Un nigeriano decapitado, 51ª persona ejecutada este año

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AMNISTÍA INTERNACIONAL
Declaración pública
10 de agosto de 2009
Arabia Saudí: Un nigeriano decapitado, 51ª persona ejecutada este año
Amnistía Internacional ha vuelto a expresar hoy, 10 de agosto de 2009, su preocupación por la
ejecución de ciudadanos extranjeros en Arabia Saudí, tras las noticias recibidas sobre la
decapitación de un hombre nigeriano la semana pasada.
Qorbi bin Mussa Adam, declarado culpable del asesinato de un ciudadano saudí, fue el segundo
nigeriano ejecutado este año en Arabia Saudí. El otro, Jamil 'Abbas Shu'ayb, fue decapitado en
mayo.
En ambos casos, las autoridades saudíes apenas han revelado información sobre su juicio. Según
Amnistía Internacional, lo más probable es que ambos juicios fueran sumarios y se celebraran en
secreto, como ocurrió en el caso de Suliman Olyfemi, otro nigeriano que sigue en peligro
inminente de ejecución en Arabia Saudí. Fue condenado a muerte en 2004.
El juicio contra Suliman Olyfemi se celebró en secreto y en árabe, lengua que él no entendía, sin
que se le ofrecieran los servicios de interpretación correspondientes. Tampoco contó con
representación letrada ni asistencia jurídica de ninguna clase. Se piensa que fue torturado en
detención preventiva, cuando estuvo recluido en régimen de incomunicación, para obligarlo a
“confesar”.
Con la ejecución de Qorbi bin Mussa Adam ya son 51 las personas ejecutadas este año en Arabia
Saudí, según el trabajo de observación de Amnistía Internacional. Como en años anteriores, los
datos reflejan un porcentaje desproporcionadamente alto de ejecuciones de africanos y asiáticos.
De las 51 personas ejecutadas este año hasta la fecha, 36 eran saudíes, de una población de
unos 21 millones, mientras que 15 eran ciudadanos extranjeros residentes en Arabia Saudí, cuyo
número ronda los seis millones.
El gobierno de Arabia Saudí ejecutó, por término medio, más de dos personas a la semana en
2008. Casi la mitad eran ciudadanos extranjeros de países en vías de desarrollo, entre ellos
Nigeria.
El gobierno saudí impone la pena de muerte por una amplia variedad de delitos, incluidos delitos
de ambigua definición o que carecen de consecuencias mortales.
El proceso por el que se impone y ejecuta la pena de muerte es arduo, en gran medida secreto y
manifiestamente injusto.
En Arabia Saudí las ejecuciones se realizan generalmente en público, y en algunos casos
después se lleva a cabo la crucifixión de los cuerpos.
Los jueces saudíes tienen amplia discreción y pueden imponer la pena de muerte por delitos de
ambigua definición y delitos no violentos. Los informes recibidos indican que algunos
trabajadores migrantes no supieron que los habían condenado a muerte hasta la misma mañana
de su ejecución.
La elevada frecuencia con que el gobierno saudí sigue recurriendo a la pena de muerte va en
contra de la creciente tendencia internacional a la abolición, y también de las resoluciones
adoptadas en 2007 y 2008 por la Asamblea General de la ONU para pedir una moratoria
mundial de las ejecuciones.
Según Amnistía Internacional, 139 países del mundo han abolido la pena de muerte de su
legislación o en la práctica.
Amnistía Internacional ha pedido al gobierno de Arabia Saudí que proclame sin demora la
suspensión de las ejecuciones y conmute la pena a todos los condenados a muerte como primer
paso hacia la abolición.
La pena de muerte es la negación suprema de los derechos humanos, afirma Amnistía
Internacional. En ella el Estado da muerte a un ser humano, de forma premeditada y a sangre
fría, en nombre de la justicia. La pena de muerte vulnera el derecho a la vida consagrado en la
Declaración Universal de Derechos Humanos y es el máximo exponente de pena cruel, inhumana
y degradante.
FIN/
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