dossier insight guía para tomar las riendas de una crisis Liderazgo bajo presión: comunicar es clave Por JOSÉ R. PIN T odo estaba preparado para la gran maratón de Nueva York. La edición de 2012 iba a ser la más numerosa de la historia con 47.500 participantes de todo el mundo y un retorno esperado de unos 340 millones de dólares para la ciudad. Sin embargo, un ciclón tropical llegado del Caribe se transformó en el huracán Sandy. Durante casi una semana, la tormenta asoló el noreste de Estados Unidos, dejando sin luz ni agua a cientos de miles de ciudadanos. Los más de 8.000 voluntarios movilizados por la New York Road Runners y el Ayuntamiento trabajaron denodadamente durante días para retirar los escombros y salvar la carrera, pero no pudieron con los estragos del temporal. 40 horas antes 28 cuarto trimestre 2012 número 15 del evento, el alcalde, Michael Bloomberg, tuvo que anunciar que se cancelaba la maratón. Desengañémonos: las crisis, incluso cuando existen planes de contingencia, ocurren. Llega el día en que lo que no tenía que pasar nunca acaba pasando. ¿Qué hacer entonces? Lo más importante ante una crisis, sea del tipo que sea, es no perder la calma. Hay que evitar que la incertidumbre se apodere de la organización. Y eso requiere dos ingredientes esenciales: liderazgo y comunicación. En este artículo repasaré a fondo el papel del líder durante una crisis, la organización que debe ayudarle a gestionarla y cómo tiene que transmitir ese liderazgo a través de una comunicación adecuada. Para ello me basaré en ieseinsight Liderazgo bajo presión: comunicar es clave Lo primero que debe hacer un buen líder es demostrar responsabilidad. Hay que reconocer la gravedad de los hechos, pero al mismo tiempo transmitir confianza en su resolución. algunos principios recogidos en los manuales de gestión y comunicación de crisis, así como en ejemplos reales de empresas que han pasado por ese tipo de trances. Algunos de ellos, recogidos en distintos casos del IESE. Liderazgo, un ejercicio de responsabilidad Lo primero que debe hacer un buen líder es demostrar responsabilidad, reconociendo la gravedad de los hechos, pero al mismo tiempo transmitiendo confianza en su resolución. Si se trata de una verdadera crisis, es decir, si representa un peligro serio para la institución o para alguno de sus stakeholders prioritarios, el compromiso y la asunción de responsabilidades por parte de los más altos cargos de la organización es inexcusable. Hay que dar la cara y cuanto antes. Así lo hizo en febrero de 2012 el CEO de Apple, Tim Cook, cuando descubrió que Foxconn, su principal proveedor en China, vulneraba la legislación laboral y empleaba menores de 14 años como mano de obra barata para producir el iPhone. Su reacción fue implacable: contrató una inspección de la Fair Labor Association en las plantas del fabricante y permitió RESUMEN EJECUTIVO Desengañémonos: las crisis, incluso cuando existen planes contingencia, pueden producirse. Y es en esas situaciones de máxima presión cuando se demuestra el verdadero liderazgo. A partir de numerosos casos prácticos, el autor propone una guía de acción para que los directivos tomen las riendas cuando lo que nunca debería haber ocurrido acaba pasando. Para empezar, ieseinsight asumir la responsabilidad y designar un equipo de gestión idóneo para ese tipo de crisis. Y durante todo el proceso, comunicar de forma personal, con transparencia, consistencia y visión de futuro para evitar que la incertidumbre se apodere de la organización. Por último, aprender de la crisis para preparar las siguientes. Porque, se quiera o no, seguro que aparecerán. que las cámaras de la ABC tuvieran libre acceso a ellas. Además, Cook contestó públicamente a las acusaciones con estas palabras: “Se trata de algo extremadamente raro en nuestra cadena de suministro, pero es nuestra absoluta prioridad eliminar estas prácticas por completo. Ya lo hemos conseguido en nuestra línea de ensamblaje y estamos bajando por toda nuestra cadena de suministro. Si descubrimos un proveedor que oculta deliberadamente la contratación de menores, lo consideramos un motivo para cesar nuestro contrato.” No necesariamente tiene que ser el CEO o el presidente de la institución quien dé la cara. Depende del tipo de crisis y de su gravedad. Pero sí un miembro situado en la parte más alta del organigrama. De lo contrario, parecerá que la empresa no da la debida importancia al asunto. A veces, dar la cara implica personarse físicamente en el lugar de los hechos, ya que este gesto transmite compromiso y cercanía con los afectados. Durante la transformación emprendida en la Policía de Nueva York entre 1994 y 1996, el comisario Bratton se enfrentó a un grupo de agentes corruptos. Él mismo les arrancó las chapas diciendo que no se utilizarían en adelante esos números porque “habían sido manchados en su honor”. La presencia del máximo responsable del NYPD en el lugar de los hechos demostró a la prensa y a los miembros del departamento que era un tema muy importante y en el que se iba a combatir con dureza. Sea cual sea la decisión, es importante que la asunción de responsabilidades se haga lo antes posible. Y no solo por una cuestión de imagen, también para evitar daños mayores. Toyota sabe que compensa, porque aprendió bien la lección en 2010. Problemas relacionados con el acelerador provocaron varias muertes de personas en accidentes de tráfico. Y aunque entonces se sometieron a revisión millones de automóviles, se acusó a la compañía de haber número 15 cuarto trimestre 2012 29 Liderazgo bajo presión: comunicar es clave reaccionado tarde, subestimando las críticas de los primeros clientes, e incluso de haber ocultado durante algún tiempo el problema. Entretanto, la credibilidad y reputación de la compañía habían caído en picado. Lo mismo que sus acciones en la Bolsa, cuyo valor bajó unos 20.000 millones de euros. ¿Quién asume el mando? Al margen del papel institucional de los máximos responsables de la organización, debe haber también un liderazgo operativo que coordine la respuesta a la crisis. La decisión sobre la persona más indicada depende, en gran medida, de tres factores: el tipo de empresa (tamaño, actividad, modelo de dirección…), el tipo de crisis al que se enfrente (de producto, de reputación, provocada por una catástrofe o una negligencia...) y el grado de implicación en ella. En una pyme, por ejemplo, el administrador de la crisis suele ser el propio director ejecutivo, con el apoyo de su equipo habitual, mientras que en organizaciones medianas lo habitual es asignar esta función a un directivo de alto nivel. En el caso de multinacionales, grandes organizaciones y organismos públicos, se impone la tendencia de contar con un director de crisis −chief crisis officer (CCO)−, que se dedica exclusiva y permanentemente a la preparación de la institución para afrontar crisis y coordinar la respuesta a ellas. Una buena muestra de cómo el papel del administrador recae en una u otra figura según la naturaleza y participación de la organización el autor José R. Pin es profesor ordinario de los departamentos de Dirección de Personas en las Organizaciones y de Ética Empresarial del IESE. Dirige el Centro Internacional de Investigación sobre Organizaciones (IRCO) y es titular de la Cátedra José Felipe Bertrán de Gobierno y Liderazgo en la Administración Pública. Doctor en Ciencias políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca y 30 MBA por el IESE, cuenta con una larga trayectoria docente, investigadora, de consultoría y de gestión pública. Sus áreas de especialidad abarcan el desarrollo de competencias de liderazgo, la gestión de carreras, la organización del trabajo y la motivación laboral, la gestión del cambio y las relaciones entre empresas y administración pública. Es autor de numerosos libros, estudios y casos sobre liderazgo y dirección de personas. CUARTO trimestre 2012 número 15 en la crisis la tenemos en el reciente caso del ciclista Lance Armstrong. El escándalo provocado por el veredicto de la agencia antidopaje estadounidense ha afectado, de forma más o menos directa, a tres instituciones distintas. En primer lugar tenemos a la Fundación Livestrong, creada por el deportista para la lucha contra el cáncer. En este caso, ha sido el propio Armstrong quien ha tomado la iniciativa de presentar su dimisión como presidente de la organización. Por otro lado tenemos a la Unión Ciclista Internacional (UCI), que ha acabado por reconocer las acusaciones del informe de la agencia antidopaje norteamericana y ha actuado en consecuencia. Fue el propio presidente Pat McQuaid quien, en rueda de prensa, anunció que se hacía efectiva la sanción de por vida para Armstrong y que se le desposeía de los siete Tours ganados entre 1999 y 2005. El presidente de la UCI fue implacable: “Lance Armstrong no tiene un lugar en el ciclismo”. El hecho de que fuera el máximo representante de la UCI quien diera la cara se explica por varias razones. Por las dimensiones del escándalo – “sin duda, esta es la mayor crisis a la que el deporte se haya enfrentado nunca”, según McQuaid−; por la responsabilidad directa del organismo en el control y supervisión ante los posibles casos de dopaje, y porque la lucha contra el doping en el ciclismo forma parte de su compromiso y de su propia razón de ser. Por último, también fue radical la reacción de Nike, patrocinadora de Armstrong. Aunque su implicación en el escándalo es bien distinta: más que responsable, se le puede considerar víctima. Así que bastó un comunicado en su página web para informar de la rescisión del contrato de patrocinio que mantenía con el ciclista. A cada tipo de crisis, su gestor El tipo de crisis al que se enfrenta la organización también determina en gran medida la elección del administrador de la crisis. Si se trata de una crisis de producto (como una contaminación de alimentos o un fallo técnico en un coche), lo lógico es que se asigne esta tarea al departamento de producción o de marketing. Si lo que se produce es un desastre natural o una negligencia (un vertido tóxico, un fallo de seguridad en una red, etc.), probablemente la gestión y coordinación de la respuesta recaerá en el departamento de I+D o de Innovación. En caso de un escándalo ético o de corrupción, ieseinsight Liderazgo bajo presión: comunicar es clave La asignación de la gestión de la crisis a una determinada persona o área de la empresa no es una cuestión menor. Responde a la visión estratégica y deja entrever los públicos prioritarios para la organización. lo habitual es que quien coordine la gestión de la crisis sea el departamento de comunicación institucional y relaciones públicas. Evidentemente, no es lo mismo administrar un desastre natural que responder a un escándalo económico. Los perfiles humanos y técnicos necesarios para tomar las riendas de la situación son completamente distintos, como también lo son los públicos a quienes irán dirigidos las acciones y los asuntos que hay que tratar. Cuando en agosto de 2005 el huracán Katrina arrasó las costas de Luisiana, Misisipi y Alabama, fue Michael D. Brown, el director de la Federal Emergency Management Agency, el encargado de coordinar la gestión. Lamentablemente, la agencia no actuó con la necesaria rapidez. 48 horas después de la tormenta todavía no había conseguido articular una respuesta estatal y federal eficaz y la ciudad de Nueva Orleans se hallaba en un estado de anarquía por el desbordamiento del lago Pontchartrain y la falta de suministros. Ante el dramatismo de la situación y los reproches del alcalde Ray Nagin, tuvo que intervenir el mismísimo presidente George Bush. Aunque las responsabilidades directas por el desastre se saldaron con la dimisión de Brown, el Gobierno de Bush fue duramente criticado por la gestión de la crisis. Muy distinto fue el enfoque de Société Générale en 2008, cuando se descubrió el fraude protagonizado por uno de sus brokers. La figura del administrador de crisis recayó en Jean-Martin Folz, expresidente de PSA Peugeot Citroën y consejero independiente de la entidad. Su punto de vista externo, aunque con un buen conocimiento de la institución, y su experiencia le hacían el candidato ideal para coordinar la respuesta del banco al escándalo provocado por la actuación de Jérôme Kerviel. El fraude de Kerviel no solo supuso unas pérdidas de 4.900 millones de euros, sino que dañó gravemente la imagen de la entidad financiera. Poco antes de que estallara el escándalo, ieseinsight Société Générale había asegurado al mercado que su exposición a la crisis crediticia era “muy limitada”. Además, había quien sostenía que era imposible que Kerviel hubiera podido actuar sin el apoyo y/o conocimiento de sus superiores, por lo que la credibilidad de toda la institución estaba en entredicho. Elegir a alguien externo, con experiencia y con un cierto grado de autoridad moral fue, sin duda, una buena opción. La asignación de la gestión de la crisis a una determinada persona o área de una empresa también responde a la visión estratégica de la organización y deja entrever cuáles son los públicos que considera prioritarios. Una coalición interna Las crisis siempre se resuelven en equipo, nunca individualmente. Las organizaciones que han previsto esta posibilidad suelen contar con planes de contingencia que ya prevén la creación de un comité o célula de crisis. Normalmente se procura que este sea heterogéneo, que esté compuesto por personas de distintos departamentos y de distintos perfiles: director de equipo, director de operaciones, responsable jurídico, responsable de comunicación, responsable de atención a clientes o afectados... aunque, por lo general, la composición definitiva no se establece hasta que se conoce cuál es exactamente el problema que la organización debe afrontar. En ocasiones, puede ser necesaria la inclusión de personas externas que actúen como especialistas o asesores. Se trata de lograr un equilibrio con un número suficientemente elevado de personas competentes en distintas áreas para cubrir el mayor número de eventualidades, pero que no dificulte la necesaria agilidad. El comité de crisis debe estar en constante comunicación, con reuniones frecuentes pero breves. Y sobre todo, actuar con mucha unidad, por lo que los roles deben estar perfectamente definidos de antemano. número 15 cuarto trimestre 2012 31 Liderazgo bajo presión: comunicar es clave En las crisis se dispara la demanda de información. La incertidumbre multiplica la necesidad de saber y, si no se satisface esta necesidad, se crea una espiral de más incertidumbre, rumores y caos. Más allá de su composición, es imprescindible que las personas encargadas de la gestión de una crisis institucional tengan autoridad para tomar decisiones vinculantes. Por eso, si el director del comité de crisis no pertenece a la cúpula directiva, debe tener acceso directo a ella. La conveniencia o no de que el máximo directivo de la empresa se involucre en la gestión de la crisis no está clara. Lo que importa es que “se sienta” su presencia. En paralelo, y a pesar del “estado de excepción”, la empresa tiene que seguir con su actividad habitual. La gerencia de contingencia debe ser simultánea y compatible en la medida de lo posible a la gerencia ordinaria. En 2005 un incendio en la madrileña Torre Windsor dejó a la consultora Deloitte sin su sede central en España, que acogía a más de 1.200 empleados. El hecho de contar con un plan de contingencia y una célula de crisis que actuó con gran eficacia permitieron a la empresa no solo superar la adversidad, sino salir reforzada. El incendio se produjo en una noche de un sábado y el lunes los empleados de Deloitte, aunque en ubicaciones alternativas, continuaron trabajando con normalidad. No se perdió información importante ni se interrumpió la prestación de servicios a los clientes. Comunicar, comunicar, comunicar En las crisis siempre se dispara la demanda de información. La incertidumbre multiplica la necesidad de saber y, si no se satisface esa necesidad, se crea una espiral de más incertidumbre, rumores y caos. Por ello, toda crisis institucional conlleva un importante reto comunicativo. Una vez ha estallado la crisis, además de tratar de arreglar el desastre −de lo que suelen ocuparse los técnicos y expertos−, lo único que se puede hacer es comunicar, comunicar y comunicar. Y hay que hacerlo no solo pensando en la inmediatez, sino con visión de futuro. 32 CUARTO trimestre 2012 número 15 Tanto el líder como el comité de crisis deben trabajar para restablecer la confianza en la empresa, y eso implica gestionar hábilmente las percepciones de los afectados. PepsiCo lo consiguió con nota cuando, en 1993, tuvo que enfrentarse al gran escándalo provocado por la aparición de jeringuillas en algunas de sus latas de refrescos. La actuación del equipo de comunicación de crisis fue rápida e impecable. Se pusieron enseguida a investigar lo ocurrido y al cabo de unos pocos días ya estaban en condiciones de informar de los primeros resultados de sus pesquisas, que apuntaban hacia un sabotaje. Mientras tanto, la compañía había emitido un vídeo donde se apreciaban la rapidez y la seguridad del proceso de embotellado, mostrando cuán improbable era la manipulación de los envases. Poco después, se detuvo a una primera persona acusada de falsa denuncia, lo que abonó la hipótesis del sabotaje. Fue el propio presidente de PepsiCo, Craig Weatherup, quien informó de este hecho a través de otro vídeo. Y hubo todavía un tercero: las imágenes de una cámara de seguridad mostrando a una mujer in fraganti mientras introducía una jeringuilla en una lata. Al final, fueron más de 12 las personas detenidas por manipular latas de Pepsi. Además de superar la crisis, la compañía afianzó su imagen. Demostró a sus clientes que había sido víctima de un sabotaje y que no había margen para la manipulación de las latas en sus fábricas. Sus ventas, que durante esos días críticos habían bajado solo un 3%, gracias a la correcta gestión de la crisis y de las percepciones de sus clientes, no solo se recuperaron, sino que acabaron subiendo un 7%: el mejor verano en cinco años. Como demuestra este ejemplo, la capacidad para realizar acciones de comunicación de impacto durante una crisis es vital. De ahí la importancia de contar con un buen director de comunicación como parte del comité de crisis (ver ¿Qué esperar del dircom en una crisis?). ieseinsight Liderazgo bajo presión: comunicar es clave ¿Qué esperar del dircom en una crisis? Durante una crisis se pone a prueba la idoneidad del director de comunicación como embajador de la empresa. He aquí las cualidades que debería reunir. Confianza de la institución. Para poder comunicar de forma eficaz durante una crisis, el dircom debe estar al corriente de todo. Pero antes debe haberse ganado la confianza del equipo directivo. Algo que no siempre ocurre, ya que su posición como interlocutor habitual con periodistas y medios de comunicación a menudo genera recelo puertas adentro. Liderazgo. La comunicación con los distintos públicos, internos y externos, debe ser proactiva y especialmente dinámica en situaciones de crisis. Durante estas situaciones se pone a prueba la capacidad del dircom de actuar con visión de conjunto y sentido estratégico. Talento relacional. En momentos de crisis es cuando más se aprecia la capacidad del dircom de tejer una red de relaciones personales y de contactos para lograr una comunicación fluida con los distintos grupos de interés relacionados con la institución. Una crisis no es el momento adecuado para ganarse la estima y el respeto del personal, ni para abrir nuevos canales de comunicación y de diálogo. Se vive solo Contacto, claridad, visión y consistencia La comunicación de crisis exige contacto personal. En tales circunstancias, el correo electrónico no comunica, en todo caso informa. Está comprobado que las personas se fían más de aquellos a quienes pueden ver y de quienes les hablan directamente. La presencia del líder o de alguien en quien ha delegado genera confianza. La ausencia produce desconcierto y la sensación de que se quiere ocultar algo. Cuando el tamaño o la estructura de la organización no permiten esa “línea directa”, la comunicación debe transmiieseinsight del prestigio ganado en las circunstancias ordinarias. Sensibilidad económica. El dircom debe ser capaz de formular distintas estrategias de comunicación en términos económicos, cuantificando y optimizando los recursos disponibles y basándose, como cualquier otro departamento, en el análisis coste-beneficio de las distintas propuestas. Profesionalidad. Más que nunca, se pondrá en valor su conocimiento y capacidad para planificar y ejecutar la estrategia comunicativa y los canales más adecuados para cada tipo de audiencia. Entre otros comportamientos, la profesionalidad se medirá por su disponibilidad para atender todas las necesidades de comunicación bajo presión y el respeto a los compromisos adquiridos, tanto con los públicos internos como con los externos. Si no dispone de la información solicitada o no se puede dar, es mejor reconocerlo que desaparecer. Además, el dircom debe ser capaz de gestionar el vacío de poder que a veces se da en los momentos iniciales de una crisis, cuando todavía no se han planificado las medidas a tomar. tirse por círculos concéntricos: el primer directivo debe reportar personalmente al consejo de administración y a los principales stakeholders y encargarse también de que cada jefe o responsable de área haga lo propio con su equipo. Además, hay que comunicar con mensajes claros y cercanos. En los momentos de crisis hay nervios y las emociones están a flor de piel. Se tiene que procurar rebajar la tensión, pero sin perder la empatía: es muy importante ponerse en el lugar de las personas afectadas y tratar de darles el consuelo y apoyo que necesitan. Comunicar con sobriedad, pero utilizando el lenguaje emocional para poner en número 15 cuarto trimestre 2012 33 Liderazgo bajo presión: comunicar es clave La consistencia entre los mensajes puertas adentro y los que se transmiten fuera de la organización es fundamental. Sus contenidos y tempos deben estar perfectamente alineados y coordinados. sintonía los conocimientos, las emociones y las acciones. Un ejemplo de comunicación personal, clara y cercana fue la del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, durante el desastre provocado por la tormenta Sandy. Y logró que lo fuera tanto en los mensajes previos que dirigió a la población para prepararla y advertirla de los riesgos de Sandy como en las imágenes posteriores a su paso, en las que aparece hablando, consolando e incluso abrazando a algunos de los damnificados. La visión de futuro también debe estar presente en la comunicación de crisis: hay que dar esperanza. Aunque no es recomendable minimizar los efectos de una crisis, tampoco hay que caer en el error de generar más desánimo o desesperación de los que ya existen. Pase lo que pase, hay vida después de la crisis. Y la comunicación debe trasmitir esa perspectiva. En las crisis provocadas por un expediente de regulación de empleo, por ejemplo, una comunicación con visión de futuro podría evitar el llamado “síndrome del superviviente”, que afecta a los que se quedan en la organización con la moral baja por la incertidumbre de no saber si mañana les puede tocar a ellos. Otro aspecto determinante es la consistencia entre los mensajes que se transmiten puertas adentro (comunicación interna) y los que se transmiten a los públicos externos (comunicación externa). Unos y otros deben estar correctamente alineados y coordinados en cuanto a contenidos y tempos. Cuando se produce una crisis, los hechos suelen tener una repercusión externa que a menudo se refleja en los medios de comunicación. Los miembros de la organización, en el caso de que no estén correctamente informados, se acaban enterando igual. Por otro lado, tampoco es fácil evitar que la información de la que disponen los públicos internos −fundamentada o no− se filtre a los medios de comunicación. De hecho, muchos expertos en comunicación 34 CUARTO trimestre 2012 número 15 corporativa ya no distinguen entre comunicación interna y externa, ya que entienden que ambas deben ser una sola. De la importancia de este punto son bien conscientes los responsables de comunicación de Gas Natural. Tras fracasar en su intento de OPA sobre la eléctrica Endesa por problemas políticos y de contaminación informativa, la compañía se dispuso a comprar Unión Fenosa. El equipo de comunicación preparó un plan estratégico diseñado con esmero y aplicado desde el inicio de la operación para explicar de forma transparente todo el proceso a cada una de las partes implicadas. Los empleados de ambas compañías, unos 20.000 distribuidos en más de 25 países, se convirtieron en cómplices de la operación gracias a un ambicioso plan de comunicación que ayudó a combatir la incertidumbre. Históricamente, el departamento de Recursos Humanos había sido el encargado de gestionar la comunicación con los trabajadores, pero con motivo de esta operación se traspasaron estas competencias al departamento de Comunicación, que se convirtió en una herramienta estratégica más al servicio de la OPA y tuvo un papel clave en el éxito de la misma. Este ejemplo ilustra también el papel que juegan durante una crisis los canales de información ascendente. Cuando existen y funcionan con fluidez, facilitan la actuación de los propios miembros de la organización, sea cual sea su nivel en el organigrama, como “sensores” capaces de detectar señales de una posible crisis institucional y tomar el pulso su desarrollo, lo que permite evaluar su gestión. Finalmente, una comunicación de crisis eficiente es aquella que se basa en el diálogo fluido, sincero y constante con los principales grupos de interés antes de la crisis. Si no se ha creado previamente un clima de confianza y de comunicación veraz con los distintos partícipes de la organización −empleados, comité de empresa, representantes sindicales, accionistas, medios de comunicación, etc.−, difícilmente podrán ieseinsight Liderazgo bajo presión: comunicar es clave Las crisis sacan lo mejor y lo peor de las personas. Pueden servir para detectar “líderes naturales” dentro de la empresa, a los que se podría dotar de un rol específico en lo sucesivo. convertirse en “aliados” de la institución para la resolución de la misma. Pensando en el futuro El fruto más valioso de una crisis es la enseñanza que conlleva. Para aprender de los errores y aciertos durante su gestión conviene plasmar por escrito la experiencia en documentos y protocolos que puedan ser consultados en el futuro si se produce una situación parecida. Si ahora, por ejemplo, la comunidad científica tuviera que enfrentarse de nuevo a epidemias como la peste aviar o la gripe A, contarían con protocolos de prevención y de actuación eficaces basados en la experiencia previa, y con los recursos técnicos y materiales necesarios para combatirlas con las mayores garantías. El análisis a posteriori debe extenderse también a las personas que han intervenido en su resolución. Las crisis tienen la capacidad de sacar lo mejor y lo peor de las personas. Pueden aparecer héroes como el piloto C.B. Sullenberger, “Sully”, que logró hacer un amerizaje perfecto en el río Hudson y salvar la vida de los 155 pasajeros a bordo del avión. Y también antihéroes como el capitán del naufragado Costa Concordia, Francesco Schettino, que abandonó la nave dejando a su suerte a pasajeros y tripulación. Son casos extremos, pero útiles para remarcar que las crisis también sirven para detectar la existencia de “líderes naturales” en la organización, a los que se podría dotar de poder o un rol de mentor en lo sucesivo. Premiar los buenos comportamientos y sancionar los que no han estado a la altura es otro de los puntos a considerar. Finalmente, no hay que olvidar la necesidad de llevar a cabo acciones específicamente dirigidas a recuperar el crédito de la institución una vez resuelta la crisis. Así lo están haciendo muchos bancos y cajas tras el escándalo provocado por la comercialización de acciones preferentes sin advertir adecuadamente de las ieseinsight “particularidades” de este tipo de productos. Ante la desconfianza que esto ha provocado entre sus clientes y el malestar que ha causado entre sus empleados, muchos han decidido facilitar el canje de estos títulos por otros para evitar o minimizar las pérdidas a los afectados. Y es que no se puede gestionar una crisis solo con criterios económicos. La presión del momento puede hacer que la empresa actúe con una visión de corto plazo, tratando de evitar determinados desembolsos o escondiendo parte del problema, pero es un error que puede desembocar en crisis más graves a largo plazo. para saber más n n n n n Centro Internacional de Empresas de la Comunicación (IESE-CIEC). Comunicación: casos prácticos, Madrid: Dircom, 2012. Costamagna, R.; Rodríguez Fernández-Hidalgo, E.; Susaeta, L.; Pin Arboledas, J.R. “Repsol - YPF: una expropiación ilegal”, IESE, DPO-260, 2012. Lerbinger, O. The Crisis Manager: Facing Disasters, Conflicts, and Failures. Nueva York: Routledge, 2012. Pin Arboledas, J.R.; Bel, I.; Paniagua, F.J. “Gas Natural Fenosa (A): la misión del dircom en una fusión”, IESE, M-1289, 2012. Sortheix, F.; Ribera, A. “A trader gone mad”, IESE, DPO-115-E, 2008. número 15 cuarto trimestre 2012 35