[19] Se acaba de publicar en Nueva York, por una casa suramericana, una nueva edición, lujosísima por cierto, de los varios poemas, y más notables composiciones sueltas, del poeta español Don Gaspar Núñez de Arce. Lleva el libro, gallardamente impreso, un prólogo en todo sentido notable del escritor colombiano Miguel Antonio Caro, en que flagela ásperamente al poeta por la confusa y convencional duda de que alardea a las veces originar su inspiración, y la ensalza sin medida y sin rebozo por los rasgos de poesía delicada y genuina que, como en el “Idilio,” suelen brillar entre sus trabajadas composiciones, en las que el genio del bardo se ve a cada paso azotado y empequeñecido por las cóleras, rencores y vacilaciones del diputado a Cortes. Casi son esas las palabras textuales del prólogo, de que damos a nuestros lectores esta breve primicia. Weiss, escritor de París, muy conocido, dice así en un artículo reciente sobre la familia del príncipe Bismarck:—“Tales son los Bismarck: una raza de centauros y nemrodes, coraceros, dragones, carabineros, y a veces diplomáticos, hábiles en promover las medidas confiadas a ellos, y no menos hábiles en hacer triunfar los propósitos propios. En toda época y en todo pueblo hubiera sido el príncipe Bismarck un hombre superior y sin par, por la acción invencible de su innato genio. Pero todos sus antepasados le han legado algo de sí mismos. Un gran hombre es, después de todo, el punto culminante de una familia.” Enrique Labouchére es, con Edmundo Yates, el periodista más notable hoy de Inglaterra. Dice cuanto le place, de una manera elegante y desenvuelta. Escribe de una manera personal, y da a sus artículos toda la volubilidad e inquietud de la mente humana. Deja vagar la pluma por donde vaga la imaginación. No fuerza a su ingenio a concentrarse en determinado aspecto de determinado asunto. Ahora se ha puesto en boga entre los temibles ladrones ingleses, que están pasmosamente organizados, el hábito de robar cadáveres de personas notables, por cuyo hallazgo pagan las familias grandes sumas. Y como hace poco que fue robado el cadáver de un noble benigno y letrado, y muy querido en vida, el conde Crawford, Labouchére habla de este suceso en frases que copiamos, porque dan muestra de su estilo, grandemente aplaudido en Inglaterra, donde la prensa venía teniendo ya un carácter ficticio y monótono. —“Confiesodice Labouchere—, que lamentaría mucho la muerte de un pariente mío; pero vería con rematada indiferencia la pérdida del cuerpo de mi pariente; porque, después de todo ¿qué puede significar que el cuerpo de un pariente nuestro se descomponga en gases en un lugar o en otro? El cuerpo no es más que un traje: se le usa durante la vida, y se le arroja luego!” Es curioso, y desmentido a la larga por toda lección histórica, por el descortezamiento de los pueblos del Norte a manos de los cultos pueblos del Sur, por la mejora de Alemania en su contacto con Roma y Grecia, por la captura del Norte de Europa, por los habitantes del Mediodía del Asia, por la sumisión del elemento gótico en España al elemento árabe, por la influencia que ejerce Francia en Inglaterra y en los Estados Unidos, y por la independencia de estos mismos debida a los socorros materiales de Francia;esto que dice el Herald y, que es muy instructivo:“Hay algunas huellas de origen español en California, y aquí y allí leemos nombres españoles que salen al frente en los negocios o en la política del Estado. Pero parece a algunos observadores ser una ley que dondequiera que el elemento sajón eche raíz, absorba a las demás nacionalidades. Aun los alemanes, que son una raza vigorosa, que contiene muchos elementos de fuerza e independencia, abre paso gradualmente en muchos lugares a los anglosajones. Es cierto que la República de los Estados Unidos hablará siempre inglés. Sabemos de tentativas hechas para preservar las costumbres y hábitos de los pueblos europeos, pero estas tentativas terminan con la generación que las impone. Los hijos se americanizan, y triunfa el elemento norteamericano.” Más propio fuera afirmar que lo que tiene de original el elemento norteamericano es la mezcla provechosa de los elementos de todos los países. Los Estados Unidos dan a los europeos la lengua que hablan, y la libertad que respetan y amparan en cambio del espíritu audaz y cultivado que les llevan los europeos. Allí no hay más maravilla que el respeto a los derechos humanos, y la facilidad, por él originada, de acumular fortuna. El Times de Londres ha venido tomando un interés notable en popularizar la carne de cocodrilo. Varios de sus corresponsales de África concuerdan con algunos empleados del gobierno inglés en recomendar como nutritiva y agradable la carne de este anfibio temible, que es igualmente grata, a juzgar por lo que dicen los ingleses, ya se la coma ahumada, ya asada, ya hervida, ya servida casi cruda, o completamente cruda, como gusta a los alemanes y a los ingleses. La Opinión Nacional. Caracas, 27 de enero de 1882 [Mf. en CEM]