro lugar que se han28 de creer. Es así cuando
tocan en cosas importantes y piadosas o las sueñan reyes y
grandes señores, como se colige del doctísimo y admirable
Propertio29 en estos versos:
Nec tu sperne piis venientia somnia portis:
cum pia venerunt somnia, pondus habent
Dígolo a propósito que tengo por caído del cielo uno que yo
tuve en estas noches pasadas, habiendo cerrado los ojos con el
libro del Beato Hipólito de la fin del mundo y segunda venida
de Cristo30, lo cual fue causa de soñar que veía el Juicio Final.
Y aunque en casa de un poeta es cosa dificultosa creer que
haya juicio aunque por sueños, le hubo en mí por la razón que
da Claudiano31 en la prefación al libro 2 del Rapto diciendo
que todos los animales sueñan de noche como sombras de lo
que trataron de día; y Petronio32 Arbitro dice:
Et canis in somnis leporis vestigia latrat
y hablando de los jueces:
Et pauidi cernunt inclusum chorte tribunal
28
Los pasajes de Homero pertenecen a la Ilíada, I, 63: «consultemos a un
adivino, sacerdote o intérprete de sueños, pues también el sueño procede de
Zeus»; y comienzo de la rapsodia II, donde un sueño enviado por Zeus, en
figura de Néstor, habla con Agamenón: «atiéndeme enseguida, pues vengo
como mensajero de Zeus». En la misma Ilíada, II, 80 y ss.: «si algún otro
aqueo nos refiriese el sueño, lo creeríamos falso y desconfiaríamos aún
más; pero lo ha tenido quien se gloría de ser el más poderoso de los
aqueos».
29 Propercio, en su obra Elegías, IV, 7, 87-88 escribe: «Y no desprecies los
sueños que lleguen por las puertas piadosas: / cuando los sueños llegan
piadosos, tienen peso».
30 libro del Beato Hipólito: se refiere a San Hipólito, obispo de Roma en el
siglo III, primer antipapa, que luego murió mártir y es venerado como
santo. Sus datos biográficos son muy escasos. Se le atribuía un libro sobre
el Anticristo y otros escritos.
31 El poeta Claudio Claudiano (365?-408) vivió en la corte del emperador
Honorio. El texto aludido corresponde a los primeros versos del
«Panegírico sobre el sexto consulado de Honorio Augusto», impresos en
algunas ediciones en el prefacio al libro segundo del Rapto de Proserpina.
32 Los pasajes citados son del Satiricón («quienes suelen actuar en
procesos, divisan leyes y curias, y ansiosos, el tribunal constituido en su
corte»; «el perro en sueños sigue ladrando el rastro de la liebre»).
Pareciome, pues, que veía un mancebo que discurriendo por
el aire daba voz de su aliento a una trompeta, afeando con su
fuerza en parte su hermosura. Halló el son obediencia en los
mármoles y oído en los muertos y así al punto comenzó a
moverse toda la tierra y a dar licencia a los güesos, que
andaban ya unos en busca de otros, y pasando tiempo, aunque
fue breve, vi a los que habían sido soldados y capitanes
levantarse de los sepulcros con ira, juzgándola por seña de
guerra; a los avarientos con ansias y congojas, celando algún
rebato; y los dados a vanidad y gula, con ser áspero el son, lo
tuvieron por cosa de sarao o caza. Esto conocía yo en los
semblantes de cada uno y no vi que llegase el ruido de la
trompa a oreja que se persuadiese que era cosa de juicio.
Después noté de la manera que algunas almas venían con asco
y otras con miedo huían de sus antiguos cuerpos. A cuál
faltaba un brazo, a cuál un ojo, y diome risa ver la diversidad
de figuras y admirome la providencia de Dios en que estando
barajados unos con otros, nadie por yerro de cuenta se ponía
las piernas ni los miembros de los vecinos. Solo en un
cementerio me pareció que andaban destrocando cabezas y que
vía un escribano que no le venía bien el alma y quiso decir que
no era suya por descartarse della.
Después ya que a noticia de todos llegó que era el día del
Juicio, fue de ver cómo los lujuriosos no querían que los
hallasen sus ojos por no llevar al tribunal testigos contra sí, los
maldicientes las lenguas, los ladrones y matadores gastaban los
pies en huir de sus mismas manos. Y volviéndome a un lado vi
a un avariento que estaba preguntando a uno, que por haber
sido embalsamado y estar lejo sus tripas no habían llegado, si
habían de resuscitar aquel día todos los enterrados, si
resuscitarían unos bolsones suyos. Riérame si no me lastimara
a otra parte el afán con que una gran chusma de escribanos
andaban huyendo de sus orejas, deseando no las llevar por no
oír lo que esperaban, mas solos fueron sin ellas los que acá las
habían perdido por ladrones33, que por descuido no fueron
todos. Pero lo que más me espantó fue ver los cuerpos de dos o
tres mercaderes que se habían calzado las almas al revés y
tenían todos los cinco sentidos en las uñas de la mano derecha.
Yo veía todo esto de una cuesta muy alta, al punto que oigo
dar voces a mis pies que me apartase y no bien lo hice cuando
33
perdido por ladrones: alude al castigo dado a los ladrones de cortarles
las orejas.
comenzaron a sacar las cabezas muchas mujeres hermosas,
llamándome descortés y grosero porque no había tenido más
respeto a las damas, que aun en el infierno están las tales sin
perder esta locura. Salieron fuera muy alegres de verse
gallardas y desnudas y que tanta gente las viese, aunque luego
conociendo que era el día de la ira34 y que la hermosura las
estaba acusando de secreto35, comenzaron a caminar al valle36
con pasos más entretenidos37. Una que había sido casada siete
veces iba trazando disculpas para todos los maridos. Otra
dellas que había sido pública ramera, por no llegar al valle no
hacía sino decir que se le habían olvidado las muelas y una
ceja y volvía y deteníase, pero al fin llegó a vista del teatro, y
fue tanta la gente de los que había ayudado a perder y que
señalándola daban gritos contra ella, que se quiso esconder
entre una caterva de corchetes, pareciéndole que aquella no era
gente de cuenta aun en aquel día.
Divertiome desto un gran ruido, que por la orilla de un río
adelante venía gente en cantidad tras un médico (que después
supe lo que era en la sentencia). Eran hombres que había
despachado sin razón antes de tiempo, por lo cual se habían
condenado, y venían por hacerle que pareciese38 y al fin por
fuerza le pusieron delante del trono. A mi lado izquierdo oí
como ruido de alguno que nadaba, y vi a un juez que lo había
sido, que estaba en medio del arroyo lavándose las manos y
esto hacía muchas veces. Llegueme a preguntarle por qué se
lavaba tanto y díjome que en vida, sobre ciertos negocios se las
habían untado39 y que estaba porfiando allí por no parecer con
ellas de aquella suerte delante la universal residencia40. Era de
34
día de la ira: San Pablo, Carta a los Romanos, 2, 5 llama así al día del
juicio.
35 de secreto: como las acusaciones que se hacían en los procesos de la
Inquisición.
36 valle: el valle de Josafat donde se hace el Juicio final. Cfr. Profecía de
Joel, 3, 2: «reuniré todas las gentes y las conduciré al valle de Josafat» y 3,
12: «Levántense las gentes y vengan al valle de Josafat, porque allí me
sentaré yo a juzgar a todas las naciones puestas a la redonda».
37 más entretenidos: pasos más lentos y espaciados, menos alegres de lo
que iban al principio.
38 parecer: en el sentido usual de aparecer, comparecer. Tenía una acepción
específica en el lenguaje forense, comparecer ante el juez.
39 untar: metafóricamente vale corromper o sobornar con dones u dinero,
especialmente a los jueces.
40 universal residencia: universal porque alude al juicio universal;
residencia era la investigación que se hacía de jueces o gobernantes al final
de su mandato.
ver una legión de demonios con azotes, palos y otros
instrumentos, cómo traían a la audiencia una muchedumbre de
taberneros, sastres, libreros y zapateros, que de miedo se
hacían sordos y aunque habían resuscitado no querían salir de
la sepultura. En el camino por donde pasaban, al ruido sacó un
abogado la cabeza y preguntoles que a dónde iban, y
respondiéronle al justo juicio de Dios que era llegado, a lo
cual, metiéndose más ahondo, dijo:
—Esto me ahorraré de andar después si he de ir más abajo.
Iba sudando un tabernero de congoja tanto que, cansado, se
dejaba caer a cada paso, y a mí me pareció que le dijo un
demonio:
—Harto es que sudéis el agua; no nos la vendáis por vino.
Uno de los sastres, pequeño de cuerpo, redondo de cara,
malas barbas y peores hechos, no hacía sino decir:
—¿Qué pude hurtar yo, si andaba siempre muriéndome de
hambre?
Y los otros le decían, viendo que negaba haber sido ladrón,
qué cosa era despreciarse de su oficio. Toparon con unos
salteadores y capeadores41 públicos que andaban huyendo unos
de otros, y luego los diablos cerraron con42 ellos diciendo que
los salteadores bien podían entrar en el número43, porque eran
a su modo sastres silvestres y monteses, como gatos del
campo44. Hubo pendencia entre ellos sobre afrentarse los unos
de ir con los otros y al fin juntos llegaron al valle. Tras ellos
venía la Locura en una tropa con sus cuatro costados45: poetas,
músicos, enamorados y valientes46, gente en todo ajena deste
día47. Pusiéronse a un lado, donde estaban los sayones48, judíos
y filósofos, y decían juntos, viendo a los sumos pontífices en
sillas de gloria:
41
capeadores: ladrones de capas, uno de los delitos típicos del XVII.
cerrar con: atacar.
43 número: los salteadores pueden entrar en el número de los sastres,
porque al fin y al cabo, todos son ladrones.
44 gatos del campo: la idea del monte provoca la asociación con «gato
montés»; con juego dilógico con el sentido germanesco de gato, ladrón.
45 Los cuatro costados son eran las cuatro líneas de la genealogía de una
persona; aquí se usa burlescamente para indicar que esos cuatro tipos de
personas son la familia más estrecha y allegados más cercanos a la Locura.
46 valientes: valentones, rufianes.
47 deste día: del Juicio, es decir, son gente ajena al juicio o cordura.
48 sayones: los verdugos de Cristo.
42
—Diferentemente se aprovechan los Papas de las narices49
que nosotros, pues con diez varas dellas no vimos lo que
traíamos entre las manos.
Andaban contándose dos o tres procuradores las caras que
tenían y espantábanse que les sobrasen tantas habiendo vivido
descaradamente. Al fin vi hacer silencio a todos.
El trono era donde trabajaron la omnipotencia y el milagro.
Dios estaba vestido de sí mismo, hermoso para los santos y
enojado para los perdidos, el sol y las estrellas colgando de la
boca, el viento quedo y mudo, el agua recostada en sus orillas,
suspensa la tierra temerosa en sus hijos; y cuál amenazaba al
que le enseñó con su mal ejemplo peores costumbres. Todos en
general pensativos: los justos en qué gracias darían a Dios,
cómo rogarían por sí, y los malos en dar disculpas. Andaban
los ángeles custodios mostrando en sus pasos y colores50 las
cuentas que tenían que dar de sus encomendados y los
demonios repasando sus tachas y procesos; al fin todos los
defensores estaban de la parte de adentro y los acusadores de la
de afuera. Estaban los Diez Mandamientos por guarda a una
puerta tan angosta, que los que estaban a puros ayunos flacos
aún tenían algo que dejar en la estrechura. A un lado estaban
juntas las Desgracias, Peste y Pesadumbres dando voces contra
los médicos. Decía la Peste que ella había herídolos, pero que
ellos los habían despachado; las Pesadumbres que no habían
muerto ninguno sin ayuda de los doctores; y las Desgracias que
todos los que habían enterrado habían ido por entrambos. Con
eso los médicos quedaron con carga de dar cuenta de los
difuntos, y así, aunque los necios decían que ellos habían
muerto más, se pusieron los médicos con papel y tinta en un
alto con su arancel51, y en nombrando la gente luego salía uno
dellos y en alta voz decía:
49
nariz: parece aludir a la consideración de la nariz como signo de
inteligencia y discreción, contraponiendo la sagacidad de los Papas, que
han conocido la verdad, a los judíos y sayones, quienes a pesar de tener las
narices muy largas (rasgo tópico atribuido a los judíos), no han sido capaces
de ver el camino de la salvación.
50 pasos y colores: pasos es lo mismo que diligencias, que como abogados
defensores hacen para sus encomendados. Colores se refiere, a los colores
con que solían pintarse los ángeles.
51 arancel: alude aquí a las listas de los difuntos que han de reconocer los
médicos; nadie más indicado porque todos los difuntos pasan por sus
manos, ya que los matan ellos mismos.
—Ante mí pasó52 a tantos de tal mes, etc.
Comenzose por Adán la cuenta, y para que se vea si iba
estrecha, hasta de una manzana53 se la pidieron tan rigurosa
que le oía decir a Judas:
—¿Qué tal la daré yo, que le vendí al mismo dueño un
cordero54?
Pasaron los primeros padres, vino el Testamento Nuevo,
pusiéronse en sus sillas al lado de Dios los Apóstoles todos con
el santo pescador55. Luego llegó un diablo y dijo:
—Este es el que señaló con la mano al que san Juan con el
dedo56—; y fue el que dio la bofetada a Cristo. Juzgó él mismo
su causa y dieron con él en los entresuelos del mundo.
Era de ver cómo se entraban algunos pobres entre media
docena de reyes que tropezaban con las coronas57, viendo
entrar las de los sacerdotes tan sin detenerse. Asomaron las
cabezas Herodes y Pilatos, y cada uno conociendo en el juez,
aunque glorioso, sus iras, decía Pilatos:
—Esto se merece quien quiso ser gobernador de
judigüelos—; y Herodes:
—Yo no puedo ir al cielo; pues al limbo no se querrán fiar
más de mí los inocentes con las nuevas que tienen de los otros
que despaché; ello es fuerza de ir al infierno, que al fin es
posada conocida.
Llegó en esto un hombre desaforado de ceño y alargando la
mano dijo:
—Esta es la carta de examen58.
52
pasó: remeda fórmulas legales apoyándose en el sentido de pasar ante el
escribano o notario para que certifique algo, y el de morir (pasar al otro
mundo).
53 manzana: la que come Eva y luego Adán, incitados por el Demonio,
incurriendo en el pecado original.
54 cordero: no hace falta insistir en la alusión a Jesucristo, cordero de Dios
que quita los pecados del mundo.
55 santo pescador: San Pedro.
56 el que señaló con la mano al que San Juan con el dedo: lo explica acto
seguido. Juan el Bautista señaló a Cristo con el dedo y a Cristo lo señalan
con la mano (le dan bofetadas) en la casa del Sumo Sacerdote:
«comenzaron a escupirle en la cara y a darle bofetadas» (San Mateo, 26,
67). El texto bíblico exacto al que se alude debe de ser el de San Juan, 18,
22, que es el único que señala a un criado en particular: «uno de los
servidores que estaba allí dio una bofetada a Jesús».
57 coronas: juego con los sentidos corona de rey y tonsura de los
sacerdotes.
58 carta de examen: el certificado de habilidad en un oficio, demostrada en
un examen ante expertos.
Admiráronse todos y dijeron los porteros que quién era, y él
en altas voces respondió:
—Maestro de esgrima examinado y de los más diestros del
mundo—, y sacando otros papeles de un lado dijo que aquellos
eran los testimonios de sus hazañas. Cayéronsele en el suelo
por descuido los testimonios y fueron a un tiempo a levantarlos
dos diablos y un alguacil59 y él los levantó primero60 que los
diablos. Llegó un ángel61 y alargó el brazo para asille y metelle
dentro, y él, retirándose, alargó el suyo y dando un salto dijo:
—Esta de puño es irreparable62, y si me queréis probar yo
daré buena cuenta.
Riéronse todos, y un oficial algo moreno63 le preguntó qué
nuevas tenía de su alma; pidiéronle no sé qué cosas y
respondió que no sabía tretas64 contra los enemigos della.
Mandáronle que se fuese por línea recta65 al infierno, a lo cual
replicó diciendo que debían de tenerlo por diestro del libro
matemático66, que él no sabía qué era línea recta; hiciéronselo
aprender y diciendo: «Entre otro», se arrojó.
Y llegaron unos dispenseros a cuentas (y no rezándolas) y
en el ruido con que venía la trulla67 dijo un ministro68:
—Despenseros son—. Y otros dijeron:
—No son—. Y otros:
59
Este alguacil levanta los testimonios antes que los mismos diablos. Está
claro el juego con la expresión «levantar testimonios» o «levantar falso
testimonios», calumniar.
60 primero: con el sentido usual de ‘antes’.
61 ángel: no sé si hay un error aquí; ángel se opone siempre en los Sueños a
demonio, y este diestro va para el infierno sin duda, así que debe ser un
diablo el que lo agarre. Los ángeles actúan de defensores.
62 de puño, irreparable: términos de esgrima.
63 oficial algo moreno: un diablo, como denuncia el rasgo del color
atribuido a los diablos tópicamente; oficial indica aquí a uno de los
funcionarios de un tribunal.
64 no sabía tretas: aun siendo tan diestro, no conoce tretas de esgrima que
le valgan contra los enemigos del alma, o sea, que se condena.
65 por línea recta: juega con el sentido de directamente, sin dilación ni
rodeos y el de esgrima, en cuyo léxico aparecen a menudo las líneas rectas,
ángulos y otros términos matemáticos.
66 diestro del libro matemático: opone el diestro del pasaje su destreza a la
nueva destreza de los diestros científicos. Alude seguramente a Pacheco de
Narváez y su Libro de las grandezas de la espada (Madrid, 1600). También
puede aludir a otras obras, como la de Jerónimo de Carranza, Filosofía de
las armas (1569).
67 trulla: turba, multitud.
68 ministro: un alguacil.
—Sí son—, y dioles tanta pesadumbre la palabra «sisón»,
que se turbaron mucho. Con todo, pidieron que se les buscase
su abogado, y dijo un diablo:
—Ahí está Judas, que es apóstol descartado.
Cuando ellos oyeron esto, volviéndose a otro diablo que no
se daba manos69 a señalar ojos70para leer, dijeron:
—Nadie mire y vamos a partido71 y tomamos infinitos
siglos de purgatorio.
El diablo, como buen jugador, dijo:
—¿Partido pedís? No tenéis buen juego.
Comenzó a descubrir y ellos, viendo que miraba, se echaron
en baraja72 de su bella gracia73.
Pero tales voces como venían tras de un malaventurado
pastelero no se oyeron jamás, de hombres hechos cuartos, y
pidiéndole que declarase en qué les había acomodado sus
carnes confesó que en los pasteles y mandaron que les fuesen
restituidos sus miembros de cualquier estómago en que se
hallasen. Dijéronle si quería ser juzgado y respondió que sí, a
Dios y a la ventura. La primera acusación decía no sé qué de
gato por liebre, tantos de güesos (y no de la misma carne, sino
advenedizos), tanta de oveja y cabra, caballo y perro. Y cuando
él vio que se les probaba a sus pasteles haberse hallado en ellos
más animales que en el arca de Noé, porque en ella no hubo
ratones ni moscas74 y en ellos sí, volvió las espaldas y dejolos
con la palabra en la boca.
69
no darse manos: iba poniendo señales en las hojas de los procesos con
mucha rapidez y afanosidad, porque hay muchas y llenas de culpas.
70 ojo: nota de advertencia que se pone al margen y se compone de dos OO
y una raya en medio: está señalando con estas marcas los pasajes donde se
recogen las culpas más importantes de estos que van a ser juzgados.
71 Nadie mire y vamos a partido: serie metafórica basada en el lenguaje de
los naipes; vienen a proponer que, sin mirar las cartas (es decir, sin mirar
los libros donde están apuntadas las culpas y pecados), el demonio les
acepte concederles partido o ventaja; se conforman con infinitos siglos de
purgatorio: si «juegan sin partido» saben que van al infierno. De ahí la
respuesta del diablo, ya que solo piden partido los jugadores menos
experimentados y en desventaja.
72 echarse en baraja: echarse en la baraja es desistir de una pretensión,
como hace el que en el juego no tiene puntos para poder querer el envite.
73 de su bella gracia: interpreto que al ver que su propuesta anterior no ha
sido aceptada, y ya que no hay remedio para ellos, desisten de cualquier
pretensión y confían solo en la bella gracia o generosidad del demonio.
74 ratones ni moscas: en el Arca de Noé no entraron las especies animales
que no eran afectadas por la destrucción del Diluvio universal, como los
que viven en el agua, los híbridos, que nacerían de los conservados, o los
Fueron juzgados filósofos, y fue de ver cómo ocupaban sus
entendimientos en hacer silogismos contra su salvación. Mas
lo de los poetas fue de notar, que de puro locos querían hacer
creer a Dios que era Júpiter y que por él decían ellos todas las
cosas y Virgilio andaba con sus Sicelides75 musae diciendo que
era el nacimiento de Cristo, mas saltó un diablo y dijo no sé
qué de Mecenas y Octavia76, y que había mil veces adorado
unos cuernecillos suyos, que los traía por ser día de más fiesta;
contó no sé qué cosas. Y al fin, llegando Orfeo77, como más
antiguo, a hablar por todos, le mandaron que se volviese otra
vez a hacer el experimento de entrar en el infierno para salir, y
a los demás, por hacérseles camino, que le acompañasen.
Llegó tras ellos un avariento a la puerta y fue preguntado
qué quería diciéndole que los Diez mandamientos guardaban
aquella puerta de quien no los había guardado, y él dijo que en
cosas de guardar era imposible que hubiese peccado. Leyó el
primero, «Amar a Dios sobre todas las cosas», y dijo que él
solo aguardaba a tenerlas todas para amar a Dios sobre ellas.
«No jurar su nombre en vano», dijo que aun jurándole
falsamente siempre había sido por muy grande interés, y que
así no había sido en vano. «Guardar las fiestas», éstas y aun los
días de trabajo guardaba y escondía. «Honrar padre y madre»:
—Siempre les quité el sombrero—. «No matar»: —Por guardar
esto no comía, por ser matar la hambre comer. «No
fornicarás»: —En cosas que cuestan dinero ya está dicho. «No
levantar falso testimonio».
—Aquí —dijo un diablo— es el negocio, avariento; que si
confiesas haberle levantado te condenas, y si no, delante del
juez te le levantarás a ti mismo.
Enfadose el avariento y dijo:
animales que se generan sin necesidad de padres de su especie, como el
ratón, que se engendra, según se creía, de la misma suciedad, etc.
75 Alude al comienzo de la Bucolica IV, donde Virgilio invoca a las musas
sicilianas; en ese poema se celebra en nacimiento de un niño que regirá al
mundo instaurando una nueva edad de oro. En la Edad Media se
relacionaron algunos detalles de la poesía virgiliana con pasajes del profeta
Isaías, y se llegó a identificar al niño con Jesucristo.
76 Mecenas y Octavia: alusiones oscuras a comportamientos corrompidos
de los personajes.
77 Orfeo: hijo de Apolo y de la musa Calíope, tenía el don de la música y
gracias a él le fue permitido sacar a su esposa Eurídice del infierno, aunque
la perdió por volver la cabeza antes de tiempo, contraviniendo las órdenes
de Plutón y Proserpina. Aparece aquí como el más antiguo en la poesía.
—Si no he de entrar no gastemos tiempo—, que hasta
aquello rehusó de gastar. Convenciose con78 su vida y fue
llevado a donde merecía.
Entraron en esto muchos ladrones y salváronse dellos
algunos ahorcados, y fue de manera el ánimo que tomaron los
escribanos que estaban delante de Mahoma, Lutero y Judas,
viendo salvar ladrones, que entraron de golpe a ser
sentenciados, de que les tomó a los diablos muy gran risa de
ver eso.
Los ángeles de la guarda comenzaron a esforzarse y a
llamar por abogados los Evangelistas. Dieron principio a la
acusación los demonios, y no la hacían en los procesos que
tenían hechos de sus culpas sino con los que ellos habían
hecho en esta vida. Dijeron lo primero:
—Estos, Señor, la mayor culpa suya es ser escribanos—; y
ellos respondieron a voces pensando que disimularían algo que
no eran sino secretarios. Los ángeles abogados comenzaron a
dar descargo. Uno decía:
—Es bautizado y miembro de la Iglesia—; y no tuvieron
muchos dellos que decir otra cosa. Al fin se salvaron dos o
tres, y a los demás dijeron los demonios:
—Ya entienden.
Hiciéronles del ojo79 diciendo que importaban allí para jurar
contra cierta gente, y viendo que por ser cristianos daban más
pena que los gentiles, alegaron que el serlo no era por su culpa,
que los bautizaron cuando niños, y así que los padrinos la
tenían.
Digo verdad que vi a Judas tan cerca de atreverse a entrar en
juicio, y a Mahoma y a Lutero, animados de ver salvar a un
escribano, que me espanté que no lo hiciesen. Solo se lo
estorbó aquel médico que dije, que forzado de los que le
habían traído, parecieron él y un boticario y un barbero, a los
cuales dijo un diablo que tenía las copias:
—Ante este doctor han pasado los más difuntos con ayuda
deste boticario y barbero, y a ellos se les debe gran parte deste
día.
Alegó un ángel por el boticario que daba de balde a los
pobres, pero dijo un diablo que hallaba por su cuenta que
habían sido más dañosos dos botes de su tienda que diez mil de
78
convenciose: porque queda convicto, término legal aplicado a los que se
les ha probado el delito aunque no hayan confesado.
79 hacer del ojo: guiñar el ojo.
pica80 en la guerra, porque todas sus medicinas eran espurias, y
que con esto había hecho liga81 con una peste y había destruido
dos lugares82. El médico se disculpaba con él y al fin el
boticario fue condenado y el médico y el barbero,
intercediendo san Cosme y san Damián83, se salvaron.
Fue condenado un abogado porque tenía todos los derechos
con corcovas, cuando, descubierto un hombre que estaba detrás
deste a gatas porque no le viesen, y preguntado quién era, dijo
que cómico; pero un diablo, muy enfadado, replicó:
—¡Farandulero!84; y pudiera haber ahorrado aquesta venida,
sabiendo lo que hay.
Juró de irse y fuese al infierno sobre su palabra.
En esto dieron con muchos taberneros en el puesto y fueron
acusados de que habían muerto mucha cantidad de sed a
traición vendiendo agua por vino. Estos venían confiados en
que habían dado a un hospital siempre vino puro para las
misas, pero no les valió, ni a los sastres decir que habían
vestido niños Jesuses, y ansí todos fueron despachados como
siempre se esperaba.
Llegaron tres o cuatro ginoveses ricos pidiendo asientos85, y
dijo un diablo:
—¿Piensan ganar ellos? Pues esto es lo que les mata. Esta
vez han dado mala cuenta y no hay donde se asienten, porque
han quebrado el banco86 de su crédito.
Y volviéndose a Dios, dijo un diablo:
—Todos los demás hombres, Señor, dan cuenta de lo que es
suyo, mas estos de lo ajeno y todo87.
Pronunciose la sentencia contra ellos; yo no la oí bien, pero
ellos desaparecieron.
80
de pica: bote de pica era el golpe dado con la pica o lanza.
liga: alianza.
82 lugar: población pequeña que es menor que villa y más que aldea.
83 san Cosme y san Damián: santos patronos de los médicos.
84 farandulero: parece explotar despectivamente la diferencia entre un actor
de compañía de título, y un farandulero o actor de farándula, de menor
categoría.
85 ginoveses... asientos: las finanzas de esta época estaban en manos de los
genoveses; asiento es un tipo contrato u obligación de alguna cosa,
generalmente una concesión comercial.
86 asienten... han quebrado el banco: juegos fáciles entre la idea de
sentarse y hacer un asiento financiero; y con quebrar el banco, romperse el
banco de sentarse, quebrar financieramente; lenguaje aplicado aquí
metafóricamente a la salvación o condenación.
87 y todo: también.
81
Vino un caballero tan derecho que al parecer quería
competir con la misma justicia que le aguardaba. Hizo muchas
reverencias a todos y con la mano una ceremonia usada de los
que beben en charco. Traía un cuello tan grande que no se le
echaba de ver si tenía cabeza. Preguntole un portero, de parte
de Dios, si era hombre, y él respondió con grandes cortesías
que sí y que por más señas se llamaba don Fulano, a fe de
caballero. Riose un diablo y dijo:
—De cudicia es el mancebo para el infierno.
Preguntáronle qué pretendía y respondió:
—Ser salvado88—, y fue remitido a los diablos para que le
moliesen, y él sólo reparó en que le ajarían el cuello.
Entró tras él un hombre dando voces, diciendo:
—Aunque las doy no tengo mal pleito89, que a cuantos
santos hay en el cielo, o a los más, he sacudido el polvo90.
Todos esperaban ver un Diocleciano o Nerón, por lo de
sacudir el polvo y vino a ser un sacristán que azotaba los
retablos. Y se había ya con esto puesto en salvo, sino que dijo
un diablo que se bebía el aceite de las lámparas y echaba la
culpa a una lechuza, por lo cual habían muerto sin ella91; que
pellizcaba92 de los ornamentos para vestirse; que heredaba en
vida las vinajeras y que tomaba alforjas93 a los oficios. No sé
qué descargo se dio, que le enseñaron el camino de la mano
izquierda94, dando lugar unas damas alcorzadas95 que
comenzaron a hacer melindres de las malas figuras de los
88
salvado: dilogía con el sentido ir al cielo y grueso de la harina o cáscara
del trigo molido; de ahí el chiste con moler, moler a palos.
89 no tengo mal pleito: el que tiene mal pleito grita para hacerse valer,
según recogen expresiones proverbiales.
90 sacudir el polvo: dar golpes, pero aquí se aplica literalmente, porque es
cometido del sacristán el limpiar los retablos sacudiendo el polvo.
91 Interpreto el pasaje: robaba el aceite de las lámparas, por lo que las
lámparas habían muerto sin tener culpa para ser condenadas a muerte. Otras
lecturas enmiendan el pasaje (en «había muerto»), interpretando que al
acusar a la lechuza, matan al ave para que no se siga bebiendo el aceite, y
por tanto muere inocente, ya que es el sacristán quien lo roba. Matar una
lámpara, matar la luz, es apagarla. El motivo de la lechuza que chupa el
aceite es tópico.
92 pellizcar: robar.
93 Toma alforjas (saca el alimento) a los oficios religiosos.
94 camino de la mano izquierda: el malo, de los condenados.
95 dando lugar... damas alcorzadas: el sacristán pasa mientras le dejan
lugar unas damas que hacen aspavientos de las malas figuras de los diablos.
Son damas afeitadas y compuestas, como cubiertas de alcorza o pasta de
azúcar.
demonios. Dijo un ángel a Nuestra Señora que habían sido
devotas de su nombre aquellas, que las amparase, y replicó un
diablo que también fueron enemigas de su castidad.
—Sí por cierto—, dijo una que había sido adúltera. Y el
demonio la acusó que había tenido un marido en ocho cuerpos,
que se había casado de por junto en uno para mil. Condenose
esta sola y iba diciendo:
—¡Ojalá supiera que me había de condenar, que no hubiera
oído misa los días de fiesta!
En esto que era todo acabado, quedaron descubiertos Judas,
Mahoma y Martín Lutero, y preguntando un ministro cuál de
los tres era Judas, Lutero y Mahoma dijeron cada uno que él y
corriose96 Judas tanto, que dijo en altas voces:
—Señor, yo soy Judas; y bien conocéis vos que soy mucho
mejor que estos, porque si os vendí remedié al mundo, y estos,
vendiéndose a sí y a vos, lo han destruido todo.
Fueron mandados quitar delante. Y un ángel que tenía la
copia halló que faltaban por juzgar alguaciles y corchetes97.
Llamáronlos y fue de ver que asomaron al puesto muy tristes y
dijeron:
—Aquí lo damos por condenado; no es menester nada.
No bien lo dijeron cuando, cargado de astrolabios98 y
globos, entró un astrólogo dando voces y diciendo que se
habían engañado, que no había de ser aquel día el del Juicio,
porque Saturno no había acabado sus movimientos ni el de
trepidación99 el suyo. Volviose un diablo y viéndole tan
cargado de madera y papel, le dijo:
—Ya os traéis la leña con vos como si supiérades que de
cuantos cielos habéis tratado en vida estáis de manera que por
la falta de uno solo en muerte os iréis al infierno.
—Eso no iré yo— dijo él.
—Pues llevaros han—.
Y así se hizo.
Con esto se acabó la residencia y tribunal, huyeron las
sombras a su lugar, quedó el aire con nuevo aliento, floreció la
tierra, riose el cielo, y Cristo subió consigo a descansar en sí
los dichosos por su Pasión, y yo me quedé en el valle, y
96
corriose: se avergonzó.
alguaciles y corchetes: oficiales de la justicia.
98 astrolabio: la caricatura del astrólogo incluye la mención de sus
instrumentos vistos como un caos de cosas inútiles.
99 trepidación: parece haber algún problema con el texto. El de trepidación
es un movimiento y la explicación parece redundante; este movimiento se
cumple en siete mil años.
97
discurriendo por él oí mucho ruido y quejas en la tierra.
Llegueme por ver lo que había y vi en una cueva honda
(garganta del infierno) penar muchos, y entre otros un letrado
revolviendo no tanto leyes como caldos100; un escribano
comiendo solo letras que no había querido solo leer en esta
vida; todos ajuares del infierno, las ropas y tocados de los
condenados, estaban prendidos, en vez de clavos y alfileres,
con alguaciles; un avariento contando más duelos que dineros;
un médico penando en un orinal101 y un boticario en una
melecina102. Diome tanta risa ver esto que me despertaron las
carcajadas, y fue mucho quedar de tan triste sueño más alegre
que espantado.
Sueños son estos que si se duerme V. Excelencia sobre
ellos, verá que por ver las cosas como las veo las esperará
como las digo.
Fin del Juicio final.
100
revolver caldos: juego de palabras; en latín ius-iuris podía significar
derecho, justicia y caldo, salsa; el chiste de revolver no tanto leyes como
caldos se basa en la subyacente homonimia latina.
101 orinal: rasgo tópico asociado a los médicos, por ser el examen de la
orina una práctica fundamental en el oficio.
102 melecina: lavativa.
EL ALGUACIL ENDEMONIADO.
AL CONDE DE LEMOS, PRESIDENTE DE INDIAS.
Bien sé que a los ojos de Vuestra Excelencia es más
endemoniado el autor que el sujeto103; si lo fuere también el
discurso habré dado lo que se esperaba de mis pocas letras, que
amparadas, como dueño, de Vuestra Excelencia y su grandeza,
despreciarán cualquier temor. Ofrézcole este discurso del
alguacil endemoniado (aunque fuera mejor y más propriamente,
a los diablos mismos104): recíbale Vuestra Excelencia con la
humanidad que me hace merced, así yo vea en su casa la
succesión que tanta nobleza y méritos piden.
Esté advertida Vuestra Excelencia que los seis géneros de
demonios que cuentan los supersticiosos y los hechiceros (los
cuales por esta orden divide Pselo en el capítulo once del libro
de los demonios105) son los mismos que las órdenes en que se
destribuyen los alguaciles malos. Los primeros llaman leliurios,
que quiere decir ígneos; los segundos aéreos; los terceros
terrenos; los cuartos acuáticos; los quintos subterráneos, los
sextos lucífugos, que huyen de la luz. Los ígneos son los
criminales106 que a sangre y fuego persiguen los hombres; los
aéreos son los soplones107 que dan viento; ácueos son los
porteros que prenden por si vació o no vació sin decir «¡agua
va!», fuera de tiempo108, y son ácueos con ser casi todos
borrachos y vinosos; terrenos son los civiles109 que a puras
103
sujeto: materia, asunto o tema de lo que se habla o escribe. El tema de
este discurso trata de demonios, por eso es endemoniado; y es endemoniado
el mismo alguacil, poseído por un demonio.
104 a los diablos mismos: ofrecer un alguacil es propiamente ofrecer al
mismo diablo, porque los alguaciles son demonios.
105 Pselo... libro de los demonios: Michel Psellus (1018-1079?), escribió
numerosas obras sobre todo tipo de temas.
106 criminales: dilogía; alude por un lado a la clase de alguaciles de lo
criminal (como opuesto a lo civil), a los que corresponde prender a los
delincuentes; pero anfibológicamente indica que estos alguaciles son ellos
mismos criminales.
107 soplones: los alguaciles que denuncian los delitos para que prendan al
delincuente.
108 ácueos...vació... agua va: un tipo de alguaciles eran los porteros; el resto
del pasaje alude a la costumbre de arrojar las inmundicias por las puertas y
ventanas («vaciar» se llamaba esta acción) al grito de «¡Agua va!», a las
horas determinadas por la autoridad, que solían ser a partir de las diez u once
de la noche.
109 civiles: nueva dilogía; alguaciles encargados de las cuestiones civiles;
pero también civiles en el mal sentido de la palabra: mezquino, ruin.
comisiones y ejecuciones110 destruyen la tierra; lucífugos los
rondadores111 que huyen de la luz debiendo la luz huir dellos;
los subterráneos, que están debajo de tierra, son los
escudriñadores de vidas y fiscales de honras y levantadores de
falsos testimonios, que de bajo de tierra sacan qué acusar y
andan siempre desenterrando los muertos112 y enterrando los
vivos.
AL PÍO LECTOR.
Y si fuéredes cruel y no pío, perdona, que este epíteto, natural
del pollo113, has heredado de Eneas, y en agradecimiento de que
te hago cortesía114 en no llamarte benigno lector, advierte que
hay tres géneros de hombres en el mundo: los unos que, por
hallarse ignorantes, no escriben, y estos merecen disculpa por
haber callado y alabanza por haberse conocido; otros que no
comunican lo que saben: a estos se les ha de tener lástima de la
condición y envidia del ingenio, pidiendo a Dios que les perdone
lo pasado y les enmiende lo por venir; los últimos no escriben de
miedo de las malas lenguas: estos merecen reprehensión, pues si
la obra llega a manos de hombres sabios, no saben decir mal de
nadie; si de ignorantes ¿cómo pueden decir mal, sabiendo que si
lo dicen de lo malo lo dicen de sí mismos y si del bueno no
importa, que ya saben todos que no lo entienden? Esta razón me
animó a escribir el sueño del Juicio y me permitió osadía para
publicar este discurso. Si le quisieres leer, léele, y si no, déjale,
que no hay pena para quien no le leyere. Si le empezares a leer y
te enfadare, en tu mano está con que tenga fin donde te fuere
enfadoso. Solo he querido advertirte en la primera hoja que este
110
comisiones y ejecuciones: comisión es el encargo que se concede de
modo delegado para actuar, como la que da el juez al alguacil; ejecución es lo
mismo que embargo.
111 rondadores: los alguaciles encargados de la ronda, que se hacía por la
noche.
112 desenterrar muertos: hablar mal de los difuntos.
113 Quevedo y otros escritores parodian las dedicatorias al lector. En el
Infierno se dirige al «ingrato y desconocido lector»; en Mundo al «lector,
como Dios me lo deparare, cándido o purpúreo, pío o cruel, benigno o sin
sarna»; etc. El chiste con Eneas y el pollo se basa en la dilogía de pío,
piadoso, y onomatopeya de la voz del pollo, y en el epíteto de «pius Aeneas»
que siempre caracteriza a este héroe.
114 cortesía en no llamarte benigno: posiblemente porque es calificativo muy
trillado; y también porque puede jugar con venino, grano maligno.
papel es sola una reprehensión de malos ministros de justicia,
guardando el decoro que se debe a muchos que hay loables por
virtud y nobleza, poniendo todo lo que en él hay debajo la
corrección de la Iglesia Romana y ministros de buenas
costumbres.
DISCURSO.
Fue el caso que entré en San Pedro115 a buscar al licenciado
Calabrés, clérigo de bonete de tres altos116 hecho a modo de
medio celemín117, orillo por ceñidor118 y no muy apretado,
puños de Corinto119, asomo de camisa por cuello120, rosario en
mano, disciplina121 en cinto, zapato grande y de ramplón122 y
oreja sorda123, habla entre penitente y disciplinante, derribado el
cuello al hombro como el buen tirador que apunta al blanco,
mayormente si es blanco de Méjico o de Segovia124, los ojos
bajos y muy clavados en el suelo, como el que cudicioso busca
en él cuartos, y los pensamientos tiples125, color a partes hendida
115
San Pedro: la iglesia de San Pedro el Real de Madrid.
bonete de tres altos: el bonete es una especie de sombrero que usaban los
eclesiásticos colegiales y graduados; lo de «tres altos» apunta a la altura del
bonete (como si fuera una casa de tres altos ‘pisos’) y juega con la frase «de
tres altos» aplicada en los tejidos a los brocados que tenían tres órdenes (el
fondo, la labor y un adorno sobre ésta a modo de anillos pequeños).
117 medio celemín: la forma del bonete recuerda la forma de los recipientes
de medio celemín que se usaban para medir esta cantidad.
118 «Orillo por ceñidor» significa que se ciñe la sotana, de modo descuidado,
con un orillo (la orilla en el paño), en vez de con un ceñidor propiamente
dicho que solía ser de tela o seda de mejor calidad. Sigue con detalles de la
poca curiosidad y dignidad vestimentaria de Calabrés.
119 puños de Corinto: se discute por los críticos el sentido de esta expresión,
que no se sabe con claridad.
120 asomo de camisa por cuello: viene sin cuello, como Cabra (Buscón, I, 3)
que tampoco trae.
121 rosario... disciplina: señales de hipócrita. La disciplina era el azote con
que se castigaban para hacer penitencia.
122 ramplón: se dice del zapato tosco.
123 oreja sorda: creo que hace un chiste, y que alude a la posible sordera del
licenciado a través de la «sordera» de los zapatos, jugando con la descripción
de los zapatos, que son «de ramplón y oreja sorda»; oreja es la parte del
zapato que sobresaliendo a un lado y otro sirve para ajustarle al empeine del
pie.
124 blanco de Méjico o de Segovia: dinero, por alusión a la plata mejicana y a
la moneda que se acuñaba en Segovia.
125 tiples: antítesis jocosa con el «bajos» anterior, en metáfora de voces
musicales. Trae los ojos humildes, pero los pensamientos no tanto.
116
y a partes quebrada, tardón en la mesa y abreviador en la misa,
gran cazador126 de diablos, tanto que sustentaba el cuerpo a
puros espíritus127. Entendíasele de ensalmar128, haciendo al
bendecir unas cruces mayores que las de los malcasados. Traía
en la capa remiendos sobre sano, hacía del desaliño santidad,
contaba revelaciones, y si se descuidaban a creerle, hacía
milagros. ¿Qué me canso? Este, señor, era uno de los que Cristo
llamó sepulcros hermosos por de fuera, blanqueados y llenos de
molduras129, y por de dentro pudrición y gusanos, fingiendo en
lo exterior honestidad, siendo en lo interior del alma disoluto y
de muy ancha y rasgada conciencia. Era, en buen romance,
hipócrita, embeleco vivo, mentira con alma y fábula130 con voz.
Hallele en la sacristía solo con un hombre que atadas las manos
en el cíngulo y puesta la estola descompuestamente, daba voces
con frenéticos movimientos.
—¿Qué es esto?— le pregunté espantado.
Respondiome:
—Un hombre endemoniado—, y al punto, el espíritu que en
él tiranizaba la posesión a Dios, respondió:
—No es hombre, sino alguacil. Mirad cómo habláis, que
en la pregunta del uno y en la respuesta del otro se ve que
sabéis poco. Y se ha de advertir que los diablos en los
alguaciles estamos por fuerza y de mala gana; por lo cual, si
queréis acertar, debéis llamarme a mí demonio enaguacilado
y no a éste alguacil endemoniado. Y avenisos tanto mejor los
hombres con nosotros que con ellos cuanto no se puede
encarecer, pues nosotros huimos de la cruz131 y ellos la toman
por instrumento para hacer mal. ¿Quién podrá negar que
demonios y alguaciles no tenemos un mismo oficio, pues
bien mirado nosotros procuramos condenar y los alguaciles
también; nosotros que haya vicios y pecados en el mundo y
los alguaciles lo desean y procuran con más ahínco, porque
ellos lo han menester para su sustento y nosotros para nuestra
126
cazador: alude a la afición de los clérigos a la caza; siendo cazador es
como puede sustentarse (de lo que caza) a puros espíritus (pues caza diablos
o espíritus malignos; es exorcista). Esta calidad de gran conjurador es un
rasgo negativo y sospechoso para la mentalidad del Siglo de Oro. Acerca
demasiado a este personaje al mudo diabólico.
127 espíritus: nótese la antítesis jocosa cuerpo / espíritus.
128 ensalmar: curar con oraciones o ensalmos.
129 Se refiere al pasaje de San Mateo, 23, 27.
130 fábula: embuste, mentira.
131 cruz: porque las varas o insignias de la justicia que llevaban los alguaciles
tenían el remate en cruz.
compañía, y es mucho más de culpar este oficio en los
alguaciles que en nosotros, pues ellos hacen mal a hombres
como ellos y a los de su género, y nosotros no, que somos
ángeles, aunque sin gracia. Fuera desto, los demonios lo
fuimos por querer ser más que Dios y los alguaciles son
alguaciles por querer ser menos que todos. Así que por demás
te cansas, padre, en poner reliquias a este, pues no hay santo
que si entra en sus manos no quede para ellas. Persuádete que
el alguacil y nosotros todos somos de una orden, sino que los
alguaciles son diablos calzados y nosotros diablos
recoletos132, que hacemos áspera vida133 en el infierno.
Admiráronme las sutilezas del diablo. Enojose Calabrés,
revolvió sus conjuros, quísole enmudecer y al echarle agua
bendita a cuestas comenzó a huir y a dar voces, diciendo:
—Clérigo, cata que no hace estos sentimientos el alguacil
por la parte de bendita, sino por ser agua. No hay cosa que
tanto aborrezcan, pues en su nombre (se llama alguacil) es
encajada una l enmedio, y porque acabéis de conocer quién
son y cuán poco tienen de cristianos advertid que de pocos
nombres que del tiempo de los moros quedaron en España,
llamándose ellos merinos134, le han dejado por llamarse
alguaciles (que alguacil es palabra morisca), y hacen bien,
que conviene el nombre con la vida y ella con sus hechos.
—Eso es muy insolente cosa oírlo —dijo furioso mi
licenciado—, y si le damos licencia a este enredador dirá otras
mil bellaquerías y mucho mal de la justicia porque corrige el
mundo y le quita, con su temor y diligencia, las almas que tiene
negociadas.
—No lo hago por eso —replicó el diablo—, sino porque ése
es tu enemigo que es de tu oficio. Y ten lástima de mí y sácame
del cuerpo deste alguacil, que soy demonio de prendas y calidad
y perderé dempués mucho en el infierno por haber estado acá
con malas compañías.
—Yo te echaré hoy fuera —dijo Calabrés— de lástima de ese
hombre que aporreas por momentos y maltratas, que tus culpas
no merecen piedad ni tu obstinación es capaz della.
—Pídeme albricias—respondió el diablo— si me sacas hoy.
Y advierte que estos golpes que le doy y lo que le aporreo, no es
132
calzado: en calzados y recoletos juega con alusiones a las órdenes
religiosas, en las que había calzados, descalzos, etc.
133 áspera vida: era frase aplicada a la vida del ermitaño; aquí se usa
paródicamente.
134 merino: el encargado de hacer justicia en un distrito llamado merindad.
sino que yo y su alma venimos acá sobre quién ha de estar en
mejor lugar y andamos a «más diablo es él135».
Acabó esto con una gran risada; corriose136 mi bueno de
conjurador y determinose a enmudecerle. Yo, que había
comenzado a gustar de las sutilezas del diablo, le pedí que, pues
estábamos solos y él como mi confesor sabía mis cosas secretas
y yo como amigo las suyas, que le dejase hablar, apremiándole
solo a que no maltratase el cuerpo del alguacil. Hízose así, y al
punto dijo:
—Donde hay poetas, parientes tenemos en corte los diablos,
y todos nos lo debéis por lo que en el infierno os sufrimos, que
habéis hallado tan fácil modo de condenaros que hierve todo él
en poetas y hemos hecho una ensancha a su cuartel137, y son
tantos que compiten en los votos y elecciones con los
escribanos, y no hay cosa tan graciosa como el primer año de
noviciado de un poeta en penas, porque hay quien le lleva de acá
cartas de favor138 para ministros y créese que ha de topar con
Radamanto y pregunta por el Cerbero y Aqueronte139 y no puede
creer sino que se los esconden.
—¿Qué géneros de penas les dan a los poetas?—repliqué yo.
—Muchas —dijo— y propias. Unos se atormentan oyendo
las obras de otros y a los más es la pena el limpiarlos. Hay poeta
que tiene mil años de infierno y aún no acaba de leer unas
endechillas a los celos. Otros verás en otra parte aporrearse y
darse de tizonazos sobre si dirá faz o cara. Cuál, para hallar un
consonante, no hay cerco en el infierno que no haya rodado
mordiéndose las uñas. Mas los que peor lo pasan y más mal
lugar tienen son los poetas de comedias, por las muchas reinas
que han hecho140, las infantas de Bretaña que han deshonrado,
los casamientos desiguales que han hecho en los fines de las
comedias y los palos que han dado a muchos hombres honrados
135
él: tratamiento despectivo y vulgar para el interlocutor. Hoy diríamos
«más diablo eres tú».
136 correrse: avergonzarse.
137 cuartel: zona donde se alojan.
138 cartas de favor: cartas de recomendación.
139 Menciones de mitología antigua a la que los poetas del Siglo de Oro son
muy aficonados. Creen que en el infierno van a encontrar a estos personajes
de los poemas. Radamanto es uno de los jueces infernales. Cerbero es el
perro del Hades, uno de los guardianes del infierno; tenía tres cabezas de
perro. Aqueronte es el río que han de atravesar las almas para llegar al reino
de los muertos, y lo atraviesan en la barca de Caronte.
140 Debe de faltar, como conjeturan otros editores modernos, alguna palabra,
quizá «adúlteras», o «rameras»...
por acabar los entremeses. Mas es de advertir que los poetas de
comedias no están entre los demás, sino que, por cuanto tratan
de hacer enredos y marañas141, se ponen entre los procuradores y
solicitadores142, gente que solo trata deso. Y en el infierno están
todos aposentados con tal orden, que un artillero que bajó allá el
otro día, queriendo que le pusiesen entre la gente de guerra,
como al preguntarle del oficio que había tenido dijese que hacer
tiros143 en el mundo, fue remitido al cuartel de los escribanos,
pues son los que hacen tiros en el mundo. Un sastre, porque dijo
que había vivido de cortar de vestir144, fue aposentado en los
maldicientes. Un ciego, que quiso encajarse con los poetas, fue
llevado a los enamorados, por serlo todos. Otro que dijo: «Yo
enterraba difuntos», fue acomodado con los pasteleros145. Los
que venían por el camino de los locos ponemos con los
astrólogos, y a los por mentecatos con los alquimistas. Uno vino
por unas muertes y está con los médicos. Los mercaderes, que se
condenan por vender, están con Judas. Los malos ministros, por
lo que han tomado, alojan con el mal ladrón146. Los necios están
con los verdugos, y un aguador que dijo había vendido agua fría,
fue llevado con los taberneros. Llegó un mohatrero147 tres días
ha y dijo que él se condenaba por haber vendido gato por liebre,
y pusímoslo de pies con los venteros, que dan lo mismo. Al fin
todo el infierno está repartido en partes con esta cuenta y razón.
—Oite decir antes de los enamorados, y por ser cosa que a mí
me toca, gustaría saber si hay muchos.
—Mancha es la de los enamorados —respondió— que lo
toma todo, porque todos lo son de sí mismos; algunos de sus
dineros; otros de sus palabras; otros de sus obras; y algunos de
las mujeres, y destos postreros hay menos que todos en el
infierno, porque las mujeres son tales que con ruindades, con
141
enredos y marañas: alude a la complejidad de la trama de las comedias,
que explotan la intriga y suspensión del espectador. Juega aquí con el sentido
negativo de enredos que atribuye a los funcionarios de justicia.
142 solicitador: un oficio legal, como los procuradores, etc. La sátira de estos
otros solicitadores y procuradores cotidianos se inserta en los ataques a la
corrupción de la justicia.
143 hacer tiros: juega con el sentido de disparar la artillería y el de «hurto»,
que es lo que hacen los escribanos.
144 cortar de vestir: hacer vestidos, cortarlos y coserlos, y también murmurar
y calumniar a alguien. Todo este pasaje juega con los dobles sentidos de las
palabras.
145 pasteleros: por la acusación de hacer los pasteles con carne de muertos.
146 mal ladrón: Gestas, el mal ladrón que murió crucificado al lado de Cristo.
147 mohatrero: que hace mohatras, compras y ventas fraudulentas, con
engaño para alterar el precio; o también préstamos usurarios.
malos tratos y peores correspondencias, les dan ocasiones de
arrepentimiento cada día a los hombres. Como digo, hay pocos
destos, pero buenos y de entretenimiento, si allá cupiera.
Algunos hay que en celos y esperanzas amortajados y en deseos,
se van por la posta al infierno, sin saber cómo ni cuándo ni de
qué manera. Hay amantes lacayuelos148, que arden llenos de
cintas; otros crinitos como cometas149, llenos de cabellos; y
otros que en los billetes150 solos que llevan de sus damas ahorran
veinte años de leña a la fábrica151 de la casa, abrasándose
lardeados152 en ellos. Son de ver los que han querido doncellas,
enamorados de doncellas con las bocas abiertas y las manos
extendidas: destos unos se condenan por tocar sin tocar pieza153,
hechos bufones de los otros siempre en víspera del contento sin
tener jamás el día y con solo el título de pretendientes; otros se
condenan por el beso154, como Judas, brujuleando siempre los
gustos sin poderlos descubrir155. Detrás destos, en una
mazmorra, están los adúlteros: estos son los que mejor viven y
peor lo pasan, pues otros les sustentan la cabalgadura y ellos lo
gozan.
148
Sigue un catálogo grotesco de enamorados; en otros lugares se ofrecen
catálogos semejantes de habladores o poetas. Llama chistosamente
lacayuelos a los enamorados que ostentan las cintas que en prueba de favor
les han dado sus damas. Lacayo: cierto género de cintas que traían las
mujeres colgando del puño de la camisa.
149 crinitos como cometas: otra de las prendas usuales de favor amoroso eran
los mechones de cabellos de la dama; de ahí el chiste con crinitos, adjetivo
que se aplicaba al cometa que tenía rayos a modo de cabellera o crines.
150 billete: carta amorosa.
151 fábrica: derecho de fábrica llamaban en las catedrales a la renta que se
cobraba para los gastos propios de la iglesia y culto. Es irónico aplicarlo a los
gastos del infierno.
152 lardear: untar lo que se asa con lardo o aceite: estos enamorados van
derretidos de amor, como si estuvieran con sebo o grasa. A los portugueses,
que tenían fama de enamoradizos, los llmabana «sebosos».
153 tocar sin tocar pieza: no acabo de ver clara esta expresión; alude sin duda
a la frustración de los amantes de doncellas (seguramente alude a la afición
de cortejar a las monjas, motivo satírico frecuente en el Siglo de Oro) en la
antítesis tocar / sin tocar pieza: llegando solo a tocar levemente a la mujer,
pero sin llegar a tocarla en serio, sin alcanzarla.
154 por el beso: como Judas, que besó a Cristo para denunciarlo a sus
verdugos. Quiere decir que lo más que llegan a conseguir estos amantes
frustrados es un beso, sin nada de mayor sustancia.
155 brujuleando... sin poderlos descubrir: usa lenguaje de naipes; brujulear
en el juego de naipes era ir descubriendo poco a poco la carta para saber por
las pintas o marcas de los márgenes cuál era la carta sin llegar a verla del
todo; estos amantes de doncellas (o monjas) andan siempre con gusto
incompleto.
—Gente es esta —dije yo— cuyos agravios y favores todos
son de una manera.
—Abajo, en un apartado muy sucio lleno de mondaduras de
rastro156 (quiero decir cuernos) están los que acá llamamos
cornudos; gente que aun en el infierno no pierde la paciencia,
que como la llevan hecha a prueba de la mala mujer que han
tenido ninguna cosa los espanta. Tras ellos están los que se
enamoran de viejas, con cadenas; que los diablos, de hombres de
tan mal gusto, aún no pensamos que estamos seguros, y si no
estuviesen con prisiones Barrabás157 aún no tendría bien
guardadas las asentaderas dellos, y tales como somos les
parecemos blancos y rubios. Lo primero que con estos se hace
es condenarles la lujuria y su herramienta a perpetua cárcel. Mas
dejando estos, os quiero decir que estamos muy sentidos de los
potajes158 que hacéis de nosotros, pintándonos con garra sin ser
aguiluchos; con colas, habiendo diablos rabones159; con cuernos,
no siendo casados; y mal barbados siempre, habiendo diablos de
nosotros que podemos ser ermitaños y corregidores160.
Remediad esto, que poco ha que fue Jerónimo Bosco allá, y
preguntándole por qué había hecho tantos guisados de nosotros
en sus sueños, dijo: «Porque no había creído nunca que había
demonios de veras». Lo otro, y lo que más sentimos, es que
hablando comúnmente soléis decir: «¡Miren el diablo del
sastre!», o «¡Diablo es el sastrecillo!» ¿A sastres nos comparáis,
que damos leña con ellos al infierno y aun nos hacemos de rogar
para recibirlos, que si no es la póliza de quinientos nunca
hacemos recibo, por no malvezarnos161 y que ellos no aleguen
posesión «Quoniam consuetudo est altera lex»162, y como tienen
posesión en el hurtar y quebrantar las fiestas, fundan agravio si
no les abrimos las puertas grandes como si fuesen de casa.
También nos quejamos de que no hay cosa, por mala que sea,
que no la deis al diablo, y en enfadándoos algo luego decís:
«¡Pues el diablo te lleve!». Pues advertid que son más los que se
156
mondaduras de rastro: llama así a los cuernos porque el rastro es lo
mismo que matadero.
157 Barrabás: aquí nombre de uno de los diablos.
158 hacer potajes: calumniar.
159 rabones: sin rabo.
160 ermitaños y corregidores: por la gran barba que caracteriza tópica y
satíricamente a los ermitaños y letrados.
161 malvezar: acostumbrar mal.
162 posesión... lex: temen que los sastres se apoderen del infierno y aleguen
tener tantos derechos como los diablos; la frase latina «la costumbre hace
ley» parodia el lenguaje jurídico.
van allá que los que traemos, que no de todo hacemos caso. Dais
al diablo un mal trapillo163 y no le toma el diablo, porque hay
algún mal trapillo que no le tomará el diablo; dais al diablo un
italiano y no le toma el diablo, porque hay italiano que tomará164
al diablo. Y advertid que las más veces dais al diablo lo que él
ya se tiene, digo, nos tenemos.
—¿Hay reyes en el infierno?— le pregunté yo, y satisfizo a
mi duda diciendo:
—Todo el infierno es figuras165 y hay muchos, porque el
poder, libertad y mando les hace sacar a las virtudes de su medio
y llegan los vicios a su extremo y viéndose en la suma
reverencia de sus vasallos y con la grandeza opuestos a dioses,
quieren valer punto menos y parecerlo, y tienen muchos
caminos para condenarse y muchos que los ayudan, porque uno
se condena por la crueldad y matando y destruyendo es una
grandeza coronada de vicios de sus vasallos y suyos y una peste
real de sus reinos; otros se pierden por la cudicia, haciendo
amazonas166 sus villas y ciudades a fuerza de grandes pechos
que en vez de criar desustancian; y otros se van al infierno por
terceras personas y se condenan por poderes, fiándose de
infames ministros. Y es gusto verles penar, porque como
bozales167 en trabajos, se les dobla el dolor con cualquier cosa.
Solo tienen bueno los reyes que como es gente honrada nunca
vienen solos, sino con pinta de dos o tres privados, y a veces va
el encaje168 y se traen todo el reino tras sí, pues todos se
163
mal trapillo: juega con el sentido harapo, trapo roto y el de persona de
baja calidad. Es un primer juego que prepara el chiste más elaborado del
italiano.
164 tomará al diablo: en esta segunda parte del chiste, tomar tiene sentido
sexual. Alude al omnipresente tópico de la homosexualidad de los italianos,
tan corrompidos que al mismo diablo harían objeto de sus atenciones
amorosas.
165 figura: asocia chistosamente el sentido de figura ridícula, y el de figura de
la baraja como rey, sota o caballo.
166 Amazonas: se suele interpretar como «las que no tienen pecho»: aunque,
como es sabido, las amazonas se cortaban un pecho para manejar mejor las
armas (el derecho), es más probable que domine en el pasaje la presencia del
pecho restante; o bien que se llamen precisamente amazonas a estas ciudades
porque el rey les quita el pecho o tributo.
167 bozal: inculto, poco experto, sin educación.
168 pinta y encaje: nuevamente juega con el lenguaje de los naipes: en el
juego de pintas o del parar, las dos primeras cartas que se descubren se
llaman pintas; el encaje es una suerte del mismo juego, que se da cuando
coincide el número de la carta con el número de orden en que sale (por
ejemplo, si la cuarta carta es un cuatro se produce encaje); el encaje es baza
triunfal.
gobiernan por ellos. Dichosos vosotros, españoles169, que sin
merecerlo sois vasallos y gobernados por un rey tan vigilante y
católico170, a cuya imitación os vais al cielo (y esto si hacéis
buenas obras, y no entendáis por ellas palacios sumptuosos, que
estos a Dios son enfadosos, pues vemos nació en Betlén en un
portal destruido), no cual otros malos reyes que se van al
infierno por el camino real, y los mercaderes por el de la
plata171.
—¿Quién te mete ahora con los mercaderes?— dijo Calabrés.
—Manjar es que nos tiene ya empalagados a los diablos y
ahítos y aun los vomitamos. Vienen allá a millares,
condenándose en castellano y en guarismo172. Y habéis de saber
que en España los misterios de las cuentas173 de los ginoveses
son dolorosos para los millones que vienen de las Indias y que
los cañones174 de sus plumas son de batería contra las bolsas, y
no hay renta que si la cogen en medio el Tajo de sus plumas y el
Jarama de su tinta no la ahoguen. Y en fin, han hecho entre
nosotros sospechoso este nombre de asientos175, que como
significan otra cosa que me corro de nombrarla, no sabemos
cuándo hablan a lo negociante o cuando a lo deshonesto.
Hombre destos ha ido al infierno, que viendo la leña y fuego que
se gasta, ha querido hacer estanque176 de la lumbre y otro quiso
arrendar los tormentos pareciéndole que ganara con ellos
mucho. Estos tenemos allá junto a los jueces que acá los
permitieron.
169El
pasaje siguiente parece poco auténtico. En todo caso resulta una
digresión de tono cortesano disonante con el contexto.
170 católico: Felipe III tenía fama, efectivamente, de rey sumamente
religioso, excesivamente religioso, para algunos de sus críticos.
171 camino real, de la plata: además de jugar con el sentido monetario (real /
plata) juega con la alusión al que hacían los cargamentos de plata de las
Indias, es decir, el camino de la antigua calzada romana que iba de Astorga a
Sevilla.
172 guarismo: número.
173 misterios de las cuentas: juega con el sentido de «misterios que se rezan
con las cuentas del rosario, que pueden ser gozosos, dolorosos, gloriosos», y
las misteriosas operaciones matemáticas que hacen estos genoveses en sus
negocios, siempre negativas para los dineros españoles, especialmente para
los tesoros que venían de Indias y que siempre van a parar a los genoveses.
174 cañón: dilogía entre el sentido «la pluma de las alas del ganso, cisne,
buitre o ánsar» que servía para escribir, y el de cañón de artillería.
175 asientos: en sentido económico por un lado, y por otro el de «trasero». No
se sabe cuándo hablan de las finanzas o de su afición a la sodomía (como
italianos: ya he señalado este tópico de la sátira del Siglo de Oro).
176 estanco: concesión en régimen de monopolio de ciertos géneros.
—Luego ¿algunos jueces hay allá?
—¡Pues no!—dijo el espíritu—. Los jueces son nuestros
faisanes, nuestros platos regalados y la simiente que más
provecho y fruto nos da a los diablos, porque de cada juez que
sembramos cogemos seis procuradores, dos relatores, cuatro
escribanos, cinco letrados y cinco mil negociantes, y esto cada
día. De cada escribano cogemos veinte oficiales; de cada oficial
treinta alguaciles; de cada alguacil diez corchetes, y si el año es
fértil de trampas no hay trojes en el infierno donde recoger el
fruto de un mal ministro.
—¿También querrás decir que no hay justicia en la tierra,
rebelde a Dios177, y sujeta a sus ministros?
—¡Y cómo que no hay justicia! ¿Pues no has sabido lo de
Astrea178, que es la justicia, cuando huyendo de la tierra se subió
al cielo? Pues por si no lo sabes te lo quiero contar. Vinieron la
Verdad y la Justicia a la tierra; la una no halló comodidad179 por
desnuda, ni la otra por rigurosa. Anduvieron mucho tiempo ansí,
hasta que la Verdad, de puro necesitada, asentó con un mudo. La
Justicia, desacomodada, anduvo por la tierra rogando a todos, y
viendo que no hacían caso della y que le usurpaban su nombre
para honrar tiranías, determinó volverse huyendo al cielo.
Saliose de las grandes ciudades y cortes y fuese a las aldeas de
villanos, donde por algunos días, escondida en su pobreza, fue
hospedada de la Simplicidad, hasta que invió contra ella
requisitoria la Malicia. Huyó entonces de todo punto y fue de
casa en casa pidiendo que la recogiesen. Preguntaban todos
quién era, y ella, que no sabe mentir, decía que la Justicia;
respondíanle todos:
—¿Justicia y por mi casa? Vaya por otra.
Y ansí no estuvo en ninguna. Subiose al cielo y apenas dejó
acá pisadas. Los hombres, que esto vieron, bautizaron con su
nombre algunas varas que, fuera de las cruces, arden algunas
muy bien allá, y acá solo tienen nombre de justicia ellas y los
que las traen, porque hay muchos destos en quien la vara hurta
más que el ladrón con ganzúa y llave falsa y escala. Y habéis de
advertir que la cudicia de los hombres ha hecho instrumento
para hurtar todas sus partes, sentidos y potencias que Dios les
dio las unas para vivir y las otras para vivir bien. ¿No hurta la
177
rebelde a Dios: vocativo. Se dirige al diablo.
Astrea: el episodio de Astrea, que deja la tierra y se sube al cielo porque
nadie la quiere en el mundo, lo menciona Ovidio en las Metamorfosis, pero
es un tópico en el Siglo de Oro y también en la época clásica.
179 comodidad: en el sentido de acomodo, empleo.
178
honra de la doncella con la voluntad el enamorado? ¿No hurta
con el entendimiento el letrado que le da malo y torcido a la ley?
¿No hurta con la memoria el representante180 que nos lleva el
tiempo? ¿No hurta el amor con los ojos, el discreto con la boca,
el poderoso con los brazos (pues no medra quien no tiene los
suyos), el valiente con las manos, el músico con los dedos, el
gitano y cicatero181 con las uñas, el médico con la muerte, el
boticario con la salud, el astrólogo con el cielo? Y al fin cada
uno hurta con una parte o con otra. Solo el alguacil hurta con
todo el cuerpo, pues acecha con los ojos, sigue con los pies, ase
con las manos y atestigua con la boca; y al fin son tales los
alguaciles que dellos y de nosotros defiende a los hombres la
santa Iglesia Romana182.
—Espántome —dije yo— de ver que entre los ladrones no
has metido a las mujeres, pues son de casa.
—No me las nombres —respondió—, que nos tienen
enfadados y cansados, y a no haber tantas allá no era muy mala
la habitación del infierno. Diéramos, para que enviúdaramos, en
el infierno, mucho, que como se urden enredos, y ellas desde
que murió Medusa183 la hechicera no platican otro184, temo no
haya alguna tan atrevida que quiera probar su habilidad con
alguno de nosotros por ver si sabrá dos puntos más. Aunque sola
una cosa tienen buena las condenadas, por la cual se puede tratar
con ellas: que como están desesperadas no piden nada.
—¿De cuáles se condenan más, feas o hermosas?
—Feas —dijo al instante— seis veces más, porque los
pecados para cometerlos no es menester más que admitirlos185, y
180
representante: el actor; una de las cualidades fundamentales del actor era,
naturalmente, la buena memoria para recordar sus textos.
181 cicatero: ladrón que hurta bolsas.
182 Santa Iglesia Romana: defiende de los diablos por ser el instrumento de
la salvación humana; defiende de los alguaciles porque tenía el derecho de
refugio, y los delincuentes perseguidos podían asilarse en las iglesias sin que
la justicia pudiera sacarlos de allí.
183 Medusa: una de las tres Gorgonas, monstruos con cabeza rodeada de
serpientes cuya mirada convertía en piedra. A Medusa la mató el héroe
Perseo. Me parece que hay un error en el texto, y que Quevedo no debió de
escribir Medusa sino Medea, que es la amante de Jasón y la que
verdaderamente tiene reputación de hechicera.
184 platicar: practicar; otro: otra cosa.
185 Este pasaje no parece del todo claro. No obstante, el sentido global puede
entenderse, aunque quizá haya habido un desorden en la colocación de alguna
frase. Podría interpretarse todo: si se consiente en la voluntad el pecado, ya se
ha cometido, y por tanto las feas lo cometen y por eso se condenan; pero
como no lo cometen materialmente, porque no hallan galanes nunca, no
las hermosas, que hallan tantos que las satisfagan el apetito
carnal, hártanse y arrepiéntense, pero las feas, como no hallan
nadie, allá se nos van en ayunas y con la misma hambre rogando
a los hombres, y después que se usan ojinegras y cariaguileñas
hierve el infierno en blancas y rubias y en viejas más que en
todo, que de envidia de las mozas, obstinadas, expiran
gruñiendo. El otro día llevé yo una de setenta años que comía
barro186 y hacía ejercicio para remediar las opilaciones187 y se
quejaba de dolor de muelas porque pensasen que las tenía, y con
tener ya amortajadas las sienes con la sábana blanca de sus
canas y arada la frente, huía de los ratone y traía galas, pensando
agradarnos a nosotros. Pusímosla allá por tormento al lado de un
lindo destos que se van allá con zapatos blancos y de puntillas,
informados de que es tierra seca y sin lodos.
—En todo eso estoy bien —le dije—; solo querría saber si
hay en el infierno muchos pobres.
—¿Qué es pobres?—replicó.
—El hombre —dije yo— que no tiene nada de cuanto tiene el
mundo.
—¡Hablara yo para mañana!—dijo el diablo—. Si lo que
condena a los hombres es lo que tienen del mundo y esos no
tienen nada, ¿cómo se condenan? Por acá los libros nos tienen
en blanco. Y no os espantéis, porque aun diablos les faltan a los
pobres, y a veces más diablos sois unos para otros que nosotros
mismos. ¿Hay diablo como un adulador, como un envidioso,
como un amigo falso y como una mala compañía? Pues todos
estos le faltan al pobre, que no le adulan, ni le envidian, ni tiene
amigo malo ni bueno, ni le acompaña nadie. Estos son los que
verdaderamente viven bien y mueren mejor. ¿Cuál de vosotros
sabe estimar el tiempo y poner precio al día, sabiendo que todo
lo que pasó lo tiene la muerte en su poder, y gobierna lo
presente y aguarda todo lo porvenir, como todos ellos?
—Cuando el diablo predica, el mundo se acaba. ¿Pues cómo,
siendo tú padre de la mentira—dijo Calabrés—, dices cosas que
bastan a convertir una piedra?
tienen, como las hermosas, oportunidad de aborrecerlo, hastiarse y
arrepentirse.
186 barro: era costumbre de las damas del Siglo de Oro comer ciertos trozos
de búcaros de barro, que les provocaban opilaciones (amenorrea) y una
palidez considerada especialmente bella. Ambos motivos caracterizan, claro,
a las jóvenes, y en las viejas no son sino simulaciones.
187 opilaciones: las opilaciones se curaban tomando el acero (agua
ferruginosa) y haciendo ejercicio, sobre todo paseos matutinos.
—¿Cómo?—respondió—; por haceros mal y que no podáis
decir que faltó quien os lo dijese. Y adviértase que en vuestros
ojos veo muchas lágrimas de tristeza y pocas de
arrepentimiento, y de las más se deben las gracias al pecado que
os harta o cansa y no a la voluntad que por malo le aborresca.
—Mientes —dijo Calabrés—, que muchos santos y santas
hay hoy; y ahora veo que en todo cuanto has dicho has mentido;
y en pena saldrás hoy deste hombre.
Usó de sus exorcismos y, sin poder yo con él, le apremió a
que callase. Y si un diablo por sí es malo, mudo es peor que
diablo.
Vuestra Excelencia con curiosa atención mire esto y no mire
a quien lo dijo, que Herodes profetizó188 y por la boca de una
sierpe de piedra sale un caño de agua189, en la quijada de un león
hay miel190, y el psalmo dice que a veces recebimos salud de
nuestros enemigos y de mano de aquellos que nos aborrecen.
Fin del Alguacil endemoniado.
188
Herodes profetizó: probablemente se refiere al anuncio de la resurrección
de Cristo de los pasajes evangélicos en que Herodes cree que Cristo es Juan
el Bautista que ha resucitado de entre los muertos (por ejemplo Mateo, 14, 2;
Marcos, 6, 14).
189 sierpe... caño de agua: como en muchas fuentes ornamentales cuyo caño
es la boca de un monstruo.
190 quijada de un león hay miel: alude al enigma del panal que plantea
Sansón, el cual ha matado un león en cuya boca se aloja luego un panal de
abejas que produce miel (Jueces 14, 8 y ss.: del fuerte sale la dulzura).
SUEÑO DEL INFIERNO.
CARTA A UN AMIGO SUYO.
Invío a V. M. este discurso, tercero al Sueño y al Alguacil,
donde puedo decir que he rematado las pocas fuerzas de mi
ingenio, no sé si con alguna dicha. Quiera Dios halle algún
agradecimiento mi deseo cuando no merezca alabanza mi
trabajo, que con esto tendré algún premio de los que da el vulgo
con mano escasa, que no soy tan soberbio que me precie de
tener envidiosos, pues de tenerlos tuviera por gloriosa
recompensa el merecerlos tener. V. M. en Zaragoza comunique
este papel, haciéndole la acogida que a todas mis cosas, mientras
yo acá esfuerzo la paciencia a maliciosas calumnias que al parto
de mis obras (sea aborto) suelen anticipar mis enemigos. Dé
Dios a V. M. paz y salud. Del Fresno191 y mayo 3 de 1608.
Don Francisco Quevedo Villegas.
PRÓLOGO AL INGRATO Y DESCONOCIDO192 LECTOR.
Eres tan perverso que ni te obligué llamándote pío, benévolo
ni benigno en los demás discursos porque no me persiguieses; y
ya desengañado quiero hablar contigo claramente. Este discurso
es el del infierno; no me arguyas de maldiciente porque digo mal
de los que hay en él, pues no es posible que haya dentro nadie
que bueno sea. Si te parece largo, en tu mano está193: toma el
infierno que te bastare y calla. Y si algo no te parece bien, o lo
disimula piadoso o lo enmienda docto, que errar es de hombres
y ser herrado de bestias o esclavos194. Si fuere oscuro, nunca el
infierno fue claro; si triste y melancólico, yo no he prometido
risa. Solo te pido, lector, y aun te conjuro por todos los prólogos,
que no tuerzas las razones ni ofendas con malicia mi buen celo.
Pues, lo primero, guardo el decoro a las personas y solo
reprehendo los vicios; murmuro los descuidos y demasías de
algunos oficiales sin tocar en la pureza de los oficios; y al fin, si
191
Fresno de Torote, provincia de Madrid.
desconocido: ingrato. Juega con el sentido «no conocido», como lo es en
general el lector para un escritor.
193 en tu mano: en tu poder, en tu voluntad, y literalmente en la mano del
lector está el libro.
194 errar... ser herrado: antítesis y juego en ser herrado, poner herraduras a
las bestias y marcar con hierros rusientes a los esclavos.
192
te agradare el discurso, tú te holgarás, y si no, poco importa, que
a mí de ti ni dél se me da nada. Vale195.
DISCURSO.
Yo, que en el Sueño del Juicio vi tantas cosas y en El
alguacil endemoniado oí parte de las que no había visto, como
sé que los sueños las más veces son burla de la fantasía y ocio
del alma, y que el diablo nunca dijo verdad, por no tener cierta
noticia de las cosas que justamente nos esconde Dios, vi, guiado
del ángel de mi guarda, lo que se sigue, por particular
providencia de Dios; que fue para traerme en el miedo la
verdadera paz. Halleme en un lugar favorecido de naturaleza por
el sosiego amable, donde sin malicia la hermosura entretenía la
vista (muda recreación), y sin respuesta humana platicaban las
fuentes entre las guijas y los árboles por las hojas, tal vez196
cantaba el pájaro, ni sé determinadamente si en competencia
suya o agradeciéndoles su armonía. Ved cuál es de peregrino197
nuestro deseo, que no halló paz en nada desto. Tendí los ojos,
cudiciosos de ver algún camino por buscar compañía, y veo,
cosa digna de admiración, dos sendas198 que nacían de un
mismo lugar, y una se iba apartando de la otra como que
huyesen de acompañarse. Era la de mano derecha tan angosta
que no admite encarecimiento, y estaba, de la poca gente que
por ella iba, llena de abrojos y asperezas y malos pasos. Con
todo, vi algunos que trabajaban en pasarla, pero por ir descalzos
y desnudos se iban dejando en el camino unos el pellejo, otros
los brazos, otros las cabezas, otros los pies, y todos iban
amarillos y flacos, pero noté que ninguno de los que iban por
aquí miraba atrás, sino todos adelante. Decir que puede ir alguno
a caballo es cosa de risa. Uno de los que allí estaban,
preguntándole si podría yo caminar aquel desierto a caballo, me
dijo:
195
vale: adiós, en latín.
tal vez: alguna vez, de vez en cuando.
197 peregrino: extraño, raro.
198 dos sendas: es el motivo clásico del bivium o bifurcación simbolizado
también en la Y pitagórica. También aparece en el Evangelio: «Entrad por la
puerta angosta, porque amplia es la puerta y ancho el camino que conduce a
la perdición, y son muchos los que entran por ella. ¡Qué angosta es la puerta
y estrecho el camino que conduce a la Vida, y qué pocos son los que la
encuentran!» (San Mateo, 7, 13-14).
196
—San Pablo199 le dejó para dar el primer paso a esta senda.
Y miré, con todo eso, y no vi huella de bestia ninguna. Y es
cosa de admirar que no había señal de rueda de coche ni
memoria apenas de que hubiese nadie caminado por allí jamás.
Pregunté, espantado desto, a un mendigo que estaba
descansando y tomando aliento, si acaso había ventas en aquel
camino o mesones en los paraderos. Respondióme:
—¿Venta aquí, señor, ni mesón? ¿Cómo queréis que le haya
en este camino, si es el de la virtud? En el camino de la vida —
dijo— el partir es nacer, el vivir es caminar, la venta es el
mundo, y en saliendo della, es una jornada sola y breve desde él
a la pena o a la gloria200.
Diciendo esto se levantó y dijo:
—¡Quedaos con Dios!, que en el camino de la virtud es
perder tiempo el pararse uno y peligroso responder a quien
pregunta por curiosidad y no por provecho.
Comenzó a andar dando tropezones y zancadillas y
suspirando; parecía que los ojos con lágrimas osaban ablandar
los peñascos a los pies y hacer tratables los abrojos.
—¡Pesia tal!—dije yo entre mí—¿Pues tras ser el camino tan
trabajoso es la gente que en él anda tan seca y poco entretenida?
¡Para mi humor es bueno!
Di un paso atrás y salime del camino del bien, que jamás
quise retirarme de la virtud que tuviese mucho que desandar ni
que descansar. Volví a la mano izquierda y vi un
acompañamiento tan reverendo, tanto coche, tanta carroza
cargada de competencias al sol201 en humanas hermosuras, y
gran cantidad de galas y libreas, lindos caballos, mucha gente de
capa negra202 y muchos caballeros. Yo, que siempre oí decir
«Dime con quién fueres y direte cuál eres», por ir con buena
compañía puse el pie en el umbral del camino y sin sentirlo me
hallé resbalado en medio dél como el que se desliza por el hielo,
199
San Pablo: porque San Pablo fue derribado de su caballo cuando
perseguía a los cristianos, en el momento de su iluminación. No se especifica
en el texto bíblico que fuera en caballo, pero la iconografía es constante en
este motivo.
200 Este pasaje es un poco extraño: la metáfora de la breve jornada se suele
aplicar al mismo proceso fugaz de la vida; no al tiempo que va desde la
muerte a la pena o a la gloria, que es el tiempo que va de la muerte al
inmediato juicio particular.
201 competencias al sol: es tópica la metáfora del sol para expresar la belleza
de las damas.
202 capa negra: se refiere a los funcionarios de la burocracia, que vestían de
negro, con capa y gorra a menudo los letrados.
y topé con el que había menester, porque aquí todos eran bailes
y fiestas, juegos y saraos, y no el otro camino, que por falta de
sastres iban en él desnudos y rotos, y aquí nos sobraban
mercaderes, joyeros y todos oficios. Pues ventas, a cada paso y
bodegones sin número. No podré encarecer qué contento me
hallé en ir en compañía de gente tan honrada, aunque el camino
estaba algo embarazado, no tanto con las mulas de los
médicos203 como con las barbas de los letrados204, que era
terrible la escuadra dellos que iba delante de unos jueces. No
digo eso porque fuese menor el batallón de los doctores, a
quien205 nueva elocuencia llama ponzoñas graduadas, pues se
sabe que en sus universidades se estudia para tósigos. Animome
para proseguir mi camino el ver no solo que iban muchos por él,
sino la alegría que llevaban y que del otro se pasaban algunos al
nuestro y del nuestro al otro por sendas secretas. Otros caían,
que no se podían tener, y entre ellos fue de ver el cruel resbalón
que una lechigada de taberneros206 dio en las lágrimas que otros
habían derramado en el camino, que por ser agua se les fueron
los pies y dieron en nuestra senda unos sobre otros. Íbamos
dando vaya207 a los que veíamos por el camino de la virtud más
atrabajados. Hacíamos burla dellos, llamábamosles heces del
mundo y desecho de la tierra. Algunos se tapaban los oídos y
pasaban adelante; otros que se paraban a escucharnos, dellos208
desvanecidos de las muchas voces y dellos persuadidos de las
razones y corridos209 de las vayas, caían y se bajaban. Vi una
senda por donde iban muchos hombres de la misma suerte que
los buenos, y desde lejos parecía que iban con ellos mismos, y
llegado que hube vi que iban entre nosotros. Estos me dijeron
que eran los hipócritas, gente en quien la penitencia, el ayuno, la
mortificación, que en otros son mercancía del cielo, es noviciado
del Infierno. Había muchas mujeres tras estos besándoles las
ropas, que en besar algunas son peores que Judas, porque él
besó, aunque con ánimo traidor, la cara del Justo Hijo de Dios y
203
mulas de médicos: es atributo inseparable del tipo, y obedece a la misma
realidad de la época.
204 barbas de letrados: también era rasgo característico, del que se burla
Quevedo muchas veces.
205 quien: uso normal de esta forma para singular y plural.
206 lechigada de taberneros: lechigada es el número y manada de
lechoncillos que nacen de un parto, y por extensión se dice de otros animales.
Es una metáfora degradadora.
207 vaya: burla o mofa.
208 dellos: uso partitivo: algunos de ellos.
209 corridos: avergonzados.
Dios verdadero y ellas besan los vestidos de otros tan malos
como Judas. Atribúyolo, más que a devoción, en algunas, a
golosina en el besar. Otras iban cogiéndoles de las capas para
reliquias, y algunas cortan tanto que da sospecha que lo hacen
más por verlos en cueros o desnudos que por fe que tengan con
sus obras. Otras se encomiendan a ellos en sus oraciones, que es
como encomendarse al diablo por tercera persona210. Vi algunas
pedirles hijos, y sospecho que marido que consiente en que pida
hijos a otro la mujer se dispone a agradecérselo si se les diere.
Esto digo por ver que pudiendo las mujeres encomendar sus
deseos y necesidades a san Pedro, a san Pablo, a san Juan, a san
Agustín, a santo Domingo, a san Francisco, y otros santos, que
sabemos que pueden con Dios, se den a estos que hacen oficio la
humildad y pretenden irse al cielo de estrado211 en estrado y de
mesa en mesa. Al fin conocí que iban estos arrebozados para
nosotros, mas para los ojos eternos, que abiertos sobre todos
juzgan el secreto más escuro de los retiramientos del alma, no
tienen máscara. Bien que hay muchos buenos espíritus a quien
debemos pedir favor con los Santos y con Dios, mas son
diferentes destos de quien antes se les ve la diciplina212 que la
cara y alimentan su ambiciosa felicidad del aplauso de los
pueblos, y diciendo que son unos indignos y grandísimos
pecadores y los más malos de la tierra, llamándose jumentos
engañan con la verdad, pues siendo hipócritas, lo son al fin. Iban
estos solos aparte y reputados por más necios que los moros,
más zafios que los bárbaros y sin ley, pues aquellos, ya que no
conocieron la vida eterna ni la van a gozar, conocieron la
presente y holgáronse en ella, pero los hipócritas ni la una ni la
otra conocen, pues en esta se atormentan y en la otra son
atormentados, y en conclusión, destos se dice con toda verdad
que ganan el infierno con trabajos. Todos íbamos diciendo mal
unos de otros, los ricos tras la riqueza, los pobres pidiendo a los
ricos lo que Dios les quitó. Van por un camino los discretos, por
no dejarse gobernar de otros, y los necios, por no entender a
quien los gobiernan, aguijan a todo andar. Las justicias213 llevan
tras sí los negociantes, la pasión214 a las mal gobernadas
210
tercera persona: rezarles a estos es rezar al mismo diablo, puesto que son
mediadores (terceros) suyos.
211 Estrado es la sala de recibir visitas de las damas de cierta posición. Estos
santurrones quieren irse al cielo llevando una vida de apariencias hipócritas
visitando a las damas y comiendo sin tasa.
212 diciplina: el azote para penitenciarse.
213 justicias: los funcionarios de la Justicia.
214 pasión: en el sentido de parcialidad del juez.
justicias, y los reyes desvanecidos215 y ambiciosos todas las
repúblicas. No faltaron en el camino muchos eclesiásticos,
muchos teólogos. Vi algunos soldados, pero pocos, que por la
otra senda, a fuerza de absoluciones y gracias, iban en hileras216
ordenados honradamente triunfando de su sangre; pero los que
nos cupieron acá era gente, que si como habían extendido el
nombre de Dios jurando lo hubieran hecho peleando, fueran
famosos. Estos iban muy desnudos, que por la mayor parte los
tales que viven por su culpa, traen los golpes en los vestidos217 y
sanos los cuerpos. Andaban contando entre sí las ocasiones en
que se habían visto, los malos pasos que habían andado (que
nunca estos andan en buenos pasos) y nada desto les creíamos,
teniéndoles por mentirosos; solo cuando, por encarecer sus
servicios, dijo uno a los otros: «¡Qué digo, camarada! ¡Qué
trances hemos pasado y qué tragos!», lo de los tragos se les
creyó, porque hacían fe recuas de mosquitos que les rodeaban
las bocas, golosas del aliento parlero del mucho mosto que
habían colado218. Miraban a estos pocos los muchos capitanes,
maestres de campo, generales de ejércitos, que iban por el
camino de la mano derecha enternecidos, y oí decir a uno dellos,
que no lo pudo sufrir mirando las hojas de lata219 llenas de
papeles inútiles que llevaban estos ciegos que digo:
—¡Soldados, por acá! ¿Esto es de valientes, dejar este camino
de miedo de sus dificultades? Venid, que por aquí de cierto
sabemos que solo coronan al que legítimamente peleare. ¿Qué
vana esperanza os arrastra? ¿Las anticipadas promesas de los
reyes? No siempre, con almas vendidas, es bien que
temerosamente suene en vuestros oídos «Mata o muere».
Reprehended la hambre del premio, que de buen varón es seguir
la virtud sola, y de cudiciosos los premios no más, y quien no
sosiega en la virtud y la sigue por el interés y mercedes que se
siguen, más es mercader que virtuoso, pues la hace a precio de
perecedores bienes. Ella es don de sí misma, quietaos en ella.
Y aquí alzó la voz, y dijo:
215
desvanecidos: soberbios, presumidos de su poder y grandeza.
hileras; término militar; formación de soldados uno detrás de otro.
217 golpes en los vestidos: juega con la dilogía de golpe, roto, estropicio
causado por un golpe, y las portezuelas que sirven para cubrir los bolsillos.
218 colar: en lenguaje vulgar vale beber vino y en abundancia.
219 hojas de lata: canutos donde solían llevar los militares sus papeles y
certificados de los servicios.
216
—Advertid que la vida del hombre es guerra220 consigo
mismo y que toda la vida nos tienen en armas los enemigos del
alma, que nos amenazan más dañoso vencimiento. Y advertid
que ya los príncipes tienen por deuda nuestra sangre y vida pues
perdiéndolas por ellos los más dicen que los pagamos y no que
los servimos. ¡Volved, volved!
Oyéronlo ellos muy atentamente, y corridos de lo que les
decían, como unos leones se entraron en una taberna.
Iban las mujeres al infierno tras el dinero de los hombres y
los hombres tras ellas y su dinero tropezando unos con otros.
Noté cómo al fin del camino de los buenos algunos se
engañaban y pasaban al de la perdición, porque como ellos
saben que el camino del cielo es angosto y el del infierno ancho
y al acabar veían al suyo ancho y el nuestro angosto, pensando
que habían errado o trocado los caminos, se pasaban acá, y de
acá allá los que se desengañaban del remate del nuestro. Vi una
mujer que iba a pie, y espantado de que mujer se fuese al
infierno sin silla o coche, busqué un escribano que me diera fe
dello y en todo el camino del infierno pude hallar ningún
escribano ni alguacil, y como no los vi en él luego colegí que era
aquel el camino del cielo y este otro al revés. Quedé algo
aconsolado y solo me quedaba duda que como yo había oído
decir que iban con grandes asperezas y penitencias por el
camino dél, y veía que todos se iban holgando..., cuando me
sacó desta duda una gran parva221 de casados que venían con sus
mujeres de las manos, y que la mujer era ayuno del marido, pues
por darle la perdiz y el capón no comía; y que era su desnudez,
pues por darle galas demasiadas y joyas impertinentes iba en
cueros; y al fin conocí que un mal casado tiene en su mujer toda
la herramienta necesaria para mártir, y ellos y ellas, a veces, el
infierno portátil. Ver esta asperísima penitencia me confirmó de
nuevo en que íbamos bien, mas durome poco, porque oí decir a
mis espaldas:
—Dejen pasar los boticarios.
—¿Boticarios pasan?—dije yo entre mí—. Al infierno
vamos.
Y fue así, porque al punto nos hallamos dentro por una puerta
como de ratonera, fácil de entrar y imposible de salir. Y fue de
ver que nadie en todo el camino dijo «Al infierno vamos», y
220
la vida del hombre es guerra: Job, 7, 1: «La vida del hombre sobre la
tierra es una perpetua guerra y sus días son como los de un infeliz jornalero».
221 parva: muchedumbre.
todos, estando en él, dijeron muy espantados: «En el infierno
estamos».
—¿En el infierno?—dije yo muy afligido—. No puede ser.
Y quíselo poner a pleito. Comenceme a lamentar de las cosas
que dejaba en el mundo, los parientes, los amigos, los
conocidos, las damas, y estando llorando esto, volví la cara
hacia el mundo y vi venir por el mismo camino despeñándose a
todo correr cuanto había conocido allá, poco menos. Consoleme
algo en ver esto, y que según se daban prisa a llegar al infierno,
estarían conmigo presto. Comenzóseme a hacer áspera la
morada y desapacibles los zaguanes. Fui entrando poco a poco
entre unos sastres que se me llegaron, que iban medrosos de los
diablos. En la primera entrada hallamos siete demonios
escribiendo los que íbamos entrando. Preguntáronme mi
nombre, díjele y pasé; llegaron a mis compañeros y dijeron que
eran sastres; y dijo uno de los diablos:
—Deben entender los sastres en el mundo que no se hizo el
infierno sino para ellos, según se vienen por acá.
Preguntó otro diablo cuántos eran. Respondieron que ciento,
y respondió un demonio mal barbado entrecano:
—¿Ciento y sastres? No pueden ser tan pocos. La menor
partida que habemos recibido ha sido de mil y ochocientos. En
verdad que estamos por no recibilles.
Afligiéronse ellos, mas al fin entraron.
Ved cuáles son los sastres, que es para ellos amenaza el no
dejarlos entrar en el infierno. Entró el primero un negro,
chiquito, rubio de mal pelo222; dio un salto en viéndose allá y
dijo:
—Ahora acá estamos todos.
Salió de un lugar donde estaba aposentado un diablo de
marca mayor, corcovado y cojo, y arrojándolos en una hondura
muy grande dijo:
—Allá va leña.
Por curiosidad me llegué a él y le pregunté de qué estaba
corcovado y cojo, y me dijo (que era diablo de pocas palabras):
—Yo era recuero223 de sastres; iba por ellos al mundo; de
traellos a cuestas me hice corcovado y cojo. He dado en la
cuenta y hallo que se vienen ellos mucho más aprisa que yo los
puedo traer.
222
rubio de mal pelo: el pelo rojo (rubio, en el Siglo de Oro) es signo de
maldad en la España áurea; era el color del pelo de Judas según la tradición.
223 recuero: conductor de una recua de caballerías; nótese la metáfora
animalizadora.
En esto hizo otro vómito de sastres el mundo y hube de
entrarme porque no había dónde estar ya allí y el monstruo
infernal a traspalar y diz que es la mejor leña que se quema en el
infierno sastres.
Pasé adelante por un pasadizo muy oscuro, cuando por mi
nombre me llamaron. Volví a la voz los ojos, casi tan medrosa
como ellos, y hablome un hombre que por las tinieblas no pude
divisar más de lo que la llama que le atormentaba me permitía.
—¿No me conoce?—me dijo—, a...—ya lo iba a decir—...—
y prosiguió, tras su nombre—, el librero. Pues yo soy. ¿Quién tal
pensara?
Y es verdad Dios que yo siempre lo sospeché, porque era su
tienda el burdel224 de los libros, pues todos los cuerpos que tenía
eran de gente de la vida, escandalosos y burlones. Un rótulo que
decía «Aquí se vende tinta fina y papel batido y dorado» pudiera
condenar a otro que hubiera menester más apetitos por ello.
—¿Qué quiere?—me dijo, viéndome suspenso tratar conmigo
estas cosas—, pues es tanta mi desgracia que todos se condenan
por las malas obras que han hecho y yo y todos los libreros nos
condenamos por las obras225 malas que hacen los otros y por lo
que hicimos barato226 de los libros en romance y traducidos de
latín, sabiendo ya con ellos los tontos lo que encarecían en otros
tiempos los sabios, que ya hasta el lacayo latiniza y hallarán a
Horacio en castellano en la caballeriza.
Más iba a decir, sino que un demonio le comenzó de
atormentar con humazos de hojas de sus libros y otro a leerle
algunos dellos. Yo que vi que ya no hablaba, fuime adelante
diciendo entre mí:
—Si hay quien se condena por obras malas ajenas ¿qué harán
los que las hicieron propias?
En esto iba cuando en una gran zahúrda andaban mucho
número de ánimas gimiendo y muchos diablos con látigos y
zurriagas azotándolos. Pregunté qué gente eran y dijeron que no
eran sino cocheros, y dijo un diablo lleno de cazcarrias, romo y
224
burdel: la metáfora se fundamenta en el juego dilógico del siguiente
cuerpos: cuerpos humanos, como los de las prostitutas del burdel, que
trabajan con ellos; —gente de la vida: prostitutas—, y volúmenes, ejemplares
de libros.
225 obras: en esta ocurrencia establece el juego de palabras con el sentido
obra literaria, como es obvio.
226 hacer barato: vender barato. Satiriza aquí a la vulgarización y
trivialización de la cultura clásica provocada por la abundancia de
traducciones que permiten presumir a los indoctos de conocer a los grandes
autores.
calvo, que quisiera más (a manera de decir) lidiar con lacayos,
porque había cochero de aquellos que pedía aún dineros por ser
atormentado, y que la tema227 de todos era que habían de poner
pleito a los diablos por el oficio, pues no sabían chasquear los
azotes tan bien como ellos.
—¿Qué causa hay para que estos penen aquí?—dije.
Y tan presto se levantó un cochero viejo de aquellos,
barbinegro y malcarado y dijo:
—Señor, porque siendo pícaros nos venimos al infierno a
caballo y mandando.
Aquí le replicó el diablo:
—¿Y por qué calláis lo que encubristes en el mundo, los
pecados que facilitastes228, y lo que mentistes en un oficio tan
vil?
Dijo un cochero que lo había sido de un consejero229, y aún
esperaba que le había de sacar de allí:
—No ha habido tan honrado oficio en el mundo de diez años
a esta parte, pues nos llegaron a poner cotas y sayos vaqueros230,
hábitos largos y valona231 en forma de cuellos bajos, por lo que
parecíamos confesores en saber pecados y supimos muchas
cosas nosotros que no las supieron ellos. ¿Cómo supieran
condenarse las mujeres de los sastres en su rincón, si no fuera
por el desvanecimiento de verse en coche?, que hay mujer
destos, de honra postiza, que se fue por su pie al don232 como a
la pila santa catecúmena, que por tirar una cortina233, ir a una
testera, hartará de ánimas a los diablos.
227
tema: en femenino, como era usual, en el sentido de manía, que queda
aún en la frasecilla «Cada loco con su tema».
228 pecados que facilitastes: es el motivo de los coches alcahuetes: ver un
poco más abajo.
229 consejero: miembro de uno de los consejos (Consejo de Indias, de
Castilla, etc. ): personaje de alto rango e influencia, por tanto, capaz de sacar
al cochero del mismo infierno (eso cree él).
230 sayo vaquero: una vestidura de faldas largas.
231 valona: adorno que se ponía al cuello, tira angosta de lienzo fino que caía
sobre la espalda y hombros.
232 se fue por su pie al don: la presunción del coche era una manifestación de
la pretensión de nobleza, ya que a los nobles estaban reservados. Otra de las
pretensiones de nobleza era atribuirse el título de don, que solo correspondía
a los nobles. Los catecúmenos se bautizaban de mayores y podían ir por su
propio pie a la pila bautismal: estas mujeres «se bautizan» con el don ya de
mayores (porque es un don falso que se dan a sí mismas).
233 cortina: se refiere a las cortinas de los coches.
—Así —dijo un diablo— soltose234 el cocherillo y no callará
en diez años.
—¿Qué he de callar?—dijo—, si nos tratáis desta manera,
debiendo regalarnos, pues no os traemos al infierno la hacienda
maltratada, arrastrada y a pie, llena de rabos235, como los
siempre rotos escuderos, zanqueando y despeados236, sino
zahumada237, descansada, limpia y en coche. ¡Por otros lo
hiciéramos que lo supieran agradecer! ¡Pues decir que merezco
yo eso porque llevé tullidos a misa, enfermos a comulgar o
monjas a sus conventos! No se probará que en mi coche entrase
nadie con buen pensamiento. Llegó a tanto que, por casarse y
saber si una era doncella, se hacía información si había entrado
en él, porque era señal de corrupción. ¿Y tras desto me das este
pago?
—¡Vía!238—dijo un demonio mulato y zurdo239.
Redobló los palos y callaron, y forzome ir adelante el mal
olor de los cocheros que andaban por allí.
Y llegueme a unas bóvedas donde comencé a tiritar de frío y
dar diente con diente, que me helaba. Pregunté movido de la
novedad de ver frío en el infierno, qué era aquello y salió a
responder un diablo zambo, con espolones y grietas, lleno de
sabañones y dijo:
—Señor, este frío es de que en esta parte están recogidos los
bufones, truhanes y juglares chocarreros240, hombres por
demás241 y que sobraban en el mundo, y que están aquí
retirados, porque si anduvieran por el infierno sueltos, su
frialdad es tanta que templaría el dolor del fuego.
Pedile licencia para llegar a verlos, diómela, y calofriado
llegué y vi la más infame casilla del mundo y una cosa que no
habrá quien lo crea, que se atormentaban unos a otros con las
gracias que habían dicho acá. Y entre los bufones vi muchos
hombres honrados que yo había tenido por tales. Pregunté la
234
soltose: de la lengua.
rabos: partes deshilachadas de la extremidad de la ropa, que suelen
mancharse de lodo.
236 despeado: maltratado de los pies.
237 zahumada: aromatizada con humos olorosos.
238 Vía: fuera, andando, márchate; italianismo.
239 mulato y zurdo: signos muy degradadores; especialmente el zurdo,
considerado de mal agüero y malvado; los mulatos en Quevedo aparecen
como rufianes, homosexuales, valentones y delincuentes.
240 bufones, truhanes, juglares chocarreros: bufones; el chiste se basa en la
dilogía de frialdad temperatura baja y necedad, dicho soso y sin gracia.
241 por demás: que están de más, que sobran en el mundo.
235
causa y respondióme un diablo que eran aduladores y que por
esto eran bufones de entre cuero y carne. Y repliqué yo cómo se
condenaban y me respondieron que, como se condenan otros por
no tener gracia242, ellos se condenan por tenerla o quererla tener.
—Gente es que se viene acá sin avisar, a mesa puesta y a
cama hecha, como en su casa, y en parte los queremos bien,
porque ellos se son diablos para sí y para otros y nos ahorran de
trabajos y se condenan a sí mismos, y por la mayor parte en vida
los más ya andan con marca del infierno, porque el que no se
deja arrancar los dientes por dinero, se deja matar hachas en las
nalgas o pelar las cejas, y así cuando acá los atormentamos,
muchos dellos después de las penas solo echan menos las pagas.
¿Veis aquel?—me dijo—. Pues mal juez fue, y está entre los
bufones, pues por dar gusto no hizo justicia y a los derechos que
no hizo tuertos los hizo bizcos. Aquel fue marido descuidado, y
está también entre los bufones porque por dar gusto a todos
vendió el que tenía con su esposa y tomaba a su mujer en
dineros como ración, y se iba a sufrir243. Aquella mujer, aunque
principal, fue juglar, y está entre los truhanes244, porque por dar
gusto hizo plato de sí misma a todo apetito. Al fin, de todos
estados entran en el número de los bufones y por eso hay tantos;
que, bien mirado, en el mundo todos sois bufones, pues los unos
os andáis riendo de los otros, y en todos, como digo, es
naturaleza y en unos pocos oficio. Fuera destos hay bufones
desgranados y bufones en racimo; los desgranados son los que
de uno en uno y de dos en dos andan a casa de los señores; los
en racimo son los faranduleros245 miserables, y destos os
certifico que si ellos no se nos viniesen por acá, que nosotros no
iríamos por ellos.
Trabose una pendencia adentro y el diablo acudió a ver lo que
era. Yo, que me vi suelto, entreme por un corral adelante, y
hedía a chinches que no se podía sufrir.
—¿A chinches hiede?—dije yo—. Apostaré que alojan por aquí
los zapateros.
242
gracia: fácil juego entre los sentidos espiritual, religioso, y el de gracia,
ingenio en el decir.
243 sufrir: consentir en el adulterio por dinero; sufrido, el marido cornudo.
244 truhán: bufón.
245 faranduleros: actores.
Y fue así, porque luego sentí el ruido de los bojes y vi los
trinchetes246. Tapeme las narices y asoméme a la zahúrda donde
estaban, y había infinitos. Díjome el guardián:
—Estos son los que vinieron consigo mismos, digo, en
cueros247, y como otros se van al infierno por su pie, estos se van
por los ajenos y por los suyos y así vienen tan ligeros.
Y doy fe de que en todo el infierno no hay árbol ninguno
chico ni grande y que mintió Virgilio248 en decir que había
mirtos en el lugar de los amantes, porque yo no vi selva ninguna
sino en el cuartel que dije de los zapateros, que estaba todo lleno
de bojes, que no se gasta otra madera en los edificios. Estaban
casi todos los zapateros vomitando de asco de unos pasteleros
que se les arrimaban a las puertas, que no cabían en un silo
donde estaban tantos que andaban mil diablos con pisones
atestando almas de pasteleros y aún no bastaban.
—¡Ay de nosotros!—dijo uno—, que nos condenamos por el
pecado de la carne249 sin conocer mujer, tratando más en huesos.
Lamentábase bravamente, cuando dijo un diablo:
—¡Ladrones! ¿Quién merece el infierno mejor que vosotros,
pues habéis hecho comer a los hombres caspa y os han servido
de pañizuelos los de a real sonándoos en ellos, donde muchas
veces pasó por caña250 el tuétano de las narices? ¡Qué de
estómagos pudieran ladrar si resucitaran los perros que les
hicistes comer! ¡Cuántas veces pasó por pasa la mosca golosa, y
muchas fue el mayor bocado de carne que comió el dueño del
pastel! ¡Qué de dientes habéis hecho jinetes y qué de estómagos
habéis traído a caballo dándoles a comer rocines enteros! ¿Y os
quejáis, siendo gente antes condenada que nacida los que hacéis
así vuestro oficio? ¿Pues qué pudiera decir de vuestros caldos?
Mas no soy amigo de revolver caldos. Padeced y callad
enhoramala, que más hacemos nosotros en atormentaros que
246
bojes, trinchetes: el boj es un bolo de madera que sirve para coser sobre
él los pedazos de cuero de que se hace el zapato, y el trinchete un cuchillo
ancho y corvo que usan los zapateros.
247 en cueros: juega con el sentido desnudos, sin nada, solo consigo mismos,
y la alusión al cuero de que hacen los zapatos los zapateros.
248 Lo dice en un pasaje del libro VI de la Eneida. Los únicos árboles que
hay son los bojes (de los zapateros).
249 pecado de la carne: literalmente, porque los pasteles del XVII eran de
carne picada hojaldrada. Claro que estos pasteleros ponen más huesos y
porquerías que carne en sus pasteles. El uso de carne como referencia al
pecado de lujuria es tópico.
250 caña: el tuétano; estos pasteleros, en vez de poner caña a sus pasteles
sustituyen el tuétano por mocos (que es el tuétano de las narices).
vosotros en sufrirlo. Y vos andad adelante,—me dijo a mí— que
tenemos que hacer estos y yo.
Partime de allí y subime por una cuesta donde en la cumbre y
alrededor se estaban abrasando unos hombres en fuego inmortal,
el cual encendían los diablos en lugar de fuelles con corchetes,
que soplaban251 mucho más, que aun allá tienen este oficio ellos
y los malditos alguaciles; por soplar, daban crueles voces. Uno
dellos decía:
—Yo al justo252 vendí, ¿qué me persiguen?
Dije yo entre mí: —¿Al Justo vendiste? Este es Judas—, y
llegueme con codicia de ver si era barbinegro o bermejo253,
cuando le conozco, y era un mercader que poco antes había
muerto.
—¿Acá estáis?—dije yo—. ¿Qué os parece? ¿No valiera más
haber tenido poca hacienda y no estar aquí?
Dijo en esto uno de los atormentadores:
—Pensaron los ladronazos que no había más y quisieron con
la vara de medir hacer lo que Moisén con la vara de Dios, y
sacar agua de las piedras254. Estos son —dijo— los que han
ganado como buenos caballeros el infierno por sus pulgares255,
pues a puras pulgaradas se nos vienen acá. Mas ¿quién duda que
la obscuridad de sus tiendas les prometía estas tinieblas? Gente
es esta —dijo al cabo muy enojado— que quiso ser como Dios,
pues pretendieron ser sin medida, mas el que todo lo ve los trajo
de sus rasos a estos nublados256 que los atormenten con rayos. Y
si quieres acabar de saber cómo estos son los que sirven allá a la
locura de los hombres, juntamente con los plateros y buhoneros,
251
soplar: todo este pasaje se basa en el chiste con el sentido de soplar
delatar.
252 al justo: juego con los sentidos sin fraude, con las medidas justas, y el
Justo por antonomasia, Cristo, a quien vendió Judas.
253 o bermejo: Judas es pelirrojo en la tradición.
254 sacar agua de las piedras: hay varios juegos alusivos en el pasaje: los
mercaderes quieren sacar mucho dinero de su negocio, y estafan usando varas
de medir fraudulentas; evocan así la vara de Moisés con la que sacó agua de
la peña de Horeb en la peregrinación de los judíos por el desierto (Éxodo, 17,
5-6).
255 por sus pulgares: frase con que se expresa que uno ha hecho alguna cosa
por su mano y sin ayuda de otros; alude aquí, en mala parte, a los robos que
hacen los mercaderes ayudándose de los pulgares, con sus hábiles pulgaradas,
golpes dados con el pulgar, con el que se las arreglaban para alterar las
medidas de lo que vendían.
256 de sus rasos a estos nublados: juega en raso con el sentido cierta tela de
seda (que es lo que venden los mercaderes), y cielo raso, sin nubes (que se
opone chistosamente a nublados).
has de advertir que si Dios hiciera que el mundo amaneciera
cuerdo un día, todos estos quedaran pobres, pues entonces se
conociera que en el diamante, perlas, oro y sedas diferentes
pagamos más lo inútil y demasiado y raro que lo necesario y
honesto. Y advertid ahora que la cosa que más cara se os vende
en el mundo es lo que menos vale, que es la vanidad que tenéis,
y estos mercaderes son los que alimentan todos vuestros
desórdenes y apetitos.
Tenía talle de no acabar sus propriedades si yo no me pasara
adelante movido de admiración de unas grandes carcajadas que
oí. Fuime allá por ver risa en el infierno, cosa tan nueva.
—¿Qué es esto?—dije; cuando veo dos hombres dando voces
en un alto, muy bien vestidos con calzas atacadas257. El uno con
capa y gorra, puños como cuellos y cuellos como calzas. El otro
traía valones258 y un pergamino en las manos y a cada palabra
que hablaban se hundían siete o ocho mil diablos de risa y ellos
se enojaban más. Llegueme más cerca por oírlos y oí al del
pergamino, que a la cuenta era hidalgo, que decía:
—Pues si mi padre se decía tal cual, y soy nieto de Esteban
cuales y tales259, y ha habido en mi linaje trece capitanes
valerosísimos y de parte de mi madre doña Rodriga deciendo de
cinco catredáticos, los más doctos del mundo, ¿cómo me puedo
haber condenado? ¡Y tengo mi ejecutoria260, y soy libre de todo
y no debo pagar pecho!
—Pues pagad espalda —dijo un diablo; y diole luego cuatro
palos en ellas que le derribó de la cuesta y luego le dijo:
—Acabaos de desengañar que el que deciende del Cid, de
Bernardo y de Gofredo261 y no es como ellos, sino vicioso como
vos, ese tal más destruye el linaje que lo hereda. Toda la sangre,
hidalguillo, es colorada, y parecedlo en las costumbres y
entonces creeré que decendéis del docto cuando lo fuéredes o
257
calzas atacadas: es ya signo de que son personajes ridículos por su
atadura a un pasado arcaico y anquilosado; las calzas atacadas eran un tipo de
calzas muy complicadas de ataduras. La caricatura continúa con otros rasgos
vestimentarios: la capa y gorra indica que el que la lleva es de la baja nobleza
de la hidalguía burocrática; los puños y cuellos enormes y aparatosos se
satirizan también en otros lugares.
258 valones: un tipo de calzones. El pergamino es la ejecutoria de nobleza, y
resulta un rasgo tópico en la caracterización de los caballeros ridículos, que
nunca abandonan sus documentos.
259 cuales y tales: ironía, ya que resulta una expresión peyorativa.
260 ejecutoria: carta ejecutoria, certificado de hidalguía. Los hidalgos estaban
exentos de ciertos pechos o impuestos.
261 Bernardo, Gofredo: los míticos héroes Bernardo del Carpio y Godofredo
de Bouillon.
procuráredes serlo y si no vuestra nobleza será mentira breve en
cuanto durare la vida, que en la chancillería del infierno arrúgase
el pergamino y consúmense las letras, y el que en el mundo es
virtuoso ese es el hidalgo, y la virtud es la ejecutoria que acá
respetamos, pues aunque decienda de hombres viles y bajos,
como él con divinas costumbres se haga digno de imitación, se
hace noble a sí y hace linaje para otros. Reímonos acá de ver lo
que ultrajáis a los villanos, moros y judíos, como si en estos no
cupieran las virtudes que vosotros despreciáis. Tres cosas son
las que hacen ridículos a los hombres: la primera la nobleza, la
sigunda la honra y la tercera la valentía; pues es cierto que os
contentáis con que hayan tenido vuestros padres virtud y
nobleza para decir que la tenéis vosotros, siendo inútil parto del
mundo. Acierta a tener muchas letras el hijo del labrador, es
arzobispo el villano que se aplica a honestos estudios, y el
caballero que deciende de buenos padres, como si hubieran ellos
de gobernar el cargo que les dan, quieren (ved qué ciegos) que
les valga a ellos viciosos la virtud ajena de trecientos mil años,
ya casi olvidada, y no quieren que el pobre se honre con la
propia.
Carcomiose el hidalgo de oír estas cosas, y el caballero que
estaba a su lado se afligía, plegando los abanillos262 del cuello y
volviendo las cuchilladas de las calzas.
—¿Pues qué diré de la honra mundana, que más tiranías hace
en el mundo y más daños y la que más gustos estorba? Muere de
hambre un caballero pobre, no tiene con qué vestirse, ándase
roto y remendado, o da en ladrón y no lo pide, porque dice que
tiene honra, ni quiere servir porque dice que es deshonra. Todo
cuanto se busca y afana dicen los hombres que es por sustentar
honra. ¡Oh, lo que gasta la honra!; y llegado a ver lo que es la
honra mundana, no es nada. Por la honra no come el que tiene
gana donde le sabría bien; por la honra se muere la viuda entre
dos paredes; por la honra, sin saber qué es hombre ni qué es
gusto, se pasa la doncella treinta años casada consigo misma;
por la honra la casada se quita a su deseo cuanto pide; por la
honra pasan los hombres el mar; por la honra mata un hombre a
otro; por la honra gastan todos más de lo que tienen. Y es la
honra mundana, según esto, una necedad del cuerpo y alma,
pues al uno quita los gustos y al otro la gloria. Y porque veáis
cuáles sois los hombres desgraciados y cuán a peligro tenéis lo
que más estimáis, hase de advertir que las cosas de más valor en
262
abanillo: fuelle o porción ahuecada que había en los cuellos alechugados
que antiguamente se usaron.
vosotros son la honra, la vida y la hacienda. La honra está en
arbitrio de las mujeres, la vida en manos de los dotores y la
hacienda en las plumas de los escribanos. Desvaneceos, pues,
bien, mortales.
Dije yo entre mí:
—¡Y cómo se echa de ver que esto es el infierno, donde por
atormentar a los hombres con amarguras les dicen las verdades!
Tornó en esto a proseguir y dijo:
—La valentía ¿hay cosa tan digna de burla?; pues no
habiendo ninguna en el mundo si no es la caridad con que se
vence la fiereza —la de sí mismos—, y la de los mártires, todo
el mundo es de valientes263, siendo verdad que todo cuanto
hacen los hombres, cuanto han hecho tantos capitanes valerosos
como ha habido en la guerra, no lo han hecho de valentía sino de
miedo. Pues el que pelea en la tierra por defendella pelea de
miedo de mayor mal, que es ser cautivo y verse muerto, y el que
sale a conquistar los que están en sus casas a veces lo hace de
miedo de que el otro no le acometa, y los que no llevan este
intento van vencidos de la cudicia (¡ved qué valientes!) a robar
oro y a inquietar los pueblos apartados, a quien Dios puso como
defensa a nuestra ambición mares en medio y montañas ásperas.
Mata uno a otro primero, vencido de la ira, pasión ciega, y otras
veces de miedo de que le mate a él. Así los hombres, que todo lo
entendéis al revés, bobo llamáis al que no es sedicioso,
alborotador, maldiciente; y sabio llamáis al mal acondicionado,
perturbador y escandaloso; valiente al que perturba el sosiego y
cobarde al que con bien compuestas costumbres, escondido de
las ocasiones, no da lugar a que le pierdan el respeto. Estos tales
son en quien ningún vicio tiene licencia.
—¡Oh, pesia tal!—dije yo—. Más estimo haber oído este
diablo que cuanto tengo.
Dijo en esto el de las calzas atacadas muy mohíno264:
—Todo eso se entiende con ese escudero, pero no conmigo, a
fe de caballero —y tardó a decir caballero tres cuartos de hora—
, que es ruin término y descortesía. ¡Deben de pensar que todos
somos unos!
Esto les dio a los diablos grandísima risa, y luego, llegándose
uno a él, le dijo que se desenojase y mirase qué había menester y
263
Entiendo el pasaje precedente: la única valentía verdadera consiste en
tener caridad para vencer la fiereza, especialmente la fiereza de uno mismo
(vencerse a sí mismo, pues, es la mayor valentía); y la otra valentía verdadera
es la de los mártires. Sin embargo, aunque esta es la única, todos presumen
de valientes y todo el mundo es de valientes (valientes falsos, claro).
264 mohíno: enojado.
qué era la cosa que más pena le daba, porque le querían tratar
como quien era. Y al punto dijo:
—Bésoos las manos; un molde265 para repasar el cuello.
Tornaron a reír y él a atormentarse de nuevo. Yo, que tenía
gana de ver todo lo que hubiese, pareciendo que me había
detenido mucho, me partí, y a poco que anduve topé una laguna
muy grande como el mar, y más sucia, adonde era tanto el ruido
que se me desvanecía la cabeza. Pregunté lo qué era aquello, y
dijéronme que allí penaban las mujeres que en el mundo se
volvieron en dueñas266. Así supe como las dueñas de acá son
ranas del infierno, que eternamente como ranas están hablando
sin ton y sin son, húmedas y en cieno, y son propiamente ranas
infernales, porque las dueñas ni son carne ni pescado, como
ellas. Diome grande risa el verlas convertidas en sabandijas tan
perniabiertas y que no se come sino de medio abajo, como la
dueña, cuya cara siempre es trabajosa y arrugada. Salí, dejando
el charco a mano izquierda, a una dehesa donde estaban muchos
hombres arañándose y dando voces y eran infinitísimos y tenía
seis porteros. Pregunté a uno qué gente era aquella tan vieja y
tan en cantidad.
—Este es —dijo— el cuarto de los padres que se condenan
por dejar ricos a sus hijos, que por otro nombre se llama el
cuarto de los necios.
—¡Ay de mí!—dijo en esto uno—, que no tuve día sosegado
en la otra vida, ni comí ni vestí, por hacer un mayorazgo267 y
después de hecho por aumentarle, y en haciéndole me morí sin
médico por no gastar dineros amontonados, y apenas expiré
cuando mi hijo se enjugó las lágrimas con ellos, y cierto de que
estaba en el infierno por lo que vio que había ahorrado, viendo
que no había menester misas, no me las dijo ni cumplió
manda268 mía; y permite Dios que aquí, para más pena, le vea
desperdiciar lo que yo afané, y le oigo decir: «Ya se condenó mi
265
molde: los aparatosos cuellos de la época requerían moldes para darles
forma y lograr la abertura.
266 La dueña (dama de edad que servía de acompañante a las jóvenes en las
casas de posición) es uno de los objetos satíricos favoritos del Siglo de Oro, y
en especial de Quevedo, y sobre ellas recaen numerosas acusaciones:
charlatanas, feas, viejas, alcahuetas, mentirosas, lujuriosas...
267 mayorazgo: para conservar el patrimonio familiar, era corriente la
institución del mayorazgo; el hijo mayor heredaba los bienes familiares, que
eran vinculados, aunque naturalmente siempre se podía dilapidar un
mayorazgo.
268 manda: legado que alguno hace a otro en su testamento. Este heredero se
queda todo para él, porque viendo lo que ha ahorrado tiene por cierta la
condena inevitable del padre.
padre: ¿por qué no tomó más sobre su ánima y se condenó por
cosas de más importancia? ».
—¿Queréis saber —dijo un demonio— qué tanta verdad es
esa, que tienen ya por refrán en el mundo contra estos
miserables decir «Dichoso el hijo que tiene a su padre en el
infierno»?
Apenas oyeron esto cuando se pusieron todos a aullar y darse
de bofetones. Hiciéronme lástima, no lo pude sufrir y pasé
adelante. Y llegando a una cárcel obscurísima oí grande ruido de
cadenas y grillos, fuego, azotes y gritos. Pregunté a uno de los
que allí estaban qué estancia era aquella, y dijéronme que era el
cuarto de los que «¡Oh, quién hubiera!».
—No lo entiendo —dije—. ¿Quién son los de «¡Oh, quién
hubiera!»?
Dijo al punto:
—Son gente necia que en el mundo vivía mal y se condenó
sin entenderlo, y agora acá se les va todo en decir «¡Oh, quién
hubiera oído misa! ¡Oh, quién hubiera callado! ¡Oh, quién
hubiera favorecido al pobre! ¡Oh, quién hubiera confesado!».
Huí medroso de tan mala gente y tan ciega y di en unos
corrales con otra peor. Pero admiróme más el título con que
estaban aquí, porque preguntándoselo a un demonio, me dijo:
—Estos son los de «Dios es piadoso, Dios sea conmigo».
Dije al punto:
—¿Pues cómo puede ser que la misericordia condene, siendo
eso de la justicia? Vos habláis como diablo.
—Y vos —dijo el diablo— como ignorante; ¿pues no sabéis
que la mitad de los que están aquí se condenan por la
misericordia de Dios? Y si no, mirad cuántos son los que,
cuando hacen algo mal hecho y se lo reprehenden, pasan
adelante y dicen: «Dios es piadoso y no mira en niñerías; para
eso es la misericordia de Dios tanta». Y con esto, mientras ellos
haciendo mal esperan en Dios nosotros los esperamos acá.
—¿Luego no se ha de esperar en Dios y en su
misericordia?—dije yo.
—No lo entiendes —me respondieron—; que de la piedad de
Dios se ha de fiar porque ayuda a buenos deseos y premia
buenas obras, pero no todas veces con consentimiento de
obstinaciones, que se burlan a sí las almas que consideran la
misericordia de Dios encubridora de maldades y la aguardan
como ellos la han menester y no como ella es, purísima y
infinita en los santos y capaces della, pues los mismos que más
en ella están confiados son los que menos lugar la dan para su
remedio. No merece la piedad de Dios quien sabiendo que es
tanta la convierte en licencia y no en provecho espiritual, y de
muchos tiene Dios misericordia que no la merecen ellos, y en
los más en ansí, pues nada de su mano pueden, sino por sus
méritos269, y el hombre que más hace es procurar merecerla,
porque no os desvanezcáis270 y sepáis que aguardáis siempre al
postrero día lo que quisiérades haber hecho al primero y que las
más veces está pasado por vosotros lo que teméis que ha de
venir.
—¿Esto se ve y se oye en el infierno? ¡Ah, lo que
aprovechara allá uno destos escarmentados!
Diciendo esto llegué a una caballeriza donde estaban los
tintureros, que no averiguara un pesquisidor271 quiénes eran,
porque los diablos parecían tintureros y los tintureros diablos.
Pregunté a un mulato que a puros cuernos tenía hecha
espetera272 la frente que dónde estaban los sodomitas, las viejas
y los cornudos. Dijo:
—En todo el infierno están, que esa es gente que en vida son
diablos, pues es su oficio traer corona de güeso. De los
sodomitas y viejas, no solo no sabemos dellos, pero ni
querríamos saber que supiesen de nosotros, que en ellos peligran
nuestras asentaderas, y los diablos por eso traemos colas, porque
como aquellos están acá, habemos menester mosqueador de los
rabos273; de las viejas, porque aun acá nos enfadan y atormentan,
y no hartas de vida, hay algunas que nos enamoran. Muchas han
venido acá muy arrugadas y canas y sin diente ni muela, y
ninguna ha venido cansada de vivir. Y otra cosa más graciosa,
que si os informáis dellas, ninguna vieja hay en el infierno,
porque la que está calva y sin muelas, arrugada y lagañosa de
pura edad y de puro vieja, dice que el cabello se le cayó de una
enfermedad, que los dientes y muelas se le cayeron de comer
dulce, que está jibada de un golpe, y no confesará que son años
si pensare remozar por confesarlo.
Junto a estos estaban unos pocos dando voces y quejándose
de su desdicha.
—¿Qué gente es esta?—pregunté. Y respondiome uno dellos:
269
por sus méritos: por los de Dios.
desvanecerse: como en otras ocasiones anteriores ensoberbecerse.
271 pesquisidor: el que hace pesquisa, como un juez pesquisidor, por
ejemplo.
272 espetera: tabla con garfios donde se cuelgan las carnes, aves y otras cosas
de cocina, como cazos, sartenes.
273 mosqueador de los rabos: el mosqueador es una especie de abanico para
espantar las moscas; rabo en este pasaje significa trasero, que les peligra a los
diablos por las asechanzas de los sodomitas o putos.
270
—Los sin ventura muertos de repente.
—Mentís —dijo un diablo—, que ningún hombre muere de
repente, y de descuidado y divertido274 sí. ¿Cómo puede morir
de repente quien dende que nace ve que va corriendo por la vida
y lleva consigo la muerte? ¿Qué otra cosa veis en el mundo sino
entierros, muertos y sepulturas? ¿Qué otra cosa oís en los
púlpitos y leéis en los libros? ¿A qué volvéis los ojos que no os
acuerde de la muerte? Vuestro vestido que se gasta, la casa que
se cae, el muro que se envejece y hasta el sueño cada día os
acuerda de la muerte retratándola en sí. ¿Pues cómo puede haber
hombre que se muera de repente en el mundo si siempre lo
andan avisando tantas cosas? No os habéis de llamar, no, gente
que murió de repente sino gente que murió incrédula de que
podía morir así, sabiendo con cuán secretos pies entra la muerte
en la mayor mocedad y que en una misma hora en dar bien y
mal suele ser madre y madrastra.
Volví la cabeza a un lado y vi en un seno muy grande
apretura de almas y diome un mal olor.
—¿Qué es esto?—dije. Y respondiome un juez amarillo275
que estaba castigándolos:
—Estos son los boticarios, que tienen el infierno lleno de
bote en bote276, gente que como otros buscan ayudas277 para
salvarse, estos las tienen para condenarse. Estos son los
verdaderos alquimistas, que no Demócrito Abderita en la Arte
Sacra, Avicena, Géber ni Raimundo Lull278, porque ellos
escribieron cómo de los metales se podía hacer oro y no lo
hicieron ellos, y si lo hicieron nadie lo ha sabido hacer después
acá, pero estos tales boticarios, de la agua turbia, que no clara,
hacen oro, y de los palos; oro hacen de las moscas, del estiércol;
oro hacen de las arañas, de los alacranes y sapos, y oro hacen del
papel, pues venden hasta el papel en que dan el ungüento. Así
que solo para estos puso Dios virtud en las hierbas y piedras y
palabras, pues no hay hierba, por dañosa que sea y mala, que no
les valga dineros, hasta la ortiga y cicuta, ni hay piedra que no
274
divertido: distraído.
amarillo: color de la enfermedad y la muerte, de connotaciones muy
negativas.
276 de bote en bote: juego con la frase hecha, aplicada a los boticarios, que
manejan botes de medicinas.
277 ayuda: aquí explota también el sentido de lavativa; o sea, lo mismo que
«melecina», que corresponde a los boticarios, preparadores de las purgas.
278 Demócrito Abderita, Avicena, Géber, Raimundo Lull: filósofos y
alquimistas.
275
les dé ganancia, hasta el guijarro crudo, sirviendo de moleta279.
En las palabras también, pues jamás a estos les falta cosa que les
pidan aunque no la tengan, como vean dinero, pues dan por
aceite de Matiolo280 aceite de ballena y no compra sino las
palabras el que compra, y su nombre no había de ser boticario
sino armeros, ni sus tiendas no se habían de llamar boticas sino
armerías de los doctores, donde el médico toma la daga de los
lamedores281, el montante282 de los jarabes y el mosquete de la
purga maldita, demasiada, recetada a mala sazón y sin tiempo.
Allí se ve todo esmeril283 de ungüentos, la asquerosa arcabucería
de melecinas con munición de calas284. Muchos destos se salvan,
pero no hay que pensar que cuando mueren tienen con qué
enterrarse. Y si queréis reír, ved tras ellos los barberillos cómo
penan, que en subiendo esos dos escalones están en ese cerro.
Pasé allá y vi (¡qué cosa tan admirable y qué justa pena!) los
barberos atados y las manos sueltas y sobre la cabeza una
guitarra285 y entre las piernas un ajedrez con las piezas de juego
de damas, y cuando iba con aquella ansia natural de pasacalles a
tañer, la guitarra se le huía, y cuando volvía abajo a dar de
comer a una pieza, se le sepultaba el ajedrez y esta era su pena.
No entendí salir de allí de risa.
Estaban tras de una puerta unos hombres, muchos en
cantidad, quejándose de que no hiciesen caso dellos aun para
atormentarlos y estábales diciendo un diablo que eran todos tan
diablos como ellos, que atormentasen a otros.
—¿Quién son?—le pregunté. Y dijo el diablo:
—Hablando con perdón, los zurdos, gente que no puede
hacer cosa a derechas, quejándose de que no están con los otros
condenados, y acá dudamos si son hombres o otra cosa, que en
el mundo ellos no sirven sino de enfados y de mal agüero, pues
si uno va en negocios y topa zurdos se vuelve como si topara un
cuervo o oyera una lechuza286. Y habéis de saber que cuando
279
moleta: la piedra pequeña con que se muele.
aceite de Matiolo: un aceite inventado por Pietro Andrea Mattiolo (15001577), médico sienés, o quizá fuera invento popular al que se le dio el
nombre del famoso médico.
281 lamedor: jarabe.
282 montante: espada ancha que manejan los maestros de armas con ambas
manos para separar las batallas en el juego de la esgrima.
283 esmeril: pieza de artillería pequeña.
284 cala: lo mismo que melecina, lavativa.
285 una guitarra: es atributo tópico del barbero; al parecer eran muy
aficionados a tocar pasacalles con las guitarras.
286 cuervo, lechuza: conocidos signos de mal agüero.
280
Scévola se quemó el brazo derecho287 porque erró a Porsena,
que fue no por quemarle y quedar manco, sino queriendo hacer
en sí un gran castigo, dijo: «¿Así que erré el golpe? Pues en pena
he de quedar zurdo». Y cuando la Justicia manda cortar a uno la
mano derecha por una resistencia, es la pena hacerle zurdo, no el
golpe; y no queráis más que queriendo el otro echar una
maldición muy grande, fea y afrentosa, dijo288:
Lanzada de moro izquierdo
te atraviese el corazón
y en el día del Juicio todos los condenados, en señal de serlo,
estarán a la mano izquierda. Al fin, es gente hecha al revés y que
se duda si son gente.
En esto me llamó un diablo por señas y me advirtió con las
manos que no hiciese ruido. Llegueme a él y asomeme a una
ventana, y dijo:
—Mira lo que hacen las feas.
Y veo una muchedumbre de mujeres, unas tomándose
puntos289 en las caras, otras haciéndose de nuevo, porque ni la
estatura en los chapines290, ni la ceja con el cohol291, ni el
cabello en la tinta, ni el cuerpo en la ropa, ni las manos con la
muda292, ni la cara con el afeite, ni los labios con la color, eran
los con que nacieron ellas, y vi algunas poblando sus calvas con
cabellos que eran suyos solo porque los habían comprado. Otra
vi que tenía su media cara en las manos, en los botes de unto y
en la color.
—Y no queráis más de las invenciones de las mujeres —dijo
un diablo—, que hasta resplandor293 tienen, sin ser soles ni
estrellas. Las más duermen con una cara y se levantan con otra
287
Alude a la historia de Mucio Scévola, joven romano que quiso matar al
rey etrusco Porsena, sitiador de Roma (507 a. d. C.). Al equivocarse y matar
a uno de los acompañantes del séquito, para demostrar su resistencia a la
tortura con que Porsena le amenazaba, dejó que su mano se quemara en un
brasero, diciendo que así castigaba él el error de su mano. De ahí el
sobrenombre de Scévola, mano izquierda.
288 Lanzada de moro izquierdo... : son versos de un romance que conoció
varias versiones y que gozó de enorme difusión.
289 tomándose puntos: se fabrican o remiendan las caras ajadas por la edad,
como si tomaran puntos a una tela.
290 chapín: calzado con suela de corcho, muy alta.
291 cohol: tintura para teñirse las cejas.
292 muda: cierta especie de afeite o untura que se solían poner las mujeres en
el rostro y manos.
293 resplandor: un cosmético.
al estrado, y duermen con unos cabellos y amanecen con otros.
Muchas veces pensáis que gozáis las mujeres de otro y no pasáis
el adulterio de la cáscara. Mirad cómo consultan con el espejo
sus caras. Estas son las que se condenan solamente por buenas294
siendo malas.
Espantome la novedad de la causa con que se habían
condenado aquellas mujeres, y volviendo vi un hombre asentado
en una silla a solas sin fuego, ni hielo, ni demonio, ni pena
alguna, dando las más desesperadas voces que oí en el infierno,
llorando el propio corazón, haciéndose pedazos a golpes y a
vulcos.
¡Váleme Dios!—dije en mi alma—¿De qué se queja este, no
atormentándole nadie?
Y él, cada punto doblaba sus alaridos y voces.
—Dime —dije yo—, ¿qué eres y de qué te quejas, si ninguno
te molesta, si el fuego no te arde ni el hielo te cerca?
—¡Ay!—dijo dando voces—, que la mayor pena del infierno
es la mía. ¿Verdugos te parece que me faltan? ¡Triste de mí, que
los más crueles están entregados a mi alma! ¿No los ves?—dijo,
y empezó a morder la silla y a dar vueltas alrededor y gemir:
—Velos qué sin piedad van midiendo a descompasadas
culpas eternas penas. ¡Ay, qué terrible demonio eres, memoria
del bien que pude hacer y de los consejos que desprecié, y de los
males que hice! ¡Qué representación tan continua! ¡Déjasme tú y
sale el entendimiento con imaginaciones de que hay gloria que
pude gozar y que otros gozan a menos costa que yo mis penas!
¡Oh, qué hermoso que pintas el cielo, entendimiento, para
acabarme! ¡Déjame un poco siquiera! ¿Es posible que mi
voluntad no ha de tener paz conmigo un punto? ¡Ay, huésped, y
qué tres llamas invisibles y qué sayones incorpóreos me
atormentan en las tres potencias295 del alma!; y cuando estos se
cansan entra el gusano de la conciencia, cuya hambre en comer
del alma nunca se acaba. Vesme aquí miserable, y perpetuo
alimento de sus dientes.
Y diciendo esto salió la voz:
—¿Hay en todo este desesperado palacio quien trueque sus
almas y sus verdugos a mis penas? Así, mortal, pagan los que
supieron en el mundo, tuvieron letras y discurso y fueron
discretos; ellos se son infierno y martirio de sí mismos.
Tornó amortecido a su ejercicio con más muestras de dolor.
Aparteme dél, medroso, diciendo:
294
295
buenas: con cierta entonación esta palabra significaba puta.
tres potencias: memoria, entendimiento y voluntad.
—Ved de lo que sirve caudal de razón y doctrina y buen
entendimiento mal aprovechado. ¡Quién se lo vio llorar solo, y
tenía dentro de su alma aposentado el infierno!
Llegueme, diciendo esto, a una gran compañía donde
penaban en diversos puestos muchos y vi unos carros en que
traían atenaceando muchas almas con pregones delante.
Llegueme a oír el pregón, y decía:
—Estos manda Dios castigar por escandalosos y porque
dieron mal ejemplo.
Y vi a todos los que penaban que cada uno los metía en sus
penas y así pasaban las de todos, como causadores de su
perdición, pues estos son los que enseñan en el mundo malas
costumbres, de quien Dios dijo que valiera más no haber nacido.
Pero diome risa ver unos taberneros que se andaban sueltos
por todo el infierno, penando sobre su palabra sin prisión
ninguna, teniéndola cuantos estaban en él, y preguntando por
qué a ellos solos los dejaban andar sueltos, dijo un diablo:
—Y les abrimos las puertas, que no hay para qué temer que
se irán del infierno gente que hace en el mundo tantas
diligencias para venir; fuera de que los taberneros trasplantados
acá, en tres meses son tan diablos como nosotros. Tenemos solo
cuenta de que no lleguen al fuego de los otros, porque no lo
agüen. Pero si queréis saber notables cosas, llegaos a aquel
cerco; veréis en la parte del infierno más hondo a Judas con su
familia descomulgada de malditos dispenseros.
Hícelo así y vi a Judas, que me holgué mucho, cercado de
succesores suyos y sin cara. No sabré decir sino que me sacó de
la duda de ser barbirrojo como le pintan los españoles por
hacerle extranjero, o barbinegro como le pintan los extranjeros
por hacerle español, porque él me pareció capón, y no es posible
menos, ni que tan mala inclinación y ánimo tan doblado se
hallase sino en quien, por serlo, no fuese ni hombre ni mujer. ¿Y
quién sino un capón tuviera tan poca vergüenza que besara a
Cristo para vendelle? ¿Y quién sino un capón pudiera
condenarse por llevar las bolsas296? ¿Y quién sino un capón
tuviera tan poco ánimo que se ahorcase sin acordarse de la
mucha misericordia de Dios? Ello yo creo por muy cierto lo que
manda la Iglesia Romana, pero en el infierno capón me pareció
que era Judas. Y lo mismo digo de los diablos, que todos son
296
las bolsas: Judas, como despensero, llevaba la bolsa del dinero; la
relación entre capón y bolsas parece apuntar (eso creo) a un juego obsceno.
En el lenguaje erótico «bolsa» significa escroto, bolsa de los testículos; un
hombre cualquiera puede llevar legítimamente «bolsa», pero un capón no
puede llevar la bolsa con legitimidad.
capones sin pelo de barba y arrugados, aunque sospecho que
como todos se queman, que el estar lampiños es de chamuzcado
el pelo con el fuego y lo arrugado del calor, y debe de ser así,
porque no vi ceja ni pestaña y todos eran calvos.
Estaba, pues, Judas muy contento de ver cuán bien lo hacían
los dispenseros en venirle a cortejar y a entretener (que muy
pocos me dijeron que le dejaban de imitar); miré más
atentamente y fuime llegando donde estaba Judas y vi que la
pena de los dispenseros era que, como a Titio297 le come un
buitre las entrañas, a ellos se las descarnaban dos aves que
llaman sisones, y un diablo decía a voces de rato en rato:
—Sisones son dispenseros y los dispenseros sisones.
A este pregón se estremecían todos y Judas estaba con sus
treinta dineros atormentándose; tenía un bote junto a sí. No me
sufrió el corazón a no decirle algo, y así llegándome cerca, le
dije:
—¿Cómo, traidor infame sobre todos los hombres, vendiste a
tu Maestro, a tu Señor y a tu Dios, por tan poco dinero?
A lo cual respondió:
—Pues vosotros ¿por qué os quejáis deso?; que sobrado de
bien os estuvo, pues fui el medio y arcaduz298 para vuestra salud.
Yo soy el que me he de quejar y fui a quien le estuvo mal y ha
habido herejes que me han tenido con veneración, porque di
principio en la entrega a la medecina de vuestro mal. Y no
penséis que soy yo solo el Judas, que después que Cristo murió
hay otros peores que yo y más ingratos, pues no solo le venden,
pero le venden y compran, azotan y crucifican, y lo que es más
que todo, ingratos a vida y pasión y muerte y resurrectión, le
maltratan y persiguen en nombre de sus hijos. Y si yo lo hice
antes que muriese, con nombre de apóstol y dispensero, este
bote lo dice, que es el de la Madalena, que codicioso quería que
se vendiese y se diese a pobres y ahora es una de las mayores
penas que tengo esta, ver lo que quería para remediar pobres
vendido, porque todo lo aplicaba a vender y después, por salir
con mi tema y vender el ungüento, vendí al Señor que le tenía y
así remedié más pobres que quisiera.
—¡Ladrón!—dije yo, que no me pude reportar—, pues si
viendo a la Madalena a los pies de Cristo te tocó la codicia de
riqueza, cogieras las perlas de las muchas lágrimas que lloraba,
297
Titio: se enamoró de Latona, la madre de Apolo, a la que intentó violar.
Apolo lo encadenó en los infiernos y ofreció su hígado a los buitres.
298 arcaduz: caño por donde se conduce el agua en los acueductos;
metafóricamente el medio para conseguir algo.
hartáraste de oro con las hebras de cabellos que arrancaba de su
cabeza y no cudiciaras su ungüento con alma boticaria. Pero una
cosa querría saber de ti: ¿por qué te pintan con botas299 y dicen
por refrán «las botas de Judas»?
—No porque yo las truje —respondió—, mas quisieron
significar poniéndome botas que anduve siempre de camino para
el infierno, y por ser dispensero; y así se han de pintar todos los
que lo son. Esta fue la causa y no lo que algunos han colegido de
verme con botas, diciendo que era portugués300, que es mentira;
que yo fui...—. Y no me acuerdo bien de dónde me dijo que era,
si de Calabria, si de otra parte—. Y has de advertir que yo solo
soy el dispensero que se ha condenado por vender, que todos los
demás, fuera de algunos, se condenan por comprar. Y en lo que
dices que fui traidor y maldito en dar a Cristo por tan poco
precio tenéis razón, y no podía hacer yo otra cosa fiándome de
gente como los judíos, que era tan ruin que pienso que si pidiera
un dinero más por él no me le tomaran. Y porque estáis muy
espantado y fiado en que yo soy el peor hombre que ha habido,
ve ahí debajo y verás muchísimos más malos. Vete —dijo—,
que ya basta de conversación con Judas.
—Dices la verdad —le respondí—. Y acogime donde me
señaló y topé muchos demonios en el camino con palos y lanzas,
echando del infierno muchas mujeres hermosas y muchos malos
letrados. Pregunté que por qué los quería echar del infierno a
aquellos solos y dijo un demonio porque eran de grandísimo
provecho para la población del infierno en el mundo las damas
con sus caras y con sus mentirosas hermosuras y buenos
pareceres, y los letrados con buenas caras y malos pareceres, y
que así los echaban porque trujesen gente.
Pero el pleito más intricado y el caso más difícil que yo vi en
el infierno fue el que propuso una mujer condenada con otras
muchas, por malas, enfrente de unos ladrones, la cual decía:
—Decidnos, señor, ¿cómo ha de ser esto de dar y recebir, si
los ladrones se condenan por tomar lo ajeno y la mujer por dar
lo suyo301? Aquí de Dios, que si el ser puta es ser justicia, si es
justicia dar a cada uno lo suyo, pues lo hacemos así ¿de qué nos
culpan?
Dejé de escucharla y pregunté, como nombraron ladrones:
299
botas: otro de los motivos tópicos es el de las botas de Judas, cuyo origen
no está dilucidado.
300 portugués: por el motivo de las botas de los portugueses, también tópico.
301 lo suyo: en el lenguaje erótico este neutro significa el sexo.
—¿Dónde están los escribanos? ¿Es posible que no hay en el
infierno ninguno ni le pude topar en todo el camino?
Respondiome un demonio:
—Bien creo yo que no toparíades ninguno por él.
—¿Pues qué hacen? ¿Sálvanse todos?
—No —dijo—, pero dejan de andar y vuelan302 con plumas.
Y el no haber escribanos por el camino de la perdición no es
porque infinitísimos que son malos no vienen acá por él sino
porque es tanta la prisa con que vienen, que volar y llegar y
entrar es todo uno (tales plumas se tienen ellos) y así no se ven
en el camino.
—Y acá —dije yo—, ¿cómo no hay ninguno?
—Sí hay —me respondió—; mas no usan ellos de nombre de
escribano, que acá por gatos303 los conocemos, y para que
echéis de ver qué tantos hay, no habéis de mirar sino que con ser
el infierno tan gran casa, tan antigua, tan maltratada y sucia, no
hay un ratón en toda ella, que ellos los cazan.
—¿Y los alguaciles malos no están en el infierno?
—Ninguno está en el infierno —dijo el demonio.
—¿Cómo puede ser, si se condenan algunos malos entre
muchos buenos que hay?
—Dígoos que no están en el infierno porque en cada alguacil
malo, aun en vida está todo el infierno en él.
Santigüeme y dije:
—Brava cosa es lo mal que los queréis los diablos a los
alguaciles.
—¿No los habemos de querer mal, pues según son
endiablados los malos alguaciles tememos que han de venir a
hacer que sobremos nosotros para lo que es materia de condenar
almas y que se nos han de levantar con el oficio de demonios y
que ha de venir Lucifer a ahorrarse de diablos y despedirnos a
nosotros por recibirlos a ellos?
No quise en esta materia escuchar más, y así me fui adelante
y por una red304 vi un amenísimo cercado todo lleno de almas
que, unas con silencio y otras con llanto, se estaban lamentando.
Dijéronme que era el retiramiento de los enamorados. Gemí
tristemente viendo que aun en la muerte no dejan los suspiros.
Unos se respondían a sus amores y penaban con dudosas
desconfianzas. ¡Oh, qué número dellos echaban la culpa de su
perdición a sus deseos, cuya fuerza o cuyo pincel los mintió las
302
volar: en germanía significa también robar.
gato: significa ladrón.
304 red: reja.
303
hermosuras! Los más estaban destruidos por penseque, según
me dijo un diablo.
—¿Quién es Penseque —dije yo—, o qué género de delito?
Riose y replicó:
—No es sino que se destruyen fiándose de fabulosos
semblantes, y luego dicen: «Pensé que no me obligara», «Pensé
que no me amartelara305», «Pensé que ella me diera a mí y no
me quitara», «Pensé que no tuviera otro con quien yo riñera»,
«Pensé que se contentara conmigo solo», «Pensé que me
adoraba»; y así todos los amantes en el infierno están por
«penseque».
Estos son la gente en quien más ejecuciones hace el
arrepentimiento y los que menos sabían de sí. Estaba en medio
dellos el Amor lleno de sarna, con un rótulo que decía:
No hay quien este amor no dome
sin justicia o con razón,
que es sarna y no afición
amor que se pega y come.
—¿Coplica hay?—dije yo—. No andan lejos de aquí los
poetas—; cuando volviéndome a un lado veo una bandada de
hasta cien mil dellos en una jaula, que llaman los orates en el
infierno. Volví a mirarlos y díjome uno, señalando a las mujeres
que digo:
—Esas señoras hermosas todas se han vuelto medio
camareras306 de los hombres, pues los desnudan y no los visten.
—¿Conceptos gastáis aun estando aquí? ¡Buenos cascos307
tenéis!—dije yo; cuando uno entre todos que estaba aherrojado y
con más penas que todos, dijo:
—Plegue a Dios, hermano, que así se vea el que inventó los
consonantes, pues porque en un soneto
Dije que una señora era absoluta,
y siendo más honesta que Lucrecia308,
por dar fin el cuarteto la hice puta.
305
amartelar: enamorar.
medio camareras: el camarero o camarera tienen por ocupación la de
vestir y desnudar a sus amos; estas señoras son solo medio camareras porque
hacen la mitad de la tarea: solamente desnudan a los hombres (en el sentido
de quitarles todo el dinero y dejarlos arruinados).
307 cascos: casco es el hueso del cráneo; figuradamente el juicio o sensatez.
308 Lucrecia: prototipo de mujeres castas. Esposa de Colatino, violada por
Sexto Tarquino, se suicidó para no sobrevivir a su deshonra.
306
Forzome el consonante a llamar necia
a la de más talento y mayor brío,
¡oh, ley de consonantes dura y recia!
Habiendo en un terceto dicho lío,
un hidalgo afrenté tan solamente
porque el verso acabó bien en judío.
A Herodes otra vez llamé innocente,
mil veces a lo dulce dije amargo
y llamé al apacible impertinente.
Y por el consonante tengo a cargo
otros delitos torpes, feos, rudos,
y llega mi proceso a ser tan largo
que porque en una octava dije escudos,
hice sin más ni más siete maridos
con honradas mujeres ser cornudos.
Aquí nos tienen, como ves, metidos
y por el consonante condenados,
a puros versos, como ves, perdidos,
¡oh, míseros poetas desdichados!
—¿Hay tan graciosa locura —dije yo—, que aun aquí estáis
sin dejarla ni descansaros della?
¡Oh, qué vi dellos! Y decía un diablo:
—Esta es gente que canta sus pecados como otros los lloran,
pues en amancebándose, con hacerla pastora o mora la sacan a la
vergüenza en un romancico por todo el mundo. Si las quieren a
sus damas lo más que les dan es un soneto o unas octavas, y si
las aborrecen o las dejan lo menos que les dejan es una sátira.
¡Pues qué es verlos cargados de pradicos de esmeraldas, de
cabellos de oro, de perlas de la mañana, de fuentes de cristal309,
sin hallar sobre todo esto dinero para una camisa ni sobre su
ingenio. Y es gente que apenas se conoce de qué ley son, porque
el nombre es de cristianos, las almas de herejes, los
pensamientos de alarbes310 y las palabras de gentiles.
—Si mucho me aguardo —dije entre mí—, yo oiré algo que
me pese.
Fuime adelante y dejelos con deseo de llegar a donde estaban
los que no supieron pedir a Dios. ¡Oh, qué muestras de dolor tan
grandes hacían! ¡Oh, qué sollozos tan lastimosos! Todos tenían
las lenguas condenadas a perpetua cárcel y poseídos del silencio,
309
pradicos de esmeraldas... fuentes de cristal: burla de los motivos y
metáforas tópicos de la poesía amorosa.
310 alarbe: árabe, moro.
tal martirio en voces ásperas de un demonio recibían por los
oídos:
—¡Oh, corvas almas, inclinadas al suelo, que con oración
logrera y ruego mercader y comprador os atrevistes a Dios y le
pedistes cosas que de vergüenza de que otro hombre las oyese
aguardábades a coger solos los retablos. ¿Pues cómo más
respeto tuvisteis a los mortales que al Señor de todos?, quien os
ve en un rincón medrosos de ser oídos, pedir murmurando, sin
dar licencia a las palabras que se saliesen de los dientes cerrados
de ofensas: «Señor, muera mi padre y acabe yo de suceder en su
hacienda», «Llevaos a vuestro reino a mi mayor hermano y
aseguradme a mí el mayorazgo», «Halle yo una mina debajo de
mis pies», «El rey se incline a favorecerme y véame yo cargado
de sus favores». Y ved —dijo— a lo que llegó una desvergüenza
que osastes decir: «Y haced esto, que si lo hacéis yo os prometo
de casar dos huérfanas, de vestir seis pobres y de daros
frontales»311. ¡Qué ceguedad de hombres, prometer dádivas al
que pedís, con ser la suma riqueza! Pedistes a Dios por merced
lo que Él suele dar por castigo, y si os lo da os pesa de haberlo
tenido cuando morís, y si no os lo da, cuando vivís; y así de puro
necios siempre tenéis quejas; y si llegáis a ser ricos por votos,
decidme cuáles cumplís. ¿Qué tempestad no llena de promesas
los santos y qué bonanza tras ella no los torna a desnudar con
olvido? ¡Qué de toques de campanas312 ha ofrecido a los altares
la espantosa cara del golfo313, y qué dellas ha muerto y quitado
de los mismos templos el puerto! Nacen vuestros ofrecimientos
de necesidad y no de devoción. ¿Pedisteis alguna vez a Dios paz
en el alma, augmento de gracia o favores suyos, ni
inspiraciones? No por cierto; ni aun sabéis para qué son
menester estas cosas ni lo que son. Ignoráis que el holocausto,
sacrificio y oblación que Dios recibe de vosotros es de la pura
conciencia, humilde espíritu, caridad ardiente; y esto
acompañado con lágrimas es moneda que aun Dios (si puede) es
cudicioso en nosotros. Dios, hombres, por vuestro bien gusta
que os acordéis dél, y como si no es en los trabajos no os
acordáis, por eso os da trabajos, porque tengáis dél memoria.
Considerad vosotros, necios demandadores, cuán brevemente se
os acabaron las cosas que importunos pedisteis a Dios, qué
presto os dejaron y cómo, ingratas, no os fueron compañía en el
311
daros frontales: adornos para la mesa del altar.
El pasaje parece corrompido. Puede haberse referido a ofrecimientos de
donar campanas a los templos.
313 golfo: alta mar.
312
postrer paso. ¿Veis cómo vuestros hijos aun no gastan de
vuestras haciendas un real en obras pías, diciendo que no es
posible que vosotros gustéis dellas, porque si gustárades en vida
hiciérades algunas? Y pedís tales cosas a Dios que muchas
veces, por castigo de la desvergüenza con que las pedís, os las
concede. Y bien, como suma sabiduría, conoció el peligro que
tenéis en no saber pedir, pues lo primero que os enseñó en el
Pater noster fue pedirle; pero pocos entendéis aquellas palabras
donde Dios enseñó el lenguaje con que habéis de tratar con Él.
Quisieron responderme, mas no les daban lugar las mordazas.
Yo, que vi que no habían de hablar palabra, pasé adelante donde
estaban juntos los ensalmadores314 ardiéndose vivos y los
saludadores315 también, condenados por embustidores316. Dijo
un diablo:
—Véislos aquí a estos tratantes en santiguaduras, mercaderes
de cruces, que embelecaron el mundo, y quisieron hacer creer
que podía tener cosa buena un hablador. Gente es esta
ensalmadora que jamás hubo nadie que se quejase dellos, porque
si les sanan, antes se lo agradecen, y si los matan no se pueden
quejar, y siempre les agradecen lo que hacen, y dan contento,
porque si sanan el enfermo los regala y si matan el heredero los
agradece el trabajo; si curan con agua y trapos la herida que
sanara por virtud de naturaleza, dicen que es por ciertas palabras
virtuosas que les enseñó un judío (¡mirad qué buen origen de
palabras virtuosas!), y si se enfistola317, empeora y muere, dicen
que llegó su hora y el badajo318 que se la dio y todo. ¡Pues qué
es de oír a estos las mentiras que cuentan, de uno que tenía las
tripas fuera en la mano, en tal parte, y otro que estaba pasado
por las ijadas! Y lo que más me espanta es que siempre he
medido la distancia de sus curas y siempre las hicieron cuarenta
o cincuenta leguas de allí, estando en servicio de un señor que
ha ya trece años que murió, porque no se averigüe tan presto la
mentira, y por la mayor parte estos tales que curan con agua
enferman ellos por vino. Al fin estos son por los que se dijo
«hurtan que es bendición», porque con la bendición hurtan, tras
ser siempre gente ignorante. Y he notado que casi todos los
314
ensalmadores: curanderos por ensalmos.
saludador: otro tipo de curanderos.
316 embustidor: tramposo.
317 enfistolarse: salirle una fístula.
318 y el badajo que se la dio: juega con los sentidos de badajo de campana,
que indica la hora al golpear, y tonto y necio.
315
ensalmos están llenos de solecismos319, y no sé qué virtud se
tenga el solecismo por lo cual se pueda hacer nada. Al fin, vaya
do fuere, ellos están acá algunos, que otros hay buenos hombres,
que como amigos de Dios alcanzan dél la salud para los que
curan, que la sombra de sus amigos suele dar vida. Pero para ver
buena gente, mirad los saludadores, que también dicen que
tienen virtud.
Ellos se agraviaron y dijeron que era verdad que la tienen; y a
esto respondió un diablo:
—¿Cómo es posible que por ningún camino se halle virtud en
gente que anda siempre soplando320?
—Alto —dijo un demonio—, que me he enojado. Vayan al
cuartel de los porquerones321, que viven de lo mismo.
Fueron, aunque a su pesar. Yo abajé otra grada por ver los
que Judas me dijo que eran peores que él y topé en una alcoba
muy grande una gente desatinada que los diablos confesaban
que ni los entendían ni se podían averiguar con ellos. Eran
astrólogos y alquimistas; estos andaban llenos de hornos y
crisoles, de lodos, de minerales, de escorias, de cuernos, de
estiércol, de sangre humana, de polvos y de alambiques. Aquí
calcinaban, allí lavaban, allí apartaban y acullá purificaban. Cuál
estaba fijando el mercurio al martillo322, y habiendo resuelto la
materia viscosa y ahuyentado la parte sutil lo corruptivo del
fuego, en llegándose a la copela se le iba en humo. Otros
disputaban si se había de dar fuego de mecha, o si el fuego o no
fuego de Raimundo había de entenderse de la cal o si de luz
efectiva del calor y no de calor efectivo de fuego. Cuáles, con el
sigilo de Hermete daban principio a la obra magna323, y en otra
parte miraban ya el negro blanco y le aguardaban colorado. Y
juntando a esto la proposición de naturaleza, «con naturaleza se
contenta la naturaleza, y con ella misma se ayuda», y los demás
oráculos ciegos suyos, esperaban la reducción de la primera
materia y al cabo reducían su sangre a la postrera podre, y en
319
solecismo: error lingüístico.
soplando: porque curabann con soplos; porque son borrachos (sopar,
beber); y juega con el sentido delatar.
321 porquerón: un tipo de alguacil delator o soplón; por eso saludadores y
porquerones van juntos.
322 fijando el mercurio al martillo: pasaje dificultoso; el martillo no aparece
de manera especial en las operaciones alquímicas. Es probable que el texto
esté deturpado y que en vez de martillo hubiese que leer «amarillo». Todo el
pasaje se burla de la jerga alquimista, y no anoto los sentidos exactos de las
operaciones mencionadas.
323 obra magna: es la forma habitual de denominar la búsqueda alquímica.
320
lugar de hacer el estiércol, cabellos, sangre humana, cuernos y
escoria, oro, hacían del oro estiércol, gastándolo neciamente.
¡Oh, qué de voces oí sobre el padre muerto y resuscitarlo y
tornarlo a matar! ¡Y qué bravas las daban sobre entender
aquellas palabras tan referidas de todos los autores químicos:
«¡Oh, gracias sean dadas a Dios, que de la cosa más vil del
mundo permite hacer una cosa tan rica!». Sobre cuál era la cosa
más vil se ardían. Uno decía que ya la había hallado, y si la
piedra filosofal se había de hacer de la cosa más vil era fuerza
hacerse de corchetes, y los cocieran y distilaran si no dijera otro
que tenían mucha parte de aire para poder hacer la piedra, que
no había de tener materiales tan vaporosos; y así se resolvieron
que la cosa más vil del mundo eran los sastres, pues cada punto
se condenaban, y que era gente más enjuta. Cerraran con ellos si
no dijera un diablo:
—¿Queréis saber cuál es la cosa más vil? Los alquimistas, y
así, porque se haga la piedra es menester quemaros a todos.
Diéronles fuego y ardían casi de buena gana solo por ver la
piedra filosofal.
Al otro lado no era menos la trulla de astrólogos y
supersticiosos. Un quiromántico324 iba tomando las manos a
todos los otros que se habían condenado, diciendo:
—¡Qué claro que se ve que se habían de condenar estos, por
el monte de Saturno325!
Otro que estaba a gatas con un compás midiendo alturas y
notando estrellas, cercado de efemérides326 y tablas, se levantó y
dijo en altas voces:
—¡Vive Dios que si me pariera mi madre medio minuto antes
que me salvo, porque Saturno en aquel punto mudaba el aspecto
y Marte se pasaba a la casa de la vida; el Escorpión perdía su
malicia, y yo, como di en procurador, fui pobre mendigo.
Otro tras él andaba diciendo a los diablos que le mortificaban
que mirasen bien si era verdad que él había muerto, que no
podía ser, a causa que tenía Júpiter por ascendente y a Venus en
la casa de la vida sin aspecto ninguno malo y que era fuerza que
viviese noventa años.
—Miren —decía— que les notifico que miren bien si soy
difunto, porque por mi cuenta es imposible que pueda ser esto.
324
quiromántico: adivinador del futuro por las rayas de las manos.
monte de Saturno: la quiromancia se basa en el estudio de las líneas de la
mano y de los llamados montes planetarios, que son las diferentes
protuberancias de la mano.
326 efemérides: libros en que se anotan los movimientos de los planetas.
325
En esto iba y venía sin poderlo nadie sacar de aquí.
Y para emendar la locura destos salió otro geomántico327
poniéndose en puntos con las sciencias, haciendo sus doce casas
gobernadas por el impulso de la mano y rayas a imitación de los
dedos328, con supersticiosas palabras y oración. Y luego,
después de sumados sus pares y nones, sacando juez y
testigos329, comenzaba a querer probar cuál era el astrólogo más
cierto, y si dijera puntual acertara, pues es su sciencia de punto
como calza, sin ningún fundamento, aunque pese a Pedro
Abano330, que era uno de los que allí estaban acompañando a
Cornelio Agrippa, que con una alma ardía en cuatro cuerpos de
sus obras malditas y descomulgadas, famoso hechicero. Tras
este vi con su Poligrafía y Esteganografía al abad Tritemio,
harto de demonios, ya que en vida parece que siempre tuvo
hambre dellos, muy enojado con Cardano, que estaba enfrente
dél, porque dijo mal de él solo y supo ser mayor mentiroso en
sus libros De subtilitate, por hechizos de viejas que en ellos
juntó. Julio César Escalígero se estaba atormentando por otro
lado en sus Exercitaciones, mientras pensaba las
desvergonzadas mentiras que escribió de Homero y los
testimonios que le levantó por levantar a Virgilio aras, hecho
idólatra de Marón331. Estaba riéndose de sí mismo Artefio con
su mágica, haciendo las tablillas para entender el lenguaje de las
aves, y Misaldo muy triste y pelándose las barbas, porque tras
tanto experimento disparatado no podía hallar nuevas necedades
que escribir. Teofrasto Paracelso estaba quejándose del tiempo
que había gastado en la alquimia, pero contento en haber escrito
medicina y mágica que nadie la entendía y haber llenado las
emprentas de pullas a vueltas de muy agudas cosas. Y detrás de
todos estaba Hubequer el pordiosero, vestido de los andrajos de
cuantos escribieron mentiras y desvergüenzas, hechizos y
327
geomántico: el que practica la geomancia, o adivinación por la tierra,
escribiendo en la tierra o en papel ciertos puntos y líneas. Sigue burla de la
jerga geomántica.
328 mano y rayas a imitación de los dedos: el impulso de la mano se refiere a
que los puntos que dibujaban los geománticos se hacían al azar, según el
«impulso» de la mano dibujante. Lo de «a imitación de los dedos» alude a
que las líneas de puntos eran de longitudes semejantes a las de los dedos.
329 juez y testigos: los puntos se colocaban formando una serie de figuras a
las cuales se les llamaban «hijas», «madres», «sobrinas», «juez» y «testigos».
330 Pedro Abano: médico y astrólogo italiano del siglo XIII. Cita luego otros
conocidos astólogos y magos o filósofos tenidos por tales por Quevedo.
331 Marón: Publio Virgilio Marón.
supersticiones, hecho su libro un Ginebra332 de moros, gentiles y
cristianos: allí estaba el secreto autor de la Clavicula
Salomonis333 y el que le imputó los sueños. ¡Oh, cómo se
abrasaba burlado de vanas y necias oraciones el hereje que hizo
el libro Adversus omnia pericula mundi! ¡Qué bien ardía el
Catán y las obras de Razes! Estaba Taisnerio con su libro de
fisonomías y manos penando por los hombres que había vuelto
locos con sus disparates y reíase, sabiendo el bellaco que las
fisonomías no se pueden sacar ciertas de particulares rostros de
hombres334, que o por miedo o por no poder no muestran sus
inclinaciones y las reprimen, sino solo rostros y caras de
príncipes y señores sin superior, en quien las inclinaciones no
respetan nada para mostrarse. Estaba luego Cicardo Eubino con
sus rostros en manos, y los brutos, concertando por las caras la
similitud de las costumbres. A Escoto el italiano no vi allá por
hechicero y mágico, sino por mentiroso y embustero. Había otra
gran copia335, y aguardaban sin duda mucha gente, porque había
grandes campos vacíos. Y nadie estaba con justicia entre todos
estos autores presos por hechiceros, si no fueron unas mujeres
hermosas, porque sus caras fueron solas en el mundo los
verdaderos hechizos, que las damas solo son veneno de la vida,
que perturbando las potencias y ofendiendo los órganos a la
vista son causa de que la voluntad quiera por bueno lo que,
ofendidas, las especies representan.
Viendo esto, dije entre mí:
—Ya me parece que vamos llegándonos al cuartel de la gente
peor que Judas.
Dime prisa a llegar allá, y al fin asomeme a parte donde sin
favor particular del cielo no se podía decir lo que había. A la
puerta estaba la Justicia de Dios espantosa y en la segunda
entrada el Vicio desvergonzado y soberbio, la Malicia ingrata e
ignorante, la Incredulidad resuelta y ciega y la Inobediencia
bestial y desbocada. Estaba la Blasfemia insolente y tirana, llena
de sangre, ladrando por cien bocas y vertiendo veneno por todas
con los ojos armados de llamas ardientes. Grande horror me dio
el umbral. Entré y vi a la puerta la gran suma de herejes antes de
332
Ginebra: confusión, por alusión a los movimientos heréticos calvinistas.
Clavicula salomonis: libro de magia atribuido a Salomón.
334 particulares rostros de hombres: entiéndase «de rostros de hombres
particulares»; particulares son los hombres normales, no los grandes
príncipes.
335 copia: cantidad.
333
nacer Cristo336: estaban los ofiteos, que se llaman así en griego
de la serpiente que engañó a Eva, la cual veneraron a causa de
que supiésemos del bien y del mal; los cainanos, que alabaron a
Caín, porque, como decían, siendo hijo del mal prevaleció su
mayor fuerza contra Abel; los sethianos, de Seth. Estaba Dositeo
ardiendo en un horno, el cual creyó que se había de vivir solo
según la carne y no creía la resurrección, privándose a sí mismo,
ignorante más que todas las bestias, de un bien tan grande, pues
cuando fuera así, que fuéramos solo animales como los otros,
para morir consolados habíamos de fingirnos eternidad a
nosotros mismos, y así llama Lucano en boca ajena a los que
creen la inmortalidad del alma «Felices errore suo», dichosos
con su error.
—Si eso fuera así, que murieran las almas con los cuerpos,
malditos —dije yo—, siguiérase que el animal del mundo a
quien Dios dio menos discurso es el hombre, pues entiende al
revés lo que más importa, esperando inmortalidad, y seguirse hía
que a la más noble criatura dio menos conocimiento y crió para
mayor miseria la naturaleza, que Dios no, pues quien sigue esa
opinión no lo cree.
Estaba luego Sadoc, autor de los saduceos. Los fariseos
estaban aguardando a Cristo no como Dios, sino como hombre.
Estaban los heliognostas, devictíacos, adoradores del sol. Pero
los más graciosos son los que veneran las ranas que fueron plaga
a Faraón, por ser azote de Dios. Estaban los musoritas, haciendo
ratonera al arca a puro ratón de oro; estaban los que adoraron la
mosca acaronita, Ozías, el que quiso pedir a una mosca antes
salud que a Dios, por lo cual Elías le castigó. Estaban los
trogloditas, los de la fortuna del cielo, los de Baal, los de
Astarot, los del ídolo Moloch y Renfán de la ara de Tofet; los
puteoritas, herejes veraniscos de pozos; los de la serpiente de
metal; y entre todos sonaba la barahúnda y el llanto de las judías
que debajo de tierra, en las cuevas, lloraban a Thamuz en su
simulacro. Seguían los bahalitas, luego la Phitonisa arremangada
y detrás los de Asthar y Astarot, y al fin los que aguardaban a
Herodes, y desto se llaman herodianos. Y hube a todos estos por
locos y mentecatos. Mas llegué luego a los herejes que había
después de Cristo. Allí vi (¡oh, qué famoso espectáculo!) a
Tertuliano337, concurriente de los Apóstoles catorce años antes
336
herejes antes de nacer Cristo: Quevedo maneja para este pasaje catálogos
conocidos de herejes, que no merece la pena anotar con detalle.
337 Tertuliano: célebre doctor de la Iglesia (160-240), convertido al
cristianismo y ordenado sacerdote hacia el 196 acabó cayendo en errores
que Orígines, apóstata doctísimo, atormentado de sus errores y
convencido de sí mismo. Luego fui, y llegando vi que antes dél
estaban muchos, como Menandro y Simón Mago, su maestro.
Estaba Saturnino inventando disparates. Estaba el maldito
Basílides heresiarca. Estaba Nicolás antioqueno, Carpócrates y
Cerinto y el infame Ebión. Vino luego Valentino, el que dio por
principio de todo el mar y el silencio; Menandro el Mozo de
Samaria decía que él era el Salvador y que había caído del cielo
y por imitarlo decía detrás dél Montano frigio que él era el
Paracleto. Síguenle las desdichadas Prisca y Maximilla
heresiarcas. Llamáronse sus secuaces catafriges y llegaron a
tanta locura que decían que en ellos y no en los Apóstoles vino
el Espíritu Santo. Estaba Nepos, obispo en quien fue coroza la
mitra, afirmando que los Santos habían de reinar con Cristo en
la tierra mil años en lascivias y regalos. Venía luego Sabino,
prelado hereje arriano, el que en el Concilio Niceno llamó
idiotas338 a los que no seguían a Arrio. Después, en miserable
lugar estaban ardiendo por sentencia de Clemente, pontífice
máximo que sucedió a Benedicto, los templarios, primero santos
en Jerusalém y luego, de puro ricos, idólatras y deshonestos. ¡Y
qué fue ver a Guillermo el hipócrita de Anvers, hecho padre de
putas, prefiriendo las rameras a las honestas y la fornicación a la
castidad! A los pies deste yacía Bárbara, mujer del emperador
Sigismundo, llamando necias a las vírgines, habiendo hartas.
Ella, bárbara como su nombre, servía de emperatriz a los diablos
y no estando harta de delitos ni aun cansada (que en esto quiso
llevar ventaja a Mesalina339) decía que moría el alma y el cuerpo
y otras cosas bien dignas de su nombre. Fui pasando por estos y
llegué a una parte donde estaba uno solo arrinconado y muy
sucio, con un zancajo menos y un chirlo por la cara, lleno de
cencerros y ardiendo y blasfemando.
—¿Quién eres tú —le pregunté—, que entre tantos malos eres
el peor?
—Yo —dijo él— soy Mahoma.
Y decíaselo el tallecillo, la cuchillada y los dijes de arriero.
—Tú eres —dije yo— el más mal hombre que ha habido en
el mundo y el que más almas ha traído acá.
montanistas. Orígenes es otro célebre escritor eclesiástico (185-254), que
afirmaba que Cristo había venido a redimir también a los demonios.
338 idiota: hombre sin letras.
339 ventaja a Mesalina: porque Mesalina, la esposa del emperador Claudio,
se iba a los burdeles a fornicar con todos los hombres que podía y se retiraba
solo cuando la vencía el cansancio, pero sin que cejase su deseo lujurioso.
—Todo lo estoy pagando —dijo— mientras los
malaventurados de africanos adoran el zancarrón o zancajo que
aquí me falta.
—Picarón, ¿por qué vedaste el vino a los tuyos?
Y respondió que:
—Porque si tras las borracheras que les dejé en mi Alcorán
les permitiera las del vino, todos fueran borrachos.
—¿Y el tocino por qué se lo vedaste, perro esclavo,
descendiente de Agar?
—Eso hice por no hacer agravio al tocino, que lo fuera comer
torreznos y beber agua, aunque yo vino y tocino gastaba; y quise
tan mal a los que creyeron en mí que acá los quité la gloria y allá
los perniles y las botas. Y últimamente mandé que no
defendiesen mi ley por razón, porque ninguna hay ni para
obedecella ni sustentalla; remitísela a las armas y metilos en
ruido para toda la vida, y el seguirme tanta gente no es en virtud
de milagros, sino solo en virtud de darles la ley a medida de sus
apetitos, dándoles mujeres para mudar y por extraordinario
deshonestidades tan feas como las quisiesen y con esto me
seguían todos. Pero no se remató en mí todo el daño; tiende por
ahí los ojos y verás qué honrada gente topas.
Volvime a un lado y vi todos los herejes de ahora y topé con
Maniqueo. ¡Oh, qué vi de calvinistas arañando a Calvino!, y
entre estos estaba el principal Josefo Escalígero, por tener su
punta de ateísta y ser tan blasfemo, deslenguado y vano y sin
juicio. Al cabo estaba el maldito Lutero con su capilla y sus
mujeres340, hinchado como un sapo y blasfemando y Melactón
comiéndose las manos tras sus herejías. Estaba el renegado
Beza, maestro de Ginebra, leyendo sentado en cátreda de
pestilencia. Y allí lloré viendo el doctísimo Enrico Stéfano.
Preguntele no sé qué de la lengua griega y estaba tal la suya que
no pudo responderme sino con bramidos.
—¡Válame Dios!—dije, llegándome a Lutero como a mal
hombre, por no decir como a mal fraile—; ¿te atreviste a decir
que no se habían de adorar las imágines, si en ellas no se adora
sino la espiritual grandeza que a nuestro modo representan? Si
dices que para acordarte de Dios no has menester imágines, es
verdad, y no te las dan para eso, sino para que te muevan afectos
la representación de la verdad que reverenciamos y del Señor
340
su capilla y sus mujeres: la capilla parece aludir a su condición de
religioso (fue agustino. Entre otras doctrinas atacó al celibato eclesiástico, y
se casó él mismo con Catalina de Bora. No consta que faltase a la fidelidad a
Catalina, así que imagino que esta referencia a sus mujeres alude a su
aceptación de la poligamia y opiniones sobre el matrimonio.
que amamos sobre todo bien, como los enamorados, que el
retrato de su dama no le traen para acordarse della, pues ya
presuponen memoria della en acordarse de que le traen, sino
para deleitarse con la parte que se les concede del bien ausente.
Dices también que Cristo pagó por todos y que no hay sino vivir
como quisiéramos, porque el que me hizo a mí sin mí me salvará
a mí sin mí: bien me hizo a mí sin mí, pero hecho, siente que yo
destruya su obra y manche su pintura y borre su imagen. Y si,
como confiesas, sintió en el primer hombre tanto un pecado que
por satisfacerle, mostrando su amor, murió, ¿cómo te dejas decir
que murió para darnos libertad de pecar quien siente tanto que
pequemos? Y si murió y padeció Cristo para enseñarnos lo que
cuesta un pecado y lo que hemos de huirle, ¿de dónde coliges
que murió para darnos licencia para hacer delictos? Que
satisfizo por todos es verdad: ¿luego no tenemos que trabajar
nosotros? Mientes, pues hay que trabajar en no caer en otros y
en pagar los cometidos delictos. Enojose Dios por un pecado
cuando no le debemos sino la creación sola ¿y no sentiría las
culpas cuando le debemos redempción costosa y trabajosa?
Espántome, Lutero, de que supieses nada. ¿De qué te
aprovecharon tus letras y agudeza?
Más le dijera si no me enterneciera la desventurada figura en
que estaba el miserable Lutero.
Estaba ahorcado penando Helio Eóbano Hesso, célebre poeta
competidor de Melactón. ¡Oh, cómo lloré mirando su gesto341
torpe con heridas y golpes y afeado con llamas sus ojos! No
pude sino suspirar.
Dime prisa a salir deste cercado y pasé a una galería donde
estaba Lucifer cercado de diablas, que también hay hembras
como machos. No entré dentro porque no me atreví a sufrir su
aspecto disforme; solo diré que tal galería tan bien ordenada no
se ha visto en el mundo, porque toda estaba colgada342 de
emperadores y reyes vivos, como acá muertos. Allá vi toda la
casa otomana, los de Roma por su orden. Miré por los españoles
y no vi corona ninguna española; quedé contentísimo que no lo
sabré decir. Vi graciosísimas figuras, hilando a Sardanápalo,
glotoneando a Heliogábalo343, a Sapor emparentando con el sol
341
gesto: rostro.
colgada: adornada con colgaduras.
343 Sardanápalo, Heliogábalo: el primero es un rey legendario de Asiria del
siglo IX a. d. C., famoso por su afeminamiento (de ahí la referencia a la
ocupación mujeril de hilar) y disolución. Heliogábalo fue un emperador
romano conocido por su glotonería y molicie. Sigue otra lista de príncipes
indignos.
342
y las estrellas. Viriato andaba a palos tras los romanos; Atila
revolvía el mundo; Belisario, ciego, acusaba a los atenienses.
Llegó a mí el portero y me dijo:
—Lucifer manda que porque tengáis que contar en el otro
mundo, que veáis su camarín344.
Entré allá; era un aposento curioso y lleno de buenas joyas;
tenía cosa de seis o siete mil cornudos y otros tantos alguaciles
manidos345.
—¿Aquí estáis?—dije yo— ¿Cómo diablos os había de hallar
en el infierno si estábades aquí?
Había pipotes346 de médicos y muchísimos coronistas, lindas
piezas, aduladores de molde y con licencia347, y en las cuatro
esquinas estaban ardiendo por hachas cuatro malos
pesquisidores, y todas las poyatas (que son los estantes) llenas
de vírgines rociadas348, doncellas penadas349 como tazas. Y dijo
el demonio:
—Doncellas son que se vinieron al infierno con los virgos
fiambres, y por cosa rara se guardan.
Seguíanse luego demandadores350 haciendo labor, con
diferentes sayos, y de las ánimas había muchos, porque piden
para sus misas y consumen ellos con vino cuanto les dan (sin ser
sacerdotes). Había madres postizas y trastenderas de sus
sobrinas y aun suegras de sus nueras por mascarones alrededor.
Estaba en una peaña Sebastián Gertel, general en lo de Alemaña
contra el emperador, tras haber sido alabardero suyo. No acabara
ya de contar lo que vi en el camarín si lo hubiera de decir todo.
Salime fuera y quedé como espantado repitiendo conmigo estas
cosas. Solo pido a quien las leyere las lea de suerte que el
crédito que les diere le sea provechoso para no experimentar ni
ver estos lugares, certificando al lector que no pretendo en ello
ningún escándalo ni reprensión, sino de los vicios por los cuales
344
camarín: aposento o sala pequeña, donde se guardaban porcelanas y otras
alhajas curiosas.
345 manido: ajado, pasado.
346 pipote: pipa pequeña.
347 de molde y con licencia: porque al ser cronistas, sus adulaciones escritas
van a la imprenta (molde de la imprenta: el conjunto de letras dispuesto para
imprimir) y se publican con las licencias legales que requerían los libros.
348 vírgines rociadas: parece que son de la clase de aquellas que se les va el
virgo en probaduras, y que tienen una virginidad bastante dudosa. El rocío es
el semen.
349 doncellas penadas como tazas: la taza penada era pequeña y daba con
dificultad la bebida. De ahí el chiste.
350 demandador: el que pedía limosna, para las ánimas, hospitales, etc.
los hombres se condenan y son condenados; pues decir de los
que están en el infierno no puede tocar a los buenos.
Acabé este discurso en el Fresno a postrero de abril de 1608,
en 28 de mi edad.
Sub correctione sanctae Matris Ecclesiae.
EL MUNDO POR DE DENTRO.
A DON PEDRO GIRÓN, DUQUE DE OSUNA.
Estas son mis obras: claro está que juzgará V. Excelencia que
siendo tales no me han de llevar al cielo; mas como yo no
pretenda dellas más de que en este mundo me den nombre, y el
que más estimo es de criado de V. Excelencia, se las invío para
que, como tan gran príncipe las honre; lograrán de paso la
enmienda. Dé Dios a V. Excelencia su gracia y salud, que lo
demás merecido lo tiene al mundo su virtud y grandeza. En la
aldea351, abril 26 de 1612.
Don Francisco Quevedo Villegas.
AL LECTOR, COMO DIOS ME LO DEPARARE, CÁNDIDO
O PURPÚREO, PÍO O CRUEL, BENIGNO O SIN SARNA352.
Es cosa averiguada, así lo siente Metrodoro Chío353 y otros
muchos, que no se sabe nada, y que todos son ignorantes, y aun
esto no se sabe de cierto, que a saberse ya se supiera algo;
sospéchase. Dícelo así el doctísimo Francisco Sánchez, médico
y filósofo, en su libro cuyo título es Nihil Scitur, no se sabe
nada. En el mundo hay algunos que no saben nada y estudian
para saber, y estos tienen buenos deseos y vano ejercicio, porque
al cabo solo les sirve el estudio de conocer cómo toda la verdad
la quedan ignorando. Otros hay que no saben nada y no estudian
porque piensan que lo saben todo; son destos muchos
irremediables; a estos se les ha de invidiar el ocio y la
satisfactión y llorarles el seso. Otros hay que no saben nada y
dicen que no saben nada porque piensan que saben algo de
verdad, pues lo es que no saben nada, y a estos se les había de
castigar la hipocresía con creerles la confesión. Otros hay —y en
estos, que son los peores, entro yo— que no saben nada, ni
quieren saber nada, ni creen que se sepa nada y dicen de todos
que no saben nada y todos dicen dellos lo mismo y nadie miente.
Y como gente que en cosas de letras y sciencias no tiene que
perder tampoco, se atreven a imprimir y sacar a luz todo cuanto
351
aldea: la Torre de Juan Abad.
lector... benigno o sin sarna: ya se han visto otros casos de estas
dedicatorias paródicas. Benigno era un tipo de sarpullido.
353 Metrodoro Chío: filósofo y médico de principios del siglo IV a. d. C.
352
sueñan. Estos dan qué hacer a las emprentas, sustentan a los
libreros, gastan a los curiosos y al cabo sirven a las
especierías354. Yo pues, como uno destos y no de los peores
ignorantes, no contento con haber soñado el Juicio ni haber
endemoniado un alguacil, y últimamente escrito El infierno,
agora salgo sin ton y sin son355 (pero no importa, que esto no es
bailar) con El mundo por de dentro. Si te agradare y pareciere
bien agradécelo a lo poco que sabes, pues de tan mala cosa te
contentas; y si te pareciere malo culpa mi ignorancia en
escribirlo y la tuya en esperar otra cosa de mí. Dios te libre,
lector, de prólogos largos y de malos epítetos.
Es nuestro deseo siempre peregrino356 en las cosas desta vida,
y así con vana solicitud anda de unas en otras sin saber hallar
patria ni descanso; aliméntase de la variedad y diviértese con
ella; tiene por ejercicio el apetito y este nace de la ignorancia de
las cosas, pues si las conociera cuando cudicioso y desalentado
las busca, así las aborreciera como cuando arrepentido las
desprecia. Y es de considerar la fuerza grande que tiene, pues
promete y persuade tanta hermosura en los deleites y gustos, lo
cual dura solo en la pretensión de ellos, porque en llegando
cualquiera a ser poseedor es juntamente descontento. El mundo,
que a nuestro deseo sabe la condición, para lisonjearla pónese
delante mudable y vario, porque la novedad y diferencia es el
afeite357 con que más nos atrae. Con esto acaricia358 nuestros
deseos, llévalos tras sí y ellos a nosotros. Sea por todas las
experiencias mi succeso, pues cuando más apurado me había de
tener el conocimiento destas cosas, me hallé todo en poder de la
confusión, poseído de la vanidad de tal manera que en la gran
población del mundo, perdido ya, corría donde tras la hermosura
me llevaban los ojos y adonde tras la conversación los amigos,
de una calle en otra, hecho fábula359 de todos, y en lugar de
desear salida al labirinto procuraba que se me alargase el
engaño. Ya por la calle de la ira descompuesto seguía las
pendencias pisando sangre y heridas; ya por la de la gula veía
354
sirven a las especierías: porque hacen envoltorios para vender las
especias con las hojas de estos libros desechados.
355 sin ton y sin son: juego dilógico con el sentido literal, musical, y con el
figurado de la frase hecha.
356 peregrino: raro.
357 afeite: adorno.
358 acariciar: tratar con cariño.
359 hecho fábula de todos: hecho murmuraciones de todos.
responder a los brindis turbados. Al fin, de una calle en otra
andaba (siendo infinitas) de tal manera confuso que la
admiración aun no dejaba sentido para el cansancio, cuando,
llamado de voces descompuestas y tirado porfiadamente del
manteo, volví la cabeza. Era un viejo venerable en sus canas,
maltratado, roto por mil partes el vestido y pisado; no por eso
ridículo, antes severo y digno de respeto.
—¿Quién eres —dije—, que así te confiesas envidioso de mis
gustos? Déjame, que siempre los ancianos aborrecéis en los
mozos los placeres y deleites, no que dejáis de vuestra voluntad,
sino que por fuerza os quita el tiempo. Tú vas, yo vengo: déjame
gozar y ver el mundo.
Desmintiendo sus sentimientos360, riéndose, dijo:
—Ni te estorbo ni te invidio lo que deseo, antes te tengo
lástima. ¿Tú por ventura sabes lo que vale un día? ¿Entiendes de
cuánto precio es una hora? ¿Has examinado el valor del tiempo?
Cierto es que no, pues así, alegre, le dejas pasar hurtado de la
hora que fugitiva y secreta te lleva preciosísimo robo. ¿Quién te
ha dicho que lo que ya fue volverá cuando lo hayas menester si
le llamares? Dime ¿has visto algunas pisadas de los días? No por
cierto, que ellos solo vuelven la cabeza a reírse y burlarse de los
que así los dejaron pasar. Sábete que la muerte y ellos están
eslabonados y en una cadena, y que cuando más caminan los
días que van delante de ti, tiran hacia ti y te acercan a la muerte,
que quizá la aguardas y es ya llegada, y según vives, antes será
pasada que creída. Por necio tengo al que toda la vida se muere
de miedo que se ha de morir y por malo al que vive tan sin
miedo della como si no la hubiese, que este lo viene a temer
cuando lo padece y embarazado con el temor ni halla remedio a
la vida ni consuelo a su fin. Cuerdo es solo el que vive cada día
como quien cada día y cada hora puede morir.
—Eficaces palabras tienes, buen viejo. Traido me has el alma
a mí, que me la llevaban embelesada vanos deseos. ¿Quién eres,
de dónde, y qué haces por aquí?
—Mi hábito y traje dice que soy hombre de bien y amigo de
decir verdades, en lo roto y poco medrado, y lo peor que tu vida
tiene es no haberme visto la cara hasta ahora. Yo soy el
Desengaño; estos rasgones de la ropa son de los tirones que dan
de mí los que dicen en el mundo que me quieren, y estos
cardenales del rostro, estos golpes y coces me dan en llegando,
porque vine y porque me vaya, que en el mundo todos decís que
360
desmintiendo sus sentimientos: desmiente sus sentimientos serios con la
risa.
queréis desengaño y en teniéndole, unos os desesperáis, otros
maldecís a quien os le dio y los más corteses no le creéis. Si tú
quieres, hijo, ver el mundo, ven conmigo, que yo te llevaré a la
calle mayor, que es a donde salen todas las figuras, y allí verás
juntos los que por aquí van divididos sin cansarte; yo te enseñaré
el mundo como es, que tú no alcanzas a ver sino lo que parece.
—¿Y cómo se llama —dije yo— la calle mayor del mundo,
donde hemos de ir?
—Llámase —respondió— Hipocresía, calle que empieza con
el mundo y se acabará con él; y no hay nadie casi que no tenga,
si no una casa, un cuarto o un aposento en ella. Unos son
vecinos y otros paseantes, que hay muchas diferencias de
hipócritas y todos cuantos ves por ahí lo son. ¿Y ves aquel que
gana de comer como sastre y se viste como hidalgo? Es
hipócrita, y el día de fiesta, con el raso y el terciopelo y el
cintillo y la cadena de oro, se desfigura de suerte que no le
conocerán las tijeras y agujas y jabón361, y parece tan poco a
sastre, que aun parece que dice verdad. ¿Ves aquel hidalgo con
aquel que es como caballero? Pues debiendo medirse con su
hacienda ir solo, por ser hipócrita y parecer lo que no es, se va
metiendo a caballero y por sustentar un lacayo, ni sustenta lo
que dice ni lo que hace, pues ni lo cumple ni lo paga y la
hidalguía y la ejecutoria le sirve solo de pontífice en dispensarle
los casamientos que hace con sus deudas362, que está más casado
con ellas que con su mujer. Aquel caballero, por ser señoría363
no hay diligencia que no haga y ha procurado hacerse Venecia
por ser señoría, sino que como se fundó en el viento, para serlo
se había de fundar en el agua. Sustenta por parecer señor, caza
de halcones, que lo primero que matan es a su amo de hambre
con la costa y luego el rocín en que los llevan, y después,
cuando mucho, una graja o un milano. Y ninguno es lo que
parece. El señor, por tener actiones de grande se empeña y el
grande remeda cosas de rey. ¿Pues qué diré de los discretos?
¿Ves aquel aciago de cara? Pues siendo un mentecato, por
parecer discreto y ser tenido por tal, se alaba de que tiene poca
memoria, quéjase de melancolías, vive descontento y préciase
361
jabón: jabón de sastre, especie de tiza para marcar.
pontífice... deudas: todo el pasaje juega sobre la dilogía de deudas
cantidades debidas y parientes: para casarse entre parientes hacía falta la
dispensa del Papa.
363 señoría: el tal caballero aparenta ser un noble de la alta nobleza y suspira
porque lo traten de «señoría»; hay juego de palabras, porque el gobierno de
Venecia se llamaba «señoría».
362
de mal regido364, y es hipócrita que parece entendido y es
mentecato. ¿No ves los viejos hipócritas de barbas365, con las
canas envainadas en tinta, querer en todo parecer muchachos?
¿No ves a los niños preciarse de dar consejos y presumir de
cuerdos? Pues todo es hipocresía. Pues en los nombres de las
cosas ¿no la hay la mayor del mundo? El zapatero de viejo se
llama entretenedor del calzado; el botero, sastre del vino, que le
hace de vestir; el mozo de mulas, gentilhombre de camino; el
bodegón, estado, el bodegonero, contador; el verdugo se llama
miembro de la justicia y el corchete criado; el fullero, diestro; el
ventero, güésped; la taberna, ermita; la putería, casa; las putas,
damas; las alcahuetas, dueñas; los cornudos, honrados. Amistad
llaman el mancebamiento, trato a la usura, burla a la estafa,
gracia la mentira, donaire la malicia, descuido la bellaquería,
valiente al desvergonzado, cortesano al vagamundo, al negro
moreno, señor maestro al albardero y señor doctor al platicante.
Así que ni son lo que parecen ni lo que se llaman, hipócritas en
el nombre y en el hecho. ¿Pues unos nombres que hay
generales? A toda pícara, señora hermosa; a todo hábito largo366,
señor licenciado; a todo gallofero367, señor soldado; a todo bien
vestido, señor hidalgo; a todo fraile motilón368 o lo que fuere,
reverencia y aun paternidad; a todo escribano, secretario. De
suerte que todo el hombre es mentira por cualquier parte que le
examinéis, si no es que, ignorante como tú, crea las apariencias.
¿Ves los pecados? Pues todos son hipocresía y en ella empiezan
y acaban y della nacen y se alimentan la Ira, la Gula, la
Soberbia, la Avaricia, la Lujuria, la Pereza, el Homicidio y otros
mil.
—¿Cómo me puedes tú decir, ni probarlo, si vemos que son
diferentes y distinctos?
—No me espanto que eso ignores, que lo saben pocos. Oye y
entenderás con facilidad eso que así te parece contrario, qué bien
se conviene: todos los pecados son malos, eso bien lo confiesas,
y también confiesas con los filósofos y teólogos que la voluntad
apetece lo malo debajo de razón de bien, y que para pecar no
basta la representación de la ira ni el conocimiento de la lujuria,
sin el consentimiento de la voluntad, y que eso para que sea
364
mal regido: que lleva mal su régimen de comidas y de vida, se supone
que por preocuparse de cosas serias e intelectuales.
365 hipócritas de barbas: porque se las tiñen.
366 hábito largo: caracterizaba a estudiantes y clérigos.
367 gallofero: holgazán.
368 motilón: lego.
pecado no aguarda la ejecución, que solo le agrava más, aunque
en esto hay muchas diferencias. Esto así visto y entendido, claro
está que cada vez que un pecado destos se hace, que la voluntad
lo consiente y le quiere, y según su natural no pudo apetecelle
sino debajo de razón de algún bien. ¿Pues hay más clara y más
confirmada hipocresía, que vestirse del bien en lo aparente para
matar con el engaño? «¿Qué esperanza es la del hipócrita?»,
dice Job369. Ninguna, pues ni la tiene por lo que es, pues es
malo, ni por lo que parece, pues lo parece y no lo es. Todos los
pecadores tienen menos atrevimiento que el hipócrita, pues ellos
pecan contra Dios, pero no con Dios ni en Dios, mas el hipócrita
peca contra Dios y con Dios, pues le toma por instrumento para
pecar; y por eso, como quien sabía lo que era, y lo aborrecía
tanto sobre todas las cosas, Cristo, habiendo dado muchos
preceptos afirmativos a sus dicípulos, solo uno les dio negativo,
diciendo: «No queráis ser como los hipócritas tristes»370; de
manera que, con muchos preceptos y comparaciones les enseñó
cómo habían de ser, ya como luz, ya como sal, ya como el
convidado, ya como el de los talentos371, y lo que no habían de
ser, todo lo cerró en decir solamente «No queráis ser como los
hipócritas tristes», advirtiendo que en no ser hipócritas está el no
ser en ninguna manera malos, porque el hipócrita es malo de
todas maneras.
En esto llegamos a la calle mayor; vi todo el concurso que el
viejo me había prometido. Tomamos puesto conveniente para
registrar lo que pasaba. Fue un entierro en esta forma: venían
envainados en unos sayos grandes de diferentes colores unos
pícaros, haciendo una taracea de mullidores372; pasó esta recua
incensando con las campanillas; seguían los muchachos de la
doctrina, meninos de la muerte y lacayuelos373 del ataúd
gritando su letanía, luego las órdenes374, y tras ellos los clérigos,
369
Job, 27, 8: «Porque ¿qué esperanza queda al hipócrita después de sus
avarientas rapiñas si Dios no salva su alma?».
370 no queráis ser como los hipócritas tristes: San Mateo, 6, 16.
371 luz, sal, convidado, talentos: ver Mateo, 5, 13-16; Mateo 22, 1-14; Mateo,
25, 14-30.
372 taracea de mullidores: lo de taracea (labor de materiales incrustados de
diferentes colores) hace alusión a los diferentes colores de los sayos que
llevan estos mullidores (mullidor o muñidor es el criado de las cofradías que
sirve para avisar a los hermanos las fiestas, entierros, etc.).
373 meninos, lacayuelos: menino era el caballero de poca edad que entraba en
palacio a servir a la reina o a los príncipes niños; casi sinónimo pues de
«lacayuelo».
374 órdenes: las religiosas.
que galopeando los responsos cantaban de portante375
abreviando porque no se derritiesen las velas y tener tiempo para
sumir376 otro. Seguíanse luego doce galloferos hipócritas de la
pobreza377, con doce hachas, acompañando el cuerpo y
abrigando a los de la capacha378, que hombreando testificaban el
peso de la difunta. Detrás seguía larga procesión de amigos que
acompañaban en la tristeza y luto al viudo que anegado en capuz
de bayeta379 y devanado en una chía380, perdido el rostro en la
falda de un sombrero de suerte que no se le podían hallar los
ojos, corvos e impedidos los pasos con el peso de diez arrobas
de cola que arrastraba, iba tardo y perezoso. Lastimado deste
espectáculo,
—¡Dichosa mujer —dije—, si lo puede ser alguna en la muerte,
pues hallaste marido que pasó con la fe y el amor más allá de la
vida y sepultura, y dichoso viudo que ha hallado tales amigos,
que no solo acompañan su sentimiento pero que parece que le
vencen en él. ¿No ves qué tristes van y suspensos?
El viejo, moviendo la cabeza y sonriéndose, dijo:
—¡Desventurado! Eso todo es por fuera, y parece así, pero
agora lo verás por de dentro y verás con cuánta verdad el ser
desmiente a las aparencias. ¿Ves aquellas luces, campanillas y
mullidores y todo este acompañamiento? ¿Quién no juzgará que
los unos alumbran algo y que los otros no es algo lo que
acompañan y que sirve de algo tanto acompañamiento y pompa?
Pues sabe que lo que allí va no es nada, porque aun en vida lo
era y en muerte dejó ya de ser, y que no le sirve de nada todo,
sino que también los muertos tienen su vanidad y los difuntos y
difunctas su soberbia. Allí no va sino tierra de menos fruto y
más espantosa de la que pisas, por sí no merecedora de alguna
honra, ni aun de ser cultivada con arado ni azadón. ¿Ves
aquellos viejos que llevan las hachas? Pues no las atizan para
que atizadas alumbren más, sino porque atizadas a menudo se
derritan más y ellos hurten más cera para vender: estos son los
375
portante: paso apresurado de las caballerías. La misma idea que galopear
los reponsos.
376 sumir: enterrar.
377 doce galloferos hipócritas de la pobreza: pobres fingidos, en realidad
holgazanes que se alquilan para los entierros.
378 de la capacha: frailes de San Juan de Dios. Los abrigan con las hachas
que llevan encendidas.
379 capuz de bayeta: era la ropa de luto, especie de capa larga con capucha.
380 devanado en una chía: envuelto en una chía, especie de manto corto que
se ponía sobre el capuz.
que a la sepultura hacen la salva381 en el difunto y difunta, pues
antes que ella lo coma ni lo pruebe cada uno le ha dado un
bocado, arrancándole un real o dos. ¿Ves la tristeza de los
amigos? Pues todo es de ir en el entierro, y los convidados van
dados al diablo con los que los convidaron, que quisieran más
pasearse o asistir a sus negocios. Aquel que habla de mano con
el otro, le va diciendo que convidar a entierro y a
misacantanos382, donde se ofrece, que no se puede hacer con un
amigo, y que el entierro solo es convite para la tierra, pues a ella
solamente llevan que coma. El viudo no va triste del caso y
viudez, sino de ver que pudiendo él haber enterrado a su mujer a
un muladar y sin coste y fiesta ninguna, le hayan metido en
semejante barahúnda y gasto de confadrías y cera y entre sí dice
que le debe poco y que ya que se había de morir pudiera haberse
muerto de repente, sin gastarle en médicos, barberos ni boticas,
y no dejarle empeñado en jarabes y pócimas. Dos ha enterrado
con esta, y es tanto el gusto que recibe de enviudar que va ya
trazando el casamiento con una amiga que ha tenido, y fiado con
su mala condición y endemoniada vida piensa doblar el capuz
por poco tiempo.
Quedé espantado de ver todo eso ser así, diciendo:
—¡Qué diferentes son las cosas del mundo de como las
vemos! Desde hoy perderán conmigo todo el crédito mis ojos y
nada creeré menos de lo que viere383.
Pasó por nosotros el entierro como si no hubiera de pasar por
nosotros tan brevemente y como si aquella difunta no nos fuera
enseñando el camino y, muda, no nos dijera a todos: «Delante
voy donde aguardo a los que quedáis, acompañando a otros, y
que yo vi pasar con ese propio descuido».
Apartonos desta consideración el ruido que andaba en una
casa a nuestras espaldas; entramos dentro a ver lo que fuese, y al
tiempo que sintieron gente comenzó un plañido a seis voces de
mujeres que acompañaban una viuda. Era el llanto muy
autorizado pero poco provechoso al difunto; sonaban palmadas
de rato en rato, que parecía palmeado de disciplinantes384.
Oíanse unos sollozos estirados, embutidos de suspiros,
381
hacer la salva: probar un bocado de comida antes que el rey o persona
importante, para asegurarse de que no está envenenada.
382 misacantano: el sacerdote que canta misa (la celebra por vez primera).
Era costumbre ofrecerles regalos.
383 nada creeré menos de lo que viere: lo que viere es lo que menos creeré
384 palmeado de disciplinantes: hacían un ruido como el que hacen los
disciplinantes al golpearse en las espaldas con las disciplinas; alude
probablemente a las bofetadas que se daban como muestra de dolor.
pujados385 por falta de gana. La casa estaba despojada, las
paredes desnudas; la cuitada estaba en un aposento escuro, sin
luz ninguna, lleno de bayetas, donde lloraban a tiento. Unas
decían: «Amiga, nada se remedia con llorar»; otras: «Sin duda
goza de Dios». Cuál la animaba a que se conformase con la
voluntad del Señor. Y ella luego comenzaba a soltar el trapo, y
llorando a cántaros decía:
—¿Para qué quiero yo vivir sin fulano? ¡Desdichada nací,
pues no me queda a quien volver los ojos! ¿Quién ha de amparar
a una pobre mujer sola?
Y aquí plañían todas con ella, y andaba una sonadera de
narices que se hundía la cuadra386. Y entonces advertí que las
mujeres se purgan en un pésame destos, pues por los ojos y las
narices echan cuanto mal tienen. Enternecime y dije:
—¡Qué lástima tan bien empleada es la que se tiene a una
viuda, pues por sí una mujer es sola, y viuda mucho más! Y así
les dio la Sagrada Escritura nombre de mudas sin lengua, que
eso significa la voz que dice viuda en hebreo, pues ni tiene quien
hable por ella ni atrevimiento, y como se ve sola para hablar, y
aunque hable, como no la oyen, lo mesmo es que ser mudas y
peor. Mucho cuidado tuvo Dios dellas en el Testamento Viejo, y
en el Nuevo las encomendó mucho por San Pablo, como el
Señor cuida de los solos y mira lo humilde de lo alto; «No
quiero vuestros sábados y festividades —dijo por Isaías—, y el
rostro aparto de vuestros inciensos; cansado me tienen vuestros
holocaustos, aborresco vuestras calendas y solemnidades; lavaos
y estaos limpios, quitad lo malo de vuestros deseos, pues lo veo
yo. Dejad de hacer mal, aprended a hacer bien, buscad la
justicia, socorred al oprimido, juzgad en su innocencia al
huérfano, defended a la viuda». Fue creciendo la oración de una
obra buena en otra buena más accepta387, y por suma caridad
puso el defender la viuda. Y está escrito con la providencia del
Espíritu Santo, decir: «Defended a la viuda», porque en siéndolo
no se puede defender, como hemos dicho, y todos la persiguen.
Y es obra tan accepta a Dios esta, que añade el profeta
consecutivamente, diciendo: «Y si lo hiciéredes, venid y
argüidme». Y conforme a esta licencia que da Dios de que le
arguyan los que hicieren bien y se apartaren del mal, y
socorrieren al oprimido y miraren por el huérfano y defendieren
385
pujados: expulsados con esfuerzo, como hace el estreñido para evacuar.
se hundía la cuadra: modificación de la frase hecha hundirse la casa, que
se aplica a las situaciones de mucha alboroto.
387 accepto: agradable, bien recibido.
386
la viuda, bien pudo Job argüir a Dios, libre de las calumnias que
por argüir con Él le pusieron sus enemigos llamándole por ello
atrevido e impío. Que lo hiciese consta del capítulo 31, donde
dice: «¿Negué yo, por ventura, lo que me pedían los pobrecitos?
¿Hice aguardar los ojos de la viuda?», que convienen con lo
dicho, como quien dice: ella no puede, porque es muda, con
palabras, sino con los ojos, poniendo delante su necesidad. El
rigor de la letra hebrea dice:»¿O consumí los ojos de la viuda?»,
que eso hace el que no se duele de la que lo mira para que le
socorra porque no tiene voz para pedirle. Dejadme —dije al
viejo— llorar semejante desventura y juntar mis lágrimas a las
destas mujeres.
El viejo, algo enojado, dijo:
—¿Agora lloras, después de haber hecho ostentación vana de
tus estudios y mostrádote docto y teólogo cuando era menester
mostrarte prudente? ¿No aguardaras a que yo te hubiera
declarado estas cosas para ver cómo merecían que se hablase
dellas? ¿Mas quién habrá que detenga la sentencia ya
imaginada388 en la boca? No es mucho, que no sabes otra cosa, y
que a no ofrecerse la viuda te quedabas con toda tu ciencia en el
estómago. No es filósofo el que sabe dónde está el tesoro, sino
el que trabaja y le saca. Ni aun ese lo es del todo, sino el que
después de poseído usa bien dél. ¿Qué importa que sepas dos
chistes y dos lugares si no tienes prudencia para acomodallos?
Oye; verás esta viuda, que por defuera tiene un cuerpo de
responsos, cómo por de dentro tiene una ánima de aleluyas; las
tocas negras y los pensamientos verdes. ¿Ves la escuridad del
aposento y el estar cubiertos los rostros con el manto? Pues es
porque así, como no las pueden ver, con hablar un poco
gangoso, escupir y remedar sollozos, hacen un llanto casero y
hechizo389, teniendo los ojos hechos una yesca. ¿Quiéreslas
consolar? Pues déjalas solas y bailarán en no habiendo con
quien cumplir. Y luego las amigas harán su oficio: «Quedáis
moza y es mal lograros, hombres habrá que os estimen, ya
sabéis quién es fulano, que cuando no supla la falta del que está
en la gloria», etc. Otra: «Mucho debéis a don Pedro, que acudió
en este trabajo, no sé qué me sospeche, y en verdad que si
hubiera de ser algo, que por quedar tan niña os será forzoso...».
Y entonces la viuda, muy recoleta de ojos y muy estreñida de
boca, dice: «No es agora tiempo deso; a cargo de Dios está, Él lo
hará si viere que conviene». Y advertid que el día de la viudez es
388
389
Frase de Job, 4, 2.
hechizo: falso.
el día que más comen estas viudas, porque para animarla no
entra ninguna que no le dé un trago, y le hace comer un bocado,
y ella lo come diciendo: «Todo se vuelve ponzoña», y medio
mascándolo, dice: «¿Qué provecho puede hacer esto a la amarga
viuda, que estaba hecha a comer a medias todas las cosas y con
compañía, y agora se las habrá de comer todas enteras, sin dar
parte a nadie, de puro desdichada?». Mira, pues, siendo esto así,
qué a propósito vienen tus exclamaciones.
Apenas esto dijo el viejo, cuando arrebatados de unos gritos
ahogados en vino, de gran ruido de gente, salimos a ver qué
fuese y era un alguacil, el cual con solo un pedazo de vara en la
mano y las narices ajadas, deshecho el cuello, sin sombrero y en
cuerpo, iba pidiendo «¡Favor al rey! ¡Favor a la justicia!» tras un
ladrón que en seguimiento de una iglesia390, y no de puro buen
cristiano, iba tan ligero como pedía la necesidad y le mandaba el
miedo. Atrás, cercado de gente, quedaba el escribano, lleno de
lodo, con las cajas391 en el brazo izquierdo, escribiendo sobre la
rodilla. Y noté que no hay cosa que crezca tanto en tan poco
tiempo como culpa en poder de escribano, pues en un instante
tenía una resma al cabo. Pregunté la causa del alboroto; dijeron
que aquel hombre que huía era amigo del alguacil y que le fió no
sé qué secreto tocante en delicto, y por no dejarlo a otro que lo
hiciese quiso él asirle. Huyósele después de haberle dado
muchas puñadas, y viendo que venía gente encomendóse a sus
pies y fuese a dar cuenta de sus negocios a un retablo392. El
escribano hacía la causa mientras el alguacil con los corchetes
(que son podencos del verdugo que siguen ladrando) iban tras él
y no le podían alcanzar. Y debía de ser el ladrón muy ligero,
pues no le podían alcanzar soplones, que por fuerza corrían
como el viento.
—¿Con qué podrá premiar una república el celo deste
alguacil, pues porque yo y el otro tengamos nuestras vidas,
honras y haciendas, ha aventurado su persona? Este merece
mucho con Dios y con el mundo. Mírale cuál va roto y herido,
llena de la sangre la cara, por alcanzar aquel delincuente y quitar
un entropezón a la paz del pueblo.
390
en seguimiento de una iglesia: para refugiarse beneficiándose del derecho
de asilo.
391 cajas: recado de escribir portátil que llevaban los escribanos.
392 dar cuenta de sus negocios a un retablo: se ha ido a buscar el asilo de una
iglesia.
—¡Basta!—dijo el viejo—, que si no te van a la mano393 dirás
un día entero. Sábete que ese alguacil no sigue a este ladrón, ni
procura alcanzalle por el particular y universal provecho de
nadie, sino que como ve que aquí le mira todo el mundo,
córrese394 de que haya quien en materia de hurtar le eche el pie
delante y por eso aguija por alcanzalle. Y no es culpable el
alguacil porque le prendió, siendo su amigo, si era delincuente,
que no hace mal el que come de su hacienda; antes hace bien y
justamente, y todo delincuente y malo, sea quien fuere, es
hacienda del alguacil y le es lícito comer della. Estos tienen sus
censos sobre azotes y galeras y sus juros395 sobre la horca, y
créeme que el año de virtudes para estos y para el infierno es
estéril. Y no sé cómo aborreciéndolos el mundo tanto, por
vergüenza dellos no da en ser bueno adrede por un año o dos
años, que de hambre y de pena se morirían.Y renegad de oficio
que tiene situados sus gajes396 donde los tiene situados Bercebú.
—Ya que en eso pongas también dolo, ¿cómo lo podrás
poner en el escribano, que le hace la causa calificada con
testigos?
—Ríete deso —dijo—. ¿Has visto tú alguacil sin escribano
algún día? No por cierto, que como ellos salen a buscar de
comer, porque, aunque topen un innocente, no vaya a la cárcel
sin causa, llevan escribano que se la haga, y así, aunque ellos no
den causa para que les prendan, hácesela el escribano y están
presos con causa. Y en los testigos no repares, que para
cualquier cosa tendrán tantos como tuviere gotas de tinta el
tintero, que los más, en los malos oficiales, los presenta la pluma
y los examina la cudicia y si dicen algunos lo que es verdad,
escriben lo que han de menester y repiten lo que dijeron. Y para
andar como había de andar el mundo, mejor fuera y más
importara que el juramento que ellos toman al testigo, que jure a
Dios y a la cruz decir verdad en lo que les fuere preguntado, que
el testigo se lo tomara a ellos de que la escribirán como ellos la
dijeren. Muchos hay buenos escribanos y alguaciles muchos,
pero de sí el oficio es con los buenos como la mar con los
muertos, que no los consiente y dentro de tres días los echa a la
orilla397. Bien me parece a mí un escribano a caballo y un
393
ir a la mano: detener, estorbar.
correrse: avergonzarse.
395 censos y juros: dos modalidades de rentas.
396 gajes: salario, ganancia.
397 dentro de tres días los echa a la orilla: en el plazo de tres días, no están
más de tres días. Era creencia común que el mar devolvía los muertos a los
tres días.
394
alguacil con capa y gorra honrando unos azotes como pudiera un
bautismo, detrás de una sarta de ladrones que azotan, pero siento
que cuando el pregonero dice: «A estos hombres, por ladrones»,
que suena el eco en la vara del alguacil y en la pluma del
escribano.
Más dijera si no le tuviera la grandeza con que un hombre
rico iba en una carroza, tan hinchado que parecía porfiaba a
sacarla de husillo, pretendiendo parecer tan grave que a las
cuatro bestias aun se lo parecía, sigún el espacio con que
andaban. Iba muy derecho, preciándose de espetado398, escaso
de ojos y avariento de miraduras, ahorrando cortesías con todos,
sumida la cara en un cuello abierto hacia arriba que parecía vela
en papel, y tan olvidado de sus conjunturas que no sabía por
dónde volverse a hacer una cortesía ni levantar el brazo a
quitarse el sombrero, el cual parecía miembro sigún estaba fijo y
firme. Cercaban el coche cantidad de criados traídos con
artificio, entretenidos con promesas y sustentados con
esperanzas. Otra parte iba de acompañamiento de acreedores,
cuyo crédito sustentaba toda aquella máquina. Iba un bufón en el
coche entreteniéndole.
—Para ti se hizo el mundo —dije yo luego que le vi—, que
tan descuidado vives y con tanto descanso y grandeza. ¡Qué bien
empleada hacienda, qué lucida! ¡Y cómo representa bien quién
es este caballero!
—Todo cuanto piensas —dijo el viejo— es disparate y
mentira cuanto dices; y solo aciertas en decir que el mundo solo
se hizo para este, y es verdad, porque el mundo es solo trabajo y
vanidad y este es todo vanidad y locura. ¿Ves los caballos? Pues
comiendo se van, a vueltas de la cebada y paja, al que la fía a
este, y por cortesía de las ejecuciones399 trae ropilla. Más trabajo
le cuesta la fábrica de sus embustes para comer que si lo ganara
cavando. ¿Ves aquel bufón? Pues has de advertir que tiene por
su bufón al que le sustenta y le da lo que tiene. ¿Qué más
miseria quieres destos ricos, que todo el año andan comprando
mentiras y adulaciones y gastan sus haciendas en falsos
testimonios? Va aquel tan contento porque el truhán400 le ha
dicho que no hay tal príncipe como él y que todos los demás son
398
espetado: muy estirado.
cortesía de las ejecuciones: las ejecuciones o embargos se lo hubieran
llevado todo dejándolo desnudo; pero se han mostrado corteses y le han
dejado ropilla, una especie de vestidura corta con mangas.
400 truhán: bufón.
399
unos escuderos401, como si ello fuera así, y diferencian muy
poco, porque el uno es juglar del otro: desta suerte el rico se ríe
con el bufón y el bufón se ríe del rico porque hace caso de lo
que lisonjea.
Venía una mujer hermosa trayéndose de paso los ojos que la
miraban y dejando los corazones llenos de deseos. Iba ella con
artificioso descuido escondiendo el rostro a los que ya le habían
visto y descubriéndole a los que estaban divertidos402. Tal vez403
se mostraba por velo, tal vez por tejadillo; ya daba un relámpago
de cara con un bamboleo de manto, ya se hacía brújula
mostrando un ojo solo404, ya tapada de medio lado descubría un
tarazón405 de mejilla. Los cabellos martirizados hacían sortijas a
las sienes. El rostro era nieve y grana y rosas que se conservaban
en amistad esparcidas por labios, cuello y mejillas; los dientes
trasparentes, y las manos, que de rato en rato nevaban el manto,
abrasaban los corazones. El talle y paso ocasionando
pensamientos lascivos; tan rica y galana como cargada de joyas
recibidas y no compradas. Vila, y arrebatado de la naturaleza,
quise seguirla entre los demás y a no tropezar en las canas del
viejo lo hiciera. Volvime atrás y diciendo:
—Quien no ama con todos sus cinco sentidos una mujer
hermosa no estima a la naturaleza su mayor cuidado y su mayor
obra. ¡Dichoso es el que halla tal ocasión y sabio el que la goza!
¿Qué sentido no descansa en la belleza de una mujer que nació
para amada del hombre? De todas las cosas del mundo aparta y
olvida su amor, correspondiendo, teniéndole todo en poco y
tratándole con desprecio. ¡Qué ojos tan hermosos honestamente!
¡Qué mirar tan cauteloso y prevenido en los descuidos de una
alma libre! ¡Qué cejas tan negras, esforzando recíprocamente la
blancura de la frente! ¡Qué mejillas, donde la sangre mezclada
con la leche engendra lo rosado que admira! ¡Qué labios
encarnados, guardando perlas que la risa muestra con recato!
¡Qué cuello! ¡Qué manos! ¡Qué talle! Todos son causa de
perdición y juntamente disculpa del que se pierde por ella.
—¿Qué más le queda a la edad que decir y al apetito que
desear?—dijo el viejo—. Trabajo tienes si con cada cosa que ves
401
escuderos: caballeros de poca categoría.
divertidos: distraídos, como en otros casos.
403 tal vez… tal vez: unas veces… otras…
404 ya se hacía brújula mostrando un ojo solo: la acción es la conocida de ir
tapada de medio ojo, en la que dejaban que el manto descubriera un ojo;
brujulear era ir mirando lentamente y poco a poco las cartas y adivinar por
solo la raya que apareciera (pintas) qué carta era sin descubrirla del todo.
405 tarazón: trozo.
402
haces esto. Triste fue tu vida. No naciste sino para admirado.
Hasta agora te juzgaba por ciego y agora veo que también eres
loco, y echo de ver que hasta agora no sabes para lo que Dios te
dio los ojos ni cuál es su oficio. Ellos han de ver y la razón ha de
juzgar y elegir; al revés lo haces, o nada haces, que es peor. Si te
andas a creerlos padecerás mil confusiones: tendrás las sierras
por azules y lo grande por pequeño, que la longitud y la
proximidad engañan la vista. ¡Qué río caudaloso no se burla
della, pues para saber hacia dónde corre es menester una paja o
ramo que se lo muestre. ¿Viste esa visión que acostándose fea se
hizo esta mañana hermosa ella misma y haces extremos
grandes? Pues sábete que las mujeres lo primero que se visten en
despertándose es una cara, una garganta y unas manos y luego
las sayas. Todo cuanto ves en ella es tienda y no natural. ¿Ves el
cabello? Pues comprado es y no criado. Las cejas tienen más de
ahumadas que de negras y si como se hacen cejas se hicieran las
narices, no las tuvieran406. Los dientes que ves, y la boca, era de
puro negra un tintero y a puros polvos407 se ha hecho salvadera.
La cera de los oídos se ha pasado a los labios y cada uno es una
candelilla. ¿Las manos, pues? Lo que parece blanco es untado.
¡Qué cosa es ver una mujer que ha de salir otro día a que la
vean, echarse la noche antes en adobo y verlas acostar las caras
hechas cofines408 de pasas409, y a la mañana irse pintando sobre
lo vivo como quieren! ¡Qué es ver una fea o una vieja querer,
como el otro tan celebrado nigromántico410, salir de nuevo de
una redoma! ¿Estaslas mirando? Pues no es cosa suya. Si se
lavasen las caras no las conocerías. Y cree que en el mundo no
hay cosa tan trabajada como el pellejo de una mujer hermosa,
donde se enjugan y secan y derriten más jalbegues411 que sus
faldas. Desconfiadas de sus personas, cuando quieren halagar
algunas narices luego se encomiendan a la pastilla y al
sahumerio412 o aguas de olor, y a veces los pies disimulan el
406
si como se hacen cejas se hicieran las narices, no las tuvieran: se hacen
las cejas pintándoselas con color negro; si se hicieran las narices no tendrían
narices: juega con la expresión «hacerse las narices», que en realidad
significa rompérselas.
407 polvos: polvos cosméticos; pero hace un chiste con la alusión a los
«polvos de cartas» (especie de arenilla para secar la tinta, que se
espolvoreaba con las salvaderas, botecillos con agujeros).
408 cofín: un tipo de cesto.
409 pasas: las pasas entraban en algunos cosméticos.
410 nigromántico: alude a Enrique de Villena, considerado mago.
411 jalbegues: capa de cal.
412 pastilla y sahumerio: para buen olor, perfumes.
sudor con las zapatillas de ámbar. Dígote que nuestros sentidos
están en ayunas de lo que es mujer y ahítos de lo que le parece.
Si la besas te embarras los labios; si la abrazas, aprietas tablillas
y abollas cartones; si la acuestas contigo, la mitad dejas debajo
la cama en los chapines; si la pretendes te cansas; si la alcanzas
te embarazas; si la sustentas te empobreces; si la dejas te
persigue; si la quieres te deja. Dame a entender de qué modo es
buena y considera agora este animal soberbio con nuestra
flaqueza, a quien hacen poderoso nuestras necesidades, más
provechosas sufridas o castigadas que satisfechas, y verás tus
disparates claros. Considérala padeciendo los meses413 y te dará
asco; y cuando está sin ellos acuérdate que los ha tenido y que
los ha de padecer, y te dará horror lo que te enamora. Y
avergüénzate de andar perdido por cosas que en cualquier
estatua de palo tienen menos asqueroso fundamento.
Fin del mundo por de dentro.
413
padeciendo los meses: con la menstruación.
SUEÑO DE LA MUERTE.
A DOÑA MIRENA414 RIQUEZA.
Harto es que me haya quedado algún discurso415 después que
veo a vuestra merced, y creo que me dejó este por ser de la
muerte. No se lo dedico porque me lo ampare; llévosele yo,
porque el mayor designio desinteresado es el mío, para la
enmienda de lo que puede estar escrito con algún desaliño o
imaginado con poca felicidad. No me atrevo yo a encarecer la
invención por no acreditarme de invencionero. Procurado he
pulir el estilo y sazonar la pluma con curiosidad. Ni entre la risa
me he olvidado de la doctrina. Si me han aprovechado el estilo y
la diligencia he remitido a la censura que vuestra merced hiciere
dél si llega a merecer que le mire, y podré yo decir entonces que
soy dichoso por sueños. Guarde Dios a V. M., que lo mismo
hiciera yo. En la prisión y en la Torre416, a 6 de abril 1622.
A QUIEN LEYERE.
He querido que la muerte acabe mis discursos como las
demás cosas; querrá Dios que tenga buena muerte. Este es el
quinto tratado al Sueño del Juicio, al Alguacil endemoniado, al
Infierno y al Mundo por de dentro; no me queda ya que soñar, y
si en la visita de la muerte no despierto, no hay que aguardarme.
Si te pareciere que ya es mucho sueño, perdona algo a la
modorra que padezco, y si no, guárdame el sueño, que yo seré
sietedurmiente417 de las postrimerías418. Vale.
Están siempre cautelosos y prevenidos los ruines
pensamientos, la desesperación cobarde y la tristeza, esperando
414
Anagrama de doña María Enríquez de Guzmán, dueña de honor de la
reina en 1621.
415 algún discurso: juego con los sentidos de tratado, escrito y uso de razón;
más o menos quiere decir que es raro que le quede algún juicio después de
ver la belleza de doña María.
416 prisión y en la Torre: cuando firma esta dedicatoria está preso en la Torre
de Juan Abad, implicado en un proceso que se hizo al Duque de Osuna.
417 sietedurmiente: persona que duerme mucho; la expresión arranca de la
historia de los siete durmientes de Éfeso, mártires perseguidos por Decio, que
durmieron 196 años según la leyenda.
418 postrimerías: o novísimos, es decir, muerte, juicio, infierno, gloria,
sucesos últimos de la vida del hombre.
a coger a solas a un desdichado para mostrarse alentados con él,
propria condición de cobardes en que juntamente hacen
ostentación de su malicia y de su vileza. Por bien que lo tengo
considerado en otros, me sucedió en mi prisión, pues habiendo,
o por cariciar mi sentimiento o por hacer lisonja a mi
melancolía, leído aquellos versos que Lucrecio escribió con tan
animosas palabras, me vencí de la imaginación y debajo del
peso de tan ponderadas palabras y razones me dejé caer tan
postrado con el dolor del desengaño que leí, que ni sé si me
desmayé advertido o escandalizado. Para que la confesión de mi
flaqueza se pueda disculpar, escribo por introducción a mi
discurso la voz del poeta divino, que suena ansí rigurosa con
amenazas tan elegantes:
Denique si vocem rerum natura repente
mittat et hoc alicui nostrum sic increpet ipsa:
quid tibi tanto operest, mortalis, quod nimis aegris
luctibus indulges? quid mortem congemis ac fles?
nam si grata fuit tibi vita anteacta priorque
et non omnia pertusum congesta quasi in vas
commoda perfluxere atque ingrata interiere:
cur non ut plenus vitae conviva recedis?
aequo animoque capis securam, stulte, quietem?
Entróseme luego por la memoria de rondón Job dando voces
y diciendo: «Homo natus de muliere»419, etc.:
Al fin hombre nacido
de mujer flaca, de miserias lleno,
a breve vida como flor traído,
de todo bien y de descanso ajeno,
que como sombra vana
huye a la tarde y nace a la mañana.
Con este conocimiento propio acompañaba luego el de la que
vivimos, diciendo: «Militia est vita hominis super terram»420,
etc.:
Guerra es la vida del hombre
mientras vive en este suelo,
y sus horas y sus días
como las del jornalero.
419
420
Job, 14, 1-2.
Job, 7, 1-2.
Yo, que, arrebatado de la consideración, me vi a los pies de
los desengaños rendido, con lastimoso sentimiento y con celo
enojado le tomé a Job aquellas palabras de la boca con que
empieza su dolor a descubrirse: «Pereat dies in qua natus
sum»421, etc.:
Perezca el primero día
en que yo nací a la tierra,
y la noche en que el varón
fue concebido perezca.
Vuélvase aquel día triste
en miserables tinieblas,
no le alumbre más la luz
ni tenga Dios con él cuenta.
Tenebroso torbellino
aquella noche posea,
no esté entre los días del año
ni entre los meses la tengan.
Indigna sea de alabanza,
solitaria siempre sea,
maldíganla los que el día
maldicen con voz soberbia,
los que para levantar
a Leviatán se aparejan,
y con sus escuridades
se escurecen las estrellas.
Espere la luz hermosa
y nunca clara luz vea,
ni el nacimiento rosado
de la aurora envuelta en perlas,
porque no cerró del vientre
que a mí me trujo las puertas,
y porque mi sepultura
no fue mi cuna primera.
Entre estas demandas y respuestas, fatigado y combatido
(sospecho que fue cortesía del sueño piadoso más que de
natural) me quedé dormido. Luego que desembarazada el alma
se vio ociosa sin la traba de los sentidos exteriores, me embistió
desta manera la comedia siguiente, y así la recitaron mis
421
Job, 3, 3-11.
potencias a escuras siendo yo para mis fantasías auditorio y
teatro.
Fueron entrando unos médicos a caballo en unas mulas que
con gualdrapas negras parecían tumbas con orejas. El paso era
divertido, torpe y desigual, de manera que los dueños iban
encima en mareta422 y algunos vaivenes de serradores. La vista
asquerosa de puro pasear los ojos por orinales y servicios423; las
bocas emboscadas en barbas, que apenas se las hallara un
braco424; sayos con resabios de vaqueros425; guantes en enfusión,
doblados como los que curan426; sortijón en el pulgar con piedra
tan grande que cuando toma el pulso pronostica al enfermo la
losa. Eran estos en gran número, y todos rodeados de platicantes
que cursan en lacayos, y tratando más con las mulas que con los
dotores se graduaron de médicos. Yo, viéndolos, dije:
—Si destos se hacen estos otros no es mucho que estos otros
nos deshagan a nosotros.
Alrededor venía gran chusma y caterva de boticarios, con
espátulas desenvainadas y jeringas en ristre, armados de cala en
parche427 como de punta en blanco. Los medicamentos que estos
venden, aunque estén caducando en las redomas de puro añejos
y los socrocios428 tengan telarañas, los dan; y así son medicinas
redomadas429 las suyas. El clamor430 del que muere empieza en
el almirez del boticario, va al pasacalles431 del barbero, paséase
por el tablado de los guantes del dotor y acábase en las
campanas de la iglesia. No hay gente más fiera que estos
boticarios; son armeros de los dotores; ellos les dan armas. No
422
mareta: movimiento de las aguas del mar, al cual recuerdan los
bamboleos de los jinetes, que también recuerdan a los vaivenes de los que
sierran.
423 servicio: orinal; como «servidor».
424 braco: clase de perro de caza.
425 sayos con resabios de vaqueros: sayos que parecen vaqueros, por la
forma y longitud del vestido. La imagen es caricaturesca.
426 guantes en enfusión, doblados como los que curan: los guantes es otro de
los atributos inseparables del médico, en principio mecanismo de asepsia,
luego signo ostentoso como la barba o la sortija que menciona enseguida.
427 de cala en parche: parodia «armar de punta en blanco»; cala, lavativa;
parches curativos había y hay para diversas dolencias.
428 socrocio: un emplasto.
429 redomadas: chiste fácil, sacadas de las redomas, de mala inclinación, o
sea, perniciosa.
430 clamor: toque de difuntos.
431 pasacalles: alude a la afición de los barberos a las guitarras y a tocar en
ellas pasacalles.
hay cosa suya que no tenga achaques432 de guerra y que no aluda
a armas ofensivas: jarabes que antes les sobran letras para jara433
que les falten; botes se dicen los de pica434; espátulas son
espadas en su lengua; píldoras son balas; clísteris y melecinas
cañones, y así se llaman cañón de melecina. Y bien mirado, si
así se toca la tecla de las purgas, sus tiendas son purgatorios435 y
ellos los infiernos, los enfermos los condenados y los médicos
los diablos, y es cierto que son diablos los médicos, pues unos y
otros andan tras los malos y huyen de los buenos, y todo su fin
es que los buenos sean malos y que los malos no sean buenos
jamás.
Venían todos vestidos de recetas y coronados de reales, erres
asaeteadas436 con que empiezan las recetas. Y consideré que los
dotores hablan a los boticarios diciendo «Recipe», que quiere
decir recibe. De la misma suerte habla la mala madre a la hija y
la codicia al mal ministro. ¡Pues decir que en la receta hay otra
cosa que erres asaeteadas por delincuentes, y luego «ana,
ana»437, que juntas hacen un Annás para condenar a un justo!
Síguense uncias y más onzas438: ¡qué alivio para desollar un
cordero enfermo! Y luego ensartan nombres de simples439 que
parecen invocaciones de demonios: buphthalmos, opopanax,
leontopetalon,
tragoriganum,
potamogeton,
senipugino,
diacathalicon, petroselinum, scilla, rapa. Y sabido qué quiere
decir esta espantosa barahúnda de voces tan rellenas de letrones,
son zanahoria, rábanos y perejil, y otras suciedades, y como han
oído decir que quien no te conoce te compre, disfrazan las
432
achaques: apariencias.
jara: saeta.
434 botes de pica: juego con el sentido de golpe de pica, lanzazo.
435 El chiste entre purga / purgatorio es fácil, como el que sigue entre buenos
y malos en sentido físico y espiritual.
436 erres asaeteadas: letras que escribían en las recetas, iniciales de
«Recipe», cruzadas por una barra (la «saeta»).
437 ana: expresión con que los médicos denotan que sean de pesos o partes
iguales los ingredientes de una receta. Juega con el plural que interpreta como
nombre propio de Anás, el suegro de Caifás, sumo sacerdote, condenadores
de Cristo.
438 uncias y más onzas: juego de palabras: «uncia», onza, medida de peso;
onza es también una especie de pantera, animal feroz a quien corresponde
desollar un cordero: metafóricamente los médicos con sus recetas desuellan
(arruinan) a los enfermos.
439 simples: elementos simples que entran en la composición de las
medicinas. Sigue una lista de términos médicos y farmacéuticos que
pretenden causar un efecto absurdo. No los anoto, porque lo principal es el
efecto de conjunto.
433
legumbres porque no sean conocidas y las compren los
enfermos. Elingatis dicen lo que es lamer, catapotia las píldoras,
clíster la melecina, glans o balanus la cala, errhina moquear. Y
son tales los nombres de sus recetas y tales sus medicinas, que
las más veces de asco de sus porquerías y hediondeces con que
persiguen a los enfermos, se huyen las enfermedades.
¿Qué dolor habrá de tan mal gusto que no se huya de los
tuétanos por no aguardar el emplastro de Guillén Servén440, y
verse convertir en baúl441 una pierna o muslo donde él está?
Cuando vi a estos y a los dotores, entendí cuán mal se dice para
notar diferencia aquel asqueroso refrán: «Mucho va del culo al
pulso», que antes no va nada, y solo van los médicos, pues
inmediatamente desde él van al servicio y al orinal a preguntar a
los meados lo que no saben, porque Galeno los remitió a la
cámara442 y a la orina, y como si el orinal les hablase al oído se
le llegan a la oreja avahándose los barbones con su niebla. ¡Pues
verles hacer que se entienden con la cámara por señas y tomar
su parecer al bacín y su dicho a la hedentina! No les esperara un
diablo. ¡Oh, malditos pesquisidores contra la vida, pues ahorcan
con el garrotillo, degüellan con sangrías, azotan con ventosas,
destierran las almas, pues las sacan de la tierra de sus cuerpos
sin alma y sin conciencia!
Luego se seguían los cirujanos cargados de pinzas, tientas443
y cauterios, tijeras, navajas, sierras, limas, tenazas y lancetones;
entre ellos se oía una voz muy dolorosa a mis oídos que decía:
—Corta, arranca, abre, asierra, despedaza, pica, punza,
ajigota444, rebana, descarna y abrasa.
Diome gran temor, y más verlos el paloteado445 que hacían
con los cauterios y tientas. Unos güesos se me querían entrar de
miedo dentro de otros; híceme un ovillo.
En tanto, vinieron unos demonios con unas cadenas de
muelas y dientes, haciendo bragueros, y en esto conocí que eran
sacamuelas, el oficio más maldito del mundo, pues no sirven
sino de despoblar bocas y adelantar la vejez. Estos, con las
muelas ajenas y no ver diente que no quieran ver antes en su
440
emplastro de Guillén Servén: un emplasto conocido en la época, de varios
ingredientes.
441 baúl: no entiendo el chiste que hace aquí.
442 cámara: excremento.
443 tienta: hierro largo y redondo, para ver la profundidad de una herida.
444 ajigotar: hacer jigote, metáfora grotesca para indicar el despedazamiento
del cuerpo del paciente. Jigote es una especie de guisado de crane picada.
445 paloteado: metáfora burlesca; danza rústica que se hace con unos palos
en las manos chocándolos.
collar que en las quijadas, desconfían a las gentes de Santa
Polonia446, levantan testimonios a las encías y desempiedran las
bocas. No he tenido peor rato que tuve en ver sus gatillos447
andar tras los dientes ajenos como si fueran ratones y pedir
dineros por sacar una muela, como si la pusieran.
—¿Quién vendrá acompañado desta maldita canalla?—decía
yo; y me parecía que aun el diablo era poca cosa para tan
maldita gente, cuando veo venir gran ruido de guitarras.
Alegreme un poco. Tocaban todos pasacalles y vacas448.
—¡Que me maten si no son barberos esos que entran!
No fue mucha habilidad el acertar, que esta gente tiene
pasacalles infusos y guitarra gratisdata. Era de ver puntear a
unos y rasgar a otros. Yo decía entre mí:
—¡Dolor de barba que ensayada en saltarenes449 se ha de ver
rapar y del brazo que ha de recibir una sangría pasada por
chaconas y folías450!
Consideré que todos los demás ministros del martirio,
inducidores de la muerte, que estaban en mala moneda y eran
oficiales de vellón y hierro viejo451, y que solo los barberos se
habían trocado en plata y entretúveme en verlos manosear una
cara, sobajar otra, y lo que se huelgan con un testuz en el
lavatorio.
Luego comenzó a entrar una gran cantidad de gente. Los
primeros eran habladores; parecían azudas452 en conversación,
cuya música era peor que la de órganos destemplados. Unos
hablaban de hilván453, otros a borbotones, otros a chorretadas;
otros habladorísimos hablan a cántaros, gente que parece que
lleva pujo454 de decir necedades, como si hubiera tomado alguna
purga confecionada de hojas de Calepino455 de ocho lenguas.
Estos me dijeron que eran habladores diluvios, sin escampar de
446
Santa Polonia: abogada del dolor de muelas.
gatillo: especie de tenaza con que se sacan muelas y dientes.
448 vacas: un tipo de música o tonada.
449 saltarén: un cierto son que se tocaba en la guitarra.
450 chaconas y folías: dos clases de bailes.
451 Interpreto: todos los demás oficios eran de poco valor en cuanto a su
capacidad de matar comparados con estos; en metáforas de monedas, los
otros son moneda de poco valor, como era la de vellón, o de tan poco valor
como el hierro viejo.
452 azuda: rueda de noria.
453 de hilván: deprisa y atropelladamente.
454 pujo: esfuerzo parea defecar.
455 Calepino: diccionario del célebre políglota Ambrosio Calepino (14401510), que tenía muchas lenguas.
447
día ni de noche, gente que habla entre sueños y que madruga a
hablar. Había habladores secos y habladores que llaman del río o
del rocío y de la espuma, gente que graniza de perdigones. Otros
que llaman tarabilla456, gente que se va de palabras como de
cámaras457, que hablan a toda furia. Había otros habladores
nadadores, que hablan nadando con los brazos hacia todas partes
y tirando manotadas y coces. Otros, jimios458, haciendo gestos y
visajes. Venían los unos consumiendo a los otros.
Síguense los chismosos, muy solícitos de orejas, muy atentos
de ojos, muy encarnizados de malicia, y andaban hechos uñas de
las vidas ajenas, espulgándolos a todos. Venían tras ellos los
mentirosos contentos, muy gordos, risueños y bien vestidos y
medrados, que no teniendo otro oficio son milagro del mundo,
con un gran auditorio de mentecatos y ruines.
Detrás venían los entremetidos, muy soberbios y satisfechos
y presumidos, que son las tres lepras de la honra del mundo.
Venían injiriéndose459 en los otros y penetrándose en todo,
tejidos y enmarañados en cualquier negocio. Son lapas de la
ambición y pulpos de la prosperidad. Estos venían los postreros,
según pareció, porque no entró en gran rato nadie. Pregunté que
cómo venían tan apartados y dijéronme unos habladores (sin
preguntarlo yo a ellos):
—Estos entremetidos son la quintaesencia de los enfadosos y
por eso no hay otra cosa peor que ellos.
En esto estaba yo considerando la diferencia tan grande del
acompañamiento y no sabía imaginar quién pudiese venir.
En esto entró una que parecía mujer, muy galana y llena de
coronas, cetros, hoces, abarcas, chapines, tiaras, caperuzas,
mitras, monteras, brocados, pellejos, seda, oro, garrotes,
diamantes, serones, perlas y guijarros. Un ojo abierto y otro
cerrado, vestida y desnuda de todas colores; por el un lado era
moza y por el otro era vieja; unas veces venía despacio y otras
aprisa; parecía que estaba lejos y estaba cerca, y cuando pensé
que empezaba a entrar estaba ya a mi cabecera. Yo me quedé
como hombre que le preguntan qué es cosi y cosa460, viendo tan
extraño ajuar y tan desbaratada compostura. No me espantó;
suspendiome, y no sin risa, porque bien mirado era figura
donosa. Preguntele quién era y díjome:
456
tarabilla: metafóricamente se llama la persona que habla mucho y aprisa.
cámaras: diarrea.
458 jimios: simios, monos.
459 injerirse: entrometerse.
460 cosi y cosa: fórmula para proponer una adivinanza.
457
—La Muerte.
—¿La Muerte?
Quedé pasmado y apenas abrigué en el corazón algún aliento
para respirar, y muy torpe de lengua, dando trasijos461 con las
razones, la dije:
—¿Pues a qué vienes?
—Por ti —dijo.
—¡Jesús mil veces! Muérome, según eso.
—No te mueres—dijo ella—. Vivo has de venir conmigo a
hacer una visita a los difunctos, que pues han venido tantos
muertos a los vivos, razón será que vaya un vivo a los muertos y
que los muertos sean oídos. ¿Has oído decir que yo ejecuto sin
embargo462? Alto463; ven conmigo.
Perdido de miedo le dije:
—¿No me dejarás vestir?
—No es menester —respondió—, que conmigo nadie va
vestido, ni soy embarazosa. Yo traigo los trastos de todos
porque vayan más ligeros.
Fui con ella donde me guiaba, que no sabré decir por dónde,
según iba poseído del espanto. En el camino la dije:
—Yo no veo señas de la muerte, porque a ella nos la pintan
unos huesos descarnados con su guadaña.
Parose y respondió:
—Eso no es la muerte, sino los muertos o lo que queda de los
vivos. Esos huesos son el dibujo sobre que se labra el cuerpo del
hombre; la muerte no la conocéis y sois vosotros mismos
vuestra muerte, tiene la cara de cada uno de vosotros y todos
sois muertes de vosotros mismos; la calavera es el muerto y la
cara es la muerte y lo que llamáis morir es acabar de morir y lo
que llamáis nacer es empezar a morir y lo que llamáis vivir es
morir viviendo y los huesos es lo que de vosotros deja la muerte
y lo que le sobra a la sepultura. Si esto entendiérades así, cada
uno de vosotros estuviera mirando en sí su muerte cada día y la
ajena en el otro y viérades que todas vuestras casas están llenas
della y que en vuestro lugar hay tantas muertes como personas y
no la estuviérades aguardando, sino acompañándola y
disponiéndola. Pensáis que es huesos la muerte y que hasta que
461
trasijos las razones: tartamudeando.
ejecuto sin embargo: dice la Muerte que no pone en práctica la ejecución
o embargo de los deudores sin que haya sido decretado el embargo con toda
legalidad.
463 alto: formulilla que sirve de apoyo a una exhortación a hacer algo.
462
veáis venir la calavera y la guadaña no hay muerte para vosotros
y primero sois calavera y huesos que creáis que lo podéis ser.
—Dime —dije yo—: ¿qué significan estos que te acompañan,
y por qué van, siendo tú la muerte, más cerca de tu persona los
enfadosos y habladores que los médicos?
Respondiome:
—Mucha más gente enferma de los enfadosos que de los
tabardillos464 y calenturas, y mucha más gente matan los
habladores y entremetidos que los médicos. Y has de saber que
todos enferman del exceso o destemplanza de humores465, pero
lo que es morir todos mueren de los médicos que los curan, y así
no habéis de decir cuando preguntan: ¿de qué murió fulano?,
«De calentura, de dolor de costado, de tabardillo, de peste, de
heridas», sino «Murió de un dotor Tal que le dio, de un dotor
Cual». Y es de advertir que en todos los oficios, artes y estados
se ha introducido el don466, en hidalgos, en villanos, y en frailes,
como se ve en la Cartuja; yo he visto sastres y albañiles con don
y ladrones y galeotes en galeras. Pues si se mira en las sciencias,
clérigos, millares; teólogos, muchos, y letrados, todos. Solo de
los médicos ninguno ha habido con don y todos tienen don de
matar y quieren más don467 al despedirse que don al llamarlos.
En esto llegamos a una sima grandísima, la Muerte
predicadora y yo desengañado. Zabullose sin llamar, como de
casa, y yo tras ella, animado con el esfuerzo que me daba mi
conocimiento tan valiente. Estaban a la entrada tres bultos
armados a un lado y otro monstruo terrible enfrente, siempre
combatiendo entre sí todos y los tres con el uno y el uno con los
tres. Parose la Muerte y díjome:
—¿Conoces esta gente?
—Ni Dios me la deje conocer —dije yo.
—Pues con ellos andas a las vueltas—dijo ella— desde que
nacistes; mira cómo vives —replicó—: estos son los tres
enemigos del alma: el Mundo es aquel, este es el Diablo y
aquella la Carne.
Y es cosa notable que eran todos parecidos unos a otros, que
no se diferenciaban. Díjome la Muerte:
—Son tan parecidos que en el mundo tenéis a los unos por
los otros; así que quien tiene el uno tiene a todos tres. Piensa un
464
tabardillo: una enfermedad peligrosa, especie de tifus.
humores: líquidos corporales.
466 don: otra vez la burla de los dones falsos que se ponían quienes no tenían
derecho a este tratamiento.
467 don: sonido del dinero.
465
soberbio que tiene todo el mundo y tiene al diablo; piensa un
lujurioso que tiene la carne y tiene al demonio, y ansí anda todo.
—¿Quién es —dije yo— aquel que está allí apartado
haciéndose pedazos con estos tres, con tantas caras y figuras?
—Ese es —dijo la Muerte— el Dinero, que tiene puesto
pleito a los tres enemigos del alma, diciendo que quiere ahorrar
de émulos, y que a donde él está no son menester, porque él solo
es todos los tres enemigos. Y fúndase para decir que el dinero es
el Diablo en que todos decís «diablo es el dinero», y que «lo que
no hiciere el dinero no lo hará el diablo», «endiablada cosa es el
dinero». Para ser el Mundo dice que vosotros decís que «no hay
más mundo que el dinero», «quien no tiene dinero váyase del
mundo», al que le quitan el dinero decís que le echen del mundo,
y que «todo se da por el dinero». Para decir que es la Carne el
dinero, dice el Dinero: «Dígalo la carne», y remítese a las putas
y mujeres malas, que es lo mismo que interesadas.
—No tiene mal pleito el Dinero —dije yo— según se platica
por allá.
Con esto nos fuimos más abajo, y antes de entrar por una
puerta muy chica y lóbrega, me dijo:
—Estos dos que saldrán aquí conmigo son las Postrimerías.
Abriose la puerta, y estaban a un lado el Infierno y al otro el
Juicio (así me dijo la Muerte que se llamaban). Estuve mirando
al Infierno con atención y me pareció notable cosa. Díjome la
Muerte:
—¿Qué miras?
—Miro —respondí— al Infierno, y me parece que le he visto
otras veces.
—¿Dónde?—preguntó.
—¿Dónde?—dije—. En la codicia de los jueces, en el odio de
los poderosos, en las lenguas de los maldicientes, en las malas
intenciones, en las venganzas, en el apetito de los lujuriosos, en
la vanidad de los príncipes, y donde cabe el Infierno todo sin
que se pierda gota es en la hipocresía de los mohatreros de las
virtudes, que hacen logro del ayuno y del oír misas. Y lo que
más he estimado es haber visto el Juicio, porque hasta agora he
vivido engañado, y agora que veo al Juicio como es echo de ver
que el que hay en el mundo no es juicio ni hay hombre de juicio
y que hay muy poco juicio en el mundo. ¡Pesia tal!—decía yo—;
si deste juicio hubiera allá, no digo parte, sino nuevas creídas,
sombra o señas, otra cosa fuera. Si los que han de ser jueces han
de tener deste juicio, buena anda la cosa en el mundo; miedo me
da de tornar arriba viendo que siendo este el Juicio se está aquí
casi entero y qué poca parte está repartida entre los vivos. Más
quiero muerte con juicio que vida sin él.
Con esto bajamos a un grandísimo llano, donde parecía
estaba depositada la obscuridad para las noches. Díjome la
Muerte:
—Aquí has de parar, que hemos llegado a mi tribunal y
audiencia.
Aquí estaban las paredes colgadas468 de pésames; a un lado
estaban las malas nuevas ciertas y creídas y no esperadas; el
llanto en las mujeres engañoso, engañado en los amantes,
perdido de los necios y desacreditado en los pobres; el dolor se
había desconsolado y creído y solos los cuidados469 estaban
solícitos y vigilantes, hechos carcomas de reyes y príncipes,
alimentándose de los soberbios y ambiciosos. Estaba la Envidia
con hábito de viuda, tan parecida a dueña que la quise llamar
Álvarez o González, en ayunas de todas las cosas, cebada en sí
misma, magra y exprimida. Los dientes (con andar siempre
mordiendo470 de lo mejor y de lo bueno) los tenía amarillos y
gastados, y es la causa que lo bueno y santo, para morderlo lo
llega a los dientes, mas nada bueno le puede entrar de los dientes
adentro. La Discordia estaba debajo della, como que nacía de su
vientre, y creo que es su hija legítima. Esta, huyendo de los
casados, que siempre andan a voces, se había ido a las
comunidades y colegios, y viendo que sobraba en ambas partes,
se fue a los palacios y cortes, donde es lugartiniente de los
diablos. La Ingratitud estaba en un gran horno haciendo de una
masa de soberbios y odios demonios nuevos cada momento.
Holgueme de verla porque siempre había sospechado que los
ingratos eran diablos, y caí entonces en que los ángeles para ser
diablos fueron primero ingratos. Andaba toda hirviendo de
maldiciones.
—¿Quién diablos —dije yo— está lloviendo maldiciones
aquí?
Díjome un muerto que estaba a mi lado:
—¿Maldiciones queréis que falten donde hay casamenteros y
sastres, que son la gente más maldita del mundo, pues todos
decís «¡Malhaya quien me casó!», «¡Malhaya quien con vos me
juntó!», y los más «¡Mal haya quien me vistió!»?
468
colgadas: adornadas con colgaduras, en este caso colgaduras de alegorías
mortuorias y moralizantes.
469 cuidados: preocupaciones.
470 morder: murmurar o satirizar.
—¿Qué tiene que ver —dije yo— sastres y casamenteros en
la audiencia de la Muerte?
—¡Pesia tal!—dijo el muerto, que era impaciente—; ¿estáis
loco? Que si no hubiera casamenteros hubiera la mitad de los
muertos y desesperados471. A mí me lo decid, que soy marido
cinco, como bolo472, y se me quedó allá la mujer y piensa
acompañarme con otros diez. ¿Pues sastres? ¿A quién no
matarán las mentiras y largas de los sastres, y hurtos? Y son
tales que para llamar a la desdicha peor nombre, la llaman
desastre, del de sastre, y es el principal miembro deste tribunal
que aquí veis.
Alcé los ojos y vi la Muerte en su trono y a los lados muchas
muertes. Estaba la muerte de amores, la muerte de frío, la
muerte de hambre, la muerte de miedo y la muerte de risa, todas
con diferentes insignias. La muerte de amores estaba con muy
poquito seso. Tenía, por estar acompañada, porque no se le
corrompiesen por la antigüedad, a Píramo y Tisbe
embalsamados473, y a Leandro y Hero y a Macías en cecina474, y
algunos portugueses derritidos475. Mucha gente vi que estaba ya
para acabar debajo de su guadaña y a puros milagros del interés
resuscitaban. En la muerte de frío vi a todos los obispos y
prelados y a los más ecclesiásticos, que como no tienen mujer ni
hijos ni sobrinos que los quieran, sino a sus haciendas, estando
malos cada uno carga en lo que puede y mueren de frío. La
muerte de miedo estaba la más rica y pomposa y con
acompañamiento más magnífico, porque estaba toda cercada de
gran número de tiranos y poderosos, por quien se dijo: Fugit
impius, nemine persequente476. Estos mueren a sus mismas
manos y sus sayones477 son sus conciencias y ellos son verdugos
471
desesperados: suicidas.
marido cinco, como bolo: es decir, es el quinto marido de la viuda, que
todavía se piensa casar otras diez veces. Usa términos del juego de los bolos,
donde hacer cinca es fallar una jugada. En esta metafórica partida la mujer
pasa con creces del diez, mientras el marido es «cinco», falla.
473 Sigue una parodia de «infierno de enamorados». Los mencionados por
Quevedo son muy conocidos: Píramo y Tisbe se suicidaron por amor, al creer
Píramo que Tisbe había sido devorada por un león, y al ver ella a su amante
muerto; Hero y Leandro, famosos amantes separados por el estrecho entre
Abido y Sesto que cruzaba Leandro todas las noches a nado para ver a su
amada, hasta que se ahogó.
474 Macías, en cecina: Macías se convirtió en prototipo de enamorados.
475 portugueses derritidos: llevaban fama de enamoradizos; es motivo tópico;
como se derriten de amor se les llama a menudo «sebosos» a los portugueses.
476 Proverbios, 28, 1: «Huye el impío sin que nadie le persiga».
477 sayones: verdugos.
472
de sí mismos y solo un bien hacen en el mundo, que matándose
a sí de miedo, recelo y desconfianza, vengan de sí propios a los
innocentes. Estaban con ellos los avarientos, cerrando cofres y
arcones y ventanas, enlodando resquicios, hechos sepulturas de
sus talegos y pendientes de cualquier ruido del viento, los ojos
hambrientos de sueño, las bocas quejosas de las manos, las
almas trocadas en plata y oro. La muerte de risa era la postrera y
tenía un grandísimo cerco de confiados y tarde arrepentidos.
Gente que vive como si no hubiere justicia y muere como si no
hubiere misericordia. Estos son los que diciéndoles: «Restituid
lo mal llevado», dicen: «Es cosa de risa»; «Mirad que estáis
viejo y que ya no tiene el pecado qué roer en vos: dejad la
mujercilla que embarazáis inútil, que cansáis enfermo; mirad
que el mismo diablo os desprecia ya por trasto embarazoso y la
misma culpa tiene asco de vos», responden: «Es cosa de risa», y
que nunca se sintieron mejores. Otros hay que están enfermos y
exhortándolos a que hagan testamento, que se confiesen, dicen
que se sienten buenos y que han estado de aquella manera mil
veces. Estos son gente que están en el otro mundo y aún no se
persuaden a que son difuntos. Maravillome esta visión, y dije,
herido del dolor y conocimiento:
—¿Dionos Dios una vida sola y tantas muertes?; ¿de una
manera se nace y de tantas se muere? Si yo vuelvo al mundo yo
procuraré empezar a vivir.
En esto estaba cuando se oyó una voz que dijo tres veces:
—¡Muertos, muertos, muertos!
Con eso se rebulló el suelo y todas las paredes, y empezaron
a salir cabezas y brazos y bultos extraordinarios. Pusiéronse en
orden con silencio.
—Hablen por su orden —dijo la Muerte.
Luego salió uno con grandísima cólera y priesa, y se vino
para mí, que entendí que me quería maltratar, y dijo:
—¡Vivos de Satanás!: ¿qué me queréis, que no me dejáis,
muerto y consumido? ¿Qué os he hecho, que sin tener parte en
nada me disfamáis en todo y me echáis la culpa de lo que no sé?
—¿Quién eres —le dije con una cortesía temerosa— que no
te entiendo?
—Soy yo —dijo— el malaventurado Joan de la Encina478, el
que habiendo muchos años que estoy aquí, toda la vida andáis,
en haciéndose un disparate o en diciéndole vosotros, diciendo:
«No hiciera más Joan de la Encina», «Daca los disparates de
Joan de la Encina». Habéis de saber que para hacer y decir
478
Joan de la Encina: se le atribuyen a este poeta unos famosos disparates.
disparates todos los hombres sois Joan de la Encina y que este
apellido de Encina es muy largo en cuanto a disparates. Pero
pregunto si yo hice los testamentos en que dejáis que otros
hagan por vuestra alma lo que no habéis querido hacer. ¿He
porfiado con los poderosos? ¿Teñime la barba por no parecer
viejo? ¿Fui viejo sucio y mentiroso? ¿Enamoreme con mi
dinero? ¿Llamé favor el pedirme lo que tenía y el quitarme lo
que no tenía? ¿Entendí yo que sería bueno para mí el que a mi
intercesión fue ruin con otro que se fió dél? ¿Gasté yo la vida en
pretender con qué vivir y cuando tuve con qué no tuve vida que
vivir? ¿Creí las sumisiones del que me hubo menester? ¿Caseme
por vengarme de mi amiga? ¿Fui yo tan miserable que gastase
un real segoviano en buscar un cuarto incierto? ¿Pudrime479 de
que otro fuese rico o medrase? ¿He creído las apariencias de la
fortuna? ¿Tuve yo por dichosos a los que al lado de los príncipes
dan toda la vida por una hora? ¿Heme preciado de hereje y de
mal reglado en todo y peor contento, porque me tengan por
entendido? ¿Fui desvergonzado por campear de valiente? Pues
si Joan de la Encina no ha hecho nada desto, ¿qué necedades
hizo este pobre de Joan de la Encina? Pues en cuanto a decir
necedades, ¡sacadme un ojo con una! ¡Ladrones, que llamáis
disparates los míos y parates los vuestros! Pregunto yo: ¿Juan de
la Encina fue acaso el que dijo «haz bien y no cates a quién»?,
siendo contra el Espíritu Santo, que dice «Si bene feceris scito
cui feceris, et erit gratia in bonis tuis multa»480, si hicieres bien,
mira a quién. ¿Fue Joan de la Encina quien, para decir que uno
era malo, dijo «es hombre que ni teme ni debe», habiendo de
decir que «ni teme ni paga», pues es cierto que la mejor señal de
ser bueno es ni temer ni deber y la mayor de la maldad ni temer
ni pagar? ¿Dijo Joan de la Encina «de los pescados el mero, de
las carnes el carnero, de las aves la perdiz, de las damas
Beatriz»? No lo dijo, porque él no dijera sino «de las carnes, la
mujer; de los pescados, el carnero; de las aves, la Ave María, y
después la presentada481; de las damas, la más barata». Mirá si
es desbaratado Joan de la Encina. No prestó sino paciencia, no
dio sino pesadumbre; él no gastaba con los hombres que piden
dinero ni con las mujeres que piden matrimonio. ¿Qué
necedades pudo hacer Joan de la Encina, desnudo por no tratar
con sastres, que se dejó quitar la hacienda por no haber de
menester letrados, que se murió antes de enfermo que de curado
479
pudrirse: irritarse, impacientarse.
Eclesiastés, 12, 1.
481 presentar: regalar.
480
para ahorrarse el médico? Solo un disparate hizo, que fue,
siendo calvo, quitar a nadie el sombrero, pues fuera menos mal
ser descortés que calvo y fuera mejor que le mataran a palos
porque no quitaba el sombrero, que no a apodos porque era
calvario. Y si por hacer una necedad anda Joan de la Encina por
todos esos púlpitos y cátredas con votos, gobiernos y estados,
enhoramala para ellos, que todo el mundo es monte y todos son
Encinas.
En esto estábamos cuando, muy estirado y con gran ceño,
emparejó otro muerto conmigo, y dijo:
—Volved acá la cara, no penséis que habláis con Joan de la
Encina.
—¿Quién es v. m. —dije yo—, que con tanto imperio habla y
donde todos son iguales presume diferencia?
—Yo soy —dijo— el Rey que rabió482. Y si no me conocéis,
por lo menos no podéis dejar de acordaros de mí, porque sois los
vivos tan endiablados que a todo decís que se acuerda del Rey
que rabió, y en habiendo un paredón viejo, un muro caído, una
gorra calva, un ferragüelo483 lampiño, un trapajo rancio, un
vestido caduco, una mujer manida de años y rellena de siglos,
luego decís que se acuerda del Rey que rabió. No ha habido tan
desdichado rey en el mundo, pues no se acuerdan dél sino
vejeces y harapos, antigüedades y visiones, y ni ha habido rey de
tan mala memoria ni tan asquerosa, ni tan carroña, ni tan caduca,
carcomida y apolillada. Han dado en decir que rabié y juro a
Dios que mienten, sino que han dado todos en decir que rabié y
no tiene ya remedio, y no soy yo el primero rey que rabió ni el
solo, que no hay rey ni le ha habido ni le habrá, a quien no
levanten que rabie; ni sé yo cómo pueden dejar de rabiar todos
los reyes, porque andan siempre mordidos por las orejas484 de
envidiosos y aduladores que rabian.
Otro que estaba al lado del Rey que rabió, dijo:
—V. m. se consuele conmigo, que soy el Rey Perico, y no me
dejan descansar de día ni de noche. No hay cosa sucia ni
desaliñada, ni pobre, ni antigua, ni mala, que no digan que fue
en tiempo del Rey Perico. Mi tiempo fue mejor que ellos pueden
482
el Rey que rabió: otro personajillo folklórico, como el resto de la serie
que saca ahora Quevedo para burlarse de varios tópicos y frases vulgares de
poco sentido.
483 ferragüelo: o ferreruelo, una especie de capa.
484 mordidos por las orejas: porque los envidiosos y aduladores están
siempre hablando a las orejas del poderoso; pero hay una sugerencia de los
perros alanos que echaban a los toros o en la caza y que sujetaban a la presa
por las orejas; los perros contagian la rabia, y de ahí el juego.
pensar, y para ver quién fui yo y mi tiempo y quién son ellos, no
es menester más que oíllos, porque en diciendo a una doncella
ahora la madre: «Hija, las mujeres bajar los ojos y mirar a la
tierra y no a los hombres», responden: «Eso fue en tiempo del
Rey Perico; los hombres han de mirar a la tierra, pues fueron
hechos della, y las mujeres al hombre, pues fueron hechas dél».
Si un padre dice a un hijo: «No jures, no juegues, reza las
oraciones cada mañana, persígnate en levantándote, echa la
bendición a la mesa», dice que eso se usaba en tiempo del Rey
Perico y que ahora le tendrán por un maricón si sabe
persignarse, y se reirán dél si no jura y blasfema, porque en
nuestros tiempos más tienen por hombre al que jura que al que
tiene barbas.
Al que acabó de decir esto se llegó un muertecillo muy
agudo, y sin hacer cortesía, dijo:
—Basta lo que han hablado, que somos muchos y este
hombre vivo está fuera de sí y aturdido.
—No dijera más Mateo Pico.
—¡Y vengo a eso solo! Pues, bellaco vivo, ¿qué dijo Mateo
Pico, que luego andáis si dijera más, no dijera más? ¿Cómo
sabéis que no dijera más Mateo Pico? Dejadme tornar a vivir sin
tornar a nacer, que no me hallo bien en barrigas de mujeres, que
me han costado mucho, y veréis si digo más, ladrones vivos.
Pues si yo viera vuestras maldades, vuestras tiranías, vuestras
insolencias, vuestros robos, ¿no dijera más? Dijera más y más, y
dijera tanto que enmendárades el refrán, diciendo: «Más dijera
Mateo Pico». Aquí estoy y digo más y avisad desto a los
habladores de allá, que yo apelo deste refrán con las mil y
quinientas485.
Quedé confuso de mi inadvertencia y desdicha en topar con
el mismo Mateo Pico. Era un hombrecillo menudo, todo
chillido, que parecía que rezumaba de palabras por todas sus
conjunturas, zambo de ojos y bizco de piernas, y me parece que
le he visto mil veces en diferentes partes.
Quitose de delante y descubriose una grandísima redoma de
vidrio; dijéronme que llegase, y vi un jigote que se bullía en un
ardor terrible y andaba danzando por todo el garrofón, y poco a
poco se fueron juntando unos pedazos de carne y unas tajadas, y
desta se fue componiendo un brazo y un muslo y una pierna, y al
fin se coció y enderezó un hombre entero. De todo lo que había
485
con las mil y quinientas: la sala de mil y quinientas era un tipo de tribunal
destinado para delitos graves, en el cual para hacer una apelación había que
depositar una fianza de mil quinientas doblas.
visto y pasado me olvidé, y esta visión me dejó tan fuera de mí
que no diferenciaba de los muertos.
—¡Jesús mil veces!—dije—. ¿Qué hombre es este, nacido en
guisado, hijo de una redoma?
En esto oí una voz que salía de la vasija, y dijo:
—¿Qué año es este?
—De seiscientos y veinte y dos—respondí.
—Este año esperaba yo.
—¿Quién eres —dije—, que parido de una redoma, hablas y
vives?
—¿No me conoces?—dijo— ¿La redoma y las tajadas no te
advierten que soy aquel famoso nigromántico de Europa486? ¿No
has oído decir que me hice tajadas dentro de una redoma para
ser inmortal?
—Toda mi vida lo he oído decir —le respondí— mas túvelo
por conversación de la cuna y cuento de entre dijes y babador487.
¿Que tú eres? Yo confieso que lo más que llegué a sospechar fue
que eres algún alquimista que penabas en esa redoma, o algún
boticario. Todos mis temores doy por bien empleados por
haberte visto.
—Sábete —dijo— que mi nombre no fue del título que me da
la ignorancia, aunque tuve muchos488. Solo te digo que estudié y
escribí muchos libros, y los míos quemaron, no sin dolor de los
doctos.
—Si me acuerdo —dije yo—, oído he decir que estás
enterrado en un convento de religiosos489, mas hoy me he
desengañado.
—Ya que has venido aquí —dijo— desatapa esa redoma.
Yo empecé a hacer fuerza y a desmoronar tierra con que
estaba enlodado el vidrio de que era hecha, y díjome:
—Espera. Dime primero, ¿hay mucho dinero en España?; ¿en
qué opinión está el dinero, qué fuerza alcanza, qué crédito, qué
valor?
Respondile:
—No han descaecido las flotas de las Indias, aunque Génova
ha echado unas sanguijuelas desde España al Cerro del Potosí,
486
famoso nigromántico de Europa: entiéndase: nigromántico famoso en
Europa, conocido en toda Europa. Se trata de don Enrique de Villena (13481434).
487 cuento de entre dijes y babador: cuento de niños, ya que dijes son aquí
juguetillos y colgantes y babador, babero.
488 tuve muchos: muchos títulos, pero no el que se me atribuyó de marqués.
No fue marqués; uno de sus títulos era el de Maestre de Calatrava.
489 convento de religiosos: el de San Francisco de Madrid.
con que se van restañando las venas, y a chupones se empezaron
a secar las minas.
—¿Ginoveses andan a la sacapela490 con el dinero?—dijo
él—. Vuélvome jigote. Hijo mío, los ginoveses son
lamparones491 del dinero, enfermedad que procede de tratar con
gatos492; y vese que son lamparones porque solo el dinero que va
a Francia493 no admite ginoveses en su comercio. ¿Salir tenía yo,
andando esos usagres494 de bolsas por las calles? No digo yo
hecho jigote en redoma, sino hecho polvos en salvadera quiero
estar antes que verlos hechos dueños de todo.
—Señor nigromántico —repliqué yo—, aunque esto es ansí,
han dado en adolecer de caballeros en teniendo caudal, úntanse
de señores y enferman de príncipes, y con esto y los gastos y
empréstitos, se apolilla la mercancía y se viene todo a repartir en
deudas y locuras y ordena el demonio que las putas vendan las
rentas reales dellos, porque los engañan, los enferman, los
enamoran, los roban, y después los hereda el Consejo de
Hacienda. La verdad adelgaza y no quiebra: en esto se conoce
que los ginoveses no son verdad, porque adelgazan y quiebran.
—Animado me has —dijo— con eso. Dispondreme a salir
desta vasija como primero me digas en qué estado está la honra
en el mundo.
—Mucho hay que decir en esto —le respondí yo—; tocado
has una tecla del diablo. Todos tienen honra y todos son
honrados y todos lo hacen todo caso de honra. Hay honra en
todos los estados495, y la honra se está cayendo de su estado y
parece que está ya siete estados debajo de tierra. Si hurtan dicen
que por conservar esta negra honra y que quieren más hurtar que
pedir. Si piden dicen que por conservar esta negra honra y que
es mejor pedir que no hurtar. Si levantan un testimonio, si matan
a uno, lo mismo dicen, que un hombre honrado antes se ha de
dejar morir entre dos paredes que sujetarse a nadie, y todo lo
hacen al revés. Y al fin, en el mundo todos han dado en la
490
sacapela: riña o contienda.
lamparón: un tipo de tumores.
492 gatos: los gatos contagian de lamparones, pero sobre todo juega con el
sentido de gato ladrón, que insiste en la sátira contra los genoveses.
493 a Francia: era creencia común que los reyes de Francia tenían el don de
sanar de los lamparones, y de ahí la alusión.
494 usagre: especie de sarna.
495 estados: abre una serie de juegos de palabras sobre estado: a) calidad
social ; b) caer de su estado, perder su dignidad, además del sentido primero
de caerse desmayado en el suelo c) medida de la estatura de un hombre.
491
cuenta y llaman honra a la comodidad, y con presumir de
honrados y no serlo se ríen del mundo.
—Considérome yo a los hombres con unas honras títires496
que chillan, bullen y saltan, que parecen honras y mirado bien
son andrajos y palillos. El no decir verdad será mérito; el
embuste y la trapaza, caballería, y la insolencia, donaire.
Honrados eran los españoles cuando podían decir deshonestos y
borrachos a los extranjeros, mas andan diciendo aquí malas
lenguas que ya en España ni el vino se queja de mal bebido ni
los hombres mueren de sed. En mi tiempo no sabía el vino por
dónde subía a las cabezas y agora parece que se sube hacia
arriba. Pues los maridos, porque tratamos de honras, considero
yo que andarán hechos buhoneros de sus mujeres, alabando cada
uno a sus agujas.
—Hay maridos calzadores, que los meten para calzarse497 la
mujer con más descanso y sacarlos fuera ellos. Hay maridos
linternas498, muy compuestos, muy lucidos, muy bravos, que
vistos de noche y a escuras parecen estrellas, y llegados cerca
son candelilla, cuerno y hierro rata por cantidad. Otros maridos
hay jeringas, que apartados atraen y llegando se apartan. Pues la
cosa más digna de risa es la honra de las mujeres cuando piden
su honra, que es pedir lo que dan, y si creemos a la gente y a los
refranes, que dicen: «Lo que arrastra honra», la honra del marido
son las culebras y las faldas.
—No estoy dos dedos de volverme jigote —dijo el
nigromántico— para siempre jamás. No sé qué me sospecho.
Dime, ¿hay letrados?
—Hay plaga de letrados —dije yo—. No hay otra cosa sino
letrados, porque unos lo son por oficio, otros lo son por
presumpción, otros por estudio (y destos pocos), y otros (estos
son los más) son letrados porque tratan con otros más ignorantes
que ellos (en esta materia hablaré como apasionado), y todos se
gradúan de dotores y bachilleres, licenciados y maestros, más
por los mentecatos con quien tratan que por las universidades y
valiera más a España langosta perpetua que licenciados al
quitar499.
496
títires: títeres, muñecos de palillos y trapos.
calzarse: los maridos hacen respecto a su mujer la función del calzador
respecto de los zapatos, esto es, ayudan a calzarse la mujer; calzar es ejercer
el acto sexual.
498 linternas: alusión al cuerno, del que se hacían en parte las linternas. Lo
mismo significa bravo, por alusión a los toros.
499 al quitar: usa metafóricamente el lenguaje de los censos o rentas, que
podían ser perpetuos o al quitar, es decir, redimibles al cabo de cierto tiempo.
497
—Por ninguna cosa saldré de aquí —dijo el nigromántico—.
¿Eso pasa? Ya yo los temía, y por las estrellas alcancé esa
desventura, y por no ver los tiempos que han pasado embutidos
de letrados me avecindé en esta redoma y por no los ver me
quedaré hecho pastel en bote.
Repliqué:
—En los tiempos pasados, que la justicia estaba más sana,
tenía menos dotores y hale sucedido lo que a los enfermos, que
cuantas más juntas de dotores se hacen sobre él, más peligro
muestra y peor le va, sana menos y gasta más. La justicia, por lo
que tiene de verdad, andaba desnuda; ahora anda empapelada
como especias. Un Fuero Juzgo con su maguer y su cuemo y
conusco y faciamus era todas las librerías, y aunque son voces
antiguas suenan con mayor propriedad, pues llaman sayón al
alguacil y otras cosas semejantes. Ahora ha entrado una cáfila500
de Menochios, Surdos y Fabros, Farinacios y Cujacios, consejos
y decisiones y responsiones y lectiones y meditaciones, y cada
día salen autores, y cada uno con una infinidad de volúmenes:
Doctoris Putei In legem 6, volumen 1, 2, 3, 4, 5, 6, hasta 15;
Licentiati Abtitis, De usuris; Petri Cusqui, In codigum; Rupis,
Bruticarpin, Castani, Montoncanense, De adulterio et
parricidio; Cornarano, Rocabruno... Los letrados todos tienen
un cimenterio por librería501, y por ostentación andan diciendo:
«Tengo tantos cuerpos», y es cosa brava que las librerías de los
letrados todas son cuerpos sin alma, quizá por imitar a sus amos.
No hay cosa en que no os dejen tener razón; solo lo que no dejan
tener a las partes es el dinero, que le quieren ellos para sí. Y los
pleitos no son sobre si lo que deben a uno se lo han de pagar a
él, que eso no tiene necesidad de preguntas y respuestas; los
pleitos son sobre que el dinero sea de letrados y del procurador
sin justicia, y la justicia, sin dineros, de las partes. ¿Queréis ver
qué tan malos son los letrados? Que si no hubiera letrados no
hubiera porfías, y si no hubiera porfías no hubiera pleitos, y si
no hubiera pleitos no hubiera procuradores, y si no hubiera
procuradores no hubiera enredos, y si no hubiera enredos no
hubiera delictos, y si no hubiera delictos no hubiera alguaciles, y
si no hubiera alguaciles no hubiera cárcel, y si no hubiera cárcel
no hubiera jueces, y si no hubiera jueces no hubiera pasión, y si
no hubiera pasión no hubiera cohecho: mirad la retahíla de
500
cáfila: tropel. Sigue una lista de juristas famosos en la época, que no
merece la pena anotar en detalle.
501 cimenterio por librería: el chiste se basa en la dilogía de cuerpo,
volumen, libro y cadáver.
infernales sabandijas que se producen de un licenciadito, lo que
disimula una barbaza y lo que autoriza una gorra. Llegaréis a
pedir un parecer y os dirán: «Negocio es de estudio. Diga
vuestra merced, que ya estoy al cabo. Habla la ley en propios
términos». Toman un quintal de libros, danles dos bofetadas
hacia arriba y hacia abajo, y leen de prisa; reméndanle una
anexión; luego dan un gran golpe con el libro patas arriba sobre
una mesa, muy esparrancado de capítulos. Dicen: «En el propio
caso habla el jurisconsulto. Vuestra merced me deje los papeles,
que me quiero poner bien en el hecho del negocio, y téngalo por
más que bueno, y vuélvase por acá mañana en la noche, porque
estoy escribiendo sobre la tenuta de Trasbarras; mas por servir a
vuestra merced lo dejaré todo». Y cuando al despediros le
queréis pagar (que es para ellos la verdadera luz y entendimiento
del negocio que han de resolver) dice, haciendo grandes
cortesías y acompañamientos: «¡Jesús, señor!», y entre «Jesús»
y «señor» alarga la mano y para gastos de pareceres se emboca
un doblón.
—No he de salir de aquí —dijo el nigromántico— hasta que
los pleitos se determinen a garrotazos, que en el tiempo que por
falta de letrados se determinaban las causas a cuchilladas decían
que el palo era alcalde y de ahí vino «júzguelo el alcalde de
palo»502. Y si he de salir ha de ser solo a dar arbitrio503 a los
reyes del mundo que quien quisiere estar en paz y rico, que
pague los letrados a su enemigo, para que lo embelequen y
roben y consuman. Dime, ¿hay todavía Venecia en el mundo?
—¿Si la hay?—dije yo—. No hay otra cosa sino Venecia y
venecianos.
—¡Oh, doyla al diablo —dijo el nigromántico— por
vengarme del mismo diablo, que no sé que pueda darla a nadie
sino por hacerle mal. Es república esa que mientras que no
tuviere conciencia durará, porque si restituye lo ajeno no les
queda nada. Linda gente, la ciudad fundada en el agua, el
tesoro504 y la libertad en el aire, y la deshonestidad en el
fuego505, y al fin es gente de quien huyó la tierra, y son narices
de las naciones y el albañar de las monarquías, por donde
502
alcalde de palo: inútil, zafio e ignorante. Para ponderar que en alguna
causa o pleito es claro el derecho de una de las partes, se dice que lo puede
sentenciar un alcalde de palo.
503 arbitrio: solución propuesta para un problema; la figura del arbitrista en
el Siglo de Oro es objeto de numerosas sátiras.
504 tesoro: era famoso el tesoro de Venecia.
505 deshonestidad en el fuego: alusión a la homosexualidad atribuida
tópicamente a los italianos, delito que se castigaba con la hoguera.
purgan las inmundicias de la paz y de la guerra, y el turco los
permite por hacer mal a los cristianos y los cristianos por hacer
mal a los turcos, y ellos, por poder hacer mal a unos y a otros,
no son moros ni cristianos y así dijo uno dellos mismos, en una
ocasión de guerra, para animar a los suyos contra los cristianos:
«¡Ea, que antes fuistes venecianos que cristianos!». Dejemos eso
y dime, ¿hay muchos golosos de valimientos de los señores del
mundo?
—Enfermedad es —dije yo— esa de que todos los reinos son
hospitales.
Y él replicó:
—Antes casas de orates506, entendí yo. Mas, según la relación
que me haces, no me he de mover de aquí; mas quiero que tú les
digas a esas bestias que en albarda tienen la vanidad y ambición,
que los reyes y príncipes son azogue507 en todo. Lo primero, el
azogue si le quieren apretar se va: así sucede a los que quieren
tomarse con los reyes más a mano de lo que es razón. El azogue
no tiene quietud: así son los ánimos por la continua mareta de
negocios. Los que tratan y andan con el azogue todos andan
temblando: así han de hacer los que tratan con los reyes, temblar
delante ellos, de respeto y temor, porque si no, es fuerza que
tiemblen después hasta que caigan. ¿Quién reina agora en
España?, que es la postrera curiosidad que he de saber, que me
quiero volver a jigote, que me hallo mejor.
—Murió Filipo III —dije yo.
—Fue santo rey, de virtud incomparable —dijo el
nigromántico— según leí yo en las estrellas pronosticado.
—Reina Filipo IV días ha —dije yo.
—¿Eso pasa?—dijo—; ¿que ya ha dado el tercero cuarto para
la hora que yo esperaba?
Y diciendo y haciendo subió por la redoma y la trastornó y
salió fuera. Iba diciendo y corriendo:
—Más justicia se ha de hacer ahora por un cuarto que en
otros tiempos por doce millones.
Yo quise partir tras él, cuando me asió del brazo un muerto, y
dijo:
—Déjale ir, que nos tenía con cuidado a todos; y cuando
vayas al otro mundo di que Agrajes estuvo contigo, y que se
queja que le levantéis «Agora lo veredes». Yo soy Agrajes, mira
bien que no he hecho tal, que a mí no se me da nada que ahora
ni nunca le veáis, y siempre andáis diciendo: «Agora lo veredes,
506
507
casas de orates: manicomios, porque de locos es pretender el valimiento.
azogue: mercurio. La metáfora se justifica acto seguido.
dijo Agrajes». Solo ahora, que a ti y al de la redoma os oí decir
que reinaba Filipo IV, digo que agora lo veredes. Y pues soy
Agrajes, «agora lo veredes, dijo Agrajes».
Fuese y púsoseme delante enfrente de mí un hombrecillo que
parecía remate de cuchar508, con pelo de limpiadera509, erizado,
bermejizo y pecoso.
—Dígote sastre —dije yo.
Y él, tan presto, dijo:
—Oír, que no pica, pues no soy sino solicitador, y no pongáis
nombres a nadie (yo me llamo Arbalias), a unos y a otros sin
saber a quién lo decís.
Muy enojado, a mí se llegó un hombre viejo, muy ponderado
de testuz, de los que traen canas por vanidad, una gran haz de
barbas, ojos a la sombra, muy metidos, frentaza llena de surcos,
ceño descontento, vestido que juntando lo extraordinario con el
desaliño, hacía misteriosa la pobreza.
—Más de espacio te he menester que Arbalias —me dijo—.
Siéntate.
Sentose y senteme, y como si le dispararan de un arcabuz en
figura de trasgo510 se apareció entre los dos otro hombrecillo que
parecía astilla de Arbalias y no hacía sino chillar y bullir. Díjole
el viejo con una voz muy honrada:
—Idos a enfadar a otra parte, que luego vendréis.
—Yo también he de hablar —decía, y no paraba.
—¿Quién es este?—pregunté.
Dijo el viejo:
—¿No has caído en quién puede ser? Este es Chisgaravís.
—Ducientos mil destos andáis por Madrid —dije yo—, y no
hay otra cosa sino Chisgaravises.
Replicó el viejo:
—Este anda aquí cansando los muertos y a los diablos. Pero
déjate deso y vamos a lo que importa. Yo soy Pedro y no Pero
Grullo, que quitándome una d en el nombre me hacéis el santo
fruta.
Es Dios verdad que cuando dijo Pero Grullo, me pareció que
le vía las alas.
—Huélgome de conocerte —repliqué—. ¿Que tú eres el de
las profecías que dicen de Pero Grullo511?
508
remate de cuchar: cabo de cuchara.
limpiadera: cepillo para limpiar los vestidos.
510 trasgo: duende.
511 Pero Grullo: otro conocido personajillo al que se atribuyen profecías
tautológicas o «perogrulladas».
509
—A eso vengo —dijo el profeta estantigua512—, deso
habemos de tratar. Vosotros decís que mis profecías son
disparates, y hacéis mucha burla dellas. Estemos a cuentas: las
profecías de Pero Grullo, que soy yo, dicen ansí:
Muchas cosas nos dejaron
las antiguas profecías:
dijeron que en nuestros días
será lo que Dios quisiere.
Pues ¡bribones, adormecidos en maldad, infames!, si esta
profecía se cumpliera ¿había más que desear? Si fuera lo que
Dios quisiere fuera siempre lo justo, lo bueno, lo santo; no fuera
lo que quiere el diablo, el dinero y la cudicia, pues hoy lo menos
es lo que Dios quiere y lo más lo que queremos nosotros contra
su ley; y ahora el dinero es todos los quereres, porque él es el
querido y el que quiere y no se hace sino lo que él quiere, y el
dinero es el Narciso, que se quiere a sí mismo y no tiene amor
sino a sí. Prosigo:
Si lloviere hará lodos,
y será cosa de ver
que nadie podrá correr
sin echar atrás los codos.
Hacedme merced de correr los codos adelante y negadme que
esto no es verdad. Diréis que de puro verdad es necedad: ¡buen
achaquito513, hermanos vivos! La verdad ansí decís que amarga;
poca verdad decís que es mentira, muchas verdades que es
necedad. ¿De qué manera ha de ser la verdad para que os
agrade? Y sois tan necios que no habéis echado de ver que no es
tan profecía de Pero Grullo como decís, pues hay quien corra
echando los codos adelante, que son los médicos cuando
vuelven la mano atrás al recebir el dinero de la visita al
despedirse, que toman el dinero corriendo y corren como una
mona514 al que se lo da porque le mate.
El que tuviere tendrá,
será el casado marido,
512
estantigua: fantasma.
achaque: excusa.
514 corren como una mona: dejan en ridículo, se burlan y dejan avergonzado
a su víctima.
513
y el perdido más perdido
quien menos guarda y más da.
Ya estás diciendo entre ti «¿Qué perogrullada es esta?». El
que tuviere tendrá —replicó luego—: pues así es, que no tiene el
que gana mucho ni el que hereda mucho ni el que recibe mucho;
solo tiene el que tiene y no gasta; y quien tiene poco, tiene; y si
tiene dos pocos, tiene algo; y si tiene dos algos, más es; y si
tiene dos mases, tiene mucho; y si tiene dos muchos, es rico.
Que el dinero (y llevaos esta doctrina de Pero Grullo) es como
las mujeres, amigo de andar y que le manoseen y le obedezcan,
enemigo de que le guarden, que se anda tras los que no le
merecen, y al cabo deja a todos con dolor de sus almas, amigo
de andar de casa en casa. Y para ver cuán ruin es el dinero (que
no parece sino que ha sido cotorrera515) habéis de ver a cuán
ruin gente le da el Señor (quitando a los profetas), y en esto
conoceréis lo que son los bienes deste mundo en los dueños
dellos. Echad los ojos por esos mercaderes (sino es que estén
allá, pues roban los ojos), mirad esos joyeros, que a persuasión
de la locura venden enredos resplandecientes y embustes de
colores donde se anegan los dotes de los recién casados. ¿Pues
qué, si vais a la platería? No volveréis enteros. Allí cuesta la
honra, y hay quien hace creer a un malaventurado que se ciña su
patrimonio al dedo, y no sintiendo los artejos el peso está
aullando en su casa. No trato de los pasteleros y sastres, ni de los
roperos, que son sastres a Dios y a la ventura y ladrones a
diablos y desgracia. Tras estos se anda el dinero, y no tenga asco
cualquier bien aliñado de costumbres y pulido de conciencia de
comunicarle ningún deseo. Dejemos esto y vamos a la segunda
profecía, que dice «Será el casado marido». ¡Vive el cielo de la
cama516 —dijo muy colérico porque hice no sé qué gesto oyendo
la grullada— que si no os oís con mesura y si os rezumáis de
carcajadas que os pele las barbas! Oíd noramala, que a oír
habéis venido, y a aprender. ¿Pensáis que todos los casados son
maridos? Pues mentís, que hay muchos casados solteros y
muchos solteros maridos, y hay hombre que se casa para morir
doncel y doncella que se casa para morir virgen de su marido. Y
habéisme engañado, y sois maldito hombre, y aquí han venido
mil muertos diciendo que los habéis muerto a puras bellaquerías.
515
cotorrera: puta.
cielo de la cama: termina el voto con una coletilla chistosa eufemística, al
convertir el cielo, sede de la divinidad, que es el mencionado en el juramento,
en el de la cama (parte superior de la colgadura).
516
Y certifícoos que si no mirara, que os arrancara las narices y los
ojos, bellaconazo, enemigo de todas las cosas. Reíos también
desta profecía:
Las mujeres parirán
si se empreñan y parieren,
y los hijos que nacieren
de cuyos fueren serán.
¿Veis que parece bobada de Pero Grullo? Pues yo os prometo
que si se averiguare esto de los padres, había de haber una
confusión de daca517 mi mayorazgo y toma tu herencia. Hay en
esto de las barrigas mucho qué decir, y como los hijos es una
cosa que se hace a escuras y sin luz, no hay quien averigüe
quién fue concebido a escote ni quién a medias y es menester
creer el parto, y todos heredamos por el dicho del nacer sin más
acá ni más allá. Esto se entiende de las mujeres que meten
oficiales518, que mi profecía no habla con la gente honrada, si
algún maldito como vos no lo tuerce. ¿Cuántos pensáis que el
día del juicio conocerán por padre a su paje, a su escudero, a su
esclavo y a su vecino, y cuántos padres se hallarán sin
decendencia? Allá lo veréis.
—Esta profecía, y las demás —dije yo— no las consideramos
allá desta manera; y te prometo que tienen más veras de las que
parecen y que oídas en tu boca son de otra suerte. Y confieso
que te hacen agravio.
—Pues oye —dijo— otra:
Volarase con las plumas,
andarase con los pies,
serán seis dos veces tres.
Volarase con las plumas: pensáis que lo digo por los pájaros
y os engañáis, que eso fuera necedad. Dígolo por los escribanos
y ginoveses, y estos nos vuelan519 con las plumas, mas el dinero
delante. Y porque vean en el otro mundo que profeticé de los
tiempos de ahora y que hay Pero Grullo para los que vivís,
517
daca: contracción de «da acá».
meten oficiales: piden los servicios de un oficial, artesano; entendido en
sentido alusivo (otros que no son sus maridos, para que ayuden a engendrar
los hijos).
519 volar: robar.
518
llévate este mendrugo de profecías, que a fe que hay qué hacer
en entenderlo.
Fuese y dejome un papel en que estaban escritos estos
ringlones por esta orden:
Nació viernes de Pasión
para que zahorí520 fuera,
y porque en su día muriera
el bueno y el mal ladrón.
Habrá mil revoluciones
entre linajes honrados,
restituirá los hurtados,
castigará los ladrones,
y si quisiere primero
las pérdidas remediar,
lo hará solo con echar
la soga tras el caldero521.
Y en estos tiempos que ensarto
veréis, ¡maravilla extraña!,
que se desempeña España
solamente con un cuarto.
Mis profecías mayores
verá cumplidas la ley
cuando fuere cuarto el rey
y cuartos522 los malhechores.
Leí con admiración las cinco profecías de Pero Grullo, y
estaba meditando en ellas cuando por detrás me llamaron.
Volvime, y era un muerto muy lacio y afligido, muy blanco y
vestido de blanco, y dijo:
—Duélete de mí, y si eres buen cristiano, sácame de poder de
los cuentos de los habladores y de los ignorantes que no me
dejan descansar, y méteme donde quisieres.
Hincose de rodillas, y despedazándose a bofetadas, lloraba
como niño.
520
zahorí: persona que dicen ve lo que está oculto, aunque sea debajo de la
tierra. Una de las supersticiones acerca de los zahoríes era la de que los
nacidos en viernes santo (como Felipe IV) tenían esta habilidad.
521 echar la soga tras el caldero: es frase hecha. Es tras lo perdido soltar el
remedio y echar lo menos tras lo más.
522 cuartos los malhechores: a los delincuentes ajusticiados se les hacía
cuartos y se dejaban por los caminos para escarmiento.
—¿Quién eres —dije— que a tanta desventura estás
condenado?
—Yo soy —dijo— un hombre muy viejo a quien levantan
mil testimonios y achacan mil mentiras; yo soy el Otro, y me
conocerás, pues no hay cosa que no lo diga «el Otro», y luego,
en no sabiendo cómo dar razón de sí, dicen: «Como dijo el
Otro». Yo no he dicho nada, ni despego la boca. En latín me
llaman quidam, y por esos libros me hallarás abultando
ringlones y llenando cláusulas. Y quiero, por amor de Dios, que
vayas al otro mundo y digas cómo has visto al Otro en blanco y
que no tiene nada escrito y que no dice nada, ni lo ha de decir ni
lo ha dicho, y que desmiente desde aquí a cuantos me citan y
achacan lo que no saben, pues soy el autor de los idiotas523 y el
texto de los ignorantes. Y has de advertir que en los chismes me
llaman «cierta persona», y en los enredos «no sé quién», y en las
cátredas «cierto autor», y todo lo soy el desdichado Otro. Haz
esto y sácame de tanta desventura y miseria.
—¿Aún aquí estáis, y no queréis dejar hablar a nadie?—dijo
un muerto hablando armado de punta en blanco muy colérico. Y
asiéndome del brazo, dijo:
—Oíd acá, y pues habéis venido por estafeta524 de los
muertos a los vivos, cuando vais525 allá decildes que me tienen
muy enfadado todos juntos.
—¿Quién eres?—le pregunté.
—Soy —dijo— Calaínos526.
—¿Calaínos eres?—dije—. No sé cómo estás desasnado,
porque eternamente dicen: «Cabalgaba Calaínos».
—¿Saben ellos mis cuentos? Mis cuentos fueron muy buenos
y muy verdaderos, y no se metan en cuentos conmigo.
—Mucha razón tiene el señor Calaínos —dijo otro que se
allegó—, y él y yo estamos muy agraviados. Yo soy Cantipalos,
y no hacen sino decir: «El ánsar de Cantipalos, que salía al lobo
al camino», y es menester que les digáis que me han hecho del
asno ánsar, y que era asno el que yo tenía y no ánsar, y los
ánsares no tienen que ver con los lobos, y que me restituyan a
mi asno en el refrán y que me le restituyan luego y tomen su
ánsar, justicia con costas y para ello527, etc.
523
idiotas: sin letras, sin estudios.
estafeta: correo.
525 vais: vayáis, subjuntivo etimológico, del latino vadatis.
526 Calaínos: un héroe amoroso y de caballerías, asunto de unas coplas
antiguas.
527 justicia con costas y para ello: imita formulillas legales, como si hiciera
una petición ante un juez.
524
Con su báculo venía una vieja o espantajo, diciendo:
—¿Quién está allá a las sepulturas?—con una cara hecha de
un orejón528; los ojos en dos cuévanos de vendimiar529; la frente
con tantas rayas y de tal color y hechura, que parecía planta de
pie; la nariz en conversación con la barbilla, que casi juntándose
hacían garra, y una cara de la impresión del grifo530; la boca a la
sombra de la nariz, de hechura de lamprea531, sin diente ni
muela, con sus pliegues de bolsa a lo jimio, y apuntándole ya el
bozo532 de las calaveras en un mostacho erizado; la cabeza con
temblor de sonajas y la habla danzante; unas tocas muy largas
sobre el monjil negro, esmaltando de mortaja la tumba; con un
rosario muy largo colgando, y ella corva, que parecía con las
muertecillas533 que colgaban dél que venía pescando calaverillas
chicas. Yo, que vi semejante abreviación del otro mundo, dije a
grandes voces, pensando que sería sorda:
—¡Ah, señora, ah, madre, ah, tía! ¿Quién sois? ¿Queréis
algo?
Ella entonces, levantando el abinitio et ante secula534 de la
cara, y parándose, dijo:
—No soy sorda, ni madre ni tía; nombre tengo y trabajos, y
vuestras sinrazones me tienen acabada.
¿Quién creyera que en el otro mundo hubiera presumpción de
mocedad, y en una cecina como esta? Llegose más cerca, y tenía
los ojos haciendo aguas535 y en el pico de la nariz
columpiándose una moquita, por donde echaba un tufo de
cimenterio. Díjela que perdonase y preguntele su nombre.
Díjome:
—Yo soy dueña Quintañona.
—¿Que dueñas hay entre los muertos?—dije maravillado—.
Bien hacen de pedir cada día a Dios misericordia más que
528
cara hecha un orejón: arrugada como un orejón, pedazo de melocotón
seco.
529 los ojos en dos cuévanos: la imagen de los ojos en el fondo de dos cestos
profundos como los usados en la vendimia es favorita de Quevedo.
530 de la impresión del grifo: como imagen de un monstruoso grifo, animal
mitológico mezcla de águila y león, y quizá alude a la marca del impresor
Sebastián Grifo.
531 lamprea: pescado que en lugar de agallas tiene a cada lado siete agujeros.
532 bozo: bigote incipiente en el mozo. Irónico.
533 muertecillas: calaveras de marfil, u otros materiales que adornaban el
rosario.
534 ab initio et ante secula: frases del Eclesiastés, 24, 14; aquí se aplican
metafóricamente a la vejez de la dueña. Se solían usar para aludir
jocosamente a las cosas viejísimas.
535 hacer aguas: metáfora degradadora del lagrimeo.
requiescant in pace, descansen en paz; porque si hay dueñas
meterán en ruido a todos. Yo creí que las mujeres se morían
cuando se volvían dueñas y que las dueñas no tenían de morir y
que el mundo está condenado a dueña perdurable que nunca se
acaba, mas ahora que te veo acá, me desengaño, y me he
holgado de verte, porque por allá luego decimos: «Miren la
dueña Quintañona, daca la dueña Quintañona».
—Dios os lo pague y el diablo os lleve —dijo—, que tanta
memoria tenéis de mí y sin habello yo de menester. Decí, ¿no
hay allá dueñas de mayor número que yo? Yo soy Quintañona.
¿No hay dieciochenas y setentonas? ¿Pues por qué no dais tras
ellas y me dejáis a mí, que ha más de ochocientos años que vine
a fundar dueñas al infierno, y hasta ahora no se han atrevido los
diablos a recibirlas, diciendo que andamos ahorrando penas a los
condenados y guardando cabos536 de tizones, como de velas, y
que no habrá cosa cierta en el infierno. Y estoy rogando con mi
persona al Purgatorio, y todas las almas dicen en viéndome:
«¡Dueña, no por mi casa!»537. Con el cielo no quiero nada, que
las dueñas en no habiendo a quien atormentar y un poco de
chisme, perecemos. Los muertos también se quejan de que no
los dejo ser muertos como lo habían de ser, y todos me han
dejado en mi albedrío si quiero ser dueña en el mundo. Mas
quiero estarme aquí, por servir de fantasma en mi estado toda la
vida, y no sentada a la orilla de una tarima guardando doncellas,
que son más de trabajo que de guardar, pues en viniendo una
visita aquel «¡Llamen a la dueña!», y a la pobre dueña todo el
día le están dando su recaudo todos; en faltando un cabo de vela
«¡Llamen a Álvarez, la dueña le tiene!»; si falta un retacillo de
algo: «¡La dueña estaba allí»; que nos tienen por cigüeñas,
tortugas y erizos de las casas, que nos comemos las sabandijas;
si algún chisme hay: «¡Alto a la dueña!». Y somos la gente más
mal aposentada del mundo, porque en el invierno nos ponen en
los sótanos y los veranos en los zaquizamíes. Y lo mejor es que
nadie nos puede ver: las criadas porque dicen que las
guardamos; los señores porque los gastamos; los criados porque
nos guardamos; los de fuera por el coram vobis538 de responso, y
tienen razón, porque ver una de nosotras encaramada sobre unos
chapines, muy alta y muy derecha, parecemos túmulo vivo.
536
guardando cabos: una acusación frecuente hecha a las dueñas es la de
coger todos los restos y robar lo que pueden en las casas, como los trozos de
vela; en el infierno roban los cabos de tizones.
537 Dueña, no por mi casa: parodia «Justicia y no por mi casa».
538 coram vobis: presencia, cara o rostro. El coram vobis de las dueñas, con
sus monjiles negros es fúnebre.
¡Pues cuando en una visita de señoras hay conjunción539 de
dueñas! Allí se engendran las angustias y sollozos, de allí
proceden las calamidades y plagas, los enredos y embustes,
marañas y parlerías, porque las dueñas influyen acelgas y
lantejas540 y pronostican candiles y veladores y tijeras de
espabilar541. ¡Pues qué cosa es levantarse ocho dueñas como
ocho cabos de años o ocho años sin cabo542, ensabanadas, y
despedirse con unas bocas de tejadillo, con unas hablas sin
hueso, dando tabletadas con las encías y, poniéndose cada una a
las espaldas de su ama a entristecerlas las asentaderas, bajar
trompicando y dando de ojos a donde en una silla543 entre andas
y ataúd, la llevan los pícaros arrastrando. Antes quiero estarme
entre muertos y vivos pereciendo que volver a ser dueña. Pues
hubo caminante que preguntando dónde había de parar una
noche de invierno yendo a Valladolid, y diciéndole que en un
lugar que se llama Dueñas, dijo que si había dónde parar antes o
después. Dijéronle que no, y él a esto dijo: «Más quiero parar en
la horca que en Dueñas», y se quedó fuera en la picota544. Solo
os pido, así os libre Dios de dueñas (y no es pequeña bendición,
que para decir que destruirán a uno dicen que le pondrán cual
digan dueñas, mirad lo que es decir dueñas), ruégote
encarecidamente que hagas que metan otra dueña en el refrán y
me dejen descansar a mí, que estoy muy vieja para andar en
refranes y querría más andar en zancos, porque no deja de
cansar a una persona andar de boca en boca.
Muy angosto, muy a teja vana las carnes, devanado en un
cendal545, con unas mangas por greguescos546 y una esclavina
539
conjunción: término astrológico; se interpreta la reunión de dueñas como
una conjunción de planetas que provoca sucesos nefastos.
540 acelgas y lantejas: símbolo de tristeza, cosa de poca alegría y de
desabrimiento, como esas comidas de vigilia.
541 candiles, veladores, tijeras de espabilar: alusiones a los oficios de las
dueñas en la casa.
542 Interpreto: ocho dueñas fúnebres, como los cabos de año; o por mejor
decir, ocho dueñas tan viejas que son como años sin cabo, sin fin. Cabo de
año: memoria y sufragios que se hacen por el difunto, cumplido el año que
murió.
543 silla: entre andas y ataúd porque todo lo que se refiere a estas dueñas se
carga de las connotaciones de la muerte. Satiriza el abuso de las sillas de
manos.
544 picota: rollo u horca de piedra a las entradas de los pueblos, donde ponen
las cabezas de los ajusticiados o los reos a la vergüenza.
545 Lleva las carnes a tejavana, con una débil cubierta, porque va envuelto en
un ropaje tan fino y desgastado como un cendal.
546 greguescos: calzones.
por capa y un soportal por sombrero, amarrado a una espada, se
llegó a mí un rebozado y llamóme en la seña de los sombrereros:
—¡Ce, ce!—me dijo.
Yo le respondí luego. Llegueme a él; entendí que era algún
muerto envergonzante547. Preguntele quién era:
—Yo soy el malcosido y peor sustentado don Diego de
Noche.
—Más precio haberte visto —dije yo— que a cuanto tengo.
¡Oh, estómago aventurero! ¡Oh, gaznate de rapiña! ¡Oh, panza al
trote! ¡Oh, susto de los banquetes! ¡Oh, mosca de los platos!
¡Oh, sacabocados de los señores! ¡Oh, tarasca548 de los convites
y cáncer de las ollas! ¡Oh, sabañón549 de las cenas! ¡Oh, sarna de
los almuerzos! ¡Oh, sarpullido del medio día! No hay otra cosa
en el mundo sino confrades, discípulos y hijos tuyos.
—Sea por amor de Dios —dijo don Diego de Noche—.¡Qué
me faltaba para oír! Mas en pago de mi paciencia os ruego que
os lastiméis, pues en vida siempre andaba cerniendo las carnes
el invierno por las picaduras del verano, sin poder hartar estas
asentaderas de griguescos, el jubón en pelo sobre las carnes, el
más tiempo en ayunas de camisa, siempre dándome por
entendido de las mesas ajenas, esforzando con pistos550 de
cerote y ramplones551 desmayos del calzado, animando a las
medias a puras substancias de hilo y aguja. Llegué a estado que,
en viéndome calzado de geomancia552, porque todas las calzas
eran puntos, cansado de andar restañando el ventanaje, me
entinté la pierna y dejé correr. No se vio jamás socorrido de
pañizuelos mi catarro, que afilando el brazo por las narices, me
pavonaba553 de romadizo554, y si acaso alcanzaba algún
pañizuelo, poque no le viesen, al sonarme me rebozaba, y
547
muerto envergonzante: es una parodia de «pobre envergonzante», que
pide secretamente por vergüenza.
548 tarasca: sierpe que sacaban en algunas fiestas. La tarasca engullía las
caperuzas de los distraídos, como don Diego engulle todo lo que puede en los
banquetes ajenos.
549 sabañón: juega sobre la dilogía sobreentendida de comer, comer comida,
y picar, causar comezón (que es lo que hace un sabañón).
550 pistos: sustancia que se saca del ave, para que coma el enfermo muy
débil.
551 cerote y ramplones: el cerote es una pasta para untar los hilos de coser
zapatos; el adjetivo «ramplón» se aplica al zapato tosco.
552 El chiste radica en la dilogía de puntos, que alude a los puntos que
interpretaban los geománticos y significa también el roto de las medias y
calzas.
553 pavonaba: manchaba de colores, como las plumas del pavón.
554 romadizo: catarro, alusión a los mocos.
haciendo el coco con la capa, tapando el rostro, me sonaba a
escuras. En el vestir he parecido árbol, que en el verano me he
abrigado y vestido y en el invierno he andado desnudo. No me
han prestado cosa que haya vuelto, hasta espada, que dicen que
«no hay espada sin vuelta»555: si todos me las prestasen todas
serían sin vuelta. Y con no haber dicho verdad en toda mi vida y
aborrecídola, decían todos que mi persona era buena para
verdad, desnuda y amarga. En abriendo yo la boca, lo mejor que
se podía esperar era un bostezo o un parasismo556, porque todos
esperaban el «deme vuestra merced, présteme, hágame merced»,
y así estaban armados de respuestas a bergantes, y en
despegando los labios, de tropel se oía: «No hay qué dar», «Dios
le provea», «Cierto que no tengo», «Yo me holgara», «No hay
un cuarto». Y fui tan desdichado que a tres cosas siempre llegué
tarde: a pedir prestado llegué siempre dos horas después y
siempre me pagaban con decir que «llegara vuestra merced dos
horas antes, se le prestara ese dinero». A ver los lugares llegué
dos años después, y en alabando cualquier lugar me decían:
«Agora no vale nada; si vuestra merced lo viera dos años ha». A
conocer y alabar las mujeres hermosas llegué siempre tres años
después, y me decían: «Tres años atrás me había vuestra merced
de ver, que vertía sangre por las mejillas». Según esto fuera
harto mejor que me llamaran don Diego Después que no don
Diego de Noche. ¿Decir que después de muerto descanso? Aquí
estoy y no me harto de muerte; los gusanos se mueren de
hambre conmigo y yo me como a los gusanos de hambre, y los
muertos andan siempre huyendo de mí porque no les pegue el
don o les hurte los huesos o les pida prestado, y los diablos se
recatan de mí porque no me meta de gorra a calentarme, y ando
por estos rincones introducido en telaraña. Hartos don Diegos
hay allá de quien pueden echar mano; déjenme con mi trabajo,
que no viene muerto que luego no pregunte por don Diego de
Noche. Y diles a todos los dones a teja vana, caballeros
chirles557, hacia hidalgos y casi dones, que hagan bien por mí,
que estoy penando en una bigotera558 de fuego, porque siendo
555
no hay espada sin vuelta: dilogía entre los sentidos de vuelta, devolución
y en la espada el torcimiento de la línea recta del corte o filo.
556 parasismo: síncope, ataque. Interpreto: todos bostezaban de aburrimiento,
se desmayaban o tenían una reacción frenética, como un agonizante al darle
el ataque, al abrir yo la boca, que siempre la abría para pedir.
557 Chirle era una especie de uva de poca sustancia, y figuradamente se
aplica a lo que no tiene fundamento ni sustancia.
558 bigotera: funda de gamuza suave que se usaba en tiempo de los bigotes
para meterlos en ella y que quedaran tiesos.
gentilhombre mendicante, caminaba con horma y bigotera a un
lado y molde para el cuello y la bula559 en el otro; y esto y sacar
mi sombra560, llamaba yo mudar mi casa.
Desapareció aquel caballero visión y dio gana de comer a los
muertos, cuando llegó a mí, con la mayor prisa que se ha visto,
un hombre alto y flaco, menudo de facciones, de hechura de
cerbatana, y sin dejarme descansar, me dijo:
—Hermano, dejaldo todo presto, luego, que os aguardan los
muertos que no pueden venir acá y habéis de ir al instante a
oíllos y a hacer lo que os mandaren sin replicar y sin dilación;
luego.
Enfadome la prisa del diablo del muerto, que no vi hombre
más súpito, y dije:
—Señor mío, esto no es Cochitehervite.
—Sí es —dijo muy demudado—; dígoos que yo soy
Cochitehervite, y el que viene a mi lado —aunque yo no le había
visto— es Trochimochi, que somos más parecidos que el freír y
el llover.
Yo que me vi entre Cochitehervite y Trochimochi fui como
un rayo donde me llamaban.
Estaban sentadas unas muertas a un lado, y dijo
Cochitehervite:
—Aquí está doña Fáfula, Marizápalos y Mari Rabadilla.
Dijo Trochimochi:
—Despachen, señoras, que está detenida mucha gente.
Doña Fáfula dijo:
—Yo soy una mujer muy principal.
—Nosotras somos —dijeron las otras— las desdichadas que
vosotros los vivos traéis en las conversaciones disfamadas.
—Por mí no se me da nada —dijo doña Fáfula— pero quiero
que sepan que soy mujer de un poeta de comedias que escribió
infinitas, y que me dijo un día el papel: «Señora, tanto mejor me
hallara en andrajos en los muladares que en coplas en las
comedias cuanto no lo sabré encarecer». Fui mujer de mucho
valor y tuve con mi marido, el poeta, mil pesadumbres sobre las
comedias, auctos y entremeses. Decíale yo que por qué cuando
en las comedias un vasallo arrodillado dice al rey «Dame esos
pies», responde siempre: «Los brazos será mejor»; que la razón
era, en diciendo «dame esos pies» responder «¿con qué andaré
yo después?». Sobre la hambre de los lacayos y el miedo, tuve
559
bula: no veo exactamente el objetivo de citar aquí la bula; quizá sea una
metáfora alusiva a la ejecutoria indispensable para estos hidalgos figurones.
560 sacar mi sombra: parece alusión a la compostura estirada de su andar.
grandes peloteras con él, y tuve buenos respetos, que le hice
mirar al fin de las comedias por la honra de las infantas, porque
las llevaba de voleo y era compasión; no me pagarán esto sus
padres dellas en su vida. Fuile a la mano en los dotes de los
casamientos para acabar la maraña en la tercera jornada, porque
no hubiera rentas en el mundo; y en una comedia, porque no se
casasen todos, le pedí que el lacayo, queriéndole casar su señor
con la criada, no quisiese casarse ni hubiese remedio, siquiera
porque saliere un lacayo soltero. Donde mayores voces tuvimos,
que casi me quise descasar, fue sobre los autos del Corpus.
Decíale yo: «Hombre del diablo, ¿es posible que siempre en los
autos del Corpus ha de entrar el diablo con grande brío,
hablando a voces, gritos y patadas, y con un brío que parece que
todo el teatro es suyo y poco para hacer su papel, como quien
dice ¡Huela la casa al diablo561!, y Cristo muy encogido, que
parece que apenas echa la habla por la boca? Por vida vuestra
que hagáis un auto donde el diablo no diga esta boca es mía, y
pues tiene por qué callar no hable, y que hable Cristo, pues
puede y tiene razón, y enójese en un auto, que aunque es la
mesma paciencia, tal vez562 se indignó y tomó el azote563 y
trastornó mesas y tiendas y cátredas y hizo ruido». Hícele que,
pues podía decir «Padre eterno», no dijese «Padre eternal», ni
«Satán», sino «Satanás», que aquellas palabras eran buenas
cuando el diablo entra diciendo «bu, bu, bu» y se sale como
cohete. Desagravié los entremeses, que a todos les daban de
palos564, y con todos sus palos hacían los entremeses; cuando se
dolían dellos, «duélanse (decía yo) de las comedias, que acaban
en casamientos y son peores, porque son palos y mujer». Las
comedias, que oyeron esto, por vengarse, pegaron los
casamientos a los entremeses, y ellos por escaparse y ser
solteros, algunos se acaban en barbería565, guitarricas y cántico.
561
huela la casa a diablo: parodia la frase hecha oler la casa a hombre, que
se aplicaba al hombre de carácter fuerte.
562 tal vez: alguna vez.
563 tomó el azote: alude a la expulsión de los mercaderes del templo (San
Juan, 2, 13-22).
564 palos de entremeses: era una de las formas usuales de acabar el entremés,
con apaleamiento. La otra era acabarlos en baile. Dice chistosamente que los
desagravia porque darle a uno con un palo era inferirle un agravio, que no se
le hacía cuando se le hería con arma noble como espada o lanza.
565 se acaban en barbería: hace una doble alusión: a la forma de acabar los
entremeses en baile y música, en vez de palos, y a la afición de los barberos a
guitarras.
—¿Tan malas son las mujeres —dijo Marizápalos—, señora
doña Fáfula?
Doña Fáfula, enfadada y con mucho toldo566, dijo:
—Miren con qué nos viene ahora Marizápalos.
Si vengo, no vengo, se quisieron arañar y sí se hicieron,
porque Mari Rabadilla, que estaba allí, no pudo llegar a metellas
en paz, que sus hijos, por comer cada uno en su escudilla, se
estaban dando de puñadas.
—Mirad —decía doña Fáfula— que digáis en el mundo quién
soy.
Decía Marizápalos:
—Mirá que digáis cómo la he puesto.
Mari Rabadilla dijo:
—Decildes a los vivos que si mis hijos comen cada uno en su
escudilla, ¿qué mal les hacen a ellos? ¡Cuánto peores son ellos,
que comen en la escudilla de los otros, como don Diego de
Noche y otros cofrades de su talle!
Aparteme de allí, que me hendía la cabeza, y vi venir un
ruido de pullidos y chillidos grandísimo y una mujer corriendo
como una loca, diciendo:
—Pío, pío.
Yo entendí que era la reina Dido que andaba tras el pío
Eneas567, por el perro muerto568, a la sacapela, cuando oigo decir
«Allá va Marta con sus pollos».
—Válate el diablo, ¿y acá estáis? ¿Para quién crías esos
pollos?—dije yo.
—Yo me lo sé —dijo ella—. Críolos para comérmelos, pues
siempre decís «Muera Marta y muera harta». Y decildes a los
del mundo que quién canta bien después de hambriento, y que
no digan necedades, que es cosa sabida que no hay tono como el
del ahíto569. Decildes que me dejen con mis pollos a mí y que
repartan esos refranes entre otras Martas que cantan después de
hartas, que harto embarazada estoy yo acá con mis pollos sin
que ande desasosegada en vuestro refrán.
¡Oh, qué voces y gritos se oían por toda aquella sima! Unos
corrían a una parte y otros a otra, y todo se turbó en un instante.
566
toldo: vanidad.
pío Eneas: en la Eneida Virgilio usa el epíteto de pío para Eneas.
568 perro muerto: Eneas abandonó a la reina Dido de Cartago, para irse a
cumplir su misión en Italia de fundador de Roma. Este abandono se interpreta
aquí burlescamente como el engaño del que se va con una prostituta a la que
deja sin pagar sus servicios (lo que se llamaba dar perro muerto).
569 no hay tono como el del ahíto: parodia una frase hecha «No hay tono
como el del pito».
567
Yo no sabía dónde me esconder. Oíanse grandísimas voces que
decían:
—Yo no te quiero; nadie te quiere.
Y todos decían esto. Cuando yo oí aquellos gritos, dije:
—Sin duda este es algún pobre, pues no le quiere nadie. Las
señas de pobre son, por lo menos.
Todos me decían:
—¡Hacia ti, mira que va a ti!
Y yo no sabía qué me hacer y andaba como un loco mirando
dónde huir, cuando me asió una cosa (que apenas divisaba lo
que era) como sombra. Atemoriceme, púsoseme en pie el
cabello, sacudiome el temor los huesos.
—¿Quién eres, o qué eres, o qué quieres —le dije—, que no
te veo y te siento?
—Yo soy —dijo— el alma de Garibay570, que ando buscando
quien me quiera, y todos huyen de mí; y tenéis la culpa vosotros
los vivos, que habéis introducido decir que el alma de Garibay
no la quiso Dios ni el diablo, y en esto decís una mentira y una
herejía. La herejía es decir que no la quiso Dios, que Dios todas
las almas quiere y por todas murió; ellas son las que no quieren
a Dios: así que Dios quiso el alma de Garibay como las demás.
La mentira consiste en decir que no la quiso el diablo: ¿hay alma
que no la quiera el diablo? No por cierto, que pues él no hace
asco de las de los pasteleros, roperos, sastres, ni sombrereros, no
la hará de mí. Cuando yo viví en el mundo me quiso una mujer
calva y chica, gorda y fea, melindrosa y sucia, con otra docena
de faltas: si esto no es querer el diablo, no sé qué es el diablo,
pues veo, según esto, que me quiso por poderes, y esta mujer en
virtud dellos me endiabló, y ahora ando en pena por todos estos
sótanos y sepulcros. Y he tomado por arbitrio volverme al
mundo y andar entre los desalmados corchetes y mohatreros,
que por tener alma todos me reciben; y así todos estos y los
demás oficios deste jaez tienen el ánima de Garibay. Y decildes
que muchos dellos que allá dicen que el alma de Garibay no la
quiso Dios ni el diablo, la quieren ellos por alma y la tienen por
alma, y que dejen a Garibay y miren por sí.
En esto se desapareció con otro tanto ruido. Iba tras ella gran
chusma de traperos, mesoneros, venteros, pintores,
chicharreros571 y joyeros, diciéndola: «¡Aguarda, mi alma!». No
570
Garibay: el alma de Garibay ni la quiso Dios ni el diablo.
chicharreros: no identifico el vocablo: puede ser chicarrero, vendedor de
zapatos de niño.
571
vi cosa tan requebrada, y espantome que nadie la quería al entrar
y casi todos la requebraban al salir.
Yo quedé confuso, cuando se llegaron a mí Perico de los
Palotes, y Pateta, Joan de las Calzas Blancas, Pedro Pordemás,
el Bobo de Coria, Pedro de Urdemales (así me dijeron que se
llamaban) y dijeron:
—No queremos tratar del agravio que se nos hace a nosotros
en los cuentos y en conversaciones, que no se ha de hacer todo
en un día.
Yo les dije que hacían bien, porque estaba tal, con la variedad
de cosas que había visto, que no me acordaba de nada.
—Solo queremos —dijo Pateta— que veas el retablo que
tenemos de los muertos a puro refrán. Alcé los ojos y estaban a
un lado el santo Macarro, jugando al abejón572, y a su lado la de
santo Leprisco; luego, en medio, estaba san Ciruelo573 y muchas
mandas574 y promesas de señores y príncipes aguardando su día,
porque entonces las harían buenas, que sería el día de san
Ciruelo. Por encima dél estaba el santo de Pajares y fray Jarro,
hecho una bota, por sacristán junto a san Porro, que se quejaba
de los carreteros. Dijo fray Jarro, con una vendimia por ojos,
escupiendo racimos y oliendo a lagares, hechas las manos dos
piezgos y la nariz espita, la habla remostada, con un tonillo de lo
caro575:
—Estos son santos que ha canonizado la picardía con poco
temor de Dios.
Yo me quería ir, y oigo que decía el santo de Pajares:
—¡Ah, compañero, decildes a los del siglo576 que muchos
picarones que allá tenéis por santos, tienen acá guardados los
pajares, y lo demás que tenemos que decir se dirá otro día.
Volví las espaldas y topé cosido conmigo don Diego de
Noche, rascándose en una esquina. Conocile y díjele:
—¿Es posible que aún hay que comer en vuestra merced,
señor don Diego?
Y díjome:
—Por mis pecados soy refitorio y bodegón de piojos. Querría
suplicaros, pues os vais, y allá habrá muchos y acá no se hallan,
572
santo Macarro: se decía el refrán «El santo Macarro jugando al abejón»;
el abejón era un juego de tres personas, que se ponían en hilera, y una de
ellas, haciendo un zumbido como de abejón, intentaba dar una bofetada a los
otros y eludir las de ellos..
573 san Ciruelo: figuración de la tardanza.
574 manda: donación o legado testamentario.
575 Lo caro llamaban al vino bueno.
576 siglo: vida del mundo, mundo terreno.
por el bien parecer, que ando sin él desabrigado, que me inviéis
algún mondadientes, que como yo le traiga en la boca todo me
sobra, que soy amigo de traer las quijadas hechas jugador de
manos577, y al fin se masca y se chupa, y hay algo entre los
dientes y poco a poco se roe, y si es de lentisco es bueno para las
opilaciones.
Diome grande risa y apartéme dél huyendo, y por no le ver
aserrar con las costillas un paredón a puros concomos.
Íbame poco a poco y buscando quien me guiase, cuando sin
hablar palabra ni chistar (como dicen los niños), un muerto de
buena disposición, bien vestido y de buena cara, cerró578
conmigo. Yo temí que era loco y cerré con él; metiéronnos en
paz. Decía el muerto:
—¡Déjeme a ese bellaco deshonrabuenos, voto al cielo de la
cama que le he de hacer que se quede acá!
Yo estaba colérico y díjele:
—¡Llega y te tornaré a matar, infame, que no puedes ser
hombre de bien! ¡Llega, cabrón!
¡Quién tal dijo! No le hube llamado la mala palabra, cuando
otra vez se quiso abalanzar a mí y yo a él. Llegáronse otros
muertos y dijeron:
—¿Qué habéis hecho? ¿Sabéis con quién habláis? ¿A Diego
Moreno579 llamáis cabrón? ¿No hallastes sabandijas de mejor
frente?
—¿Que este es Diego Moreno?—dije yo.
Enojóme más y alcé la voz, diciendo:
—¡Infame! ¿Pues tú hablas? ¿Tú dices a los otros
deshonrabuenos? La muerte no tiene honra, pues consiente que
este ande aquí. ¿Qué le he hecho yo?
—Entremés —dijo tan presto Diego Moreno—. ¿Yo soy
cabrón y otras bellaquerías que compusiste a él semejantes? ¿No
hay otros Morenos de quien echar mano? ¿No sabías que todos
los Morenos, aunque se llamen Joanes, en casándose se vuelven
Diegos y que el color de los más maridos es moreno? ¿Qué he
hecho yo que no hayan hecho otros mucho más? ¿Acabose en
mí el cuerno? ¿Levanteme yo a mayores con la cornamenta?
¿Encareciéronse por mi muerte los cabos de cuchillos y los
577
hechas jugador de manos: porque las quijadas masticando el palillo
parecerán a los jugadores de manos o prestidigitadores con la varita mágica
que usaban para sus actuaciones.
578 cerrar: arremeter con furia.
579 Diego Moreno: personajillo folklórico prototipo de los cornudos
consentidos.
tinteros580? ¿Pues qué los ha movido a traerme por tablados? Yo
fui marido de tomo y lomo581, porque tomaba y engordaba; siete
durmientes582 era con los ricos y grulla583 con los pobres; poco
malicioso, lo que podía echar a la bolsa no lo echaba a mala
parte. Mi mujer era una picaronaza, y ella me disfamaba, porque
dio en decir «Dios me le guarde al mi Diego Moreno, que nunca
me dijo malo ni bueno», y miente la bellaca, que yo dije malo y
bueno ducientas veces. Y si está el remedio en eso, a los
cabronazos que hay agora en el mundo decildes que se anden
diciendo malo y bueno a sus mujeres, a ver si les desmocharán
las testas y si podrán restañar el flujo del hueso. Lo otro, yo
dicen que no dije malo ni bueno; y es tan al revés, que en viendo
entrar en mi casa poetas584 decía «¡malo!», y en viendo salir
ginoveses decía «¡bueno!»; si vía con mi mujer galancetes decía
«¡malo!»; si vía mercaderes decía «¡bueno!»; si topaba en mi
escalera valientes decía «¡remalo!»; si encontraba obligados585 y
tratantes decía «¡rebueno!». ¿Pues qué más bueno y malo había
de decir? En mi tiempo hacía tanto ruido un marido postizo que
se vendía el mundo por uno y no se hallaba; ahora se casan por
suficiencia y se ponen a maridos como a sastres y escribientes, y
hay platicantes de cornudo y aprendices de maridería, y anda el
negocio de suerte que, si volviera al mundo (con ser el propio
Diego Moreno) a ser cornudo, me pusiera a platicante y aprendiz
delante del acatamiento de los que peinan Medellín586 y barban
de cabrío.
—¿Para qué son esas humildades —dije yo—, si fuiste el
primer hombre que endureció de cabeza los matrimonios, el
primero que crió desde el sombrero vidrieras de linternas, el
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cabos de cuchillo, tintero: se hacían de cuerno.
de tomo y lomo: la explicación chistosa satírica se explicita en el texto.
582 sietedurmientes: para los ricos que traen buenos regalos y dineros, el
cornudo se hace el dormido y deja a su mujer que actúe.
583 grulla: símbolo de la vela y centinela: para los pobres que no traen
ganancia, el cornudo está despierto siempre, y vigilante. Se decía que las
grullas, al dormir, dejaban una de centinela, que cogía una piedra en una pata
para que en caso de dormirse, la piedra cayera al suelo, despertándola con el
ruido.
584 poetas: sigue una serie de buenos o malos clientes del cornudo y de su
mujer: poetas y valientes, son gente de pocos posibles; genoveses, tratantes y
obligados, son gente adinerada.
585 obligado: persona a cuya cuenta corre el abastecer a un pueblo o ciudad
de algún género, como carbón, carne…
586 peinan Medellín y barban de cabrío: los cornudos de ahora, frente a los
cuales Diego sería un aprendiz; «peinan Medellín», peinan cuernos; en
Medellín se criaban toros.
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primero que injirió los casamientos sin montera? Al mundo voy
solo a escribir de día y de noche entremeses de tu vida.
—No irás esta vez —dijo.
Y asímonos a bocados y a la grita y ruido que traíamos
desperté de un vulco que di en la cama, diciendo: «¡Válgate el
diablo, ¿ahora te enojas?» (propia condición de cornudos,
enojarse después de muertos). Con esto me hallé en mi aposento
tan cansado y tan colérico como si la pendencia hubiera sido
verdad y la peregrinación no hubiera sido sueño.
Con todo eso, me pareció no despreciar del todo esta visión y
darle algún crédito, pareciéndome que los muertos pocas veces
se burlan, y que gente sin pretensión y desengañada, más atiende
a enseñar que a entretener.
Fin del Sueño de la Muerte.
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