Primera Junta Revolucionaria de Gobierno

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Las diferentes
fuerzas se agruparon
para dar inicio a
una campaña de
sangrienta represión
que perseguía a los
grupos de izquierda.
Las diferentes fuerzas policiales, militares y paramilitares pro gubernamentales se agruparon para dar inicio a una campaña de sangrienta represión que perseguía a los grupos
de izquierda. En este marco, perdieron la vida de 4 sacerdotes católicos y numerosos dirigentes y militantes de las organizaciones obreras y campesinas. Los grupos de izquierda,
alzados en armas respondieron a la violencia ejercida por el Estado con ataques hacia
los cuerpos de seguridad y a los funcionarios gubernamentales. La represión descontrolada sumergió al país en una grave crisis social. El presidente Romero fue derrocado
por un golpe de estado por un grupo de militares jóvenes el 15 de octubre de 1979 y
se exilió en Guatemala.
Los padres de Carlos Humberto Romero fueron Don José María Romero y Doña Victoria
Mena de Romero. Se casó con Doña Gloria Guerrero de Romero con quien tuvo cuatro
hijos: Carlos Humberto, Luis Felipe, Gloria Valentina y Roxana Carolina Romero Guerrero.
PRIMERA JUNTA REVOLUCIONARIA
DE GOBIERNO
El clima político y social que se vivía durante el gobierno del General Carlos Humberto
Romero era agitado, violento y preocupaba a varios militares que comenzaron a ver
que sería necesario efectuar cambios en el modo de dirigir el país para restablecer la
paz social y política.
Los militares preocupados no solo analizaban la realidad de su país sino que también
se servían de testimonios de otros países. Ponían en estudio la caída del dictador Anastasio Somoza Debayle en Nicaragua a mediados de 1979, la política norteamericana
en defensa de los derechos humanos del presidente estadounidense Jimmy Carter y
entre otras circunstancias.
Anastasio Somoza Debayle.
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En marzo de 1979 el gobierno restablece las garantías constitucionales y el pueblo se
levanta en huelga tomando edificios públicos y organizando manifestaciones. La policía
buscaba ponerle orden a las masas pero no tuvieron éxito. Las familias de otros países
miraban desde el televisor de su hogar la violencia que se vivía en El Salvador. En consecuencia, los gobiernos de Alemania Federal, Japón, Suiza, Gran Bretaña y Costa Rica
decidieron cerrar sus embajadas en El Salvador ante la incontrolabe espiral de violencia.
En marzo de 1979 el
gobierno restablece
las garantías
constitucionales y
el pueblo se levanta
en huelga tomando
edificios públicos
y organizando
manifestaciones.
Finalmente, se buscó ponerle fin a la ola de violencia que se venía suscitando
desde hacía tres años con un golpe de Estado encabezado por el autodenominado
movimiento de la Juventud Militar. De esta manera, se logró derrocar al presidente
salvadoreño en turno, el general Carlos Humberto Romero (1977-1979), poniendo
fin a 17 años de gobierno del conservador Partido de Conciliación Nacional (PCN).
Con este golpe se buscaba cambiar el panorama de agitación social que se vivía. Cabe
recordar que el pueblo se había unido para protestar en las calles, y eran enfrentadas con ataques directos de la Guardia Nacional y el Ejército. A medida que pasaba el
tiempo, los grupos guerrilleros actuaban en la ciudad y en el campo con mayor libertad.
Estas organizaciones no solo se ocupaban de combatir a los cuerpos de seguridad, sino
también al exterminio de los miembros de la Organización Democrática Nacionalista
(ORDEN). Se trataba de una agrupación de masas creada por el gobierno a principios
de los sesenta, que en ese momento cumplía tareas paramilitares o de denuncia de
militantes de izquierda.
Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En El Salvador la violencia vivida era tal que la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) preparaba un
informe condenatorio del gobierno de Romero, que debía presentarse en una reunión
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que se celebraría el 22 de octubre de 1979 en La Paz (Bolivia). Por otro lado, la preocupación había llegado al presidente norteamericano, James Carter, quien se dispuso a
intervenir mediante el envió del subsecretario de estado Viron Vaky. El objetivo era
conversar con Romero para advertirle que debía renunciar o convocar a elecciones
anticipadas, de preferencia en 1980. A cada uno de estos consejos Romero se negaba.
Cuando la situación detonó y los golpistas se decidieron a destituir al presidente, Estados Unidos dio apoyo a los golpistas tras considerar que Romero ya no podía controlar
su país. Tras varios meses de conspiraciones y negociaciones dentro del ejército, el
cuerpo armado avaló el proyecto de la Juventud Militar. También fue respaldado por el
Foro Popular que había sido fundado en septiembre de 1978 y se integraba por organizaciones que en esos momentos luchaban en las calles, como la Federación Nacional
de Trabajadores Salvadoreños (FENASTRAS), que era la más poderosa central sindical,
pertenciente al Frente de Acción Popular Unificada (FAPU), y las Ligas Populares “28
de Febrero” (LP-28). También estaba el Partido Comunista Salvadoreño, a través de su
frente electoral, la Unión Democrática Nacionalista, y de varias agrupaciones sindicales.
Otras fuerzas del Foro Popular eran el Partido Demócrata Cristiano (El Salvador) (PDC),
el socialdemócrata Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) y el Partido Unionista
Centroamericano (PUCA).
James Carter.
Estados Unidos dio
apoyo a los golpistas.
Luego de concretarse varias negociaciones entre los militares, el Foro Popular
y miembros de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (CCIES) (estos
últimos sin el aval oficial de la empresa privada), se formó la primera etapa de la
Junta Revolucionaria de Gobierno (JRG), o Primera Junta, conformada por dos
militares y tres civiles.
Militares: habían sido sugeridos por la Juventud Militar y ratificados por asambleas
realizadas en todos los cuarteles del país. Ellos los coroneles Jaima Abdul Gutiérrez y
Adolfo Arnoldo Majano.
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Civiles: eran Román Mayorga Quiroz, rector de la Universidad Centroamericana “José
Simeón Cañas, de la Compañía de Jesús; Mario Andino, ex vicepresidente de la CCIES,
y Guillermo Manuel Ungo, del MNR.
Esta Junta, este nuevo modelo de dirigencia, tomó una postura centrista y llevaron a
cabo una serie de acciones. Las principales fueron:
Reformas sociales
Reformas sociales
Otra situación
que hacia ruido
dentro de la Junta
Revolucionara era
la ausencia de un
miembro del Partido
Demócrata Cristiano.
Reforma agraria
Nacionalización de la banca y el comercio del café
Se dio fin a violencia de los cuerpos de seguridad contra la población civil
Se implementó un sistema democrático
Se nombró un gabinete de ministros de composición plural, en el que participan antiguos opositores a los gobiernos del PCN, entre ellos, el democristiano Rubén Zamora
como ministro de la Presidencia y el empresario Enrique Álvarez Córdoba como ministro de Agricultura pero también representantes de los sectores conservadores del país
como el coronel José Guillermo García, ministro de Defensa.
Primera junta revolucionaria.
Ante este nuevo panorama político y social, el arzobispo del país mostró su
afinidad y expresó públicamente su esperanza en las buenas intenciones del nuevo
gobierno. Cabe recordar que anteriormente había denunciado los abusos a los
derechos humanos del gobierno del General Romero.
En contraposición los grupos de izquierda hicieron público su descontento y disenso
con el nuevo gobierno mediante protestas y huelgas que tuvieron lugar en todo el país.
Otra situación que hacia ruido dentro de la Junta Revolucionara era la ausencia de un
miembro del Partido Demócrata Cristiano, considerada la organización tradicional y
más fuerte de la oposición salvadoreña. Esto tenía que ver con una maniobra del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) y el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) en el
Foro Popular, que procuraba evitar la llegada de un dirigente demócrata cristiano con
poder o con una influencia que neutralizara a los otros miembros civiles, como José
Napoleón Duarte, Adolfo Rey Prendes o José Antonio Morales Erlich. No obstante, el
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Partido Demócrata Cristiano (PDC) no tenía entre sus planes enviar a sus personalidades
más fuertes, y destinó a la Junta a los jóvenes miembros del sector progresista, como
Mario Zamora, Rubén Zamora, Héctor Dada Hirezi y Jorge Villacorta, quienes igualmente
obtuvieron puestos claves, como el Ministerio de la Presidencia y los ministerios clave.
Lo que puso en estado de alerta a la empresa privada que no saboteó a su representante fue la presencia de Mayorga, de Ungo y de los progresistas del PDC, así como de
figuras ligadas a los jesuitas de izquierda. Por su parte, los militares tradicionales, interinamente replegados, también se pusieron en guardia. En este marco, tuvieron lugar
una serie de pugnas entre los participantes civiles en el gobierno, y entre éstos y los
militares. De esta manera, se vislumbraba que la alianza no se sostendría en el tiempo
y el ejército comenzó conversaciones paralelas con los miembros tradicionales del PDC.
Los militares
tradicionales,
interinamente
replegados, también
se pusieron
en guardia.
Primera Junta Revolucionaria.
Esta situación tensa entre las organizaciones de masa y la JRG debilitaba la
esperanza que mantenía el pueblo de El Salvador de cambiar el panorama de
violencia del país. A pesar de que el PCS dio se “apoyo crítico” al gobierno y varios
de sus más destacados militantes ocuparon ministerios, viceministerios y oficinas, el
FAPU se lanzó a la lucha de calle junto con el Bloque Popular Revolucionario con el
objetivo de pedir un pliego petitorio muy similar al que planteaba la Proclama de la
Fuerza Armada como parte de su plan de gobierno: reajuste en los salarios, reforma
agraria, disolución de ORDEN, congelamiento de alquileres, etcétera.
A estos movimientos se le sumaron la toma de pequeñas poblaciones que encabezaron las LP-28 con el consentimiento del Ejército Revolucionario del Pueblo (El Salvador)
quienes llamaron a la insurrección. Estas acciones fueron combatidas por las fuerzas
de seguridad, con importantes bajas entre sus militantes y la población civil. En tanto,
la represión contra la izquierda no se detenía porque numerosos oficiales de la Fuerza
Armada, alimentaban sus lazos de colaboración con los escuadrones de la muerte (grupos ultraderechistas) bajo el nuevo gobierno. Esto era igual a lo que ocurría durante la
presidencia del general Romero, pero en este caso se ejercía presión sobre cualquier
funcionario de la Junta que intentara poner en marcha el plan de reformas prometidas.
Los grupos ultraderechistas actuaban con impunidad, matando a los sospechosos de
ser simpatizantes de las organizaciones armadas de izquierda e incluso a miembros del
Partido Demócrata Cristiano (PDC) a pesar que éste partido apoyaba al nuevo gobierno.
A una semana de que la JRG tomara el poder, los organismos de derechos humanos
denunciaron un centenar de muertos debido a la violencia política. El clima de violencia
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que debería haber sido calmado no se pudo detener y se registraron números hechos
negativos que seguían desgastando la situación social del país, como:
Toma de fábricas e instituciones públicas como los ministerios de Trabajo y Economía
Persecución de la guerrilla contra los militantes de ORDEN (disuelta mediante decreto a
los pocos días del golpe de estado)
Diversas manifestaciones diarias
Ataques a guarniciones de la Guardia Nacional
Conflicto de los sectores institucional y conservador del ejército con los militares jóvenes, y éstos echaron en cara a sus antiguos aliados el sabotaje contra la Proclama.
Ante este desalentador panorama, el 28 de diciembre de 1979 se concretó un encuentro
entre los miembros del gabinete civil, la JRG y representantes de los diferentes sectores
del ejército. El resultado de esta reunión fue un enfrentamiento que llevó a la ruptura
de la Primera Junta.
El ambiente de violencia que transitaba el país por los enfrentamientos entre los grupos armados de izquierda, los escuadrones de la muerte y los cuerpos de seguridad
se mantuvo por largo tiempo. Era una situación de pre-guerra, mientras la esperada
reforma agraria tardaba en implementarse.
El ambiente de
violencia que
transitaba el país por
los enfrentamientos
entre los grupos
armados de
izquierda, los
escuadrones de la
muerte y los cuerpos
de seguridad
se mantuvo por
largo tiempo.
Mural a Oscar Arnulfo Romero.
Mientras tanto tenían lugar disputas dentro de la Junta que muy pronto se evidenciaron. Por un lado, el Coronel Majano era partidario de los sectores militares progresistas
y, por otro lado, el Coronel Gutiérrez era representante de los sectores conservadores
de la Fuerza Armada.
Los primeros días de enero de 1980, los 3 miembros civiles de la Junta, dimitieron, junto
con el gabinete de ministros, excepto el ministro de defensa, coronel García. Quien
actuó de mediador en la pelea fue el arzobispo Óscar Arnulfo Romero que se encargó
de reunirlos el 2 de enero para encontrar una solución. Sin embargo, este intento de
reconciliación no tuvo éxito ya que ese mismo día renunciaron varios miembros del
gabinete, y las dimisiones continuaron durante varias semanas. A los pocos días se formaría una nueva Junta de Gobierno.
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