ORIGEN PSICOLÓGICO DE LA FILOSOFÍA

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ORIGEN PSICOLÓGICO DE LA FILOSOFÍA
religioso, este filósofo nos ofrece por primera vez una
explicación basada en la razón.
“Los hombres comienzan y comenzaron siempre a
filosofar movidos por la admiración; al principio,
admirados ante los fenómenos sorprendentes más
comunes; luego, avanzando poco a poco y
planteándose problemas mayores, como los cambios
de la Luna y los relativos al Sol y a las estrellas, y la
generación del universo. Pero el que se plantea un
problema o se admira, reconoce su ignorancia. (Por
eso también el que ama los mitos es en cierto modo
filósofo; pues el mito se compone de elementos
maravillosos). De suerte que, si filosofaron para huir de
la ignorancia, es claro que buscaban el saber en vista
del conocimiento, y no por alguna utilidad. Y así lo
atestigua lo ocurrido. Pues esta disciplina comenzó a
buscarse cuando ya existían todas las cosas
necesarias y las relativas al descanso y al ornato de la
vida. Es, pues, evidente que no la buscamos por
ninguna otra utilidad, sino que, así como llamamos
hombre libre al que es para sí mismo y no para otro,
así consideramos a ésta como la única ciencia libre,
puesto que esta sola es para sí misma”.(Aristóteles.
Metafísica).
La filosofía oriental surgió en la misma época que la
occidental, tanto en China como en la India. En China
apareció durante la época de las Primaveras y Otoños
(722 a.n.e. a 481 a.n.e.) y el título de “primer filósofo”
se le atribuye a Confucio (551-479 a.n.e.) que tuvo
más de 300 seguidores y fundó la Escuela de los
letrados. Confucio funda el confucianismo como
una filosofía práctica,
como
un
sistema
de
pensamiento orientado hacia la vida y destinado al
perfeccionamiento de uno mismo. Su objetivo, en
último término, no es la salvación, sino la sabiduría y el
autoconocimiento.
La admiración, el asombro, se produce ante un mundo
enigmático, que plantea toda suerte de interrogantes.
Uno de ellos preocupa especialmente a los primeros
filósofos: el hecho de que, a pesar de los cambios que
se producen en el universo, y a pesar de lo diferente
que son entre sí los seres que lo componen, este
universo es un “cosmos”, un todo armónico, y no un
“caos”, un desorden. Es preciso encontrar una
respuesta a este gran interrogante. A ello se había
dedicado ya la actividad mítica, pero la filosófica lo
hace de otro modo: procura explicar también el origen
y la regularidad del cosmos, pero recurriendo al logos,
es decir, a ese tipo de explicaciones racionales que
pretenden sustentarse en argumentaciones.
La duda, la incertidumbre, la conciencia de no saber y
la necesidad de conocimiento, es el otro elemento que
nos mueve a filosofar. No se trata en esta ocasión de
la duda de quien teme equivocarse, y por eso no dice
nada, no de la duda de quien ha desesperado de
alcanzar la verdad (la duda escéptica). Se trata de
dudar en el sentido de revisa críticamente aquello que
todos damos por bueno o por verdadero, por sabido y
demostrado. Dudar en el sentido de no quedarse
satisfecho con la primera solución que encontramos,
sino seguir insistiendo para hallar respuestas siempre
nuevas a los interminables enigmas del universo y de
la propia vida.
Tal examen crítico apunta hacia una de las tareas
fundamentales de todo pensamiento filosófico:
desvelar los presupuestos, lo aceptado sin reflexión
suficiente.
ORIGEN HISTÓRICO DE LA FILOSOFÍA
La filosofía nace en el siglo VI a.n.e. en Grecia (Asia
Menor) como un intento racional de explicar
fenómenos que acontecen en la naturaleza, al
promocionar las propias capacidades humanas y al
alejarse de las explicaciones míticas que hasta
entonces predominaban en esta cultura. El origen de
la filosofía occidental aparece ligado, pues, a la
civilización griega, en concreto a su primer pensador,
Tales de Mileto (siglo VII.VI a.n.e.). Frente a las
explicaciones de la realidad de carácter mítico y
En la India las Upaninshads son las primeras
composiciones filosóficas, anteriores a los principios de
la filosofía griega. Fueron escritas en sánscrito hacia
el año 500 a.n.e.. La manera de enseñar con el alumno
sentado frente (upa-nisad) al maestro, en una
atmósfera de reverencia y secreto, dio a estos tratados
su nombre.
Existen ciertas semejanzas entre los mitos griegos y
orientales, en cuanto que ambas culturas disponen de
una mitología y de unas creencias religiosas similares.
Así, ambas coinciden en ofrecer narraciones acerca de
la solución de un problema, del origen del mundo, etc.,
recurriendo a fuerzas sobrenaturales. También existen
algunas similitudes en la temática que tratan las
filosofías orientales y occidentales, sobre todo en
aspectos relacionados con la antropología y con la
ética.
No obstante, a pesar de estas semejanzas, en el siglo
XX diversos autores defienden la hipótesis del origen
griego de la filosofía, al considerar que esta disciplina
es una creación original del pueblo griego. Las causas
que fundamentan la aparición de la filosofía en
Grecia, según estos autores, son principalmente las
siguientes:
a. a) La evolución desde un pensamiento mítico a
un pensamiento racional. La filosofía toma
algunos conceptos propios del mito, pero los dota
de un nuevo significado. Así, diversos términos
que ya existen en los mitos, se utilizan después
en las teorías de los pensadores, como por
ejemplo la justicia, la ley, la naturaleza, dios, el
alma, el cuerpo, etc.
b. b) Circunstancias geográficas. Grecia es un país
eminentemente navegador gracias a sus puertos,
que
posibilitan
un
acceso
sencillo
al
Mediterráneo, al Jónico y al Egeo. Esta
circunstancia unida a ciertos momentos de
escasez de alimento propició una búsqueda
marítima de nuevos lugares que permitieran la
alimentación de una población en continuo
crecimiento. Por tal causa, los griegos se
convirtieron en fundadores de pequeñas colonias
marítimas.
De esta manera, la Grecia clásica recibió numerosas
influencias de otros pueblos. Estas influencias externas
fomentan que una población enriquezca su cultura y la
hagan propensa a querer conocer otros tipos de vida.
a. c)
Circunstancias
socioeconómicas.
La
organización social griega estaba estructurada en
torno a la nobleza que poseía la riqueza y los
instrumentos de poder. Junto a los nobles,
destacaban los pequeños propietarios de tierras.
Estos propietarios dependían económicamente
de los nobles hasta tal punto que, en definitiva, ni
siquiera eran los verdaderos dueños de sus
tierras, ya que tenían que recurrir continuamente
su ayuda mediante la petición de préstamos
desfavorables y de difícil devolución.
Esta situación da lugar a lo que se conoce con el
nombre de colonización. El pueblo se ve en la
obligación de emigrar en una búsqueda de mejores
condiciones de vida, aprovechando una situación
geográfica favorable.
Cabe señalar que este proceso de colonización
produjo una situación de estabilidad económica y de
cierto bienestar. Esto permitió al griego de la época
poder dedicar tiempo a cuestiones distintas al mero
hecho de trabajar para sobrevivir. Aparece lo que hoy
denominamos tiempo libre, ya que los ciudadanos de
las polis eran sostenidos por el trabajo de los esclavos.
Una sociedad con las necesidades cubiertas puede
dedicar su tiempo a la expansión creativa y recreativa.
El resultado fue una sociedad con un espíritu más
abierto y crítica ante posibles visiones dogmáticas
sobre la realidad o la vida.
Por otra parte, la Grecia del siglo VI a.n.e. se
estructura políticamente en torno a la democracia; si
bien no se trata de una democracia en el sentido actual
del término, ya que era mucho más restringida. Este
tipo de organización política fomentó la participación
ciudadana en los asuntos públicos y la libertad de
pensamiento y expresión. La posibilidad de una
reflexión libre es pieza clave en el surgimiento de
la filosofía.
FILOSOFÍA
COMO
CONOCIMIENTO
ACTITUD
Y
COMO
La palabra filosofía se refiere a una actividad que,
desde su nacimiento en Grecia hace más de veinte
siglos, ha caracterizado la vida y la cultura europeas
de forma ininterrumpida.
1. 1. Significado etimológico.
La palabra filosofía procede del griego de la suma de
dos palabras: filos que significa amante y sofía que
significa sabiduría. Su significado etimológico es, pues,
“amor a la sabiduría”.
Según una vieja tradición, Pitágoras (570-497 a. n.e.)
fue el primero en utilizar este término. Al ser
preguntado sobre qué tipo de sabiduría practicaba,
Pitágoras respondió que él no era un sófos (sabio),
sino un amante de la sabiduría(es decir, un filósofo).
Es necesario, sin embargo, precisar este sentido
desinteresado o carente de utilidad; por el contrario,
siempre ha tenido, como saber, una dimensión práctica
indudable. No se trata de una ocupación gratuita de la
cual podamos prescindir, sino de una actividad
absolutamente necesaria para el desarrollo humano.
Una tarea, por otra parte, que ha sido constante en
nuestro entorno cultural y que se ha entendido, en
primer lugar, como una actitud o disposición hacia el
conocimiento, y, en segundo lugar, como una forma de
conocimiento.
1. 2. Concepto socrático: la filosofía como actitud.
Sócrates (469-399 a.n.e.) estableció por primera vez la
oposición sabio-filósofos y descubrió su significado
más genuino. Con ello logró distanciarse de los
sofistas y, sobre todo, consiguió dar a la
palabra filosofía su legitimidad.
El término sofista designaba, en un principio, a la
persona hábil en cualquier oficio artesanal; en este
sentido, se consideraba sabio, por ejemplo, al
carpintero que era competente en la construcción de
barcos y capaz de enseñar su oficio a un aprendiz.
Más tarde se aplicó a la persona dotada de prudencia,
cuyo prestigio era aceptado por la comunidad.
Finalmente significó sabio, siendo los sofistas quienes
asumieron plenamente esta acepción: sabios que
poseían un conocimiento útil y maestros capaces de
transmitir su saber.
En la reflexión socrática, los sofistas son considerados,
irónicamente, sabios que están orgullosos de sí
mismos por creerse en posesión del saber, pero
incapacitados para desear algo que ya creen tener,
imposibilitados para sentir la necesidad de la sabiduría
y para afanarse en conseguirla.
Sócrates, por el contario, se define a sí mismo como
alguien que no posee la sabiduría; más aún, se define
como una persona que solo tiene la plena certeza de
no ser sabio (“yo solo sé que no sé nada”). Arraigado
en esta seguridad, Sócrates se confiesa enamorado de
la sabiduría.
Sócrates piensa que la sabiduría es una propiedad que
solo conviene a los dioses y sabe que el ser humano
solo puede sentir su llamada y ponerse en camino
hacia ella, procurando su compañía. Nadie puede ser
sabio, sino amigo de la sabiduría, es decir, filósofo.
El concepto socrático de la filosofía lleva en su seno
el significado de amante, en el sentido más fuerte de la
palabra: amor apasionado que busca incesantemente
la verdad. Esta disposición se opone a la actitud que
adoptan las personas respecto de sus creencias
cuando las aceptan y defienden sin apenas haberlas
contrastado. Ante esta actitud, el talante filosófico se
manifiesta
profundamente
crítico,
como
un
compromiso con la verdad.
Es así como, desde Sócrates, el término filosofía hace
referencia a la actitud de la persona que persevera en
el camino hacia la verdad y que solo puede emprender
aquel que reconoce su propia ignorancia.
1. 3. La filosofía como conocimiento.
La filosofía no solo se ha definido como una actitud
del individuo que reconoce su incapacidad para estar
en posesión de la sabiduría (un dominio que Platón
reserva a los dioses en el diálogo Fedro), sino también
como una forma de conocimiento. Sin embargo, el
conocimiento debe entenderse como una aspiración
humana, nunca satisfecha, a desvelar los misterios del
mundo.
En este sentido, el conocimiento es el resultado de la
peculiar relación que el ser humano se ha visto
obligado a mantener con la naturaleza. Forzado a
adaptar el mundo a sus necesidades, el hombre tuvo
que buscar en las cosas la utilidad que estas le
ofrecían para conseguir sobrevivir. Sin embargo, una
vez cubiertas sus necesidades, sintió la necesidad de
comprender las cosas que no entendía.
Con este fin, indagando las causas de las cosas
elaboró diversos modos de respuestas con los que ha
conseguido explicar de forma teórica las más diversas
parcelas de la realidad. Son estas respuestas teóricas
las que han venido a constituir el conocimiento del
mundo; entre ellas se encuentra el saber que
Aristóteles denominó filosofía.
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