Alcance de la cláusula de estilo "libre de obligaciones y gravámenes'' ante las limitaciones a la propiedad I Emilio Biasco Marino. — Rev. ABU, vol. 78, n8 7-12, p. 195-207 (jul./dic. 1992)________ 1.2. Alcance de la cláusula de estilo "libre de obligaciones y gravámenes" ante las limitaciones a la propiedad Por el Esc. Emilio Biasco Marino Sumario I) INTRODUCCIÓN. II) DESARROLLO TEMÁTICO. III) ANTECEDENTES DOCTRINA­ LES. IV) LIMITACIONES AL DERECHO DE PROPIEDAD. A) Restricciones administrativas. B) Servidumbres Administrativas. C) Expropiaciones. V) LAS OBLIGACIONES LEGALES. A) Distinción entre normas de relación y normas de acción. B) Caracteres de las obligaciones legales. VI) LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD ANTE LAS OBLIGACIONES LEGALES. A) Consideraciones respecto de los elementos esenciales de los contratos. B) Interpretación de los contratos. C) Limitaciones no aparentes. VII) ALCANCE DE LAS DENOMINADAS CLAUSULAS DE ESTILO. VIII) CONCLUSIONES. Escribano Roque Molla.- Hoy le corres­ ponde a la Comisión de Derecho Público disertar en este Ciclo de Conferencias organizado por el Instituto de Investigación y Técnica Notarial, sobre un tema de enorme trascendencia. las limitaciones a la propiedad, las cuales, obvia­ mente, pertenecen al ámbito del Derecho Públi­ co y, por tanto, en buena medida escapan a lo que se llama comúnmente: la autonomía de la volun­ tad de las partes. Descontamos, por supuesto, la enjundia del disertante, Prof. Emilio Biasco, a quien no va­ mos a presentar pues es ampliamente conocido por todos nosotros por su actuación en la Facul­ tad y en la docencia y, asimismo, por su calidad de Coordinador de la Comisión de Derecho Pú­ blico. 1.- Cada tanto tiempo el tema vuelve a tener actualidad. Le estaba comentando a los compa­ ñeros del grupo de Derecho Público que hace unos días consultaba en la Revista de Derecho, Jurisprudencia y Administración, un informe del profesor de Pena, Catedrático de Derecho Administrativo, firmado en 1891, sobre una con­ sulta parecida al asunto que hoy nos convoca. El tema a tratar tiene una enorme impor­ tancia, no sólo a nivel científico sino también de investigación aplicada, por cuanto determina las normas a seguir en nuestra actividad de todos los días. El tema sobre el cual se va a disertar es: "Alcance de la cláusula de estilo libre de obligaciones y gravámenes' ante las limitaciones a la propiedad". I. INTRODUCCIÓN Escribano Emilio Biasco.- Para tratar este tema vamos a tener que incursionar en zonas que no nos pertenecen desde el punto de vista de la especialidad —como es el Derecho Privado, fundamentalmente el Civil— pues se trata de un tema que está cabalgando entre normas de Derecho Público y Derecho Privado. Ello es así porque refiere a problemas que se plantean en el medio del cumplimiento de obli­ gaciones contractuales, pero que en realidad son obligaciones de carácter legal, relacionadas con 2.- O sea que, más de un siglo después, volvemos a referirnos a un tema recurrente que, además, se ha planteado en el transcurso de los años, dando lugar a diversas sentencias, porque si uno de nuestros Tribunales en los que se puede observar que a menudo se presentan ca­ sos en donde una de las partes pretende la resolución de un contrato en base a un presunto incumplimiento de la cláusula de marras. En esos casos, como la propiedad se vendió libre de obligaciones y gravámenes y aparece soportan­ do restricciones en cuanto al retiro que supone la pérdida de la utilización real de un tercio, de la mitad y a veces hasta de los dos tercios de la superficie total del terreno, el comprador alega que, de haber conocido con anterioridad esa situación no hubiera realizado la compra, por lo que solicita al Juez la rescisión del contrato o el pago de daños y perjuicios por incumplimiento de una cláusula de carácter contractual, a la que generalmente se le llama "cláusula de estilo" y, 196 REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 que a mi juicio, en parte puede tener esa denomi­ nación y en parte no debiera tenerla. 3.- La intervención de esta noche se basa en una consulta que ha presentado un Juzgado Letrado del interior sobre un caso que está planteado ante los Tribunales y que el Juez decidió solicitar opinión a la Asociación de Escri­ banos del Uruguay, lo cual pone de manifiesto, en buena medida, el prestigio de la Asociación y de las opiniones que expide a través de sus Comisiones, dado que reiteradamente está re­ cibiendo consultas de distintos Tribunales na­ cionales. Esto es algo que honra a la actividad de la Asociación, porque se considera no solamente el nivel técnico, sino también una solvencia moral en cuanto a que las opiniones que da no son parcializadas, son objetivas y tienden a so­ lucionar los problemas a través de la aplicación científica del Derecho. H. DESARROLLO TEMÁTICO 1.-E1 estudio de este tema supone el análisis de lo que se denominan limitaciones a la pro­ piedad, que genéricamente abarca, como va­ mos a ver, las llamadas restricciones adminis­ trativas, como los retiros frontales o laterales u otros de menor cuantía, las servidumbres y las expropiaciones. Estas son las tres grandes cate­ gorías de limitaciones a la propiedad. 2.- Simultáneamente tendremos que consi­ derar el origen, la naturaleza y el alcance de lo que se llaman las obligaciones legales, porque, de alguna manera, todas estas limitacio­ nes a la propiedad deben surgir, necesariamen­ te, de textos legales habilitantes, habida cuenta de que la propiedad es un derecho constitucionalmente protegido y, además, limitable exclu­ sivamente por ley. 3.- Posteriormente, y dado que estamos en presencia de situaciones que se aplican en una parte de la vida de un contrato, como lo es su ejecución, también es necesario hacer alguna referencia a la autonomía de la voluntad ante las obligaciones legales. Es por eso que les decía que me iba a entrometer un poco en el derecho de las obligaciones, pero solamente con la intención de aportar elementos de apoyo para llegar a la solución que considero correcta. 4.- A continuación, nos referiremos al al­ cance de las denominadas cláusulas de es­ tilo, puesmerecen algunas consideraciones afin de ver si esta cláusula "libre de obligaciones y gravámenes" es efectivamente de estilo, y en caso de serlo, si es en su totalidad o sólo en parte; y en este caso, en qué parte. 5.- Por último, señalaremos algunas conclu­ siones generales para redondear el tema y dejar esbozada, en lo posible, una posición esclarece­ dora. 6.- Ante todo, voy a hacer referencia al objeto de la consulta actual para que el tema no parezca algo abstracto; por el contrario, es algo bastante concreto que le puede pasar a cualquier colega. Se solicita se aclare si la frase de estilo "libre de obligaciones y gravámenes" hace referencia a embargos, interdicciones, rei­ vindicaciones e hipotecas —es decir, todo lo que puede tener un correlato registrai— o si com­ prende, además, a las servidumbres adminis­ trativas, o sea aquéllas que son impuestas por la Administración. HI. ANTECEDENTES DOCTRINALES 1.-Anteriormente ya se había expedido so­ bre el tema la Comisión Directiva de la Asocia­ ción de Escribanos del Uruguay. Es importante decir esto a la hora en que se está desarrollando una charla sobre este tema, pues estamos tam­ bién realizando una especie de revisión sobre lo que se estudió con anterioridad, ya que la Aso­ ciación podría haber dicho que si ya se expidió anteriormente, suscribía lo que se dijo en el año 1986. Con eso terminaba la consulta y se manda­ ba una copia de aquella resolución. Sin embargo, la Comisión Directiva vuelve a pasar la consulta a los Institutos especializados de la Asociación, y entonces hay que reestudiar el tema. 2.- El informe referido está publicado en la Revista de la Asociación de Escribanos, Tomo 72, número 7 a 12 de 1986, página 252 y siguientes. Allí se preguntaba si la servidumbre non edificandi contraviene o no la cláusula "título bueno y libre de obligaciones y gravámenes" Como ven, es aproximadamente la misma materia, con muy leves modificaciones. 3.- ¿Qué decía el informe aprobado por la Directiva en sesión del 6 de noviembre de 1986? En resumen, se suscribió el informe de la Comi­ sión de Derecho Civil, actuando como miembro informante el Esc. Arezo Píriz, cuyas conclusio­ nes fueron: "1) Dicha cláusula no constituye una* condición resolutoria expresa. 2) Tampoco cabe la aplicación de la condición resolutoria implí­ cita del artículo 1439 del Código Civil, pues ifK 197 DOCTRINA hubo hecho ilícito ni hubo culpa por parte del vendedor. IV. LIMITACIONES AL DERECHO DE PROPIEDAD 3) Los contratos deben ejecutarse de buena fe, según el artículo 1291 del Código Civil, obli­ gando no sólo a lo que en ello se expresa sino a todas las consecuencias que, según su naturale­ za, sean conforme a la equidad, al uso o a la ley. 1.- Para introducirnos en el tema de las limitaciones al derecho de propiedad, recorde­ mos brevemente —por una cuestión de méto­ do— algunos conceptos legislativos sobre el do­ minio o propiedad. 4) La existencia de una servidumbre muni­ cipal non edificandi no supone el incumplimien­ to del vendedor, y que conforme a los usos no­ tariales, la cláusula libre de obligaciones y gra­ vámenes, no comprende a la cláusula non edi­ ficandi de retiro. Conforme lo dispone el art. 486 del Código Civil el dominio o propiedad es el derecho de gozar y disponer de una cosa arbitrariamente, no siendo contra la ley o contra derecho ajeno. Ami juicio, este es un texto claro en el sentido de que la propiedad admite limitaciones, in­ dependientemente de que ya las admite la Constitución de la República en el art. 32. Es­ tamos hablando en el plano del Derecho Priva­ do. 5) Actuando como un buen padre de familia —que es una expresión que todos conocemos en Derecho— el comprador debe estimar si existen servidumbres sobre el bien que pretende adqui­ rir. 6) Salvo que se hubiera pactado una condi­ ción expresa, las limitaciones legales a la propie­ dad no están incluidas en la cláusula referida y no pueden dar lugar a resolver el contrato" 4.- Sobre el asunto que tenemos ahora en consulta en la Comisión de Derecho Público ya ha informado, nuevamente, la Comisión de De­ recho Civil, según repartido 40/92 de la Asocia­ ción de Escribanos, en cuyo informe se comparte en esencia los argumentos de la consulta referi­ da anteriormente con muy leves modificaciones. 5.- También existe un informe de la Comi­ sión de Derecho Registrai, repartido 69/92, en donde se sostiene abreviadamente que las servi­ dumbres administrativas son oponibles al margen de la publicidad registrai, que no deja de ser una simple publicidad noticia, y ésta no tiene razón de ser en los Registros Públicos. Se reco­ mienda en ese informe que, antes de su constitu­ ción, las servidumbres administrativas se deben relevar en planos de mensura con la mención de la afectación del predio y la inscripción en la oficina catastral correspondiente. También dice que debería establecerse la inscripción precep­ tiva y con efectos declarativos de la servidum­ bre. 6.- Nosotros nos permitimos discrepar, no con la solución final —que desde ya adelantamos que es la misma que sostiene la Comisión de Derecho Civil y la de Derecho Registrai—, sino con la metodología y las razones que se dan para llegar a esas conclusiones. Por otra parte, el art. 482 del mismo Código establece que: El ejercicio de esos derechos queda subordinado a las prohibiciones de las leyes o reglamentos, y a la imperfección del dominio, resultante de las convenciones o de la voluntad del testador. Es decir que el ejercicio del derecho que integra el dominio o propiedad queda subordi­ nado a prohibiciones legales y reglamentarias; y estas últimas sólo son aceptables en la medida en que signifiquen la aplicación de una ley, o sea la aplicación de reglamentos de ejecución de las leyes, y no reglamentos de los que se llaman autónomos, en cuanto para su emisión no es necesario que exista una ley habilitante. En nuestro Derecho, un reglamento sin el debido respaldo legal, no podría establecer limitacio­ nes a la propiedad. Si se dicta un reglamento en esa materia es porque existe una ley previa, que está autorizando que esa materia se regule —además— por vía reglamentaria. En definitiva: la propiedad está limitada por las leyes y los reglamentos de ejecución de leyes preexistentes. 2.- Por otro lado, al hablar de las servidum­ bres, el Código dice que son gravámenes im­ puestos sobre un predio en beneficio de otro predio de distinto dueño o en interés público, (art. 550) y que las servidumbres provienen de la ley o de la voluntad de los propietarios. Por lo tanto, está reconociendo, en lo que a nosotros nos interesa, que existe una fuente legal de servi­ dumbres, independiente del ámbito de voluntad de las partes. 198 Las servidumbres legales tienen por objeto la utilidad general o de un pueblo o de los particulares, dice el art. 556 del Código Civil. Podrían ser de utilidad de los particulares, in­ cluso las servidumbres legales, pues aunque se instituyan en interés general, el beneficiario puede serlo un particular. Vamos a ver qué consecuencias tiene el hecho de que se esta­ blezcan servidumbres en benefício de los parti­ culares. El art. 557 del mismo cuerpo de leyes esta­ blece que: Las servidumbres legales que tienen por objeto el interés de los particulares, pueden ser derogadas o modificadas por la voluntad de éstos; pero cuando tienen por objeto la utilidad general no pueden ser derogadas o modificadas por la voluntad de los particulares. Quiere decir, entonces, que la única posibilidad de que las servidumbres legales puedan ser modificadas por los particulares, por voluntad de las partes, es esa hipótesis prevista en el art. 557 del Código Civil. 3.- No vamos a adentrarnos en el estudio de las servidumbres. Sólo quiero aclarar algo que se sabe desde la época de Guillot, es decir, desde principios de este siglo. Guillot criticaba a Tristan Narvaja —a mi juicio, con razón— por haber incluido dentro del Capítulo de servi­ dumbres una serie de limitaciones a la propie­ dad que no son realmente servidumbres, que no lo son en el Derecho Comparado actualmente y que no lo eran tampoco en la época en que Narvaja redacta el Código nacional. En el Có­ digo argentino, por ejemplo, que es de la misma época que el nuestro, se separan claramente ambos conceptos, y los modelos extranjeros utilizados por Narvaja también separaban las restricciones, de las servidumbres. Pero, esto es una cuestión de carácter menor que no vamos a desarrollar, y solamente la mencionamos por­ que pareciera que nuestro Código Civil no trata las restricciones a la propiedad, y sí las trata, pero lo hace en el Capítulo de las servidumbres como si fueran servidumbres y no lo son. 4.- Vimos en qué consistía la propiedad y que la misma es limitable, no solamente para el Código Civil sino, fundamentalmente, para la Constitución de la República, tal como lo esta­ blece el art. 32 en su primera oración. El derecho de propiedad no es absoluto, ni exclusivo ni perpetuo. Por razones de interés general, de necesidad o de utilidad pública, admite o debe soportar restricciones que inciden sobre lo ab­ soluto del derecho; servidumbres que inciden REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 sobre lo exclusivo del derecho y expropiaciones que inciden sobre lo perpetuo del derecho de propiedad. Por lo tanto, el derecho de propiedad no es absoluto, ni exclusivo, ni perpetuo porque admite estos tres tipos de limitaciones. Se dice que estas limitaciones son "administrativas". Esta es una nomenclatura que está extendida1 pero resulta peligrosa en cuanto puede llevar a la confusión de que la Administración, por sí misma, puede establecer ese tipo de limitacio­ nes, cuando, en realidad, como dije, no lo puede hacer. Son limitaciones de derecho o de interés público sobre la propiedad, que requieren un acto legislativo nacional. Cuando se dice que son limitaciones ''ad­ ministrativas", hay que entender esa expresión en el sentido que la Administración puede exigir su cumplimiento, en aplicación de una ley. La vamos a seguir utilizando, porque toda la doc­ trina la utiliza, pero el estricto sentido de la expresión puede llevar a equívocos. Entonces, sería más conveniente hablar de restricciones legislativas realizadas en interés público, res­ pecto al derecho de propiedad. 5.- La categoría general es la de limitación. Pero la doctrina distingue también entre "lími­ tes" y "limitaciones". Los límites a la propiedad son los naturales, los que se dan por el ejercicio normal de los derechos. Todos, ejerciendo nuestras libertades, tenemos límites naturales, que son las libertades del prójimo, sin que se requiera una norma expresa al respecto, y existen otras limitaciones que se establecen por normas jurídicas expresas. A éstas que se esta­ blecen por normas jurídicas expresas se les lla­ man limitaciones, diferenciándolas, precisa­ mente, de los límites, que son los confínes na­ turales, extrajurídicos o metajurídicos de los derechos y las libertades. A) Restricciones administrativas. 1.- En esa categoría amplia de limitaciones tenemos, en primer término, lo que llamamos restricciones, que son condiciones o cargas legales que constriñen o reducen la amplitud del derecho de propiedad, a los efectos de atender necesidades generales. Como ejemplo de res­ tricciones comunes tenemos los apoyos de cables eléctricos o telefónicos que se realizan en las ciudades por cantidades industriales y que aparecen en todas las construcciones, aunque también eso ocurre en las zonas rurales y subur­ banas; fijación de chapas con nombres de calles o indicaciones de tránsito; cables o cañerías 199 DOCTRINA subterráneas; altura mínima o máxima de los edificios; estilos de construcción; retiros fronta­ les y laterales; etcétera. Son innumerables, y cada vez serán más; en la medida en que se sigan agolpando las poblaciones en las ciudades se van a generar cada vez más restricciones de similar naturaleza, tendientes a facilitar la convivencia social que se va entorpeciendo por efecto de la referida aglomeración. 2.- Las restricciones no implican desmem­ bramiento del dominio, sino que son cargas menores que por sí mismas no producen daños y se compensan con los beneficios que a su vez recibe cada propietario. Por ejemplo, podríamos decir que nos molesta que pasen los cables de luz por delante de nuestra propiedad, pero a su vez nos estamos beneficiando de la toma de luz de esa conducción de electricidad. En términos generales se considera que esa carga debe so­ portarse, porque significa, además, un beneficio para cada uno de los usuarios de esos servicios. De todas maneras, para establecer restric­ ciones debe actuarse con previa habilitación legal. Así lo establece el artículo 32 de la Cons­ titución cuando dice que "la propiedad es un derecho inviolable, pero sujeto a lo que dispon­ gan las leyes que se establecieren por razones de interés general". Entonces, se requiere ley ha­ bilitante y, a continuación, por acto legislativo departamental —que es lo que ocurre con las disposiciones de los Gobiernos Departamenta­ les— o por actos administrativos de los Entes Autónomos o Servicios Descentralizados nacio­ nales se pueden determinar las características y el alcance de estas restricciones. 3.- Los caracteres de las restricciones, como los de todas las limitaciones a la propiedad, son generales, constantes y actuales; son obli­ gatorias, variadas e ilimitadas; por sí mismas no son indemnizables, fundamentalmente por el carácter de ser cargas generales, soportadas o soportables por toda la población —por lo tanto no tendría sentido la indemnización ya que ha­ bría que indemnizar a todo el mundo; las in­ demnizaciones tienen sentido cuando los perju­ dicados son un grupo menor de la población y, entonces en base al principio de igualdad ante las cargas públicas, se debe indemnizar a ese grupo de personas que está recibiendo el per­ juicio en forma exclusiva, mientras el beneficio es recogido por el resto de la población—; son imprescriptibles y ejecutorias en el sentido de Jue la Administración las realiza motu propio sui mayores trámites ante el propietario de ese bien. B) Servidumbres administrativas. 4.- Las servidumbres afectan la exclusivi­ dad del derecho de propiedad. Dijimos que la denominada servidumbre administrativa es un derecho real público constituido en inmueble ajeno para cumplir con una utilidad, con una finalidad pública. Se discute si corresponde o no que sean indemnizables. En general se sostiene que sí, en la medida que suponen un gravamen o una carga sobre la propiedad. Como dije, ello ocurre cuando se trata de pocos propietarios los que realmente tienen que soportar esta carga. Un ejemplo de ello es el tendido de cables que se efectúa en las zonas rurales, esas grandes torres que vemos cuando transitamos por las carreteras, que a veces la cruzan y a veces se ubican en forma paralela. Como se sabe, en esos lugares, el propietario no puede utilizar muchos metros cuadrados de su terreno. Tampoco puede utilizar zonas aledañas ni puede realizar cier­ tas construcciones en zona cercana, o hacer determinadas plantaciones, etcétera. Eso lo están padeciendo algunos propietarios, no todos los propietarios rurales, y por lo tanto allí se compadece que exista una indemnización por­ que se está privando de la utilización total de ese bien. Aunque siga siendo propietario, no lo puede utilizar. Hay un daño que debe ser re­ sarcible en aplicación del principio de igualdad ante las cargas públicas, porque mientras el beneficio es general, el perjuicio es de unos pocos. 5.- Para constituir estas servidumbres tam­ bién se requiere ley habilitante. No es posible que se haga por acto administrativo, aunque éste puede determinar la ubicación y las modalidades. La UTE está habilitada gené­ ricamente por ley para realizar ese tipo de actividades en perjuicio de la propiedad priva­ da. UTE es la institución que está cum­ pliendo con una disposición legal habilitan­ te; los actos administrativos que dicte en con­ secuencia son actos de ejecución de esta norma general. 6.- Como ejemplos de servidumbres ad­ ministrativas podemos citar: los caminos de ribereños, las servidumbres de acueducto, de gasoducto, las servidumbres ferroviarias y las zonas aledañas por donde pasan esos me­ dios de transporte, los bienes históricos, etcé­ tera. 200 C) Expropiaciones. 7.- Y por último vimos que también está comprendida dentro de las limitaciones a la propiedad la expropiación, que es un instituto de Derecho Público, mediante el cual la Admi­ nistración, para el cumplimiento de fines pú­ blicos establecidos por ley —necesidad o utili­ dad pública, dice la Constitución—, logra coac­ tivamente la adquisición de bienes muebles o inmuebles siguiendo un procedimiento deter­ minado y pagando una justa y previa compen­ sación. Este procedimiento de la expropiación, por ser la más grave de las limitaciones de los de­ rechos, está reglado directamente por la Cons­ titución y, además de reglarlo, establece, tam­ bién, que la indemnización es preceptiva y pre­ via, cosa que no ocurre con las otras dos limi­ taciones. En estos casos, habrá que demostrar en cada uno de ellos el daño, y en ese caso se reparará. Mientras que en el caso de la expro­ piación, la Constitución dispone directamente la indemnización reajustada. Siempre se debe una indemnización, la cual deberá ser puntual y actualizada. 8.- Todos estos elementos de las limitacio­ nes a la propiedad se denominan, en el ámbito del Derecho Público "régimen administrativo de la propiedad privada" Las limitaciones de la propiedad en interés público están reguladas por el Derecho Público, primero constitucional y luego administrativo, en ese orden, bajo el de­ nominado régimen administrativo de la pro­ piedad privada. Se trata de una materia en la que están en juego intereses públicos y genera­ les, lo que autoriza a sacrificar en mayor o menor grado los intereses particulares. REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 infranqueable. Constituyen medios para realizar el interés general cumpliendo la función pública y desarrollando los servicios públicos. Se trata de vínculos, por definición y esencia, ontológicamente unilaterales, no recíprocos. Son exigibles, en general, por un ente público, una persona pública estatal, y no atribuibles por la sola circunstancia de ser titulares de un predio, como ocurre, por ejemplo, con las servidumbres en el Derecho Privado, que son cargas de un predio en favor de otro, impuestas al titular de un predio en favor del titular del predio contiguo. Suponen restricciones, abstenciones o toleran­ cias, por un lado: toleramos que pongan unos cables, los carteles indicadores, a veces contra el muro de la propiedad o donde sea necesario; pero también implican obligaciones de hacer o de dar. Afectan a la persona en cuanto titular de la propiedad y afectan el goce, a veces, el ejercicio del derecho de propiedad y, otras veces, la dis­ posición. ll.-Pueden dar lugar o no a indemnización. Vimos que hay casos en que obligatoriamente, en el extremo mayor, la expropiación siempre da lugar a indemnización, mientras que en el opuesto nunca la hay. Entremedio se dan una serie de situaciones en donde, por las circuns­ tancias que he señalado corresponde que se indemnice, y en los hechos se han dado nume­ rosas sentencias en nuestro país que han ad­ mitido claramente la indemnización en esos casos. También lo han admitido las normas, por lo que no siempre hubo que recurrir a la vía judicial para obtener resarcimiento, ya que hay normas que establecen las indemnizaciones en estos casos. V. LAS OBLIGACIONES LEGALES 9.- Vamos a ver toda la importancia que tiene esta infraestructura jurídica, y hasta diría ideológica, de lo que son las limitaciones a la propiedad. 1.-Todas estas limitaciones a la propiedad tienen el común denominador de que se trata de obligaciones legales. Entonces, tenemos que realizan algunas referencias en materia de obligaciones legales. En esta materia, el interés particular se subordina al interés general, aun contra o prescindiendo de la voluntad individual —este es uno de los elementos claves—y con indudable sacrificio de sus intereses. 2.- Las obligaciones nacen, entre otras fuentes, según el art. 1246 del Código Civil, por disposición de la ley. De esto no hay duda al­ guna; son, simplemente, reiteraciones para acercarnos al tema. 10.- Las limitaciones de Derecho Público surgen ex lege, es decir que son establecidas por la ley. Son coactivas y no son recusables, es decir que no hay forma de desprenderse de ellas. La voluntad de las partes choca contra esa barrera O sea que las obligaciones pueden surgir sin o contra la voluntad del obligado, en este caso porque es la ley, que es un acto superior. Es| nunca puede ocurrir entre particulares. Además puede surgir sin su consentimiento. DOCTRINA A) Distinción entre normas de relación y normas de acción. 3.- ¿De dónde surge este tema de las obli­ gaciones legales? De acuerdo con cierta doc­ trina recibida y perfectamente aplicable en nuestro país, el ordenamiento jurídico puede clasificarse desde el punto de vista objetivo, pero también puede clasificarse desde el punto de vista subjetivo, es decir atendiendo a las situa­ ciones jurídicas en que se encuentra el individuo respecto a la norma. 4.- Visto desde este punto de vista —y aquí estamos en la Teoría General del Derecho— podemos encontrar dos grandes categorías de normas: las denominadas normas de relación y las que se llaman normas de acción. 5.- Las normas de relación son aquéllas que establecen los vínculos existentes entre el Estado y, en general, las personas jurídicas estatales y los particulares. Regulan aspectos sustantivos de las relaciones jurídicas, es decir lo que llamamos derechos y libertades, y de esas normas se derivan —digamos— relaciones ju­ rídicas bilaterales, que comúnmente llamamos derechos, cuando son activas y obligaciones cuando son pasivas; pero que forman parte de una misma relación, o las podemos llamar: in­ tereses legítimos por un lado y sujeciones por el otro. 6.- Como efecto de las normas de relación, los intereses públicos que esas normas recono­ cen y tutelan se elevan a la categoría de derechos subjetivos públicos, los cuales son atribuidos a la Administración, colocando al ciudadano en la posición pasiva de obligado. En consecuencia, el obligado de una obligación legal es el particular, y quien ejerce la contrapartida, el derecho, es el organismo público. Allí se da, entonces, la rela­ ción jurídica activa y pasiva. 7.- El otro grupo de normas se llama nor­ mas de acción, que no son las que nos interesan ahora, pero a las que nos vamos a referir, porque al mencionar el primer grupo también es con­ veniente aludir al segundo. El segundo grupo de normas, las de acción, está dirigido al funcio­ namiento de la Administración. Por consi­ guiente, son normas de carácter instrumental y no sustancial. 8.- Además, las normas de acción están supeditadas a las de relación. Las más impor­ tantes y las primeras son las normas de relación, 201 que son las que regulan las situaciones sustan­ ciales, mientras las normas de acción son sub­ sidiarias. 9.- Voy a poner un ejemplo de normas de acción y otro de normas de relación. Norma de relación es aquella que establece o que regula el derecho de propiedad. Allí vamos a tener normas constitucionales y normas legales: las primeras reconocen el derecho y establecen la potestad legislativa de limitar ese derecho. 10.- ¿Y cuál sería una norma de acción en esta misma materia? Tomemos, por ejemplo, el caso de la expropiación. En la expropiación se debe establecer por ley la necesidad o la utilidad pública para poder disponer de un bien de un particular. La norma que establece la necesidad o la utilidad pública es norma de relación. Luego viene el procedimiento expropiatorio que, como es sabido, está regulado por una ley madre y un conjunto de leyes complementarias. Esas nor­ mas que regulan el procedimiento de expropia­ ción son normas de acción porque están indi­ cándole a la Administración cuál es el camino obligatorio que debe seguir para que, coactiva­ mente, ese bien ingrese en su patrimonio. 11.-La violación de una norma de relación equivale a la violación de un derecho: supone la lesión de un derecho. Con la violación de una norma de acción, lo único que se lesiona es un interés legítimo. Por ello se dice que el propie­ tario de un bien que ha sido designado para ser expropiado, que ha sido declarada la expropia­ ción de necesidad o utilidad pública, ha tras­ mutado su situación de derecho sobre ese bien en situación de interés, exclusivamente. Lo único que puede reclamar es que el Estado cumpla con todo el procedimiento establecido por el orde­ namiento jurídico. No puede oponerse a la ex­ propiación —este es un acto irremediable—, pero sí puede hacer que la Administración se ajuste al procedimiento establecido para ello por el ordenamiento jurídico. Ahí tienen, entonces, someramente expli­ cados, ante un mismo derecho —el de propie­ dad—un ejemplo de normas de relación y otro de normas de acción. B) Caracteres de las obligaciones legales. 12.- El establecimiento de obligaciones le­ gales constituye una potestad, un poder-deber del Estado legislador, atribuida por el artículo 32 de la Constitución, y son exigibles por las 202 personas jurídicas estatales. Se les denomina obligaciones ex lege u obligaciones legales, pues nacen directamente de la ley, que establece efectos unilaterales, al margen de la voluntad de los destinatarios, de los cuales ninguno de ellos, ni acreedor ni deudor, puede desprenderse. 13.- Como vimos, están motivadas por exi­ gencias sociales, y se fundan en el interés ge­ neral o en el interés público; única razón por la cual se podrían imponer a los individuos obli­ gaciones con las cuales eventualmente no están de acuerdo y, sin embargo, no se les pide opinión al respecto. La opinión puede ser política, al elegir a los gobernantes que han dictado esas leyes, pero no es una opinión directa, en cuanto a la situación jurídica concreta que se plantea. 14.- Esto es así, inclusive, cuando los bene­ ficiarios directos son los propios particulares. Hay veces en que se dictan normas de carácter general como, por ejemplo, sobre la caída de las aguas de los predios. Allí existe una restricción, en el sentido de que no se pueden dejar caer las aguas en el terreno del vecino. Ese es un bene­ ficio para todos los propietarios colindantes y constituye una restricción de carácter legal: no se está esperando que exista un acuerdo entre particulares, y está funcionando en beneficio de cada uno de los vecinos colindantes; no de todos los vecinos, sino solamente de los colindantes. 15.- Son obligaciones coactivas o forzosas, no recusables ni excusables por los obligados. Cuando digo no excusables no estoy utilizando sólo un adjetivo agregado, sino un adjetivo ra­ zonado, estricto, en el sentido de que sí nacen de la ley, los artículos l9 y 29 del Código Civil dicen que las leyes son obligatorias y que su ignorancia no sirve de excusa para relevar del incumpli­ miento. Por eso digo que no son excusables, ni aun so pretexto de ignorancia o desacuerdo, excepto cuando se establecen en exclusivo be­ neficio de los particulares y una norma legal así lo autorice, tal como ocurre con lo dispuesto en materia de servidumbres con el artículo 557 del Código Civil que dice: Las servidumbres legales que tienen por objeto el interés de los particula­ res, pueden ser derogadas o modificadas por la voluntad de éstos. 16.- Si esta parte del artículo no estuviere, esas obligaciones legales, por más que tengan por objeto el interés de los particulares, no po­ drían ser derogadas por su sola voluntad. 17.-Es esta norma la que habilita a que una servidumbre legal, en este caso, cuando se cons­ REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 tituya en beneficio de un particular, pueda ser derogada. Y aquí no se trata de una servidum­ bre, como dijimos, porque son restricciones a la propiedad, pero podría ser el caso —porque el Código la trata como servidumbre— de esta que he mencionado respecto a la caída de las aguas de los predios. Si el vecino accede, podemos llegar a un acuerdo en el sentido de que mis aguas vayan hacia el terreno de él. Si hay acuerdo, es posible realizar un pacto contrario a esa norma, derogándola y dejándola sin efecto, pero gracias a que existe una norma habilitante. Esta es la excepción que cumple la regla. VI. LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD ANTE LAS OBLIGACIONES LEGALES 1.- Dijimos, además, que teníamos que re­ ferirnos, obligatoriamente, a la autonomía de la voluntad ante las obligaciones legales, sabiendo que esta es una materia típica del Derecho Civil. El tema que se nos ha planteado involucra a un conjunto de normas de Derecho Público, que están incidiendo en el ámbito de una contratación privada; que es eso lo que ocurre cada vez que se plantean estos proble­ mas. A) Consideraciones respecto de los ele­ mentos esenciales de los contratos. 2.- El Código establece que las obligaciones consisten en dar, hacer o no hacer alguna cosa, según el artículo 1245, y que las obligaciones nacen, entre otras fuentes, por disposición de la ley, y que se expresan en ella misma, según el art. 1246, incisos primero y segundo. 3.- Como elementos esenciales de los con­ tratos y también, de alguna manera, de las obligaciones se establece el consentimiento de las partes; la capacidad legal de la parte que se obliga, el objeto lícito y suficientemente deter­ minado que sirva de materia de la obligación, que la causa inmediata de la obligación debe ser lícita; y en algunos casos, el cumplimiento de solemnidades cuando así lo establezca la ley (art. 1261). 4.- Esto se aplica en general a los contratos, pero también se aplica a las obligaciones, espe­ cialmente en lo que se refiere al objeto lícito y suficientemente determinado; así como a la causa lícita de esas obligaciones legales. Nadaj tiene que ver el consentimiento porque, por definición, la obligación legal excluye el'con-¡ sentimiento del obligado; y nada tiene que ver la capacidad: el titular del inmueble puede ser DOCTRINA |menor, mayor, etcétera; eso no importa, respecto ijde las obligaciones legales. Tampoco importan Jas solemnidades, excepto que extendamos este ^concepto a todos los trámites que hay que cumplir en el caso de las expropiaciones. Si se eni tiende solemnidad en ese sentido, en algunos ijCasos, cuando las normas establecen ciertos ¡¡procedimientos preceptivos, esos procedimieni,.,tos deben ser seguidos. if! | 5.- La ignorancia de la ley y el error de j derecho no impiden, en ningún caso, los efectos legales de los contratos y obligaciones, tal como |surge de conjugar los arts. 1a y 2a del Código Civil |y el art. 1270, inc. 1e. 6.- Dice el art. 1253 del Código Civil, adej^mas, que la validez y el cumplimiento de las i obligaciones no puede dejarse librado al arbitrio de uno de los contrayentes. fy fe .' 7.- En cuanto al objeto, establece que puetden ser objeto de obligaciones las cosas o los I hechos siempre que no estén fuera del comercio de los hombres. ¿Es procedente la invocación de ''esta norma en esta circunstancia? Yo creo que sí, porque las obligaciones legales, por definición, están fuera del comercio de los hombres y, por lo tanto, en principio, no pueden ser objeto de ' negociación. Aquí, como se ve, me estoy apar­ tando del informe de la Comisión de Derecho f Civil. ii f 8.- Sólo pueden ser objeto de las obligacio"nes las cosas que estén determinadas, por lo }i menos, en cuanto a su género. La cantidad puede ser incierta, con tal de que en el contrato se fijen reglas o se establezcan datos que sirvan para l|¡ determinarla. ! l! i* 9.- Los hechos, además, deben ser posibles y ^determinados. En este caso, si alguien pretende ^incluir en la cláusula libre de obligaciones y ¡¡«gravámenes la eliminación de las obligaciones Wegales que provienen de las restricciones a la ^propiedad, es obvio que con esa fórmula tan amplia —obligaciones y gravámenes— no se está aclarando a qué se refiere, sino que se está formulando una cláusula bastante indetermiItíbada, porque existe una cantidad muy grande y ( fivariada de obligaciones y de gravámenes. Si no (littiay otras cláusulas en el contrato que lo aclaren i—y en los hechos no las hay— no puede entenfíderse que sean abarcables a todas las variantes , posibles. Siempre tiene que haber algún eleítéento de determinación; esa es la filosofía del «Código Civil. 203 Establece que los hechos deben ser moral­ mente posibles. Son moralmente imposibles los hechos que están prohibidos por las leyes o son contrarios al orden público o a las buenas cos­ tumbres. 10.-Aquí habría que aclarar —siguiendo la doctrina tradicional, tanto en materia civilista, como la doctrina general del Derecho— que normas prohibitivas y normas imperativas son conceptos distintos; pero de alguna manera los autores también están de acuerdo en que las normas imperativas terminan siendo prohibiti­ vas, porque en la medida en que una norma es imperativa y las personas deben ajustar su conducta acorde a lo que establecen las leyes, si no se actúa de esa manera, se está violando una disposición de carácter imperativo. En definiti­ va, según ya lo constataba Guillot, a principios de siglo, las normas imperativas también entran en la nulidad que establece el art. 8s del Código Civil respecto a lo que se hace en contra de las normas prohibitivas. 11.-Pero si no entraran por allí, entran por el lado de que es imposible el objeto de los contratos, cuando se ataca el orden público; porque en la época en que se hicieron nuestros Códigos —también lo dicen todos los autores clásicos, lo señala Gamarra y, en general, casi toda la doctrina— el concepto de orden público era similar o se asemejaba al de Derecho Público o de interés público. Por lo tanto, también por esta vía, si se pacta que alguien va a vender un bien libre de obligaciones o de restricciones —o sea libre de limitaciones legales a lapropiedad— también está atacando el orden público. 12.- El Código dice que es ilícito y nulo, por vicio en el objeto, todo lo que contrarié al Derecho Público oriental (artículo 1286). Con solo este artículo yo podía haber empezado y terminado toda la charla; porque probado o admitido que las normas relacionadas con las limitaciones a la propiedad son de Derecho Público, todo lo que se haga en contra o todo lo que se pretenda pactar en su contra se opone a lo que dice el Código, cuando se refiere al Derecho Público oriental, y por lo tanto es nulo. Sin embargo, para no terminar tan rápido con esta charla, vamos a agregar algunos ele­ mentos más. 13.- Si tomamos, por ejemplo, la causa in­ mediata, es decir, lo que es la ventaja o provecho que le procura a la otra parte todo acuerdo de 204 voluntades, los arts. 1287 y 1288 nos dicen que es ilícita la causa prohibida por la ley o contraria a las buenas costumbres o al orden público. 14.-Si se entendiera que la cláusula libre de obligaciones y gravámenes comprende el con­ cepto "libre de limitaciones a la propiedad", el comprador estaría obteniendo un beneficio contrario al orden público o prohibido por las leyes; y no digo a las buenas costumbres, porque de repente las costumbres autorizarían otra cosa, pero también, quizá, contra las buenas costumbres. 15.- Cuando el incumplimiento de una obligación proviene de causa extraña al obligado —en este caso, el obligado sería el vendedor— dice el art. 1342 del Código Civil que no le es imputable, y la obligación se extingue sin res­ ponsabilidad alguna, de acuerdo con el artículo 1549. Además, en esos casos existe imposibili­ dad de la prestación, según surge de los artículos combinados 1343, 1369 y 1549, y el deudor se libera por ausencia del vínculo de causalidad. 16.- ¿En qué casos existe causa extraña? Cuando desde el punto de vista objetivo, existe imposibilidad de la prestación, y cuando desde el punto de vista subjetivo, el evento no le es imputable al deudor. Y en el caso de las obliga­ ciones legales, ¿no existe imposibilidad de prestación por parte del deudor? ¿El deudor puede comprometerse a una prestación en con­ tra de lo que establecen las leyes? ¿Y no existe, también, una situación no imputable al deudor —en este caso, el vendedor— cuando alguien decide que se establece una servidumbre o cuando se establece un tendido de cables sobre su terreno, que de pronto ni le han notificado que lo van a hacer, y se entera recién cuando vienen los camiones de UTE a realizar las obras? 17.- La causa extraña debe ser irresistible —dice la doctrina—, inevitable, imposible, abso­ luta. Para mí, son todas condiciones que se desprenden de las obligaciones legales, uno de cuyos contenidos son las limitaciones a la pro­ piedad. Como consecuencia, el deudor queda exonerado de responsabilidad y se extingue la obligación, pues nadie está obligado a realizar lo imposible. 18.- Las limitaciones legales a la propiedad constituyen imposibilidades absolutas. Son causas extrañas a la voluntad de las partes, y en este caso, por ser obligaciones legales, precisa­ mente, la voluntad de las partes no tiene nada que hacer, ni antes, ni durante, ni después. REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 19.-Constituyen imposibilidades objetivas, imposibles no sólo para el deudor, sino para cualquier otra persona que se encuentre en su lugar; y cuando el objeto de la obligación se pone fuera del comercio de los hombres, como dice el Código Civil, existe imposibilidad en cuanto al objeto —tanto objetiva como subjetiva— de pactarlo y de cumplirlo. Y si lo ha pactado, aunque no lo cumpla es lo mismo. B) Interpretación de los contratos. 20.- Otro de los temas que pueden incidir en esta materia, porque de alguna manera siempre juega en todos los ámbitos del Derecho, es la interpretación de los contratos y, por su­ puesto, de las obligaciones que contienen esos contratos. Allí vamos a encontrar una serie de normas que también nos pueden servir de guía para llegar a conclusiones respecto a estos temas. 21.- Dice el Código que las palabras y frases de los contratos deben entenderse en el sentido que les da el uso general —el uso general, en­ tonces, está jugando un papel muy importante en la interpretación de los contratos, cosa que no aparece en la interpretación de las leyes—, aunque el obligado pretenda que las ha enten­ dido de otro modo (art. 1297). 22.- En caso de ambigüedad, debe buscarse la intención común, y no la de uno solo de los intérpretes o de las partes, sino más bien el sentido literal de los términos. Obsérvese que no es como en las leyes, que primero hay que estar al sentido literal, sino que se invierte y primero hay que estar a la intención común. 23.- Las cláusulas equívocas o ambiguas deben interpretarse por medio de términos cla­ ros y precisos empleados en otra parte del con­ trato, otorgándoles el significado correspon­ diente al contexto general, antes que el signifi­ cado que en general les pudiera convenir a cada parte (art. 1299). 24.- Debe darse prioridad al sentido que derive de la validez de la cláusula contractual o el que más convenga a la naturaleza del contrato y a las reglas de equidad. No "o", sino "y". —además— a las reglas de equidad (art. 1300). 25.- Las cláusulas ambiguas se interpretan por lo que es el uso y costumbre en el lugar del contrato; y la ambigüedad, como se sabe, que puede entenderse de varios modos o ad; distintas interpretaciones y dar motivo a dudas. DOCTRINA 205 Este argumento del uso general o la costum­ bre fue utilizado, acertadamente, en el informe que hizo el Escribano Arezo Píriz, y fue ratifi­ cado por la Comisión Directiva de la AEU, en el año 1986. de una servidumbre no aparente. Pero, ¿qué ocurre? Que cuando estamos en el caso de las obligaciones legales, allí no hay apariencia ni desconocimiento que valga; porque la ignoran­ cia del derecho no sirve de excusa. 26.- Si persiste la duda, dice el Código: en caso de persistir la duda; por lo tanto, estamos ante un criterio de carácter subsidiario, las cláusulas ambiguas deben interpretarse en fa­ vor del deudor (art. 1304), salvo que hubiere sido redactada por una de las partes y que su ambi­ güedad provenga de su falta de explicación, en cuyo caso, como pena, se le interpreta en contra. O sea que, por no haberla explicitado bien, se le interpreta en su contra. 30.- Dijimos, primeramente, que todas las limitaciones a la propiedad tienen origen legal y, en segundo lugar, que las leyes no se pueden dejar de cumplir por ignorancia o desconoci­ miento. Por tanto, en definitiva, esta norma no se aplica. 27.- En ese caso, para aplicar este criterio, habría que ver quién redactó la cláusula. Mu­ chas veces —por ejemplo, en el caso de una promesa— quien redacta es el Escribano del vendedor; pero, en el caso de la compraventa definitiva el redactor es el Escribano del com­ prador. Estos son elementos menores, pero que a la hora de hacer una interpretación de una cláusula tan genérica, hay que acudir a estos criterios que establece el Código, porque son normas que están establecidas en un contrato, sin perjuicio de que cuando rocen normas de carácter legal, para la interpretación de las leyes hay que recurrir al Libro Primero del Código Civil. C) Limitaciones no aparentes. 28.- Por último vamos a referirnos a las garantías por cargas o limitaciones no aparentes de la propiedad que se enajena, establecidas en el art. 1717 del Código Civil. Dicha norma dice: Si la finca se halla gravada, sin haberse hecho mención de ello en la escritura, con alguna carga o servidumbre no aparente de tal naturaleza que haya lugar a presumir que el comprador no la hubiese adquirido si la hubiera conocido, —tal como alega la mayoría de los reclamantes en los juicios— puede optar entre la rescisión del con­ trato o la indemnización respectiva. En ambos casos, la acción se prescribe por un año contado desde el día en que el comprador haya descubierto la carga o servidumbre. 29.- ¿Es aplicable esta norma al caso que nos ocupa? A mi juicio no lo es, porque nos dice claramente que se trata del caso presumible en qle el posible comprador, de conocer la servi­ dumbre, no hubiera adquirido el bien. Se trata 31.- Esta posición, también fue sostenida por Gamarra en el Tratado de Derecho Civil. Por consiguiente posee una autoridad suficiente, es una doctrina recibida en materia nacional; y concluye sosteniendo que las limitaciones lega­ les al derecho de propiedad —como por ejemplo el retiro— no dan lugar a garantías, pues \a propiedad se trasmite de acuerdo con las leyes vigentes que, por imperio del Código Civil (arts. l2 y 22), se reputan conocidas, no sirviendo de excusa su ignorancia. 32.- Además, en el mismo Tratado se cita una jurisprudencia del año 1930, publicada en la Revista de Derecho, Jurisprudencia y Adminis­ tración, Tomo XXXIII, páginas 494 y siguientes. Esa jurisprudencia, que creo que tiene toda la actualidad que pueden tener los temas clásicos, sostiene lo siguiente. En aquel momento se decía que la servidumbre de retiro no constituye, en rigor, un vicio redhibitorio, un defecto de cali­ dad, una alteración de la bondad del terreno comprado. No constituye un vicio intrínseco. El área tampoco se menoscaba. Hay solamente una limitación en lo que atañe a la edificación. Ar­ güir con esta restricción para fundamentar la rescisión del contrato es quebrantar los princi­ pios establecidos y puestos de relieve. Mañana, quien compre un terreno podrá argumentar, también, que lo devuelve, porque ese terreno está ubicado en zona expuesta o sujeta a ex­ propiación, o que queriendo construir una casa de un piso se encuentra con que una ordenanza dispone una altura que lo obligará a edificar con varias plantas, y se pueden hacer todas las combinatorias posibles que se quiera, siguiendo este raciocinio pretoriano. 33.- Aquí no puede decirse que haya nada oculto o desconocido. La servidumbre de retiro está impuesta en la zona que está ubicado el terreno comprado por el señor X, por aplicación de la ley del 11 de enero de 1916. Por otra parte —termina el Juez—, las leyes una vez promul- 206 REVISTA DE LA A.E.U. - T. 78 (7-12), 1992 gadas se suponen conocidas por todos los habi­ tantes de la República (apartado final del art. lfi del Código Civil) y la ignorancia de la ley no sirve de excusa (art. 2s). Como se ve, los argumentos son recurren­ tes, coincidentes y terminantes, en el sentido de la exposición que venimos desarrollando. . ALCANCE DE LAS DENOMINADAS CLAUSULAS DE ESTILO 1.- Desde el punto de vista general, las cláusulas de estilo se encuentran en todos o casi todos los actos de idéntica naturaleza, según nos dice Capitant en su Vocabulario Jurídico. Ge­ neralmente son genéricas y abstractas, no tra­ duciendo la voluntad real de las partes. Repro­ ducen formularios o modelos, constituyen cos­ tumbres o prácticas negocíales, vacías de conte­ nido, con contenido contradictorio o inicuo, tal como afirma Messineo en suManual de Derecho Civil. Por ejemplo, la cláusula mediante la cual el vendedor se obliga al saneamiento legal es inú­ til, pues nada agrega al Código Civil; y sin embargo la seguimos poniendo en los contratos. Expresan términos y conceptos genéricos, sin referencia directa al negocio concreto. Por ejem­ plo, la obligación a cargo del vendedor de inexis­ tencia de limitaciones legales a la propiedad. 2.- Debido a su generalidad y ambigüedad, la doctrina les resta valor jurídico (Gamarra citando a Ricca-Barberis y a Rubino). La cláu­ sula por la que el vendedor se obliga a vender libre de obligaciones y gravámenes es una típica cláusula de estilo y, como tal, con valor jurídico reducido en la medida en que se le conciba en esa generalidad. La cláusula adquiere sentido si se reduce su alcance a los usos y a la intención explícita de los profesionales Escribanos que admiten pacíficamente que sólo cubre las cargas resultantes del accionar de las partes; es decir, que cubriría sólo lo actuado por voluntad de las partes; ya se trate de obligaciones que se con­ traen, ya sean deudas que contrae por su ac­ cionar, por un acto voluntario o involuntario, pero no por un acto cuya voluntad radica en la ley y que el interesado, o los interesados, de ninguna manera deben alterar. 3.- ¿La cláusula libre de obligaciones y gravámenes es sólo una cláusula de estilo? Yo creo que no, que en su totalidad no es una cláusula de estilo. Si fuera sólo una cláusula de ootílr. ViaKrín nnp fpnerla r>r>Tno no Duesta. V 6SO también es muy peligroso en materia de contra­ tación porque, entonces, de lo contrario, quiere decir que se vende no libre de obligaciones y gravámenes, sino con obligaciones y graváme­ nes. De alguna manera habría que especificar mejor, en todo caso, de qué tipo de obligaciones se trata; pero a falta de una explicitación más extensa —que no existe en los contratos, pero todos hemos puesto, permanentemente, esas cláusulas; así viene de nuestros abuelos y se prolongará hacia nuestros nietos—, por esto que he señalado, habría que buscarle una explica­ ción más racional, que esté acorde con todos estos principios que hemos expresado, que in­ forman el Derecho Público y que tienen, en este caso, incidencia directa en el Derecho Privado emergente de los contratos. 4.- Sostengo que no es una cláusula de estilo típica —excepto en la parte que excede de un cierto contenido razonable y lógico— ya que posee un sentido generalmente aceptado. Abarca las obligaciones y gravámenes emer­ gentes de la voluntad o de la actividad de las partes, pero creo que nadie razonablemente, lógicamente, de buena fe, pueda entender que cuando se incluye dicha cláusula se entiende vender libre de obligaciones legales, que se vende libre de limitaciones legales a la propie­ dad, porque nadie puede disponer, lícita ni ju­ rídicamente, de esas situaciones jurídicas. 5.- Quedan fuera, entonces, de esa garantía genérica, las obligaciones legales tales como las limitaciones a la propiedad, todas esas que yo les he resumido genéricamente, pero cuya lista es interminable, y se pueden encontrar en todos los tratados, antiguos y modernos. Y es intermina­ ble porque las que se conocen hasta ahora tampoco son todas las posibles; siempre se van a generar más, por la propia intermitencia del desarrollo social. 6.- Esas obligaciones o esos gravámenes no pueden ser excluidos lícitamente por obra de la voluntad del vendedor ni del comprador, ni aun por la voluntad conjunta de las partes; están fuera del comercio de los hombres, como dice el Código Civil. Vm. CONCLUSIONES Primero: en nuestro ordenamiento positi­ vo el dominio o propiedad está limitado por laleXj y también por el derecho ajeno. En este caso no3 interesa fundamentalmente la ley, pero tam-j bien interesa el derecho ajeno, porque todas lal limitaciones a la propiedad son de interés núbli- 207 DOCTRINA co, en interés general, en interés, también, del derecho ajeno. Segundo: el derecho de propiedad se en­ cuentra limitado, en lo absoluto, por la exis­ tencia de restricciones; en lo exclusivo, por la existencia de servidumbres; en lo perpetuo, por la existencia de expropiaciones. Tercero: las limitaciones a la propiedad en interés público están reguladas por el Derecho Público, Constitucional y Administrativo. En esta materia predomina el interés público o general, y se regula por medio de normas legales, en la cúspide; y podrían existir normas regla­ mentarias, en la base. Cuarto: las obligaciones legales son coac­ tivas, forzosas y no recusables ni excusables por los obligados, ni por terceros. Quinto: la ignorancia de la ley o el error de derecho no impiden, en ningún caso, los efectos de las obligaciones legales. Sexto: las obligaciones legales constituyen hechos ajenos al comercio de los hombres. Séptimo: carecen de efecto vinculante las obligaciones genéricas o indeterminadas en la materia. Es necesario que se especifiquen, y en el caso de no estar especificada la cláusula libre de obligaciones y gravámenes debe estar cir­ cunscripta a aquellas obligaciones y graváme­ nes emergentes de la actividad de las partes —voluntaria o involuntaria—, pero nunca por las obligaciones que surjan de las leyes. Octavo: son hechos imposibles de consti­ tuir objeto de obligaciones los prohibidos por las leyes o los contrarios a las leyes o a las buenas costumbres, entendiendo con el alcance reali­ zado anteriormente lo de las leyes prohibitivas e imperativas, en el entendido que lo hecho contra las normas imperativas tiene los mismos efectos que lo hecho contra las normas prohibitivas. Noveno: es ilícito y nulo todo lo que con­ traviene al Derecho Público oriental, y las nor­ mas que se refieren a las limitaciones a la pro­ piedad integran el Derecho Público oriental. Décimo: es ilícito todo provecho o ventaja prohibido por la ley, contrario al orden público o a las buenas costumbres. Undécimo: el establecimiento de obligacioneslí " J L "^ ^Admi­ nistración constituyen causas extrañas a los obligados, no imputables a ellos, que los liberan de responsabilidad por incumplimiento, en el caso de que se hayan incluido en algún acuerdo de voluntades. Duodécimo: las palabras y frases de los contratos deben entenderse en el sentido que les da el uso general, en primer término, y en esta materia considero que el uso general, tal como lo sostuvo la Comisión de Derecho Civil anterior­ mente, es el sentido de excluir lo que se llama limitaciones legales a la propiedad. Decimotercero: en caso de ambigüedad —o sea, cuando un término o frase admite más de una interpretación y ambas interpreta­ ciones son contradictorias— debe buscarse, en primer término, el sentido o la intención común. Debe recurrir se al contexto general del contrato. Debe darse prioridad al sentido que derive en la validez del contrato, o el que más convenga a su naturaleza y a las reglas de la equidad. Luego debe recurrirse al uso o costum­ bre del lugar, y si aún persistiese la duda debe interpretarse en favor del deudor. No debe ol­ vidarse que en este caso el deudor de esa obli­ gación de libre de obligaciones y gravámenes es el vendedor. Decimocuarto: el carácter de legal de es­ tas obligaciones exime al deudor de toda obliga­ ción de garantía, por cuanto el acreedor pudo y debió conocerla, porque son de origen legal y entran en el régimen general de las leyes. Decimoquinto: las obligaciones legales son de orden público y de Derecho Público. En consecuencia, no admiten pacto en contrario. Decimosexto: la cláusula libre de obliga­ ciones y gravámenes es de estilo en cuanto se encuentra en todos o casi todos los contratos. Desde ese punto de vista no hay duda. Pero a pesar de ser genérica y abstracta, traduce par­ cialmente la voluntad de las partes. En tal sen­ tido, posee valor jurídico en tanto y en cuanto se restrinjan aquellas materias que puedan ser objeto de la autonomía de la voluntad de las partes. En definitiva, a mi juicio, la cláusula libre de obligaciones y gravámenes no comprende a las obligaciones legales, entre las que se encuentran las denominadas limitaciones a la propiedad salvo texto legal expreso en contrario. Muchas gracias.