1 De la Medicina del Trabajo Ariel Rossi Doctor en Medicina Especialista en Cirugía General Especialista en Cirugía de Cabeza y Cuello Especialista en Medicina Interna Especialista en Medicina del Trabajo Especialista en Medicina Legal El Trabajo y la Salud. Al llevar a cabo el trabajo se suscitan una innumerable cantidad de riesgos representados por agentes físicos, químicos, mecánicos, infecciosos, etc., que pueden afectar, y lamentablemente la mayoría de las veces “afectan la salud del trabajador”. A este impacto directo hay que sumarle las condiciones de vida (vivienda, deficiencias alimentarias, exceso de horas de trabajo, educación deficiente, mala o nula atención médica, etc.) que multiplican los riesgos laborales. Estas son las razones fundamentales que inciden en forma diferencial sobre individuos de distinta condición social. Estas desigualdades se traducen en una desigualdad ante la muerte, la expectativa y calidad de vida, etc. La Medicina del Trabajo. La Medicina del Trabajo como especialidad debería (ya que casi nunca lo hace) prevenir, reducir a su mínima expresión, y en lo posible hacer desaparecer los problemas que el desarrollo de su tarea le traen aparejado al obrero. Todo esto es indicativo de que el médico debería desarrollar sus tareas en los lugares de trabajo, perspectivas contenidas en la definición de Medicina del Trabajo dada por la Reunión Conjunta de la O.I.T y la O.M.S en 1950: “… es la disciplina que tiene por objeto promover y mantener el más alto nivel de bienestar sociopsicosomático de los trabajadores, en todas las profesiones; prevenir el daño causado a la salud de aquellos por las condiciones de su trabajo; protegerlo en su empleo contra los riesgos resultantes por la presencia de agentes perjudiciales a su salud; colocar y mantener al trabajador en un empleo conveniente a sus aptitudes psicológicas y fisiológicas. En suma, adaptar el trabajo al hombre y el hombre a su trabajo.” 2 La trascendencia e importancia que se le dé a la Medicina del Trabajo, es directamente proporcional a la importancia que se le asigne a la vida y la salud de los trabajadores. El Médico del Trabajo no sólo debe evitar los accidentes, prevenir las enfermedades profesionales, etc., sino que se tiene que preocupar por mejorar la existencia del obrero fuera del sitio y las horas de trabajo, debe preocuparse empeñosamente por la vivienda, la alimentación, la vestimenta, la higiene; del tratamiento y hasta las distracciones y placeres del obrero y su familia, porque todo eso hace ineludiblemente a la salud. El malestar psicofísico y social del obrero es responsable de escasa y deficiente producción, y causa directa de siniestralidad. Innumerables estadísticas demuestran que no hay mejor inversión que la realizada en la protección de la salud e integridad física del obrero. Cuesta mucho un accidente de trabajo; mucho más que las medidas de prevención y los honorarios médicos, conceptos estos sumamente difíciles de entender por los dueños de los medios de producción. Las Condiciones de Vida y de Trabajo. Sin el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera, toda profilaxis será precaria y de dudosa eficacia. Al respecto decía en la década de 1950 el Dr. Gregorio Aráoz Alfaro: “Mientras haya en el país hombres y mujeres extenuados y anémicos por un trabajo excesivo, mientras haya niños con hambre y con frío, mientras no aseguremos a todas las madres y los niños que nacen los cuidados de una asistencia esmerada y la educación física, intelectual y moral necesaria para que puedan bastarse a sí mismos y ser elementos útiles a la sociedad; mientras haya millares de hombres que ganan su pan con tanto dolor y millares que sientan el dolor, aun más agudo, de no poder ganarlo, o de ver que ellos, su mujer y sus hijos no pueden tener siquiera un mínimo de satisfacciones materiales, todas las otras preocupaciones que nos asedian y nos apasionan, no serán sino entretenimientos fútiles que nos desvían de la grande, de la fundamental preocupación del bien y de la felicidad generales”. A pasado más de medio siglo desde que el Dr. Gregorio Aráoz Alfaro expresara estos conceptos, sin embargo la situación apenas se ha modificado. “El médico es el abogado natural de los pobres. El médico tiene el deber de erigirse ante los que le pagan en defensor de los que no le pagan, a quienes tiene la obligación moral de preservar de todos los males”. Así lo entendía el Dr. Rudolf Virchow (1821-1902). Este concepto debería ser una constante en todos los médicos. 3 El Médico del Trabajo y su Empleador. La Recomendación 112 de la OIT, dice: “Los médicos del trabajo deberían gozar de independencia profesional y moral completa respecto del empleador y de los trabajadores”. Es real que en nuestro país no siempre se cumple, ya que en la práctica, el médico tolera transgresiones legales por parte de las empresas, que perjudican al trabajador, dada la facilidad con que puede ser removido de su cargo. Siempre hay un médico de pocos escrúpulos y moral elástica de reemplazo. Ya hace años el Dr. Juan Martín Baztarrica decía: “Son contadas las empresas que tienen programas planificados de Medicina del Trabajo; en la mayoría de los casos siguen siendo un apéndice de la Oficina de Personal, completamente desconectada del Departamento Técnico, del Servicio Social y de la Seguridad. En esta situación el médico se limita a la concurrencia al consultorio, sin visitar los lugares de trabajo y sólo dedica una o dos horas a atender procesos banales y ejercer el control policíaco del ausentismo, desvirtuando los objetivos de la especialidad”. Ya han pasado varias décadas de aquella denuncia, y aún hoy, escudados los empresarios en la ley 25.447 y las ART, la situación no ha cambiado. En nuestro medio, el control del ausentismo sigue siendo el interés primordial del médico de empresas, a pesar de la Recomendación 112 de la OIT, que señala la conveniencia de que no se deben limitar a esa actividad solamente. Deficientemente cumplidas las tareas del Médico del Trabajo en las industrias, ausente por completo en las tareas del agro. Las deficientes condiciones de vida, trabajo, educación, etc., de la mayor parte de los obreros del agro y sus familias, implican aún más deficientes condiciones sanitarias. La ignorancia, mezquindad e indiferencia de muchos patrones de los trabajadores del campo, son también causas de los problemas sanitarios de sus empleados. La negligencia e indiferencia del Estado, lo transforman es un culpable directo de estas falencias. Este nefasto panorama de los obreros del campo, se agrava en forma indescriptible con los trabajadores golondrina, sumando a esto las pésimas condiciones de vida y de trabajo, siendo más vulnerables las mujeres y los niños. El incumplimiento de la Ley 19.587 (Higiene y Seguridad en el Trabajo) y la Resolución 38/96 (S.R.T) (ambas deficientes en muchos aspectos), son causas también, de siniestralidad en todos los obreros. Dijo Juan Bialet Massé: “No se curan las llagas ocultándolas o velándolas a la vista del cirujano, por un pudor mal entendido: es preciso, por el contrario, presentarlas en toda su desnudez, en su verdad, manifestando sus antecedentes con toda sinceridad, para aplicarles el remedio conveniente”. 4 Necesidad de Compromiso del Médico con los Trabajadores. Es real la falta de compromiso de muchos médicos con los trabajadores y los desposeídos, es por eso que para lograr ese compromiso, es imprescindible un cambio en la currícula de pregrado de la Carrera de Medicina, donde se haga hincapié y se estudie profundamente la estructura social imperante, se den conceptos básicos de sociología y se dicte la materia Medicina del Trabajo. La carrera de Especialista en Medicina del Trabajo, también tiene serias falencias en su currícula respecto de los aspectos sociales y el compromiso que el médico debe tomar con los trabajadores, temas estos que deben ser estudiados y discutidos en profundidad. También los cursos y congresos de la especialidad adolecen de la discusión de estos temas, donde es imperioso y necesario reinstalar la discusión de la función real que debe cumplir el Médico del Trabajo. Y no podemos dejar de lado el vacío jurídico existente respecto de la protección del Médico del Trabajo frente a sus patrones, sólo interesados en disminuir sus costos de producción, siendo frecuentemente que los médicos comprometidos con la realidad sanitaria de los obreros, sean removidos de su función sin mediar explicación alguna. Bibliografía: Aráoz Alfaro, G. Trascendencia Social de la Medicina del Trabajo. Med. Del Deporte y del Trabajo, 1948; 13, Nº 65, 1592-1601. Andlauer, P. et al. El Ejercicio de la Medicina del Trabajo. Editorial Científico-Médica; España, 1980. Barret, F. Historia del Trabajo. EUDEBA. Buenos Aires. 1961. Baztarrica, J. M. Posición del Médico del Trabajo en nuestro País. Medic. del Trabajo, 1968, 34, Nº 308-311, Págs. 131-134. Bender, G. A. Historia de la Medicina. Virchow y la patología. Parke, Davis y Cia, 1966. Bialet Massé, J. Estado de las Clases obreras Argentinas a Comienzos del Siglo. Buenos Aires. 1904. Palermo, E. Salud Enfermedad y Estructura Social. Cartago. Buenos Aires. 1986.